¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.
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domingo, 7 de abril de 2019

PREPARADOS PARA LA PERSECUCIÓN

"Es seguro que todos los que quieren vivir como buenos cristianos 
sufrirán persecuciones." 
(2 Timoteo 3, 12)

Los cristianos son perseguidos en muchas partes del mundo. El año pasado, más de 280 millones de cristianos se enfrentaron a la intimidación, prisión o incluso muerte por su fe en Jesús, 1.847 Iglesias fueron atacadas y 4.305 cristianos fueron asesinados en el mundo por causa de su fe. 

Asia y África destacan por su crueldad hacia el cristianismo. En Asia, 1 de cada 3 cristianos sufre persecución a nivel alto, muy alto o extremo, mientras que en África, la cifra es 1 de cada 6. 

Corea del Norte, Afganistán, Somalia, China e India ocupan los primeros puestos de la lista mundial de persecución, mientras que Nigeria es el país donde se producen más asesinatos de cristianos.

Una persecución silenciosa

En la Europa católica nos hemos acostumbrado a ver la persecución de los cristianos desde la lejanía y pensamos: "Esto no ocurre aquí". Nos hemos vacunado e inmunizado cuando oímos las escalofriantes noticias de este mal y creemos que eso nunca nos pasará a nosotros.

Resultado de imagen de persecucion cristianaSin embargo, existe una persecución silenciosa que no siempre mata, necesariamente. Es la persecución a la libertad de conciencia, por la que nuestra sociedad occidental se ha propuesto arrinconar la fe cristiana y en especial, la católica.

Y lo hace, primero, a través de las tendencias y de las ideas que van generando una mentalidad social y un pensamiento único que anida en la conciencia general.

Este pensamiento único hace surgir brotes de odio e intolerancia hacia la fe cristiana, que finalmente, se materializan en leyes de obligado cumplimiento: Ley del aborto, eutanasia, divorcio, uniones homosexuales, ideología de género, etc. 

No debemos asustarnos porque está escrito que nuestros enemigos estarán también en nuestra propia casa:
"No penséis que he venido a traer la paz al mundo; no he venido a traer paz, sino espada. Porque he venido a poner al hijo en contra de su padre, a la hija en contra de su madre, a la nuera en contra de su suegra. De suerte que los enemigos del hombre son los de su propia casa" (Mateo 10, 34-36).

"El hermano entregará a la muerte a su hermano, y el padre al hijo, y los hijos se alzarán contra los padres y los matarán. Todos os odiarán por causa mía; pero el que persevere hasta el fin se salvará"(Marcos 13, 12-13).

Alegres en la persecución


En contra de la mentalidad del mundo, Jesús nos dice que estemos alegres por ser perseguidos, insultados y calumniados y nos exhorta a perseverar:

"Dichosos los perseguidos por ser justos, porque de ellos es el reino de Dios. Dichosos seréis cuando os injurien, os persigan y digan contra vosotros toda suerte de calumnias por causa mía. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos. Pues también persiguieron a los profetas antes que a vosotros"
(Mateo 5, 10-12).


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El mundo trata de seducirnos con diversas doctrinas que llenan los corazones de falsas promesas y derechos de todo tipo. Cristo, sin embargo, no nos habla de derechos sino de obligaciones. Nos no nos habla de facilidades y confort sino de dificultades y problemas. No nos engaña, ni llena nuestro corazón de falsas promesas... y nos insta a estar alegres.

Seguir a Jesús implica incomprensión y rechazo; ir en pos de Él, conlleva envidia y odio; ponerle en el primer lugar, nos conduce a la intolerancia y la difamación; aceptarle y amarle, nos traerá sufrimiento y persecución.

Jesús declara dichosos y bienaventurados a aquellos, que por su fe y seguimiento a Él son oprimidos, maltratados y perseguidos. Pero para el mundo, los cristianos somos gente "rara", impopular, extraña, radical y retrógrada, porque Dios también lo es para ellos.

A Cristo lo persiguieron,
 lo insultaron, lo crucificaron y lo mataron. Y harán lo mismo con sus seguidores. No nos engañemos. El mundo no está a gusto con Dios ni con nada ni nadie que se lo recuerde. No nos va a adular, no van a hablar bien de nosotros, no vamos a ser bien vistos. Todo lo contrario.

Es posible que el grado de pers
ecución, de rechazo o de insulto sea distinto en un lugar o en otro, en una persona o en otra, en un momento o en otro, pero todos los cristianos la sufriremos de un modo u otro. De una manera u otra, todos los cristianos "beberéis del vaso que yo bebo" (Marcos 10,39), y "seréis odiados por causa de mi nombre" (Mateo 10,22).

El E
vangelio es tan contrario a la mentalidad que impera en el mundo que despierta su rechazo y provoca su enemistad. Ante esta enemistad, los cristianos debemos luchar contra la poderosa tentación de adaptarnos al mundo, porque hacerlo, supone negar a Cristo.

Preparados para la persecución

No obstante, los cristianos que no somos super-héroes, sino gente normal y sencilla, debemos prepararnos para sufrir esta persecución porque, tarde o temprano, llegará.

