El Libro de Ezequiel es uno de los libros proféticos del Antiguo Testamento que relata siete visiones del profeta exiliado en Babilonia estructuradas en torno a tres temas: el juicio contra Israel (c. 1-24), el juicio contra las naciones (c. 25-32), y el nuevo Israel (c.33-48).
Ezequiel es uno de los profetas más misteriosos del Antiguo Testamento. Comienza su misión profética con una fecha enigmática: el año 30 (1,1), el 5º año de la deportación de Jeconías, es decir, 592 a.C., a partir del cual pone fecha a los distintos oráculos que realiza: el 6º (8,1), el 7º (20,1), el 9ª (24,1), el 10ª (29,1), el 11º (26,1; 30,20; 31,1), el 12º (32,1;33,21), el 25º (40,1) y el 27º (29,17).
Por tanto, y aunque hay muchas controversias sobre su datación y autoría, el libro de Ezequiel abarca un período comprendido entre los años 592 y 571 a.C.
Contexto histórico
El año 609 a.C., con la muerte del rey Josías en la batalla de Meguido, termina el último esplendor de Judá y el rey Joaquín sucede a Josías por decisión del faraón Necao, pero tuvo que someterse a Babilonia en el 603 a.C.. Más tarde dejó de pagar tributo a Babilonia y provocó el 1º asedio a Jerusalén y la 1ª deportación de un grupo importante de israelitas (el rey Jeconías y la clase dirigente) a Babilonia en el 597 a.C., entre ellos Ezequiel.
Nabucodonosor, rey de Babilonia, coloca en el trono a Sedecías (597 a.C.) y durante nueve años se mantiene en calma. En el 588 a.C. los israelitas apoyados por los reinos de Edom, Moab, Amón, Tiro, Sidón, Filistea y Egipto se alzan contra Babilonia, lo que provoca el 2º asedio a Jerusalén, que tras año y medio de sitio y forzada por el hambre, se rinde en 586 a.C..
A los pocos meses después, ya en 587 a.C., Nabucodonosor profana, incendia y destruye el templo, el palacio real y la ciudad, saquea sus tesoros, derriba las murallas de la ciudad y ordena la 2ª deportación de todo el pueblo a Babilonia, excepto la clase sacerdotal.
Israel lo ha perdido todo: la tierra prometida, la ciudad santa, el templo, la independencia...y a Dios.
Autoría y Composición
El propio libro afirma la autoría de Ezequiel ben Buzi, sacerdote nacido en Jerusalén en el año 623 a. C., durante el reinado del reformador rey Josías, y que ha sido conducido a Babilonia en la 1ª deportación, junto con el rey Jeconías y la clase dirigente civil.
Si bien el libro presenta una unidad fuera de toda duda y la mayoría de los biblistas aceptan la autoría de Ezequiel, ven en él añadidos significativos de una "escuela profética", lo que presupone que se trata de una composición larga y compleja.
Las diversas fechas que figuran en el libro sugieren que Ezequiel tenía 26 años cuando es deportado (597 a.C.), 30 cuando recibe su vocación profética en Tel Abib, junto al río Quebar, cerca de Nipur (593/592 a.C.), y 52 cuando tiene la última visión (571 a. C.).
Estructura
- Visión inaugural (1,1-3,27): Ezequiel ve a Dios sentado en un trono celestial y un carro de batalla llenos de ojos (conocimiento pleno) que representan a los querubines, guiado por 4 seres vivientes, cada uno con 4 rostros (hombre, león, buey y águila) y 4 alas (elevación, espiritualidad) que representan el Evangelio (la Palabra de Dios). Dios llama a Ezequiel a la misión profética: "Hijo de hombre, yo te envío a los hijos de Israel" (2,3).
- Juicio sobre Israel (4,1-24,27) y sobre las naciones (25,1-32,32): antes de la caída (597-587 a.C.). Mensaje condenatorio: Ezequiel advierte de la destrucción de Jerusalén y de la devastación de sus naciones aliadas a través de acciones simbólicas (el asedio, 4,1-2: el hambre, 4,9-11; la muerte y deportación, 5,1-2; las dos rutas, 21,23-32), alegorías (el águila y el cedro, 17,1-10) o parábolas (la olla, 24,1-5.9-10).
