¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.
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jueves, 17 de febrero de 2022

FAVORITISMOS Y AMIGUISMOS EN LA IGLESIA




"Hermanos míos, no mezcléis la fe 
en nuestro Señor Jesucristo glorioso 
con la acepción de personas... 
si establecéis diferencias entre las personas, 
cometéis pecado 
y esa ley (amarás a tu projimo como a ti mismo) 
os acusa como transgresores"
(St 2,1 y 9)

El apóstol Santiago nos llama la atención con contundencia para que no establezcamos diferencias entre nosotros, para que no seamos parciales con nuestro prójimo, para que no hagamos acepción de personas. Si lo hacemos, seremos acusados de transgresores de la Ley.

Cristo, con sus palabras y obras, nos previene reiteradamente contra la tentación de ser selectivos entre los que son amigos y los que no, entre los de "dentro" y los de "fuera", entre "judíos" y "gentiles", entre los "propios" y "conversos". Nos exhorta a no establecer favoritismos y a no juzgar con parcialidad a nuestro prójimo. Nos corrige cuando discutimos por el camino sobre quién es más importante, quién es más veterano o más válido para estar al frente y "liderar" (el que tenga oídos, que oiga).

Innumerables son las ocasiones en las que la Sagrada Escritura nos repite "Escucha, pueblo mío", pero nosotros, su Iglesia, ni le escuchamos ni aprendemos de Él. No nos hemos enterado (o no queremos) de lo que el Señor nos pide. "Duros de cerviz", seguimos autoproclamándonos discipulos de Cristo que evangelizan, mientras mantenemos criterios de favoritismo o de parcialidad hacia nuestros hermanos, mientras hacemos nuestra propia "selección natural", mientras seguimos impartiendo nuestra" justicia" particular.
Seguimos sin entender el mensaje evangélico del amor (Mt 22,34-40) que conduce a la santidad (Mt 5,48) y seguimos autoproclamándonos jueces supremos de un supuesto Sanedrín particular, creado a nuestra imagen y semejanza, para señalar, despreciar y acusar injustamente a nuestros hermanos, eligiendo "insiders" y rechazando "outsiders", como hace el "hermano mayor" de la parábola.

Dice el sabio y justo rey Salomón que "no está bien favorecer al culpable ni declarar culpable al inocente (Pro 18,5) o que "no es bueno ser parcial con la gente" (Pro 28,21), pero nosotros, torpes y necios, hacemos caso omiso. 

Dice San Pablo con frecuencia que Dios no juzga a los hombres según las apariencias, que no hace acepción de personas y que trata a todos los hombres con igual justicia (Hch 10,34; Ro 2,11; Ga 2,6; Ef 6,9; Col 3,25; 1P 1,17), pero nosotros, hipócritas y fariseos, seguimos con el corazón endurecido, señalando a los demás. 
Mateo y Lucas denominan a Dios como Aquel que "habla y enseña con rectitud y no tiene acepción de personas" Mt 22,16; Lc 20,21) y Juan, como el "Justo y Veraz" (Ap 19,2), pero nosotros seguimos siendo "torcidos", injustos y falsos.

¿Hasta cuándo seguiremos haciendo acepción de personas? 
¿Hasta cuándo seguiremos viviendo en la injusticia soberbia y en la envidia rencorosa de desear el mal de nuestro prójimo en lugar de procurar su bien? 
¿Hasta cuándo seguiremos sin escuchar y sin obedecer a nuestro único Dios y Juez? 
¿Hasta cuándo, Señor?

jueves, 19 de marzo de 2020

UN VIRUS CONTAGIOSO Y LETAL QUE SE EXPANDE

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"No hay condenación alguna para los que están unidos a Cristo Jesús. 
Porque la ley del espíritu, que da la vida en Cristo Jesús, 
me ha librado de la ley del pecado y de la muerte...
padecemos con él, para ser también glorificados con él...
Sabemos que toda la creación gime 
y está en dolores de parto hasta el momento presente... 
también nosotros, gemimos dentro de nosotros mismos, 
esperando la adopción filial, la redención de nuestro cuerpo. 
El Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza 
e intercede por nosotros con gemidos inenarrables...
Y sabemos que Dios ordena todas las cosas 
para bien de los que le aman." 
(Romanos 8,1-28)

No, no voy a hablar del corona-virus. Toda España y todo el mundo, ya habla de él. Voy a hablar de otro virus, más sutil e imperceptible, una epidemia muy contagiosa, una pandemia mucho más letal: el pecado.

Resultado de imagen de el coronavirusQuizás esta cuarentena cuaresmal tan excepcional, en la que estamos rezando, ayunando y haciendo penitencia "de verdad", sea consecuencia de nuestro pecado. Pero, como dice el apóstol San Pablo en su carta a los Romanos,"los cristianos tenemos nuestra esperanza y confianza en nuestro Salvador y sabemos que todo acontece para bien de los que le amamos."

El pecado es toda acción u omisión voluntaria contra la Voluntad de Dios, una ofensa contra Dios. El Señor no es insensible a nuestro rechazo, a nuestro desprecio, porque nos ama con locura y quiere nuestro bien. 

El pecado, en principio, no es algo que deseemos. Más bien, es algo de lo que nos contagiamos. Nos infecta, a veces, sin saberlo, y poco a poco, va fraguando y creciendo dentro de nosotros mismos, hasta que sale al exterior y se hace evidente. 

Por eso, para no contagiarnos de este virus, debemos saber reconocer sus síntomas.

Síntomas


El pecado presenta una sintomatología muy sencilla de detectar porque evidencia unos patrones fácilmente identificables para un cristiano: dolor de garganta (soberbia), fiebre (orgullo),  dificultad respiratoria (envidia), dolor muscular (pereza), sensación de falta de aire (avaricia ) y tos (egoísmo).

