¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.
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martes, 5 de noviembre de 2024

APROPIARSE DE EMAÚS

"
Eso que hemos visto y oído
os lo anunciamos, 
para que estéis en comunión con nosotros 
y nuestra comunión es con el Padre 
y con su Hijo Jesucristo"
(1 Jn 1,3)

Hoy, escribimos de nuevo sobre los retiros de Emaús desde el testimonio particular y la vivencia personal, conocedor de que recibiré algunas felicitaciones y no menos críticas. No es mi intención ni mi propósito recibir ni lo uno ni lo otro. 

No pretendo acusar, aludir o herir a nadie, ni ahondar en juicios de valor negativos. Tampoco pretendo erigirme en un "sabio de Emaús". De hecho, asumo el contenido de este artículo como propio.

El único objetivo de este artículo es profundizar en este maravilloso método evangelizador para ayudar y ser ayudado, iluminar y ser iluminado, apoyar y ser apoyado.

En ocasiones, los servidores somos testigos de la aparición de tres tentaciones muy comunes en Emaús: pensamos que es "nuestro" y nos apropiamos del método, nos consideramos "expertos" y damos órdenes, queremos "perfeccionarlo" e introducimos cambios. 

Una actividad parroquial, una obra del Espíritu

Emaús es un retiro organizado por laicos para laicos. Es un método de nueva evangelización inspirado por el Espíritu Santo. Aún así, caemos en la tentación de creer que es "cosa nuestra" y que nos pertenece. O lo que yo llamo el "factor humano en las cosas de Dios".

No debemos olvidar que, ante todo, es una actividad o pastoral evangelizadora parroquial y que, por tanto, todo lo que ocurre en la parroquia es competencia y responsabilidad del párroco. 

El párroco es la máxima autoridad de Emaús en la parroquia. Por ello, no puede estar ajeno a lo que es Emaús ni tampoco los laicos pueden mantenerle al margen, y mucho menos, organizar retiros y dinámicas sin contar con él, ya sea en la propia parroquia o en otra.

Es él a quien Cristo deja llevar el timón de la barca, quien supervisa las fechas de los retiros, quien elige a los líderes "entrantes" con el consenso de los "salientes", quien ofrece formación y dirección espiritual, quien propone funciones y delega pastorales, etc. 
Por eso, aunque no es obligatorio, sí es conveniente que el párroco haga el retiro, para que de esa forma pueda discernir, con una perspectiva más amplia y equilibrada, la manera de canalizar la gracia y los frutos de los retiros en beneficio de la vida parroquial, y así, dotarlos de recursos humanos y/o económicos que redunden en un auténtico "avivamiento" de la comunidad.

Pero sobre todo, Emaús es una obra del Espíritu Santo que renueva almas y vivifica parroquias. Él es el verdadero artífice y protagonista, quien marca el rumbo, quien hace soplar el viento, quien controla las olas. Emaús es una barca guiada y gobernada por Jesucristo, supervisada y dirigida por el párroco, y tripulada y manejada por laicos activos y comprometidos con la parroquia, generosos y al servicio del Señor.
El objetivo principal de Emaús no es que "cumplamos faenas", que "hagamos tareas", que "surquemos mares por descubrir" o que nos erijamos en "expertos navegantes" Se trata de dejarnos tocar por Dios, de ser humildes, de servir con obediencia y de hacernos dóciles al Espíritu para testimoniar a Cristo y mostrarles a otros el camino a la casa del Padre. 

En definitiva, se trata de edificar parroquias al servicio de sus comunidades, de construir la Iglesia al servicio de las personas, de establecer el Reino de Dios en la tierra, aquí y ahora.

Líderes perpetuos, servidores "expertos"

La segunda tentación en la que a menudo caemos es lo que se denomina la "erótica del poder" o, en este caso, la "gula espiritual". A veces, pretendemos mandar, dominar y consumir espiritualmente, perpetuarnos en el liderazgo, convertirnos en servidores especializados, en expertos evangelizadores, o incluso en apóstoles arrogantes y autosuficientes, "sabedores de todo".
Es entonces, cuando sobrepasamos los límites de actuación que el propio método de Emaús marca, a saber, su carácter de servicio parroquial, y en ocasiones, "sobre-actuamos", nos embarcamos en una aventura que, más que evangelizadora es un activismo autosuficiente, zarpamos hacia otras parroquias y salimos al mar sin más dotación que nuestra mal supuesta capacitación.

Ello no quiere decir que nuestro servicio a Dios no deba ayudar a desarrollar futuros retiros en nuestra parroquia o en otras, e incluso, en otras ciudades o países. De lo que se trata es de ayudar a implantar y desarrollar los retiros en otras comunidades cristianas, no de "llevar" los retiros a otras parroquias, es decir, no implantar o demostrar a otros nuestra "prestancia marinera" y nuestro sabiduría de "lobos de mar".

Servir es "enrolarse", es ser parte de la "dotación", es remar y desplegar las velas. Liderar es dar ejemplo al surcar el mar, es "patronear" la barca, sabiendo que no somos el armador. 

Nada que cambiar ni "perfeccionar"

A medida que Emaús va adquiriendo una cierta dimensión, podemos caer en la tentación (seguro que con la mejor de las intenciones) de introducir cambios en las dinámicas, variaciones en las actividades o modificaciones en los procedimientos del retiro. 

Nos hacemos con una "brújula" propia, consultamos otras "cartas de navegación", anotamos nuestras propias ideas y conjeturas en el "cuaderno de bitácora" y pretendemos surcar "rutas peligrosas y desconocidas".
Es una reacción "muy humana" querer aportar cosas a Dios, proponer ideas, sugerir consejos, exponer interpretaciones y buscar resultados...pero esa no es nuestra misión en la evangelización. No es nuestra "hoja de ruta".

