¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.
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miércoles, 23 de agosto de 2017

POR SUS FRUTOS LOS CONOCERÉIS




"Por sus frutos los conoceréis. 
¿Acaso se cosechan uvas de los espinos o higos de los cardos? 
Así también, todo árbol bueno da frutos buenos, 
pero el árbol malo da frutos malos.
Un árbol bueno no puede dar frutos malos, 
ni un árbol malo frutos buenos." 
(Mateo 7, 16-18)

Parece que los cristianos de hoy somos más conocidos por las cosas que no somos que por las que somos (o deberíamos ser). Y creo firmemente que deberían reconocernos por nuestros frutos. 

Como sabemos, los frutos del Espíritu "son perfecciones que forma en nosotros el Espíritu Santo como primicias de la gloria eterna". Son los frutos que todo cristiano debería dar, cualidades que todo cristiano debería mostrar.


La Biblia, en la carta del Apóstol Pablo a los Gálatas 5, 22-23 los enumera: "amor, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia, castidad".

Amor/Caridad 

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"El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor."
(1 Juan 4, 8) 

El amor es un valor intrínseco de los que han conocido el amor de Dios, los que se llaman seguidores de Cristo. Quien da este fruto refleja a Cristo en su vida permitiéndole actuar en su vida (Gálatas 2, 20).

En realidad, no creo que nadie pueda llamarse verdaderamente cristiano y no mostrar amor.

No importan las circunstancias a las que nos enfrentemos, amar a los demás es lo que nos distingue del resto del mundo.

San Agustín decía que "la caridad fraterna es la única que distingue a los hijos de Dios de los hijos del diablo. Pueden todos hacer la señal de la cruz, responder amén, hacerse bautizar, entrar en la iglesia, edificar templos. Pero los hijos de Dios sólo se distinguen de los del diablo por la caridad. Puedes tener todo lo que quieras; si te falta el amor, de nada te vale todo lo demás."

Alegría/Gozo

"Vivid alegres; buscad la perfección, animaos unos a otros" 
(2 Corintios 13, 11a)


Es el fruto que emana, de forma natural, del amor. Es una alegría que no se apaga ante los problemas; todo lo contrario, crece y se fortalece cuando nos enfrentamos a ellos y que se hace más necesaria que nunca. 

Cuando se está en comunión con Dios amor, el cristiano es feliz y busca hacer felices a los demás.

Es un gozo que supera cualquiera otro fundado en las cosas del mundo.


Paz/Serenidad


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"Vivid en armonía y en paz, y el Dios del amor y de la paz estará con vosotros." 
(2 Corintios 13, 11b)

La paz es la perfección que armoniza la alegría, porque supone el gozo de ser amado por Dios y que brota del corazón. 

La paz aporta al cristiano serenidad y le mantiene en una constante alegría a pesar de cualquier dificultad o problema.

Benignidad/Indulgencia


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"Desterrad la amargura, la ira, los gritos, los insultos y toda clase de maldad" 
(Efesios 4, 31).

Es una disposición permanente a la indulgencia y a la afabilidad. Es un fruto que nos ayuda a ser gentiles y ayuda a defender la verdad sabiendo ‘discutir’. 

Aporta una dulzura especial en el trato con los demás. 

La benignidad no critica ni condena a los demás; no grita ni insulta; no se amarga ni se enoja.

Bondad/Misericordia 

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"Sed bondadosos y compasivos; perdonaos unos a otros, 
como Dios os ha perdonado por medio de Cristo. 
(Efesios 4, 31-32)


Los hombres hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios, por lo que tenemos la capacidad de ser bondadosos.

La bondad es la compasión que nos mueve a preocuparnos por los demás y a buscar su bienestar. 

Es la benignidad dirigida a los que sufren y necesitan ayuda.

Paciencia/ Templanza


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"Sed humildes, amables y pacientes. Soportaos unos a otros con amor." 
(Efesios 4, 2)

En este acelerado mundo de hoy, la paciencia es la clave. Mientras el mundo ansía la inmediatez, la Palabra de Dios nos llama a ser pacientes en todas las cosas. 

Y aunque no siempre es tarea fácil, es el camino correcto para un cristiano.

