¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.
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miércoles, 10 de julio de 2019

LETANÍAS: GRANDEZAS COMO REINA (7)

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Esta última parte de las Letanías, reúne y exalta las excelsas grandezas de María, celebrando su soberana realeza en el cielo y en la tierra.

A la diestra del Rey, el Salmista vio a una
 Reina, vestida con manto de oro, gozosa del poder que Dios le ha otorgado para conceder a quien la invoca, toda clase de gracias, dichas y bendiciones:

"
Hijas de reyes hay entre tus elegidas; a tu derecha, una reina adornada con el oro más fino. Escucha, hija mía, atiende, mira, olvida tu pueblo y tu familia: el rey se ha enamorado de tu belleza, él es tu señor, ríndele pleitesía. 
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La hija de Tiro llega con presentes, los ricos del pueblo te rinden vasallaje. Majestuosa está en el interior la hija del rey, engalanada con tejidos de oro; vestida de brocados es llevada hacia el rey, sus damas de honor la siguen y acompañan; en gozoso cortejo entran en la mansión del rey. 

Yo haré que tu nombre se recuerde por todas las edades y los pueblos te alaben por los siglos de los siglos."  (Salmo 45, 10-18)

Esta Reina coronada en el cielo por Dios es María, no sólo de los hombres, sino también de los ángeles. 

Por trece veces le otorgamos el glorioso título de "Reina"porque fue investida de esta dignidad cuando Dios Padre, desde toda la eternidad, la eligió por su Hija, por Esposa del Divino Espíritu y por Madre de su Unigénito. 

Reina de los Ángeles

Imagen relacionada"Reina de los ángeles" porque tiene dominio, autoridad y poder sobre los nobles súbditos espíritusporque aventaja en dignidad y majestad a todos los coros angélico. 

Excelsa dignidad, poderosa autoridad y grandes privilegios porque es Madre del Verbo Divino. Ella puede decir junto con Dios, el Padre Eterno: "Tu eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy" (Salmo 2,7).

María es elevada por el mismo Dios del Universo, adoptando a la vez, un movimiento de "descenso" hacia el poder y la voluntad del Padre, que reina en su corazón, y hacia nuestra debilidad y escasos méritos, para reinar en nuestros corazones.

Reina de los Patriarcas

"Patriarca" es una palabra griega que significa padre o jefe, y con la que se honra a algunos santos del Antiguo Testamento, elegidos por Dios como guardianes y depositarios de la fe en el futuro Mesías, avivada por las frecuentes revelaciones de Dios y transmitida a sus descendientes como luz en medio de las tinieblas de la ignorancia y del pecado.

Los Patriarcas representaron a Jesucristo en varios misterios de su vida, de su muerte y de su obra redentora y en la debida proporción, y representaron también a María, pues quien representa al original, representa por lo mismo, a la copia fiel.
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"Reina de los Patriarcas", de Noé, único padre salvado del diluvio y destinado a repoblar el mundo. María fue la única preservada del naufragio universal de la culpa, toda santa, renovó moralmente al género humano y contribuyó a reparar los daños causados por el primer pecado.

"Reina de los Patriarcas", de Abraham, admirable ejemplo de fe y de obediencia, padre de los creyentes, dispuesto a sacrificar a su unigénito sobre el Monte Moría. La Madre amorosa de todos los redimidosacrificó a su unigénito Hijo para la redención del género humano sobre el Monte Calvario en el Altar de la Cruz.

"Reina de los Patriarcas", de Moisés, el amigo y confidente de Dios, que hablaba con Él de tú a Tú. María Santísima no es sólo amiga, sino también Madre de Dios y confidente de Aquel con quien vivió treinta y tres años.

"Reina de los Patri
arcas", de San José, su esposo purísimo y devoto suyo, que aunque no cooperó a la generación del Verbo encarnado, sí contribuyó principalmente a cuidar y alimentar al Dios-Hombre, y fue testigo continuo de las acciones de Jesús y de María.
Imagen relacionadaSiempre atento a sus palabras, compartió con Ellos durante muchos años, los gozos y las penas, las esperanzas y el amor, a Dios y a los hombres.