Dios es el dueño de la viña y es quien cosecha, nosotros sólo sembramos y abonamos. Dios es el dueño de la barca y es quien marca el rumbo, nosotros navegamos y faenamos. Emaús es un torrente de gracia del Espíritu Santo, nosotros sólo nos dejamos "empapar y navegar" por él. Dios no necesita nuestra ayuda ni nuestros consejos...más bien, somos nosotros quienes necesitamos su dirección.

Emaús es un método evangelizador con un diseño meditado, con un esquema iluminado, con un formato probado, con unas dinámicas armónicas, equilibradas e infalibles y con una experiencia fructífera de más de 35 años en muchas parroquias, ciudades, países y culturas...como no puede ser de otra manera, porque es una gracia divina.
Emaús no pertenece a los veteranos ni a los pioneros sino a los necesitados, de la misma forma que la misión que Jesús encomendó a sus discípulos no era exclusiva suya sino que debía transmitirse y difundirse fielmente, sin cambiar nada, sin introducir nada, sin eliminar nada...hasta los confines de la tierra.

En ese mismo sentido, el Papa Francisco, en su encíclica Lumen Fidei, dice que la fe se transmite por contacto, de persona a persona, con el testimonio de un encuentro real con el Resucitado. 

Por eso, no podemos apropiarnos del amor de Cristo ni mucho menos transformar su luz, sino que debemos transmitir a otros lo que hemos recibido, como lo hemos recibido, para que ellos, a su vez, lo transmitan a otros.

Modificarlo significa desvirtuar el sentido original del método. Cambiarlo supone tratar de rectificar o de perfeccionar la gracia de Dios. Variarlo, retocarlo o rectificarlo significa acabar con Emaús. Porque entonces, ya no será Emaús...será otra cosa...


"Te doy gracias, Padre, 
Señor del cielo y de la tierra,
porque has escondido estas cosas 
a los sabios y entendidos,
y las has revelado a los pequeños.
Sí, Padre, porque así te ha parecido bien."
(Lc 10,21)

miércoles, 1 de abril de 2020

ME HE DADO CUENTA...

Cómo aplicar el Método de Jesús en el evangelismo | Recursos Bíblicos

Los métodos evangelizadores son medios que utiliza Dios, a través del Espíritu Santo, para hacernos copartícipes de su mensaje de amor, mostrando a otras personas a su hijo Jesucristo, por quien hace todo, y suscitando conversiones extraordinarias. 

Tras algunos años implicado en la evangelización, sirviendo a Dios y al prójimo a través de varios métodos (cenas Alpha, Emaús, Efettá, Proyecto Amor Conyugal, y otros...) creo que Dios, haciendo gala de sus renglones torcidos, nos ha parado de golpe en esto del apostolado. 

Bueno, nos ha parado en esto y en todo. Y creo que lo ha hecho para que meditemos, para que discernamos...sobre qué hacemos, interior y exteriormente. O mejor dicho qué somos. Creo que nos ha frenado en seco para hacernos ver que ahora nuestra evangelización está dirigida a nosotros mismos, y que quiere decírnoslo a través de la oración.

Meditando sobre los distintos métodos de evangelización que conozco, no dejo de cuestionarme ¿hacia dónde vamos? ¿tenemos claro el objetivo? ¿son eficaces? o ¿estaremos perdiendo el tiempo? ¿estaremos instrumentalizando a Dios? ¿estaremos desvirtuando su propósito?
Cristiane falando de...: Oscip Potiron
Tengo la seguridad de que son experiencias impactantes y novedosas, que se producen pequeños grandes milagros, que Dios actúa poderosamente. Pero, con el paso del tiempo, me he dado cuenta de que pierden eficacia...quizás ¿Por qué no hay un después?...o quizás ¿por qué no hay un antes? No lo sé...

Me he dado cuenta de que no se trata de ver milagros ni de hablar de lo maravilloso que es siempre un retiro, sino de comprender lo grandioso que es Dios, hablando con Él, dejándonos conducir y guiar por el Espíritu, para discernir hacia dónde y cómo quiere que evangelicemos.

Me he dado cuenta de que muchas veces "obligamos" a las personas a escuchar nuestra "fórmula secreta", les "imponemos" la "necesidad" que tienen de vivir un retiro "que les cambiará la vida" y les convencemos para que acudan...y después ¿qué?

Me he dado cuenta de que, aunque Dios derrama siempre sus gracias en estos retiros, quizás confundimos el medio con el fin, la visión con la misión, el hecho con el resultado, al no dejar espacio a Dios para ser Dios, y al Espíritu Santo para obrar.

Me he dado cuenta de que quizás no se trata de que busquemos en qué tipo de retiro especializado encajamos y donde estamos más cómodos, para así tener una ocupación espiritual que acalle nuestra mala conciencia.
El Arrepentido de Francisco Blanco en Amazon Music - Amazon.es
Me he dado cuenta de que quizás estamos poco dispuestos a acoger a las personas que se han encontrado con Jesús, y de que estamos aún menos disponibles para acompañarlos en su camino de fe.

Me he dado cuenta de que quizás estamos haciendo un uso ineficaz de los métodos, "vacunando" a la gente contra Cristo y su Iglesia, de que quizás estamos abusando de la dosis correcta y eficaz de medicamento, y que estamos creando resistencia, inmunidad y anticuerpos con tanto retiro.

Me he dado cuenta de que quizás estamos haciendo un "brindis al sol", o "vendiendo la idea" de una casa maravillosa en el "piso piloto" que es un retiro, pero que luego, no cumple las expectativas creadas.

