¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.

martes, 6 de junio de 2017

ALÉGRATE MARÍA



"Ave Maria gratia plena 
Dominus tecum 
Benedicta tu in mulieribus 
et benedictus Fructus ventris tui Iesus 

Sancta Maria Mater Dei 
ora pro nobis peccatoribus 
nunc et in hora mortis nostræ" 
Amén.

El Avemaría es una oración dedicada a la Virgen María, basada en el Evangelio de San Lucas y compuesta por dos partes:

1.- Por el saludo y la Anunciación  del Arcángel Gabriel a María: "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo" y por la Visitación de la Virgen a Santa Isabel y el saludo de ésta al recibirla en su casa: "¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!" (Lucas 1, 26-42).

2- Por la Petición de amparo e intercesión a la Virgen para todos nosotros, los pecadores.

El Avemaría es la oración principal del Rosario y del Angelus y su nombre proviene del latín, “ave”, expresión de la cual se valían los romanos para saludarse, y que, como verbo, significa "que estés bien". 

Ave Maria gratia plena...

El arcángel Gabriel saluda a María (que tipifica al pueblo de Dios) con una frase que los profetas habían adelantado: 

"Salta de júbilo, hija de Sión; alégrate, hija de Jerusalén, porque tu rey viene a ti: justo y victorioso, humilde y montado en un asno, joven cría de una asna."  (Zacarías 9, 9)

Resultado de imagen de gabriel y maria- "¡Canta himnos, hija de Sión, alégrate, Israel, regocíjate y goza de todo corazón, hija de Jerusalén! El Señor ha retirado la sentencia que pesaba contra ti, ha alejado a tus enemigos; el Señor, rey de Israel, está en medio de ti; no tienes que temer ya ningún mal. Aquel día se dirá a Jerusalén: No temas, Sión, no decaigan tus manos. El Señor tu Dios está en medio de ti, ¡poderoso salvador! Estará lleno de gozo por ti, con su amor te dará nueva vida, bailará y gritará de alegría por ti". (Sofonías 8, 14-17).

Resultado de imagen de gabriel y mariaGabriel dice "no temas" y "llénate de gozo", porque María ha encontrado el favor de Dios. Dios la envía un Rey, “un salvador justo”. Los profetas antiguos llamaban “Hija de Sión” a la nación de Israel, como expresión de lo mucho que Dios amaba a su pueblo y de cuánto quería favorecerlo.

¿Por qué se invitaba a Israel a alegrarse?  Y ¿por qué debía alegrarse María? Porque ella era la virgen Hija de Sión, la favorita de Dios, tan preferida que su Dios venía a habitar en su seno virginal, y de esta manera tan literal y física, ¡Dios mismo venía a habitar en medio en ella!

Pero María tenía otra razón más para regocijarse. Se llenó de gozo también porque reconoció que el plan de Dios era para la salvación de todo el género humano, un plan en la que ella estaba involucrada con todo su ser. 

Gabriel le dijo que su Hijo sería “grande” y que el Señor le daría el “trono de David, su padre, y él reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reinado no tendrá fin”.

María conocía las promesas de los profetas acerca del nuevo Rey que vendría, y creía plenamente que así sucedería. Cuando descubrió que era a través de ella misma que se cumplirían las profecías, estuvo dispuesta a arriesgar su reputación, su matrimonio y todo su futuro a fin de que el plan de Dios se cumpliera en toda su plenitud.


No es de sorprenderse, pues, que haya aceptado la invitación del ángel con paz y alegría en el corazón.

Tampoco sorprende que cuando ella fue a visitar a su prima Isabel, no pudo dejar de expresar su júbilo: “Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador… ha hecho en mí grandes cosas el que todo lo puede. Santo es su nombre” (Lucas 1,46-49).

Sancta Maria Mater Dei ...

Menos conocido es el origen de la segunda parte, resultado de un largo proceso y de la tradición.

Nace como reacción a la herejía de Nestorio, patriarca de Constantinopla, quien negaba que la Virgen María fuera la Madre de Dios.

Entre los obispos que combatieron en defensa del dogma de la Maternidad Divina, destacó por su ardor, el patriarca de Alejandría, San Cirilo, quien en el Concilio de Éfeso (431d.C.) proclamó: "Si alguno no confiesa que Dios es según verdad el Emmanuel, y que por eso la Santa Virgen es Madre de Dios [...], sea anatema" (Dz 252). 

