¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.
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lunes, 9 de octubre de 2017

¿POR QUÉ ALGUNAS PARROQUIAS ESTÁN EN DECADENCIA?

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¿Por qué algunas parroquias caminan inexorablemente hacia su total decadencia? ¿Por qué continúan enfermas? ¿Por qué no intentan algo drástico, algo atrevido? 

Quisiera compartir algunas reflexiones sobre lo que algunas parroquias hacen y que, tal vez, pudieran responder a estas cuestiones:

No admiten que están enfermas pero siguen como si nada

Lo primero que un enfermo debe hacer para curarse es reconocer que está enfermo. 

Una vez que lo admite, se pone en manos del médico y empieza el tratamiento.

La principal causa de la decadencia de algunas parroquias es su incapacidad para reconocer que no va bien. 

"No hay peor ciego que el que no quiere ver".

No evangelizan ni hacen discípulos pero dicen que están bien 

La Iglesia es una familia que acoge, que integra, que lleva almas a Dios. Su razón de ser es proclamar el Evangelio al mundo entero.

La misión encomendada por Jesús es la primera tarea de todo cristiano: Evangelizar. 

Inmediatamente después, es preciso hacer discípulos.

Siguen esperando que las cosas cambien por sí solas pero no hacen nada 

San Agustín decía: "Ora como si todo dependiera de Dios y trabaja como si todo dependiera de ti".

Esperar sentado no es cosechar la viña del Señor. Como administradores de la viña del Señor, los párrocos no pueden quedarse inertes. Es preciso que oren y pidan la ayuda del Espíritu de Dios, para después, hacer un diagnostico de sus parroquias.

No están dispuestas a cambiar ... en absoluto 

Los cambios siempre producen miedo pero Dios nos exhorta a ser valientes y audaces.

El problema de la mayoría de las parroquias se centra en que sus "soluciones" están todas centradas en la autoreferencialidad. 

Las actividades giran en torno a mantener estructuras, fieles y tradiciones internas en lugar de ir hacia las personas del exterior.

No quieren hablar de llegar a otras personas

Han olvidado la identidad misionera de la Iglesia que fundó Cristo. 

Están preocupadas sólo de hacer que la parroquia sea más cómoda y apetecible para sus miembros. 

Salir de la zona de confort (forjada durante décadas) implica esfuerzo al que no están dispuestas. Es entonces cuando la acedia y la pereza se adueñan de sus corazones.

Están ancladas en el pasado

Tratan de mantener el anticuado paradigma "comportarse/creer/pertenecer" que ya no funciona, añorando tiempos pasados.

Anclarse en el pasado significa inmovilismo, parálisis y, a la postre, la decadencia.

¿Hay esperanza para estas parroquias? ¿Desaparecerán estas comunidades? ¿Hay solución?

Por supuesto que la hay. Dios siempre quiere intervenir en todos nuestros problemas pero hay que dejar que lo haga. Hay que dejar a Dios ser Dios.

Y sólo puede intervenir si volvemos la mirada a Cristo, si confiamos en el Espíritu Santo para que nos guíe, si abandonamos cualquier preferencia, deseo y tradición centradas en el ser humano y confiamos en la voluntad de Dios para nuestras parroquias.

Eso...o morirán.

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miércoles, 13 de septiembre de 2017

PARROQUIAS CON COLESTEROL

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No es ningún secreto que muchas parroquias están cerradas por falta de afluencia o por escasez de sacerdotes. Otras, al borde del cierre. Es una triste realidad.

Las parroquias son faros de luz necesarios en un mundo cada vez más oscuro. Necesitamos parroquias fuertes, con laicos comprometidos y con sacerdotes entregados, a la cabeza.

Es de todos conocida la necesidad de vocaciones sacerdotales pero creo que más que faltar vocaciones, faltan comunidades cristianas que las susciten. La realidad es que nuestras parroquias, en general, están débiles y enfermas, y así, es muy difícil suscitar vocaciones. 

Ante este panorama tan sombrío ¿existen razones suficientes por las que algunas parroquias debieran cerrar sus puertas? ¿Es necesaria la re-unificación de algunas comunidades parroquiales? Lamentablemente, creo que sí. Necesitamos cerrar las puertas de algunas parroquias para abrir, de par en par, las puertas de otras.

