¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.
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lunes, 19 de septiembre de 2016

¿QUÉ LE GUSTA A SATANÁS?

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Los cristianos no debemos mantener nuestra atención constantemente en el hecho de que Satanás esté detrás de todo lo malo, sino concentrar nuestra mirada en Jesús y animar a otros a seguirlo.

Sin embargo, somos conscientes de que Satanás quiere destruir la iglesia de Cristo aunque es un ser limitado y la iglesia de Dios prevalecerá. Las puertas del infierno no pueden superar lo que Dios creó, pero Satanás sin duda pretende entorpecer e interrumpir nuestra labor y el trabajo de los que aman a Dios.

Por ello, debemos tener claras algunas estrategias que Satanás utiliza para destruir una iglesia:

Crear conflictos

Le gusta crear conflictos y luchas dentro y fuera de la iglesia. Él se regocija cuando los cristianos discuten y se enfrentan, sobre cosas triviales o sobre asuntos importantes.

Tirar la toalla

Le gusta desanimar tanto a los laicos como a los sacerdotes. Si es capaz de hacerles sentir que ya no son necesarios, que su trabajo no es apreciado o que ya no tienen nada que ofrecer, les "quema" para ganar la batalla. El se regodea al difundir desánimo y apatía.

Propagar rumores

Le gusta sembrar rumores o críticas sobre alguien en la comunidad, a veces incluso sobre el sacerdote, y ver cómo se propagan rápidamente. Por lo general, el rumor es más grande que la realidad. A Satanás le gusta agitar la discordia

Llenarnos de actividades

Le gusta distraer con una gran cantidad de actividades, que producen pocos resultados, pero que la gente sienta que han hecho algo. Le gustan los programas, las actividades, los calendarios cargados para mantener a la gente ocupada para desviarles de la misión de Cristo.

Esconder mentiras

Le gustan las "medias verdades" para dividir. Por supuesto, todos sabemos que las media s verdades son una versión de la mentira, pero Satanás es lo suficientemente inteligente como para ocultar una mentira de manera que algunos falsos maestros entren y hagan mucho daño, antes de ser descubiertos. 

Montar escándalos

Le gusta cuando la iglesia se convierte en noticia escandalosa. Y ésta consigue dividir o destruir la iglesia, mejor. Quiere destruir su reputación, su buena fe y su verdadera labor.

Dividir familias

Le gusta destruir cualquier relación, pero sobre todo, el matrimonio y la familia. Le gusta animar a los niños a no ir a la iglesia o que la fe sea un motivo de enfrentamiento entre los miembros de una familia. Sabe que si puede destruir la familia, tiene más probabilidades de destruir la iglesia.


martes, 22 de marzo de 2016

MIS CHARLAS EN ALPHA: ¿CÓMO PUEDO RESISTIR AL MAL?




A todos, desde pequeños, nos enseñan lo que está bien y lo que está mal pero… ¿Qué es el mal?

Definición y proceso

El mal en sí mismo no tiene una definición directa sino que lo explicamos en contraposición con el “bien”. El mal es una condición negativa que indica ausencia de bondad, moral, caridad o amor. Es decir, que el mal es lo opuesto al bien, el mal no existe sin el bien.

Explicar el mal es mucho más fácil que explicar el bien, porque lo vivimos muy de cerca todos los días. 

El mal nos rodea continuamente, pero no hace falta que pensemos en el mal extremo: asesinatos, terrorismo, violencia o el hambre en el mundo. 

El mal está acechándonos día a día, cerca de nosotros, en nuestro entorno, en nuestra propia familia: cuando gritamos a nuestros hijos o a nuestra mujer, cuando envidiamos, cuando enjuiciamos o criticamos a otros, cuando mentimos, cuando hacemos daño…

Se puede afirmar que el conocimiento del Mal, lleva al Bien, lleva a Dios, del mismo modo, que un conocimiento deformado del Bien aleja de Dios. 

La Biblia explica cuál es el proceso del mal: tentación, deseo, pecado y muerte:

“Cada uno es tentado cuando es llevado y seducido por su propia pasión. Después, cuando la pasión ha concebido, da a luz el pecado; y cuando el pecado es consumado, engendra la muerte.” (Santiago 1,14-15)

El mundo llama a la inclinación al mal, “tendencia”, “inclinación”, “seguir la corriente”; los cristianos, “tentación”: “No sigan la corriente del mundo en que vivimos, sino más bien transfórmense a partir de una renovación interior. Así sabrán distinguir cuál es la voluntad de Dios, lo que es bueno, lo que le agrada, lo que es perfecto” (Romanos 12,2).

