¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.
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miércoles, 7 de agosto de 2024

MEDITANDO EN CHANCLAS (8): SOBRE ESTA PIEDRA EDIFICARÉ MI IGLESIA

"Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, 
Jesús preguntó a sus discípulos: 
«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?». 
Ellos contestaron: «Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, 
otros que Jeremías o uno de los profetas». 

Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». 
Simón Pedro tomó la palabra y dijo: 
«Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo». 
Jesús le respondió: «¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, 
porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, 
sino mi Padre que está en los cielos. 
Ahora yo te digo: tú eres Pedro, 
y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, 
y el poder del infierno no la derrotará. 
Te daré las llaves del reino de los cielos; 
lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, 
y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos». 
Y les mandó a los discípulos 
que no dijesen a nadie que él era el Mesías. 

Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos 
que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho 
por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, 
y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día. 
Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: 
«¡Lejos de ti tal cosa, Señor! Eso no puede pasarte». 
Jesús se volvió y dijo a Pedro: «¡Ponte detrás de mí, Satanás! 
Eres para mí piedra de tropiezo, 
porque tú piensas como los hombres, no como Dios» 
(Mt 16,13-23)

Hoy profundizamos en un pasaje evangélico de gran importancia en el que Cristo funda su Iglesia con Pedro a la cabeza y donde aparecen implícitamente los sacramentos.

Pedro confiesa su fe en Cristo cuando le llama Hijo de Dios. Está declarando (quizás sin saberlo) un primer "dogma": la consustancialidad del Padre y del Hijo. Y por haber proclamado a su Padre, Jesús le nombra al suyo, a Jonás, es decir, hace una equivalencia de paternidades que demuestran ambas filiaciones

Sobre ese "dogma", sobre esa fe profesada por Pedro, es sobre la que edifica Cristo su Iglesia. Jesús mismo es la piedra angular, la roca y el cimiento de la Iglesia (y del mundo), tal como estaba profetizado (Is 28,16; Jr 51,26; Sal 118,22; Job 38,4-6) y como afirmarán después el propio Pedro y también Pablo, el otro pilar de la Iglesia (1 Pe 2,4-8; Rom 9,33; Hch 4,10-12; Ef 2,20-22).

Simón es el único discípulo a quien el Maestro le cambia el nombre por Cefas ("Petrus", "Pedro", "piedra"). Se trata de un dato significativo puesto que, en el Antiguo Testamento, el cambio del nombre implicaba el mandato de una misión (cf. Gn 17, 5; 32, 28 ss, etc.). 

Pedro es el único apóstol a quien Cristo le atribuye una importancia particular dentro del grupo de los Doce: en Cafarnaúm, Jesús se hospeda en casa de Pedro (cf. Mc 1, 29); en las dos barcas amarradas en la orilla del lago de Genesaret, Jesús escoge la de Simón (cf. Lc 5, 3);  en circunstancias especiales, cuando Jesús se llevaba sólo a tres discípulos, siempre se nombra a Pedro como el primero del grupo:  en la resurrección de la hija de Jairo (cf. Mc 5, 37; Lc 8, 51), en la Transfiguración (cf. Mc 9, 2; Mt 17, 1; Lc 9, 28) y en el huerto de Getsemaní (cf. Mc 14, 33; Mt 26, 37).

Pedro es el único apóstol a quien el Señor le llama "bienaventurado", "dichoso"...es decir, le está santificando, le está declarando "santo". 

Pedro es el único apóstol a quien Cristo le entrega las llaves del reino, haciéndole partícipe de la edificación de la Iglesia. Esto que supone dos cosas: 
  • una, que Cristo tiene la autoridad plena para hacerlo y, por tanto, se está revelando como Dios mismo; 
  • y dos, que por primera vez un hombre, un mortal, tiene delegado todo el poder del cielo a través de los sacramentos que aparecen implícitamente en la "entrega de llaves"
    • la autoridad divina para perdonar los pecados: Confesión
    • la capacidad para mostrar al Padre: Eucaristía.
    • la capacidad para dar acceso a Dios: Bautismo
En el pasaje evangélico de hoy, Cristo está fundando su Iglesia y convirtiendo a Pedro en su"vicario" o representante en la tierra, en el "conserje del cielo", a pesar de que sabe que le negará cuando sea entregado y detenido. 

Jesús no le elige como cabeza de su Iglesia porque sea el más capacitado sino porque irá capacitando a su elegido, para que el propio Pedro lo haga con el resto de los apóstoles y discípulos, cuando Cristo retorne al cielo. 

En el evangelio de Lucas, el Señor le advierte: "Simón, Simón, mira que Satanás os ha reclamado para cribaros como trigo. Pero yo he pedido por ti, para que tu fe no se apague. Y tú, cuando te hayas convertido, confirma a tus hermanos" (Lc 22,31-32). 

En el evangelio de Juan, Jesús se dirige a todos los apóstoles: "Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos" (Jn 20,22-23)

En ambos, aparecen también implícitos otros dos sacramentos: el del Orden Sacerdotal y el de la Confirmación. Además, en el de Juan, vuelve a mencionar la Confesión.

Jesús añade: "Y el poder del infierno no la derrotará". Con esta promesa, le está confirmando y asegurando Su doble triunfo: el de su Iglesia y el de su muerte en la Cruz. Le está poniendo en antecedentes para cuando sea entregado y crucificado, y también para cuando Él ya no esté y tenga que dirigir la Iglesia. 

