¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.

martes, 28 de enero de 2025

LA ORACION CRISTIANA

"Pedís y no recibís, porque pedís mal, 
con la intención de satisfacer vuestras pasiones"
(Stg 4,3)

Hoy reflexionamos sobre la oración cristiana porque muchas veces no entendemos exactamente lo que es o la utilizamos de modo incorrecto. A veces, incluso, nos quejamos porque no obtenemos resultados o porque tratamos de "convertir" a Dios en un garante de nuestros deseos. 

Dice el apóstol Santiago que "no recibimos porque pedimos mal". Por eso, para "rezar bien", para "pedir bien", lo primero que tenemos que saber es qué es y qué no es la oración, y cómo dirigirnos a Dios.

Lo que la oración no es...

La oración no es un monólogo donde le digo y le pido a Dios cualquier cosa que me preocupa o me inquieta, de forma, que le instrumentalizo, es decir, "lo utilizo" para mis fines cuando le necesito y luego, me olvido. 

La oración no es una lista de exigencias a Dios para que se cumpla mi voluntad y, así, "recompensarlo" creyendo en Él. Si cumple mis deseos, creo. Si no, dudo o no creo...

La oración no es una hoja de reclamaciones en la que le expongo mis quejas a Dios, en la que exijo resultados. Tampoco es una lámpara maravillosa que garantiza y cumple todos mis deseos. 

La oración no es, como dice el Papa Francisco, una varita mágica con la que convierto lo que no me gusta o no quiero en lo que deseo y quiero. 

Por supuesto, la oración no es ni mucho menos una interpelación dirigida a un "ser cósmico" ni una "conexión kármica" para que se cumplan mis intenciones y propósitos.

Lo que la oración es...

La oración cristiana es la respuesta del hombre a la manifestación de Dios en su vida, que hunde sus raíces en la experiencia de oración del pueblo de Israel, enriquecida y transfigurada por el ejemplo y la enseñanza de Jesús, a través de su constante contacto con el Padre.

La oración es escucha activa y atenta del Pueblo de Dios: "Escucha, Israel" (Dt 6,4); es relación cercana, diálogo confiado con un Padre que me quiere y que sabe lo que necesito: "A ti te suplico, Señor. Por la mañana escucharás mi voz, por la mañana te expongo mi causa, y me quedo aguardando" (Sal 5,3-4)

La oración es encuentro, comunión e intimidad con el Dios del Universo, a quien me dirijo con fe, respeto, humildad, sinceridad y confianza (CIC 2753) por medio del Hijo en la unidad del Espíritu Santo.

La oración es alabanza y acción de gracias a Dios en reconocimiento de todos los dones recibidos. Es ofrecimiento de todo mi ser, de todas mis capacidades y talentos a mi Creador. Es súplica por mis errores y fragilidades; es petición de ayuda; es intercesión por otros en el nombre de Cristo (Jn 14,13).

La oración es el anhelo del alma que busca respirar el aire puro de Dios; es alimento para el espíritu que supone un esfuerzo y una lucha contra mi mismo y contra el Enemigo (CIC 2752); es un hábito que debo realizar en todo tiempo y lugar: "Sed constantes en orar" (Tes 5,17)
Para reflexionar:

¿Qué le pido a Dios? 
¿Pido lo que me conviene o lo que deseo? 
¿Pido correctamente o interesadamente?  
¿Pido con un corazón humilde o con un corazón endurecido? 
¿Pido o exijo?
¿Doy gracias por todo lo que Dios me concede o sólo me "acuerdo de Santa Bárbara cuando truena"? 
¿Alabo y suplico al Dios Todopoderoso? 
¿Pido e intercedo por otros? 
¿Hablo o también escucho?

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