San José es la sombra y el reflejo del Eterno Padre, él ocupa en la tierra su lugar y Cristo le reconoce sus derechos paternos. Su santidad, virtud y gran dignidad le configuran como el sumo Patriarca entre los Patriarcas.

El Papa Pío IX, para poner su persona y la de todos los fieles bajo la protección de San José, por Decreto del 8 de Diciembre de 1870, lo nombró solemnemente Patrono de la Iglesia Universal.

Patriarcas
 son también los santos Fundadores de los Institutos Monásticos y de las Órdenes religiosas, verdaderos padres que engendraron espiritualmente a la vida de la perfección evangélica a muchas almas santas. 

Ellos no prefiguran al Cristo que ha de venir sino que siguen sus huellas y lo copian, con aquella perfección que es posible a la humana naturaleza, vigorizada por la gracia.

María es también "Reina de los Patriarcas" nuevos, que procuraron imitar sus virtudes, fueron los maestros de la devoción a Ella y promovieron su culto.

Reina de los Profetas

"Profeta" es la persona enviada por Dios que, por ilustración divina, conoce con la máxima certeza, y por divina inspiración, predice cosas o sucesos futuros, que no se pueden conocer por ningún medio humano. Sólo Dios es el autor de las profecías.

"Reina de los Profetas" porque María fue mostrada por Dios a los Profetas de la antigua Ley, y ellos la pre anunciaron con palabras, figuras y símbolos.

"Reina de los Profetas" porque María misma, dotada del espíritu de profecía, conoció y predijo muchas cosas futuras.

Resultado de imagen de reina de los profetasEl objeto central y primario de las antiguas profecías era el Redentor prometido, Jesucristo, del cual, todo está predicho por los Profetas: el linaje, la familia de la cual surgirá la estrella de Jacob; la raíz de Jesé, de la cual brotará la flor; el tiempo, el lugar y las circunstancias del nacimiento prodigioso; la muerte con las humillaciones, dolores y crueldades; la resurrección, la ascensión, el reino de la Iglesia.

Pero no se podía anunciar al Sol, el Hijo del Altísimo, sin señalar a la gran Señora que le había de engendrar en su Seno Purísimo.

Todas las profecías que hablan expresamente de Jesucristo hablan, implícitamente de la Virgen y Madre

-El primer profeta de María fue Dios mismo. Cuando se cometió el primer pecado, el pecado original, Dios promete un divino Reparador que ha de nacer de una mujer.

Imagen relacionada-Los Profetas, unánimemente, ven en la Mujer a María, y en su Fruto, a su Único Hijo: Jesús.

- El Rey Profeta David, en el Salmo 44, canta a la Virgen María, delineando a la excelsa Madre del Redentor. Ella es el objeto de las complacencias del Rey, la Virgen admirable. 

Isaías, el Profeta evangelista, vio, el singular privilegio de María de juntar a un tiempo la divina maternidad con la más pura virginidad: "la Virgen concebirá y dará a luz un Hijo, y su nombre será Emmanuel, esto es, Dios con nosotros".

- San Juan el Bautista, quien fue ungido y "saltó de alegría" con la sola presencia de Cristo encerrado en el seno materno de María. 

"Reina de los Profetas" no sólo porque Ella fue objeto de sus profecías, sino porque poseyó este don de la profecía, en la forma más excelsa. 

A Ella le fueron mostradas todas las profecías y su cumplimiento; le fue revelada la economía de la Encarnación, de la Redención, de la obra divina de Cristo. Aquello que los Profetas conocieron en fragmentos, María lo conoció completamente.

Después del glorioso mensaje del Arcángel Gabriel, después del saludo de Isabel, que la llama "bendita entre todas las mujeres", María Santísima responde entonando su himno inmortal, el Magnificat, con inspiración profética canta la gloria de Dios y su propia grandeza.