Los síntomas de este virus tan contagioso y letal llevan al hombre a enfrentarse con situaciones amargas, decepcionantes y desoladoras. Incluso con la muerte.

En la crisis en la que hoy se encuentra el mundo, con la pandemia del Covid-19, y en concreto, España, estos síntomas ya han empezado a aparecer. 

Cada día, escuchamos medidas, que siempre se quedan cortas y vemos situaciones sanitarias terribles, que nos enfrentan ante la muerte y la desesperación. Y estoy convencido de que, más pronto que tarde, veremos desgracias económicas, sociales y morales.

Cada día surgen, en la mente del hombre, algunas buenas intenciones para afrontar "humanamente" esta crisis, como tomar medidas preventivas, salir a las ventanas a aplaudir, guardar minutos de silencio, seguir las recomendaciones o confinarse con responsabilidad, pero, desgraciadamente... "los que viven según la carne piensan en las cosas carnales y...no pueden agradar a Dios"(Romanos 8, 5 y 8). Su corazón está oscurecido porque le han dado la espalda a Dios.

Por su egoísmo, el hombre piensa solamente en sí mismo. A muchos, no les importa las necesidades o preocupaciones de los demás.

Por su orgullo, se cree capaz de dominar cualquier situación. A muchos, no les importa hacer daño, si con ello, se muestran poderosos y se creen dueños de sus vidas.

Resultado de imagen de pecadosPor su soberbia, se siente superior y con más derechos que los demás. A muchos, no les importa reivindicar sus derechos en detrimento de los de los demás.

Por su avaricia, se ve impelido a dañar a otros. A muchos, no les importa llevar a una situación dramática a otras personas, si con ello, consiguen alcanzar su dios, el dinero.

Por su envidia, se muestra desconfiado hacia los demás. A muchos, no les importa negar la ayuda a otros, si con ello, alcanzan seguridad y tranquilidad en su zona de confort.

Por su pereza, se niega a ayudar a los demás. A muchos, no les importa lo que les ocurra a los demás, mientras no sea a ellos.

El miedo le atenaza. Miedo a perder lo que cree merecer, miedo a que merme su confort, miedo a que su propia comodidad se vea menoscabada...el ser humano no está hecho para el sufrimiento. No lo soporta, teme... y huye.

El miedo le hace evadirse. Ese miedo a darse a los demás, a procurar el bien del prójimo, a exponer debilidad, a mostrar vulnerabilidad, a manifestar fragilidad... pero...¡si es lo que somos! débiles, vulnerables y frágiles...

Medidas de protección

Las principales medidas de protección para evitar el contagio de este virus letal son:

Resultado de imagen de el coronavirus- Evitar sitios concurridos, donde no exista gracia y haya un riesgo evidente de infección.
- Permanecer a más de mil metros del portador del mal (el Diablo).
- Lavarse las manos a menudo y constantemente, con la oración y los sacramentos.
- Utilizar mascarilla contra la mentira.
- Usar un traje protector contra el mal. 
- Medir la temperatura, de nuestra fe.
- Apostar por el tele-trabajo, es decir, por la vida interior.

Tratamiento

Si hemos sido "infectados", el virus del pecado tiene un sólo tratamiento posible, una sola vacuna: el amor. 
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Un amor que nace al saberse amado por Dios, y que nos conduce a amarle por encima de todo.
Un amor que se sella con la pasión, la muerte y la resurrección de Jesucristo, y que nos atrae a seguirlo. 

Un amor que se derrama al procurar el bien de los demás, a dar la vida por otros, y que nos lleva a amarle como a nosotros mismos.

Y no hay amor más grande. Ni mejor tratamiento.


"Dice la Escritura: 
Por tu causa estamos expuestos a la muerte todo el día, 
somos como ovejas destinadas al matadero. 
Pero en todas estas cosas salimos triunfadores 
por medio de aquel que nos amó. 
Porque estoy persuadido de que ni la muerte, ni la vida, 
ni los ángeles, ni los principados, 
ni las cosas presentes ni las futuras, ni las potestades, 
ni la altura ni la profundidad, 
ni otra criatura alguna podrá separarnos 
del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor."
 (Romanos 8, 36-39)

sábado, 15 de septiembre de 2018

SACERDOTES CAÍDOS

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Con gran tristeza, los titulares de las noticias nos recuerdan una vez más que el enemigo tiene como objetivo especial a la Iglesia Católica. Igual que hizo con los ángeles, hace con los hombres: algunos sacerdotes "caen" y con ellos, muchos cristianos son heridos y dañados.

¿Por qué sucede esto? ¿Qué motiva a algunos pastores del rebaño de Dios a caer y echarlo todo a perder? 

Es cierto que en cada parroquia, cada día, muchos sacerdotes luchan contra corriente, y mucho. Y lo hacen solos. Quizás por eso, algunos caen. 

El mismísimo Satanás, nuestro enemigo espiritual es un experto conocedor del comportamiento humano y se fija especial y particularmente en los sacerdotes, no porque sus almas tengan un mayor valor intrínseco, sino porque su caída es estratégica para intentar ganar la batalla final.

Negligencia

La tentación más implacable con la que Satanás se adentra en la vida sacerdotal no es con el atractivo de los actos flagrantes de inmoralidad (que también), sino con la disposición diaria a descuidar el amor por Cristo de la manera más insignificante y sutil.

Sin duda, por negligencia, por pereza o por indolencia, comienzan a desc
uidar su relación con el Señor, abandonan su vida interior y su oración, y con el tiempo se despojan del amor, la pureza, el discernimiento y la doctrina.

