¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.
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sábado, 24 de septiembre de 2022

LA PUERTA DE LA VIDA

"Yo soy la puerta: 
quien entre por mí se salvará 
y podrá entrar y salir, 
y encontrará pastos"
(Jn 10,9)

La vida es una sucesión de puertas que se abren (oportunidades) y se cierran (decepciones). Con frecuencia, pensamos que somos nosotros quienes las abrimos y las cerramos, pero no es así. Es Dios quien las abre y quien las cierra: 

"Conozco tus obras; 
mira, he dejado delante de ti una puerta abierta 
que nadie puede cerrar, 
porque, aun teniendo poca fuerza, 
has guardado mi palabra 
y no has renegado de mi nombre" 
(Ap. 3,8)

Dios nos ofrece una puerta única y abierta que indica que Su misericordia es más grande que nuestros pecados y que siempre nos espera con los brazos abiertos. Pero para cruzarla, es preciso que depositemos nuestra confianza en Él y guardemos su Ley. 

"Entrad por la puerta estrecha. 
Porque ancha es la puerta 
y espacioso el camino que lleva a la perdición, 
y muchos entran por ellos. 
¡Qué estrecha es la puerta 
y qué angosto el camino que lleva a la vida!" 
(Mt 7,13-14).
Dios nos abre una puerta estrecha que indica que no es cómoda ni fácil de atravesar si llevamos demasiado equipaje. Pero si la cruzamos, se abre ante nosotros un camino de gloria.

Dios nos señala una puerta angosta que indica que no caben todas nuestras cosas, que debemos despojarnos de todas las piedras que llevamos en nuestras mochilas. Pero si la cruzamos, la vida plena se abre ante nosotros. 

La puerta ancha es Adán, por la cual, todos los hombres entramos en el mundo material, es decir, en la tierra. La puerta estrecha es Cristo, por la cual, todos los hombres (los que quieran) entramos en el mundo espiritual, es decir, en el cielo:

"Efectivamente, así está escrito: 
el primer hombre, Adán, se convirtió en ser viviente. 
El último Adán, en espíritu vivificante. 
Pero no fue primero lo espiritual, 
sino primero lo material y después lo espiritual. 
El primer hombre, que proviene de la tierra, es terrenal; 
el segundo hombre es del cielo"
(1 Cor 15,45-47)

Cristo es la puerta hacia la salvación. Él conduce al Padre (Jn 10,1; 14,6). Para cruzar la primera puerta, la de Adán, no es necesario hacer nada por nuestra parte, pero para cruzar la segunda, no vale sólo con saber dónde está y de qué material está fabricada. 

Es necesario hacer una elección, un acto de voluntad libre por nuestra parte: confiar, dejarnos guiar por Él y seguirle.



martes, 25 de agosto de 2015

IGLESIAS DE PUERTAS ABIERTAS



  
“Pensad en una madre soltera que va a la Iglesia, a la parroquia
y le dice al secretario: 'Quiero bautizar a mi niño'.
Y el que la acoge le responde: 'No. Tú no puedes porque no estás casada'.
Esta chica que tuvo el coraje de continuar con su embarazo 
y no devolver a su hijo al remitente 
¿qué encuentra? Una puerta cerrada.

Pensad en dos novios que quieren casarse 
y se presentan en la secretaría de una parroquia 
y, en vez de apoyo o de felicitaciones, oyen enumerar los costes de la ceremonia
o les preguntan si sus documentos están bien.
En lugar de abrir las puertas, las cerramos.
en lugar de ser facilitadores de la fe, somos controladores.”

Papa Francisco


Quien se acerca a la Iglesia debe encontrar las puertas abiertas y no fiscales de la fe. Y así, si seguimos este camino y con esta actitud, no estamos haciendo bien a la gente, al Pueblo de Dios." Jesús creó los siete sacramentos y con este tipo de actitud creamos un octavo: ¡el sacramento de la aduana pastoral!”.

Se trata de una dura crítica para quienes pretenden ser más papistas que el papa y que posiblemente tendrían que entender que cerrar esa puerta es siempre un contrasentido y está muy lejos de la misericordia divina y del mensaje de Jesucristo.

En el evangelio de Marcos 10, 13-16, Jesús reprocha a los discípulos la intención de alejar de él a los niños que la gente llevaba para pedir una caricia. 

