¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.
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miércoles, 27 de junio de 2018

CHISMES DE PARROQUIA

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"Una parroquia de chismosos y chismosas
es una comunidad incapaz de dar testimonio"
(Papa Francisco)


Murmurar o chismorrear es hablar mal de una persona ausente de cosas que, tanto el que habla y el que escucha, conocen, pero que no debieran comentar de una manera "envenenada”. Es más, que no debieran comentar de ninguna manera.

El chisme o murmuración entre cristianos es una bomba terrible y un daño gratuito que resquebraja toda la Iglesia, porque envenena y hiere al que habla, al que escucha, y del que se murmura.

El Papa Francisco nos advierte de lo desgraciadamente comunes que son los chismorreos dentro de la Iglesia: "Uno de los pecados más frecuentemente cometidos en parroquias y grupos cristianos son las críticas y el apuñalamiento al prójimo, los cuales no sólo dividen nuestra comunidad, sino que alejan a las personas que vienen en busca de Dios". 

Y explica cómo los chismes son obra del Enemigo: "El demonio disfruta cuando nos lanzamos piedras entre nosotros, unos contra otros. Sabe cómo debilitar los esfuerzos de las personas para servir a Dios y salvaguardar la presencia del Espíritu Santo dentro de ellos. Él hará todo para que no seamos tiernos y respetuosos. Una comunidad cristiana que no protege al Espíritu Santo con ternura y respeto es como la serpiente de lengua larga que es representada en estatuas aplastada bajo el pie de María."(Papa Francisco, Roma 21/5/18).


El chisme destruye

Resultado de imagen de chismososEl chisme se propaga como la pólvora provocando desunión y división, destruyendo todo a su paso, como un fuego voraz. Tergiversa deliberadamente la dignidad y la reputación de una persona, le pone en vergüenza ante los demás, señala sus errores, exagerándolos.

Dañar el buen nombre del prójimo o manifestar sus pecados o defectos, aunque sean verdad no tiene ninguna justificación y además, según el Catecismo de la Iglesia Católica, es un pecado mortal, si con él dañamos gravemente el honor del prójimo, aunque sea en un ámbito local y aunque no se entere del daño que le hemos causado

"El respeto de la reputación de las personas prohíbe toda actitud y toda palabra susceptibles de causarles un daño injusto (CIC can. 220). Se hace culpable:
— de juicio temerario el que, incluso tácitamente, admite como verdadero, sin tener para ello fundamento suficiente, un defecto moral en el prójimo;
— de maledicencia el que, sin razón objetivamente válida, manifiesta los defectos y las faltas de otros a personas que los ignoran (Si 21, 28);

— de 
calumnia el que, mediante palabras contrarias a la verdad, daña la reputación de otros y da ocasión a juicios falsos respecto a ellos ( CIC 2477).
"Todo buen cristiano ha de ser más pronto a salvar la proposición del prójimo, que a condenarla; y si no la puede salvar, inquirirá cómo la entiende, y si mal la entiende, corríjale con amor; y si no basta, busque todos los medios convenientes para que, bien entendiéndola, se salve" (San Ignacio de Loyola, Exercitia spiritualia, 22). 

La Biblia nos dice: "no habléis mal de nadie, sed pacíficos, comprensivos y sumamente amables con todo el mundo."  (Tito 3,1-2).

¿Qué debemos hacer?

Debemos ser enérgicos ante el chisme. Cuando un hermano cometa una falta, debemos corregirle en privado, con caridad y cara a cara. Por supuesto, no debemos exagerar la falta cometida, ni hablar por detrás en su contra y menos en público. Como hijos de Dios, no debemos atacar a quienes formamos el cuerpo de Cristo, pues Dios mismo saldrá en defensa de los suyos.

Habitualmente, el chismoso utiliza palabras dichas o escritas, haciendo mal uso de las virtudes que Dios le ha concedido, pues ni habla con amor ni para el bien, sino para su propia satisfacción, conveniencia, vanidad, o acaso, manipulado por propósitos perversos.

Imagen relacionadaDebemos hacer ver a otros que Dios odia el chisme y al chismoso y por tanto, rechazarlo de plano. Por ejemplo, si alguien viene a nosotros y nos dice: “Tengo que contarte algo”, deberíamos preguntarle: “¿De algo o de alguien?”. Si dice: “de alguien”, decirle entonces: “¿Has hablado ya con ese 'alguien'?”.

No debem
os permitir que nos hablen mal de alguien si ese alguien no lo ha oído primero, ni permitir que nos metan en un problema de un hermano con otro, enredándonos en una lucha que no tiene vencedores.

Cuando intenten contarnos un chisme, debemos hacerle ver al chismoso que se está dañando a si mismo, a nosotros y a su hermano, un hijo de Dios, y explicarle cómo eso violenta el plan de Dios y perjudica a todo Su pueblo. 

