¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.
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jueves, 9 de julio de 2020

SOBRE LAS APARICIONES DE LA BLANCA DAMA


"Jesús, al ver a su madre 
y junto a ella al discípulo al que amaba, 
dijo a su madre: 
'Mujer, ahí tienes a tu hijo'. 
Luego, dijo al discípulo: 
'Ahí tienes a tu madre'. 
Y desde aquella hora, 
el discípulo la recibió como algo propio".
(Jn 19, 26-27)

El Cielo es armónico, inmutable y coherente. No cambia de opinión. Su mensaje a los hombres es siempre el mismo: nos llama a la conversión y a la perseverancia. Nos invita a una vida interior de oración y ayuno, a una vida eucarística y sacramental, de penitencia, reparación y consagración a Su Inmaculado Corazón, a una vida apostólica de testimonio y coherencia con el Evangelio.

Desde que Cristo, en la cruz, se dirigió a su Madre María diciendo "Mujer, ahí tienes a tu hijo", han sido innumerables las apariciones, revelaciones o manifestaciones de la Virgen al pueblo de Dios. Jesucristo, Señor de la Historia, ha dado a su Madre, la Blanca Dama, un papel protagonista en su plan salvífico, y a nosotros, el mandato de recibirla como algo propio.

Tras la Ascensión de nuestro Señor a los cielos, se inicia el Apocalipsis de San Juan y el fin de los tiempos. Por ello, el cielo clama a los hombres, invitándonos a mirar a Dios.

Las apariciones de la Blanca Dama tienen un finalidad espiritual que nos exhorta a discernir los signos de los tiempos y a comprender la voluntad de Dios, pero desgraciadamente, el hombre sigue sin escuchar.

Hasta el siglo XIII las apariciones de la Bella Señora tuvieron una fácil aceptación por la Iglesia Católica. Sin embargo, desde entonces, la Iglesia ha reconocido muy pocas, acentuando una posición negativista de las manifestaciones, que considera tan sólo "revelaciones privadas" y que trata con sumo cuidado y reserva, dejando a los fieles la libertad de creer en ellas o no.

Con independencia de la posición "cautelar" de la Iglesia Católica, basada en que la revelación de Dios ha quedado cerrada con la muerte del último de los apóstoles ("revelación pública") y por tanto, cualquier revelación posterior y privada no puede añadir nada a lo ya revelado, y por supuesto, no constituye dogma de fe, nuestra Madre sigue bajando del cielo para guiarnos.

No en vano, desde el inicio de la Edad Contemporánea con la Revolución Francesa (1789), la Virgen María se ha estado apareciendo de manera diferente a como lo había hecho hasta entonces. 

Pero sobre todo, desde hace dos siglos, la Santísima Virgen ha bajado del Cielo en múltiples ocasiones y a menudo, no tanto para comunicar aspectos particulares o personales, sino para transmitir mensajes a todos sus hijos, a toda la humanidad. 

La Blanca Dama se nos está “apareciendo” a todos nosotros. Nos avisa de que el tiempo llega a su fin y:

"Para que veamos y entendamos"

"Por eso les hablo en parábolas, 
porque viendo no ven, 
y oyendo no oyen ni entienden" 
(Mt 13,13)
El 19 de septiembre de 1846, en una montaña alpina al sudoeste de Francia, la Virgen se aparece en La Salette a dos pastores: Melanie , de 15 años y Maximin, de 11 años. Y lo hace llorando por la impiedad y la blasfemia reinante en el mundo.

La Bella Señora viene a la tierra para darnos un claro mensaje a toda la humanidad: "que veamos y entendamos". Nos avisa de que la Iglesia sufrirá persecución, nos advierte del nacimiento del Anticristo, nos previene de que si los hombres no cambiamos, vendrán castigos, y nos apremia a "escuchad lo que nos dice y ponerlo en práctica" (Lc 6,46, 8,21, 11,28, Stg 1,25-27).

Pero antes de hablar y llamarnos a la penitencia, a la oración, a la Eucaristía y a la obediencia a las leyes de Dios, nuestra Madre y Señora aparece en La Salette envuelta en una gran luz y se comunica con nosotros a través de señales y signos externos:

-Su rostro irradia la luz de la resurrección y la gracia, como la luz del sol.
-Sus vestiduras blancas, como las Su Hijo en la Transfiguración, resplandecen su gloria.
-El brillante crucifijo sobre su pecho la acredita en la misión que recibió al pie de la cruz. 
-El martillo y las tenazas a los lados del crucifijo nos recuerdan los instrumentos de la Pasión. 
-La cadena que cae de sus hombros es el símbolo de nuestro pecado y de nuestra maldad. 
-Los bordes de su chal rubí tienen rosas de muchos colores que nos recuerda al Santo Rosario. 
-Su delantal dorado nos muestra su divinidad y su santidad.
-Su cabeza, su cintura y sus pies están rodeados de rosas.

La Bella Señora les revela a cada uno de los dos pastores un secreto:

-A Maximin le dice que el Papa será perseguido. Y su sucesor será uno que nadie se espera. Le dice que sucederá en el próximo siglo, lo más tarde en los años dos mil. Además, que un gran país del norte de Europa, hoy protestante, se convertirá. Pero que antes de que todo esto suceda, habrá grandes desórdenes en la Iglesia y también, fuera de ella.

-A Mélanie le advierte sobre la terrible consagración de algunos sacerdotes y monjas al mal, y que, al final, en la tierra reinará el infierno. El anticristo nacerá de una religiosa, pero ¡ay de ella! Varias personas le creerán porque les dirá que viene del Cielo, pero ¡ay de aquellos que le creerán! No está lejos el tiempo, no pasarán dos veces cincuenta años.

Y posteriormente, Maximin y Mélanie serán perseguidos, hostigados y calumniados. Algo habitual que les sucede a todos a quienes la Virgen se les ha aparecido.