La tentación es una situación errónea pero no proviene de la inteligencia o la razón sino de la voluntad que tenemos para elegir entre dos opciones, y que sabe que una opción es buena y otra mala, pero se siente atraída a escoger la mala porque aparece como buena. 

Yo, muchas veces en mi vida me he topado con el mal cara a cara, siempre disfrazado de tentaciones, opciones, fascinaciones o atracciones. Hoy quiero compartir con vosotros una de ellas:

Fue en una despedida de soltero de un amigo mío, hace ya unos 20 años. El plan era una auténtica TENTACIÓN en mayúsculas. Era un plan perfecto para seis “machotes”, cinco casados y uno a punto de hacerlo: mi amigo había contratado a tres prostitutas con las que pasar la noche. Primero, cenando en un restaurante, después bailando en una discoteca, para acabar en un hotel para lo que todo el mundo imagina. Además había bebida y drogas para todos. 

Mi amigo no había reparado en gastos. Lo cierto es que las chicas eran “tremendas”, unos bellezones e incluso se podía hablar con ellas, aunque ese no era el propósito de la velada. 

Realmente fue una situación bastante difícil donde te encuentras entre la espada y la pared, pero tienes que optar: caer o resistir, quedarte o irte. De los cinco, tres cayeron. Otro amigo y yo optamos por irnos, fuimos tachados de “pringaos” y de cobardes y nuestra relación con ellos se enfrió hasta el punto de no vernos casi nunca. 

Reconozco que lo que me ayudó a vencer la tentación fue que me vino a la mente lo buena que siempre había sido mi mujer conmigo y su actitud de siempre vencer el mal con el bien; y opté por huir del mal. No fue un mérito mío en sí. Fue, sencillamente, decir: “apártate de mí”. Nunca me he arrepentido de lo que hice.

Como veis, es nuestra libertad la que nos basta para ser tentados y si la usamos mal, estaremos alimentando al lobo equivocado.

Pero ¿creéis que tenemos una tendencia natural al mal o también es consecuencia de algo más? Algunos ponemos cara y nombre al bien: Dios… pero y el mal… ¿tiene rostro? ¿Tiene nombre?

Os voy a contar una curiosidad: en inglés, detrás de las palabras bien y mal se esconde lo que algunos podrían denominar casualidad: si le quitamos una letra a la palabra GOOD (Bueno) encontramos GOD (Dios) y si a la palabra EVIL (Mal) le añadimos una letra encontramos DEVIL (Diablo). 

En efecto, para los cristianos el rostro del bien es Dios, que nos guía y el del mal, es el Diablo, que nos ciega.

¿Existe realmente el Diablo? ¿Qué es un demonio?

Un demonio es un ser espiritual de naturaleza angélica condenado eternamente. No tiene cuerpo, no posee materia sutil, tangible, ni nada semejante a la materia, por tanto nada de cuernos, nada de rabo ni piel roja.

Los demonios no fueron creados malos. Fueron creados como ángeles, a los que se les ofreció una prueba: decidir (libre albedrío) unos obedecieron, otros desobedecieron. Los que desobedecieron de forma irreversible se transformaron en demonios. 

1º DUDA. Al comienzo les entró la duda sobre si la desobediencia a la Ley divina sería lo mejor. En ese momento en el que voluntariamente aceptaron esa posibilidad, ya pecaron.

2º ALEJAMIENTO. Se alejaron de Dios, y aceptaron como verdadero el mal que habían escogido. 

3º DESOBEDIENCIA. Sus inteligencias fueron consolidándose en la voluntad de desobedecer. La voluntad de desobedecer se fue afianzando, haciéndose cada vez más profunda y comenzaron un proceso de justificación

4ª REBELIÓN. Finalmente ese proceso llevó al pecado mortal cuando cada ángel no sólo quiso desobedecer, sino que incluso optó ya por tener una existencia al margen de la Ley divina. Se auto-convencieron de que Dios no era Dios, sino un espíritu más que tenía errores y fallos, que era un tirano y un opresor con sus normas. Dios mismo les parecía un obstáculo para alcanzar su propia libertad. Llegaron a odiarle.