Me he dado cuenta de que quizás estamos obligando a las personas, con nuestra reiterada invitación, a acudir a una casa en la que no les apetece estar, por mucho que nos empeñemos. O si les apetece estar, sea por un rato, para cumplir y por compromiso.

Me he dado cuenta de que es prioritario asentar y cuidar lo que ya tenemos. De que es necesario crear una sólida y atractiva comunidad, que "sin hacer", atraiga. O mejor dicho... que "siendo", contagie.

Me he dado cuenta de que el activismo nos descabeza y nos impide tener visión a largo plazo. Multiplicamos iniciativas, ideas y actividades que tienen un origen bienintencionado,  un camino articulado, pero un sentido cortoplacista y una meta errónea.

Me he dado cuenta de que quizás nos falta esa disposición a escuchar tan difícil para muchos de nosotros. De que necesitamos pararnos a pensar en que "si no vamos a mejorar el silencio, no lo rompamos", de que debemos callarnos un poco y escuchar. Porque la gente se da cuenta de cuándo escuchamos y cuándo sólo oímos. 

Quizás les escuchamos durante el retiro, pero y ¿luego? ¿escuchamos sus inquietudes? ¿atendemos sus necesidades? ¿procuramos resolver sus problemas?

En cualquier caso y como conclusión, lo que tengo muy claro es que el Espíritu Santo es el único capaz de transformar un corazón, no los métodos. Y que éstos no son una "varita mágica"... ni nosotros "magos".

Por eso, ahora que tenemos todo el tiempo del mundo para reflexionar, busquemos en nuestro confinamiento casero, resguardados del ruido exterior y en comunicación con Dios, su respuesta a nuestras preguntas. 

Y así, como los apóstoles encerrados en casa, dejarnos sorprender por un nuevo y particular Pentecostés.
Retiros de EMAUS en Colombia - About | Facebook

miércoles, 22 de enero de 2020

EMAÚS ES SÓLO EL TRAILER

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Comienza el año y con él, los retiros de Emaús, en los que las personas se encuentran cara a cara con el amor de Dios. 

Tras un fin de semana intenso, es muy habitual escuchar: "Emaús me ha cambiado la vida". Y ahí nos quedamos. A menudo, magnificamos el método y confundimos el medio con el fin. Mezclamos proceso con propósito. Y, por desgracia, para muchos, el fin de semana es el principio y el fin. Y estoy de acuerdo con un amigo mío, que dice: "No sólo de Emaús vive el hombre".

Sin embargo, en sí mismo, Emaús no te cambia la vida. Es cierto que la Gracia que se derrama te interpela a revisar tu vida, cómo la has vivido, cómo la vives y cómo la quieres vivir, pero cambiar, no la cambia. Lo que ocurre es que, tras el retiro, la miras desde otra perspectiva. Emaús sí provoca un "antes" y un "después". Y sobre todo, debe provocar un "después". 

A esto
es a lo que me refiero. Porque Emaús no es más que un "tráiler" que nos anticipa algo, es un avance de lo que Dios nos tiene preparado. Es una sinopsis, un resumen, pero... no es la película. Repito: no es la película. 
Sin duda, como tráiler que es, se trata de una herramienta importante y necesaria de promoción y difusión del "gran largometraje". 

Un tráiler moviliza a las personas a que vean una determinada película. Ofrece una visión parcial sobre la película y desarrolla una estrategia para llegar al público objetivo al que va dirigido, promocionando algunos aspectos de la historia. 

El realizador (que se llama Espíritu Santo) consigue que el público (nosotros) intuyamos la trama de la película (el plan de Dios), nos presenta al actor principal (Jesús), nos anuncia el tema de la película (el amor), nos emociona con una música maravillosa (la Gracia), nos entusiasma (corazón en ascuas) y nos anima a verla completa (a comprometernos con Dios). 

Emaús es un tráiler atractivo que acapara la atención del espectador. Primero, porque apenas se cuenta nada y segundo, una vez en el retiro, porque la acción se desarrolla "in crescendo", de menos a más. Comienza de manera tranquila para acabar de forma "espectacular".

Es un tráiler donde las frases más impactantes y emblemáticas son narradas por un "relator" (Cristo), que nos explica las "escenas" mas importantes de la película (las Escrituras) y que nos interpela con "arengas contundentes" ("qué necios y qué torpes") que traspasan el alma. 

Entonces, le invitamos a nuestra casa (vida), y de invitado, pasa a ser anfitrión, invitándonos a participar con Él en la película (la Eucaristía). 

Es un tráiler intenso pero breve, con una música (el servicio a los demás) que nos cautiva pero que no es la banda sonora completa, con escenas impactantes (testimonios) que nos acercan a la trama de la película, pero no es la película. 

Una vez que has visto el tráiler, eres tú quien decide ver la película o no, comprometerte o seguir con "tus cosas" Y esa decisión libre y personal es la que realmente te hace cambiar de vida. Así actúa el cielo. Así lo quiere Dios.

Es tu disposición a indagar más y más en las escenas que has visto, tu compromiso de avivar el amor que has sentido, tu deseo de conocer más al Protagonista a quien has descubierto, tu interés en ahondar en la gracia que has recibido, la que te conduce a apasionarte por querer participar y disfrutar de la película. 

Si el tráiler es fantástico, la película está por descubrir. No sólo es mucho más extensa, no sólo tiene una banda sonora completa, no sólo hay más actores, sino que si decides verla hasta el final, entenderás toda la "trama".

Emaús no te cambia la vida. Cuando decides libremente ser parte de la película, entonces, Dios actúa poderosamente en ti, te sientes profundamente amado y acompañado, y se produce la transformación. Es la película misma la que cambia tu forma de ver y pensar. Y entonces, tu vida cambia.


