¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.
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jueves, 28 de febrero de 2019

EL ANTES, EL DURANTE Y EL DESPUÉS DE UN RETIRO


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"Venid a mí todos los que estáis cansados y oprimidos, y yo os aliviaré." 
(Mateo 11, 28)

Anunciar y proclamar a Dios es la misión de todo católico. La evangelización es el mandato de Jesucristo a sus discípulos y la razón de ser de la Iglesia y por ello, a lo largo de toda su historia, ha cambiado la vida de millones de personas evangelizando "hasta los confines del mundo", anunciando a Jesucristo y proclamando su mensaje de amor y salvación.

Sin embargo, el anuncio de este acontecimiento, de esta gran noticia, se ha
 descuidado en los últimos tiempos. A veces, porque se anuncia sin ganas; otras, sin saber bien qué se anuncia; y casi siempre, sin conocer lo que implica.

Quizás por eso, hay momentos en la vida en que es necesario pararse para lograr un nuevo despertar o fortalecimiento de nuestra fe y encauzar nuestro camino, hacia un encuentro con nuestro Señor.

Son momentos en los tomamos consciencia de nuestras necesidades espirituales, en los que nuestros ojos miran al cielo y nuestra existencia se funde con la de Dios. Es cuando nos encontramos a Dios, le reconocemos y compartimos la mesa.

Muchas veces vamos por la vida a todo tren, como "pollos descabezados". Nos vemos arrastrados de un lado para otro por las situaciones y las circunstancias. ¡Siempre con prisas! ¿Qué estamos haciendo con nuestra vida?... ¡Alto! Necesitamos quietud, silencio, escucha, paz y vida interior intensa. 

El sentido de un retiro es pararse a pensar con calma en lo importante, mirar primero hacia el cielo, encontrar a Dios, para volver la mirada hacia el suelo y poner un poco de orden en las ideas. Familia, trabajo, vida, amistades... ¿Está todo en su sitio? ¿Tenemos que cambiar algún aspecto de nuestra vida?

Un retiro hace realidad ese "milagro" de un encuentro íntimo con Dios, proponiéndonos esa pausa que necesitamos en el "ruido diario", para encontrar un momento de descanso y paz, para conocerse a uno mismo y conocer lo que Dios quiere decirnosPara lograrlo, trato de tener en cuenta varias cosas:

Antes de un retiro

La evangelización nunca depende de mi esfuerzo humano. Tampoco un retiro se basa en un desenfrenado activismo que me mantiene demasiado ocupado como para no poder rezar antes. Porque todo es obra de Dios“Muchas cosas te preocupan y te inquietan, siendo así que una sola es necesaria…” (Lucas 10, 38).  

Debo tener en cuenta, como dice la encíclica Evangelii Gaudium, que "Jesús es el primero y más grande evangelizador". Y aunque, por puro amor, Dios quiere hacerme partícipe de su obra salvífica y me pide una entrega generosa y desinteresada, no debo caer en el error de entenderlo como un acto heroico y personal o como una necesidad que tiene Dios de mí. La obra es suya, a pesar de que me llama a colaborar con Él. 

Imagen relacionadaNo obstante, saber que todo es obra de Dios no puede servirme como excusa para no hacer nada. A veces, incluso apelo al ¡Me encomiendo a Dios! o ¡Dios proveerá!. Sin embargo, esta también es una actitud incorrecta que me coloca siempre en una zona de confort egoísta y perezosa

Por supuesto que Dios proveerá. De hecho, ya lo hizo cuando me regaló capacidades y talentos, corazón y voluntad para contribuir a su obra. Pero, debo tener mucho cuidado para que no me pase lo que al siervo que enterró sus talentos (Mateo 25, 14). Debo ponerme manos a la obra porque Dios no obra en mi pasividad, sino en mi actividad. 