Comencé mi vida cristiana activa y comprometida en una parroquia bastante cercana al cierre, al borde del abismo. Ya lo he escrito en otros artículos. Por la gracia de Dios, el Espíritu Santo se derramó abundantemente, produciendo un gran cambio en la mentalidad de los miembros y en el paradigma de la parroquia. Y así, se abrieron las puertas que llevaban décadas cerradas y comenzaron a llegar a nuevas personas para Cristo.

Lo que se necesitaba en la parroquia era un trasplante de corazón. No es que no tuviera un buen corazón, sino más bien, había perdido fuerza en el bombeo de la sangre. Las arterias se habían obstruido. 

La parroquia tenía el "colesterol por las nubes": no existía el necesario y ardiente sentido misionero, seña de identidad de la Iglesia de Cristo. 

Una vez que re-descubrimos la misión de la parroquia, las cosas comenzaron a cambiar drásticamente para bien. 

Y ese es mi deseo para todas las parroquias españolas, que re-descubran su misión. Pero lamentablemente, en muchas de ellas no ocurre lo necesario para que se genere el cambio. Mi visión es que deberían plantearse algunas fusiones de parroquias para que, desde un punto de partida eficiente vuelvan a ser lo que eran. Mejor dicho, a lo que Dios quiere que sean.

Entonces, ¿cómo saber que el fin de una parroquia está cerca? ¿Cuándo se debe cerrar una parroquia?

Desde mi punto de vista, existen razones por las que algunas parroquias deberían cerrarse o fusionarse con otras:

Pérdida de la misión evangelizadora

Una vez que una parroquia empieza a perder impulso evangelizador, entra en "modo de supervivencia", en "modo de mantenimiento".

Y es comprensible. Se mantienen las puertas cerradas, la gente sólo va a consumir sacramentos, se sobrevive pero no se "progresa adecuadamente" porque se pierde el enfoque cristiano de "ir, evangelizar y hacer discípulos".

Y cuando eso ocurre, las arterias por las que fluye la sangre se obstruyen y el corazón de la parroquia corre un serio riesgo de infarto. 

Se comienza a ver a cada persona nueva como alguien que viene a revolucionar la vida cómoda de los asistentes, en lugar de como alguien que viene a dar y a servir. 

Se comienza a ver cada nueva aportación y posterior decisión a través de un filtro de costes y de problemas. 

Se comienza a ver cada iniciativa como una pérdida del confort al que se habían habituado.

Se produce una mentalidad de supervivencia en lugar de un sentido de servicio, un planteamiento de estancamiento en lugar de un objetivo de avance.

Cuando la supervivencia y el estancamiento (colesterol) se convierten en los hábitos de una parroquia, es que ha perdido la misión y su fin está cerca.

Endogamia

Es muy triste comprobar que una parroquia se preocupa más por sí misma que por la gente a la que está llamada a llegar. Es el efecto endogámico de ensimismarse, de mirarse el ombligo.

Muchas parroquias están tan pendientes por las preferencias, gustos y apetencias de sus miembros que no tienen ojos para los "no miembros". Y sin embargo, la Iglesia existe para el bienestar de sus "no miembros".


En muchas parroquias, se desoye la enseñanza de Jesús de ir en busca de la oveja perdida. Muy al contrario, se centran en las otras noventa y nueve ovejas y se ignora a la que se ha perdido. Así es como muchas parroquias funcionan hoy.

Resultado de imagen de parroquias vaciasSi todo el mundo en nuestro barrio fuera a nuestra parroquia excepto una sola persona, estaríamos llamados a dejarlo todo para ir en busca de esa persona. Desgraciadamente, hoy pocos católicos creen esto.

Tal vez tendría más sentido si lo viéramos desde una perspectiva familiar: Si en una familia hay cuatro hijos y sólo tres están en casa a medianoche, ningún padre o madre decentes diría: "Bueno, eso es  el 75 por ciento. Es suficiente. Podemos acostarnos". No, un buen padre o madre se olvida de acostarse a dormir plácidamente, llama a todos los amigos de su hijo, a la policía, sale a buscarle y nadie duerme hasta que el hijo desaparecido está en casa.