El Diablo sabe que el "gran mandamiento" es amar al Señor sobre todas las cosas, con todo nuestro corazón, alma, mente y fuerza, y por ello, se vale de la negligencia para incitarles a mantener un amor parcial y superficial por Cristo, mientras mantienen una "vida aparentemente cristiana." 

Y así, el amor a Cristo cae en el vacío encanto del mundo, les arrastra y los atrapa con una facilidad insospechada hacia un esfuerzo por tratar de servir a todos. Es cuando muchos sacerdotes caen en la trampa de establecer objetivos que no requieran mucho esfuerzo y gusten a todos, cuando ofrecen un servicio de "mínimos".

Activismo

La segunda tentación es el activismo: "cuando el Diablo no puede doblegarte, te mantiene ocupado". El ruido y la agitación desmesurados en una parroquia destruyen la relación con Dios. 

Resultado de imagen de curas activistasCuando un sacerdote encuentra más interés en "hacer cosas" que en estar con Dios, "cae" en la trampa porque termina sirviendo por obligación, pierde la alegría de permanecer en Cristo, cae en la rutina que le lleva a una pretensión vacía y a una grave vulnerabilidad espiritual, convirtiéndose en un "mal funcionario de la fe".

Cuando un sacerdote pone todo el énfasis en los números, siempre terminará decepcionándose porque nunca tendrá suficiente. Su tarea debe concentrarse en hacer y formar discípulos, en dirigir al pueblo de Dios y administrar sacramentos, bajo la guía de Dios. 


Por supuesto, necesita ayuda, y para eso están los laicos. Con la colaboración de los laicos como parte del pueblo de Dios y la guía del Espíritu Santo, los números se generarán por sí mismos. 
Dios es quien se encarga de ello.

Desconfianza

La mayoría de los sacerdotes tratan de saber en quién poder confiar, pero algunos, realmente quizás por culpa de un excesivo clericalismo, llegan a conocer poco a sus feligreses. A menudo, no tienen a nadie que les hable claro, que les diga lo que nunca querrían escuchar. Por lo general, ponen buena cara, pero realmente, no confían y tratan de hacer las cosas solos.

Cuando un sacerdote no confía en nadie teme dar rienda suelta a la visión y a las capacidades de los demás, porque no tiene suficiente confianza en ellos o porque la tiene solo en él mismo, o incluso porque no la tiene en Dios.

Resultado de imagen de desconfianzaExige a otros que hagan lo que él quiere y por tanto, se pierde la confianza en que el plan de Dios funciona, aún a pesar de nosotros. 

La visión de una parroquia debe estar sustentada en Cristo, maestro en la delegación. Obviamente, Jesús estableció la visión, pero luego entregó todo el servicio a sus discípulos. 

Un sacerdote que no confía en Dios o en los demás, siempre intentará hacer las cosas como él quiere, o por él mismo. Desconfiará de todo aquello que no esté bajo su control y se negará a permitir que nadie más que él se haga cargo. 

Cree que, sin su control, el mundo se derrumba. Ve el vaso "medio vacío" y no quiere correr demasiados riesgos. Cuando todo está bajo su control, siente una sensación de seguridad. El mérito es suyo, no de Dios. Es una forma de pelagianismo.

Orgullo

Muchos sacerdotes luchan a diario con problemas de ego. Cuando un sacerdote es orgulloso, todo marcha bien, siempre que él sea el centro de atención. Pretende el poder, el prestigio y los privilegios que conlleva el sacerdocio, y cierra el paso a cualquier persona que Dios pone en su camino

El liderazgo espiritual correcto del sacerdocio ayuda a las personas a ir desde donde están hasta donde Dios quiere que estén. Cuando un sacerdote mueve a la gente "a toda máquina" hacia Dios, cuando se despojan de su "yo" para realizar el plan de Dios y glorificarle, todo funciona correctamente.

Desafortunadamente, cu
ando un sacerdote trata de combinar los planes de Dios con sus propios planes, todo se desmorona. Lo que a menudo comienza como buenas intenciones, terminan en ambiciones egoístas y orgullos egocéntricos.

Quiere crecer en número y "hacer muchas cosas" para Dios, pero en realidad, se trata más de crear algo que le ensalce a él en lugar de dar gloria a Dios (aunque posiblemente, ni siquiera lo reconozcan). Y así, se rodea de personas incondicionales que siempre le dirán "Sí" a todo, que siempre apoyarán cada decisión que tome, sin importar cuán destructiva o absurda sea.

Manipulación

Un sacerdote caído es, a menudo, manipulador, capaz de explicar cada acción, cada pecado sin importar cuán atroz sea. Se trata de una deformación de su sacerdocio.

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Tiene una asombrosa habilidad, un sofisticado mecanismo de actuación casi infalible. Sabe influir en las personas, conoce qué teclas tocar, qué decir y qué callar para alcanzar el pleno control sobre sus emociones.

Ve a los demás como objetos, como recursos de los que aprovecharse para sus fines y utiliza distintos métodos y estrategias indirectas, engañosas y abusivas como el chantaje, el victimismo…

Se camufla de acciones bienintencionadas y elevadas, se reviste de preocupaciones y emociones profundas para ganarse la confianza de sus feligreses y desplegar después sus intenciones.

Marginación

Las personas que disienten de un sacerdote "caído" no solo se verán desplazados de su círculo interno, sino que también quedarán aisladas. Después de todo, este sacerdote no quiere tener personas que no estén de acuerdo con él.

Y entonces hace todo lo posible por marginarlos y desacreditarlos, manchar su nombre, acusarlos de falta de fe e incluso difundir mentiras sobre ellos. 

La triste realidad es que aquellos etiquetados como "críticos" a menudo comienzan como íntimos confidentes del sacerdote, pero una vez que comienzan a retroceder, se les "elimina", se les posterga y se les calumnia.