JHR

sábado, 7 de diciembre de 2019

EVANGELIZAR: ALGO MÁS QUE UN MÉTODO

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"Id, pues, y haced discípulos míos en todos los pueblos, 
bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, 
y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. 
Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo". 
(Mateo 28, 19-20)

Hoy quiero hablar sobre algunas claves en la evangelización. 

Dicen que "la fe se contagia por envidia" o "la fe se transmite por contagio". Lo cierto es que es un don de Dios que se transmite de persona a persona, por contacto, como una llama que enciende otra llama. Cuando vemos vidas transformadas, queremos transformar las nuestras tambiénEsto es lo que sucede en la evangelización. 

Pero la evangelización no es dar información, ni adoctrinar, ni hacer proselitismo. No es "hacer a otros de nuestro equipo". Evangelizar es transmitir la fe, no sólo con palabras, sino con "caricias".

Los cristianos estamos llamados a transmitir a otros lo que hemos recibido, a "contagiar" el amor de Dios, a través del amor que reflejamos a los demás en nuestra vida. 

Imagen relacionadaEs, primero, la fe vivida, un testimonio vivo de Dios en nuestra vida. Pero quizás tenemos un concepto desvirtuado de lo que es evangelizar. 

Evangelizar es dar a conocer a Jesús para que experimenten su amor y su misericordia. Pero a veces, damos por hecho que las personas conocen a Cristo.

Los nuevos métodos de evangelización (retiros de Emaús, Effetá, Amor Conyugal, las cenas Alpha, Anuncio, Lifeteen, Centinelas, etc.) son medios maravillosos y efectivos que Dios, a través de su Espíritu Santo, utiliza para derramar gracias abundantes sobre los corazones de los hombres.

Sin embargo, la evangelización, más que un método o estrategia, es un encuentro. Primero,  es un encuentro con Dios y, después también, con el prójimo.

La evangelización es, fundamentalmente, el anuncio (kerygma) del Evangelio, que por la gracia del Espíritu Santo, suscita la conversión de las personas a través del encuentro con Jesucristo Resucitado, quien nos conduce al Padre. 
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Una vez producido ese encuentro tras el anuncio de Jesucristo, la asignatura pendiente de la nueva evangelización es el post-kerigma. Es en este "después" donde existe algunos peligros o tentaciones que puede hacer ineficaz cualquier apostolado. 

Es la tentación que podríamos denominar "factor humano", es decir, los intereses personales, las vanidades humanas, las ansias de poder o las búsquedas de reconocimiento. Es cuando dejamos de reconocer la acción y el protagonismo del Espíritu de Dios, para apuntarnos nosotros las medallas.

Es el peligro de concebirla como un "modo de vida", un "montaje profesional de experiencias espirituales" o un "club de amiguetes cristianos". Es cuando la entendemos sólo como una actividad de "buenos propósitos", cuando hacemos “algo”, “a ratos”, “porque es lo que toca, pero que no nos interpela ni nos compromete. 

Es la tentación de hacer de la evangelización un "invento gaseoso", una "moda espiritual", una "fórmula mágica", una "montaña rusa" de sensaciones, vivencias o ilusiones "sentimentaloides". Es cuando la convertimos en efervescencia. 

Quizás deberíamos cambiar efervescencia por perseverancia, pasatiempo por compromiso, activismo por discipulado. Cambiar "factor humano" por "gracia divina".


Discipulado


La primer
a clave de toda evangelización es el discipulado. No podemos evangelizar eficazmente, si no hemos pasado antes por un proceso de discipulado. 

Resultado de imagen de dios camina con nosotrosNuestro ejemplo es siempre Jesús: Él formó a sus discípulos durante tres años antes de convertirles en apóstoles y enviarles a evangelizar el mundo.

Nadie puede mostrar a Cristo si no le conoce a fondo, si no es su amigo, si no tiene intimidad con Él, si no conoce sus palabras y sus obras, si no comparte mesa con Él.

Primero hemos de alimentarnos y formarnos de y en Cristo, para luego darlo a conocer a los demás.

Mediante el discipulado, la gracia de Dios sigue obrando en nosotros, aumentando
nuestra fe, alimentando nuestra esperanza y formándonos para servir a Dios y al prójimo.


Acogida


La segunda clave es la acogida. No podemos evangelizar sin imitar a Cristo, y no podemos imitarle, sin escuchar y acoger a otros.

La evangelización pierde todo su sentido si nos dedicamos al activismo, sin plantearnos si estamos preparados para acoger y recibir a las personas que han tenido un encuentro con Jesús pero no con la Iglesia.

Imagen relacionadaMuchas veces ocurre que las personas que han tenido una experiencia de Dios, buscan prolongar lo que descubrieron, lo que vieron y escucharon. Sin embargo, muchas veces, somos incapaces de ofrecérselo, ya sea por inacción o por omisión. 

Podríamos creer que nuestra labor evangelizadora finaliza con el anuncio del kerigma. Entonces, podríamos pensar que las personas que se acercan a Dios ya no son "cosa nuestra" para dedicarnos a preparar un nuevo ciclo. Grave error.

Las personas que han sido "evangelizadas" necesitan que un evangelizador las escuche, las acompañe y las apadrine. Así, cada evangelizador se convierte en padrino o una madrina espiritual, es decir, en apóstol que acompaña personalmente a otra persona en el camino hacia Dios.

Compromiso


La tercera clave es el compromiso. No podemos evangelizar sin comprometernos con Dios y con su Iglesia. Sin dar un "sí" definitivo y hasta el final.
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Evangelizar no es una tarea de "relleno", de "tiempo libre" o de "un rato". Es un rasgo identitario a tiempo completo de todo cristiano. Un cristiano es cristiano siempre y para siempre, pues asume un compromiso con Dios hasta el final. Lo demás, es tibieza.

