Nos encontramos en nuestro segundo día de peregrinación a Lourdes y Jesús, a través de su Vía Crucis, nos muestra el significado de ser cristiano:
I ESTACIÓN: JUICIO
Jesús es condenado a muerte
Es inevitable que los cristianos seamos calumniados y condenados injustamente por quienes antes eran nuestros amigos (y ahora, nuestros enemigos) porque "el criado no es más que su amo, ni el enviado es más que el que lo envía" (Jn 13,16).

Sin embargo, Cristo nos enseña a aceptar las injusticias y guardar silencio, en lugar de tratar de defendernos.
II ESTACIÓN: ACEPTACIÓN
Jesús carga la cruz
Podríamos tratar de probar nuestra inocencia, de rechazar o huir de nuestra cruz y amoldarnos al mundo.

Sin embargo, Cristo nos anima a aceptar y afrontar las dificultades, no con resignación, sino aceptándolas libremente y ofreciéndolas voluntariamente.
III ESTACIÓN: GRACIA
Jesús cae por primera vez
Todos queremos mostrarnos fuertes y decididos ante los demás. No queremos reconocer nuestros fallos o debilidades por temor a no ser reconocidos o a ser menospreciados.

Sin embargo, Cristo nos enseña que somos débiles y frágiles, pero que nos basta su gracia: "Te basta mi gracia: la fuerza se realiza en la debilidad. Así que muy a gusto me glorío de mis debilidades, para que resida en mí la fuerza de Cristo" (2 Cor 12,9).
IV ESTACIÓN: ENCUENTRO
Jesús se encuentra con su madre
Cuando todos nos abandonan, traicionan y rechazan, nuestra Madre, la Virgen María, nos mira a los ojos, haciendo que nos sintamos amados y dignos. Es "el amor paciente, benigno; que no tiene envidia, que no lleva cuentas del mal; que no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad. Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor no pasa nunca" (cf. 1 Cor 13,4-8).

Cristo nos enseña que en los momentos de dificultad, podemos acudir la Virgen María y rezar el Rosario, donde encontraremos consuelo y compañía.
V ESTACIÓN: FRATERNIDAD
El cireneo ayuda a Jesús a llevar la cruz
Repudiados y abandonados por todos, incluso por nuestros amigos y familiares, un desconocido nos ayuda a cargar con nuestros sufrimientos.

Cristo nos enseña a dejarnos ayudar por otros hermanos de fe y aceptar con humildad que necesitamos a otros.
VI ESTACIÓN: INTERCESIÓN
La Verónica ofrece un paño a Jesús
Al aceptar la ayuda de los demás, dejamos también que enjuguen nuestras vidas "ensangrentadas", aunque no tengamos nada para corresponderles.

Cristo nos enseña a dejar que los demás intercedan por nosotros, que recen y que pidan por nosotros.
VII ESTACIÓN: FRAGILIDAD
Jesús cae por segunda vez
Cuando caemos por primera vez, podemos buscar excusas o justificarnos...pero cuando caemos por segunda vez, no podemos ocultar que somos frágiles y necesitados.

Cristo nos dice que "sin Él no podemos hacer nada" (Jn 15,5) y nos anima a que, cuando caigamos, acudamos a Él, a los sacramentos, a la Eucaristía, a la Confesión, al Santísimo para estar en su presencia y recibir su ayuda, su perdón y su gracia.
VIII ESTACIÓN: COMUNIDAD
Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén
Los seguidores de Cristo nunca se auto compadecen ni se entristecen porque saben a quien acudir: "Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré" (Mt 11,28).
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Cristo nos enseña que la fe se vive en la comunidad, en la Iglesia, donde está Él: "Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos" (Mt 18,20).
IX ESTACIÓN: PÉRDIDA
Jesús cae por tercera vez
Caemos de nuevo...y otra vez nos sentimos fracasados y desesperanzados porque el Enemigo trata de convencernos de que no lo conseguiremos, de que todo está perdido...

