¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.
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domingo, 15 de junio de 2025

EL VIA CRUCIS DEL CRISTIANO

Nos encontramos en nuestro segundo día de peregrinación a Lourdes y Jesús, a través de su Vía Crucis, nos muestra el significado de ser cristiano:

I ESTACIÓN: JUICIO
Jesús es condenado a muerte
Es inevitable que los cristianos seamos calumniados y condenados injustamente por quienes antes eran nuestros amigos (y ahora, nuestros enemigos) porque "el criado no es más que su amo, ni el enviado es más que el que lo envía" (Jn 13,16). 
  
Sin embargo, Cristo nos enseña a aceptar las injusticias y guardar silencio, en lugar de tratar de defendernos.

II ESTACIÓN: ACEPTACIÓN 
Jesús carga la cruz
Podríamos tratar de probar nuestra inocencia, de rechazar o huir de nuestra cruz y amoldarnos al mundo. 
Sin embargo, Cristo nos anima a aceptar y afrontar las dificultades, no con resignación, sino aceptándolas libremente y ofreciéndolas voluntariamente.

III ESTACIÓN: GRACIA 
Jesús cae por primera vez
Todos queremos mostrarnos fuertes y decididos ante los demás. No queremos reconocer nuestros fallos o debilidades por temor a no ser reconocidos o a ser menospreciados. 
Sin embargo, Cristo nos enseña que somos débiles y frágiles, pero que nos basta su gracia: "Te basta mi gracia: la fuerza se realiza en la debilidad. Así que muy a gusto me glorío de mis debilidades, para que resida en mí la fuerza de Cristo" (2 Cor 12,9).

IV ESTACIÓN: ENCUENTRO 
Jesús se encuentra con su madre
Cuando todos nos abandonan, traicionan y rechazan, nuestra Madre, la Virgen María, nos mira a los ojos, haciendo que nos sintamos amados y dignos. Es "el amor paciente, benigno; que no tiene envidia, que no lleva cuentas del mal; que no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad. Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor no pasa nunca" (cf. 1 Cor 13,4-8).
Cristo nos enseña que en los momentos de dificultad, podemos acudir la Virgen María y rezar el Rosario, donde encontraremos consuelo y compañía.

V ESTACIÓN: FRATERNIDAD 
El cireneo ayuda a Jesús a llevar la cruz
Repudiados y abandonados por todos, incluso por nuestros amigos y familiares, un desconocido nos ayuda a cargar con nuestros sufrimientos. 
Cristo nos enseña a dejarnos ayudar por otros hermanos de fe y aceptar con humildad que necesitamos a otros.

VI ESTACIÓN: INTERCESIÓN 
La Verónica ofrece un paño a Jesús
Al aceptar la ayuda de los demás, dejamos también que enjuguen nuestras vidas "ensangrentadas", aunque no tengamos nada para corresponderles.

Cristo nos enseña a dejar que los demás intercedan por nosotros, que recen y que pidan por nosotros.

VII ESTACIÓN: FRAGILIDAD 
Jesús cae por segunda vez
Cuando caemos por primera vez, podemos buscar excusas o justificarnos...pero cuando caemos por segunda vez, no podemos ocultar que somos frágiles y necesitados. 
Cristo nos dice que "sin Él no podemos hacer nada" (Jn 15,5) y nos anima a que, cuando caigamos, acudamos a Él, a los sacramentos, a la Eucaristía, a la Confesión, al Santísimo para estar en su presencia y recibir su ayuda, su perdón y su gracia.

VIII ESTACIÓN: COMUNIDAD 
Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén
Los seguidores de Cristo nunca se auto compadecen ni se entristecen porque saben a quien acudir: "Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré" (Mt 11,28). 
Cristo nos enseña que la fe se vive en la comunidad, en la Iglesia, donde está Él: "Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos" (Mt 18,20).

IX ESTACIÓN: PÉRDIDA 
Jesús cae por tercera vez
Caemos de nuevo...y otra vez nos sentimos fracasados y desesperanzados porque el Enemigo trata de convencernos de que no lo conseguiremos,  de que todo está perdido...
Aunque la cruz pueda representar pérdida, abandono y desesperación: "Elí, Elí, lemá sabaqtaní (es decir: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?" (Mt 27, 46; Sal 22, 2-3), Jesús nos asegura que, en las dificultades, no estamos solos, Dios está con nosotros (cf. Jn 16, 32-33).