Os pondré un ejemplo de nuestros días: alguien que se marcha de casa o de la iglesia, al principio simplemente quiere marcharse, pero si el padre o un hermano le llama una y otra vez, el hijo acaba diciendo “déjame en paz”. Sobreviene la desobediencia, la rebelión y el odio.

El demonio queda irremisiblemente ligado a lo que ha escogido, desde el momento en que Dios decide no insistir más y le deja que siga su camino, el Creador respeta la libertad de cada uno y deja que el demonio siga su vida aparte, sin ninguna posibilidad de arrepentimiento. 

Por eso es pecado mortal, y es el único pecado que Dios no perdona: el pecado contra el Espíritu.

Se libra una batalla espiritual

Lo creamos o no, estamos inmersos en una batalla espiritual: unos, en primera línea, en las trincheras y otros más atrás, en retaguardia, pero todos estamos en ella. 

Por eso, debemos reconocer en qué bando estamos, quién es nuestro enemigo, cuáles son sus tácticas y cómo vencerle. 

El enemigo está profundamente atrincherado, es muy poderoso, está bien armado y es muy diestro en el uso de sus propias armas. 

Conoce muy bien sus estrategias y nuestras debilidades. El mal es una fuerza formidable y su poder no debe ser subestimado. 

Sin embargo, algunas personas (también cristianas) que viven en retaguardia, han olvidado que estamos en guerra o les cuesta creer en la existencia del enemigo el Diablo, quizás porque nunca se han enfrentado a él cara a cara. 

De hecho, existen dos grandes peligros en nuestra lucha: 

1º- no creer en la existencia del Diablo. En la película “el Rito”, hay una escena donde Anthony Hopkins le dice a otro cura, quien no creía en el Diablo: “que no creas en él no te libra de su influencia”.

2º- creer en su existencia e interesarse por él. Yo he tenido experiencias verdaderamente espeluznantes con el Diablo, en mis propias carnes. Y aunque yo no me he interesado nunca por él, le he sentido actuar y da escalofríos. A diferencia de Dios, que espera a la puerta a que le abramos, el Diablo entra sin llamar, sin necesidad de que le dejemos pasar.

En ambos casos, el Diablo y sus demonios se sienten encantados para poder actuar en las personas, principalmente de cuatro formas:

1. Obsesión diabólica: la persona puede estar obsesionada con cosas impuras, con pensamientos negativos o blasfemos de los que no se puede liberar. 

2. Vejación diabólica: es cuando la persona se enferma sin razón, de una manera misteriosa y sin explicación médica, cuando se tienen accidentes continuamente o cuando a nivel económico hay cosas que te impiden continuamente salir adelante. 

3. Infestación diabólica: en las casas y otros lugares hay ruidos, manifestaciones extrañas o no hay paz. Pueden ser a causa de objetos o personas que han estado en contacto con el demonio o con prácticas demoníacas.

4. Posesión diabólica: es cuando la persona está poseída por un demonio. Puede ser por un maleficio, por prácticas ocultas (espiritismo, quijas, etc.), por acercamiento voluntario, etc.

¿Qué dice la Historia? 

Lo cierto es que la existencia del diablo es un hecho reflejado a lo largo de toda la historia del hombre y del arte: en la literatura, en la pintura, en la música, en las películas, e incluso existen sociedades humanas que giran en torno al Diablo o le adoran… 

El diablo y los demonios aparecen muy apropiadamente en las pinturas y esculturas como seres deformes, pues son espíritus angélicos deformados. Siguen siendo ángeles, es sólo su inteligencia y su voluntad lo que se ha deformado, nada más. 

El demonio, en definitiva, es un ángel que ha decidido tener su destino lejos de Dios, que quiere vivir libre, sin ataduras pero que se odia a sí mismo, odia a Dios, odia a sus criaturas.

¿Qué dicen las Escrituras? 

Las Sagradas Escrituras, tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo Testamento constatan su existencia y nos aseguran que no es solo una fuerza sino que el mal esta personificado. Diablo: es como llama el Nuevo Testamento a Satán. Diablo viene del verbo griego diaballo, acusar. 