En las conclusiones de ese Concilio ya estaba pues explícita la continuación a la Salutación Angélica: "Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros...".

De hecho, fue por el año 1.000 que en los monasterios comenzó a unirse el saludo del Arcángel Gabriel a Nuestra Señora y la exclamación de Santa Isabel. 

En el S. XIII la primera parte del Ave María ya estaba introducida en la liturgia, sin la invocación a Jesús. 

Finalmente fue en el S. XV cuando la oración adquirió su forma actual, introducida en el Breviario Romano por San Pío V.

La parte final del Avemaría florece de una sonrisa de la Virgen María hacia nosotros, símbolo de maternal auxilio a sus hijos necesitados y pecadores, es decir, a todos nosotros.

Dios te salve 

Te saludo con todo mi amor

y con toda la alegría de mi corazón.
Alégrate y regocíjate
 Dios te salve, Bendita.

Todos tus hijos del mundo,
te saludamos a diario 
cuando rezamos el avemaría.
Yo me uno a ese coro de hijos felices,
Oh Madre alegre y Bendita
Sí, bendita mil veces, bendita para siempre.

María
Tu nombre, María
es el más bello de universo
para la criatura más perfecta: 
 Virgen María, Santa María.
Tu nombre ha poblado de bellas iglesias
las ciudades y las montañas.
Lo pronuncian con grandísimo amor y ternura
los jóvenes, los adultos y los niños,
Tu nombre lo llevan con orgullo 
millones de mujeres del mundo cristiano.
Porque te aman y porque quieren parecerse a Ti.
Necesitamos en nuestro mundo
muchas Marías que tengan un corazón
parecido al tuyo.
María bendita, míranos con tus ojos de cristal,
con tus ojos purísimos de misericordia,
y llénanos de tu perfumada presencia,
de tu ternura inmensa, de tu fe, de tu humildad y de tu amor.

Llena eres de gracia
Cántaro que rebosa de la gracia, 
de la vida de Dios,
de su amor inefable, de su santidad.
Más santa y pura que todos los santos,
más que los querubines y serafines.
La belleza de tu alma y de tu rostro
son el encanto de tu Dios.
Y el nuestro, también.
Nos colma de inmensa alegría
saber que eres tan santa,
tan bella, tan pura y tan sencilla.
Así te saludó el ángel: Llena de gracia,
impresionado de tu alma.

El Señor está contigo
Esta frase de la Biblia
siempre va después del “No tengas miedo”.
Desde que naciste Dios ha estado contigo,
porque te cuidó como a su perla preciosa,
a su rosa exquisita.
Él te preparó desde muy niña con sus manos santas
para que fueras después su Madre santa.
Todo el amor infinito de Dios
cuidando una flor llamada María.
Estuvo contigo en tus años de infancia
cuidando a la niña más bella,
más santa, más querida.
Te cuidó en la adolescencia preparando tu alma
y tu cuerpo bendito y santísimo para la maternidad.
El Señor está contigo: Te lo dijo un arcángel
y él sabía lo que decía.
Contigo estuvo en tu embarazo,
dentro de tu seno, haciéndose un niño
por amor a nosotros.
Toda tu vida terrena estuvo contigo.
Y Tú estuviste con Él.
Fuiste madre, nueva Eva, corredentora.
Contigo estuvo en la cruz, muriendo junto a Ti.
También estuviste Tú con Él,
hasta que murió en el patíbulo
y pasó de los brazos muertos de la cruz
a los brazos vivos y amorosos de su madre.
Contigo estuvo en los años de tu soledad,
santificando a su madre amadísima,
para que llegara al cielo resplandeciente como el sol y blanca como la luna.
Contigo está y estará por toda la eternidad en el cielo.

Bendita Tú eres entre todas las mujeres
¿Qué es Eva comparada contigo?
¿Qué son las mujeres de la tierra junto a Ti?
Tú eres la imagen perfecta, única
de la mujer que quiso crear.
Por eso, las mujeres, si no se llaman Marías,
al menos deben serlo, parecerse a Ti
que eres el modelo preciosísimo
de la mujer cristiana.
Querer llamarse como Tú es una buena elección.
Pero parecerse a Ti debe ser su ideal.
Modelo de niña y mujer,
adorable modelo de madre y esposa.
Porque Tú pasaste por todas las etapas
del crecimiento de la mujer,
enseñando cómo se puede ser una gran mujer,
una mujer santa, un apóstol de Jesús,
y, además, una mujer feliz...
Con muy poco presupuesto, en una casita humilde,
pero donde estaba Dios,
y donde Dios está nada hace falta.
La pobre casita de María rebosaba de amor,
de santidad y de felicidad.