Además, la Virgen María nos remarca la urgencia de nuestra dimensión misionera cristiana para comunicar al mundo el amor misericordioso y la paz de Dios. Cristo ha creado y establecido nuevas condiciones de vida, nos ha reconciliado con Dios, que es rico en misericordia, y con el prójimo, que es digno hijo de Dios. Por eso, como cristianos, toda nuestra existencia debe estar encaminada a proclamar que Cristo está presente en nuestras vidas, y que con Él, debemos buscar la reconciliación en este mundo dividido y ofrecer Su paz a todos los hombres. 

La Blanca Dama dirige una apremiante llamada a la tierra: "Llamo a los verdaderos discípulos del Dios que vive y reina en los cielos; llamo a los verdaderos imitadores de Cristo hecho Hombre, el único y verdadero Salvador de los hombres; llamo a mis hijos, a mis verdaderos devotos, a los que se me han consagrado a fin de que los conduzca a mi divino Hijo, los que llevo, por decirlo así , en mis brazos, los que han vivido de mi espíritu; finalmente llamo a los apóstoles de los últimos tiempos, los fieles discípulos de Jesucristo que han vivido en el menosprecio del mundo y de sí mismos, en la pobreza y en la humildad, en el desprecio y en el silencio, en la oración y en la mortificación, en la castidad y en la unión con Dios, en el sufrimiento y desconocidos del mundo. 

Ya es hora que salgan a iluminar la tierra. Id y mostraos como mis hijos queridos, Yo estoy con vosotros y en vosotros con tal que vuestra fe sea la luz que os ilumine en esos días de infortunio. Que vuestro celo os haga hambrientos de la gloria de Dios y de la honra de Jesucristo. Pelead, hijos de la luz, vosotros, pequeño número que ahí veis; pues he aquí el tiempo de los tiempos, el fin de los fines."

La Bella Señora es la llave capaz de abrirnos todas las cerraduras de las cadenas del pecado. Es la puerta del cielo por la que dejamos atrás nuestros egoísmos, nuestros orgullos, nuestras rivalidades, nuestros miedos y encontrar la plenitud de paz, amor y alegría.

"Para que nos convirtamos" 

"Convertíos y creed en el Evangelio" 
(Mc 1,15)
Entre el 11 de febrero de 1858 la Virgen María se aparece en Lourdes a Bernadette, una pastorcilla inculta y enferma de asma, quien fue testigo del milagro de la fuente de agua, que brotó inesperadamente junto al lugar de las apariciones. Desde entonces, Lourdes es un lugar de peregrinación y de innumerables milagros de sanación física y psíquica.

La llamada a la sanación del cuerpo, a la curación del alma, a la conversión del corazón está siempre en el centro de todas las apariciones marianas. La Bella Señora nos llama a la conversión con urgencia. Por su inmenso amor a nosotros, se preocupa por nuestra indiferencia religiosa y por nuestros pecados, pero también por nuestras problemas y heridas.

La Blanca Dama nos recuerda que el Reino de Dios está cerca. Nos implora que retornemos a Cristo, que nos convirtamos a Dios. Nos llama a buscar primero el reino de Dios y su justicia (Mt 6,33) y a proclamar el Evangelio

Ese camino de conversión y sanación se recorre en tres etapas (Mt 6,5; Mc 14,32; Lc 18,1; Jn 17):
  1. Vida interior. La Virgen Santísima nos exhorta a llevar una vida interior profunda, a orar con perseverancia y diariamente, mañana y tarde. Velad y orad (Mt 26,41).A imitación de Su Hijo y como discípulos suyos, nos pide mantenernos en la oración y en la alabanza a Dios (Hch 2,42), ofrecernos a nosotros mismos como hostia viva, santa y grata a Dios (Rom 12,1), dar testimonio de Cristo en todo lugar y razón de la esperanza que tenemos en la vida eterna (1P 3,15). (Conc Vat II, LG, 10).
  2. Vida eucarística. La Blanca Dama nos invita a la participación comunitaria en la celebración de la Eucaristía como una necesidad vital para el cristiano. La Palabra de Dios nutre nuestra fe, el contacto con Cristo en la fracción del pan para un nuevo mundo es fuente de dinamismo, la comunión con su Cuerpo entregado por nosotros y su Sangre derramada nos recuerda que debemos estar listos para dar nuestras vidas por otros y entonces hacernos partícipes, siendo fortalecidos en su Espíritu. En la celebración de la Eucaristía, comprendemos y anunciamos que el reino de Dios está realmente presente entre nosotros, sostenido por Jesucristo y es necesario que seamos sus testigos coherentes en nuestra vida cotidiana, a través de nuestra conducta individual y como miembros de la sociedad. La necesidad eucarística entonces es fuente de esperanza y de gozo que nadie nos podrá quitar (Lc 21,14; Jn 13,1, 20,19-26).
  3. Vida coherente. Los cristianos no podemos tener una doble vida: una, dentro de la Iglesia, cuando somos cristianos y otra, fuera, cuando no lo somos. El ejemplo de Jesús y de nuestra madre, la Virgen María con sus "Hágase tu voluntad" incondicionales, nos mueven a  imitarles y así, llevar una vida coherente como cristianos. Sólo así podremos cambiar el mundo. Ambos nos enseñan el camino. Nos abren las puertas de cielo de par en par. No podemos vivir indiferentes o como animales que buscan su propia satisfacción. Nuestra vida, nuestro ser y nuestros bienes deben estar dispuestos para hacer la voluntad del Padre.
"Para revelarse a los pequeños"

"Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, 
porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, 
y se las has revelado a los pequeños" 
(Mt 11,25)
El 13 de julio de 1917, la Virgen María, precedida un año antes por un ángel, bajó de los cielos a Cova de Iria, una aldea cercana a Fátima, y de forma idéntica a su aparición en La Salette, aparece "brillando como el sol y de una inmensa belleza", vestida de blanco y cubierta por un manto con bordes dorados. Se dirige a tres pequeños pastorcillos: Lucia, de 10 años, que veía, escuchaba y hablaba con la Virgen; Jacinta, de 6 años, que sólo la veía y oía, pero no hablaba con ella; y a Francisco, de 9 años, que sólo la veía, pero ni la oía ni la hablaba. 