La gente usa la palabra diablo y demonio como sinónimos, pero la Biblia siempre usa la palabra Diablo en singular y refiriéndose al más poderoso de todos ellos. La Sagrada Escritura también le llama el Acusador, el Enemigo, el Tentador, el Maligno, el Asesino desde el principio, el Padre de la mentira, Príncipe de este mundo, la Serpiente. 

En el Nuevo Testamento, Demonio, del griego daimon que significa genio, siempre es usado como término para designar seres espirituales malignos. Cada demonio tiene un nombre dado por Dios que expresa la naturaleza de su pecado

En la Biblia, existen muchas referencias al Diablo y a los demonios, en el A.T. (pecado original, en Génesis) y sobre todo, en el N.T. Jesús mismo estaba convencido de la actuación de Satanás y de hecho, fue tentado por él. Además, Jesús expulsaba demonios y liberaba a gente de las fuerzas del mal. En la misma oración que nos enseñó, el Padre Nuestro, hay una petición que todos rezamos: “líbranos del mal”.

¿Y la Iglesia que dice?

El papa Francisco afirma: “el diablo no es un mito, no es una metáfora, no es una manera pintoresca de designar la negatividad de los tiempos, sino una persona real que actúa.” 

¿Sabéis como se le llama al diablo desde la antigüedad? Se le ha llamado “el padre de la Mentira”. Su mejor engaño es hacernos creer que no existe. Un consejo: ¡No subestiméis su capacidad y su poder!

¿Por qué debemos creer en el Diablo?

Primero, porque desde la fe, es una explicación que aclara todo lo malo que pasa en nuestro mundo. 

Segundo, porque el cristiano nada contracorriente, en dirección contraria al mundo; de ahí se explica la tentación. Cuando experimentamos al Espíritu Santo empezamos a ser más conscientes de la acción del Diablo y de sus tentaciones.

Tercero, porque la Biblia habla de la existencia del diablo, Cristo fue tentado por él y expulsó demonios. Los apóstoles también estaban convencidos de su existencia y se les dio poder para expulsarlos: “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y El se acercará a vosotros”. (Santiago 4:7-8). 

Para los cristianos, la existencia del diablo es tan cierta como la de Dios.

¿Cómo actúa el Diablo y cuáles son sus TÁCTICAS?

La esencia del mal descansa, no en el hecho de causar sufrimiento al hombre (efecto) sino en el hecho de que está dirigido contra Dios. El fin último del Diablo es tratar de frustrar el propósito de Dios para nosotros: una vida feliz y su única intención es destruirnos y darnos muerte. 

La Biblia pone al descubierto sus tácticas para que aprendamos cómo actúa:

-NOS CIEGA, NEGANDO SU EXISTENCIA.

Dado que es un ser invisible, la victoria del Maligno consiste en hacernos creer que no existe, su batalla está ganada cuando bajamos la guardia. El demonio no es un personaje de ficción… es alguien que se mete y es capaz de influir en las personas y en las circunstancias.

-SIEMBRA LA DUDA Y LA CONFUSIÓN

Génesis 3:1: “Le preguntó a la mujer: ¿Es verdad que Dios les dijo que no comieran de ningún árbol del jardín?”
También cuando tentó a Jesús diciéndole:”...si eres el hijo de Dios….”

El Diablo siempre disfraza la tentación de diálogo. Un diálogo entre la persona que resiste y el tentador. Es extraordinariamente pragmático, sabe las posibilidades de éxito que tiene y puede tentar justo sólo en aquello que sabe que tiene alguna posibilidad. 

-DISTORSIONA LA REALIDAD 

Génesis 3:2-5: “La mujer dijo a la serpiente: Podemos comer del fruto de todos los árboles. Pero Dios nos dijo: No coman del fruto del árbol que está en el medio del jardín ni lo toquen; de lo contrario, morirán. No van a morir, dijo la serpiente a la mujer. Dios sabe que cuando coman de ese árbol, se les abrirán los ojos y serán como Dios, conocedores del bien y el mal”. 

La serpiente es astuta, y tergiversa la realidad, le da la vuelta y confunde. Ignora todo lo bueno que Dios nos ofrece y se centra en la prohibición, la distorsiona y la exagera y no menciona para nada la amplitud del permiso otorgado por Dios. 