Y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús
Bendita la flor, bendito también el fruto.
Jesús, el amado del Padre
ha nacido de Ti como la rosa del rosal.
La rosa pertenece al rosal.
Jesús te pertenece, es tuyo, hijo tuyo,
fruto de tus purísimas entrañas.
Y Tú eres de Jesús, toda de Jesús,
pues Él, además de ser hijo tuyo,
es tu Dios omnipotente,
del que te consideras su esclava.
Jesús y Tú sois, además, de nosotros.
Jesús, porque Tú nos lo diste,
en un gesto de amor único y lleno de misericordia…
Y Tú nos perteneces porque Él te convirtió en Madre,
en Madre nuestra.
Entre las palabras que siempre meditas
en tu corazón, están éstas:
“Ahí tienes a tu hijo, ahí tienes a tu madre”.
Para nosotros esta sola frase constituye
todo un evangelio, una buena nueva.
Si Jesús es nuestro, si María es nuestra,
¿qué dificultad nos podrá derrotar?
¡Qué poco felices nos atrevemos a ser
cuando nos han dado la llave de la felicidad,
de la felicidad completa y eterna!

Santa María
Si María es tu nombre,
santa, santísima es tu sobrenombre,
La cualidad que siempre va con tu nombre.
Por eso tu nombre nos produce inmensa alegría
y al mismo tiempo gran respeto.
Santa María, dulce María, eres bellísimo jardín
donde crecen las flores más bellas.
Espiga dorada pletórica de fruto,
mística rosa, perfumada y más pura
que todas las rosas del mundo.
Santa María, dulce Madre, Virgen pura,
Reina bellísima y sencilla campesina
de la entrañable campiña de Nazaret.


Madre de Dios
Te amamos como Madre nuestra
y te veneramos como madre de Dios,
grandeza incomparable que te ennoblece
y nos llena de orgullo santo,
porque nuestra madre es también madre de Dios.
Para tan alto privilegio se requería
una Madre virgen
una virgen santa
una mártir del alma
una criatura llena de gracia
y una humildísima esclava del Señor,
que supiera decir: Hágase en Mí según tu palabra.
¿Cómo pudiste poseer al mismo tiempo
la máxima grandeza
y la más fina y profunda humildad?
Dios te consideró digna madre suya.
Aceptó ser Hijo de tus entrañas.
Te hizo grande el que todo lo puede
y tú te hiciste pequeña como una esclava
al completo servicio de tu Señor.
Madre y esclava del Señor.
Como Madre de Dios
me infundes un respeto inmenso.
Como esclava del Señor una ternura infinita.

Ruega por nosotros, pecadores
Somos tus hijos pecadores
Somos hijos pródigos que hemos recorrido
los senderos del pecado y del hastío.
Fuimos hijos de una madre pecadora,
antes de ser aceptados por una Madre Inmaculada.
Ruega a tu Hijo omnipotente,
Tú que eres la omnipotencia suplicante.
Ruega siempre para que no nos engañe más
el padre de la mentira.
Dile a Jesús que no tenemos vino,
que se nos ha terminado la alegría y el amor.
Pide para nosotros el milagro de la resurrección
cuando caemos muertos de cansancio y de dolor.
El que dijo ser la resurrección y la vida es hijo tuyo.
El que dijo ser la Verdad y la Vida, te llama Madre.
Entonces, suplícale que nos otorgue
la resurrección y la vida.

Ahora…
El día de hoy,
El día de las oportunidades de santificarnos
o de pecar.
Hoy, el día al que le basta su afán.
El único día que tenemos en las manos.
Que lo llenemos de amor y de bondad.
Ahora líbranos de caer en la tentación.
Hoy que sepamos amar a nuestros prójimos,
Hoy que no endurezcamos el corazón,
Hoy que oigamos la voz del Espíritu Santo.
Ahora, en este presente que se transforma
constantemente en futuro.
Hoy, que el día de hoy amemos, nos santifiquemos,
Seamos instrumentos de la paz de Jesús.
Hoy, en esta pequeña vida que es el día presente.

