¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.
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miércoles, 30 de noviembre de 2016

CONFLICTOS DENTRO DE UNA COMUNIDAD CRISTIANA


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En el ámbito de las relaciones personales existen, a menudo, gran cantidad de conflictos. Y la Iglesia, que está formada por personas que se relacionan, no es una excepción.

Las causas fundamentales son:

1. No todas las personas pertenecientes a la iglesia, lamentablemente, están capacitadas para el liderazgo o, bien, no tienen las habilidades adecuadas para relacionarse con éxito, es decir, carecen de carisma y/o talento. 

2. Es un hecho cierto que algunos sacerdotes tienen una sólida formación teológica pero carecen de habilidades de liderazgo (coaching), y no son capaces de gestionar grupos, ni de delegar en otros o ni de formar a otros para liderar.

3. A menudo, los sacerdotes, los coordinadores o líderes de las áreas pastorales no eligen su propio equipo sino que o lo heredan o les es impuesto. 

4. No existe química entre las personas que componen el grupo. Ni intención de que la haya.

5. Las prioridades no son comunes, ya sean en sentido vertical (sacerdote-miembros) u horizontal (miembros-miembros). Unos piensan unas cosas y otros, las contrarias.

6. Existen celos y envidias. Para algunas personas no es fácil aceptar que otros estén más capacitados que ellos o sencillamente, albergan celos de otros por creerse más aptos o por llevar más tiempo en la comunidad.

7. Existe una clara insubordinación. Con demasiada frecuencia, muchas personas creen tener una varita mágica que les otorga la capacidad de resolverlo todo y son incapaces de subordinarse o de obedecer.

8. Se establecen grupos estufas, grupos de intereses (lobbies) o alianzas entre algunos sectores de la comunidad (estado civil, pertenencia a grupos o movimientos, etc.) que no son nada saludables porque buscan bien su comodidad o bien su pertenencia a un grupo reducido en el que ansían siempre salirse con la suya, generando malestar y divisiones internas dentro de la comunidad.

9. La comunicación es pobre o inexistente. El sacerdote elige un camino pero no lo transmite o no es entendido. Las personas evitan relacionarse entre sí salvo cuando es inevitable en la misa dominical.

10. Existen diferentes niveles de compromiso o trabajo. Unos están están para casi todo; otros están para casi nada. Todos se consideran imprescindibles y es cuando aparece el resentimiento y las disputas entre ellos.

11. No existe caridad. Las personas se culpan unos a otros. Evidentemente, tales acciones son nefastas para las relaciones dentro del pueblo de Dios, donde debe imperar el amor y la misericordia. Destruyen la comunidad en lugar de construirla.

12. Las ideas o soluciones aportadas por otros se frustran o deniegan. A veces, en los consejos parroquiales se oye pero no se escucha. El consenso brilla por su ausencia.

13. No existe agradecimiento. El aspecto clave en la iglesia es la unidad  y la mejor manera de eliminarla pasa por no ser agradecidos.












lunes, 19 de septiembre de 2016

¿QUÉ LE GUSTA A SATANÁS?

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Los cristianos no debemos mantener nuestra atención constantemente en el hecho de que Satanás esté detrás de todo lo malo, sino concentrar nuestra mirada en Jesús y animar a otros a seguirlo.

Sin embargo, somos conscientes de que Satanás quiere destruir la iglesia de Cristo aunque es un ser limitado y la iglesia de Dios prevalecerá. Las puertas del infierno no pueden superar lo que Dios creó, pero Satanás sin duda pretende entorpecer e interrumpir nuestra labor y el trabajo de los que aman a Dios.

Por ello, debemos tener claras algunas estrategias que Satanás utiliza para destruir una iglesia:

Crear conflictos

Le gusta crear conflictos y luchas dentro y fuera de la iglesia. Él se regocija cuando los cristianos discuten y se enfrentan, sobre cosas triviales o sobre asuntos importantes.

Tirar la toalla

Le gusta desanimar tanto a los laicos como a los sacerdotes. Si es capaz de hacerles sentir que ya no son necesarios, que su trabajo no es apreciado o que ya no tienen nada que ofrecer, les "quema" para ganar la batalla. El se regodea al difundir desánimo y apatía.