Hoy, hace lo mismo con nosotros deformando lo justo, beneficioso y necesario que es seguir a Dios. Los periódicos, la televisión, los comentarios de la gente, solo manifiestan el ámbito de la prohibición de la Iglesia: prohíbe usar condones, prohíbe comulgar en pecado, prohíbe la libertad al aborto, rechaza a los separados… Ahora bien, qué poco dicen sobre su labor al mundo: apenas se habla de los miles de misioneros entregados por los más pobres; miles de millones de euros que Caritas distribuye entre los que sufren la actual crisis; gente generosa que desde el silencio son voluntarios en hospitales, en orfanatos, en la educación, en las calles, en los comedores, y un largo etc. 

-ROMPE LAS RELACIONES HUMANAS.

Desanima, distancia y divide. Nos enfrenta entre nosotros y con Dios.

Génesis 3:9-13: “El hombre y la mujer oyeron que Dios andaba recorriendo el jardín cuando refrescaba y corrieron a esconderse entre los árboles del jardín…tuve miedo… pero Dios el Señor llamó al hombre: ¿Dónde estás? Oí que andabas por el jardín, tuve miedo porque estoy desnudo y me escondí. Y Dios dijo: ¿Y quién te ha dicho que estás desnudo? ¿Acaso has comido del fruto del árbol que yo te prohibí comer? El respondió: La mujer que me diste por compañera, me dio de ese fruto, y yo lo comí. Y Dios el Señor le preguntó a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Ella contestó: La serpiente me engañó y comí”.

¿Qué consiguió la serpiente con todo esto? Enemistar a Adán y Eva, crear enemistad, sospecha… “¿Ves? fuiste tú la que me incitaste; ¿ves? es que fue tu culpa… la cosa es siempre echar culpas al otro y nunca ver nuestros errores, siempre la culpa la tiene el otro. Así es como el diablo vence: a través de la sospecha, la desunión, la división… “Divide y vencerás”.

1- Primero te desanima. Te hace tirar la toalla… 

2- Luego te coloca en el victimismo… ¿ves? Es que así no se puede… 

3- Mientras tanto, pones a todos bajo sospecha, te separas, rompes vínculos, y generas murmuraciones… 

4- ¿Resultado final? La división… 

El padre de la mentira trata de engañarnos, de que nos perdamos, de dividirnos, de que estemos solos y desamparados. Trata de abocarnos a la soledad, al relativismo, al individualismo. Esto es lo que el Maligno ha pretendido hacer con el pueblo de Dios y con su Iglesia a lo largo de la historia hasta hoy: “Divide y vencerás”

¿Por qué Dios no lo evita?

Si Dios es todopoderoso, ¿por qué no evita el mal existente en el mundo?

Si Dios que es todo bondad, ¿por qué lo permite?

Dios siendo omnipotente pudo crear un mundo con criaturas libres que nunca conocerían o elegirían el mal. Pero el hecho es que Dios siendo todo bondad, prefirió crear un mundo que contuviera el mal, porque la auténtica bondad moral requiere criaturas moralmente libres y porque Dios es un ser que ama y que quiere ser amado. Por ello, les dio a todas sus criaturas libre albedrío: para obtener el amor hacia Él de un modo libre.

El único momento en el que un ser (espiritual o humano) puede desarrollar su fe, su generosidad, su amor para con Dios es mientras todavía no lo ve. Después al verlo tendrá el agradecimiento por lo que ya contempla. 

Conceder el don de la libertad supone que puede aparecer una madre Teresa de Calcuta o un Hitler. Y es que el regalo de la libertad tiene consecuencias: buenas o malas.

¿Cuál es nuestra situación?

¿Quién es más fuerte el Mal o Dios? Aunque a primera vista parezca lo contrario, hay que admitir que Dios es más grande. Los grandes Maestros espirituales nos dicen que no son dos poderes contrapuestos: Dios y Satanás. No… Dios es el creador de todo. El diablo es parte de su creación que decidió usar su libertad para negarle e ir contra Él. Pero Dios está por encima. Por eso podemos hablar del poder de su victoria. Pero cuidado, el diablo intentará llevarse al mayor número de nosotros por delante.

¿Cómo podemos defendernos del mal? 

Siempre hemos escuchado el dicho “no hay mejor defensa que un buen ataque”. 

Por eso, en lugar de quedarme esperando, me pongo en acción. 

¿Cómo? Dado que es un asunto espiritual, las armas también lo son. 