Y en la hora de nuestra muerte. Amén.
En ese momento en el que se juega
nuestra salvación eterna.
Ese último día que sepamos decir
un último “Te amo en este mundo”
para repetirlo en la otra vida por siempre.
Ruega por los que en ese momento
no están preparados,
para que si no vivieron en gracia,
mueran en gracia de Dios
y no vayan al eterno dolor.
Ruega por los niños cuyo primer día de vida
coincide con el de su terrible muerte.
Así como lograste que el buen ladrón
se arrepintiera el día de su muerte,
consigue esa misma gracia a los pecadores
más rudos, a los que no aceptan a tu Hijo.
Une a la misericordia de Dios, tu bondad maternal
para salvarles de las garras de Satanás,
de la eterna condenación.


sábado, 3 de junio de 2017

¿POR QUÉ TUS MEJORES COLABORADORES ABANDONAN TU IGLESIA?

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Es triste y, además, duele cuando alguien comprometido se va de una parroquia. Y si además, es un amigo, "algo se muere en el alma".

Hay un millón de razones por las que, con el tiempo, las parroquias pierden a sus voluntarios, a sus líderes con talento o a sus miembros comprometidos. 

A veces, es una situación circunstancial. Otras veces, es sólo un patrón natural de crecimiento y desarrollo. Pero no siempre, y probablemente no a menudo. 

Entonces ¿por qué  se van?

Se olvida la visión 

La visión importa, y mucho. Crea impulso y emoción. Cuando una parroquia tiene visión y un "por qué", hace que las personas pasen de ser meros inquilinos a ser propietarios, a pasar del consumo al compromiso. La visión genera pasión. Sin visión no iremos a ningún sitio. Y sin pasión, tampoco.

Se coarta la pasión

Es vital permitir a las personas comprometidas conjugar pasión con oportunidad. Cuando las personas se apasionan por algo, no sólo quieren hacerlo ... tienen que hacerlo. Cuando se pierde la oportunidad de alinear pasión y visión, fallamos a nuestra mejor gente.

Se controla todo

Las personas con talento necesitan tener la confianza de su sacerdote (líder). No serán capaces de quedarse si se sienten controlados y dirigidos constantemente. ¿Estarán a disgusto? Sí. ¿Harán cosas distintas a las que deberían? Probablemente. 

Se niega la autoridad

El crecimiento -tanto individual como comunitario- requiere compartir no sólo la responsabilidad, sino también la autoridad. La responsabilidad con autoridad (delegar) genera discípulos (formados y guiados por el sacerdote), quienes, a su vez, generarán, dirigirán y formarán a otros discípulos.

Se impide la participación

La gente creativa quiere
hacer las cosas mejor. Las personas más comprometidas de una parroquia quieren dotar de valor añadido a la parroquia. Les encanta desafiar y cuestionar. Buscan oportunidades para participar e innovar. Es necesario liberar a nuestra mejor gente en nuestras comunidades para que puedan volar y hacer mejor su tarea.

Se posterga el discipulado

Todo discípulo es un líder en potencia. Todos estamos en camino y todos queremos ser mejores, más formados y valiosos. Debemos estar seguros de crear una pastoral y una cultura parroquial que valore el coaching (formación) y el aprendizaje (discipulado).

Se niegan las oportunidades

Somos responsables de desafiar a nuestra mejor gente. Desafíalos a ser lo mejor, a hacer lo mejor, y a participar usando sus habilidades, capacidades y recursos. Si las personas se aburren y no se les dan desafíos, buscarán algún otro lugar donde les permitan aprovechar esas oportunidades.

Se silencia la voz de los demás

Crear espacios para que las personas expresen sus opiniones. Esa es la cuestión. Los líderes no pueden tomar sus mejores decisiones si sólo tienen una opinión, la suya. Nuestras mejores personas tienen información y opiniones valiosas para compartir. Si no escuchamos, perderemos la ocasión de ver las cosas desde otra perspectiva.

Se olvida a las personas

La gente importa. Cuando las personas sienten que nos preocupamos más por los resultados o los números que por ellas, los perderemos. Es complicado y requiere tiempo, pero es la mejor inversión que un líder puede hacer. Pon atención en ellas y no tendrás que preocuparte del resultado.