Propagar rumores

Le gusta sembrar rumores o críticas sobre alguien en la comunidad, a veces incluso sobre el sacerdote, y ver cómo se propagan rápidamente. Por lo general, el rumor es más grande que la realidad. A Satanás le gusta agitar la discordia

Llenarnos de actividades

Le gusta distraer con una gran cantidad de actividades, que producen pocos resultados, pero que la gente sienta que han hecho algo. Le gustan los programas, las actividades, los calendarios cargados para mantener a la gente ocupada para desviarles de la misión de Cristo.

Esconder mentiras

Le gustan las "medias verdades" para dividir. Por supuesto, todos sabemos que las media s verdades son una versión de la mentira, pero Satanás es lo suficientemente inteligente como para ocultar una mentira de manera que algunos falsos maestros entren y hagan mucho daño, antes de ser descubiertos. 

Montar escándalos

Le gusta cuando la iglesia se convierte en noticia escandalosa. Y ésta consigue dividir o destruir la iglesia, mejor. Quiere destruir su reputación, su buena fe y su verdadera labor.

Dividir familias

Le gusta destruir cualquier relación, pero sobre todo, el matrimonio y la familia. Le gusta animar a los niños a no ir a la iglesia o que la fe sea un motivo de enfrentamiento entre los miembros de una familia. Sabe que si puede destruir la familia, tiene más probabilidades de destruir la iglesia.


miércoles, 9 de septiembre de 2015

ENFRENTAMIENTOS “CUERPO A CUERPO”







Los enfrentamientos son una práctica muy común en nuestros días; sobre todo cuando personas quieren poner en cuestión nuestra fe y nos atacan o se mofan.

Por ello, precisamos saber encontrar el enfoque correcto, las palabras adecuadas, y saber cuándo y cómo utilizar el apropiado ante una situación de gran hostilidad. Usando una analogía de golf, es como saber qué palo utilizar en cada parte del hoyo.

Por supuesto, el enfrentamiento no es siempre el camino correcto. Ahora bien, cuando el enfrentamiento es inevitable y/o necesario, ¿cómo debemos actuar? En la Biblia, el rey David nos exhorta a utilizar la ORACIÓN como el medio infalible en un enfrentamiento (Salmos 5, 2-4).

La respuesta es PEDIRLE A DIOS QUE INTERVENGA. La oración es una parte importante de nuestra respuesta a las "fuerzas destructivas" y nada es imposible para Dios, que siempre responde a nuestras oraciones.

Habitualmente, tenemos tendencia a callar, a huir, a alejarnos del enfrentamiento, de la confrontación. Pero el mal debe ser enfrentado. Los cristianos no estamos llamados a huir, pero tampoco a dejarnos abrumar. El apóstol San Pablo nos da las claves de la enseñanza de Jesucristo de DERROTAR AL MAL CON EL BIEN (Romanos 12).

Oración y acción van de la mano, y tenemos que hacer las dos cosas. Jesús, maestro en enfrentamientos cuerpo a cuerpo, nunca rehuyó el enfrentamiento sino que desafió a quienes le inquirían con amor.

Muchos conflictos podrían evitarse si la gente hablara entre sí desde el amor, en lugar de sólo hablar el uno del otro desde el rencor.

Tenemos que tener cuidado de no saltar con conclusiones apresuradas sobre personas sin fe, sobre otros cristianos o sobre otras iglesias. No debemos atacar verbalmente ni discutir sus ideas. Afirmemos nuestra fe, sin contradecir su falta de fe.

No se trata de vencer, sino convencer con nuestras palabras y obras. 

La defensa de nuestra fe (Apologética) debe siempre estar instalada en el amor y la paz, la exposición pacífica y razonada de argumentos, de datos, de testimonios, de experiencias vitales.

En ningún caso, tiene como misión atacar los principios de nadie. Nos defendemos de los ataques que recibimos y exponemos nuestra fe y nuestros principios morales. Reclamamos libertad para hacerlo y libertad para que los que quieran unirse a nuestra comunidad católica puedan hacerlo, pero ni obliga a nadie ni tiene como objetivo desprestigiar las creencias de los demás.