Reina de los Apóstoles 

"Apóstoles" son enviados, mensajeros, heraldos, misioneros de Dios por:

1. Excelencia: hombres escogidos por Nuestro Señor Jesucristo, que vivieron con Él, que fueron formados por Él y enviados por Él, después de haber recibido el Espíritu Santo, a predicar el Evangelio por todo el mundo.

2. Participación, hombres que, a semejanza de los Apóstoles, predican el Evangelio hasta los confines de la tierra, como los Misioneros.

3. Analogía, fieles cristianos comprometidos que desarrollan algún trabajo apostólico en general o acción misionera en particular, con lo cual cooperan con la Jerarquía a extender el Reino de Jesucristo.
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"Reina de los Apóstoles" porque tuvo una relación más íntima con el Divino Redentor que los Apóstoles, que fueron amigos de Jesús. No hay comparación entre las relaciones de la amistad y las relaciones de la maternidad.

"Reina de los Apóstoles" porque mientras los Apóstoles fueron llamados a seguir a Jesús y vivieron con Él tres años, María, desde el instante de la Encarnación del Verbo hasta la Ascensión de Cristo, vivió en íntima unión con su Divino Hijo.

"Reina de los Apóstoles" porque mientras los Apóstoles (nosotros también) fueron elegidos para predicar al mundo la divina palabra; María fue escogida para traer a la tierra la Palabra substancial, personal, el Verbo de Dios.

"Reina de los Apóstoles" porque mientras Cristo comparte con ellos (nosotros también) su poder judicial (Mateo 19,28), con María comparte su Reino.

"Reina de los Apóstoles" porque fue la Maestra y Consejera de los Apóstoles (nosotros también). Dios confió a María la Iglesia naciente y la militante, de la misma manera que le había confiado anteriormente el cuidado del pequeño Jesús.

Reina de los Mártires 

"Mártires" son aquellas personas que padecen muerte por amor de Jesucristo y en defensa de la fe y de la religión. El martirio es el perfecto acto de amor y de fortaleza que suple las demás virtudes que podrían faltar o podrían ser imperfectas.

Cuando la adversidad se abate sobre una familia, hay un corazón que tiene el privilegio de sufrir más que los demás y de recibir en sí el dolor de todos: es el corazón de la madre.

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Reina de los Mártires" porque en la inmensa familia humana, María siente en su corazón los dolores de todos sus hijos, los padecimientos de todos los mártires y los tormentos del Rey de los Mártires. 

"Reina de los Mártires" porque el Profeta Jeremías predijo que los dolores de la Virgen serían los más atroces después de los de Jesucristo, los más crueles soportados por una sencilla criatura con el auxilio de la gracia Divina. 

Reina de los Confesores

"Confesores" son todos los Santos que no fueron mártires. Son cristianos que profesan públicamente, con su testimonio de vida cristiana, la Fe en Jesucristo y por ella están dispuestos a dar la vida. 
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El mérito que se alcanza con el martirio es en muy breve tiempo y  por eso, para obtener el mérito sin el martirio requiere un tiempo bastante largo y mayor perfección de las Virtudes Teologales y Morales.

Esto se consigue a través de una vida entera de lucha contra el pecado, contra el mal y de sacrificio continuo. De tal manera que la vida de un santo puede llamarse un continuo martirio.

Los santos confesores, tuvieron que superar toda clase de dificultades y practicar las virtudes en grado heroico.

"Reina de los Confesores" porque María es la primera, la más perfecta y la más santa de todos esos héroes de virtud y santidad.

Reina de las Vírgenes 

María no es sólo Santa Virgen de las Vírgenes, sino que también es Reina de todos aquellos y aquellas que profesan la virginidad dentro de la Iglesia.

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"Reina de las Vírgenes" porque fue la primera en profesar solemnemente la virginidad, que antes era considerada como ignominiosa entre las mujeres hebreas.