Se desanima al equipo 

Compartir el éxito, promover y animar al "equipo" genera valor y confianza, y da excelentes resultados. Cuando utilizamos a las personas para nuestro fin, destruimos su moral y rompemos su fidelidad. Cuando las cosas salen bien, el mérito es de todo equipo. Cuando las cosas mal, la responsabilidad recae en el líder. Así es.

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Hay muchas otras razones. 

No tenemos ninguna obligación de prestar atención a estas razones. 

Pero si no lo hacemos, alguien lo hará y un día nos veremos solos y nos preguntaremos ¿qué pasó con mi equipo? ¿dónde está mi gente más talentosa? ¿por qué se han marchado los que estaban comprometidos?




"LO QUE YO DESEO, LO QUE YO SIENTO, LO QUE YO NECESITO"



"Una nueva religión mundial nace 
y cada uno busca a su propio maestro interior" 
(Jean Vernette, sociólogo francés) 

La fe cristiana está en crisis. Occidente ha dejado de tener Dios, las iglesias se han vaciado, ha aumentado el odio hacia los curas y la Iglesia católica, y ser cristiano no está bien visto.

El hedonismo ha creado una sociedad secularizada sin disposición al sacrificio, sin interés por lo correcto, sin vinculaciones a los grandes valores, pero no ha resuelto el problema de la felicidad.

El hombre, creado con un corazón que busca continuamente a Dios, tiene sed espiritual. Y trata de saciarla, recomponiendo sus creencias y tomando distancia de los creyentes con respecto a los encuadres religiosos tradicionales; prescindiendo de un Dios mal explicado durante décadas: un Dios de normas, de castigos, de sacrificios inútiles. Construyendo su universo con sentido individual; busca su gurú particular, practica técnicas orientales que incluyen respirar, relajar, meditar, abrazar árboles, besar el aire, trascender a una dimensión psicosomática.


Ahora, tiene a su disposición múltiples elecciones que le hacen sentirse mucho más cómodo y que se ajustan "como anillo al dedo" a su demanda personalizada de espiritualidad. Ha descubierto un abanico de misticismos, importados de Oriente, que emergen y arraigan en el corazón del hombre occidental; reiki, new age, yoga...pseudo-religiones sin Dios, sin molestas objetividades, sin onerosas normas, sin compromisos profundos, sin inversiones a fondo perdido. Espiritualidades adaptadas al gusto y modo de vida occidentales.

El posmoderno occidental busca filosofías, sabidurías, energías, constelaciones, trascendencias orientales y visiones del mundo como coartada mística a su egocéntrico y narcisista modo de vida. 

Este "elitista espiritual" no se "convierte" a ninguna religión, no tiene que transformar su vida, ni cambiar sus hábitos ni su rutina diaria. No tiene que seguir ni servir a nadie. Es algo más sencillo y cómodo: busca en el "supermercado espiritual", selecciona los ingredientes que le interesan, los adquiere gratis y se los lleva a casa, donde cocina una comida exclusiva y placentera.

Prescinde de la noción de Dios, de la asistencia a ninguna iglesia o templo institucionalizados, de cumplir dogmas que le "exigen en exceso". Cree y practica lo que quiere, sin ritos oficiales e incómodos, sin sacerdotes ni jerarquía o a autoridad que le dirija. 

El místico del siglo XXI vive una espiritualidad de modo absolutamente personal, privada, muy acorde al talante particular, individualista y hedonista de nuestra sociedad subjetiva, vive una cultura del individuo, del "yo". 

Sin Dios, sin iglesias; sin leyes; sin cielo ni infierno; sin bien ni mal. Así pues, ¡Ole mi karma!: sólo yo y nada más que yo, en el salón minimalista de mi casa, plagado de velas, sentado en la alfombra adoptando la postura del loto, con los ojos suavemente cerrados y meciéndome entre el aroma del incienso y las suaves caricias auditivas de un CD con música relajante.
Concentración, meditación, relajación.....no necesita más. No necesita nada ni a nadie. Sólo su "yo". No tiene que caminar hacia un ser supremo ni emprender peregrinación espiritual alguna hacia fuera, lejos de sí mismo; no tiene que salir del amado caparazón narcisista de su subjetividad ni desprenderse de sus deseos. 

No hay heridas ni sufrimiento ni dolor; no libra duras batallas espirituales, no experimenta las cruces y paradojas de la fe; no se plantea desafíos serios ni objetivos complicados. Es su visión vital: un camino sin otro rumbo que la exploración infinita de los laberintos de la subjetividad, de su yo profundo.

