¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.
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viernes, 19 de agosto de 2022

MEDITANDO EN CHANCLAS (20): UNO SOLO ES VUESTRO PADRE, EL DEL CIELO

"Uno solo es vuestro Padre, el del cielo"
(Mt 23,9)

Terminamos hoy las meditaciones en chanclas por esta temporada con una visión de la gloria de Dios mostrada al profeta Ezequiel en la primera lectura, afirmada en el Salmo. y explicada en el Evangelio.

Nos ponemos en situación: Ezequiel y el pueblo de Israel se encuentran en la cautividad del destierro en Babilonia, tras la destrucción del templo de Jerusalén, símbolo de la presencia y gloria de Dios. El Señor le muestra al profeta una visión de un nuevo templo, símbolo de la nueva relación con Dios.

Tras la gran desgracia por haber perdido tierra, templo, identidad e incluso el idioma, el pueblo de Dios se plantea toda esa desolación como un acto de contrición, una oportunidad de volver su rostro al Señor. Su dura cerviz y su corazón de piedra se han convertido en una actitud dócil y un corazón de carne dispuestos a recibir la gloria de Dios. 

Sin embargo, su pensamiento estaba en la recuperación de su identidad como pueblo elegido y en la reconstrucción del templo majestuoso de Salomón. No entendían que la visión mostraba la futura venida del Mesías, la encarnación del Cristo prometido.

La gloria de Dios, como dice el salmo, "traerá la paz a su pueblo y la salvación habitará en nuestra tierra". Salvación y gloria, misericordia y fidelidad, justicia y paz se unirán en la persona de Jesús. 

En el evangelio, Jesús nos muestra, poniendo a los fariseos como ejemplo de hipocresía, es decir, como modelo de lo que no hay que hacer: "haced y cumplid todo lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen".

Jesús reprende la actitud hipócrita de los "jefes" del pueblo de Israel y nos advierte de no buscar nuestra gloria, de no anhelar los "primeros puestos" de poder y de no desear el reconocimiento de los demás, haciéndonos llamar "padre" o "maestro", porque sólo uno es nuestro Padre y sólo uno es nuestro Maestro. La gloria le corresponde sólo a Dios.  

Cristo envía una advertencia específica para quienes rigen su Iglesia y que continúa en el resto del capítulo 23 de Mateo con los "ay" (Los ocho lamentos de Jesús) sobre los falsos líderes religiosos que buscan su "vanagloria" (gloria inútil). 

Y se lamenta por ellos, a la vez que les reprende porque buscan su propia gloria, no sólo alejándose de Cristo sino alejando a otros de Él: "¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el reino de los cielos! Ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que quieren" (Mt 23,13). 

La gloria de Dios pasa por el camino de la cruz, de la entrega y por la humillación de hacerse servidor de todos. Cristo es el primero, el enaltecido, el glorificado: "El primero entre vosotros será vuestro servidor. El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido" (Mt 23,11-12).

El Señor nos llama a seguir su ejemplo, a servir a los demás, a humillarnos para ser enaltecidos por Dios. Nos exhorta a no vivir de las apariencias, a ser cristianos auténticos, coherentes y fieles a nuestro Maestro glorioso.


GAD

viernes, 8 de octubre de 2021

Y NO SE TRATA DE SENTIMIENTOS...

"El Señor ha estado grande con nosotros, 
y estamos alegres.
(Sal 126, 3)

Sé que no descubro nada nuevo ni especialmente original, si digo que me siento muy amado y cuidado por Dios...muy mirado y acompañado por Jesús...muy mimado y protegido por la Virgen..."porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí" (Lc 1,49). Todo don y ningún mérito. Y no se trata de sentimientos...

Es verdad..."el Señor ha estado grande conmigo y estoy alegre" (Sal 126,3). Porque sólo cuando te reconoces pequeño, frágil y débil, la confianza puede descansar en “El que todo lo puede”. Sólo cuando te reconoces pobre, vulnerable y necesitado, la esperanza puede reposar en "El que todo lo cumple".  Y sólo entonces, el amor de Dios te inunda y tu corazón se incendia. Y no se trata de sentimientos...

Firme defensor de la Providencia, no creo en la suerte, ni en la fortuna ni en las casualidades. Porque sólo cuando vives "en y para Dios", todo sucede para el bien de los que aman al Señor (Rom 8,28). Sólo cuando dejas de agobiarte por el qué comer, el qué beber o el qué vestir, cuando buscas el Reino de Dios y su justicia, todo se te da por añadidura (Mt 6,25-33). Y sólo entonces, tu alma se llena de gozo. Y no se trata de sentimientos...