Un cristiano paciente supera las turbaciones que implica la lucha permanente contra las fuerzas invisibles y visibles. 

La paciencia facilita un encuentro armonioso con quienes nos relacionamos. nos ayuda a controlar las situaciones difíciles e impide el resentimiento y la venganza. 

Longanimidad/Perseverancia

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"Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras vidas" 
(Lucas 21, 19)

Es el coraje o el ánimo cuando hay dificultades que se oponen al bien; es un ánimo sobrenatural para concebir y ejecutar las obras de la verdad. 

Este fruto permite al cristiano saber esperar la acción de la Divina Providencia, cuando ve que, según la lógica humana, se retrasa el cumplimiento de sus designios. 

Es un fruto que permite superar las dificultades.

Mansedumbre/Humildad

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"Bienaventurados los mansos, 
porque ellos poseerán en herencia la tierra."
(Mateo 5, 4)
Un cristiano evita la cólera, el resentimiento y las reacciones violentas.

La mansedumbre hace al cristiano suave en sus palabras, en el trato con los demás y frente a la prepotencia.

Es el fruto que nos asemeja a Jesús, manso y humilde de corazón.

Fidelidad/Lealtad


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"Sé fiel hasta la muerte, y te daré la corona de la vida". 
(Apocalipsis 2,10)


Un cristiano defiende la fe en público y no la oculta por miedo o vergüenza. 

La fidelidad es la facilidad para aceptar todo lo que creemos, la firmeza para afianzarnos en ello y la seguridad de su cumplimiento sin sentir dudas.


Modestia/Discreción 


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"Vestíos con decencia, con recato y modestia" 
 (Proverbios 11,2)


Un cristiano evita todo lo que sea áspero y mal educado; este fruto se aprecia en su forma de vestir, en su forma de hablar, en su comportamiento, etc..

El que da este fruto no se fija en cosas indecorosas y vulgares. Es discreto y cuidadoso en todo.

El mayor ejemplo de modestia y discreción (como de todos los frutos del espíritu) es la "Llena de Gracia", la Santísima Virgen María.



Pureza/Limpieza

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"Hermanos, considerad lo que hay de verdadero, de noble, de justo, 
de puro, de amable, de buena fama, de virtuoso, de laudable. 
(Filipenses 4, 8)
Cuando hablamos de "pureza", nos referimos a algo más que al sexo. No sólo debemos ser conocidos por nuestra pureza en las relaciones, sino también en nuestras palabras, acciones y motivaciones.


Un cristiano se contiene y mantiene a raya la concupiscencia en lo que concierne al comer, al beber, al divertirse y en los otros placeres de la vida terrenal. 

La contingencia ordena los instintos es como consecuencia de la dignidad de los hijos de Dios que tenemos y mantiene el orden en el interior del hombre.


Castidad/ Continencia


"Que cada uno sepa usar de su cuerpo con santidad y respeto 

sin dejarse arrastrar por los malos deseos, como hacen los paganos que no conocen a Dios." 
(1 Tesalonicenses 4, 4-5)

La castidad es la victoria sobre la carne y ayuda a que el cristiano sea más un templo vivo del Espíritu Santo. 

Quien da este fruto es cuidadoso y delicado en todo lo que se refiere al uso de la sexualidad. 

Quien es casto (ya sea virgen o casado) experimenta la alegría de la íntima amistad de Dios: "felices los limpios de corazón, porque verán a Dios."







lunes, 13 de junio de 2016

EL CAMINO DE MEDJUGORJE: MI EXPERIENCIA DE PAZ





El pasado mes de febrero, mi querida mujer celebró su 50º cumpleaños. Ante tan importante conmemoración, se me ocurrió hacerla un regalo muy especial: un viaje a Medjugorje.

Al principio, me pareció una ocurrencia original, sin más. Ella, consagrada a la Virgen, estaba entusiasmada por visitar a la Reina de la Paz. Por supuesto, yo no pensaba ir y ella no quería ir sin mí. Mi corazón era reacio a viajar a un lugar donde se aparece diariamente la Virgen Maríadesde hace más de treinta años,  y de donde muchos vuelven diciendo que han "visto y experimentado milagros". Me costaba mucho creerlo y además...era un gasto económico con el que yo no contaba.