Los discípulos proponían “una bendición general y después todos fuera”, pero ¿qué dice el Evangelio? Que Jesús se indignó diciendo “dejad que vengan a mí, no se lo impidáis. A quien es como ellos pertenece el Reino de Dios”.

Es “una tentación que tenemos; la de adueñarnos, apropiarnos del Señor”. Lo mismo le pasaba al hijo mayor de la parábola del hijo prodigo o a los mismos apóstoles cuando Jesús los reprende por impedir a la gente acercarse a él. No lo hacían por maldad: querían sólo ayudarle. Lo mismo hicieron aquellos que en Jericó, trataron de hacer callar al ciego que, advertido de la presencia de Jesús, gritaba para atraer su atención y hacerse salvar.

Dios es grande, perdona siempre, ama al pecador pero aborrece el pecado y, en el peor de los casos, ¿qué culpa tienen los niños o los que buscan encarecidamente a Dios? Jesús quiere que todos se acerquen a Él. Nunca se pueden cerrar las puertas de la Iglesia a quien con un buen fin acude a ella. Las iglesias no son oficinas donde presentar documentos y papeles cuando se pide entrar en la gracia de Dios.  Fuera burocracia!!!

Hay mucho resentimiento entre los “justos” y los “rectos.” Hay mucho juicio, condena y prejuicio entre los “santos.” Hay mucha ira entre la gente que está tan preocupada por evitar el “pecado.”

¿Qué hace más daño, la lujuria del hijo menor o el resentimiento del mayor? ¿Quién está más perdido, el hijo que regresa o el que ha estado siempre en casar? ¿Qué alegra más al padre, el arrepentimiento del menor o la recriminación del mayor?

Todos estamos llamados a confiar en el amor misericordioso de Dios, que lo perdona todo y a convertirnos, ya seamos uno u otro hijo.

Jesús dice: En la casa de mi Padre hay sitio para todos. (Juan 14,2). Cada hijo de Dios tiene su sitio, todos ellos son hijos de Dios. Tenemos que dejar de lado cualquier intento de comparación, cualquier rivalidad o competición, y rendirnos al amor del Padre entrando en casa y festejando el regreso de nuestro hermano. 

Mientras permanezcamos fuera, en la oscuridad, sólo podremos experimentar la queja y el resentimiento. Fuera de la luz, nuestro hermano menor parece más querido por el Padre que nosotros; más aún, fuera de la luz, ni siquiera lo reconocemos como nuestro hermano.


Jesús es enviado por el Padre para revelar el amor duradero de Dios hacia todos sus hijos (perdidos o resentidos) y para ofrecerse a sí mismo como el camino para llegar a casa. Jesús es el camino de Dios para hacer que lo imposible sea posible, para dejar que la luz conquiste la oscuridad, para dejar que todos se acerquen al Padre.




domingo, 9 de agosto de 2015

IGLESIAS EN SALIDA


Una Iglesia en salida es semejante a un partido de fútbol, donde los laicos son los jugadores, el cura es el entrenador y el mundo es un espectador asombrado. 

Es imprescindible tener una táctica, una estrategia, una visión: primero, saber que hay que moverse, y después, saber hacia dónde, por lo que se necesita:

  • Elegir un equipo de liderazgo que funcione: debe ser saber dónde vamos, contagiarlo y desarrollar la estrategia. “Nada de hablar de qué color pintas las paredes. Si tienes gente buena, santa e inteligente… escúchales, liderad juntos”.
  • Hacer una declaración de intenciones en una frase, que será la brújula de la misión. Podría ser: “Crear discípulos misioneros” o "Convertirnos en una iglesia portaviones", o "Crear ovejas ninjas, altamente entrenadas". 
  • Evaluar los 5 sistemas de la vida parroquial: 
  1. CULTO, elevando los corazones a Dios; 
  2. COMUNIDAD, saberse conocido, amado, acompañado por los hermanos; 
  3. MINISTERIO, servir, dentro y fuera de la iglesia; 
  4. DISCIPULADO, "equipar a los santos" 
  5. EVANGELIZACIÓN, la proclamación explícita de Jesús.
  • Crear un plan parroquial de 5 años, con objetivos mesurables. 
  • Evaluar fortalezas, debilidades, oportunidades y amenazas de la parroquia. 
  • El párroco no puede controlar él sólo, todo. “Si eres maniático del control matarás la obra de Dios. Es preferible un cierto porcentaje de incorrección o de error a un 0% de crecimiento.



IGLESIAS EN SALIDA-P. James Mallon-