En la carta del apóstol San Pablo a los Efesios 6 hay todo un decálogo de casos prácticos para enfrentarnos a esta batalla espiritual:


1- FORTALEZA 

Efesios 6, 10-13: “Por lo demás, fortalézcanse en el Señor con su energía y su fuerza. Lleven con ustedes todas las armas de Dios, para que puedan resistir las maniobras del diablo. Pues no nos estamos enfrentando a fuerzas humanas, sino a los poderes y autoridades que dirigen este mundo y sus fuerzas oscuras, los espíritus y fuerzas malas del mundo de arriba. Por eso pónganse la armadura de Dios, para que en el día malo puedan resistir y mantenerse en la fila valiéndose de todas sus armas.”

Dios me da fortaleza, energía y fuerzas para soportar todo, incluso al mal y al Diablo.

2- SERVICIO

Efesios 6:15: “…y, calzados con la disposición de proclamar el evangelio de la paz…”

Algo extraordinario que me llena y me aleja del mal es servir a otros, es decir, obrar el bien, estar disponible. No hay mejor forma que volcarte en los demás, servir en un voluntariado. Si te quejas porque no tienes dinero… sirve en un comedor social. Si te quejas porque no tienes salud… sirve con enfermos de sida. Si te quejas porque tu vida no tiene sentido, sirve en Alpha.

3- FE 

Efesios 6:16: “Además de todo esto, tomen el escudo de la fe, con el cual apagar todas las flechas encendidas del maligno”.

Yo he dejado entrar en mi vida a Dios. Ya no quiero dirigir mi vida, me relajo… y hago lo que está en mis manos: Orar, escribir, leer, meditar, reflexionar y servir… el resto lo dejo en sus manos, confío y me abandono en Él. Eso sí que lo puedo hacer yo. Una vida feliz solo me la puede dar El. Yo la he buscado y no la he encontrado. Ahora ya no busco y El me la está regalando… 

4- BIBLIA

Efesios 6:17: “usen la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios”.

Es a través de la Biblia que Dios actúa en mi vida, aquí y ahora. Jesús, en lugar de responder con palabras propias, citó las Escrituras cuando fue tentado

5- ORACIÓN.

Efesios 6:18: “Vivan orando y suplicando. Oren en todo tiempo según les inspire el Espíritu. Velen en común y perseveren en sus oraciones sin desanimarse nunca, intercediendo en favor de todos los santos, sus hermanos.”

Yo empiezo el día escuchando el evangelio del día y mediante un método (Lectio Divina) a la vez, rezo, medito, reflexiono y actúo.

6- ACCIÓN.

Romanos 12: 21: “No te dejes vencer por el mal; sino vence el mal con el bien”. Jesús nos invita a vencer el mal con el bien aunque el mundo ( y su amo, el Diablo) nos confunde y nos incita a devolver mal por mal pero sus métodos y estrategias no nos hacen salir victoriosos. 

¿Cómo podemos vencerlo definitivamente? 

Cuando te encuentras y te unes a Cristo, su fuerza hace que decidas vencer. Vencer las tendencias (tentaciones) diarias de una vida mediocre y fijas los ojos hacia una vida plena. 

Sacas de tu corazón el odio para dejar vencer al amor. Sacas de tu corazón el rencor para dejar vencer el perdón. Cristo ya lo ha hecho por ti. Tú puedes hacerlo ahora porque Él te lo ha ganado.

La Escritura nos lo dice claramente. Juan 1, 5: Las tinieblas no le vencieron. Con Él somos capaces de transformarlo todo.

El Maligno es un enemigo ya vencido. La batalla no ha acabado con la muerte de Jesús, continúa. El Diablo aún no ha sido destruido. No se terminará hasta que Jesús regrese y entonces desaparecerá todo el mal.

Ya no me siento descolocado cuando alguien trata de hacerme mal, devuelvo bien. Antes, cuando alguien me hacia mal, yo siempre le devolvía mayor mal. Ahora sé que para vencer tengo que devolver bien por mal. 

Como dije antes, el mal (Diablo) es la ausencia del bien (Dios). Cuando le das la vuelta a la ecuación, es decir, cuando te llenas de Dios, el mal trata de acercarse pero en fe y confianza en el Señor, al final, se aleja y desaparece. Tu vida cambia y tu carácter se transforma por la acción del Espíritu Santo y de sus dones.

