"En aquel tiempo, se presentaron los fariseos
y se pusieron a discutir con Jesús;
para ponerlo a prueba, le pidieron un signo del cielo.
Jesús dio un profundo suspiro y dijo:
'¿Por qué esta generación reclama un signo?
En verdad os digo que no se le dará un signo a esta generación'.
Los dejó, se embarcó de nuevo y se fue a la otra orilla."
(Marcos 8, 11-13)
Meditando el Evangelio de San Marcos que estamos leyendo estos días, hay algo que está muy claro: Jesús no puede obrar milagros donde no encuentra fe.
Cuando Jesús obra milagros o realiza signos, no los hace para darse importancia ni para ser tentado o puesto a prueba. Como demostración de esto, Jesús siempre, cuando hacía un milagro, decía a quien curaba que no se lo contara a nadie. No quería que se supiera ni que sus milagros trascendieran.
A lo largo de los primeros capítulos de este Evangelio de San Marcos leemos numerosos pasajes sobre fe y milagros, y cómo Jesús "parece" asombrarse y hasta enfadarse de la falta de fe:
- "(Jesús) no pudo hacer allí ningún milagro, salvo sanar a unos pocos enfermos... y estaba asombrado de la incredulidad de ellos... " (Capítulo 6).
-"(Jesús) dio un profundo suspiro", como de hartazgo...y se negó a darles un signo. (Capítulo 8).
-"Jesús respondió enfadado: ¡Gente incrédula! ¿Hasta cuándo tendré que estar con vosotros? ¿Hasta cuándo tendré que soportaros? " (Capítulo 9).
En Marcos 9, 17 el propio Jesús dice: "Todo es posible para el que cree". Sólo a través de nuestra fe y de un corazón convertido, Dios obra milagros. Es nuestra fe, sin dudas y sin titubeos, la que mueve montañas.
La fe es nuestra certeza de que solamente Dios es capaz de hacer milagros, pues si dependiera exclusivamente de nuestros deseos humanos, nada sucedería: "Lo que es imposible a los hombres es posible para Dios" (Lucas 18,27).
Jesús nos dice: "Pedid y se os dará; buscad y encontraréis; llamad y se os abrirá." (Mateo 7,7). Pero sin fe, Dios no puede actuar. Así "funciona la lógica del cielo" .
La Sagrada Escritura nos muestra muchos pasajes de milagros precedidos de fe:
-Marcos 5, 1-20; Lucas 8, 27-36: Un hombre que estaba poseído por muchos espíritus inmundos (Legión).
-Marcos 5, 21-24 y 35-43; Lucas 8, 41-42 y 49-56 : La mujer de Jairo cuya hija había muerto.
-Marcos 5, 25-34; Lucas 8, 43-48: Una mujer que tenia hemorragias desde hacía doce años tocó su manto.
-Marcos 7, 25-30: Una mujer gentil que tenía a su hija poseída por un espíritu inmundo.
-Marcos 7,32-35: Un hombre que era sordo y tartamudo.
-Marcos 9, 17-30: Un hombre que le lleva a su hijo poseído por un espíritu mudo.
-Lucas 13, 10-17: Una mujer que curó en sábado y que estaba poseída desde hacía dieciocho años.
-Juan 9, 1-39: Un hombre ciego de nacimiento que le dijo a Jesús: "Creo, Señor" y al que Él contestó: "Yo he venido a este mundo para que los que no ven vean, y los que ven se queden ciegos".
-Juan 5, 1-17: Un hombre que había estado enfermo y tumbado en una camilla durante treinta y ocho años.
O incluso, milagros precedidos de falta de fe:
-Lucas 8, 22-24: Jesús está con los discípulos durmiendo en la barca y se desata una tormenta.
-Mateo 17,20: Jesús les dice a sus discípulos que tienen poca fe y que si la tuvieran, aunque fuera poca, moverían montañas.
-Marcos 6, 6: Jesús se sorprendía de la falta de fe de sus paisanos y por eso, no podía hacer milagros.
-Marcos 6, 47-51: Jesús camina sobre el mar y los discípulos, después del milagro de la multiplicación de los panes y los peces, siguen sin tener fe.
-Juan 20, 27-29: Tomás no cree en la resurrección de Jesús y el Señor le dice que meta sus manos en su costado.
Para concluir, hoy día, también ocurren milagros pero sólo si están precedidos de fe. No basta con desearlos. No basta con pedirlos.
Muchas veces pedimos, pero lo hacemos sin fe, sin confianza, y así Dios no puede actuar.
Otras veces, no somos capaces de verlos aunque están presentes. "Ver para creer" es lo que muchos dicen. Pero los milagros existen. Basta verlos con los ojos de la fe.
Yo sí creo que existen los milagros hoy. Tengo la certeza más absoluta de que vivimos por puro don. Todo cuanto tenemos y disfrutamos es por pura bondad, por puro milagro de Dios.
Yo lo he experimentado personalmente. Sólo cuando, en mi desesperación, he pedido con fe, confianza y humildad, Dios me ha escuchado y ha obrado milagros en mi vida. Pero eso lo contaré en otra ocasión.
Para reflexionar, dejo una pregunta que el mismo Jesús nos hizo:
"Cuando venga el hijo del hombre, ¿encontrará fe en la tierra?"
(Lucas 18,8)