"No hagáis cosa alguna por espíritu de rivalidad o de vanagloria;
sed humildes y tened a los demás por superiores a vosotros,
preocupándoos no sólo de vuestras cosas,
sino también de las cosas de los demás.
Procurad tener los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús,
el cual, teniendo la naturaleza gloriosa de Dios,
no consideró como codiciable tesoro el mantenerse igual a Dios,
sino que se anonadó a sí mismo tomando la naturaleza de siervo,
haciéndose semejante a los hombres;
y, en su condición de hombre, se humilló a sí mismo
haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz."
(Filipenses 2, 3-8)
Los organizadores de eventos se encargan de negociar, coordinar, planificar y promover actos sociales congresos, festivales, ceremonias, fiestas, convenciones, retiros u otro tipo de reuniones.
No son ni el conferenciante, ni los novios, ni los padrinos, ni el "cumpleañero", ni el actor principal. Pero actúan como si lo fueran, se "auto-invitan" y encima, cobran por ello.
Organizan y seleccionan el lugar de celebración, el alojamiento y los servicios. Definen el objetivo, nombran a los coordinadores y eligen al personal, establecen fechas: Determinan el número de asistentes, elaboran el cronograma de actividades y promocionan el evento. "Ponen y disponen" como si fuera el acontecimiento fuera suyo. Y luego...desaparecen.
Así son los "faith planners", a quienes veo crecer como las setas, al amparo de la humedad y a la sombra de un gran árbol, que ellos no han plantado y que ni siguiera riegan.
Ellos lo saben todo. Son veteranos y saben como funciona "esto". Exportan su "sabiduría" por doquier. Sus días transcurren a la conquista del "buen sacerdote" que acceda a sus pretensiones, que se "deje llevar" por su experiencia y saber y les deje organizar sus eventos de fe.
Ellos lo saben todo. Son veteranos y saben como funciona "esto". Exportan su "sabiduría" por doquier. Sus días transcurren a la conquista del "buen sacerdote" que acceda a sus pretensiones, que se "deje llevar" por su experiencia y saber y les deje organizar sus eventos de fe.
Son "personajes", cuyo orgullo y vanidad, les lleva a apropiarse de la Gloria de Dios, afanándose en un activismo desmedido, y envaneciéndose, buscando sólo el reconocimiento y la vanagloria propias.
Son "falsos maestros" que entienden el liderazgo como un espacio de poder y control. No entienden que liderar es "ir a la cabeza", "abrir camino", "dar ejemplo", "servir". Y todo para Gloria de Dios.
Para ellos, el Espíritu Santo es tan solo una excusa a la que apelan para cumplir sus propósitos; la única gracia que se derrama es su falsa simpatía, que desbordan para llevar a cabo sus planes. No rezan, no sirven, no acogen, no aman.
Niegan al Señor y le abandonan. Lanzan la red al lado izquierdo, a pesar de que Jesús les dice que la lancen al derecho. Su meta es organizar "fiestas", ganar "seguidores", conseguir muchos "me gusta".
En lugar de llevar almas al encuentro con Dios, para servirle, amarle y darle gloria, estos "iluminados de la fe", intentan mostrar al mundo su calidad de buenos cristianos y su derecho a ocupar los "primeros sitios".
Para ellos, el Espíritu Santo es tan solo una excusa a la que apelan para cumplir sus propósitos; la única gracia que se derrama es su falsa simpatía, que desbordan para llevar a cabo sus planes. No rezan, no sirven, no acogen, no aman.
Niegan al Señor y le abandonan. Lanzan la red al lado izquierdo, a pesar de que Jesús les dice que la lancen al derecho. Su meta es organizar "fiestas", ganar "seguidores", conseguir muchos "me gusta".
En lugar de llevar almas al encuentro con Dios, para servirle, amarle y darle gloria, estos "iluminados de la fe", intentan mostrar al mundo su calidad de buenos cristianos y su derecho a ocupar los "primeros sitios".
Se trata de "un mal de moda" que afecta negativamente a los métodos de evangelización que tantos frutos dan aún a pesar de ellos: es el mal de predicarse a sí mismos, que mana del orgullo y la soberbia, en lugar de manifestar la Gloria de Jesús.
Son "pollinos" que tratan de apear a Jesucristo para hacer su propia entrada triunfal en Jerusalén.
Son "pollinos" que tratan de apear a Jesucristo para hacer su propia entrada triunfal en Jerusalén.
Pero nuestra misión como seguidores de Cristo no es divertir o entretener a las cabras, sino acercar a las ovejas al Buen Pastor.
La Escritura es clara a este respecto:
"Y ahora vosotros, los que decís:
'Hoy o mañana iremos a tal ciudad, y pasaremos allí el año,
negociando y ganando dinero';
vosotros, que no sabéis qué pasará mañana.
¿Qué es vuestra vida? Sois humo, que aparece un instante y luego se disipa.
Debéis decir, en vez de eso: 'Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o lo otro'.
En cambio, presumís de vuestras fanfarronadas.
Esta clase de jactancia es mala.
Pues el que sabe hacer el bien y no lo hace comete pecado'"
(Santiago 4, 13-17).
"Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo, el Señor;
nosotros somos vuestros siervos por amor de Jesús.
Pues el mismo Dios, que dijo: Brille la luz de entre las tinieblas,
iluminó nuestros corazones para que brille el conocimiento de la gloria de Dios,
reflejada en el rostro de Cristo.
Pero llevamos este tesoro en vasijas de barro,
para que aparezca claro que esta pujanza extraordinaria viene de Dios
y no de nosotros."
(2 Corintios, 4, 5-7).
"Hermanos, cuando llegué a vuestra ciudad,
llegué anunciándoos el misterio de Dios no con alardes de elocuencia o de sabiduría;
pues nunca entre vosotros me precié de saber otra cosa que a Jesucristo,
y a Jesucristo crucificado.
Me presenté entre vosotros débil y temblando de miedo.
Y mi palabra y mi predicación no se basaban en la elocuencia persuasiva de la sabiduría, sino en la demostración del poder del Espíritu,
para que vuestra fe no se fundase en la sabiduría humana,
sino en el poder de Dios."
(1 Corintios 2,1-5).
Así pues, la fe no trata de sentimientos ni de experiencias emocionantes. Nuestro servicio a Dios no "va" de organizar eventos grandilocuentes, ganar seguidores, llenar "plazas" o hacerse famosos.
Nuestra fe cristiana se basa en el poder de Dios y no en la sabiduría de los hombres:"Vosotros sois la sal de la tierra. Si la sal se desvirtúa, ¿con qué se salará? Para nada vale ya, sino para tirarla a la calle y que la gente la pise" (Mateo 5,13-14).
Nuestra fe cristiana se basa en el poder de Dios y no en la sabiduría de los hombres:"Vosotros sois la sal de la tierra. Si la sal se desvirtúa, ¿con qué se salará? Para nada vale ya, sino para tirarla a la calle y que la gente la pise" (Mateo 5,13-14).
San Ignacio, en su "Principio y fundamento", explica muy claramente cuál es nuestra misión: "El hombre es criado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor y, mediante esto, salvar su ánima; y las otras cosas sobre la haz de la tierra son criadas para el hombre, y para que le ayuden en la prosecución del fin para que es criado."
Por ello, todo lo que hagamos en nuestra vida ha de ser para alabar, servir y dar gloria de Dios.
Lo demás, ni viene de Dios ni es el propósito para el cual fuimos creados. Lo dice un Santo. ¡Y vaya Santo!