Aunque la cruz pueda representar pérdida, abandono y desesperación: "Elí, Elí, lemá sabaqtaní (es decir: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?" (Mt 27, 46; Sal 22, 2-3), Jesús nos asegura que, en las dificultades, no estamos solos, Dios está con nosotros (cf. Jn 16, 32-33).
X ESTACIÓN: DESPOJAMIENTO
Despojan a Jesús de sus vestiduras
Muchas veces, los cristianos se ven despojados de todo...de todo, menos de lo más íntimo, de su vida interior, de su dignidad de hijos de Dios.

Cristo nos enseña a despojarnos de todo lo que el mundo nos ofrece para revestirnos de la santidad de Dios: "Te aconsejo que me compres vestiduras blancas para que te vistas y no aparezca la vergüenza de tu desnudez" (Ap 3, 18).
XI ESTACIÓN: PRUEBA
Jesús es clavado en la cruz
Cuando un cristiano coge su cruz, aún está a tiempo de dejarla. Pero cuando es clavado a ella, no puede separarse de ella.

Cristo nos exhorta a desechar nuestros egoísmos y voluntades, a dejarnos clavar en la cruz, en nuestras dificultades y sufrimientos, como prueba de amor y obediencia.
XII ESTACIÓN: CUMPLIMIENTO
Jesús muere en la cruz
Jesús se entrega hasta el extremo en cumplimiento de la voluntad de Dios, de la ley de Dios, del amor a Dios y al prójimo : "Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo" (Jn 13,1).
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Cristo nos muestra el camino: dar la vida, "desvivirnos" y entregarnos a los demás. Esa es la semilla que cae en la tierra y da fruto abundante: "En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto (Jn 12,24).
XIII ESTACIÓN: EJEMPLO
Jesús es bajado de la cruz y entregado a su madre
Antes de su pasión, Jesús dijo: "cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí" (Jn 12,32). Ahora, su cuerpo inerte y ensangrentado desciende a los brazos de su madre. Nosotros lo golpeamos con nuestro pecado y lo abandonamos. Es entonces cuando una espada atraviesa nuestro corazón.
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Cristo, con su sacrificio en la cruz, nos invita a contemplar su Pasión y Muerte, no como un signo de derrota, sino de victoria, y a mostrar al mundo su amor por los hombres.
XIV ESTACIÓN: TRÁNSITO
Jesús es sepultado
La traición y el abandono, el sufrimiento y la tortura han sido sepultados en la oscuridad del sepulcro. Es el cumplimiento de la Escritura (Is 53,8-9).
Todo está en silencio, un silencio que no es el final sino el preludio de un nuevo comienzo, la resurrección: "Porque no me abandonarás en la región de los muertos ni dejarás a tu fiel ver la corrupción. Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha" (Sal 16,10-11).

Cristo nos enseña a pasar por momentos de oscuridad y silencio con la confianza puesta en Dios y en la esperanza cierta de que nunca nos abandonará. Tampoco en la hora de nuestra muerte, que no es sino un tránsito necesario, una puerta que debemos cruzar hacia nuestro destino final, el cielo.
XV ESTACIÓN: GLORIA
Jesús es resucitado
Jesucristo, con su resurrección, ha vencido al pecado y a la muerte, como atestigua la Escritura (Mt 28,6; Mc 16,6-14; Lc 24,34; Jn 21,14; Hch 1,3; 4,33; 10,41; 13,37; Rom 7,4; 2 Tim 2,8; 1 Cor 15,20; Ap 1,18; 2,8).
Está en la gloria del cielo, sentado a la derecha del Padre. Pero también está vivo en todos nosotros: en nuestras vidas, en nuestros corazones, en los sacramentos "hasta el final de los tiempos" (Mt 28,20).

El Señor ha dicho: “Misión cumplida”. La resurrección es el cumplimiento de todas las promesas de Dios, la razón y fundamento de nuestra fe (cf. 1 Cor 15,17.22). Por eso, nosotros proclamamos: ¡Jesucristo ha resucitado, Aleluya!
JHR