Debemos cuidar, vigilar y controlar las "malas lenguas". Estamos obligados a evitar las conversaciones malintencionadas que solo dañan, haciéndoselo saber a quien "chismorrea", critica o murmura, incluso, reprendiéndole.

Debemos recordar al chismoso que Satanás fue el primer chismoso al hablar mal de Dios, mostrándole que si murmuran o chismorrean en la casa de Dios, están pecando contra Él.

Debemos hacerle ver al chismoso que si tiene un problema con alguien, en lugar de escucharle, debemos instarle a ir y hablarlo con él. Si ha hecho algún daño a la dignidad de esa persona, entonces debe pedirle perdón. Esto cierra el círculo. Asunto terminado.

Conclusión: El chisme es desagradable, destructivo y dañino. Por tanto, obra de Satanás y debe ser despreciado por todos los que aman a Cristo y su Iglesia. En lugar de ser pasivos y tolerantes ante un chisme que se propaga, debemos cortarlo de raíz. Nunca permitir que nos lo cuenten y, mucho menos, propagarlo.

Nosotros podemos y debemos corregirnos entre nosotros pero el único que puede juzgar es Dios. ¡Fuera chismes!

domingo, 15 de enero de 2017

PENDENCIEROS DE PARROQUIA

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Pendenciero es una persona que evidencia una propensión a las peleas y los enfrentamientos. Alguien que no está abierto al diálogo y al intercambio de opiniones. Significa literalmente "un boxeador verbal".

Un cristiano no puede ser una persona que reaccione con violencia física o verbal. No debe resolver los conflictos peleando ni debe ser propenso a la ira, “pues la ira del hombre no obra la justicia de Dios.” (Santiago 1,20). La ira nace de nuestros corazones egoístas, pecaminosos y orgullosos (Proverbios 12,16). 

Los cristianos debemos ser pacificadores (Proverbios 15,1, 18) porque lo importante no es tener la razón, sino expresarla con palabras suaves, con una respuesta amable. Cuando se tiene la razón no hay por qué gritar, no hay por qué ofender, no hay por qué alzar la voz, no hay por qué usar reproches o palabras altisonantes.

Al pendenciero, todo le enfada, todo le molesta, se enoja rápida y exageradamente por cosas insignificantes (Proverbios 29,11), salta a la mínima y se cree en posesión de la verdad siempre. 

Pero el pueblo de Dios debe reaccionar a las situaciones con calma y con delicadeza (2 Timoteo 2,24-25). 

El apóstol Pablo nos dice que un cristiano debe ser irreprochable, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, de conducta decorosa, hospitalario, apto para enseñar, no dado a la bebida, no pendenciero, sino amable, no contencioso, no avaricioso (1 Timoteo 3,2-3).

En lugar de ser agresivo o iracundo, debe ser amable, considerado, cordial, tolerante y clemente, que perdona fácilmente los fracasos y errores. No debe ser exigente, quisquilloso o susceptible (Pro. 19,11, 12,16).

Sin embargo, los pendencieros son muy comunes en muchas parroquias. Nadie les puede decir nada, nadie los puede confrontar, nadie los puede tocar porque se ofenden rápidamente, causan estragos y crean disensión. 

Existen diez características que nos pueden ayudar a reconocer a un pendenciero antes de que haga demasiado daño:

1. No se reconoce a sí mismo como pendenciero. Por el contrario, se ve a sí mismo como héroe necesario, enviado para salvar a la iglesia.

2. Se molesta por casi todo y trata de convencer a las personas para que sean sus aliados en su causa. Por lo general, ansía tener un "enemigo" en la parroquia, porque no es feliz si no está luchando, si no acomete una batalla.

3. Tiene una agenda personal egoísta. Determina lo que "su" iglesia debe ser y asimilar. Cualquier persona, servicio o método que es contrario a cómo percibe su iglesia ideal, es blanco de sus ataques.

4. Trata de formar alianzas de poder con los miembros débiles de la iglesia.  Los miembros de la parroquia más débiles sucumben a sus fuerte personalidad. Suele maniobrar para conseguir una posición de liderazgo dentro de la parroquia.

Resultado de imagen de propensos a las peleas5. Posee personalidad intensa y emocional. Utiliza la intensidad de su personalidad para salirse con la suya.

6. Impone "lo que debe hacer o decir la gente." Recoge fragmentos de información y da forma a sus propias conclusiones. 

7. Encuentra sus mayores oportunidades en las parroquias con muchas expectativas y actividades. Trata de obtener sus propias necesidades y preferencias. 

8. Intimida a los miembros de la iglesia, hasta el punto de que la gente prefiere tenerlo como amigo en lugar de como enemigo. Casi nadie se atreve a enfrentarse a él. Reprueba a obispos, a sacerdotes y a cualquier miembro de la parroquia que no "comulgue" con sus ideas. 

