Cuando visito algunas parroquias, veo a sus sacerdotes sobrepasados de trabajo y sin ayuda. Están solos y no pueden con todo. Y nadie hace nada...nadie les ayuda...
Veo que existen pocos grupos que sustenten la vida parroquial, que "tiren del carro". Me da la sensación de que muchos vamos, "cumplimos" y nos marchamos.
Por eso, es vital para nuestra Iglesia que los laicos asumamos el papel que nos corresponde y ayudemos a nuestros sacerdotes. Y también, que ellos se dejen ayudar.
Veo que existen pocos grupos que sustenten la vida parroquial, que "tiren del carro". Me da la sensación de que muchos vamos, "cumplimos" y nos marchamos.
Por eso, es vital para nuestra Iglesia que los laicos asumamos el papel que nos corresponde y ayudemos a nuestros sacerdotes. Y también, que ellos se dejen ayudar.
Orar
Lo primero que hay que hacer es orar. La oración es el inicio de toda actividad en el Reino de Dios pero sobre todo, nos comunicamos con Dios y escuchamos lo que nos tiene que decir.
Una vez escuchemos a Dios, lo primordial es formar comunidad a través de grupos o equipos de trabajo dentro de la parroquia.
Pero ¿cómo hacerlo?
Identificar
Lo primero es identificar quién tiene el potencial y el compromiso de formar parte de grupos que se conviertan en catalizadores para la parroquia.
Para identificar quién puede formar parte de un grupo, debemos pensar de qué se va a encargar: ¿Es este un equipo de ayuda en general o comprometido con una pastoral específica?
Independientemente de para qué cometido sea el grupo, necesitaremos personas que puedan trabajar para la parroquia y avanzar hacia un objetivo. Identifiquemos a esas personas.
Reclutar
Una vez que hayamos identificado al grupo potencial, debemos reclutar a las personas que lo van a formar, y para ello, debemos preguntarles personalmente, demostrarles la importancia de la labor, el significado del objetivo e ir por ello.
La mayoría de las personas querrán unirse al grupo si hacemos un buen trabajo transmitiendo la importancia, es decir, la visión.
Puede que haya personas que lo rechacen. No pasa nada. Sigamos reclutando a los posibles miembros hasta que el grupo esté listo para comenzar a trabajar.
Puede que haya personas que lo rechacen. No pasa nada. Sigamos reclutando a los posibles miembros hasta que el grupo esté listo para comenzar a trabajar.
Equipar
Una vez que hayamos formado el grupo, es posible que su miembros o algunos de ellos, no estén preparados para alcanzar el objetivo de momento.
Ahora necesitamos equipar y formar al equipo.
Ahora necesitamos equipar y formar al equipo.
En esta etapa, debemos formar y equipar, es decir, discipular a los miembros mediante reuniones de grupo, reuniones individuales, recomendando libros, etc.
No pasemos a la siguiente etapa hasta que veamos que nuestro grupo está preparado para soltarse.
Delegar
Una vez que el grupo esté equipado y formado, debemos darle autoridad y autonomía para que realice su trabajo.
Asegurémonos de que haya al menos un objetivo declarado a alcanzar y dejemos que cada miembro del grupo piense en las mejores maneras de lograrlo.
Participemos y animemos al grupo, pero no tratemos de gestionarlo nosotros. Deleguemos en sus miembros.
Evaluar
Mientras nuestro grupo está funcionando, evaluemos continuamente el progreso.
Ver hacia dónde va el grupo y también rastrear formalmente el progreso que hace.
Es posible que debamos proporcionar más ayuda al grupo o buscar nuevos asientos en el autobús para nuevos miembros.
Se trata de nutrir al grupo con una evaluación continua para no estancarnos.
Ver hacia dónde va el grupo y también rastrear formalmente el progreso que hace.
Es posible que debamos proporcionar más ayuda al grupo o buscar nuevos asientos en el autobús para nuevos miembros.
Se trata de nutrir al grupo con una evaluación continua para no estancarnos.