Pedro se convierte así en figura de la universalidad y de la unidad de la Iglesia.

domingo, 4 de agosto de 2024

MEDITANDO EN CHANCLAS (5): NO TEMÁIS, NO ESTÁIS SOLOS

"Después que la gente se hubo saciado, 
enseguida Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca 
y se le adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente.
Y después de despedir a la gente subió al monte a solas para orar. 
Llegada la noche estaba allí solo.
Mientras tanto la barca iba ya muy lejos de tierra, 
sacudida por las olas, porque el viento era contrario. 
A la cuarta vela de la noche se les acercó Jesús andando sobre el mar. 
Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, 
se asustaron y gritaron de miedo, diciendo que era un fantasma.
Jesús les dijo enseguida:
«¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!».
Pedro le contestó:
«Señor, si eres tú, mándame ir a ti sobre el agua».
Él le dijo: «Ven».
Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua acercándose a Jesús; 
pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, 
empezó a hundirse y gritó: «Señor, sálvame».
Enseguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo:
«¡Hombre de poca fe! ¿Por qué has dudado?».
En cuanto subieron a la barca amainó el viento.
Los de la barca se postraron ante él diciendo:
«Realmente eres Hijo de Dios».
Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret. 
Y lo hombres de aquel lugar apenas lo reconocieron, 
pregonaron la noticia por toda aquella comarca 
y le trajeron a todos los enfermos.
Le pedían tocar siquiera la orla de su manto. 
Y cuantos la tocaban quedaban curados"
(Mt 14,22-36)

Como siempre ocurre cuando entramos de nuevo en un pasaje de la Escritura, el Espíritu Santo nos suscita reflexiones distintas en momentos distintos para situaciones distintas.

Hoy, Mateo quiere dejar claro que el Señor está siempre presente cuando la fe de sus discípulos decae o se tambalea. Aunque escribe su evangelio para fortalecer la fe de la Iglesia de Jerusalén en plena persecución romana, también está exhortando a la Iglesia de todos los tiempos. 

En este relato, el evangelista nos muestra:
  • la pasión, muerte y resurrección de Cristo: "Subió al monte a solas para orar. Llegada la noche estaba allí solo"
  • la misión de la Iglesia y sus apariciones como Resucitado: "Apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente"; "Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo" (Mt 28,19). 
  • el fin de los tiempos y su segunda venida: "A la cuarta vela de la noche se les acercó Jesús andando sobre el mar".
  • los peligros de las herejías y los falsos profetas: "Se asustaron y gritaron de miedo, diciendo que era un fantasma".
  • las dudas y las controversias dentro de la Iglesia: "Señor, si eres tú, mándame ir a ti sobre el agua"; "Yo, yo soy el Señor,  fuera de mí no hay salvador (...) Vosotros sois mis testigos: yo soy Dios (...) Esto dice el Señor, que abrió camino en el mar y una senda en las aguas impetuosas" (Is 43,11-12.16).
  • las consecuencias de ser discípulos de Cristo: persecuciones, calumnias, martirios, herejías, pruebas y dificultades que la Iglesia tendrá que hacer frente hasta su regreso glorioso ("La barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario").
  • la necesidad de la fe en Cristo para la salvación ("Señor, sálvame"; ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué has dudado?"; "Los de la barca se postraron ante él diciendo: Realmente eres Hijo de Dios").
  • su promesa de que estará siempre para animarlos y ayudarlos ("¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!"; "Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos", Mt 28,20).
Cristo nos advierte cómo debemos "navegar" en el "mar" de este mundo, cómo tenemos que   "faenar" con el oleaje, el viento contrario y las tempestades que se desataran durante el trayecto hacia la otra orilla (el cielo).
Lo importante es saber que debemos estar en la barca, porque si en la barca existe peligro cuando azotan las olas (las tentaciones), las tempestades (los sufrimientos y las pruebas) y el viento contrario (Satanás), fuera de ella, estaremos a merced del mar (el mal), nos hundiremos y nos ahogaremos. 

La barca sufre sacudidas por nuestras propias tempestades cuando no está el Señor, cuando olvidamos que Él es quien maneja la Iglesia y nuestras vidas, cuando ponemos nuestra confianza en nuestras autosuficiencias como "marineros" experimentados, o en nuestros méritos como "pescadores" veteranos, como le ocurrió a Pedro. 

También cuando nos salimos de la barca pensando que fuera de ella podemos seguir al Señor sin que Él nos llame, cuando dejamos de mirarlo y nos volvemos hacia nosotros o hacia las cosas del mundo, nos hundimos, como le ocurrió a Pedro.
Jesús nos dice que podemos "caminar sobre el mar", que podemos vencer las pruebas si tenemos fe y perseverancia en Él. Pero es mejor "permanecer" en la barca para no hundirnos.
 
El Señor está en el cielo, intercediendo por nosotros ("subió al monte a orar"), manejando la "barca" desde la gloria, pero cuando le necesitemos, Él se "aparecerá" para socorrernos y para animarnos

Junto a Él, el viento amaina y vuelve la suave brisa del Espíritu Santo, que nos calma y nos da paz.

Con Él a nuestro lado en la barca, tenemos la plena certeza de que "el poder del infierno no la derrotará" (Mt 16,18).

¡Realmente eres Hijo de Dios!