9. Un pendenciero siempre tiene una siguiente misiónCrea caos y causa estragos. Puede tomarse un breve descanso en su labor de intimidación pero siempre mantiene un comportamiento manipulador.

10. A menudo se mueve a otras parroquias después de haber hecho su daño. Ya sea porque se ve obligado o simplemente porque se aburre, se traslada a otras iglesias con la misma misión de la intimidación. 







domingo, 24 de julio de 2016

CUANDO OTRO CRISTIANO NOS LASTIMA




Cuando Marta se quejó a Jesús de su hermana María en Betania, María podría haber optado por sentirse ofendida. Sin embargo, no lo hizo. También podría haberse sentido ofendida cuando Judas y los discípulos le recriminaron su acto de adoración exagerada a Jesús. Pero, de nuevo, tampoco lo hizo.

En ambas ocasiones, María fue criticada injustamente por amar a su Señor con todo su corazón, y no por sus enemigos, sino por su propia hermana y por los propios discípulos del Señor.

Ella evitó la crítica, no hizo nada ni dijo nada. No abrió la boca para defenderse, sino que en silencio, confió el asunto a su Señor. Y en ambos casos, Jesús salió en su defensa.

Siempre habrá algunos cristianos que nos critiquen, nos denigren por nuestras buenas acciones. El punto es que si te sientes molesto u ofendido, y te enfadas y te quejas, el que sufre eres tú.

Por eso, ¿cómo actuar cuando nos ofenden?

Mis hermanos cristianos herirán mis sentimientos

A veces, actuarán con mala intención y deseo de hacer daño.


Otras veces te harán daño sin darse cuenta.

Cuando Marta y los discípulos se quejaron, no trataban de herir a María. Simplemente, juzgaron desde un punto de vista humano.

Cuando nos hagan daño, se demostrará nuestra madurez espiritual

Cuando nos lastimen, descubriremos nuestra verdadera relación con Jesucristo. Lo que hagamos en ese momento y después revelará cuán cerca estamos de Jesús.

Podemos reaccionar de dos modos: ponerlo delante del Señor, o dejar que otros nos destruyan. María lo dejó en manos de Cristo.

Dios transforma el maltrato en nuestro bien

José soportó maltrato y odio de sus propios hermanos pero lo dejó en manos de Dios, diciendo: "quisisteis hacerme daño, pero Dios lo usó para el bien".

Romanos 8,28 dice: "sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman". Todo lo que ocurre en nuestras vidas, ya sea bueno o malo, pasa primero por el amor a Dios, antes de llegar a nosotros. Y lo usa para nuestro bien y para nuestra transformación.

Cuando Jesús defendió a María, Él transformó la criticado de su acto en un ejemplo de cómo debemos actuar. 

No debemos ofendemos por dichos y hechos

Esto sucede generalmente cuando una persona es demasiado sensible o mal pensada. No debe ser propio de cristianos.

Los cristianos somos las personas más fácilmente ofendidas y atacadas en el mundo, cuando deberíamos ser los menos. María fue maltratada dos veces pero ella no se sintió ofendida.

Falsas acusaciones 

Los cristianos sensatos y maduros debemos ignorar los chismes, pues desacredita a quienes nos critican .

Cuando nos sintamos ofendidos por alguien, debemos ir a hablar directamente con la persona, en privado, tal y como Jesús nos enseñó a hacer. Preguntar en lugar de hacer acusaciones.

La pregunta es"¿Cómo me gustaría ser tratado si alguien estuviera diciendo estas cosas de mí?" 

Recuerda, Satanás es el calumniador (eso es lo que significa "diablo"), y usa la crítica para destruir las relaciones. Es una de las siete cosas que Dios aborrece "sembrar las semillas de la discordia entre los hermanos."

Lo que hagamos ante una ofensa es elección nuestra

Puedes elegir sentirte ofendido y tomar represalias o puedes optar por llevar tu herida ante Dios. 

A veces, el Señor te llevará a la persona para hablar con él de una manera amable, buscando la reconciliación. Otras veces te llevará a cargar con la cruz y seguir adelante.  Otras, te mostrará que has malinterpretado por completo las acciones del otro.

Quien ofende a un hijo de Dios, ofende a Dios

Cuando alguien ofende a otro cristiano está rechazando a Cristo, porque Él y su cuerpo están conectados, por lo que "si se lo has hecho al más pequeño de mis hermanos,  me lo has hecho a mí."

Se puede vivir sin sentirse ofendido

Esto no quiere decir que nunca vayamos a ser lastimados. Tampoco significa que nunca estaremos enfadados. Jesús se enojó. 

La ira es una emoción humana normal cuando alguien te maltrata o abusa de alguien que te importa. Pero lo que haces con tu ira determina si eres o no un buen cristiano.

El Señor nos llama a caminar sin ofensa. Siempre debemos ser "prontos para oír, tardíos para hablar, tardíos para la ira".