Pero además, un cristiano no puede serlo el sólo. Necesita de una comunidad donde vivir y crecer en la fe. Donde desarrollar su amor y mantener su esperanza.

Evangelizar no es una labor de "francotiradores" que luchan en solitario. Por eso, el segundo compromiso de un cristiano es con la Iglesia, donde desarrollamos nuestra vocación de hijos de Dios y donde crecemos en el amor como familia cristiana.

miércoles, 30 de octubre de 2019

SE TRATA DE "SER" MÁS QUE DE "HACER"

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"Ésta es vuestra vocación, 
pues también Cristo os dejó ejemplo 
para que sigáis sus pasos."
(2 Pedro 2, 21)

veces, confundimos términos que no significan lo mismo. Muchos católicos, con una mentalidad erróneamente formada o mal entendida, equivocan su vocación de apostolado. Creen estar evangelizando, cuando en realidad, se limitan a "hacer algo", a realizar una simple actividad humana.

Apostolado no es lo mismo que voluntariado:

El voluntariado realiza el bien a nivel humano: parte del hombre y llega al hombre. Es un acto que beneficia a quien lo realiza, tranquilizando y contentando su conciencia, y a quien lo recibe, consiguiendo un bienestar o aliviando alguna necesidad específica. Pero eso no es apostolado.

El apostolado realiza el bien a nivel divino: parte del hombre, llega a Dios y vuelve a los hombres. Es un acto de amor que sale del corazón del hombre y se dirige a Dios, que se encarna en las necesidades de los hombres, para luego volver al corazón del hombre a través del Espíritu Santo, que da testimonio sobre Cristo y produce el encuentro con Él.


El apostolado está basado en la acción del Espíritu Santo para que los hombres reciban y conozcan a Jesucristo, y, a través suyo, conozcan el amor del Padre. No se trata de que nos conozcan a nosotros ni de lo buenos cristianos que somos, sino de mostrar a Cristo.

Evangelización no es lo mismo que catequesis:

La catequesis es esperar dentro, para establecer métodos, hacer apologética, hablar o soltar discursos espirituales, para hacer adeptos o llenar parroquias. Es pensar que el fruto depende de nosotros.

La evangelización es salir fuera, para convertirse en instrumento y cauce para que la obra de Jesucristo suceda en las personas a través de su Espíritu Santo. Es dejar al Espíritu Santo hacer su obra. 

"Ser" mas que "hacer"

La evangelización no se hace, nace. Nace de Dios y por reflejo, también debe salir de los cristianos. Por eso, es tan importante la forma de "ser" de un evangelizador... que consiste, exclusivamente, en actuar según la forma de ser de Dios. Esto significa que si somos apóstoles y seguidores de Cristo, tenemos que configurarnos en Cristo

No bastan palabras. No bastan programas pastorales superficiales para cumplir el expediente. No bastan iniciativas pías para hacer niños buenos. No bastan metodologías voluntariosas que conducen al pelagianismo. No bastan retiros espirituales por doquier que no están fundamentados en la oración...porque todo eso es ¡Activismo vacuo!

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Jesús predicaba con gestos, actos y palabras. Escuchaba a la gente que se le acercaba. Siempre que emprendía una misión oraba. Llamó a hombres humildes y los convirtió en discípulos, enseñándolos y formándolos.  Y sólo después, nombró apóstoles. Cristo es nuestro modelo perfecto de evangelizador. 

Muchos creen que evangelizan, aunque todavía no son discípulos. No se puede ser apóstol sin ser primero discípuloNo bastan actividades "evangelizadoras" sin la formación suficiente que nos interpele a hacernos las preguntas correctas: ¿qué estoy haciendo? ¿qué espero que Dios haga? Y una vez que Dios haga lo que tiene que hacer, ¿qué debo hacer?

Cuando el Espíritu Santo realiza su obra y convierte corazones, no podemos conformarnos con llenar las parroquias de gente o de grupos. Si nos quedamos en esto, si no disponemos de un plan de acompañamiento, de formación, de discipulado, estaremos llenando de "okupas" la Casa de Dios , como los define P. James Mallon, en su libro "Divina Renovación".

Muchos quieren hacer cosas, pero no iniciar procesos. Muchos quieren "evangelizar" pero no comprometerse. Eso es un activismo estéril y precipitado, donde cobra más importancia el "hacer" que el "ser".

Esta "pseudo-evangelización" no parte de una comunidad cristiana, porque no tiene a Cristo como centro ni al Espíritu Santo como el protagonista, ni está sustentada por la oración, sino que son individuos que se juntan para "hacer evangelización". Ciegos y, a veces, hipócritas, se creen capaces de guiar a otros sin ver, sin conocersin haber dejado a Cristo entrar y reinar en sus corazones. 

Por eso caemos en errores de bulto como pretender convertir a la gente convenciéndola de venir a lo nuestro, se habla más que se escucha, se hace más que se es, se practica las condescendencia más que la humildad y el sentimentalismo más que la caridad... y nada de eso atrae. Al menos, no de una manera auténtica y duradera.

Expectativas

No hay nada de malo en llevar a la gente a la iglesia tras la experiencia de un encuentro con Jesucristo por medio del Espíritu Santo... pero hay algo más que nos dejamos en el camino: una propuesta explícita de adhesión y compromiso a Jesucristo. Y, finalmente, el discipulado.