Para que una parroquia sea saludable, es bueno que haya diversidad en la unidad. Todos, por nuestro bautismo, somos sacerdotes de Dios, tenemos al Espíritu Santo y recibimos dones únicos para edificar la iglesia. 

Pero esto no funciona para el sacerdote caído, que ve en la diversidad un atisbo de disidencia, un riesgo para sus intereses y que le impide alcanzar sus grandiosos planes. Él no quiere una variedad de opiniones, él exige lealtad absoluta e incondicional. Estás dentro o fuera, a favor o en contra.

Y si uno no está comprometido con su forma de actuar, le acusan de deslealtad y de ataque a la Iglesia. Si uno es leal a sus intereses, son promocionados hacia puestos de honor dentro de la parroquia.

Una señal inequívoca de que las cosas van mal, es cuando todos piensan, actúan e incluso hablan por igual. La comunidad se divide, se fragmenta y se reduce, signo de que el sacerdote ha caído.

Cuando un sacerdote "cae", busca "chivos expiatorios" a quienes responsabiliza de todos los males. 

Carisma

La mayoría de los sacerdotes caídos no parecen malos. A menudo son encantadores, dinámicos e incluso visionarios. Son carismáticos, elevados, elocuentes, "caen bien". Son capaces de inspirar a las personas y de moverlas a realizar cosas increíbles.

Imagen relacionadaPero, a menudo, todo es fachada, un "sepulcro blanqueado". En la superficie, parecen ser muy espirituales y con "hilo directo" con Dios, pero en el fondo, están alejados del Señor.

Sacerdotes que no dan testimonio de vida,"cristianos de salón"(como dice el Papa). Sólo se comportan bien delante de la gente, ante los "focos" y los "micrófonos".

Es una fácil tentación para un sacerdote predicar lo fácil, decir lo que las personas quieren oír, sacrificar la verdad por la popularidad. Sin embargo, un sacerdote debe hacer honor a la verdad, incluso cuando ésta es impopular porque cuando sacrificamos la verdad por "quedar bien con todos", hacer discípulos se vuelve imposible.

Abuso de poder

Un sacerdote tiene poder que le da su cargo y su posición pero el "poder ilimitado corrompe la mente de los que lo poseen."

Una de principales peligros en la Iglesia es que un sacerdote acapare demasiado poder, sin la suficiente responsabilidad personal. 

No se trata de controlarle sino de equilibrar la verdad y la gracia por igual. 

Negación del error 

Por desgracia, un sacerdote caído se niega a creer que algo esté mal con su estilo pastoral, con la forma en la que lleva las cosas. Está convencido de que todo va bien, hasta que todo se desmorona...

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Incluso si alberga dudas, no las comparte con otros porque sería admitir su caída, su falibilidad, su debilidad, su inseguridad. Sería un reconocimiento de que tal vez, sólo tal vez, Dios no está de su lado. Y por eso siempre está lleno de bravuconería y fanfarronería, haciendo grandes afirmaciones sobre cómo van las cosas en la parroquia.

El resultado de un sacerdote caído es que las cosas van de mal en peor hasta llegar a una implosión total. Mucha gente queda herida, el nombre del Señor queda por los suelos y la comunidad desaparece.

Si sospechas que tu sacerdote ha caído, reza. Y mucho. No esperes que las cosas mejoren por sí solas. Reza.


miércoles, 18 de julio de 2018

NI EL ÉXITO NI EL MÉRITO SON NUESTROS

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"Él debe crecer y yo, menguar.
El que viene de arriba está sobre todos"
(Juan 3, 30)

El orgullo nos impide reconocer la presencia de Dios en nuestras vidas, la mano de Dios en nuestras acciones. Todo lo contrario, envanece todos nuestros actos, especialmente en las situaciones de éxito.

Como cristianos, debemos ver en nuestra vida la presencia y la acción de Dios, porque toda nuestra vida es un regalo suyo y está a su servicio. Porque ni el éxito ni el mérito ni la gloria son nuestros. Pero es que además, son efímeros. No son duraderos. 

Sin embargo, es muy difícil ver la mano de Dios cuando alcanzamos el éxito, cuando triunfamos económica o socialmente...en esos momentos, nuestra propia vanidad nos ciega y no vemos que es Dios quien nos ha puesto en ese lugar, y lejos de darle gracias, y ponerlo a su servicio, pensamos que el mérito es nuestro, ¡porque lo valemos!

Lo sé por experiencia. Durante mi vida, he disfrutado de un cierto éxito en muchos sentidos pero lo he vivido orgulloso y de espaldas a Dios. Y así me ha ido. Lo que un día está arriba, al día siguiente, está abajo. Y mis fuerzas y méritos son humanamente limitados.

Resultado de imagen de dios no hace acepción de personasPor eso, doy gracias a Dios. Gracias por sacarme del vacío del éxito, por librarme de la soledad del triunfo, por liberarme de la mezquindad del orgullo, por hacerme ver que la vanidad no lleva a la felicidad, por hacerme entender que la humildad es la que me lleva lejos en la vida y me conduce a Él. Porque ni el éxito ni el mérito ni la gloria son nuestros. 

La humildad es un don que todos los cristianos debemos (deberíamos) pedir y agradecer. La humildad siempre lleva al agradecimiento, al amor y a la entrega. Ser humildes es ser capaces de reconocer cuáles son nuestras debilidades y cuáles son nuestras posibilidades, y a la vez, dar gracias por todo lo que recibimos de Dios, que nos ayuda a llevar una vida de amor y entrega a los demás. Porque ni el éxito ni el mérito ni la gloria son nuestros. 