La Virgen Blanca se aparece a los pequeños y habla el idioma de su pueblo, de la gente humilde y llana, como Ella, utilizando como su Hijo, escenas y usos comunes de su vida, y mostrándonos su mensaje poco a poco. A los pastorcillos de Fátima les enseña la devoción por el Santo Rosario y les cuenta tres secretos:
  1. Infierno. Les muestra una imagen durísima y espantosa, el infierno, aunque aliviada por Su promesa de que los tres irían al cielo. A Jacinta y Francisca les dice que morirán pronto, mientras que Lucia vivirá 97 años.
  2. Guerra/Rusia. Les da la noticia del fin de la Primera Guerra Mundial (como ocurrió dos años después), pero que se avecinaba una nueva gran guerra si el hombre sigue ofendiendo a Dios: la Segunda Guerra Mundial. Les habla de que Rusia se consagre a su Inmaculado corazón o surgirá como potencia del mal, persiguiendo a la Iglesia y expandiendo "sus errores" (el comunismo) llevando el dolor y el terror por toda la tierraPara aquellas tres pobres y analfabetas criaturas, era la primera vez que oían la palabra “Rusia” y pensaron que debía tratarse de una mujer muy mala, o de una borriquilla que conocían que se llamaba “Rusa”.
  3. Papa. Les muestra a un Papa y a otros miembros de la Iglesia asesinados por soldados que les disparaban balas y flechas (como así ocurrió, con el intento de asesinato de Juan Pablo II).
Finalmente, el 13 de octubre de 1917 la Virgen realiza el "Milagro del sol", presenciado por unas 70.000 personas.

María nos enseña a descubrir a través de los eventos cotidianos y las situaciones de nuestra vida, la presencia discreta de Dios, quién "hace maravillas", quien "es fiel a sus promesas", quien "recuerda su amor a su pueblo" y quien "esconde estas cosas a los sabios y entendidos, y se las revela a los pequeños". 

La Virgen Inmaculada nos insiste en la Consagración a su Sagrado Corazón para que, con su inestimable ayuda, alcancemos el cielo. Dice San Luis María Grignon de Monfort en su Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen, que "María es el camino más corto y más perfecto para llegar a Jesús".

A estos tres pequeños pastorcillos casi nadie les creyó, pero la noticia se esparció rápidamente. Los tres también fueron objeto de maltrato, asedio y persecución. 

Quizás por ello, el mensaje del cielo encontrará muchas veces reticencias entre los que tienen la autoridad y el poder: el de La Salette permanecerá escondido durante más de 170 años en las estanterías polvorientas del Vaticano, el de Fátima será obviado por el Papa de entonces, y el de Garabandal y Medjugorje, serán ocultados también.

"Para purificar a la Iglesia"

"Muchos serán limpiados, blanqueados y purificados; 
los malvados seguirán en su maldad, 
sin que ninguno de los malvados entienda; 
los maestros comprenderán.
Desde que supriman el sacrificio cotidiano 
y coloquen la abominación de la desolación, 
pasarán mil doscientos noventa días."
(Dn 12,10-11)
El 2 de julio de 1961 la Virgen María se apareció, precedida también del Arcángel San Miguel, en una aldea cántabra en plenos Picos de Europa, en San Sebastián de Garabandal, a cuatro niñas: Conchita, Mari Cruz, Jacinta y Mari Loli.

Como en la Salette, la Hermosa Señora, con gran tristeza, comunica a las niñas de Garabandal un secreto sobre la Iglesia que debía desvelarse a su tiempo. 

La Virgen siempre está pendiente de sus hijos. No señala a nadie en la Iglesia de Su Hijo, sino que advierte con dureza y claridad (como hizo Jesús en las cartas a las 7 Iglesias del Apocalipsis) de los peligros que se ciernen sobre su Cuerpo Místico. Son palabras duras pero ciertas.

Les dice que muchos sacerdotes, ministros de Su Hijo, obispos e incluso cardenales llevan una mala vida, que han descuidado la oración y la penitencia, y el demonio ha oscurecido sus inteligencias, que se han convertido en estrellas errantes que el viejo diablo arrastrará con su cola para hacerlos perecer.  

Les acusa de infieles, irreverentes e impíos al celebrar los santos misterios, de que aman el dinero, los honores y los placeres, y dice que son "cloacas de impureza" que crucifican de nuevo a su Hijo. 

Y avisa de que esos pecados de las personas consagradas a Dios claman al cielo y piden venganza, y que la venganza está a las puertas: Dios va a castigar de una manera sin precedentes. ¡Ay de los habitantes de la tierra! Dios va a derramar su cólera y nadie podrá sustraerse a tantos males juntos. 

También habla sobre la sociedad en general. Les dice que Dios permite a la antigua serpiente divida a los gobernantes, a las personas y a las familias provocando penas físicas y morales. Por eso, Dios abandonará a los hombres a si mismos y enviará castigos que se sucederán durante más de treinta y cinco años.

Les habla también sobre los espíritus de las tinieblas que extenderán por todas partes un relajamiento universal en todo lo relativo al servicio de Dios y obtendrán un poder extraordinario sobre la naturaleza: habrá iglesias para servir a esos espíritus, incluso sacerdotes que no seguirán el buen espíritu del Evangelio: humildad, caridad y celo por la gloria de Dios.

Habrá por todas partes prodigios extraordinarios, porque la verdadera fe se ha extinguido y la falsa luz alumbra al mundo. ¡Ay de los príncipes de la Iglesia que se hayan dedicado únicamente a amontonar riquezas, a poner a salvo su autoridad y a dominar con orgullo!

Las personas, por orgullo individualista, querrán guiarse por sí mismos y ser superiores a sus semejantes. El Papa sufrirá mucho pero la Virgen estará con él hasta el fin. Los malvados atentarán muchas veces contra su vida, sin poder poner fin a sus días.

Los gobernantes civiles tendrán todos un mismo plan, que será abolir y hacer desaparecer todo principio religioso, para dar lugar al materialismo, al ateísmo, al espiritismo y a toda clase de vicios.