Por ello, debemos tener en cuenta que:

1.- Es una gracia. La capacidad p
ara aguantar la persecución, soportar la difamación y el martirio es una gracia de Dios. Esto significa que en los momentos de persecución, no debemos poner la mirada en nosotros mismos, sino en Cristo

Cuando los cristianos de Jerusalén tuvieron que hacer frente a la primera persecución, no sopesaron sus posibilidad de resistencia ni su propia capacidad, sino que nos dice ejemplarmente dijeron: "Y ellos... alzaron unánimes la voz a Dios, y dijeron: ... Señor, mira ahora sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra." (Hechos 4, 24).

Debemos rezar y pedirle a Dios el valor para proclamar el nombre de Jesús en una sociedad hostil al Evangelio y la capacidad para enfrentarnos la persecución. 

2.- Es un ataque. La persecución no atentará siempre contra nuestra integridad física. En la mayoría de los casos, la persecución se mantendrá en el terreno de la difamación y la calumnia. Por ahí comienza. Es un ataque que nos desacredita con mentiras, se inventan sobre nosotros falsas historias y se nos critica injusta y alevosamente. De la calumnia se pasa a la violencia física y al despojo de nuestros bienes.

3.- Es una prueba. E
l desprecio, la calumnia y la persecución del mundo son una prueba evidente de virtud y obediencia de los cristianos a su Señor. Por el contrario, cuando la Iglesia es ignorada o está bien vista por la sociedad, debería preguntarse a sí misma si de verdad es una Iglesia que sigue a Jesucristo. La reacción condescendiente o amistosa del mundo hacia la Iglesia significa que está dormida y que no está dando testimonio de Jesucristo, o que se ha adaptado al mundo, adulterando el mensaje que le fue confiado por Cristo y traicionando su fidelidad a Él. 


Del sufrimiento a la felicidad 


A priori, resulta extraño que Jesús nos diga que nos alegremos cuando seamos perseguidos y difamados e incluso podría parecer que el cristiano que se alegra en su sufrimiento por causa de Cristo es un masoquista o un sádico.


Sin embargo, no hay nada de masoquismo en las palabras del apóstol Pablo cuando nos habla de alegría en los sufrimientos por Cristo: "También nos alegramos en los sufrimientos" (Romanos 5,3) o cuando afirma rotundo su consuelo en las penalidades"estoy lleno de consuelo y de alegría en medio de todas mis penalidades." (2 Corintios 7,4).

No hay nada de sadismo cuando el apóstol Pedro habla de la prueba que todos los cristianos hemos de pasar""Queridos hermanos, no os extrañéis, como si fuera algo raro, de veros sometidos al fuego de la prueba; al contrario, alegraos de participar en los sufrimientos de Cristo, para que, asimismo, os podáis alegrar gozosos el día en que se manifieste su gloria. Dichosos vosotros, si sois ultrajados en nombre de Cristo, pues el Espíritu de la gloria, que es el Espíritu de Dios alienta en vosotros.(1 Pedro 4, 12-14). 


Resultado de imagen de alegria en el sufrimientoNo hay nada de perversión cuando el apóstol Santiago nos exhorta a alegrarnos por la persecución porque, gracias a ella, seremos perfeccionados en la fe: "Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia, mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna" (Santiago 1, 2.3). 

Los cristianos sabemos que el rechazo que provoca nuestra fe en el mundo es esa cruz que debemos cargar como seguidores de Cristo"El que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque el que quiera salvar su vida la perderá, pero el que pierda su vida por mí la encontrará. ¿Qué le vale al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida? ¿Y qué dará el hombre a cambio de su vida?" (Mateo 16, 24-26).

La alegría y la felicidad de los cristianos en medio de la tribulación no proceden de nuestra humanidad, sino de la acción del Espíritu Santo en nosotros.

La persecución, la difamación y el maltrato por causa de nuestra fe son una prueba de que nos encontramos en el camino correcto. Los perseguidos no estamos solos: contamos con Jesús. La fuerza para resistir la persecución no es una virtud ni mérito humanos, es gracia y don celestiales; es la fuerza del Espíritu Santo en el cristiano. 

miércoles, 27 de junio de 2018

CHISMES DE PARROQUIA

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"Una parroquia de chismosos y chismosas
es una comunidad incapaz de dar testimonio"
(Papa Francisco)


Murmurar o chismorrear es hablar mal de una persona ausente de cosas que, tanto el que habla y el que escucha, conocen, pero que no debieran comentar de una manera "envenenada”. Es más, que no debieran comentar de ninguna manera.

El chisme o murmuración entre cristianos es una bomba terrible y un daño gratuito que resquebraja toda la Iglesia, porque envenena y hiere al que habla, al que escucha, y del que se murmura.

El Papa Francisco nos advierte de lo desgraciadamente comunes que son los chismorreos dentro de la Iglesia: "Uno de los pecados más frecuentemente cometidos en parroquias y grupos cristianos son las críticas y el apuñalamiento al prójimo, los cuales no sólo dividen nuestra comunidad, sino que alejan a las personas que vienen en busca de Dios". 