El apóstol Juan nos dice que Dios debe crecer en nosotros, y nosotros, menguar, hacernos pequeños (Juan 3, 30). Ante la grandeza de Dios, todo es pequeño. Él está por encima de todo y de todos. Pero no desde una posición de orgullo sino de amor. Ahí reside su grandeza, en que Dios mismo se "abajó" a nosotros y nos mostró el camino de la humildad: a través de María y de Jesús, ejemplos perfectos de amor y humildad.
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El Evangelio nos habla de humildad, de sencillez, de pequeñez, de hacerse niño: "Os aseguro que si no cambiáis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de Dios." (Mateo 18,3). 

Un niño pequeño confía plenamente en su padre/madre, se fija en él, le tiene siempre presente, imita sus palabras, sus acciones… su Padre es el espejo en el que reflejarse. Pero, sobre todo confía, no le cuestiona, se fía, se abandona en sus brazos. Porque le ama.

Imagen relacionadaUn padre ama, por encima de todo, a sus hijos. Y por eso, jamás desea ni le da a un hijo nada malo, ni hace o dice nada que le perjudique, ni lo lleva por caminos peligrosos. Le acompaña y le lleva de la mano para que no caiga, y si es necesario, le carga sobre sus hombros para que no se canse.

De la misma forma, el Señor nos acompaña, nos lleva de la mano, nos guía, nos consuela y nos sostiene. Él hace todo lo posible (y lo imposible) por nosotros. 

Sólo hace falta que, como niños, como hijos suyos, le devolvamos nuestro amor, nos fiemos y confiemos, que seamos sencillos y humildes, y así, acercándonos, poder mirar a Jesús y aprender de Él, la única forma de llegar al Padre. La única manera de llegar al verdadero éxito y a la verdadera gloria.

Dios se revela constantemente, a todos nosotros. Día a día nos enseña a vivir, nos enseña cómo tenemos que amar, y lo hace Él primero, con el ejemplo. Pero hace falta que tengamos ese corazón sencillo y humilde como el de Cristo, como el de María. Sin ese corazón puro y humilde como el de un niño, no podemos aprender a vivir ni alcanzar la gloria eterna.


viernes, 20 de abril de 2018

"FAITH PLANNERS"

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"No hagáis cosa alguna por espíritu de rivalidad o de vanagloria; 
sed humildes y tened a los demás por superiores a vosotros, 
preocupándoos no sólo de vuestras cosas, 
sino también de las cosas de los demás.
Procurad tener los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús, 
el cual, teniendo la naturaleza gloriosa de Dios, 
no consideró como codiciable tesoro el mantenerse igual a Dios, 
sino que se anonadó a sí mismo tomando la naturaleza de siervo, 
haciéndose semejante a los hombres; 
y, en su condición de hombre, se humilló a sí mismo 
haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz." 
(Filipenses 2, 3-8)

Los organizadores de eventos se encargan de negociar, coordinar, planificar y promover actos sociales congresos, festivales, ceremonias, fiestas, convenciones, retiros u otro tipo de reuniones. 

No son ni el conferenciante, ni los novios, ni los padrinos, ni el "cumpleañero", ni el actor principal. Pero actúan como si lo fueran, se "auto-invitan" y encima, cobran por ello.

Organizan y seleccionan el lugar de celebración, el alojamiento y los servicios. Definen el objetivo, nombran a los coordinadores y eligen al personal, establecen fechas: Determinan el número de asistentes, elaboran el cronograma de actividades y promocionan el evento. "Ponen y disponen" como si fuera el acontecimiento fuera suyo. Y luego...desaparecen.

clip_image001Así son los "faith planners", a quienes veo crecer como las setas, al amparo de la humedad y a la sombra de un gran árbol, que ellos no han plantado y que ni siguiera riegan. 

Ellos lo saben todo. Son veteranos y saben como funciona "esto". Exportan su "sabiduría" por doquier. Sus días transcurren a la conquista del "buen sacerdote" que acceda a sus pretensiones, que se "deje llevar" por su experiencia y saber y les deje organizar sus eventos de fe.

Son "personajes", cuyo orgullo y vanidad, les lleva a apropiarse de la Gloria de Dios, afanándose en un activismo desmedido, y envaneciéndose, buscando sólo el reconocimiento y la vanagloria propias. 

Son "falsos maestros" que entienden el liderazgo como un espacio de poder y control. No entienden que liderar es "ir a la cabeza", "abrir camino", "dar ejemplo", "servir". Y todo para Gloria de Dios.

Para ellos, el Espíritu Santo es tan solo una excusa a la que apelan para cumplir sus propósitos; la única gracia que se derrama es su falsa simpatía, que desbordan para llevar a cabo sus planes. No rezan, no sirven, no acogen, no aman. 

Niegan al Señor y le abandonan. Lanzan la red al lado izquierdo, a pesar de que Jesús les dice que la lancen al derecho. Su meta es organizar "fiestas", ganar "seguidores", conseguir muchos "me gusta".

Imagen relacionadaEn lugar de llevar almas al encuentro con Dios, para servirle, amarle y darle gloria, estos "iluminados de la fe", intentan mostrar al mundo su calidad de buenos cristianos y su derecho a ocupar los "primeros sitios".

Se trata de "un mal de moda" que afecta negativamente a los métodos de evangelización que tantos frutos dan aún a pesar de ellos: es el mal de predicarse a sí mismos, que mana del orgullo y la soberbia, en lugar de manifestar la Gloria de Jesús. 

Son "pollinos" que tratan de apear a Jesucristo para hacer su propia entrada triunfal en Jerusalén.  

Pero nuestra misión como seguidores de Cristo no es divertir o entretener a las cabras, sino acercar a las ovejas al Buen Pastor.