Los conventos se corromperán porque el demonio se hará el rey de los corazones y usará de toda su malicia para introducir en la órdenes religiosas a personas entregadas al pecado, pues los desórdenes y el amor de los placeres carnales se extenderán por toda la tierra.

Los justos sufrirán mucho. Nos vuelve a pedir el suave incienso que sube hasta el trono de Dios: oración, penitencia y lágrimas, junto con peticiones de perdón, misericordia y de su ayuda e intercesión. Entonces Jesucristo, por un acto de justicia y de su gran misericordia con los justos, mandará a sus ángeles para que mueran todos sus enemigos. 

De golpe los perseguidores de la Iglesia de Jesucristo y todos los hombres dados al pecado perecerán y la tierra quedará como un desierto. Entonces se hará la paz, la reconciliación de Dios con los hombres; Jesucristo será servido, adorado y glorificado; la caridad florecerá en todas partes. Los nuevos reyes serán el brazo derecho de la Santa Iglesia, que será fuerte, humilde, piadosa, pobre, celosa e imitadora de las virtudes de Jesucristo. 

El Evangelio será predicado por todas partes y los hombres harán grandes progresos en la fe, porque habrá unidad entre los obreros de Jesucristo, y los hombres vivirán en el temor de Dios. Esta paz entre los hombres no será larga: 25 años de abundantes cosechas les harán olvidar que los pecados de los hombres son la causa de todos los males que suceden en la tierra.

"Para que nos reconciliemos"

"Bienaventurados los que trabajan por la paz, 
porque ellos serán llamados hijos de Dios"
 (Mt 5,9)
El 24 de junio de 1981, por la tardeuna figura femenina subida en una nube encima de un árbol del monte Podbrdo, en Medjugorje, aldea de Bosnia y Herzegovina (antigua Yugoslavia comunista y atea), se aparece a dos jóvenes croatas: Ivanka, de 15 años y Mirjana, de 16 años. 

Asustadas, huyen corriendo y regresan al pueblo. Poco después, alrededor de las seis y media de la tarde, deciden regresar a la colina acompañados por Vicka de 17 años, prima de Ivanka y vuelven a ver la figura femenina con un niño en sus brazos nuevamente, y ahora sí la identifican como "La Gospa", la Virgen María en croata.

Al día siguiente, deciden volver al monte, esta vez, acompañadas por Marja, de 16 años la prima de  Mirjana, Jakov de 10 años y con Ivan de 16 años que había subido por otro camino. La Gospa se aparece nuevamente a todo el grupo y tiene un breve diálogo con Ivanka sobre su madre, que había muerto unos meses antes. 

El grupo de los seis videntes queda así definitivamente constituido y a partir de entonces, los seis jóvenes suben a diario a ver y a hablar con la Gospa.

La noticia de las apariciones en Medjugorje comienza a extenderse por toda la zona y cuatro días después, se produce un hecho insólito para un país comunista: 10.000 personas asisten a la aparición nocturna de la Virgen, lo que provoca gran irritación en la policía y en las autoridades yugoslavas que intentan evitar que los seis jóvenes se acerquen al monte de las apariciones y lo cierran al público, pero la Virgen se les sigue apareciendo allí dondequiera que les llevan y a diario. 

Les arrestan en muchas ocasiones y les someten a numerosas pruebas, exámenes psiquiátricos e interrogatorios (unos 17 en total) con idéntico resultado final: los niños están perfectamente cuerdos y sanos.

Diecisiete meses después del comienzo de las apariciones, es tal la avalancha de personas, curiosos y peregrinos que afirman ver signos y figuras luminosas en el cielo, de científicos y teólogos interesándose por el fenómeno que las autoridades deciden no obstaculizar el flujo de peregrinos o impedir las actividades de los videntes.

En Medjugorje, las apariciones adquieren algunas variantes en relación a otros lugares: la Virgen se aparece a diario y en distintos sitios, y a partir de un determinado momento, los jóvenes comienzan a tener visiones "personalizadas", revelaciones individuales y por separado, ya sean diarias, mensuales o anuales, allí donde se encuentra cada uno de ellos.

Casi tres años después de la primera aparición, a partir del 1 de marzo de 1984, los videntes comienzan a difundir mensajes al mundo por mandato de la Gospa. Uno de ellos se refiere a la hostilidad del obispo de la zona que niega cualquier sentido sobrenatural a cuanto allí acontece.

La Virgen María invita a los seis jóvenes a rezar por la paz, pues se avecina una guerra cruel y terrible sobre su pueblo. La Reina de la Paz no viene a anunciarnos castigos y calamidades ni con amenazas o intimidaciones. Viene a nosotros, sumisa, humilde y en comunión con Dios. 

Su principal mensaje es de paz y esperanza (Ef 2, 17-18), fruto del Evangelio vivido y meditado en Su corazón. Viene con dolor y pena porque, con demasiada frecuencia, olvidamos a Dios y nos alejamos de Él.

La Blanca Dama nos da cinco instrumentos o "piedras" para alcanzar la paz en el mundo:
  1. Oración humilde y con el corazón, especialmente el Rosario todos los días.
  2. Ayuno los miércoles y viernes. Si no se puede, ofrecer esos días algo a la Gospa. 
  3. Lectura diaria de la Palabra de Dios.
  4. Confesión al menos una vez al mes.
  5. Eucaristía, preferiblemente, diaria
Según los mensajes difundidos por los videntes, si se respetaran los cinco preceptos indicados anteriormente, la Virgen María promete su intercesión y también favorecería la conversión personal.

Sin duda, la Virgen no revela nada nuevo pero nos recuerda constantemente la voluntad de Diosnos exhorta a la conversión, a la reconciliación con Dios (2 Corintios 5, 18; Mateo 5,23) y con los hombres.

Nos anima a mantenernos firmes en la fe, a confiar y perseverar en Dios y sus promesas (Marcos 11,24). El mensaje del Cielo es el mismo siempre. Y nosotros también, porque ¿Escuchamos a nuestra Madre? ¿Escuchamos a Dios?