"Reina de las Vírgenes" porque elevó esta virtud a su máxima perfección posible.

"Reina de las Vírgenes" porque su virginidad fue singular y única, asociada por prodigio Divino a la maternidad.

"Reina de las Vírgenes" porque su ejemplo y protección inspiran y proporcionan amor a la virginidad, a todas las personas consagradas en la Iglesia que guardan y conservan esta noble virtud.

Reina de todos los Santos

"Reina de todos los Santos" porque María es canal de toda santidad por el cual Dios nos hace llegar hasta nosotros la virtud y la santidad. 

En el cuerpo místico de Jesucristo, la Iglesia, Ella transmite a la Cabeza las súplicas de los miembros, y desde la Cabeza hace llegar a todo el cuerpo aquellas gracias por las cuales crece toda virtud, toda perfección y santidad.
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"Reina de todos los Santos" porque María es modelo perfecto de santidad para todos, especialmente para la mujer. 

Dios es la santidad primera y por esencia que nos la hizo accesible en su Unigénito Hijo, Jesucristo (Efesios 1, 4-6), que es el espejo de la perfección divina, pero los rayos que emanan de Jesucristo son todavía demasiado brillantes para la dignidad humana; la suya es una santidad increada, infinita.

"Reina de todos los Santos" porque Dios nos propuso a Nuestra Señora como modelo de santidad creada, el más cercano a la santidad increada e infinita para allanarnos el camino hacia la perfección y animarnos a imitarla. María es espejo, ejemplo y modelo perfecto de santidad.

"Reina de todos los Santos" porque María Santísima es modelo de la mujer cristiana, un ejemplo singular de la perfección femenina, como mujer, como esposa y como madre.

"Reina de todos los Santos" porque María santifica a la mujer y, con ella, a la familia, a la sociedad y al mundo.

Rein(Intacta) concebida sin mancha de pecado original 

"Reina Intacta", preservada de la culpa original, porque la coloca junto al eterno Hijo de Dios, en el mayor linaje de gloria que puede concebirse.

Imagen relacionadaY por ello, el gran Pontífice Pío IX, el 8 de Diciembre de 1854, la insertó en el sagrado tesoro de la fe católica por el Dogma de la Inmaculada Concepción.

Argumentos que prueban la Inmaculada Concepción de María:

-La Sagrada Escritura"Pondré enemistades entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo, ella aplastará tu cabeza." (Génesis 3,15). María Santísima y su Divino Hijo tendrán los dos las mismas enemistades con el demonio, con el pecado, por consiguiente María será concebida como concebirá Ella a Jesús, en la enemistad del mal, o sea sin pecado.

-La tradiciónEn las obras de los santos Padres y de los escritores eclesiásticos, se encuentran varias frases que expresan la pureza Inmaculada de María Santísima.

-La razónDios, por ser santidad Infinita, esencial y absoluta no puede habitar donde no brilla la santidad más perfecta y más pura. María fue preservada del pecado original, porque estaba destinada a ser Madre de Dios. Dios no pudo permitir que fuera ni un solo instante esclava del pecado. El Altísimo santificó su tabernáculo.

Reina Asunta (Elevada) al cielo

El Papa Pío XII, el día 1 de Noviembre de 1950, pronunció, declaró y definió el Dogma de la Asunción, que añade una perla más a la corona de nuestra Madre y Reina María.

La Asunción corporal de la Bienaventurada Virgen María al cielo es verdad revelada por Dios y por eso, todos los fieles de la Iglesia debemos creerla con firmeza.

La Augusta Madre de Dios está tan estrechamente unida a su Divino Hijo que parece casi imposible imaginaria separada de Cristo y expuesta a la corrupción del sepulcro

Reina del Santísimo Rosario

"Reina del Santísimo Rosario" porque esta oración es la fuerza del débil, el consuelo del alma  la grandeza del hombre al elevarse a la vida Divina.

"Reina del Santísimo Rosario" porque el Cielo no se resiste a la súplica del hombre. 