La Escritura es clara a este respecto:


"Y ahora vosotros, los que decís: 
'Hoy o mañana iremos a tal ciudad, y pasaremos allí el año, 
negociando y ganando dinero';
vosotros, que no sabéis qué pasará mañana. 
¿Qué es vuestra vida? Sois humo, que aparece un instante y luego se disipa. 
Debéis decir, en vez de eso: 'Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o lo otro'. 
En cambio, presumís de vuestras fanfarronadas. 
Esta clase de jactancia es mala. 
Pues el que sabe hacer el bien y no lo hace comete pecado'"
(Santiago 4, 13-17).

"Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo, el Señor; 
nosotros somos vuestros siervos por amor de Jesús. 
Pues el mismo Dios, que dijo: Brille la luz de entre las tinieblas, 
iluminó nuestros corazones para que brille el conocimiento de la gloria de Dios, 
reflejada en el rostro de Cristo. 
Pero llevamos este tesoro en vasijas de barro, 
para que aparezca claro que esta pujanza extraordinaria viene de Dios 
y no de nosotros." 
(2 Corintios, 4, 5-7).


"Hermanos, cuando llegué a vuestra ciudad, 
llegué anunciándoos el misterio de Dios no con alardes de elocuencia o de sabiduría; 
pues nunca entre vosotros me precié de saber otra cosa que a Jesucristo, 
y a Jesucristo crucificado. 
Me presenté entre vosotros débil y temblando de miedo. 
Y mi palabra y mi predicación no se basaban en la elocuencia persuasiva de la sabiduría, sino en la demostración del poder del Espíritu, 
para que vuestra fe no se fundase en la sabiduría humana, 
sino en el poder de Dios."
(1 Corintios 2,1-5).

Así pues, la fe no trata de sentimientos ni de experiencias emocionantes. Nuestro servicio a Dios no "va" de organizar eventos grandilocuentes, ganar seguidores, llenar "plazas" o hacerse famosos.  

Nuestra fe cristiana se basa en el poder de Dios y no en la sabiduría de los hombres:"Vosotros sois la sal de la tierra. Si la sal se desvirtúa, ¿con qué se salará? Para nada vale ya, sino para tirarla a la calle y que la gente la pise" (Mateo 5,13-14).  

San Ignacio, en su "Principio y fundamento", explica muy claramente cuál es nuestra misión: "El hombre es criado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor y, mediante esto, salvar su ánima; y las otras cosas sobre la haz de la tierra son criadas para el hombre, y para que le ayuden en la prosecución del fin para que es criado."

Por ello, todo lo que hagamos en nuestra vida ha de ser para alabar, servir y dar gloria de Dios

Lo demás, ni viene de Dios ni es el propósito para el cual fuimos creados. Lo dice un Santo. ¡Y vaya Santo!

domingo, 4 de marzo de 2018

REVOLUCIÓN Y CONTRA-REVOLUCIÓN

Lucifer, el ángel caído
“Él (Enemigo) se encuentra en todo lugar y en medio de todos:
sabe ser violento y astuto.
Busca la disgregación intelectual, moral y social
de la unidad en el organismo misterioso de Cristo.
Quiere la naturaleza sin la gracia, la razón sin la fe;
la libertad sin la autoridad; a veces, la autoridad sin la libertad.
Es un ‘enemigo’ que se volvió cada vez más concreto:
Primero, ¡Cristo sí, la Iglesia no! 
Después, ¡Dios sí, Cristo no! 
Finalmente, el grito impío, ¡Dios está muerto!
y hasta… ¡Dios jamás existió! 
Y he aquí la tentativa de edificar la estructura del mundo 
sobre las bases que no dudamos en señalar como las principales responsables 
por la amenaza que pesa sobre la humanidad: 
una economía sin Dios, un derecho sin Dios, una política sin Dios”.
(Papa Pio XII)

Nuestra sociedad occidental atraviesa una crisis terrible y desoladora que acapara todos los ámbitos de la humanidad: económico, político, social, cultural, familiar, religioso, etc. 

Todos estos hechos tienen su raíz en los problemas más profundos del alma, en la pérdida y destrucción de los principios y valores morales, y como campo de acción principal al hombre contemporáneo, occidental y cristiano.  

Según datos oficiales estadísticos, casi 3.000 millones de personas en el mundo son católicos. Sin embargo, la fe católica no está bien vista en el mundo. En España, los católicos constituyen el 78% de la población. Sin embargo, nuestro país ha dejado de ser la potencia católica que fue en los veinte siglos de vida de la Iglesia.

Resultado de imagen de revolucion y contrarrevolucion¿Por qué España y el mundo han dejado de ser católicos? ¿Cuáles son las causas? ¿Cuál es su origen?

El profesor D. Plinio Correa de Oliveira, en su libro "Revolución y Contrarrevolución" (Ediciones Cristiandad, Barcelona, 1959), desarrolla y explica cómo nuestro gran Enemigo, Satanás, impone al mundo una estrategia muy sutil e invisible a la par que poderosa y temible, cuyos efectos y magnitud se hacen sensibles en todos los países católicos y a la que casi nadie pone nombre, reconoce o combate. 

Hablamos de la Revolución.

La Revolución

Definición

La Revolución es un proceso estratégico que ha inspirado una serie de ideologías, aceptadas por la mayoría de los países, que pretende la transformación total y completa de la sociedad, de sus valores, de la historia, y que han derivado en las tres grandes revoluciones de la Historia de Occidente: 


1- La Reforma Protestante, que implantó el liberalismo religioso y el igualitarismo eclesiástico:

    El orgullo dio origen al espíritu de la duda, al libre examen y a la interpretación naturalista de la Escritura. 


    Resultado de imagen de la reforma protestanteProdujo la insurrección contra la autoridad eclesiástica, expresada por la negación y rebelión contra el Papado

    Negó la autoridad de los Obispos de la Iglesia Universal e incluso el propio sacerdocio jerárquico, reduciéndolo a una mera delegación del pueblo, único poseedor verdadero del poder sacerdotal. 