Algunos amigos que ya habían decidido ir, me animaban (mejor dicho, se empeñaban) para que fuera porque en el peor de los casos, volvería igual que me iría, y en el mejor...quién sabe!!! 

El caso es que, sin pensarlo mucho, me animé a acompañarla porque entre otras cosas, siempre vamos juntos a todas partes y porque además, hemos iniciado un hermoso y fructífero camino de fe y servicio.

Aquí comienza mi camino de peregrinaje, aunque evidentemente, trataré de resumirlo, pues lo que allí ocurrió daría para escribir un libro. Tan sólo contaré las circunstancias que más me "tocaron" el corazón y desde luego, sin ningún ánimo de sugestionar, convencer o alarmar a nadie. La intención es recordar y no olvidar.

Día 1 - Jueves: Llegada a Medjugorje


Nos levantamos el último jueves de abril, a las 04:oo de la mañana para coger un vuelo a las 07:00.

Siempre he odiado volar, a pesar de tener que hacerlo en muchas ocasiones. Pues bien, despegamos de Barajas rumbo a Alemania.

Tras hacer escala durante cinco horas en Munich, volamos a Split, y de allí en autocar a Medjugorje, donde por fin, llegamos sobre las 19:30. Más de 15 horas hasta que llegamos.

Una odisea de viaje, aeropuertos, aduanas y rosarios. "Mal empezamos"- pensé-.

Nos acomodamos en una humilde pero limpia pensión, regentada por gente fantástica y servicial, siempre con una sonrisa de cálida acogida en sus rostros; algo que a primera vista, me sorprendió y me agradó especialmente. 

 No me sentí turista ni extranjero ni tampoco protesté por la sencillez de las instalaciones.

Como el tiempo acompañaba y aún no había anochecido, un pequeño grupo fuimos a dar una vuelta de reconocimiento sobre el terreno.

Inmediatamente, algo me provocó una cierta hilaridad, una sensación negativa: la multitud de tiendas con artículos religiosos (vírgenes, rosarios, medallas, ángeles, etc) que había cada cinco metros y que me llevó a pensar negativamente (otra vez): "Mal seguimos, esto no es más que un negocio" -pensé-. 

Continuamos hacia la explanada donde se encuentra la parroquia con miles de bancos en el exterior, en busca de la escultura del Cristo Resucitado, que al parecer, se encontraba en su sitio de siempre, pero que mi queridísima amiga Loreto (veterana en Medjugorje) no terminaba a encontrar (¿casualidad?). Yo seguía en una actitud "poco católica", mientras anochecía.

De repente, llegaron oscuras nubes y comenzamos a ver relámpagos y a escuchar truenos. Me puse a contar después de cada relámpago. "Seguro que la tormenta se aleja, rodeando los dos montes" - pensé-. 

Pero no. No sólo no se alejó sino que en cuestión de segundos, cayó tal cantidad de agua como yo nunca había visto antes. 

Las calles eran auténticos ríos, nos empapamos por completo a pesar de ir preparados con ropa de lluvia y paraguas, y sentimos una cierta inquietud e incluso un cierto temor, por lo que, con cierta ironía y mientras huíamos buscando refugio, dije en voz alta: "entendido, ya dejo de protestar". 

No me vais a creer pero, al cabo de no mucho tiempo, dejó de "diluviar". Y nos fuimos, como pudimos (empapados) hacia la pensión.

Ahora tengo la certeza de que La Reina de la Paz nos lavó primero "por fuera", para irnos preparando a lo que habría de acontecer después y que debíamos experimentar en nuestras propias carnes, porque nuestra actitud (la mía y la de alguien más) comenzó a cambiar en el momento en el que abrimos el corazón y se lo entregamos a Ella. 


Día 2 - Viernes: Castillo de Patrick y Nancy


Son las 6:00 y nos despertamos con música. Brilla el sol y vemos todo de manera distinta: "después de la tempestad, viene la calma"

Experimentamos un clima de paz, de calma, de serenidad que se intuye en las personas, en las tiendas, en el ambiente...mientras nos encaminamos a la misa matutina.