Tras mucho pedir en mis mañanas de oración, buscar en mis tardes de Eucaristía y llamar en mis noches de Adoración, el Señor me ha escuchado, porque quien pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre (Mt 7,7).  No le he pedido un gran sueldo, ni tener estabilidad, ni siquiera seguridad...tan sólo un espacio donde poder reconocerle en cada instante. Y sólo entonces, tu espíritu se llena de agradecimiento. Y no se trata de sentimientos...

Dios ha estado grande y me ha regalado un nuevo proyecto en un gran colegio católico, en el que espero darle gloria. Un trabajo muy diferente a los anteriores del que espero ser digno. Quizás no definitivo...quizás no duradero...quizás no asegurado...pero absolutamente providencial. Sólo entonces, tu vida se llena de esperanza. Y no se trata de sentimientos...

Te doy gracias, Señor, porque has hecho obras grandes en mí...estoy alegre, confiado y esperanzado...y Tú sabes que no se trata de sentimientos...

martes, 11 de septiembre de 2018

SALIR DE UNA PARROQUIA

"Hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, 
os ruego que os pongáis de acuerdo y que no haya divisiones entre vosotros, 
sino que conservéis la armonía en el pensar y en el sentir." 
(1 Cor 1, 10)

Desde que Dios me llamó a su Iglesia, he estado yendo de parroquia en parroquia por propia voluntad, aunque por distintas razones que no vienen al caso. Una cosa es cierta: no es bueno tanto cambio porque nunca llegas a ser parte de una comunidad. 

Sin embargo, hay momentos y circunstancias en los que los cristianos debemos salir de una parroquia, aunque siempre debemos hacerlo de una manera correcta.

Cuando las personas se van de una parroquia, siempre queda un pequeño gran vacío. Muchas veces, no se dan explicaciones del por qué, para no hacer más grande la herida. Simplemente, se van. Y se van, no porque abandonen a Dios, sino porque sienten que Dios les "conduce hacia un lugar". 

No obstante, siempre es necesario examinar profundamente los motivos. 

Las decisiones importantes (y dejar una parroquia lo es) deben realizarse únicamente después de una oración en la que exponemos a Dios nuestros motivos, nuestro servicio y nuestras relaciones; en la que le pedimos que nos de un corazón humilde (Pro 4, 23), que nos ayude a discernir sabiamente (Stg 1, 5), y que todo sea para cumplir Su voluntad (Col 1, 9).

Debemos rezarlo en voz baja. Quiero decir, no hablar con otros sobre los motivos y sentimientos, no chismorrear, no murmurar, no criticar. Sólo rezar.

Las principales razones por las que un católico deja una parroquia pueden ser:

Porque se pierde la visión

La visión sobrenatural es algo muy importante en una parroquia. La visión engendra impulso y pasión. 

Cu
ando un sacerdote lidera con visión, cuando guía con un "por qué", cuando anima con un "para qué", los feligreses pasan de considerarse inquilinos a ser propietarios, pasan de ser simples espectadores a convertirse en actores. 

Cuando las personas sienten pasión por algo, no sólo quieren, no sólo desean hacerlo... tienen que hacerlo. Algo sobrenatural les impulsa: el Espíritu Santo mueve los corazones del pueblo de Dios para servir a Nuestro Señor y a los hombres.
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Cuando se pierde la visión, se impide que las personas desaten su pasión apostólica y se obstaculiza su compromiso de servicio para convertirse en "títeres" que sólo obedecen sin más. 

Cuando los sacerdotes no conjugan pasión y propósito, "expulsan" a los más comprometidos de la parroquia. Controlan en lugar de confiar, manipulan en lugar de delegar.

Los cristianos comprometidos quieren ser respaldados, necesitan que sus sacerdotes confíen en ellos. No se quedarán si sienten que son controlados y manipulados. 

La visión requiere compartir no sólo la responsabilidad del servicio sino también la autoridad delegada.

Porque no se busca la gloria de Dios

Cuando surge un cierto éxito en una parroquia, desgraciadamente, algunos tratan de apropiárselo. Entonces, aparecen los egos y los orgullos, y la parroquia se convierte en un campo de batalla constante por alcanzar los primeros puestos. Jesús recrimina esta forma de actuar en Lc 14, 7-11.

Dios humilla a quienes se ensalzan y ensalza a quienes se humillan. La gloria sólo le corresponde a Dios y el éxito es suyo. Nosotros somos sólo instrumentos de Su amor que permite que colaboremos con Él, aunque no nos necesita. Nosotros somos sólo lápices en sus manos que dibujan según Su voluntad. Nosotros somos sólo guantes que se ajustan a sus bondadosas manos. 