JHR

domingo, 14 de agosto de 2022

MEDITANDO EN CHANCLAS (15): UN GRAN SIGNO APARECIÓ EN EL CIELO

 
“Un gran signo apareció en el cielo:
una mujer vestida del sol y la luna bajo sus pies
y una corona de doce estrellas sobre su cabeza”
(Ap 12,1)

La escena que nos presenta la primera lectura de Apocalipsis 11,19 es realmente sobrecogedora y está tomada del libro de los Macabeos: el cielo se abre y aparece el santuario de Dios, que revela el Arca de la Alianza, la shekinahlugar de la presencia de Dios en la tierra, "perdida" desde la destrucción del Templo de Jerusalén en el 586 a. C., y escondida por el profeta Jeremías en una cueva del monte Sinaí, aparecerá cuando Dios intervenga de manera definitiva en favor de su pueblo (2 M 2,4-8). 

Según San Buenaventura, el arca es la nueva presencia de Dios: es el cuerpo resucitado de Cristo, su cuerpo eucarístico. Jesús, haciendo templo de su cuerpo, abre “la Presencia” a todos los hombres para que puedan permanecer en Él. Y también,  es el cuerpo místico de Cristo, su Iglesia. Simbolizada por la gloriosa Virgen María, la Iglesia está "fabricada" de material incorruptible y contiene el maná (Eucaristía), la vara de Aarón (Fe/Confianza) y las dos tablas de la Ley (Palabra); y por encima, tiene dos Querubines haciendo sombra al propiciatorio (Sabiduría). 

La aparición de la mujer es un gran signo, un anuncio dirigido a toda la tierra (referencia a Is 66,19) y una imagen tomada del sueño de José (Ge 37,9) que simboliza a la Virgen María, tipo de la Iglesia:

- vestida del sol. La mujer en sí no es divina, no brilla con luz propia sino es su vestido el que ilumina: está revestida de Dios, de su gloria y su gracia, de los méritos de Cristo. Por eso, la Virgen María es luz y trae la luz del mundo, a Cristo. De la misma forma, la Iglesia es luz y faro que guía a los hombres.

-la luna bajo sus pies. Símbolo de la medida del tiempo. La Virgen es “Señora del tiempo” y no está sometida a la tiranía del tiempo, sino que la domina. Y, análogamente, la Iglesia no tiene fin: “el poder del infierno no la derrotará” (Mt 16,18).

-una corona. Símbolo de realeza y de victoria, por tanto, la Mujer es una Reina que gobierna junto con Dios, igual que la Iglesia: "Todo lo que atéis en la tierra quedará atado en los cielos, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en los cielos" (Mt 18,18).

-doce estrellas en la cabeza. Símbolo de la totalidad del pueblo de Dios, representado por las doce tribus de Israel y los doce apóstoles. La Mujer ilumina, reina y une el Antiguo y el Nuevo Testamento.

-está encinta: Símbolo del plan de Dios que, desde el principio, tenía como centro la Encarnación de Jesucristo. El pueblo de Dios, la mujer/Iglesia y la humanidad, la mujer/Eva, están siempre en espera del parto, de Cristo.

-grita con dolores de parto. Es consciente de la agonía del parto, de la angustia de la lucha. Sabe que no hay fecundidad sin sufrimiento. Un grito que será escuchado, que no deja indiferente al cielo. Un grito que pone en juego la historia de la salvación.

-y con el tormento de dar a luz. Símbolo del sufrimiento, pasión y muerte de Cristo, y análogamente, del sufrimiento y persecución de la Iglesia. Cristo nace siempre de nuevo en todas las generaciones. La misión, en cuanto que somos Iglesia, es engendrar al hombre en Cristo y luchar por la justicia.

Junto a la mujer, aparece un segundo signo en el cielo: un dragón de fuego, potente pero limitado, símbolo de la arrogancia del mal y antagonista del bien, destinado a la derrota. Mientras que de la mujer se dice que es un “gran signo”, del Dragón se dice que es “otro signo”. El adjetivo marca la diferencia y al mismo tiempo, este segundo signo “aparece” en función del primero: si existe es para que la mujer y su descendencia le derroten. El mal no se define en sí mismo, sino en función de la negación del bien.

-un gran dragón. Símbolo de Satanás, y de su potente fuerza ofensiva y su maldad perversa. Es la máxima expresión del mal y en él se concentra toda la fuerza destructiva del infierno. Su color rojo representa la violencia, sus siete cabezas, diez cuernos, siete diademas simbolizan su dominio, autoridad y dignidad. Juan se refiere también a los 10 reyes seleúcidas (siglo III a. C.), malvados generales herederos de Alejandro Magno, que perseguían y oprimían al pueblo judío. 

-Y su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo. Representa a los demonios, a los ángeles rebeldes que siguen a Satanás. Imagen tomada de a la profecía de Daniel. Con este “arrastre”, el Dragón pone de manifiesto su naturaleza anti divina y se proclama enemigo del cielo. Pero tampoco pertenece a la tierra. 

-Y el dragón se puso en pie ante la mujer, que iba a dar a luz. Representa la oposición y lucha de Satanás contra la Iglesia. Es la hostilidad de la serpiente y la descendencia de la Mujer (Ge 3,15).