Todo retiro debe empezar siempre por la oración, que es el medio por el cual Dios actúa, dándonos la fuerza y la capacidad para obrar cuando se la pedimos. Recordemos lo que decía de San Agustín: “Dame, Señor, lo que me pides, y pídeme lo que quieras”.

Tras la oración, debo tener una conversión personal, una adecuada formación y sobre todo, una relación personal e íntima con Jesús, es decir, vida interior. Sólo así es posible evangelizar. Sólo así es posible poder compartirle con otros.

Si mi corazón no arde por el amor de Dios en mi vida, no podré hacer que el corazón de otros se incendie. Como dice el Papa Francisco: “Si en nuestro corazón no existe el calor de Dios, de su amor, de su ternura, ¿cómo podemos nosotros, pobres pecadores, enardecer el corazón de los demás?” (Homilía 13 Septiembre 2013).

Imagen relacionadaOtro gran error, es la falta de coherencia: decir una cosa y hacer otra. Sin un testimonio de vida coherente, no puedo evangelizar. La evangelización exige una vida coherente. Sin coherencia de vida, el mensaje no sólo no es creíble o no llega, sino que incluso genera rechazo. Y, sobre todo, si no me dejo guiar por la gracia de Dios, no podré ser nunca luz del mundo.

Desde luego, ninguno somos perfectos cristianos (yo, tampoco) pero no se trata de cuidar las apariencias como fariseos y llevar una doble vida como sepulcros blanqueados. Se trata de ser auténtico, de mostrarme sin doblez, sin máscaras, de ser sincero con Dios, conmigo mismo y con los demás. 

Durante un retiro

Además de todo lo anterior, durante el retiro es necesario ser cuidadosos para que, tanto servidores como líderes, seamos capaces de llevar a las personas a un encuentro real con Jesús.

Si soy servidor, debo:

Resultado de imagen de servidor y lider- Lo primero, orar para dejar que Dios me suscite lo que quiere de mí y abandonarme en sus manos, para servirle como Él quiere, en lugar de como a mí me apetece.

-Servir con alegría, en lugar de hacerlo  con "cara de acelga", a desgana o con "peros".

Acoger, escuchar y ayudar a todos los demás, en lugar de intentar "convencer" o "contar mi película".

-Ponerme a disposición de los demás con obediencia y humildad.

Si doy testimonio, debo:

- Exponer mi mensaje de una forma sencilla, clara y cercana, desde el corazón, con valentía y con fuerza, en lugar hacerlo de forma aburrida y tediosa, leyendo en exceso, o relatando sólo hechos… 

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- Testimoniar cómo Dios ha obrado y obra en mi vida, en lugar de hablar de otros temas o "enrollarme" demasiado.

- Proclamar y servir a Di
os con mi ejemplo de vida, con mi testimonio personal.

- No ser demasiado elevado o demasiado infantil, con lo que solamente busque hacer llorar o hacer reír.

- Enfocarme sólo en anunciar y participar en el plan de Dios, en lugar de buscar la aprobación o el beneplácito de mi audiencia.

- Tener muy presente que tanto el contenido (el qué) como la manera de decirlo (el cómo) tienen una importancia vital para llegar a los corazones de quienes me escuchan.



Si soy líder, debo:

- Orar cualquier decisión o dificultad y ponerme a disposición de la gracia.

Resultado de imagen de liderar-Estar más pendiente del amor con el que hago todo en lugar de preocupados en cómo se deben hacer las cosas.

- Liderar con caridad, con generosidad y humildad.

- Escuchar atentamente, acoger a todos con sinceridad y honestidad, tanto hacia los servidores como a los asistentes.

- Considerarme el primero y el último de los servidores.


Después del Retiro

Tras el retiro, no podemos bajar la guardiaDebemos seguir acogiendo y acompañando a las personas que se han encontrado con Dios. Toda la gracia derramada en un retiro puede echarse a perder una vez que haya concluido, si pensamos que el fin último es el retiro.