Por causa del pecado original, el ser humano busca casi siempre gloria, éxito y poder. También en la Iglesia. Por eso, cuando un sacerdote equivoca su servicio a Dios y hace las cosas para su propio interés y su gloria, muchos abandonan la parroquia.


Cuando los católicos escuchan que un sacerdote sólo habla de sí mismo y no de Dios, cuando constatan que las homilías son proclamas del "yo" y arengas del "auto-bombo", cuando no sienten que existe el debido respeto a Dios en las misas, se van.

Un cristiano verdadero sigue a Cristo, no a un hombre. Es fiel a la doctrina de la Iglesia, no a las ideas humanas. Si ve que en su parroquia no se sigue a Cristo ni su doctrina, se va.

Porque se limita el papel de los laicos

Las personas creativas siempre quieren mejorar las cosas. Los cristianos comprometidos quieren agregar valor a sus parroquias. Cuestionan y ofrecen retos. Buscan oportunidades para participar y hacer mejor su trabajo. No lo hacen por buscar un "sitio preeminente" ni por ser galardonados dentro de la comunidad parroquial. Lo hacen por amor a Dios y a su Iglesia.

Un líder (y un sacerdote lo es, como pastor del rebaño) es responsable de desafiar a sus recursos humanos para que se comprometan, de motivar a sus equipos pastorales para que sean capaces de dar lo mejor de sí mismos y utilicen sus habilidades, talentos y recursos para el bien de la parroquia. En definitiva para cumplir con lo que Dios nos pide.
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Si se cercena su compromiso, si se acalla su voz o no se escucha, se decepcionarán. Si sienten que en la parroquia sólo habla el cura y que no les escucha, se desencantarán. Si ven que el sacerdote predica sólo con la palabra pero no con el ejemplo, se van.

Si no se les permite desarrollar su labor, si se limita su papel como miembros de pleno derecho del pueblo de Dios, buscarán un lugar donde puedan realizar su vocación, donde puedan asumir el papel que Dios les ha dado en su camino de fe, un lugar donde puedan mejorar y crecer en el amor, la fe y la esperanza.

Porque se piensa más en los resultados que en las personas

Para Nuestro Señor, las personas son el valor más importante que existe en una parroquia. Dios quiere un crecimiento cualitativo y no tanto cuantitativo: almas más que los números, "piedras vivas" más que edificios, servicio más que métodos, compromisos más que actividades. 

Cuando las personas sienten que hay más preocupación por los resultados y por los números, por el activismo y los afanes materiales que por la propia comunidad, abandonan su parroquia.

Un buen sacerdote debe "invertir" en personas. Cristo invirtió en personas, no en números. Eligió a unos pocos, los formó, los motivó y los lanzó al mundo. 
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Si el sacerdote pone la confianza, la formación y la motivación en las personas, no tendrá que preocuparse por el resultado... Dios ya se encarga de eso. 

Cuando los sacerdotes "utilizan" a las personas para sus fines (aunque sean lícitos), destruyen la caridad, rompen la confianza y cercenan la dignidad del resto de los hijos de Dios.

Porque se da responsabilidad, pero no delegación

Si las personas comprometidas tienen un cierto nivel de responsabilidad pero los sacerdotes no delegan en ellos la autoridad necesaria, cualquier tarea se hará "cuesta arriba", cualquier servicio se desvanecerá y no se producirán frutos

Las personas aceptarán con gusto servir a Dios en su parroquia cuando sientan que están
respaldados por sus sacerdotes, cuando éstos les faculten para liderar, cuando confíen y deleguen en ellas. Y aunque se equivoquen, también tienen derecho a hacerlo. Nadie que asume una responsabilidad está exento del error.

Liderar no es algo negativo, como muchos piensan: 
es dar ejemplo, no ser "jefe"; es ir a la cabeza, no a la cola; es tomar decisiones, no seguir las de otros; es obediencia al superior, por supuesto, pero también es libertad en el servicio.
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Si los sacerdotes no dan responsabilidad con autoridad delegada, un día mirarán a su alrededor y se preguntarán qué pasó con sus personas más comprometidas. Porque no estarán. Se cuestionarán por qué están trabajando con pasión y tratando de cambiar el mundo en otra parroquia.

Lo desgraciadamente triste y nada caritativo es que, a veces, las personas c
omprometidas son blanco de toda clase de críticas, chismes y murmuraciones, pero el propio Jesús dice: "Si no os reciben ni os escuchan, al salir de la casa o del pueblo sacudid el polvo de vuestros pies." (Mt 10, 14).