-para devorar a su hijo cuando lo diera a luz. Simboliza el odio de Satanás a Cristo, que evoca también la matanza de inocentes por Herodes. Satanás no soporta que Dios eligiera al hombre para encarnarse, en lugar de a un ángel (a él). Por eso, quiere devorarlo y hacerlo desaparecer del mundo, para que el hombre no pueda ser divinizado, pero no puede, porque es llevado al cielo. Entonces, dirige su odio contra la Mujer, contra la Iglesia, contra los cristianos.

-Y dio a luz un hijo varón. Es el anuncio de la encarnación de Jesucristo, el hombre nuevo, el  nuevo Adán, la realización y culminación del proyecto de Dios. En referencia a Is 66,7-8. Varón, significa fuerte y dispuesto a la lucha.

-el que ha de pastorear a todas las naciones con una vara de hierro. Representa la universalidad del reino de Dios. Cristo tiene autoridad y poder sobre de todo rey y gobierno. 

-y fue arrebatado su hijo junto a Dios y junto a su trono. Jesucristo es resucitado y ascendido al cielo, fuera del dominio del Dragón, que sabe que, una vez “nacido”, una vez que ha entrado Cristo en el mundo, su derrota es inevitable. Sólo es cuestión de tiempo. El Dragón ya no puede hacer nada contra el Hijo. 

La cabeza, el Hijo, es llevado al cielo pero la mujer sigue dando a luz al resto del cuerpo, la Iglesia, hasta que culmine el nacimiento del "Cristo total", es decir, el número simbólico de 144.000.

-Y la mujer huyó al desierto. Simboliza el lugar de la purificación, de la intimidad y del encuentro con Dios hacia la tierra prometida, del crecimiento interior, pero también de la prueba, de la tentación, de la hostilidad, de la penitencia, del ayuno y de la oración de la Iglesia . También representa preservación, refugio, protección.

-donde tiene un lugar preparado por Dios. Desde una perspectiva eclesiológica, la Iglesia (la mujer), es decir, el pueblo de Dios, huye al desierto, donde es probada, guiada y alimentada por Dios antes de ser salvada. Referencia a la salida de Egipto del pueblo de Israel y la salida de Belén de la Sagrada familia. Es el símbolo de la lucha espiritual de la Iglesia que no combate con el Dragón sino que busca refugio, un lugar de salvación donde encuentra alimento y paz (maná=eucaristía), para llegar desde allí a la Tierra Prometida. 

La Asunción de María al cielo, al trono como Reina de cielos y tierraigual que la madre de Salomón, Betsabé, ocupa su lugar a la diestra del rey, Jesucristo (1 R 2,19), es la "buena noticia", es el anuncio del establecimiento de la salvación, el poder y el reinado de Dios desde el cielo, a través de su Hijo Jesucristo y en colaboración con su Madre, la Virgen.

-Ahora se ha establecido la salvación y el poder y el reinado de nuestro Dios, y la potestad de su CristoLa Asunción de María es el preludio del comienzo de la consumación de la obra salvífica de Jesucristo y de su reinado.

El Salmo 44 recalca el favor del Rey hacia la Reina Madre: "Prendado está el rey de tu belleza. De pie a tu derecha está la reina, enjoyada con oro de Ofir." En la Escritura, el oro de Ofir se equipara al "oro puro". Así pues, la Virgen es "oro puro" a ojos de Dios y como tal, Nuestro Señor, no permitió que su Madre se corrompiera en la oscuridad del sepulcro ni que sufriera las consecuencias de un pecado que no conoció jamás, "llevándola arriba".

La Asunción nos hace fijar la mirada en el cielo con esperanza. María, la Reina Madre reina con esplendor, como oro de Ofir, junto al Rey, Jesucristo, en el trono de la Jerusalén celeste. La Asunción de la Virgen (ese gran signo en el cielo) es un signo de consuelo y un mensaje de esperanza. Es el camino y la llave de entrada al cielo.

¡Bendita Tú, entre todas las mujeres 
y bendito el fruto de tu vientre!
(Lc 1,42)

martes, 3 de agosto de 2021

MEDITANDO EN CHANCLAS (3): NO TEMÁIS, SOY YO

"¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!"
(Mateo 14,27)

El evangelio de hoy me suscita numerosas referencias pascuales y me pone de relieve sutilmente al Resucitado. También, me sugiere la importancia de velar y de estar alerta ante la llegada del Señor o Parusía.

Jesús apremia a los discípulos para que se embarquen y para que vayan a la otra orillala barca simboliza la comunidad cristiana, es decir, la Iglesia, y la otra orilla, la tierra de los gentiles, la tierra de misión, el anuncio del Evangelio. 

El Señor los envía por delante al mundo mientras se despide de la gente y sube al monte, que simboliza el Calvario y también la Gloria de Cristo. Ya ha anochecido"caída la tarde" (Marcos 6,47), es decir, se ha hecho la oscuridad en el mundo. La noche implica la muerte del día, supone la ausencia de luz y simboliza la falta de guía, conocimiento y control humano. 

La oscuridad simboliza la muerte de Jesús, la ausencia de Cristo, las tinieblas de la muerte, mientras que la luz de la aurora representa la esperanza de la resurrección y la vida
El mar simboliza el ámbito satánico y el caos, el lugar donde se concentran el mal y las fuerzas diabólicas. De hecho, para los judíos el "mal caótico y satánico" (la invasión romana) surgió del mar (Mediterráneo). 