    La sensualidad en el protestantismo se afirmó por la supresión del celibato eclesiástico y por la introducción del divorcio.


    2- La Revolución Francesa, que impuso el igualitarismo religioso y el liberalismo político:
      Resultado de imagen de la revolucion françesa
    El odio dio lugar al jansenismo, al ateismo y al laicismo.

    La sensualidad a las falsas máximas de que toda desigualdad es una injusticia, toda autoridad un peligro, y la libertad el bien supremo.

    R
    ebelión contra el Rey, simétrica a la rebelión contra el Papa; Rebelión de la plebe contra los nobles, simétrica a la rebelión de la “plebe” eclesiástica (los fieles) contra la “aristocracia” de la Iglesia (el clero); Afirmación de la soberanía popular, simétrica al gobierno de ciertas sectas, por los fieles.

    3- El Comunismo, que llevó estas máximas al igualitarismo social y al liberalismo económico.



    De la Revolución Francesa nació el movimiento comunista de Babeuf, las escuelas del comunismo utópico del siglo XIX y el comunismo científico de Marx. 

    Implantó el espíritu republicano y la producción en serie de república.

    Al contrario de lo que pudiera parecer, el enemigo de esta revolución no es el capitalismo sino el cristianismo.

    A estas tres, añadiremos otra cuarta, en la que nos hayamos inmersos en la actualidad: 

    4- La Revolución sexual, que trata de imponer el igualitarismo de género y el liberalismo sexual.


    Desafió la concepción de la moral sexual, el comportamiento sexual humano, y las relaciones sexuales. Su origen fue en la década de los 50 y su máximo desarrollo entre 1960 y 1980, aunque sus consecuencias y extensión siguen vigentes y en pleno desarrollo.


    Resultado de imagen de orgullo gayLa revolución sexual impuso la igualdad entre los sexos, el feminismo, los métodos anticonceptivos, así como la contestación social y política, conviertiéndose en la actualidad en normas aceptadas, legítimas y legales en el comportamiento sexual.

    La revolución sexual ha propiciado la generalización de todo tipo de relaciones sexuales y la aceptación general de las relaciones sexuales prematrimoniales, el reconocimiento y normalización de la homosexualidad y otras formas de sexualidad (Transexuales, asexuales, etc.).

    Asimismo se ha producido un aumento de las parejas de hecho -uniones sin matrimonio-, el retraso en la edad de contraer matrimonio, la aparición de hijos fuera del matrimonio, uniones civiles entre personas del mismo sexo, así como la aparición de nuevos tipos de familias (monoparentales, homoparentales).​

    Estas cuatro revoluciones son fases de un mismo proceso revolucionario que surgen drásticamente y parecen extinguirse o incluso morir, pero que resurgen con mayor virulencia a través de nuevas y sucesivas metamorfosis o revoluciones.

    La Revolución es un Nuevo Orden Mundial, es decir, el gobierno de la “República Universal”, esencialmente atea, contraria al orden natural y cristiano

    La Revolución es un sistema político, económico, social y religioso supra-nacional y totalitario que excluye a Cristo

    La Revolución es una República Global donde los países son denominaciones geográficas, un mundo sin desigualdades sociales ni económicas, dirigido por la ciencia y por la técnica, por la propaganda y por la psicología, para realizar, sin lo sobrenatural, la felicidad definitiva del hombre.

    La Revolución es la religión y el gobierno de Satanás en el mundo contemporáneo. Es el Anticristo.

    Orígenes y Causas

    Los orígenes y causas de la Revolución son el orgullo y las pasiones desordenadas, concretadas en sus propuestas metafísicas de igualitarismo y liberalismo. 

    El orgullo conduce hacia un igualitarismo que odia toda superioridad o poder; las pasiones desordenadas, hacia un liberalismo que se rebela ante cualquier autoridad o ley, ya sea divina o humana, política o social, religiosa o civil.
    Características

    Las características de la Revolución se manifiestan de un modo universal, único, total, dominante y como resultado de un proceso prolongado y progresivo de desarrollo, exacerbamiento y virulencia.

    Objetivo 

    La utopía marxista de la Revolución es alcanzar un mundo anárquico, en el que una humanidad altamente evolucionada y “emancipada” de leyes o principios, divinos o humanos, viva en total orden, libertad, igualdad y sin autoridad política, religiosa, económica o moral de ningún tipo.

    Desde las distintas planos y esferas de acción, el igualitarismo revolucionario, como consecuencia del orgullo,  tiene como objetivos:

    Igualdad religiosa/espiritual
    • suprimir toda desigualdad de trato entre los hombres y Dios, a través del panteísmo, el inmanentismo, la New Age y todas las formas esotéricas de espiritualidad, cuyo propósito último es "saturar a los hombres de propiedad divina" o despojarlos de ella.
    • suprimir todo desigualdad de poder, jerarquía, orden, magisterio y gobierno dentro de la Iglesia y del sacerdocio.
    • suprimir toda desigualdad de tratamiento y legitimidad entre las diversas religiones.
    Igualdad política/social
    • suprimir toda desigualdad entre gobernantes y gobernados, desde la afirmación de que el poder no viene de Dios sino de la masa.
    • suprimir las clases sociales, en especial de las que se perpetúan por vía hereditaria (Monarquía y Aristocracia). 
    Igualdad económica/personal
    • suprimir la propiedad privada, el derecho de cada cual al fruto íntegro de su propio trabajo y  la elección de su profesión.
    • suprimir de toda variedad relativa a trajes, residencias, muebles, costumbres, etc.
    Igualdad psicológica/sexual
    • suprimir toda peculiaridad psicológica de las personas, toda desigualdad de sexo o género, entre jóvenes y viejos, entre jefes y empleados, profesores y alumnos, hombres y mujeres, esposo y esposa, padres e hijos, etc.
    Igualdad geopolítica
    • suprimir todos los Estados y unificarlos en un único y monstruoso Estado internacional.
    • suprimir toda manifestación patriota, nacionalista, regionalista dentro de cada país y con ellas, los ejércitos. 
    En el fondo del igualitarismo revolucionario subyace y se manifiesta un odio total a Dios, como ser Superior a los hombres.