Es importante dar
 seguimiento al retiro. Si lo vivido en el retiro no arraiga, se seca. Recordemos la parábola del sembrador (Mateo 13, 1-9). Nuestro servicio al Señor incluye el llamado al crecimiento y madurez en la fe, según nos dice la Escritura: "enseñándoles a observar todo lo que os he mandado" (Mateo 28,20).
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Por tanto, mi servicio a Dios antes, durante y después de un retiro debe estar dirigido también a construir un camino de formación y de maduraciónPor eso, debo tomarme muy en serio a cada persona y el proyecto que Dios tiene para ella. (Evangelii Gaudium, No. 160).

También,
es debo dar a conocer las dificultades que nos vamos a encontrar al salir de un retiro y mostrar cómo perseverar. El mundo sigue girando y los problemas no se han esfumado después de un retiro. Siguen ahí pero debemos tener presente y explicarles a los demás que Dios está con nosotros siempre, y eso es lo que hace la diferencia de una nueva vida con los problemas del mundo: “Sólo el que persevere hasta el fin se salvará” (Mateo 10,22).

Como conclusión, a mi me ayuda mucho tener muy presente un pensamiento que me acompaña siempre que sirvo a Dios y a los demás: "Dios no elige a los capacitados sino que capacita a los que elige".

No obstante,
 Dios también quiere que seamos responsables con la tarea que nos encarga. Nos invita a cooperar con Él y dar lo mejor de nosotros para poder compartir este regalo con los demás, con la alegría y toda la fuerza que viene de su Espíritu Santo que nos impulsa ( 1 Juan 1, 1).


viernes, 20 de abril de 2018

"FAITH PLANNERS"

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"No hagáis cosa alguna por espíritu de rivalidad o de vanagloria; 
sed humildes y tened a los demás por superiores a vosotros, 
preocupándoos no sólo de vuestras cosas, 
sino también de las cosas de los demás.
Procurad tener los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús, 
el cual, teniendo la naturaleza gloriosa de Dios, 
no consideró como codiciable tesoro el mantenerse igual a Dios, 
sino que se anonadó a sí mismo tomando la naturaleza de siervo, 
haciéndose semejante a los hombres; 
y, en su condición de hombre, se humilló a sí mismo 
haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz." 
(Filipenses 2, 3-8)

Los organizadores de eventos se encargan de negociar, coordinar, planificar y promover actos sociales congresos, festivales, ceremonias, fiestas, convenciones, retiros u otro tipo de reuniones. 

No son ni el conferenciante, ni los novios, ni los padrinos, ni el "cumpleañero", ni el actor principal. Pero actúan como si lo fueran, se "auto-invitan" y encima, cobran por ello.

Organizan y seleccionan el lugar de celebración, el alojamiento y los servicios. Definen el objetivo, nombran a los coordinadores y eligen al personal, establecen fechas: Determinan el número de asistentes, elaboran el cronograma de actividades y promocionan el evento. "Ponen y disponen" como si fuera el acontecimiento fuera suyo. Y luego...desaparecen.

clip_image001Así son los "faith planners", a quienes veo crecer como las setas, al amparo de la humedad y a la sombra de un gran árbol, que ellos no han plantado y que ni siguiera riegan. 

Ellos lo saben todo. Son veteranos y saben como funciona "esto". Exportan su "sabiduría" por doquier. Sus días transcurren a la conquista del "buen sacerdote" que acceda a sus pretensiones, que se "deje llevar" por su experiencia y saber y les deje organizar sus eventos de fe.

Son "personajes", cuyo orgullo y vanidad, les lleva a apropiarse de la Gloria de Dios, afanándose en un activismo desmedido, y envaneciéndose, buscando sólo el reconocimiento y la vanagloria propias. 

Son "falsos maestros" que entienden el liderazgo como un espacio de poder y control. No entienden que liderar es "ir a la cabeza", "abrir camino", "dar ejemplo", "servir". Y todo para Gloria de Dios.