La Gospa nos hace una llamada urgente a que reconozcamos los peligros a los que nos enfrentamos por causa de la rebelión y de la corrupción pecaminosa del hombre (Mt 6,19; Lc 12,13; Stg 5,3), a que abramos nuestro corazón y recemos por la salvación que nos ofrece su Hijo Jesucristo.

La Virgen María ha revelado a los videntes diez secretos, al igual que en Fátima, sobre sucesos futuros y que se darán a conocer al mundo entero tres días antes de que ocurran. Uno de los secretos será una señal permanente y visible en la colina de las apariciones.

Para concluir y siguiendo nuestra obediencia a la Iglesia pero, sobre todo, a Dios, las apariciones marianas junto a las revelaciones privadas son de una fuente estimable de ayuda para todos nosotros, en la medida en que nos motivan a vivir una vida coherente con nuestra fe y nos muestran con claridad la voluntad de Dios. 

Todos los mensajes de todas las apariciones de la Virgen María tienen los mismos elementos clave:
Vida interior de oración y ayuno
Vida eucarística y sacramental 
Vida de penitencia y reparación 
Vida evangélica y servicio
Consagración a Su Inmaculado Corazón

Debemos recordar que ya sea "Nuestra Señora de la Salette", "Nuestra Señora de Lourdes", "Nuestra Señora de Fátima", "Nuestra Señora de Garabandal" o "Nuestra Señora de Medjugorje", todas son María, Madre de Dios y Madre nuestra.

El tiempo se está agotando. La situación global se deteriora día a día, segundo a segundo. La impiedad y la maldad se han apoderado del mundo. Nunca, en la historia de la Humanidad, el mundo entero se había acercado tanto a la abominación, la desolación y la autodestrucción como ahora. Satanás sabe que le queda poco tiempo. El cielo clama justicia.

Todo lo que ha sido predicho por la Virgen María se está cumpliendo. Nuestra querida Madre está intentando prepararnos para soportar lo que ha de venir.

Y ¿nosotros? ¿Escuchamos lo que Nuestra Madre nos dice? ¿Hacemos lo que nos pide? 

"Madre que nos miras desde el cielo
Guía nuestros pasos sin cesar
Intercede ante Dios por nuestro pueblo
Ilumina nuestra comunidad

Virgen María, protectora nuestra
En ti confiamos, ayúdanos
Te damos gracias por tu amor
Madre querida
Madre del cielo
Madre de Dios

Madre tú qué esperas que cambiemos
que entendamos que el amor es la verdad
Y que juntos, caminemos hacia el padre
Trabajando en paz y armonía fraternal
derrama tu gracia sobre este mundo sordo
para que volvamos la mirada al cielo."

Apariciones aprobadas por la Iglesia Católica - "CONSTAT"
Nuestra Señora de Guadalupe (1531, San Juan Diego Cuauhtlatoatzin)
Nuestra Señora de Šiluva (1608)
Nuestra Señora de Laus (1664–1718)
Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa (1830, Santa Catalina Laboure)
Nuestra Señora de la Salette (1846, Mélanie Calvat y Maximin Giraud)
Nuestra Señora de Lourdes (1858, Santa Bernadette Soubirous)
Nuestra Señora de Pontmain (1871)
Nuestra Señora de Gietrzwald (1877)
Nuestra Señora de Knock (1879)
Nuestra Señora de Fátima (1917, San Francisco Marto, Santa Jacinta Marto y Lucía dos Santos)
Nuestra Señora de Beauraing (1932–1933, Fernande, Albert y Gilberte Voisin, Andrée y Gilberte Degeimbre)
Nuestra Señora de Banneux (1933, Mariette Beco)

Apariciones por determinar - "NON CONSTAT"
Nuestra Señora de Medjugorje (1981, Bosnia y Herzegovina)
Nuestra Señora de Garabandal (1961, España)

Apariciones declaradas falsas - "CONSTAT DE NON"
Virgen en Ezquioga (España)
Nuestra Señora de Peñablanca (Chile)
Virgen de Bayside (Estados Unidos)
Virgen de Belluno (Italia)
Virgen de Clémery (Francia) 
Virgen del Palmar de Troya (España)

Aprobadas por la Iglesia local ordinaria
Nuestra Señora del Buen Suceso (1594)
Nuestra Señora del Buen Socorro (1856)
Nuestra Señora de las Lágrimas (1932)
Nuestra Señora de la Oración (1947)
Nuestra Señora de Akita (1973)
Nuestra Señora de Cuapa (1980)
Nuestra Señora de Kibeho (1981)
Nuestra Señora del Rosario de San Nicolás (1983)
Nuestra Señora de Betania (1984)

viernes, 1 de septiembre de 2017

LOS APÓSTOLES DE LOS ÚLTIMOS TIEMPOS


"Yo pongo enemistad entre ti y la mujer,
entre tu linaje y el suyo; 
él te aplastará la cabeza 
y tú sólo tocarás su calcañal"
(Génesis 3, 15)


Hoy reflexionaremos sobre el mensaje profético de la Virgen en la Salette y más concretamente, sobre el anuncio de la aparición de los Apóstoles de los Últimos Tiempos y su corroboración en el mensaje de la Virgen en Fátima.

Em La Salette, Nossa Senhora falou como a mãe que quer que seus filhos criem juízoComo todos los mensajes de Nuestra Madre, el secreto de la Salette, dado por la Virgen María a Melanie Calvat, también es una llamada a la conversión de las almas a Jesucristo por medio de su Santísima Madre la Virgen María, y a la esperanza, en lugar de una visión apocalíptica del mundo que nos conduzca al temor y a la desesperación.

Aunque la Virgen nos expresa su desconsuelo por la impiedad del mundo, nos insta, fundamentalmente, a dos cosas: a renunciar a la blasfemia y a asistir a la Eucaristía, donde se hace presente Jesucristo. 

Es cierto que predice grandes castigos divinos si la gente no cambia pero promete la misericordia de Dios a los que cambien.