Después de la Eucaristía y tras desayunar, nos dirigimos al castillo de Patrick y Nancy, dos canadienses afincados en Medjugorje desde hace unos años. Nancy nos cuenta su experiencia de vida y Patrick, su testimonio de conversión; nos habla de "su vida mundana, de "sus mensajes" y de su "llamada".

Comemos y por la tarde vamos a la explanada a rezar el Rosario y a venerar la Cruz. Más tarde, de compras. 

Lo que el día anterior veía como "el negocio", hoy lo veía como una oportunidad de acercarnos más a la Virgen. Pensando en todas las personas por las que hemos rezado e intercedido, aprovechamos la variedad de tiendas y el amplio surtido de objetos y nos aprovisionamos de regalos para ellos.

Vuelta al hotel. Conocemos al P. Roel, un joven sacerdote mexicano, legionario de Cristo, "marianólogo" que dejó el Vaticano para instalarse en Medjugorje. 

Su charla de bienvenida, es apasionante: nos introduce en la espiritualidad que se vive allí, nos habla de la apertura del corazón, de la paz y del perdón.


Día 3 - Sábado: Una jornada muy completa

Son las 04:00 y nos despertamos con música. Aún es de noche. Hoy tenemos un plan afortunado y nada fácil de conseguir: vamos en autocar a un pueblo cercano, Krehin Grac.

Allí vamos a conocer y a escuchar a Vicka Ivankovic-Mijatovic, una de las 6 videntes a la que se le aparece la Virgen todos los días.



Dicen que tiene uno de los dones más extraños del Espíritu Santo: un fenómeno que se conoce como bilocación, la posibilidad de estar presente en más de un lugar al mismo tiempo.

La intención que la Virgen le confió a ella en particular es orar por los enfermos y junto con Jacob, fue llevada por Ella al Paraíso, al Purgatorio y al Infierno.

La vida de Vicka ha estado marcada por el sufrimiento físico, pero sobre todo por la alegría radiante con la que siempre impresiona a las personas que la conocemos. Ella ha tomado el sufrimiento voluntariamente para sí misma con el objetivo de avanzar en los planes de la Virgen María, pero siempre mantiene la cautela de no hablar de ello.

Lo que nos contó no voy a escribirlo pero lo que sí os diré es que hemos rezado, y mucho: 7 Padrenuestros, 16 Avemarías y 7 Glorias. En mi vida he rezado tanto en una sola mañana. Hemos orado por todos los sacerdotes, por todos los enfermos y también por ellos, los videntes.

Son las 10:00 y volvemos a la explanada para la Eucaristía. El P. Ramón nos obsequia con una homilía espectacular.

Después, visitamos la estatua del Cristo Resucitado, sí aquella que no encontrábamos el primer día. 

Se trata de una escultura de bronce, de seis metros de altura y cuatro de ancho y cuyo peso es de tres toneladas. Allí experimentamos un fenómeno fuera de toda razón y lógica humanas: una estatua que "llora".

La estatua, colocada en 1998, comenzó a gotear líquido de una de sus piernas en el 2001, y de la otra pierna lo comenzó a hacer en el 2012, pero siempre en forma intermitente. 

Si bien la naturaleza del líquido en sí es un misterio, el goteo del líquido ha demostrado ser impredecible  puesto que en varias ocasiones, se ha detenido durante períodos prolongados de tiempo, en otra ocasión salía copiosamente y en otra, la sustancia que emanaba de la rodilla era de color rojo.

Algunos dicen que se trata de líquido sinovial humano y otros que tiene poderes curativos. Uno tiene reticencias a la llamada "fe mágica" pero al final, el Espíritu de Dios te abre los ojos y entiendes.

Después, vuelta al hotel a comer y a descansar.

Son las 14:00 y nos encaminamos a la Comunidad del Cenáculo, otra visita experiencial y testimonial que no contaré tampoco por su carácter confidencial. Una experiencia ejemplarizante.

Son las 17:00 y nos encaminamos al monte Podbrdo. Un lugar "sobrenatural".


Allí es donde la Virgen se apareció el 25 de Junio de 1981 por primera vez a los niños Ivanka Ivankovic, Mirjana Dragicevic, Vicka Ivankovic, Ivan Dragicevic, Jakov Colo y Marija Pavlovic. Nos dividimos en dos grupos, los que ya han estado anteriormente y los que venimos por primera vez y comenzamos la "ascensión".