Porque se abandona la doctrina

Si en una parroquia no se enseña la doctrina católica, tienes que irte. ¡Pero ya!. Cualquiera que enseñe cualquier otra doctrina, por muy misericordiosa que parezca, es maldito: "Estoy sorprendido de que tan rápidamente os hayáis apartado de aquel que os llamó por la gracia de Cristo y os hayáis pasado a otro evangelio. Eso no es otro evangelio; lo que pasa es que algunos siembran entre vosotros la confusión y quieren deformar el evangelio de Cristo. Pero si yo mismo o incluso un ángel del cielo os anuncia un evangelio distinto del que yo os anuncié, sea maldito. Os repito lo que ya os dije antes. Si alguien os anuncia un evangelio distinto del que habéis recibido, sea maldito." (Gal 1, 6-9). 

Y cualquier parroquia que abraza una falsa doctrina o una ideología que niega lo que Dios nos dice tanto en la Sagrada Escritura como en la Tradición de la Iglesia, no es católica. Como bautizados tenemos una gran responsabilidad cuando se trata de la fe: No callar la Verdad y defenderla.
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Pueden llamarnos radicales, extremistas o inflexibles pero lo cierto es que Jesús era absolutamente tajante con el pecado, no con las personas. 

Ser radical no es algo peyorativo, es sencillamente, agarrarse a la "Raíz": "Yo soy la vid verdadera y mi Padre el viñador. Él corta todos los sarmientos que no dan fruto en mí, y limpia los que dan fruto para que den más. Vosotros estáis ya limpios por la palabra que os he dicho. Seguid unidos a mí, que yo lo seguiré estando con vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si no está unido a la vid, así tampoco vosotros si no estáis unidos a mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. El que permanece unido a mí y yo en él, da mucho fruto; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no está unido a mí se lo echa fuera, como a los sarmientos, que se los amontona, se secan y se los prende fuego para que se quemen. Si estáis unidos a mí y mis enseñanzas permanecen en vosotros, pedid todo lo que queráis y se os concederá. Mi Padre es glorificado si dais mucho fruto y sois mis discípulos." (Jn 15, 1-8).

Por eso, antes de abandonar una parroquia, además de la oración antes mencionada, debemos examinar interiormente nuestros motivos, revisar nuestros compromisos adquiridos en la parroquia, asegurarnos de que no dejamos conflictos interpersonales no resueltos, de que no dejamos a personas heridas o dañadas, y de que perdonamos las ofensas que nos hayan hecho personalmente. 


Lo que no podemos perdonar, porque no nos corresponde a nosotros juzgarlos, son los agravios cometidos a Dios.

Si es posible, debemos solicitar una reunión con los sacerdotes antes de salir de una parroquia. Si no es posible, escribirles una carta. Si no escuchan ni responden, todo está dicho. 

Abandonar una parroquia no es ni fácil ni agradable pero a veces, no queda otro remedio...


viernes, 20 de abril de 2018

"FAITH PLANNERS"

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"No hagáis cosa alguna por espíritu de rivalidad o de vanagloria; 
sed humildes y tened a los demás por superiores a vosotros, 
preocupándoos no sólo de vuestras cosas, 
sino también de las cosas de los demás.
Procurad tener los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús, 
el cual, teniendo la naturaleza gloriosa de Dios, 
no consideró como codiciable tesoro el mantenerse igual a Dios, 
sino que se anonadó a sí mismo tomando la naturaleza de siervo, 
haciéndose semejante a los hombres; 
y, en su condición de hombre, se humilló a sí mismo 
haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz." 
(Filipenses 2, 3-8)

Los organizadores de eventos se encargan de negociar, coordinar, planificar y promover actos sociales congresos, festivales, ceremonias, fiestas, convenciones, retiros u otro tipo de reuniones. 

No son ni el conferenciante, ni los novios, ni los padrinos, ni el "cumpleañero", ni el actor principal. Pero actúan como si lo fueran, se "auto-invitan" y encima, cobran por ello.

Organizan y seleccionan el lugar de celebración, el alojamiento y los servicios. Definen el objetivo, nombran a los coordinadores y eligen al personal, establecen fechas: Determinan el número de asistentes, elaboran el cronograma de actividades y promocionan el evento. "Ponen y disponen" como si fuera el acontecimiento fuera suyo. Y luego...desaparecen.

clip_image001Así son los "faith planners", a quienes veo crecer como las setas, al amparo de la humedad y a la sombra de un gran árbol, que ellos no han plantado y que ni siguiera riegan. 