- El nuevo Israel (33,1-48,35): después de la caída (585-?). Mensaje escatológico: Ezequiel profetiza el fin del destierro, la construcción de una nueva ciudad y de un nuevo templo, y la reunión, purificación y transformación del pueblo de Israel. Denuncia a los responsables judíos de la ruina (reyes, príncipes, sacerdotes, nobles, falsos profetas y terratenientes). En definitiva, a los poderosos que no guían y pastorean correctamente al rebaño. Por eso, anuncia que Dios mismo apacentará a sus ovejas (34,11-16) y que les dará su Espíritu y un corazón nuevo (Ez 36,25-27).
Visiones
Algunas de las visiones de Ezequiel, por sus imágenes y símbolos, van a tener una gran influencia en el Apocalipsis de san Juan, escrito varios siglos después (90-100 d.C.):
Algunas de las visiones de Ezequiel, por sus imágenes y símbolos, van a tener una gran influencia en el Apocalipsis de san Juan, escrito varios siglos después (90-100 d.C.):
-El trono: se abre el cielo y contempla a Dios sentado en un trono y rodeado de la corte celestial (Ez 1,4-28 / Ap 4,1-11)
-El templo: ve a Dios abandonando el templo por las abominaciones practicadas allí (Ez 8,1-16 / Ap 13,1-18)
-El rollo escrito por el anverso y el reverso: ve el Evangelio (la Palabra de Dios) que Dios le ordena "comer", es decir, asimilarlo, "hacerlo vida" y proclamarlo (Ez 2,8-3,3 / Ap 10,9)
-La prostituta: ve al pueblo de Israel personificado en una esposa infiel a Dios y que se prostituye con otros dioses a cambio de poder y riqueza (Ez 15-19 / Ap 17,3-18; 18)
-El valle de los huesos secos: ve a los muertos de la casa de Israel resucitar (37,1-14 / Ap 10,1-18)
-La destrucción de Gog y Magog: ve la destrucción de los enemigos de Israel y el establecimiento de una nueva era de paz (Ez 38-39 / Ap 20,8)
-El nuevo templo: ve un nuevo pueblo en un nuevo templo en Jerusalén (3º templo) donde la Shekhiná (presencia de Dios) será eterna: la nueva Jerusalén y el mundo nuevo(Ez 40-48 / Ap 21-22)
Clave de lectura
Como sacerdote y profeta, Ezequiel establece su actividad profética en torno a 7 temas principales:
- la santidad y trascendencia de Dios: la Shekhiná o presencia de Yahvé, la gloria de Dios se muestra desde la visión/teofanía inicial del trono.
- la omnipotencia de Dios: que trasciende el espacio y el tiempo. Dios está presente tanto en Jerusalén como en Babilonia.
- la justicia y soberanía de Dios: Yahvé es el único Juez que puede condenar o salvar a Israel, y el Soberano que gobierna sobre las naciones, utilizando incluso a Babilonia como instrumento de castigo. La insistencia en la expresión "Tú sabrás que Yo soy el Señor" refleja la necesidad de que israelitas y gentiles reconozcan su soberanía.
- la destrucción de Jerusalén como sacrificio purificador: la teología del nombre de Dios subraya que su nombre es santo y no puede ser profanado; por ello, la restauración del pueblo no será fruto de sus méritos, sino por la defensa del honor divino, y porque Dios mismo infundirá un espíritu nuevo para transformar a su pueblo.
- la pureza ritual: Ezequiel utiliza imágenes como la prostitución y la impureza para denunciar la idolatría y condenar las transgresiones contra el culto y las normas rituales. Describe la historia de Israel como una continua rebelión a Dios (“casa rebelde”).
- la responsabilidad individual ante Dios. Ezequiel, aunque comparte el principio de justicia retributiva, contrasta con la teología deuteronomista que sostenía que los pecados de la nación recaían sobre todos, al afirmar que cada hombre es responsable solo por sus propias acciones y recibe el premio o el castigo correspondiente.
- la esperanza mesiánica: Dios promete establecer un nuevo pacto con su pueblo cuando sea purificado y reciba un "corazón nuevo" que le permitirá observar sus mandamientos y vivir en una relación/comunión eterna con Él. Es la intervención directa de Dios, que será el pastor de su pueblo, reemplazando a los dirigentes que actuaron por interés propio. No restaurará la monarquía davídica en su forma antigua, sino que suscitará un Mesías, un Cristo descendiente de la casa de David que representará una nueva alianza y un nuevo pueblo de Dios restaurado, purificado y vivificado por medio de su Espíritu (valle de los huesos secos).
Estructura
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