El viento contrario, las dificultades y las persecucionesy las olas encrespadas, las apostasías y las tentaciones

Jesús se acerca caminando sobre el mar (Mateo 14,26; Marcos 6,45-52; Juan 6,15-21), capacidad propia y exclusiva de Dios (Job 9,8) y que, unida al hecho de ser de noche simboliza su poder sobre las fuerzas del mal. 

El caminar sobre las aguas de Jesús evoca a Moisés cruzando el Mar Rojo, signo de liberación de la esclavitud egipcia y el nacimiento del pueblo de Israel, y simboliza la redención del pecado y la muerte, y el nacimiento de la Iglesia.
Se acerca en la cuarta vela, que simboliza la Vigilia Pascual y significa al amanecer, entre las 3 y las 6 de la mañana, según la división que hace Marcos 13,35: "Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer", expresando lo repentino e inmediato del acontecimiento

Los discípulos no le reconocen, e incluso se asustan, pensando que es un fantasma (una aparición), igual que dirán los dos de Emaús: "Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado, pues habiendo ido muy de mañana al sepulcro, y no habiendo encontrado su cuerpo, vinieron diciendo que incluso habían visto una aparición de ángeles, que dicen que está vivo" (Lucas 24,22-23).

Jesús se identifica, les anima (como a los dos de Emaús cuando les cuenta lo que de Él dicen las Escrituras) y les dice: "Soy yo, no tengáis miedo" pero siguen sin reconocerle o, en el mejor de los casos, dudan. 

Pedro le pide una muestra de que es Él, para que pueda ir hacia Él, igual que cuando saldrá corriendo hacia el sepulcro la mañana de la resurrección (Lucas 24, 12). Jesús le dice: "Ven" pero Pedro, como le ocurrirá al negarle en la noche del Jueves Santo, siente miedo, desconfía, pierde de vista al Señor y se hunde en sus miserias (antes de que cante el gallo y, por tanto, antes de la tercera vela).

El Señor, enseguida, extiende su mano y le dice: "¡Hombre de poca fe!", anticipando lo que les dice a los de Emaús: "¡Qué tontos y que necios sois!". Entonces, le pregunta "¿por qué has dudado?"...o también como le dirá más adelante: "Pedro ¿me quieres?"
En cuanto subieron a la barca, es decir, en cuanto entran con Jesús en la Iglesia, en la Eucaristía, encuentran paz. Y entonces, le reconocen: "Realmente eres Hijo de Dios"...o dicho de otro modo, "En verdad, ha resucitado".

Jesús nos apremia, nos dice que urge la evangelización y nos envía al mundo, que está sumido en las tinieblas de la noche porque vive sin Dios y en la traición de Judas porque los corazones de muchos están sumidos en una oscuridad interior de caos y maldad (Juan 13,30)

Nos exhorta a confiar en Él aunque seguirlo no es fácil en medio de las dificultades, las tentaciones y las persecuciones pero Cristo tiene poder sobre el "mar" y, como nos ha prometido, "está con nosotros todos los días, hasta el fin de los tiempos" (Mateo 28,20). 

El Señor nos invita a estar alerta y vigilantes, rezar y perseverar hasta el fin porque no sabemos en qué momento de la noche será su segunda venida o parusía. Nos anima a no tener miedo, a no dudar.

Nos llama a ser la luz del mundoser valientes a testificar al mundo que Jesús no es un fantasma ni una aparición, a reconocer que "es Él", que es real y vive, a proclamar que: 

"Jesucristo ha resucitado"....

jueves, 19 de julio de 2018

DISTINGUIR DENTRO DEL REBAÑO

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"Porque sois torpes para comprender. 
Pues debiendo ser ya maestros por razón del tiempo, 
todavía tenéis necesidad de que se os enseñe (...),
 y habéis llegado a tener necesidad de leche, no de alimento sólido. 
Ahora bien, aquel que se alimenta de leche 
no puede gustar la doctrina de la justicia, porque es niño todavía. 
El alimento sólido es para los perfectos, 
que por razón de la costumbre tienen el sentido moral desarrollado 
para distinguir entre el bien y el mal."
(Hebreos 5,11-14)


La Palabra de Dios emplea, a menudo, las metáforas en las parábolas del pastor y del rebaño para describir las relaciones que unen a Dios con su pueblo.

Jesucristo es el Buen Pastor, que guía a su rebaño y lo conduce “hacia fuentes de aguas vivas” y que protege al rebaño acosado por los lobos de fuera y por los de dentro, disfrazados de ovejas.

Él es la puerta de las ovejas, el único Pastor digno de confianza, el... “Buen Pastor” y hace distinción entre los pastores: el que es dueño de sus ovejas y da la vida por ellas (Juan 10,15), y el asalariado, que jamás pone en peligro su vida y huye cuando ve al lobo.

El Buen Pastor (Cristo) ha creado un redil en un verde prado (el Reino de Dios) para que su rebaño (el pueblo de Dios) pueda no sólo "hacer" sino "ser". Sin embargo, el rebaño dista mucho de ser homogéneo: existen ovejas, cabras, lobos y perros guardianes. Debemos saber diferenciar cada grupo dentro de la Iglesia pues "no es oro todo lo que reluce".

Ovejas

Las ovejas representan a los católicos fieles.

El pastor conoce a sus ov
ejas y ellas le conocen: "Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen" (Juan 10,14). El pastor "huele a oveja" porque está en medio de ellas, cuidándolas.