"Reina del Santísimo Rosario" porque esta devoción une la oración vocal (Padre Nuestro y Ave María), poniendo en nuestros labios lo más grande, noble y eficaz que nos enseñaron Jesús y la Iglesia, y la oración mentalofreciendo a nuestra mente y corazón la contemplación de los Misterios de la Vida, Pasión, Muerte, Resurrección y Gloria de Cristo.

"Reina del Santísimo Rosario" porque pidió a sus amados hijos rezarlo todos los días. Entre ellos, a Santo Domingo, fundador de la Orden de los Predicadores, para "destruirlas herejías, promover la virtud y atraer sobre todos las Divinas misericordias", y a los tres pastorcitos de Fátima, el 13 de mayo de 1917, "para alcanzar la paz del mundo y el fin de la guerra”.

Reina de la Paz

El Papa Benedicto XV, el 30 de Noviembre de 1915, en plena guerra mundial, cuando el odio y la muerte se extendían por toda Europa, concedió facultad a los obispos para añadir a las Letanías Lauretanas, la Invocación "Reina de la Paz".

Según san Agustín, la paz, la más noble aspiración del corazón humano, es la tranquilidad del orden, es la constante serenidad del ambiente moral que hace que la vida sea tranquila y fecunda. En este ambiente todo prospera y crece.

Imagen relacionadaJesucristo, el Divino Redentor quiso que toda su vida discurriera entre dos mensajes de paz: la cantaron los Ángeles en Belén y la anunció Él mismo a los Apóstoles el día de su Resurrección: "La Paz sea con vosotros".

"Reina de la Paz" porque Ella ha poseído la paz en grado sumo, en una medida verdaderamente regia: la paz exterior e interior. María es toda serenidad y tranquilidad; toda gracia sobrenatural.

"Reina de la Paz" porque desde el primer instante de su existencia Ella estuvo llena de gracia y fue elegida para engendrar en su seno al Príncipe de la Paz

"Reina de la Paz" porque a los pies de la Cruz abrazó con caridad y paz a todos los hombres, mostrando especial predilección y misericordia por y para los pecadores.

"Reina de la Paz" porque con este título, significamos su poder ante Dios en grado sumo y la tranquilidad en el orden.

"Reina de la Paz" porque vivió profundamente la paz, fruto del sacrificio.

Insuficientes y escasos quedan todos los atributos, títulos, privilegios y grandezas que nosotros, pecadores, podemos utilizar para nombrar e invocar a María. 

Por eso, te decimos:

"Santa María, ruega por nosotros"
 

sábado, 13 de octubre de 2018

EL ROSARIO: ¿POR QUÉ ORAR A MARÍA?

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Cuántas veces hemos escuchado: "A mí, el Rosario me cuesta mucho rezarlo... es una oración repetitiva y monótona... es de personas mayores... es un rollo", ¿verdad?. A mí también me pasaba y pensaba lo mismo.

La verdad es que hay muchas cosas en la vida que nos cuestan, que nos parecen un rollo: hacer las tareas de la casa, ir a visitar a un enfermo al hospital, acudir a un funeral, escuchar, acoger y acompañar a un hermano en la fe... 

Y es que no todo lo que hacemos en la vida es divertido pero, desde los ojos de nuestra fe, todo lo que hacemos es por amorPor amor, y por que todo lo que tiene valor y merece la pena, requiere de esfuerzo y perseverancia. Es algo que los cristianos tenemos muy presente en nuestras vidas.

Con el Santo Rosario, con el Credo o con el Padrenuestro pasa lo mismo. No se trata de centrarnos en si nos gusta o no, si nos divierte o nos aburre...Como todo en la vida, si lo hacemos por obligación, no disfrutaremos nunca. Si lo hacemos por amor, la cosa cambia, y mucho:

Si miramos el Rosario como una conversación de amor y cariño a la Virgen, nuestra percepción general cambiará radicalmente. 