Y así, su trascendencia le conduce a sentirse diferente y superior: él, en efecto no es un adoctrinado materialista, un borrego consumista, un adicto a la telebasura. “Ser alma espiritual” proporciona status y caché intelectual, indica que se posee y cultiva una “complejidad interior”, que le lleva a una "elevación mágica " y a un "elistismo sobrehumano" lo cual seduce intensamente al esnobismo del hombre posmoderno y le lleva a una posición superior, a convertirse en su propio Dios. 

Caracterizado por un ego hipertrófico y un desaforado sentido de su propio yo, basa su vida en el lema: “Lo que yo deseo, lo que yo siento, lo que yo necesito”.

Subjetividad, hedonismo y relativismo en estado puro. 

“Yo y mi circunstancia” es su criterio de lo verdadero y de lo falso, del bien y del mal, de lo correcto y lo incorrecto. Cualquier alusión a la existencia de una objetividad natural del ser, una estructura objetiva de la realidad, independiente de la propia opinión individual, se considera un signo de fascismo filosófico, de intolerancia religiosa o de mentalidad recalcitrante. 

Y, puesto a elegir una religión, se diseña una sin Dios, sin molestas objetividades, sin abismos ni compromisos profundos, sin inversiones a fondo perdido, sin un mundo exterior que le coarte su libertad. 

Son “legítimas expresiones de su ego”, "hallazgos de otro tipo de sensaciones" cuando todo se derrumba y que dan a luz una espiritualidad adaptada a la perfección en su búsqueda hedonista y egocéntrica, propias de ésta, nuestra actual sociedad secularizada. 


lunes, 29 de mayo de 2017

"CORAM DEO": VIVIR EN PRESENCIA DE DIOS



A menudo, escucho a algunas personas decir: "yo sólo voy a esa parroquia porque el cura es un crack; porque me transmite mucho; porque me gusta lo que dice y cómo lo dice. La mayoría de los sacerdotes no me dicen nada".

Esta actitud me lleva a reflexionar: cuando acudo a misa, ¿sé realmente a lo que voy? ¿voy a escuchar lo que quiero escuchar o lo que Dios quiere decirme? ¿voy a escuchar las anécdotas y la vida de un sacerdote o el mensaje evangélico de Dios por boca de su ungido? 

Acaso ¿sigo a un hombre o a Cristo? ¿intento hacerme un cura a la medida, una iglesia a la medida, una fe a la medida?

Como seguidor de Cristo, debo resistir la tentación de creer que la iglesia es un lugar donde puedo encontrar algo que se acomode a mí, a mis gustos y preferencias, un espacio donde "consumir" lo que me apetece, un lugar de "confort". 

Una iglesia no es una sastrería, donde elegir un traje a la medida, ni restaurante, donde comer a la carta.

Un cura no es un sastre, aunque me tome medidas y arregle mis descosidos; tampoco es un camarero que está para complaciente, aunque me atienda amablemente y me traiga alimento. 

El sacerdote es un pastor de Cristo llamado a ser su embajador en un mundo que le ha vuelto la espalda. Es un servidor de Dios que ejerce las competencias y habilidades de su vocación y que caracterizan su vida y su cuidado pastoral. Es su portavoz y su representante en la tierra.

En una ocasión, durante una homilía, un sacerdote me interpeló con la siguiente pregunta: "¿Cuál es la idea principal de nuestra fe? ¿Por qué hacemos todo lo que hacemos? ¿Para qué?".
"Para llevar a las personas a Cristo -dijo. "Para conducirlas a un encuentro personal con Él"- insistió.

Mi fe me dice con certeza que en la Eucaristía, estoy en presencia real de Cristo. Si no creo eso, ¿en qué creo? ¿para qué voy?
Al hilo de esa gran verdad, me pregunto: ¿cuál es el objetivo primordial y último de mi vida como cristiano? 

“La gran idea de la vida cristiana es lo que se llama "Coram Deo". Esta expresión, literalmente, hace referencia a algo que se lleva a cabo en la presencia de, o ante la presencia de Dios. 

Vivir "Coram Deo" es vivir siempre en la presencia de Dios, bajo la autoridad de Dios, para la gloria de Dios.