¿Y si los cristianos se comportaran así? Cuando una iglesia sólo se preocupa por los miembros que están dentro, es una mala señal de que ha perdido su alma, y ​​de que no cumple con su deber de madre. Si los cristianos no descansáramos hasta que encontráramos a cada persona, otro gallo cantaría (con todos en casa).

Odio al mundo

Muchos cristianos temen el mundo. Es entendible.

La moral está cambiando, la cultura está cambiando y nos movemos rápidamente en un mundo post-cristiano. Es lógico que no nos guste lo que vemos.

Sin embargo, este sentimiento de temor ha llevado a muchos cristianos a comportarse con odio hacia el mundo y prefieren amarse a sí mismos.

Pero Dios ha establecido su plan de salvación para el mundo, incluidos nosotros. Y por que nos ama tanto, envió al mundo a su único Hijo. Si Dios ama tanto al mundo, los cristianos realmente no tenemos permiso para odiarlo.

Es cierto que el mundo nos persigue, nos arrincona, nos odia. Pero los cristianos no debemos actuar igual. Más que odiar al mundo, tenemos que amarlo aunque no estemos de acuerdo con él. Nadie se va a acercar a nuestra parroquia si se siente odiado, si no se siente amado.

Cuando una parroquia se comporta con odio hacia el mundo, no debería sorprenderle que el mundo no se acerque para abrazarla.

Anhelo del pasado

Cuando las cosas no van bien, es fácil pensar que el pasado fue siempre mejor que el presente. Y mucho más que el futuro.

Resultado de imagen de parroquias vaciasSi visitamos algunas parroquias, descubriremos que continuamente están mirando hacia atrás, no hacia adelante; anhelan el pasado y no desean ver el presente. 

Esta es una de las trampas del Diablo: pensar en el pasado nos bloquea para actuar en el presente y nos impide vislumbrar el futuro.

Cuando nuestra preferencia por ser y hacer lo que solíamos hacer, es mayor que nuestra pasión por lo que debemos ser y hacer, la parroquia está en problemas.

Cuando todo el entusiasmo está focalizado en el pasado, la parroquia no tiene mucho futuro.

Administración de las parroquias

La manera en que las parroquias administran el dinero que reciben, a menudo es un tema controvertido. Por supuesto, las parroquias tienen gastos y son responsables ante la Iglesia y ante Dios, pero la gente quiere saber en qué y cómo usamos los euros donados.

Cuando una parroquia tiene clara su visión y su misión, prospera. Las personas que no conocen a Cristo se acercan y se comprometen con la parroquia. Ésta llega a toda la comunidad y se invierte dinero en las necesidades tangibles de las personas, no de los edificios.

Cuando una parroquia ha perdido su visión y su misión, enferma. Los recursos se destinan sólo en una dirección: tanto si los fondos son escasos como abundantes, casi todo se invierte en mantener las necesidades de los sacerdotes, de los edificios y de la logística de la parroquia. No se invierte en personas. Sólo se atiende a los gastos y el impulso de toda la vida parroquial se vuelve hacia la preservación, en lugar de hacia el objetivo.

Una de las grandes ironías de este siglo XXI es que las parroquias con dinero y con buenos templos, a menudo, no tienen gente, y las parroquias con gente, a menudo, no tienen ni dinero ni edificios.

Resultado de imagen de parroquias vacias¿No sería un enfoque más cristiano que las parroquias con magnificas iglesias pero con poca gente, acogieran a las personas de otras parroquias con gente pero sin edificios?

Este hecho está sucediendo más de lo que imaginamos y se ha convertido en una tendencia universal, no sólo en nuestra ciudad o en España.

Mi sueño como cristiano y como católico es ver a mi Iglesia viva y apasionada; mi visión es ver sana a cada parroquia; mi deseo es ver crecer el número de personas que se acerquen a Jesucristo. Si ese sueño se hiciera realidad, ninguna parroquia cerraría; todas serían eficientes y capaces de llegar a ese mundo que Dios ama tan profundamente.