Si contemplamos cada misterio como si estuviéramos allí mismo, experimentaremos sensaciones para nada aburridas y seremos partícipes protagonistas de la Pasión de nuestro Señor. 

Si rezamos cada Padrenuestro o Gloria con fe y confianza, comprobaremos cómo nuestra mente y corazón se transformarán ante la escucha atenta y el cumplimiento en nuestra vida de la Palabra. 

Si rezamos cada Ave María como una declaración de amor a una Madre, encontraremos amparo, paz y sosiego en nuestro corazón. 

La Virgen nos conduce siempre a su Hijo

Hablando Jesús a la multitud como en tantas ocasiones, una mujer entre el gentío alzó la voz y gritó: "Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te criaron. " (Lucas 11,27).

Sin duda, las palabras de alabanza, devoción y admiración de esa mujer producirían en Jesús un sentimiento de emoción, agradecimiento, orgullo y amor por su Madre. Aquel día comenzó a cumplirse el Magnificat: ...me llamarán bienaventurada todas las generaciones. Una mujer, con la frescura del pueblo, había comenzado lo que muchos continuaríamos hasta el fin de los tiempos.

Sin embargo, Jesús, recogiendo la alabanza de esa mujer, hace aún más profundo el elogio a su Madre: "Bienaventurados más bien los que escuchan la Palabra de Dios y la guardan(Lucas 11, 28). Con sus palabras, Cristo enaltece aún más a su propia Madre quien escuchó, guardó y cumplió la voluntad de Dios como ninguna otra criatura de la tierra.

María es bienaventurada, desde luego, por haber llevado en su Purísimo seno al Hijo de Dios, por haberlo alimentado y cuidado con su Inmaculado corazón, pero lo es aún más, por haber acogido la Palabra de Dios con extrema fidelidad y confianza

Las palabras de Jesús nos muestran la forma más perfecta de alabar y de honrar al Hijo de Dios: venerar y enaltecer a su Madre. Eso es lo que hacemos cuando rezamos el Rosario: venerando a la Virgen, alabamos y honramos a Jesucristo. 

Nuestra Señora y Reina es el camino más corto y sencillo, el medio más directo y perfecto, establecido por el propio Dios, para que la humanidad llegue a Jesús, y con Él al Padre, a través de las gracias del Espíritu Santo. Así fue desde la Encarnación, pasando por la Vida pública, la Pasión, la Cruz y la Resurrección, hasta la Coronación.

Rezar el Rosario no es dejar de lado a Cristo para dar importancia a María. Todo lo contrario: El Rosario une siempre a María con Jesús

La Virgen María nos conduce a su divino Hijo, y Él escucha siempre las súplicas que se le dirigimos a su Madre. Honrando a María, como hijos suyos y esclavos de amor, imitaremos a Cristo y seremos semejantes a Él. 

Mientras Santa María es mencionada y venerada en el Rosario, la Virgen atrae a los creyentes hacia su Hijo, su pasión y su sacrificio, y desde Él, hacia el amor del Padre.

El Santo Rosario, la oración preferida de la Virgen

Con el rezo del Rosario, todos los cristianos, todos los hijos de la luz, nos unimos a ese gran ejército de María, que honra y venera a nuestra Reina y Madre a lo largo de los siglos.

El Rosario es nuestro clamor incesante al contemplar y meditar, de la mano de la Virgen Santísima, las principales escenas de la vida de Jesús y de María, a través de  los misterios de gozo, dolor, luz y gloria: 
  • Con los misterios gozosos, desde la Encarnación hasta su Pérdida y Hallazgo en el templo, aprendemos a hacernos pobres y pequeños como se hizo Jesús. El dejó su trono junto al Padre y se hizo ¡un niño!, por nosotros, se hizo un servidor para nosotros. Además, nos impulsarán a servir al prójimo con humildad y alegría. 
  • Con los misterios dolorosos, desde la Oración en el huerto hasta la Crucifixión y Muerte, aprendemos a aceptar con docilidad y amor las pruebas y los sufrimientos de esta vida, como Cristo en su Pasión.
  • Con los misterios luminosos, desde el Bautismo hasta la instauración de la Eucaristía, aprendemos y meditamos la vida pública de Jesús, y así, alcanzamos luz y guía para convertirnos en seguidores y discípulos suyos.
  • Con los misterios gloriosos, desde la Resurrección de Cristo hasta la Coronación de María en el Cielo, somos partícipes de la unión de la tierra y el cielo, alcanzamos la felicidad y la alegría máximas en esta tierra., mientras esperamos la vida eterna.