Resultado de imagen de ovejasLas ovejas son humildes; al oír la voz del pastor, le siguen: "Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen" (Juan 10,27).

Las ovejas son débiles y lo reconocen: "y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano" (Juan 10,28).

Las ovejas tienen un “manto” de lana que les cubre el cuerpo pero es un manto sensible, algo que puede perder si las trasquilan. El manto es la presencia invisible de Dios en nosotros.

Las ovejas tienen una apariencia fuerte, pero trasquiladas, son flacas y feas. Es cuando se ve su verdadera naturaleza pecaminosa.

Las ovejas necesitan defensa permanente porque el enemigo, con frecuencia, las ataca. 

Las ovejas necesitan protección porque no tienen conciencia de los peligros del camino. Por ello, el pastor que debe estar siempre vigilando: "… aunque anden en valle sombra de muerte, no temeré mal alguno” (Salmo 23).

Las ovejas necesitan cuidados y curas: las enfermedades son una alta causa de mortalidad, por lo que el pastor debe sanarlas y prevenir que los parásitos o infecciones no les afecten.


Cabras

Las cabras simbolizan a los católicos tibios y pendencieros.

El pastor separa las ovejas de las cabras: "Pondrá las ovejas a su derecha, y las cabras a su izquierda" (Mateo 25, 33).

Imagen relacionadaLas cabras son parientes lejanos de las ovejas, tienen algo en común: son herbívoras rumiantes, o sea, comen lo mismo. Y en el Reino de Dios es así de la misma manera, todos escuchan la misma palabra… nos alimentamos de la misma Palabra.

Las cabras tienen cuernos, son peleadoras, son discutidoras y pueden herirse entre sí. 

Las cabras carecen de fosa lagrimal, símbolo de insensibilidadcuriosas e inquisitivas, y aunque comen lo mismo que las ovejas y son parecidas, se comportan de manera muy diferente. Parecen más inteligentes, pero solo tienen hábitos distintos de comportamiento biológico-natural que las caracterizan y les permiten mejor supervivencia, en el medio silvestre. 

Las cabras son más independientes que las ovejas, que usualmente tienen mayor acercamiento con el humano. Y en este sentido, las personas a menudo consideran tontas a las ovejas por su fuerte instinto gregario (mentalidad de grupo), ya que una oveja separada del resto de su manada se vuelve agitada y nerviosa. Eeste fuerte instinto gregario o de grupo, su mejor defensa contra los depredadores.


Lobos

El lobo es un animal usado para simbolizar al maligno, es decir, al Diabloque viene a robar, matar y destruir (Juan 10,10). Aunque hay otros lobos que le siguen y obedecen, que pueden ser laicos o sacerdotes.
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El lobo nunca actúa directamente, sino que usa a las ovejas (personas): “Id; he aquí yo os envío como corderos en medio de lobos” (Lucas 10,3; Mateo 10,16); “Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño” (Hechos 20,29).

El lobo es un animal nocturno, actúa de noche, o sea, encubiertamente. Sabe que las ovejas están dormidas o no son capaces de ver en la oscuridad. Actúa siempre por detrás, por eso las personas más nocivas no son las de mal carácter (cabras), porque son así y sabemos cómo son… sino los que actúan encubiertamente, los que murmuran, los que tienen doble cara, doble personalidad, es decir los lobos; esos pueden ser muy peligrosos."Cuidaos de los falsos profetas. Vienen a vosotros disfrazados de ovejas, pero por dentro son lobos feroces"(Mateo 7,15); "Por sus frutos los conoceréis" (Mateo 7,16). 

El lobo es rapaz, o sea destructivo, no tiene compasión. Dejará siempre un rastro de angustia, dolor y quebranto de corazón dondequiera que vaya.

El lobo es carnívoro, es insaciable, nunca dice que no, donde puede, devora, y devora sin parar!! Y en las parroquias es donde tienen presas disponibles, "carnaza" para darse un "festín".

El lobo es siempre lobo. No importa lo bueno, dulce y agradable que parezca. No importa si parece manso o tiene piel de oveja. No importa si es laico, sacerdote u obispo. Puede tener muchos dones y atractivos pero, el lobo es siempre lobo. 
Un rebaño no puede ser pastoreado si hay lobos dentro de él porque:

-la voz del lobo y de las ovejas son incompatibles El lobo aúlla elevando su hocico al cielo (se enmascara de espiritualidad, de bondad y habla alto), la oveja "bala" y dirige su cabeza hacia el suelo como símbolo de sumisión (acata y obedece).
-la mirada de ambos, también: la mirada del lobo es penetrante y desafiante. Si una oveja le mira a los ojos, seguro que la ataca.
-la dieta de ambos es también distinta: el lobo es carnívoro mientras que la oveja es herbívora, por lo que al final, el lobo devorará a las ovejas. Sí o sí.
Por desgracia, en toda parroquia siempre hay algún lobo, y muchas veces, más de uno porque suelen vivir en manada siempre peleando entre sí, pero sólo el "lobo Alfa" es el que manda y procura luchar por tener la máxima autoridad. El resto de los lobos, le siguen y obedecen.
El lobo siempre está "hambriento" y "codicia" las ovejas.  Se adapta bien a su entorno, pareciendo no ser peligroso a sus potenciales víctimas y haciendo amistades entre las inocentes ovejas.