X ESTACIÓN: DESPOJAMIENTO
Despojan a Jesús de sus vestiduras 
Muchas veces, los cristianos se ven despojados de todo...de todo, menos de lo más íntimo, de su vida interior, de su dignidad de hijos de Dios. 
Cristo nos enseña a despojarnos de todo lo que el mundo nos ofrece para revestirnos de la santidad de Dios: "Te aconsejo que me compres vestiduras blancas para que te vistas y no aparezca la vergüenza de tu desnudez" (Ap 3, 18).

XI ESTACIÓN: PRUEBA
Jesús es clavado en la cruz
Cuando un cristiano coge su cruz, aún está a tiempo de dejarla. Pero cuando es clavado a ella, no puede separarse de ella. 
Cristo nos exhorta a  desechar nuestros egoísmos y voluntades, a dejarnos clavar en la cruz, en nuestras dificultades y sufrimientos, como prueba de amor y obediencia.

XII ESTACIÓN: CUMPLIMIENTO 
Jesús muere en la cruz
Jesús se entrega hasta el extremo en cumplimiento de la voluntad de Dios, de la ley de Dios, del amor a Dios y al prójimo : "Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo" (Jn 13,1).

Cristo nos muestra el camino: dar la vida, "desvivirnos" y entregarnos a los demás. Esa es la semilla que cae en la tierra y da fruto abundante: "En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto (Jn 12,24).  

XIII ESTACIÓN: EJEMPLO
Jesús es bajado de la cruz y entregado a su madre
Antes de su pasión, Jesús dijo: "cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí" (Jn 12,32). Ahora, su cuerpo inerte y ensangrentado desciende a los brazos de su madre. Nosotros lo golpeamos con nuestro pecado y lo abandonamos. Es entonces cuando una espada atraviesa nuestro corazón.
Cristo, con su sacrificio en la cruz, nos invita a contemplar su Pasión y Muerte, no como un signo de derrota, sino de victoria, y a mostrar al mundo su amor por los hombres

XIV ESTACIÓN: TRÁNSITO
Jesús es sepultado
La traición y el abandono, el sufrimiento y la tortura han sido sepultados en la oscuridad del sepulcro.  Es el cumplimiento de la Escritura (Is 53,8-9).

Todo está en silencio, un silencio que no es el final sino el preludio de un nuevo comienzo, la resurrección: "Porque no me abandonarás en la región de los muertos ni dejarás a tu fiel ver la corrupción. Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha" (Sal 16,10-11).
Cristo nos enseña a pasar por momentos de oscuridad y silencio con la confianza puesta en Dios y en la esperanza cierta de que nunca nos abandonará. Tampoco en la hora de nuestra muerte, que no es sino un tránsito necesario, una puerta que debemos cruzar hacia nuestro destino final, el cielo. 

XV ESTACIÓN: GLORIA
Jesús es resucitado
Jesucristo, con su resurrección, ha vencido al pecado y a la muerte, como atestigua la Escritura (Mt 28,6; Mc 16,6-14; Lc 24,34; Jn 21,14; Hch 1,3; 4,33; 10,41; 13,37; Rom 7,4; 2 Tim 2,8; 1 Cor 15,20; Ap 1,18; 2,8). 

Está en la gloria del cielo, sentado a la derecha del Padre. Pero también está vivo en todos nosotros: en nuestras vidas, en nuestros corazones, en los sacramentos "hasta el final de los tiempos" (Mt 28,20). 
El Señor ha dicho: “Misión cumplida”. La resurrección es el cumplimiento de todas las promesas de Dios, la razón y fundamento de nuestra fe (cf. 1 Cor 15,17.22). Por eso, nosotros proclamamos: ¡Jesucristo ha resucitado, Aleluya!

JHR



viernes, 29 de septiembre de 2017

VIACRUCIS EN EL VALLE


Hoy hemos vuelto a realizar el Vía crucis (en latín: "camino de la cruz") en el Valle de los Caídos. 

Una devoción centrada en los Misterios Dolorosos de Cristo, que se meditan y contemplan caminando y deteniéndose en las estaciones que, del Pretorio al Calvario, representan los episodios más importantes de la Pasión. 