Los "veteranos" suben guiados por el P. Luis José y los "novatos", subimos dirigidos por el P. Roel en las meditaciones en cada una de las cinco estaciones que realizamos hasta llegar a la Virgen Blanca. ¡Maravilloso!

Allí, en el monte ocurrieron (ocurren) milagros, sí; algunos, externos, sobrenaturales, que todos pudimos ver pero que carecen de importancia si los comparamos con otros más íntimos y personales que experimentamos. 

Como mi pretensión es contar este viaje desde mi experiencia, obviaré lo que nuestros ojos vieron y me limitaré a contar lo que yo experimenté allí arriba: un aluvión de paz y de sosiego y me sentí totalmente perdonado y aliviado. 

Es difícil expresarlo con palabras. No queríamos bajar de allí, como si se tratara de nuestro "Monte Tabor" personal.

Pero bajamos para cenar puesto que la jornada aún no había terminado. Después, todo el grupo fuimos de nuevo a la explanada para disfrutar de otra experiencia motivadora y espectacular: la Adoración del Santísimo.

Miles de personas de distintas nacionalidades, en silencio absoluto, orando y agradeciendo, escuchando una música celestial que penetra el alma y nos dispone a la maravillosa presencia del Señor. 

¡Un silencio que "clamaba al cielo"!

Día 4 - Domingo:  reflexión y testimonios

Son las 07:00 y nos levantamos con la intención de subir el Via Crucis del monte Krizevac, 
también llamado el Monte de la Cruz.

Resultado de imagen de krizevacSu nombre es debido a la presencia en su cima de una gran cruz de cemento colocada el 15 de marzo de 1934. 

En ella, está grabada la leyenda: "A Jesucristo, Redentor de la humanidad, como signo de nuestra fe, de nuestro amor y de nuestra esperanza, y en memoria del 1900 aniversario de la Pasión de Jesús".

Nos aconsejan hacer el Via Crucis en la explanada de Medjugorje, alrededor del cementerio terminando en el Cristo de las velas, al lado de la parroquia. 


El P. Roel nos guia a lo largo de las 15 estaciones que nos colman de paz, amor y perdón.



Terminamos y vamos al hotel a comer y a descansar.
Son las 16:00 y quedamos en una cafetería para compartir testimonios. Tres horas de comunión fraterna, lloros, abrazos y mucho amor.

Por la noche y después de cenar, charla teológica sobre la Intercesión de la Virgen María, dirigida y guiada por nuestros sacerdotes, el P, Ramón y el P. Luis José. Después nos despedimos del otro grupo y del P. Roel.

Día 5 - Lunes:  estamos de vuelta

Son las 05:00 y nos apresuramos a desayunar para tomar un autocar que nos lleve al aeropuerto de Zadar, a unos 300 kms de Medjugorje.

De allí a Frankfurt, donde comemos unas salchichas típicas en el aeropuerto pues no hay mucho tiempo en el enlace a Madrid.

Aterrizamos en Madrid sobre las 19:30, exhaustos pero inmensamente felices. Nuestra experiencia ha sido absolutamente maravillosa. No somos los mismos. Volvemos volando (y no me refiero al avión) al mundo real, al ruido, a las prisas, al desasosiego. Nos sentimos completamente extraños, como si no perteneciéramos a él.

La única pretensión de este testimonio es rememorar de nuevo mi vivencia en Medjugorje. Una experiencia  inolvidable, que ha marcado en mí un antes y un después. 


Lo importante no es si uno cree lo que allí sucede o no, o si la Iglesia se ha pronunciado o no, lo trascendente es vivir la espiritualidad que existe en Medjugorje y volver con el corazón colmado de gozo, alegría, paz y perdón.

Allí se viven los sacramentos con una intensidad fuera de lo normal, tanto la eucaristía, como la adoración y la confesión. Allí reina la paz, la serenidad y la calma. Allí se respira armonía y conciliación. Allí se experimenta el amor misericordioso de Dios.

Un deseo unánime subyace en el grupo: ¡Queremos regresar a Medjugorje ya! ¡Dios está allí! Y no queremos perdérnoslo.