Para distinguirlo en el rebaño existen claros signos: cuando surgen las críticas, las murmuraciones, las opiniones, las divisiones, el descontento, el desánimo o la falta de compromiso. El lobo tiene un gran poder para destruir y dividir una parroquia.

Aprovechando toda esta "oscuridad" de problemas, los lobos aparecen como las víctimas propiciatorias y en ella, saben ocultarse y actuar; callan y se esconden para no ser descubiertos; buscan un lugar elevado, una roca grande, para desde ese anonimato, observar a sus presas y convertirse en juez de lo bueno y lo malo.

El resto de la manada, sean lobos o lobeznos, suelen "gruñir" para demostrar su desaprobación sobre lo que no le gusta, sobre “los errores en la iglesia”, y sobre lo que debería cambiar. Suelen "merodear" alrededor de las ovejas más débiles del rebaño o las más jóvenes del grupo, y haciéndoles caer en engaños y falsas doctrinas, las "hieren", "derraman sangre", escandalizan y producen mucho dolor.

Los lobos odian el agua. El agua simboliza la Palabra de Dios y el Espíritu Santo. El lobo rechaza ambos y tiene serios problemas para “nadar en aguas profundas”, por eso es la mejor forma de refugiarse de él.

Perros guardianes

Una de las mayores defensas que tiene un pastor es un perro guardián. Por supuesto, el perro guardián,  debe tener mucho coraje y valentía para defender al rebaño (Iglesia) del lobo sin miedo, con decisión y dispuesto a defender el territorio (Fe católica) con pasión. 

Resultado de imagen de perros guardianes rebañoAma y obedece a Dios, a su pastor y a la Iglesia en general. Firme en la verdad y correcto en el trato. A veces, es suficiente con enseñar los dientes o ladrar para silenciar y ahuyentar al lobo. 

No busca popularidad sino que cumple con su misión: defender al rebaño y al redil. Sabe que “los lobos” no vienen a integrarse, sino a adueñarse del rebaño para devorarlo.

El “perro guardián” es un católico comprometido, puede ser un diácono, un vicario parroquial, un consagrado o un laico.

¿Cómo impedir que los lobos entren en el rebaño?

Como nos advierte el apóstol Pablo, impedirlo... es imposible: “Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño” (Hechos 20, 29-30).

No dice: "tal vez, ni probablemente", sino: "Yo sé que entrarán". Entrarán e intentarán adueñarse del rebaño. Van a las parroquias y "devoran" a: 

-las ovejas de otros rediles, recién convertidos y todavía sin demasiada experiencia, formación y fe.

-los corderos, jóvenes que desean una parroquia “divertida”.

-las cabras, cuya ilusión siempre fue convertirse en lobos. Buscan una "iglesia a su medida" y quieren cambiar incluso la doctrina, aparentando ser muy espirituales. Para ellas, los lobos son algo así como los "purificadores" del rebaño y del redil.

-las ovejas que no quieren madurar y prefieren ser corderos, como los describe el apóstol en Hebreos 5,11-14. 


Aprender a distinguir a quienes están dentro del rebaño es vital para su supervivencia.

sábado, 20 de enero de 2018

¿POR QUÉ VOY A LA IGLESIA?

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La Iglesia es maravillosa. La iglesia es un regalo. La iglesia es acogida.

Como dice el Salmo 95, las canciones que cantamos, las Escrituras que leemos, las homilías que escuchamos y las oraciones en las que participamos están diseñadas por Dios para participar de Su presencia.

A pesar de todo esto, hay algunos días que no voy a misa con una buena actitud. Si bien, hay muchos días que voy entusiasmado, hay esos "otros" días en los que no me apetece ir, o voy "refunfuñando".

Eso me ocurrió ayer. Estaba perezoso, cansado, no tenía ganas...pero fui. La verdad, fui por insistencia de mi mujer. Y ¡qué Diosidad!: La homilía (de tan sólo dos minutos) estaba inspirada y preparada para mí. 

El comentario era sobre el Evangelio de San Marcos 3, 13-19 donde relata cómo Jesús escoge a los Doce Apóstoles. Jesús está en medio de mucha gente a la que acoge, habla y cura. Entre toda ella, elige a los Doce Apóstoles, primero, para estar con Él y después la misión que le va a encomendar. Pero, sobre todo, para estar con Él, para "ser con Cristo".

De la misma forma, ayer, Jesús  me llamó para estar con Él y después, para que haga el resto de mis cosas. Porque si primero me "enredo" en lo que tengo que hacer, en mis obligaciones...las ganas de ir a misa, de estar con Él, desaparecen en segundos. 

Ayer, Dios, a través del párroco,  me dijo: "busca primero el reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se te dará por añadidura" (Mateo 6, 33). Y de verdad, que recibí la confianza, la paz y la fuerza espiritual para afrontar "todo lo demás".
¡Lo sé! No tengo que ir a misa porque se supone que deba hacerlo, o por "cumplir" o porque mi mujer me lo diga (sé que a ninguno de vosotros os pasa, ¿verdad?), sino porque si voy, algo sobrenatural sucede: Dios mismo interpela mi corazón voluble.

Y es que Dios quiere que vaya a verle porque me conoce desde toda la eternidad, conoce hasta "los cabellos de mi cabeza" (Mateo 10, 30), conoce mis debilidades, conoce mi corazón humano que fácilmente se distrae, se desalienta y se excusa. 