El Rosario es la oración preferida de Nuestra Señora, una plegaria que llega siempre a su Corazón de Madre, que nos regala incontables y numerosas gracias. 

El Rosario es una recomendación de nuestra Madre, la Virgen María, quien hace 101 años, en Fátima, nos dijo: "Rezad el Santo Rosario a diario".

El Rosario es un saludo que hacemos a Santa María, uniéndonos al del Arcángel y al de Santa Isabel. Un saludo que se dice pero que también se piensa y se medita.

El Rosario es un ramo de rosas que regalamos a la Virgen porque la amamos profundamente. Una corona de flores con la que entronizamos a la Virgen como Reina de cielos y tierra.
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El Rosario es un "Te quiero" que repetimos incesable e incansablemente a Nuestra Madre María y a Nuestro Señor Jesucristo, y que, cada vez que se lo decimos, adopta un nuevo enfoque y una tonalidad diferente.

El Rosario es una "Ópera" que recitamos mientras la música de Cristo resuena en nuestros corazones y llena el escenario de nuestras vidas. Un aria con las que obtenemos las gracias necesarias para nuestra salvación.

El Rosario es un coloquio confidencial con María, una conversación llena de confianza y abandono donde le exponemos nuestras penas, nuestros anhelos, nuestras esperanzas y donde le abrimos nuestro corazón. 

El Rosario es una declaración de amor, compromiso y fidelidad, con la que nos ponemos a su disposición para todo aquello que la Virgen, en nombre de su Hijo, Jesucristo, nos pida. 

El Rosario es un camino hacia la Paz, la Verdad y la Vida a disposición de todos los hombres, por el que María nos conforta en nuestras necesidades, nos protege del Mal y nos ayuda a vencer las tentaciones.

El Rosario es una escalera hacia el cielo que subimos junto a Nuestra Madre, escalón a escalón, parándonos en cada rellano y meditando la Palabra en nuestro corazón. Un camino hacia la Paz y el Amor.

El Rosario es una llamada al amparo, protección y salvaguarda de Nuestra Madre que, por su maternal e incondicional amor nunca desoye las súplicas que le dirigimos sus hijos amados.

Frutos de la devoción a Santa María

Según el Concilio Vaticano II, "la devoción al Santo Rosario y a la Virgen María no es de ninguna manera un sentimiento estéril, monótono y pasajero, o vana credulidad, propio de personas mayores o de escasa formación. Por el contrario,  procede de la verdadera fe, por la que somos inclinados a reconocer la preeminencia de la Madre de Dios y somos impulsados a un amor filiar hacia Nuestra Señora y a la imitación de sus virtudes"

El rezo del Rosario, la devoción y el amor a la Virgen nos impulsa a imitarla y, por tanto, a escuchar la Palabra de Dios y meditarla en el corazón.

Nos mueve a rechazar todo pecado, hasta el más venial, nos anima a luchar contra todos los males, propios o ajenos, nos da el remedio para combatir las tentaciones del orgullo, la carne y el demonio.

Al contemplar su docilidad a la acción del Espíritu Santo en su alma, nos estimula a cumplir la voluntad de Dios en todo tiempo, con alegría y sin tibieza, incluso cuando nos cuesta. 

La visita a un santuario mariano, las romerías o las misiones marianas nos llenan de fe, esperanza y caridad el alma y , con ellas, nos brindan las fuerzas necesarias para alcanzar nuestra santidad.