¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.

domingo, 28 de septiembre de 2025

JOB: EL DRAMA DEL JUSTO

"No podemos llegar hasta el Todopoderoso, 
sublime en poder y en equidad, 
justo, no viola el derecho" 
(Job 37,23)

El libro de Job es uno de los cinco libros sapienciales del Antiguo Testamento que aborda la cuestión del mal (teodicea) a través de las experiencias de un protagonista epónimo, es decir, representativo del hombre. Se trata de un drama épico que se desarrolla en cuatro tandas de diálogos paralelos y enfrentados, y un monólogo de Dios y de Job.

Estructura
  • c. 1-2: Prólogo con dos escenas, la primera en la tierra, la segunda en el cielo. ​Job es un hombre justo, honrado, temeroso de Dios y apartado del mal, con una vida acomodada, posesiones y una gran familia. S​atanás discute la fe de Job con Dios, afirmando que se alejaría de Dios si perdiera todo lo que posee. Dios permite que el "Acusador" ponga a prueba a Job, infringiéndole dolor y sufrimiento. Su mujer insta a maldecir a Dios pero Job no lo hace. 
  • c. 3-31: Monólogo inicial de Job y tres ciclos de diálogos entre Job y sus tres amigos, Elifaz, Bildad y Zofar (que evocan las tres tentaciones de Jesús en el desierto), quienes defienden la justicia de la retribución, por la que Dios, juez imparcial, premia a los buenos y castiga a los malos. En base a esta "sabiduría tradicional" de Israel, lo acusan de haber pecado y por ello, merecedor de su sufrimiento. El diálogo con Zofar ha sido sustituido por el poema de sabiduría (c. 28) acerca de la incapacidad humana de acceder a la sabiduría. Job protesta por su inocencia, muestra su desacuerdo con esta doctrina, desmentida por su experiencia, y apela un pleito con Dios.
  • c. 32-37​: Diálogo entre Job y un cuarto amigo enigmático llamado Elihú a quien podríamos identificar con el Espíritu Santo, y que anticipa y prepara la intervención redentora de Cristo. Afirma que el sufrimiento de Job no es necesariamente una consecuencia directa de un pecado cometido sino una prueba para su purificación. La justicia y la misericordia de Dios no se reducen a un simple sistema de recompensa/castigo, sino que abarcan una sabiduría y un propósito que escapan a la comprensión humana.
  • c. 38-41: Tres monólogos de Dios "desde el seno de la tempestad" que no explican el sufrimiento de Job, ni entran en confrontación con él ni defienden la justicia divina. Tampoco responden a su declaración de inocencia. Dios se centra en la fragilidad humana, contrastándola con inaccesibilidad a la sabiduría, el orden y la omnipotencia divinas. En el 2º monólogo, a pesar de que Dios permite la acción del mal, de "Behemoth" y "Leviatán", la limita y la pone coto. Job responde brevemente, pero el monólogo de Dios continúa, sin dirigirse nunca directamente a Job.​
  • c.42: Epílogo en el que Job confiesa el poder de Dios y su propia falta de conocimiento porque antes solo había oído a Dios, pero ahora sus ojos han visto a Dios. Dios reprueba a los tres amigos y aprueba a Job. Les ordena hacer una ofrenda con Job como intercesor, a quien le muestra su favor y le restaura la salud, la prosperidad y la familia.

Job representa a los justos que asumen los sufrimientos en su propia carne y los ofrecen para que otros comprendamos. Es el "grito del justo que brota desde lo hondo" (Sal 129,1). Es la fragilidad humana que suplica y busca denodadamente a Dios, mostrando que la debilidad es la fuerza del justo (2 Cor 12,9).

El justo (representado por Job) no sabe por qué ni para qué sufre; todo el mal que experimenta es un sinsentido... y todo eso es parte de la prueba. Dios parece ausente, lejano y misterioso ante el sufrimiento, y el hombre, como Jacob en su visión nocturna (Gn 32), lucha contra Dios y va a ser gloriosamente vencido por una sabiduría divina que supera todo saber humano.

Job es un libro provocativo, no apto para conformistas. No puede comprenderse sin sentirse interpelado o sin sentirse comprometido. Es un libro que nos transporta más allá, a la sabiduría y justicia divinas que nos corrigen y que transforman nuestro "modo humano" de pensar.

Dios gobierna el universo a través de su Providencia y todo tiene su momento y su sentido aunque el hombre no llegue a comprenderlo. Las pruebas y los sufrimientos son oportunidades para vencer al mal y para hacer que los afligidos sean más receptivos a la revelación, literalmente, "abrir sus oídos" (36,15) a la sabiduría divina.
La tradición cristiana ve a Job como figura profética que anuncia la pasión y la esperanza de la resurrección. Así, el clamor de Job en medio de la oscuridad se enlaza con la luz del Evangelio, mostrando que la verdadera respuesta al misterio del sufrimiento se encuentra en el amor de Dios revelado en la cruz de Jesucristo y en la promesa de vida eterna.

La entrega del Hijo en la cruz permite descubrir que el dolor puede ser fecundo, del mismo modo que el grano de trigo que muere produce fruto abundante. En Cristo se revela que el sufrimiento no encuentra su explicación definitiva en el orden de la justicia retributiva, sino en en la manifestación suprema del amor de Dios

La figura de Job es por tanto un tipo de Cristo aunque no es como el "siervo sufriente" de Isaías 53 que "aguantaba y no abría la boca", sino que se queja e inquiere. Sin embargo, como Cristo, al principio del libro, ofrece sacrificios de expiación por sus hijos, y al final, intercede por sus amigos y se reconcilia con ellos (cf. Hb 7,25). Como Cristo, no padece "sin motivo" porque "el Señor estuvo con él en la tribulación" (Sal 91,14-16).

De ambos podemos decir que "de sus cicatrices hemos aprendido". Job, como Cristo, "tenía que padecer y así entrar en la gloria(cf. Lc 24,26) representando a la humanidad sufriente que se pregunta por el sentido de su existencia.

El libro de Job nos enseña que la actitud ante el dolor y el sufrimiento debe ir unida al reconocimiento de la grandeza de Dios, pues la vida humana, con sus penas y alegrías, está en manos de Dios y nada escapa a su poder. 

Por ello, los cristianos ofrecemos nuestros sufrimientos, nuestra debilidad y nuestra falta de conocimiento para poder reconciliarnos, primero con nuestra propia condición humana caída por el pecado, y con nuestras ideas mezquinas y planteamientos estrechos, y finalmente, con Dios, con quien podemos dialogar en medio de nuestras dudas, como lo hace un hijo con su padre, sabiendo que tiene un plan superior que no alcanzamos a comprender.

Solo en el cielo, en presencia de "Dios, nuestro Salvador, que quiere que todos los hombres se salven, llegaremos al conocimiento de la verdad" (1 Tim 2,3-4). Entonces, estaremos cara a cara con la Sabiduría.

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