    El liberalismo revolucionario está íntimamente unido al igualitarismo (aunque en apariencia, contradictorios) por  la sensualidad y las pasiones desordenadas cuyos objetivos son:
    • suprimir toda jerarquía en el alma, deseando la libertad para el mal y la esclavitud para el bien
    • suprimir y negar el pecado y la Redención, al concebir al individuo y a la sociedad como irreprochables e inmaculados.
    • suprimir las fuerzas armadas (a la espera de establecer otras a su conveniencia y semejanza) por ser expresión de toda clase de virtudes absolutamente contrarias al espíritu revolucionario. 
    Agentes y Medios


    La Revolución no se ha basado en el mero dinamismo de las pasiones y de los errores de los hombres para la consecución de un único fin, sino que ha necesitado, a lo largo de estos siglos, de medios y agentes conspiradores que la potenciaran y la manipularan para llevar a cabo el proceso revolucionario.

    Resultado de imagen de masoneriaEstos medios o agentes son todas las sectas creadas por ella para la difusión del pensamiento o la articulación de las tramas revolucionarias. 

    Sin embargo, la secta maestra, alrededor de la cual todas se articulan como simples fuerzas auxiliares —a veces conscientemente, y otras veces no— es la Masonería, cuyo éxito se debe a que posee:
    • una indiscutible capacidad para articularse y conspirar
    • un extraordinario conocimiento de la esencia de la Revolución
    • una gran destreza para utilizar las leyes naturales hacia la realización de sus planes.
    • una estrategia sutil para estudiar y poner en acción mecanismos revolucionarios.

    La Contra-Revolución

    El profesor D. Plinio Correa desarrolla las tácticas para luchar contra la Revolución y explica los métodos para superarla, a través de la eficacia de la doctrina católica y de los recursos espirituales con que cuenta la Iglesia para contrarrestar las fuerzas y desvelar los errores de la Revolución: la Contra-Revolución.

    Definición

    La Contra-Revolución no es una simple vuelta al pasado que la Revolución "tilda" de obsoleta,  sino nuestra participación en la lucha espiritual en la que estamos inmersos, queramos o no.

    Dado que se trata de una guerra espiritual, para luchar contra la Revolución, debemos hacerlo con armas espirituales y procedimientos estratégicos propios y peculiares de nuestros días.

    Objetivo

    Según D. Plinio, la Contra-Revolución debe restaurar la paz de Cristo en el Reino de Cristo a través de:
    • Respetar profundamente los derechos de la Iglesia y del Papado.
    • Oponerse al laicismo, al inter-confesionalismo, al ateísmo y al panteísmo.
    • Defender el orden jerárquico en todos los aspectos de la sociedad y del Estado, de la cultura y de la vida, por oposición al igualitarismo metafísico revolucionario.
    • Detectar, combatir y destruir el mal en todas sus formas (embrionarias o veladas)
    • Denunciar y castigar con firmeza todas las manifestaciones que atenten contra la ortodoxia y la pureza de las costumbres. 

    Características

    La Contra-Revolución es tradicionalista y conservadora pues defiende la radicalidad del mensaje cristiano. 

    La Contra-Revolución es también progresista pues pretende el aprovechamiento de los valores naturales según la Ley de Dios. Quien dice progreso, dice, ante todo y sobre todo, progreso en el orden de los valores espirituales.

    Estrategia


    Resultado de imagen de revolucion y contrarrevolucion plinio correaSegún D. Plinio, la acción contrarrevolucionaria debe ser realizada a nivel individual, de un joven universitario, de un oficial, de un profesor, de un sacerdote sobre todo, de un aristócrata o de un operario influyente en su medio. 

    La primera reacción que se obtendrá será a veces de indignación pero si se persevera durante un tiempo, poco a poco aparecerán compañeros. 

    Como podemos comprobar, la Contra-Revolución no discurre por el cómodo camino del silencio acomplejado, del cobarde disimulo, de la exasperante tolerancia o de la tibieza en la fe de Cristo, por las que muchos católicos contemporáneos caminan infectados de erróneo liberalismo y perverso relativismo filosófico. 

    Como no puede ser de otra manera, la fuerza propulsora de la Contra-Revolución es la vida sobrenatural. Al Anticristo se le vence con Cristo, al mensaje anticristiano, con el mensaje evángelico. 

    La fe cristiana no consiste en la simple conceptualización de los dogmas revelados ni en consumo de sacramentos o en la asistencia a la Iglesia sino en su vivencia adecuada. Es decir, en su vivencia sobrenatural: "Prius vita quam doctrina." ("La vida antes que la enseñanza"). Por tanto, la Contra-Revolución es la vivencia de nuestra fe cristiana y de nuestro seguimiento a Cristo.

    La Contra-Revolución debe
     estar siempre basada en las palabras del apóstol Pablo en su carta a las Filipenses: "Todo lo puedo en aquel que me conforta." (Filipenses 4, 13) y siempre fundada en la convicción de que no se debe ser nunca "anti" por finalidad sino por consecuencia. 



    Por todo ello, recomiendo la lectura de este libro a todos los católicos que, como yo, sufren los efectos y ataques de la Revolución y les animo a que, también como yo, combatamos la mentira con la Verdad, la maldad con la Bondad y fealdad con la Belleza.