La actual situación de nuestras parroquias no tiene por qué ser así. Las razones por las que la mayoría de las parroquias nunca llegan a llenar sus bancos no son razones espirituales, son razones vivenciales; son razones prácticas; son razones estratégicas.

¿Qué opinas? ¿Estás de acuerdo o no?

miércoles, 29 de junio de 2016

PARROQUIAS "AD INTRA"




Toda parroquia saludable debe tener un cierto nivel de enfoque hacia el interior y los miembros que pertenecen a ella deben ser cuidados, formados y discipulados. 

Por supuesto que es necesario acoger, acompañar y preocuparse por los miembros de la comunidad que sufren, que están dañados o que tienen problemas. 

Pero las iglesias no pueden perder su enfoque "ad extra", hacia el exterior, ni su objetivo misionero, y tan sólo preocuparse por las necesidades y los deseos de los miembros. 

Los recursos y el tiempo empleados no pueden convertirse en los únicos objetivos de las demandas de los feligreses. Cuando eso ocurre, la parroquia se "ensimisma" y sólo  funciona "ad intra", es decir,  hacia adentro, preocupándose más en recibir que en dar.

Ninguna parroquia es perfecta, pero el verdadero peligro aparece cuando comienzan a manifestarse alguna de las siguientes señales de advertencia, pues dejan de ser iglesias y se convierten en museos según el Papa Francisco:

Reuniones agotadoras



Parroquias que emplean una cantidad excesiva de tiempo en reuniones sobre temas más bien intrascendentes, mientras que para los importantes apenas hay tiempo o disponibilidad.

Si utilizamos casi todo nuestro tiempo a reuniones no tendremos ocasión para poner en práctica las decisiones que allí se adoptan.



"Piedras muertas vs. piedras vivas"


Parroquias en las que una de las principales prioridades es el mantenimiento y conservación de las instalaciones, salas, muebles y otras partes de los edificios y terrenos de la iglesia.

Una parte desproporcionada del presupuesto se utiliza para satisfacer las necesidades y comodidades de los miembros en lugar de atender también las necesidades de los de afuera.

Una parroquia sana debe preocuparse principalmente por sus "piedras vivas", las que ya son miembros y los que desean serlo. 

Por ello, destinar una parte representativa del presupuesto a la evangelización siempre repercutirá también en nuevos miembros que contribuirán al presupuesto parroquial.



Métodos idealizados


Parroquias que elaboran programas para poner en marcha los diferentes servicios que ofrecen.

Parroquias que se embarcan en múltiples actividades y cambios continuos de metodologías, y que terminan fatigando y desmotivando a los miembros de la parroquia.

El problema no son los programas ni los métodos, sino cuando éstos se convierten en un fin en lugar de un medio.


Exigencias desmesuradas y Derechos adquiridos

Parroquias en las que la actitud general de algunos de sus miembros es de alta exigencia en cuanto a méritos personales o tratamientos especiales.

Algunos piensan que merecen más y que tienen más derechos que otros y tratan de acaparar a los sacerdotes.

Todos los miembros de la iglesia merecen atención y preocupación pero los problemas aparecen cuando algunos miembros de la iglesia tienen expectativas poco razonables, incluso para asuntos menores.



Apatía Evangelizadora

Parroquias en las que el entusiasmo que producen los cambios notables en las actividades ad-intro no es tan evidente cuando se trata de participar en la obra misionera de anunciar el evangelio para transformar vidas y llevar a la gente a Jesucristo.

Parroquias en las que el nivel de compromiso misionero es escaso o nulo y cuyos miembros apenas comparten su fe con otros, más preocupados por sus propias necesidades que por las mayores necesidades del mundo y de la sociedad en la que viven.


9. Rebelión y Hostilidad


Parroquias cuyos miembros llaman continuamente la atención, enfadados por cómo se hacen las cosas, que critican y opinan sobre como deberían hacerse.


Parroquias que tienen personas amargadas, en rebelión, que buscan a Dios por su cuenta, que buscan a personas con los mismos pensamientos.

Personas que gustan de la confrontación y que expresan cierta hostilidad hacia los sacerdotes, el personal de la iglesia u otros miembros de la parroquia, creando división y desunión.