De un evangelizado no se espera que se convierta en un místico... sino que, al ver su vida desde los ojos de Dios, se reconozca pecador, se arrepienta, se abra a la acción del Espíritu Santo y se entregue libremente a Jesucristo.
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Y de un evangelizador sólo se espera que anuncielo demás depende de la acción de Dios y de la libertad de la persona... pero cuántas veces caemos en un lenguaje y una actitud de corazón condescendiente que trata de convertir en vez de anunciar. 

Y es que caemos continuamente en el error de hacer discursos del "yo", en lugar de ser medios del obrar de Dios. Y el discurso no convierte, por más que sea acertado y verdadero. Convierte Jesucristo por medio del Espíritu Santo.

Eso no lleva a ningún lugar. Porque no es evangelización sino proselitismo. Cualquier padre engendra hijos para cuidarlos y enseñarlos, no para abandonarlos en la calle recién nacidos.

Por eso, tenemos que elaborar un plan de contingencia para comenzar a evangelizar, no desde el "hacer" de un estéril activismo, sino desde el "ser "de una auténtica comunidad cristiana.  

Pongamos un ejemplo: los retiros de conversión (Emaús, Effetá, Amor Conyugal, etc.).

-Se trata de pensar más en el proceso que en la acción puntual, en el post-retiro que en el propio retiro, en cómo adherir a los evangelizados a la comunidad cristiana que en cómo hemos disfrutado el fin de semana.

-Se trata de no querer tomar atajos, ni calmar conciencias, ni caer en la auto-satisfacción o la auto-referencialidad con formulaciones tipo “yo he servido en tantos retiros...”, en lugar de “Aquí estoy, Señor , para hacer tu voluntad”.
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-Se trata de vivir la fe como hacían las comunidades cristianas del siglo I que nos narra Lucas en los Hechos de los Apóstoles... y seguir escribiéndolo. Más que hacer, ser; más que discursos, hechos… de los apóstoles del siglo XXI.

-Se trata de contagiar con el ejemplo. El amor es mucho más sutil y atractivo que ir a un “alejado” a soltarle un "ladrillo" para que venga a nuestro terreno. Esto último, sencillamente, no evangeliza. ¡Espanta!

Cuando "hacemos" más que "somos", cuando "decimos" más que "servimos", la personas perciben ideología y palabrería en lugar de autenticidad y sinceridad, y ningún método, por bueno que sea, resulta fructífero.

La evangelización es una disposición de la voluntad donde debemos preguntarnos, no tanto si somos capaces de hacer cosas como de si estamos dispuestos a ser auténticos apóstoles de Cristo.

sábado, 4 de junio de 2016

EL ARTE DE LA PESCA: SER ESTRATÉGICOS

"Seguidme y os haré pescadores de hombres"
(Mt 4, 19)

Siempre me ha parecido que la pesca es una actividad tremendamente aburrida, porque, entre otras cosas, la "peziencia" no ha sido nunca mi principal virtud. 

Pero...es que tampoco he sido estratégico: nunca he comprendido a los peces, dónde pescarlos, a qué hora comen, a qué hora duermen, que les gusta, qué cebo usar según la clase de pez que quería pescar, cuándo cambiar el cebo o dónde y a qué profundidad echar el anzuelo. 

Nunca me he "mojado" ni me he ensuciado ni esforzado para pescar. Yo, tiraba la caña en cualquier sitio, de cualquier manera, esperando que algún pez picara "porque sí". Y claro, nunca pescaba nada porque mi actitud era cómoda: "si les gusta bien, bien y si no, también".  Mis resultados demostraban mi falta de estrategia.

Con el paso de los años, he aprendido a verla de manera distinta: siendo estratégico. Para pescar se necesita estrategia.  El secreto de la pesca no es sólo anunciar el mensaje de Cristo sino también seguir su metodología. Jesús nos enseñó qué decir y cómo decirlo.

Jesús escogió a los discípulos y les enseñó a tejer la redes del evangelio de Dios para salir a pescar hombres: les enseño su amor y los preparó (discipulado) para que luego ellos prepararan a otros y así sucesivamente, hasta alcanzar toda la humanidad para Dios. 

Jesús les dijo que "la mies es mucha y los obreros pocos" (Lc 10,2; Mc 9,35-38) y por eso debía de capacitarlos para que fueran eficaces en su labor misionera. Jesús los preparó para ser efectivos y les enseñó a ser estratégicos.

Antes de enviarlos, les dio (nos dio) instrucciones específicas respecto a quienes ir y a quienes no, qué decir y cómo transmitirlo (Mt 10 y Lc 10).

¿Qué tipo de peces pescar?
El tipo de peces que deseamos pescar determina nuestra estrategia: Si queremos pescar truchas, salmones, atunes o peces espada necesitamos equipos diferentes, modos y anzuelos diferentes, lugares y momentos diferentes; en definitiva, estrategias diferentes. 

Cada pez demanda una estrategia única.

¿Dónde pican los peces?
Pescar en un sitio donde los peces no pican es perder el tiempo. Un buen pescador sabe que los peces se alimentan en sitios diferentes, en lugares diferentes y en momentos diferentes. También sabe que no siempre están hambrientos.

Los no creyentes o alejados tienen distintas receptividades espirituales; algunas veces están más receptivos y otras, esta receptividad dura poco tiempo o simplemente no existe. Los creyentes debemos aprender a distinguirlas.

Jesús nos enseñó a no estar con personas que no quieren saber ni escuchar de Dios, como tampoco a perder tiempo y esfuerzo con personas que no responden (Mt 10, 14). Es el Espíritu Santo quien nos guía hacia las personas que Él ha llamado, ha preparado para responder a su gracia. 

La estrategia de un cristiano es pasar a través de las puertas abiertas por Dios y no perder el tiempo por las que están cerradas con llave. 

Se trata de saber distinguir las receptividades de las personas.