Vivir en la presencia de Dios es entender que todo cuanto hago como cristiano es actuar bajo la mirada de Dios. Dios es omnipresente. No existe un lugar donde pueda escapar a su mirada penetrante. No basta con pensar que sólo en misa está Dios. Cristo es real. Ha resucitado y está vivo y presente en mi vida.

Vivir en su presencia es también ser muy consciente de Su soberanía, de que Dios es Dios, el Creador y Rey del Universo. Vivir bajo la soberanía divina implica algo más que una sumisión motivada por el temor al castigo. Se trata de reconocer que no hay una meta más alta que ofrecer el honor y la gloria a Dios. Mi vida debe ser sacrificio vivo, oblación ofrecida hasta el extremo, en un espíritu de adoración y gratitud. Eso es lo que Cristo hizo.

Vivir "Coram Deo" es vivir una vida de integridad. Es una vida de plenitud, que encuentra su unidad y coherencia en la majestad de Dios. Por el contrario, una vida fragmentada es una vida desintegrado y caracterizada por la inconsistencia, la falta de armonía, confusión, conflicto, contradicción. En definitiva, el caos.

Si soy un cristiano tibio que separo mi vida en dos, lo religioso y no religioso, no he comprendido el mensaje.  La gran idea es que o todo es fe o nada es fe. "No puedo servir a dos señores" (Mateo 6,24) y Dios es claro a este respecto: "te vomitaré de mi boca" (Apocalipsis 3, 16).

Es vivir con un modelo de coherencia; el mismo dentro y fuera de la parroquia. Es vivir abierto a Dios y delante de Dios, y todo lo que hago, es por y para DiosEs una vida vivida por convencimiento, no por conveniencia; por humildad a Dios, no por orgullo propio. 

Coram Deo… estar ante el rostro y la mirada de Dios. Esa es la gran idea. Junto a esta idea, mis propósitos personales, mis intenciones profundas y mis egoístas ambiciones no tienen cabida.

El Apóstol Pablo le dijo a Timoteo: "Que nadie menosprecie tu juventud, sino que sea un ejemplo para los creyentes en la palabra, en la conducta, en el amor, en el espíritu, en la fe, en la pureza" (1 Timoteo 4,12). 

Un sacerdote, pastor de la Iglesia de Cristo debe tratar cada parte de su vida y de su ministerio con el máximo cuidado espiritual. Debe vigilar sus formas y sus mensajes (1 Timoteo 4,16). Y sobre todo, pensar, hablar y actuar "coram Deo". Lo mismo que un laico.

El apóstol Pablo le dijo a Timoteo que "prestara atención a la lectura, a la exhortación, a la doctrina" (1 Timoteo 4,13). Esto es, sin duda, un toque de atención tanto para los laicos como para los sacerdotes, una advertencia para no dejarnos guiar por nuestras preferencias sino por la voluntad de Dios y dejarnos guiar por la acción del Espíritu Santo.

Algunas personas no son capaces de discernir la importancia ni la necesidad de que el sacerdote tenga que ser riguroso y pulido en su homilía y en su servicio. Y, sencillamente, están absortos a la elocuencia, la simpatía o la retórica del sacerdote.

Un pastor del pueblo de Dios debiera esforzarse por eliminar cualquier parte de su discurso que distraiga a los oyentes de recibir lo que Dios quiere decirnos (1 Corintios 2, 1-2).

Dios no ha llamado a sacerdotes para que demuestren lo majos o simpáticos que son, sino para comunicar las verdades inmutables escritas en Su Palabra. Ni tampoco nos pide a nosotros que busquemos comodidad en su Iglesia. En todo caso, nos exhorta a cargar con nuestra cruz y seguirle.

De un sacerdote puede venir mucha gracia y también puede hacer mucho daño. Debiera tratar de ser consejero sabio y escrupuloso con respecto al cuidado espiritual del pueblo de Dios, siempre a la luz de la acción del Espíritu de Dios. 

Debiera buscar consejo y sabiduría en las Sagradas Escrituras, en la doctrina de la Iglesia o en otro sacerdote u obispo más experimentado.

El sacerdote es el pastor; las ovejas haremos lo que él nos diga, sin pensar. Por eso es tan importante que un sacerdote viva "Coram Deo" porque si no es así, descarriará a muchas ovejas y serán presa de los lobos.

