¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.
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miércoles, 20 de julio de 2016

LEX ORANDI, LEX CREDENCI

"Tú, en cambio, cuando vayas a orar, 
entra en tu aposento
 y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, 
que está allí, en lo secreto;
 y tu Padre, que ve en lo secreto, 
te recompensará". 
(Mt 6, 6)

"La forma en que oramos es la forma en la que creemos." ¡Qué importante es la oración en nuestra vida! ¡Qué grande su poder!

Y es que nuestra fe se manifiesta y se cultiva por nuestra comunión con Dios y eso se consigue mediante la oración, que es la manera de comunicarnos con Dios y saber lo que tiene pensado para nosotros.

Es una vía libre y directa de comunicación con nuestro Creador. Él nos exhorta a hablar siempre con Él y a escucharle, en público: "Os aseguro también que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, sea lo que fuere, lo conseguirán de mi Padre que está en los cielos" (Mt 18, 19), y en privado, sobre todo. (Mt 6, 6). Orar en lo secreto...¡qué expresión tan bonita de intimidad, de complicidad, de amor!

Con la oración, conozco a Cristo personalmente, experimento el poder de Su resurrección, soy copartícipe en su sufrimiento, tomando mi cruz y con mi "sí hasta el final", hago Su voluntad. Él siempre está allí, dispuesto a escucharme, a hablarme, a abrazarme...¡una pasada!

La forma en la que rezo y el tiempo que dedico a orar, definen mi fe, pues el poder de la oración es lo más grande que Dios nos ha regalado. Todo lo pongo en sus manos, desde lo más importante hasta lo más insignificante.

La oración no sólo es el medio de pedirle a Dios. También es un instrumento para alabarle, glorificarle y agradecerle. Es un refugio de consuelo y paz. Es la forma de conocerle y de tener intimidad con el Padre. 

Es una herramienta maravillosa para interceder por otros. ¡Qué bonito es rezar por otros y que otros recen por mi!

Orar es una necesidad, no es una opción. Jesús nos enseñó su importancia. En sus momentos de mayor angustia, en sus momentos de tentación, encontró refugio y consuelo, orando al Padre. El nos insta a orar. Su Madre, nuestra Madre, no hace más que llamarnos a orar. Por algo será..."Por eso os digo: todo cuanto pidáis en la oración, creed que ya lo habéis recibido y lo obtendréis" (Mc 11, 24)

Orar siempre, en todo momento, en los momentos buenos y en los malos. Las circunstancias no deben determinar si debemos orar o no. Oramos porque es una necesidad porque creemos en Dios y confiamos en Él. Esa es nuestra fe, la certeza en Dios. "En esto está la confianza que tenemos en él: en que si le pedimos algo según su voluntad, nos escucha. Y si sabemos que nos escucha en lo que le pedimos, sabemos que tenemos conseguido lo que hayamos pedido". (1 Jn 5, 14-15)

Orar es asunto de dos: de Dios y mío. Cuando hablamos entre nosotros, los humanos, lo hacemos en un plano natural, pero cuando conversamos con Dios, lo hacemos de modo sobrenatural. Por eso la oración tiene un poder sobrenatural.

Cuando nos ponemos en presencia de Dios en oración, Él actúa poderosamente. Le dejamos obrar y actuar en nuestra vida. Y es sobrenatural. ¡Qué regalazo!

Os animo a experimentar continuamente el poder sobrenatural de la oración.