Ellos lo saben todo. Son veteranos y saben como funciona "esto". Exportan su "sabiduría" por doquier. Sus días transcurren a la conquista del "buen sacerdote" que acceda a sus pretensiones, que se "deje llevar" por su experiencia y saber y les deje organizar sus eventos de fe.

Son "personajes", cuyo orgullo y vanidad, les lleva a apropiarse de la Gloria de Dios, afanándose en un activismo desmedido, y envaneciéndose, buscando sólo el reconocimiento y la vanagloria propias. 

Son "falsos maestros" que entienden el liderazgo como un espacio de poder y control. No entienden que liderar es "ir a la cabeza", "abrir camino", "dar ejemplo", "servir". Y todo para Gloria de Dios.

Para ellos, el Espíritu Santo es tan solo una excusa a la que apelan para cumplir sus propósitos; la única gracia que se derrama es su falsa simpatía, que desbordan para llevar a cabo sus planes. No rezan, no sirven, no acogen, no aman. 

Niegan al Señor y le abandonan. Lanzan la red al lado izquierdo, a pesar de que Jesús les dice que la lancen al derecho. Su meta es organizar "fiestas", ganar "seguidores", conseguir muchos "me gusta".

Imagen relacionadaEn lugar de llevar almas al encuentro con Dios, para servirle, amarle y darle gloria, estos "iluminados de la fe", intentan mostrar al mundo su calidad de buenos cristianos y su derecho a ocupar los "primeros sitios".

Se trata de "un mal de moda" que afecta negativamente a los métodos de evangelización que tantos frutos dan aún a pesar de ellos: es el mal de predicarse a sí mismos, que mana del orgullo y la soberbia, en lugar de manifestar la Gloria de Jesús. 

Son "pollinos" que tratan de apear a Jesucristo para hacer su propia entrada triunfal en Jerusalén.  

Pero nuestra misión como seguidores de Cristo no es divertir o entretener a las cabras, sino acercar a las ovejas al Buen Pastor.

La Escritura es clara a este respecto:


"Y ahora vosotros, los que decís: 
'Hoy o mañana iremos a tal ciudad, y pasaremos allí el año, 
negociando y ganando dinero';
vosotros, que no sabéis qué pasará mañana. 
¿Qué es vuestra vida? Sois humo, que aparece un instante y luego se disipa. 
Debéis decir, en vez de eso: 'Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o lo otro'. 
En cambio, presumís de vuestras fanfarronadas. 
Esta clase de jactancia es mala. 
Pues el que sabe hacer el bien y no lo hace comete pecado'"
(Santiago 4, 13-17).

"Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo, el Señor; 
nosotros somos vuestros siervos por amor de Jesús. 
Pues el mismo Dios, que dijo: Brille la luz de entre las tinieblas, 
iluminó nuestros corazones para que brille el conocimiento de la gloria de Dios, 
reflejada en el rostro de Cristo. 
Pero llevamos este tesoro en vasijas de barro, 
para que aparezca claro que esta pujanza extraordinaria viene de Dios 
y no de nosotros." 
(2 Corintios, 4, 5-7).


"Hermanos, cuando llegué a vuestra ciudad, 
llegué anunciándoos el misterio de Dios no con alardes de elocuencia o de sabiduría; 
pues nunca entre vosotros me precié de saber otra cosa que a Jesucristo, 
y a Jesucristo crucificado. 
Me presenté entre vosotros débil y temblando de miedo. 
Y mi palabra y mi predicación no se basaban en la elocuencia persuasiva de la sabiduría, sino en la demostración del poder del Espíritu, 
para que vuestra fe no se fundase en la sabiduría humana, 
sino en el poder de Dios."
(1 Corintios 2,1-5).

Así pues, la fe no trata de sentimientos ni de experiencias emocionantes. Nuestro servicio a Dios no "va" de organizar eventos grandilocuentes, ganar seguidores, llenar "plazas" o hacerse famosos.  

Nuestra fe cristiana se basa en el poder de Dios y no en la sabiduría de los hombres:"Vosotros sois la sal de la tierra. Si la sal se desvirtúa, ¿con qué se salará? Para nada vale ya, sino para tirarla a la calle y que la gente la pise" (Mateo 5,13-14).  

San Ignacio, en su "Principio y fundamento", explica muy claramente cuál es nuestra misión: "El hombre es criado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor y, mediante esto, salvar su ánima; y las otras cosas sobre la haz de la tierra son criadas para el hombre, y para que le ayuden en la prosecución del fin para que es criado."

Por ello, todo lo que hagamos en nuestra vida ha de ser para alabar, servir y dar gloria de Dios

Lo demás, ni viene de Dios ni es el propósito para el cual fuimos creados. Lo dice un Santo. ¡Y vaya Santo!