¿Cómo piensan los peces?
Para pescar peces es necesario comprender sus hábitos, sus gustos, sus preferencias y sus formas de alimentarse. A algunos les gusta el agua dulce y a otros el agua salada; a unos las aguas tranquilas y a otros las turbulentas; a unos les gusta nadar por el fondo, a otros por la superficie y a otros por las rocas. Para pescar hay que saber pensar como pez.

Uno de los principales problemas de muchos creyentes es que cuánto más tiempo llevamos siéndolo, más difícil nos resulta pensar como los no creyentes: "Soy cristiano, pienso como cristiano". A veces es incluso peor, pues siendo sacerdote, tiendo a pensar de forma todavía más lejana a la de un alejado. 
Con demasiada frecuencia, los cristianos no pensamos como los que no lo son. De hecho, buscamos nuestros "grupos estufa", nuestras "parroquias de confort", nuestras "comunidades gueto", nuestros "clubes privados de fe" y nos olvidamos de dar la bienvenida, de acoger a los que están alejados de ese calor que tanto nos reconforta. 

El no creyente no acude a Dios por una necesidad de ser instruido sino por una necesidad de ser amado.

Pero, peor aún, tampoco hablamos "su idioma". Muchas homilías les suenan "a chino", muchas formas de comunicar les parecen "jerga religiosa". Es una de sus principales quejas: "es aburrido y no va con mi vida". 

Muchos piensan que lo que Dios tiene que decirnos es aburrido porque algunos de nosotros o algunos curas somos aburridos. El mensaje de Jesús siempre es un mensaje práctico, nunca es aburrido ni ajeno a nuestras vidas.

Debemos pensar y hablar como ellos. Esto no quiere decir que debamos rebajar el mensaje. pero si hablamos desde las alturas, desde la lejanía, sencillamente el mensaje "no llega". Predicamos en el desierto: a nadie y para nada.

¿Cómo podemos pensar como peces? 
Lo primero, hablando con ellos. Muchos cristianos sucumben a la tentación de pasar todo su tiempo con cristianos, con amigos de fe y no tienen amigos alejados. Si no pasamos tiempo con los no creyentes, no podemos saber cómo y qué piensan.

Pero, sobre todo, escuchándoles. Nadie escucha sin antes ser escuchado. Debemos saber cuáles son sus gustos, sus hábitos, sus situaciones, sus necesidades, qué piensan y por qué, si tienen receptividad o si están "en búsqueda", si creen en Dios, qué piensan de la Iglesia o qué les gustaría encontrar en ella. Se trata de conocerles para ayudarles.

Jesús en Mt 10, 16 nos insta a ser estratégicos: comprenderles y pensar como piensan ellos.

¿Qué implica pescar?
Pescar implica hacer cosas que pueden resultarnos incómodas y que requieran compromiso y esfuerzo.

En primer lugar, debemos comprender y adaptarnos a nuestro objetivo (Lucas 10, 8). Debemos ser sensibles a su cultura y educación, a sus costumbres y mentalidad. 
Quizás a algunos esto les parezca "progresismo teológico" pero lo cierto es que ninguna iglesia puede ser culturalmente neutral. La Iglesia siempre, a la luz del Evangelio, debe comunicar según la cultura y el momento. Esto no cambia para nada el mensaje de Cristo. Él hacía exactamente eso. Cuando salimos a pescar, los peces no saltar del agua a nuestra barca ni se acercan a la costa para ser pescados. 

Su cultura (el agua) es diferente a la nuestra (el aire). Se requiere un esfuerzo intencionado de nuestra parte para acercarnos a su medio y ponernos en contacto con ellos. Las personas no saltan voluntariamente a nuestro bote (parroquia).

En segundo lugar, determinar nuestro enfoque según nuestro objetivo. Cuando pescamos, no utilizamos el mismo cebo, anzuelo, red o barco para todo tipo de peces. Utilizamos el anzuelo, la red o el cebo correcto para pescar cada tipo distinto de pez. 

El apóstol Pablo fue eficazmente estratégico (1 Co 9,12-22), y al igual que Cristo, no tenía un enfoque estándar para predicar. Él comenzaba a partir de donde se encontraba la gente: con la mujer en el pozo, le habló del agua viva; con pescadores, les hablaba de pescadores de hombres; con los agricultores, les hablaba de la siembra y las semillas.

En tercer lugar, comenzar por las necesidades de nuestro objetivo. Cada vez que Jesús se encontraba con una persona, comenzaba a obrar desde las necesidades, sufrimientos o intereses de esa persona. 

Nosotros, debemos estar dispuestos a tratar con personas que tienen muchos problemas. La pesca siempre es sucia y maloliente: no podemos pretender  pescar peces a los cuales ya les hayan quitado las vísceras, las espinas, la piel y los hayan cocinado y servido en nuestro plato.

En cuarto lugar, comprender y responder a los problemas de nuestro objetivo. Muchos alejados sienten el complejo de no sentirse arropados y acogidos, el temor de que les pidan dinero o el compromiso de que les echen en cara sus actitudes o sus pecados. Nuestra estrategia de pesca está basada en corregir y contrarrestar esos errores.

En quinto lugar, cambiar nuestros métodos siempre que sea necesario. Cuando pasamos largo tiempo pescando, sabemos que debemos ir cambiando el cebo porque lo que los peces mordían por la mañana, lo ignoran por la tarde. 

El problema de muchas parroquias es que siguen utilizando cebos que los peces ya no muerden. Están estancados en el inmovilismo del "siempre se ha hecho así". "El mayor enemigo de nuestro éxito futuro es nuestro éxito pasado". Por eso, cuando un método no funciona, vayamos a por otro.