Finalmente, como siempre, la "Bella Señora" nos pide oración, penitencia y proclamación de su mensaje para la conversión del mundo.
Desde el principio de la era mariana, con las apariciones del siglo XIX y principios del XX de la Santísima Virgen, María lanza una llamada a los apóstoles de estos tiempos.

El plan divino de salvación por medio de la Santísima Virgen y la aparición de estos apóstoles de los últimos tiempos, fue proféticamente anunciado a principios del siglo XVIII por Luis María Grignion de Monfort.

La presencia de María Santísima en nuestros tiempos es parte del plan salvífico de Dios, pues comenzó por medio de María, y por medio de Ella debe alcanzar su plenitud. Pero específicamente viene a preparar a la humanidad para el triunfo de su hijo Jesucristo y de Su reino.

Para lograr este propósito, la Santísi
ma Virgen hace un llamado a hombres y mujeres que estén dispuestos a librar, contra Satanás y sus ejércitos del mal, la batalla de los Últimos Tiempos, apóstoles que forman parte de la estirpe de cristianos verdaderos, el linaje de María.

Hijos de la luz

Imagen relacionada

Dos mensajes secretos entregó la Virgen María ese día, 19 de septiembre de 1846, uno a cada niño. 

El entregado a Maximin nunca fue revelado públicamente por el Vaticano.

En el mensaje dado a Mélanie y más tarde, hecho público por el Papa, la Virgen anunció la aparición de los Apóstoles de los Últimos Tiempos, una legión de santos, quien sabe una orden religiosa original o tan sólo meros laicos fieles a la Reina Cielos y Tierra.

Estos combatientes intrépidos serán inspirados por el Espíritu y la Providencia Divinos para combatir y derrotar la iniquidad revolucionaria, la apostasía y la falta de celo por lo Sagrado. 

Nuestra Señora los llama hijos de la Luz, porque combaten las tinieblas del mundo. 

Así dice el Secreto:

"Hago un apremiante llamamiento a la Tierra. 

Llamo a los verdaderos discípulos del Dios vivo que reina en los Cielos. Llamo a los verdaderos imitadores de Jesucristo hecho hombre, el único y verdadero Salvador de los hombres.

Llamo a mis hijos, mis verdaderos devotos, a aquellos que se me han dado para que yo los conduzca a mi divino Hijo, a los que llevo, por así decir, en mis brazos, y que viven de mi espíritu.

En definitiva, llamo a los Apóstoles de los Últimos Tiempos, a los fieles discípulos de Jesucristo que viven en el desprecio del mundo y de sí mismos, en la pobreza y la humildad, en el silencio, la oración, la mortificación, la castidad y la unión con Dios, el sufrimiento y son desconocidos del mundo.

Ha llegado el tiempo para que salgan e iluminen la Tierra. Id y mostrad que sois mis hijos amados. Estoy con vosotros y en vosotros, mientras vuestra fe sea la luz que os ilumina en estos días de desgracias.

Que vuestro celo os haga hambrientos de la gloria y el honor de Jesucristo. Combatid, hijos de luz, pequeños en número, pues ahí está el tiempo de los tiempos, el fin de los fines.

Por su parte, la Virgen, en Fátima, el 13 de octubre de 1917, volvió a incidir sobre el llamamiento a estos apóstoles:

“Yo llamo a todos los verdaderos imitadores de mi Hijo Jesucristo, a todos los verdaderamente cristianos, a los apóstoles de los Últimos Tiempos. El Tiempo de los Tiempos llega y el Fin de los Fines si la humanidad no se convierte y si esta conversión no viene de lo alto, de los dirigentes del mundo y de la Iglesia.”


El calcañar de María


Resultado de imagen de calcañarPara entender con más claridad la función de estos apóstoles, en el libro del Génesis leemos: "Yo pongo enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo; él te aplastará la cabeza y tú sólo tocarás su calcañal" (Génesis 3, 15).

Dios ha puesto una irreconciliable hostilidad entre María y el diablo


Ha puesto enemistades, antipatías y odios secretos entre los verdaderos hijos y servidores de la Santísima Virgen y los hijos y esclavos de Lucifer: no pueden amarse ni entenderse unos a otros.

El talón o calcañar de nuestra Señora al que se hace alusión la Escritura lo constituyen los humildes servidores e hijos que Ella suscitará para luchar por su causa y la de Dios, son los apóstoles de los últimos tiempos.

San Luis Griñón de Montfort, en su Tratado de la Verdadera Devoción, nos muestra las cualidades que tendrían los verdaderos apóstoles y discípulos de los últimos tiempos y dice: 

"Pobres según el mundo, rebajados y humildes delante de todos; hollados y oprimidos como el talón respecto a los demás miembros, pero ricos en gracia de Dios que María distribuirá copiosamente entre ellos; grandes y excelsos en santidad delante del Señor, superiores a los demás por su celo ardoroso, los cuales, apoyados en el socorro divino, en unión con María y humildes cual otro talón, aplastarán al demonio con todas sus huestes y harán triunfar la causa de Jesucristo.” (no. 54).

“Serán hogueras ardientes que propagarán por todas partes el fuego del amor divino…; serán hijos de Leví bien purificados con el fuego de grandes tribulaciones y bien unidos a Dios, portadores de su amor en el corazón, que mantendrán encendido con el incienso de la oración de su espíritu y con la mirra de la mortificación de su cuerpo…”. (no. 56).

"Estos hombres y mujeres que María irá formando por encargo del Altísimo, “esparcirán la palabra de Dios y la vida eterna, tronarán contra el pecado, vocearán contra el mundo, atacarán de frente al demonio y sus secuaces e irán de una parte a otra, en son de vida o de muerte, con la espada de dos filos de la palabra de Dios…” (no. 57).