Si la responsabilidad de la estructura y desarrollo de la pastoral de una parroquia recae en el párroco y en el vicario, el resto de la comunidad debemos prestar la debida atención a otros ministerios como la acogida, el acompañamiento, la evangelización, las finanzas, etc.

Por ende, debiera ser absolutamente necesario que los sacerdotes tengan un gran cuidado en la supervisión y conocimiento de los diversos ministerios y servicios de sus parroquias. Y siempre en "oración", es decir, en presencia de Dios.

Si un sacerdote no es capaz de explicar la visión y contagiar el compromiso de la parroquia con el Evangelio y con la voluntad de Dios, la comunidad no podrá evangelizar,  ni discipular,  ni acoger, ni acompañar ni realizar ningún otro servicio a Dios. Tan sólo será una visión reduccionista y disminuida de la primacía del "coram deo". 

Cuando esta clase de visión disminuida de Dios impregna la parroquia, el resultado es que la parroquia desarrolla una corriente de auto-justificación y de auto-consumo, que intenta "espiritualizar" su propia falta de pasión por la gloria de Dios.

A menudo escucho afirmaciones como "debemos esperar porque necesitamos orarlo y pensarlo antes". Eso podría ser cierto, pero también podría ser debido al hecho de que somos algo perezosos y muy cómodos, y que nuestro servicio a Dios carece de compromiso integral para vivir "coram deo", en cada rincón de la parroquia, en cada minuto de nuestro tiempo. 

Es posible, que mi ímpetu me lleve, en ocasiones, a impacientarme. O también, puede que mi ardor por Cristo me abrase y me lleve a precipitarme. Es posible. Soy un "poco Pablo".

Pero lo que quiero decir, cuando hablo de la necesidad de que los sacerdotes y las parroquias nos transformemos y re-descubramos nuestra identidad, es que deberíamos mostrar "una cierta locura" que nos haga ser apóstoles audaces y valientes, en lugar de parapetarnos en "una cierta sensatez", que nos paralice y nos mantenga en una situacion de desmotivación, convirtiéndonos  en meros funcionarios de la fe.

Estamos llamados a ser sacerdotes reflexivos y visionarios, apasionados y comprometidos con la oración, con la proclamación de la palabra de Dios, con la correcta administración de los sacramentos y con el rigor en las ceremonias de la parroquia. Estamos delante de Dios!!!

Estamos llamados a ser laicos comprometidos y dispuestos a realizar cualquier ministerio al servicio de Dios, de su voluntad y para su gloria. Estamos delante de Dios!!!

Seamos obedientes y serviciales a Dios, no a nuestro propio interés, y digamos: "Praesto sum". 

Estamos delante de Dios!!!





sábado, 29 de abril de 2017

EL PAPEL ARRUGADO



Pedir perdón no siempre significa que estemos equivocados, que seamos culpables ni que el otro está en lo cierto, sino que amamos mucho más al otro que a nuestro ego.

Cuando nos enfadamos con alguien, cuando liberamos nuestra ira, sacamos lo peor de nosotros mismos y lastimamos al otro. Después, nos sentimos avergonzados por el daño causado y tratamos de enmendarlo.

Hay una historia que ejemplifica de forma sencilla las consecuencias de la ira:

"Un día, un padre, ante una explosión de ira de su hijo, le entregó un papel liso y le dijo: 
-Estrújalo!
Asombrado, obedeció e hizo una bola con el papel.
Luego, el padre le dijo a su hijo:
-Ahora déjalo como estaba antes de arrugarlo. 
Por supuesto, no pudo dejarlo como antes. Por más que lo intentó, el papel quedó lleno de arrugas.
Entonces el padre le dijo:
El corazón de las personas es como ese papel. La impresión que dejas en ese corazón que heriste, será tan difícil de borrar como esas arrugas en el papel. Aunque intentes enmendar el error, ya estará “marcado”.

Por impulso no nos controlamos y sin pensar, lanzamos palabras llenas de odio y rencor. Luego, cuando recapacitamos, nos arrepentimos. Pero ya no podemos dar marcha atrás, no podemos borrar lo que quedó marcado. Y lo mas triste es que dejamos “arrugas” en muchos corazones.

Desde hoy, seamos más compresivos y más pacientes, pero en especial, aprendamos a dejar el orgullo a un lado y tener la valentía de pedir perdón y reconocer nuestro error.

Cuando sintamos ganas de estallar recordemos “El papel arrugado”.