A mí hay algo que me ayuda mucho para defenderme del mal: mirar desde el otro, es decir, lo que ahora llaman ser empático. Cristo nunca nos mira desde sus ojos, nos mira desde los nuestros, desde nuestro corazón, desde nuestras heridas, vivencias y sentimientos, y desde ahí nos tiende la mano sin juzgar.

Pruébalo y verás!!!!

domingo, 21 de febrero de 2016

LAS SEDUCCIONES DEL "PADRE DE LA MENTIRA"

Imagen referencial - Foto: Adrian Scottow (Flickr)

Satanás seduce con el encanto y la fascinación, con la vanidad y con el poder. 

El Libro del Apocalipsis asegura que “se entabló una batalla en el cielo. Es “la guerra final”, pero “durante toda la historia esta guerra se hace cada día: se hace en el corazón de los hombres y de las mujeres, se hace en el corazón de los cristianos y de los no cristianos…”.

Existe una guerra espiritual entre el bien y el mal, donde nosotros debemos posicionarnos. Pero los métodos de guerra de estos dos enemigos son totalmente opuestos.

El diablo es un "vende humo", te ofrece un poco de diversión, te hace creer que estás en el camino, pero “al final te deja solo”. Te hace ver las cosas maquilladas y tú crees que es es lo bueno, que te da paz, pero vas ahí y al final no encuentras la felicidad. Te hace desear y depositar tu esperanza en cosas que no dependen de él.

Todo lo que nos propone es fruto de la división, del compararnos con los demás, de pisarle la cabeza a los otros para conseguir nuestras cosas, hace basar todo en la apariencia. Te hace creer que tu valor depende de cuánto tienes.

Uno de los “métodos” del diablo es hacernos creer que no existe” y así logra separarnos de Dios y de los demás. Cuando le desenmascaras, su principal arma es la tentación.

Y con lo primero que tienta es con “las insidias”: es un sembrador de insidias, nunca cae de sus manos una semilla de vida, de unidad, siempre insidias, insidias. Es su método, sembrar insidias: en la familia, entre padre e hijos, entre hermanos.

Satanás también “es un seductor”. Seduce fascinando, con encanto demoníaco, te lleva a creer todo. Él sabe vender con este encanto, vende bien, ¡pero paga mal al final!.

Imagen referencial. Foto: Flickr Todd Page (CC-BY-NC-2.0)La primera vez que aparece en el Evangelio es en un diálogo con Jesús. Jesús está orando y ayunando durante cuarenta días en el desierto y al final está un poco cansado y tiene hambre.

Y él viene, se mueve lentamente como una serpiente, y hace esas tres propuestas a Jesús, que son las tentaciones.


Los tres pasos del método de la serpiente, del demonio son, primero, la corrupción, es decir,  anhelar cosas, en este caso el pan, las riquezas, las riquezas te llevan lentamente a la corrupción, y ésta destruye.

El segundo paso es “la vanidad”. “Aquello que decía el diablo a Jesús: ‘Vamos a lo alto del templo, tírate desde ahí, ¡haz el gran espectáculo!’. Es “vivir por la vanidad”.

El tercer paso es “el poder, el orgullo, la soberbia”. “’Yo te daré todo el poder del mundo, tú serás el que mandes’”.

Esto nos ocurre también a nosotros, siempre, en las pequeñas cosas: enganchados demasiado a las riquezas, nos gustan cuando nos alaban. La vanidad nos lleva al poder, te sientes Dios, te endiosas y sustituyes a Dios.

Cuando la tentación “es rechazada”, entonces “crece: crece y vuelve más fuerte”. Cuando el demonio es rechazado, gira y busca a algunos compañeros y vuelve. Por lo tanto, crece también implicando a otros”. La tentación crece,  contagia y al final, se justifica.

Esta es nuestra lucha, y por eso hoy le pedimos al Señor que por intercesión del Arcángel Miguel nos defienda de las insidias, del encanto, de las seducciones de esta serpiente antigua que se llama Satanás.

Si vamos al relato de las tentaciones de Jesús no encontramos jamás una palabra suya. Jesús no responde con palabras propias, responde con palabras de la Escritura, las tres veces”.

Esto nos enseña que con el diablo no se puede dialogar, y esto ayuda mucho, cuando viene la tentación. "Contigo no hablo, sólo la Palabra del Señor”.