“Serán los verdaderos apóstoles de los Últimos Tiempos  a quienes el Señor de los ejércitos dará la palabra y la fuerza necesaria para realizar maravillas, que caminarán tras las huellas de pobreza, humildad, desprecio del mundo y caridad, enseñando el camino estrecho de Dios con la pura verdad conforme al Evangelio y no con las máximas del mundo… llevando en su boca la palabra de Dios, sobre sus hombros el estandarte de la cruz, en la mano derecha el crucifijo; en la izquierda el Rosario; en el corazón los Sagrados corazones de Jesús y de María y en toda su conducta la modestia y mortificación de Jesucristo.” (no. 59).


sábado, 10 de diciembre de 2016

HERALDOS DEL EVANGELIO




Reconozco que, al principio, cuando te encuentras con los Heraldos, resulta "chocante" su impecable uniformidad, su escrupulosa solemnidad y su estricta disciplina. Lo primero que preguntas (siendo benevolente) es ¿de dónde han salido estos "Caballeros Templarios"?, aunque lo habitual suele ser recurrir a la crítica fácil, a la burla y al etiquetado de "secta".

Pero si atraviesas el umbral de la primera fase externa, profundizas y les llegas a conocer, compruebas que esos signos exteriores no son sino el resultado de una vida interior de oración, obediencia y celo mariano que se traduce en una vida de servicio apostólico y entrega a los demás.

Los Heraldos del Evangelio (E. P. Evangelii Praecones), conocidos también como Caballeros de la Virgen, son una asociación privada de fieles de derecho pontificio, fundada por monseñor Joao Clá Días y reconocida formalmente el 22 de febrero de 2001 por el Papa San Juan Pablo II.

Posiblemente sean "gente rara" (todos los
 cristianos deberíamos serlo) en el sentido de que hoy día casi nadie hace habla y actúa como ellos. Incluso desde nuestra propia fe católica, algunas personas y sacerdotes recelan de ellos. 

Pero los Heraldos son católicos, están reconocidos por la Iglesia y sirven al Vaticano, como muestra su escudo. Son de confianza, son de Dios, os lo aseguro. No se trata de un "grupo local", pues cuenta con más de 4.000 miembros (mayoritariamente jóvenes) de vida común, y están presentes en 78 países distribuidos por todo el mundo. Las familias comprometidas en obras de evangelización son cerca de 40.000 vinculando en sus actividades a más de un millón de personas.

Miembros

La Comunidad de los Heraldos del Evangelio está formada por hombres y mujeres de vida consagrada y por sacerdotes, que practican el celibato, y se dedican al apostolado y ejercen su misión evangelizadora en las diócesis y parroquias, por las calles de las diferentes ciudades, de casa en casa, hospitales, colegios y hasta en las cárceles.

Todas sus actividades tienen un especial énfasis en la formación de la juventud.

Junto a la imagen peregrina de la Virgen de Fátima, organizan grupos de oración en las parroquias con las capillas peregrinas (pequeños oratorios de la Virgen), y misiones marianas (visita de la imagen de María a las casas con el fin de reavivar la fe en las familias).

Viven en comunidades masculinas o femeninas, en un ambiente de caridad fraterna, servicio disciplina, recogimiento, estudio y oración.

Otra categoría de miembros son los cooperadores o terciarios: se trata de laicos, casados o solteros, sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosas, laicos de vida consagrada o miembros de otras asociaciones o movimientos apostólicos que viven conforme al carisma y a la espiritualidad de los Heraldos del Evangelio

Dedican su tiempo libre y se comprometen a cumplir ciertas obligaciones, a pesar de no poder hacerlo de manera plena, debido a sus deberes matrimoniales o profesionales, a sus compromisos sacerdotales, a su pertenencia a un instituto de vida consagrada o sociedad de vida apostólica, etc.


Hábito

Lo primero que salta a la vista de los Heraldos del Evangelio es su vestimenta. Con su hábito, exteriorizan el carisma y el ideal al cual se han entregado:

- De la misma forma que el amor al prójimo sólo se demuestra mediante acciones exteriores, la fe debe manifestarse por los actos (Santiago 2, 14-18), y – por consecuencia – exteriorizarse.

- Jesús exige a sus discípulos una posición unívoca (Mateo 5, 37), contraria a las apariencias hipócritas de los fariseos (Mateo 23, 27), que debe ser manifestada públicamente como medio de evangelización (Mateo 5, 16).

- San Juan Pablo II dice que "el hábito es señal de consagración y signo verdadero de Cristo en el mundo y dado que vivimos en una época tan secularizada y sin embargo, tan sensible al lenguaje de los signos, la Iglesia debe preocuparse de hacer visible su presencia en la vida cotidiana.(Exortación Apostólica "Vita Cosacrata")

El hábito de los Heraldos del Evangelio está formado por:

- El Escapulario. Su color marrón tiene raíces carmelitas debido a que los primeros heraldos formaban parte de la Orden Tercera del Carmen y utilizaban una túnica de color marrón, cubierta por un escapulario del mismo color.

- La Túnica. Su color varía según quien la vista:
  • Marrón. Más austera y sobria, está reservada para los clérigos (diáconos y sacerdotes).
  • Blanca. Utilizada por los laicos consagrados
  • Ocre. Utilizada por los jóvenes que comienzan su experiencia vocacional junto al escapulario del mismo color (hábito de novicio).
  • Dorada. Utilizada por el sector femenino.
- La Capucha. Utilizada por los clérigos y los laicos consagrados que han profesado los votos perpetuos, es un signo y una invitación a la vida contemplativa.


- La Cruz. La Cruz bordada en el escapulario o en la casulla está inspirada en la Cruz de Santiago y representa al peregrino que busca la patria del Padre Celestial. Ligeramente estilizada, representa las flores que surgen de la cruz. Esto quiere decir que el dolor -evocado por la cruz y las puntas- soportado con esperanza cristiana, florecerá en alegría y dulzura.

Mientras que la original es toda roja, la cruz de los heraldos es roja y blanca, dividida a su vez por un cordón dorado:
- El blanco representa la pureza de espíritu y de cuerpo, a imagen de la pureza de la Virgen de la Vírgenes, a quien se han consagrado.