En sexto lugar, utilizar toda clase de opciones y de enfoques. Cuantos más anzuelos echemos al agua, más posibilidades tendremos de atrapar peces, y de tipos distintos. Hoy día las personas tienen y desean tener elecciones múltiples y muchos de los errores de algunas parroquias son limitarse a dos: "si te gusta, bien o si no, también"

Ofrecer distintas opciones o estilos de adoración, de evangelización, de comunidad, de servicio o de discipulado es estratégico y altruista. Nuestra meta no es obstaculizar sino facilitar que las personas conozcan el amor de Dios. Necesitamos toda clase de enfoques para alcanzar a toda clase de personas.

La pesca es un asunto serio
Para muchas personas, la pesca es tan sólo un pasatiempo, algo que hacer en nuestro tiempo libre. Casi nadie piensa en la pesca como una responsabilidad.

Sin embargo, pescar hombres es un asunto serio, no es un pasatiempo ni una opción para nosotros, los cristianos. Para Cristo no lo era. 

Por ello, pescar hombres para Dios debe ser nuestro estilo de vida. El mismo estilo de vida de Jesús, de la misma forma que Él pescaba: amándoles (Mateo 9, 36), atendiendo sus necesidades (Mt 15, 30; Lc 6,17-18; Jn 6,2) y enseñando de forma práctica e interesante (Mt 13, 34; Mc 10,1 y 12,37).


Fuente:

"Una Iglesia con propósito" 
-Rick Warren-
 Editorial Vida -1998












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viernes, 18 de septiembre de 2015

GRUPOS PEQUEÑOS, HERRAMIENTAS EVANGELIZADORAS


 

"En esto, unos hombres trajeron en una camilla a un paralítico
 y trataban de introducirle, para ponerle delante de él.
Pero no encontrando por dónde meterle, a causa de la multitud, subieron al terrado, le bajaron con la camilla a través de las tejas,
y le pusieron en medio, delante de Jesús.
Viendo Jesús la fe de ellos, dijo:
Hombre, tus pecados te quedan perdonados."
(Lucas 5, 18-20)


 A veces se necesita hacer algo radical para llevar a alguien a Jesús. Otras, tan sólo se necesita el cuidado y el amor de un pequeño grupo de cristianos.

¿Cómo pueden los grupos pequeños (células de fe) convertirse en herramientas eficaces de evangelización tal y como Dios quiere?

Preocupación por todas las personas que no conocen a Jesús

Al igual que los cuatro amigos en el relato de Lucas, la evangelización debe empezar por el amor.  La principal razón por la que los cristianos no comparten a Cristo con otros es porque están demasiado preocupados por sí mismos que se olvidan del mandato de amar al prójimo como a uno mismo.

Lo primero de todo es que el grupo tome conciencia de que existen personas que los necesitan y entonces, comenzar a orar por ellos. Orar por ellos para compartir la fe libremente y para que Dios ablande sus corazones.

Fe para poder llevarlas a Dios

Cuando los cuatro amigos vieron que no era posible hacer llegar al paralítico a Jesús, podrían haber desistido. Sin embargo, confiaron en que Jesús lo podía sanar, tenían fe. 

La Biblia dice que los pecados del paralítico fueron perdonados cuando Jesús vio la fe de los cuatro amigos.

Hoy también encontramos personas paralizadas en nuestro mundo aunque no necesariamente están paralizados físicamente. 

Más bien, su fe está paralizada por la duda, por la soledad, por el miedo o por cualquier otra cosa.

En cierto sentido, no tienen suficiente fe para creer y por ello, necesitan la fe de otros para llevarlos hasta Jesús.



Un plan establecido

Aunque la fe y la oración son ingredientes importantes para atraer a otros a Jesús, tenemos que hacer algo más. Necesitamos un plan. Cuando los cuatro amigos vieron que no era posible acercar al paralítico a Jesús, se le ocurrió un plan: introducirlo por el tejado.

Los grupos pequeños también necesitan un plan para llevar a la gente a Jesús. Sin plan, no es posible llevar a nadie a Cristo.

Perseverancia ante las dificultades

Cuando los cuatro amigos vieron el camino a Jesús bloqueado, tenían todas las excusas como para sentirse desalentados, pero no se dieron por vencidos, sino que buscaron otra manera de llevar a su amigo hasta Jesús.

Todos nos desanimamos a veces, pero si tenemos como objetivo compartir a Jesús con nuestros amigos, debemos persistir ante cualquier dificultad.

Valentía de hacer algo diferente

Cuando se enfrentaron a esa situación desalentadora, los cuatro amigos decidieron hacer algo diferente para llevar a su amigo a Jesús, se fueron por las nubes! A veces, también tenemos que hacer algo diferente para llevar a la gente a Jesús.

Trabajo en equipo

¿Alguna vez ha tratado de llevar a alguien en una camilla con sólo tres personas? No se puede. Si los cuatro amigos no hubieran trabajado en equipo, el paralítico se habría caído de la camilla.

Algunas personas sólo llegarán a Jesús gracias al esfuerzo conjunto de todo el grupo.

Sacrificio por traer a alguien a Jesús

Estos cuatro hombres no habrían hecho un agujero en el techo a menos que estuvieran dispuestos a arreglarlo. Estaban dispuestos a esforzarse antes, durante y después de llevar a su amigo a Jesús.

Llevar a un amigo a Jesús siempre requiere sacrificio. Significa sacrificar la propia comodidad dentro del grupo. Muchas personas han llegado a sentirse tan cómodas dentro de sus grupos pequeños, que tienen miedo de añadir nuevas personas y echar a perder la dinámica del grupo.


Antes de nuestra comunidad llegue a Jesús, debemos salir de nuestra zona de confort.


P. Rick Warren