Él conoce lo rápido que olvido la necesidad que tengo de Él, lo poco que tardo en auto-justificarme y auto-engañarme, lo deprisa que le soy infiel y lo pronto que le doy la espalda.

Ayudado por Su Gracia, me llama a Su presencia para acrecentar mi fe, para volver a estar nuevamente entusiasmado y feliz con Él, para disfrutar de su amor misericordioso que tanto necesito y para decirme una vez más: ¿Te he dicho alguna vez que te quiero?

viernes, 10 de marzo de 2017

LOS SACERDOTES SON...

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"Cuidad de vosotros y de todo el rebaño 
del que el Espíritu Santo os ha constituido como guardianes 
para apacentar la Iglesia de Dios, 
que ha adquirido con su propia sangre...
 se introducirán entre vosotros lobos crueles, 
que no perdonarán al rebaño;
 y que de entre vosotros mismos surgirán hombres 
que enseñarán doctrinas perversas 
con el fin de arrastrar a los discípulos en pos de sí. 
Por lo cual, estad alerta..."
(Hechos 20,28-31)

La Palabra de Dios nos enseña claramente el papel de los sacerdotes como pastores de su Iglesia: deben cuidar de ellos mismos y también de su rebaño; deben guardar, apacentar y estar alerta de los lobos, que se tratarán de introducirse en la comunidad.

Los sacerdotes son: 

Llamados por Dios

Los sacerdotes no son voluntarios ni son contratados: son llamados por Dios. Llamados a un trabajo arduo para toda la vida, lleno de sacrificio y a merced de múltiples demandas y expectativas.

"Pedid al dueño de la mies que mande obreros a su mies" (Mateo 9,38).

"Pero levántate y ponte en pie; que me he aparecido a ti para hacerte ministro y testigo de lo que has visto de mí y de lo que te voy a mostrar. "(Hechos 26,16).

"Mientras celebraban el culto del Señor y ayunaban, el Espíritu Santo dijo: "Separadme a Bernabé y a Saulo para la obra a la que los he llamado" (Hechos 13, 2).

Supervisores que vigilan

"Cuidad de vosotros y de todo el rebaño del que el Espíritu Santo os ha constituido como guardianes." (Hechos 20,28). 

La palabra griega utilizada en el libro de los Hechos para "guardianes" es episkopos (Epi = sobre; Skopos = ver. Es el equivalente de "supervisores" (Supra = más, Visión = ver).

"El asalariado, que no es el pastor ni el propietario de las ovejas, viendo venir al lobo, deja las ovejas y huye, y el lobo ataca y las dispersa, porque es un asalariado y no le importan las ovejas." (Juan 10, 12-13).

Los pastores de la Iglesia son supervisores, no trabajadores asalariados. Deben vigilar, ver más allá y no huir, o mirar para otro lado como si no le importaran sus feligreses. Tienen que salir en su defensa ante los lobos.

Responsables ante Dios 

"Obedeced a vuestros jefes y sedles sumisos, porque ellos cuidan de vuestras vidas, de las cuales deberán dar cuenta, para que lo hagan con alegría y no con lágrimas, lo que no os beneficiaría nada."(Hebreos 13,17).

Este versículo del libro de Hechos es un tanto duro, tanto para los feligreses como para los sacerdotes. A los primeros, les insta a someterse a sus líderes, mientras que advierte a los segundos que rendirán cuenta ante Dios. 

Esta es una de las razones por las que los sacerdotes son llamados a ser supervisores por Dios. Nadie en su sano juicio se ofrecería voluntario para tal rendición de cuentas.

Dejemos que el sacerdote sea consciente de ello y ore diariamente por su rebaño y que busque cumplir la voluntad de Dios. Es su responsabilidad

Servidores generosos

Los sacerdotes guían al pueblo de Dios sirviendo, no siendo servidos ni tampoco actuando como dictadores.

Jesús dijo: "¿quién es más grande, el que se sienta a la mesa o el que sirve? ¿No es el que se sienta a la mesa? Pues bien, yo estoy en medio de vosotros como el que sirve." (Lucas 22,27).

En el versículo 26 dice: "
Entre vosotros no ha de ser así, sino que el mayor entre vosotros será como el más joven, y el que mande como el que sirve."

"Apacentad el rebaño que Dios os ha confiado y cuidad de él no a la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere; no por una vil ganancia, sino con generosidad; no como dictadores, sino como modelos para el rebaño."(1 Pedro 5, 2-3).

De la misma manera que la Escritura enseña que una esposa debe someterse a su esposo, pero él mismo debe servirla y "darse por ella" (Efesios 5, 22-29) en lugar de dominarla, nos enseña que los presbíteros son supervisores de la comunidad, y ésta debe someterse a ellos, pero ellos mismos deben servir al pueblo, no como si fueran sus amos.

El esposo o el sacerdote que juega el papel de "jefe" ("¡Dios me puso a cargo!") está pecando seriamente y está maltratando a aquellos a quienes debe servir.

Pablo dijo: "Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo, el Señor; nosotros somos vuestros siervos por amor de Jesús."(2 Corintios 4, 5). El sacerdote no es enviado a proclamar su filosofía, sus opiniones o sus teorías. Él debe proclamar a Jesús. Es enviado para servir al pueblo del Señor, pero es "por el amor de Jesús". Eso significa que el sacerdote no recibe órdenes del pueblo de Dios sobre cómo servirle sino que recibe órdenes del Señor sobre cómo servir al pueblo de Dios.