- El rojo representa el amor y el sacrificio llevado hasta el holocausto, a imagen de la Preciosísima Sangre vertida por el Cordero Inmolado.

- El dorado, la belleza y la excelencia del estado de santidad al cual todos los bautizados son llamados por el Cristo Salvador.
En el escapulario del hábito de los Heraldos, la cruz parte desde el cuello hasta las rodillas, a fin de indicar que aquel que quiera seguir a Cristo debe saber portar la cruz en toda su largura, como afirma el Divino Maestro: “si alguno quiere venir después de mí, que renuncie a sí mismo, tome su cruz y me siga” (Lucas 9,23).

- La Cadena. Ceñida a la cintura, simboliza la “verdadera devoción” a la Virgen, enseñada por San Luis María Grignon de Monfort y muy querida de San Juan Pablo II. San Luis propone a María como ejemplo de sumisión a la voluntad de Dios: “He aquí la esclava del Señor” (Lucas 1, 38). Imitándola, el autor invita a consagrarse como “esclavo de amor” a Jesús, por las manos de María, y a simbolizar esta devoción portando una cadena en la muñeca o en el cuello.

- El Rosario. Siguiendo el ejemplo de muchas Órdenes Religiosas, los Heraldos portan un gran Rosario negro a la cintura, que rezan cuatro veces al día

Si la oración, necesaria a todo momento (1 Tesalonicenses 5,17), es el medio infalible de obtener de Dios los beneficios deseados (Lucas 11,9), el Rosario es la mejor garantía, porque inspirado por la mismísima Virgen en el siglo XII a Santo Domingo de Guzmán, ha demostrado en repetidas ocasiones su eficacia en la Historia.

San Pio X lo consideraba como “la más bella y la más preciosa de todas las oraciones”, y San Juan Pablo II la llamaba de “la más grande de las armas del católico”.
- Las Botas. El aspecto que atrae la mayor parte de las preguntas es, sin duda, el uso de las botas. Su razón de ser no corresponde ni a una necesidad ni a una práctica especial sino que son un símbolo, un mensaje, como el resto del uniforme en sí: representan el carácter misionero, que no sconocerá ni límites, ni distancias, ni obstáculos. Debajo de la lluvia, a través del barro, por caminos o atravesando los campos, los Heraldos tienen muy viva en sí la interpelación de San Pablo: “Maldito sea si no anuncio el Evangelio” (1 Corintios 9, 16).
En definitiva, los Heraldos del Evangelio desean encontrar en su hábito un medio de evangelización que secunde su apostolado, y proclame en un lenguaje simbólico aquello por lo cual ellos se esfuerzan en ser y hacer

Sin embargo, el hábito también es la prerrogativa de la vida comunitaria; a pesar de sus deseos, los jóvenes que comienzan a frecuentar no pueden comenzar a utilizarlo hasta que no se integren en la vida comunitaria (asimismo puede ser a la manera de una experiencia vocacional) y haber recibido el hábito dentro de la ceremonia de imposición correspondiente.
Vocación
En los primeros artículos de sus estatutos se encuentra definida la finalidad y vocación de los Heraldos del Evangelio:


“Esta Asociación … nació con la finalidad de ser instrumento de santidad en la Iglesia, ayudando a sus miembros a responder generosamente al llamamiento a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad, favoreciendo y alentando la más íntima unidad entre la vida práctica y la fe...

Además de esos, la Asociación tiene como fin la participación activa, consciente y responsable de sus miembros en la misión salvífica de la Iglesia mediante el apostolado, al cual están destinados por el Señor, en virtud del Bautismo y de la Confirmación. Deben, así, actuar en pro de la evangelización, de la santificación y de la animación cristiana de las realidades temporales."

Espiritualidad

Los Heraldos tienen su espiritualidad cimentada en tres puntos esenciales: la Eucaristía, María y el Papa, representada destacadamente en el blasón que los distingue y definida en sus estatutos:

“La espiritualidad tiene como líneas maestras la adoración a Jesús Eucarístico, de inestimable valor en la vida de la Iglesia para construirla como Una, Santa, Católica y Apostólica, Cuerpo y Esposa de Cristo (EE.25,61); la filial piedad Mariana, imitando a la siempre Virgen y aprendiendo a contemplar en Ella el rostro de Jesús (NMI.59); y la devoción al Papado, fundamento visible de la unidad de la Fe (LG.18)."

Carisma

Su carisma les lleva a la búsqueda de la excelencia, a procurar actuar con perfección y pulcritud en todos los actos de la vida diaria, ya sean públicos o íntimos, lo que está expresado en el sublime mandato de Nuestro Señor Jesucristo: “Sed perfectos como vuestro Padre Celestial es perfecto” (Mateo 5,48).

Para los Heraldos del Evangelio este llamado a la perfección no debe quedar restringido a los actos interiores sino exteriorizarse en sus actividades, de modo que mejor reflejen a Dios. 

Es decir, que el Heraldo del Evangelio debe revestir ceremonial y solemnemente sus acciones cotidianas, sea en la intimidad de su vida particular, sea en público, en la obra evangelizadora, en la relación con sus hermanos, en la participación de la Liturgia, en las presentaciones musicales y teatrales o en cualquier otra circunstancia.

La música es uno de sus principales instrumentos de evangelización para llegar a los jóvenes. Todos los jóvenes que comienzan su experiencia vocacional con los Heraldos aprenden a tocar la trompeta, la tuba, el tambor, la lira, el órgano o cualquier otro instrumento. 

Los Heraldos dan un énfasis particular a los coros, orquestas y conjuntos musicales, a fin de llevar su mensaje de Fe y de Esperanza a la sociedad contemporánea.

Otras herramientas evangelizadoras de los Heraldos son el teatro, la enseñanza de idiomas y la práctica de deportes (entre ellos, la esgrima).

Los Heraldos son cristianos enamorados de Cristo y de la Virgen que sirven fielmente a la identidad de la Iglesia: "Id y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles lo que yo os he enseñado. Yo estoy con vosotros hasta el fin de los tiempos". (Mateo 28, 18-20).