También conocido como "estaciones de la cruz" y "vía dolorosa", se trata de un camino de oración con el que meditamos la pasión y muerte de Jesucristo en su camino al Calvario. 

Un acto de piedad con el que recordamos con amor y agradecimiento lo mucho que Jesús sufrió por salvarnos del pecado durante su pasión y muerte y además, nos otorga indulgencia plenaria.

Consta de 14 estaciones, cada una de las cuales se fija en un paso o episodio de la Pasión del Señor, para su meditación y contemplación. Va precedido y seguido de peticiones y oraciones. A veces, se añade una decimoquinta, dedicada a la resurrección de Cristo. 


Oración inicial
Por la señal, de la Santa Cruz de nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración en cada estación
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.

Le sigue la exposición del acontecimiento propuesto o la predicación sobre el mismo, así como la meditación silenciosa. 

Oración final
Te suplicamos, Señor, que nos concedas, por intercesión de tu Madre la Virgen, que cada vez que meditemos tu Pasión, quede grabado en nosotros con marca de actualidad constante, lo que Tú has hecho por nosotros y tus constantes beneficios. Haz, Señor, que nos acompañe, durante todas nuestras vidas, un agradecimiento inmenso a tu Bondad. Amén.

Virgen Santísima de los Dolores, míranos cargando la cruz de nuestro sufrimiento; acompáñanos como acompañaste a tu Hijo Jesús en el camino del Calvario; eres nuestra Madre y te necesitamos. Ayúdanos a sufrir con amor y esperanza para que nuestro dolor sea dolor redentor que en las manos de Dios se convierta en un gran bien para la salvación de las almas. Amén.

Las 14 estaciones son:

Imagen relacionadaI. Jesús es condenado a muerte.
II. Jesús lleva la cruz.
III. Jesús cae por primera vez.

IV. Jesús encuentra a su madre María.
V. Simón el Cirineo ayuda a Jesús a llevar la cruz.

VI. Verónica limpia el rostro de Jesús.
VII. Jesús cae por segunda vez.
VIII.Jesús consuela a las mujeres que lloran por él.
IX. Jesús cae por tercera vez.
X. Jesús es despojado de sus vestiduras.
XI. Jesús es clavado en la cruz.
XII. Jesús muere en la cruz.
XIII. Jesús es descendido de la cruz y puesto en brazos de María, su madre.

XIV. Jesús es sepultado.

Lo habitual es hacer un recorrido en grupo, deteniéndose en cada estación y haciendo una oración en cada una, una lectura de algún pasaje del evangelio y también una meditación. 


El Vía crucis se adentra en el misterio eucarístico. La oración del Vía crucis es un camino que conduce a la comunión profunda y espiritual con Jesús.

El Vía crucis no está dotado de una concepción meramente sentimental, y de cuyos riesgos el Señor, en la VIII estación, advierte a las mujeres de Jerusalén que lloran por él. No basta el simple sentimiento; el Vía crucis debe ser una escuela de fe, que por su propia naturaleza, "actúa por la caridad" (Gal 5, 6).



El Vía crucis nos muestra un Dios que padece él mismo los sufrimientos de los hombres, y cuyo amor no permanece impasible y alejado, sino que viene a estar con nosotros, hasta su muerte en la cruz (Flp 2, 8). 

El Dios que comparte nuestras amarguras, el Dios que se ha hecho hombre para llevar nuestra cruz, quiere transformar nuestro corazón de piedra y llamarnos a compartir también el sufrimiento de los demás; quiere darnos un "corazón de carne" que no sea insensible ante la desgracia ajena, sino que sienta compasión y nos lleve al amor que cura y socorre: "El que se ama a sí mismo se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna" (Jn 12, 25; Mt 16, 25; Mc 8, 35; Lc 9, 24; 17, 33).

"El que quiera venir conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga" (Mt 16, 24). Jesús mismo ofrece la interpretación del Vía crucis, nos enseña cómo hemos de rezarlo y seguirlo: es el camino del negarse a sí mismo, es decir, el camino del amor verdadero. Jesús ha ido por delante en este camino, camina con nosotros, en cada momento de nuestra vida de hoy, como aquella vez con los discípulos de Emaús.