Para ellos, el Espíritu Santo es tan solo una excusa a la que apelan para cumplir sus propósitos; la única gracia que se derrama es su falsa simpatía, que desbordan para llevar a cabo sus planes. No rezan, no sirven, no acogen, no aman. 

Niegan al Señor y le abandonan. Lanzan la red al lado izquierdo, a pesar de que Jesús les dice que la lancen al derecho. Su meta es organizar "fiestas", ganar "seguidores", conseguir muchos "me gusta".

Imagen relacionadaEn lugar de llevar almas al encuentro con Dios, para servirle, amarle y darle gloria, estos "iluminados de la fe", intentan mostrar al mundo su calidad de buenos cristianos y su derecho a ocupar los "primeros sitios".

Se trata de "un mal de moda" que afecta negativamente a los métodos de evangelización que tantos frutos dan aún a pesar de ellos: es el mal de predicarse a sí mismos, que mana del orgullo y la soberbia, en lugar de manifestar la Gloria de Jesús. 

Son "pollinos" que tratan de apear a Jesucristo para hacer su propia entrada triunfal en Jerusalén.  

Pero nuestra misión como seguidores de Cristo no es divertir o entretener a las cabras, sino acercar a las ovejas al Buen Pastor.

La Escritura es clara a este respecto:


"Y ahora vosotros, los que decís: 
'Hoy o mañana iremos a tal ciudad, y pasaremos allí el año, 
negociando y ganando dinero';
vosotros, que no sabéis qué pasará mañana. 
¿Qué es vuestra vida? Sois humo, que aparece un instante y luego se disipa. 
Debéis decir, en vez de eso: 'Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o lo otro'. 
En cambio, presumís de vuestras fanfarronadas. 
Esta clase de jactancia es mala. 
Pues el que sabe hacer el bien y no lo hace comete pecado'"
(Santiago 4, 13-17).

"Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo, el Señor; 
nosotros somos vuestros siervos por amor de Jesús. 
Pues el mismo Dios, que dijo: Brille la luz de entre las tinieblas, 
iluminó nuestros corazones para que brille el conocimiento de la gloria de Dios, 
reflejada en el rostro de Cristo. 
Pero llevamos este tesoro en vasijas de barro, 
para que aparezca claro que esta pujanza extraordinaria viene de Dios 
y no de nosotros." 
(2 Corintios, 4, 5-7).


"Hermanos, cuando llegué a vuestra ciudad, 
llegué anunciándoos el misterio de Dios no con alardes de elocuencia o de sabiduría; 
pues nunca entre vosotros me precié de saber otra cosa que a Jesucristo, 
y a Jesucristo crucificado. 
Me presenté entre vosotros débil y temblando de miedo. 
Y mi palabra y mi predicación no se basaban en la elocuencia persuasiva de la sabiduría, sino en la demostración del poder del Espíritu, 
para que vuestra fe no se fundase en la sabiduría humana, 
sino en el poder de Dios."
(1 Corintios 2,1-5).

Así pues, la fe no trata de sentimientos ni de experiencias emocionantes. Nuestro servicio a Dios no "va" de organizar eventos grandilocuentes, ganar seguidores, llenar "plazas" o hacerse famosos.  

Nuestra fe cristiana se basa en el poder de Dios y no en la sabiduría de los hombres:"Vosotros sois la sal de la tierra. Si la sal se desvirtúa, ¿con qué se salará? Para nada vale ya, sino para tirarla a la calle y que la gente la pise" (Mateo 5,13-14).  

San Ignacio, en su "Principio y fundamento", explica muy claramente cuál es nuestra misión: "El hombre es criado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor y, mediante esto, salvar su ánima; y las otras cosas sobre la haz de la tierra son criadas para el hombre, y para que le ayuden en la prosecución del fin para que es criado."

Por ello, todo lo que hagamos en nuestra vida ha de ser para alabar, servir y dar gloria de Dios

Lo demás, ni viene de Dios ni es el propósito para el cual fuimos creados. Lo dice un Santo. ¡Y vaya Santo!