Y explica cómo los chismes son obra del Enemigo: "El demonio disfruta cuando nos lanzamos piedras entre nosotros, unos contra otros. Sabe cómo debilitar los esfuerzos de las personas para servir a Dios y salvaguardar la presencia del Espíritu Santo dentro de ellos. Él hará todo para que no seamos tiernos y respetuosos. Una comunidad cristiana que no protege al Espíritu Santo con ternura y respeto es como la serpiente de lengua larga que es representada en estatuas aplastada bajo el pie de María."(Papa Francisco, Roma 21/5/18).


El chisme destruye

Resultado de imagen de chismososEl chisme se propaga como la pólvora provocando desunión y división, destruyendo todo a su paso, como un fuego voraz. Tergiversa deliberadamente la dignidad y la reputación de una persona, le pone en vergüenza ante los demás, señala sus errores, exagerándolos.

Dañar el buen nombre del prójimo o manifestar sus pecados o defectos, aunque sean verdad no tiene ninguna justificación y además, según el Catecismo de la Iglesia Católica, es un pecado mortal, si con él dañamos gravemente el honor del prójimo, aunque sea en un ámbito local y aunque no se entere del daño que le hemos causado

"El respeto de la reputación de las personas prohíbe toda actitud y toda palabra susceptibles de causarles un daño injusto (CIC can. 220). Se hace culpable:
— de juicio temerario el que, incluso tácitamente, admite como verdadero, sin tener para ello fundamento suficiente, un defecto moral en el prójimo;
— de maledicencia el que, sin razón objetivamente válida, manifiesta los defectos y las faltas de otros a personas que los ignoran (Si 21, 28);

— de 
calumnia el que, mediante palabras contrarias a la verdad, daña la reputación de otros y da ocasión a juicios falsos respecto a ellos ( CIC 2477).
"Todo buen cristiano ha de ser más pronto a salvar la proposición del prójimo, que a condenarla; y si no la puede salvar, inquirirá cómo la entiende, y si mal la entiende, corríjale con amor; y si no basta, busque todos los medios convenientes para que, bien entendiéndola, se salve" (San Ignacio de Loyola, Exercitia spiritualia, 22). 

La Biblia nos dice: "no habléis mal de nadie, sed pacíficos, comprensivos y sumamente amables con todo el mundo."  (Tito 3,1-2).

¿Qué debemos hacer?

Debemos ser enérgicos ante el chisme. Cuando un hermano cometa una falta, debemos corregirle en privado, con caridad y cara a cara. Por supuesto, no debemos exagerar la falta cometida, ni hablar por detrás en su contra y menos en público. Como hijos de Dios, no debemos atacar a quienes formamos el cuerpo de Cristo, pues Dios mismo saldrá en defensa de los suyos.

Habitualmente, el chismoso utiliza palabras dichas o escritas, haciendo mal uso de las virtudes que Dios le ha concedido, pues ni habla con amor ni para el bien, sino para su propia satisfacción, conveniencia, vanidad, o acaso, manipulado por propósitos perversos.

Imagen relacionadaDebemos hacer ver a otros que Dios odia el chisme y al chismoso y por tanto, rechazarlo de plano. Por ejemplo, si alguien viene a nosotros y nos dice: “Tengo que contarte algo”, deberíamos preguntarle: “¿De algo o de alguien?”. Si dice: “de alguien”, decirle entonces: “¿Has hablado ya con ese 'alguien'?”.

No debem
os permitir que nos hablen mal de alguien si ese alguien no lo ha oído primero, ni permitir que nos metan en un problema de un hermano con otro, enredándonos en una lucha que no tiene vencedores.

Cuando intenten contarnos un chisme, debemos hacerle ver al chismoso que se está dañando a si mismo, a nosotros y a su hermano, un hijo de Dios, y explicarle cómo eso violenta el plan de Dios y perjudica a todo Su pueblo. 

Debemos cuidar, vigilar y controlar las "malas lenguas". Estamos obligados a evitar las conversaciones malintencionadas que solo dañan, haciéndoselo saber a quien "chismorrea", critica o murmura, incluso, reprendiéndole.

Debemos recordar al chismoso que Satanás fue el primer chismoso al hablar mal de Dios, mostrándole que si murmuran o chismorrean en la casa de Dios, están pecando contra Él.

Debemos hacerle ver al chismoso que si tiene un problema con alguien, en lugar de escucharle, debemos instarle a ir y hablarlo con él. Si ha hecho algún daño a la dignidad de esa persona, entonces debe pedirle perdón. Esto cierra el círculo. Asunto terminado.

Conclusión: El chisme es desagradable, destructivo y dañino. Por tanto, obra de Satanás y debe ser despreciado por todos los que aman a Cristo y su Iglesia. En lugar de ser pasivos y tolerantes ante un chisme que se propaga, debemos cortarlo de raíz. Nunca permitir que nos lo cuenten y, mucho menos, propagarlo.

Nosotros podemos y debemos corregirnos entre nosotros pero el único que puede juzgar es Dios. ¡Fuera chismes!