¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.

lunes, 21 de mayo de 2018

LO QUE NOS DEFINE SON NUESTRAS ACCIONES


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"Por sus frutos los conoceréis."
(Mateo 7,20)

Nuestros frutos son nuestras acciones, lo que hacemos, lo que decimos. Son, en definitiva, lo que somos porque son el resultado de nuestras decisiones. 

Sin embargo, parece que los cristianos somos más conocidos (y criticados) por lo que estamos en contra que por los que somos o hacemos. Y a pesar de que hay mandamientos en los que Dios nos dice "No", creo firmemente que la identidad de un católico debería ser conocida por lo que es y por cómo lo aplica a su vida, es decir, por sus obras.

Podemos tener muy buenas intenciones de llevar una vida cristiana mejor, pero si nunca pasamos de las intenciones, si nunca damos un paso más a la acción, nos quedamos en la teoría y de nada nos sirve: "Hermanos, ¿de qué le sirve a uno decir que tiene fe si no tiene obras? Si la fe no tiene obras, está muerta en sí misma." (Santiago 2, 14 y 17).

Una fe sin obras es una fe sin vida. La fe se vive, no se cree. Es como cuando nos plateamos el uno de enero la intención de ponernos a dieta, ir al gimnasio o dejar de fumar, y llega el día y no lo cumplimos. Todas esas buenas intenciones...no sirven de nada si no las llevamos a cabo, no dan ningún fruto, ningún bien.

Como dice el apóstol Santiago, ¿Crees en Dios? Bien! Los demonios también creen en Dios y eso no les define. Lo que les define son sus malas obras. ¿Vemos la diferencia? 

Con nosotros los cristianos pasa lo mismo: creemos en Dios, sabemos la diferencia entre el Bien y el Mal, conocemos los Mandamientos, el catecismo, el Credo, etc. pero si no actuamos, si no vivimos todo eso con acciones, no sirve. Repito: no sirve. Eso no es cristianismo, es "buenismo".

Entonces ¿Cuales son los frutos de un cristiano?

Amor

"El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor."
(1 Juan 4, 8)

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El amor es un valor intrínseco para cualquier católico seguidor de Cristo. En realidad, no creo que nadie pueda realmente llamarse cristiano y no mostrar amor. Dios es amor y si nosotros somos sus hijos, debemos entregarnos al amor. Primero hacia Él y, luego hacia todos los demás.

No importan las circunstancias, ofrecer una mano amiga, un abrazo, una escucha es lo que nos diferencia del resto del mundo. Dios nos ama, incluso cuando no reflejamos su misma imagen. Debemos ofrecer esta misma realidad a otros, amar a pesar de todo.

Bondad


"Sed bondadosos y compasivos; 
perdonaos unos a otros, 
como Dios os ha perdonado por medio de Cristo" 
(Efesios 4,32)

La Bondad de Dios se nos ha mostrado al enviar a su Hijo Jesucristo para perdonarnos nuestros pecados. Aunque no merecemos Su misericordia, que tan generosamente nos ha dado, Jesús nos continúa extendiendo sus brazos, con independencia de nuestra situación. 

De la misma manera, nosotros como cristianos debemos ser conocidos por la bondad, la misericordia y el perdón que mostramos a los demás. Puede que no siempre sean merecidos, pero siempre debemos recordar que ninguno de nosotros, tampoco somos merecedores de la misericordia de Dios.

Pureza 


"Hermanos, considerad lo que hay de verdadero, 
de noble, de justo, de puro, de amable, de buena fama, 
de virtuoso, de laudable" 
(Filipenses 4, 8)

Cuando los cristianos hablamos de "pureza", no debemos entender que nos referimos exclusivamente a la "carne". No solo debemos ser conocidos por nuestra pureza en las relaciones, sino también en nuestras palabras, acciones y motivaciones.

Paciencia 


"El amor es paciente, es servicial; 
el amor no tiene envidia, no es presumido ni orgulloso"
(1 Corintios 13, 4) 


En el acelerado mundo de hoy en día, la paciencia es la clave. Y aunque al resto del mundo le gusten las soluciones rápidas y el "aquí y ahora", la Palabra de Dios nos llama a ser pacientes en todas las cosas. No siempre es la tarea más fácil, pero siempre es el camino correcto a elegir.


Servicio 


"Nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos." 
(Juan 15,13)

Imagen relacionadaEl sacrificio hecho en la cruz muestra la misericordia inconmensurable que Dios ofreció a su pueblo. Y si bien nunca podremos igualar el infinito sacrificio que tuvo lugar hace casi 2.000 años, esto no quiere decir que no debemos continuar con el legado que tenemos ante nosotros. 

Los cristianos debemos ser conocidos por nuestro altruismo y servicio. Dar la vida por los amigos significa negarse a si mismo para afirmar a los demás. Una cualidad que reflejará el rostro de nuestro Señor en el cielo.




Abnegación


"preocupándoos no sólo de vuestras cosas, 
sino también de las cosas de los demás."

(Filipenses 2, 4)



¿Damos sólo para recibir? ¿Damos lo justo o damos en abundancia? La imagen total de la abnegación: "Lo que necesites, estoy aquí para dártelo"



La abnegación es un atributo que pone a los demás delante de nosotros y Dios delante de todos los demás. Aunque puede no ser siempre la tarea más fácil, mostrar abnegación dice más acerca de nuestro corazón que cualquier otra cosa.

Pensemos que todo lo que tenemos nunca fue realmente nuestro. Todo es prestado, nada nos pertenece.




Compromiso 

"Decid sencillamente sí o no"
(Mateo 5,37)



Cuando nosotros, como cristianos, decimos que haremos algo, debemos asegurarnos de cumplir con ese compromiso. Aunque todos cometemos errores y nos quedamos cortos, reflejar una imagen del compromiso de Jesús con los demás muestra uno de sus mayores atributos de un católico.

En los caminos de Cristo, debemos mostrarle al mundo que pueden confiar en nosotros, y que nuestra palabra no se romperá.




Respeto 

"Respetad a todos, amad a los hermanos, reverenciad a Dios, honrad al rey."
(1 Pedro 2,17) 


Podemos encontrar personas con diferentes puntos de vista a los nuestros, pero esto no significa que no debamos ser respetuosos, aún estando en desacuerdo.

Debemos ser conocidos como una comunidad de personas respetuosas, que incluso en desacuerdo, podemos mostrar amor y gracia.




martes, 1 de mayo de 2018

EL PODER DEL EVANGELIO

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"Yo no me avergüenzo del evangelio, 
que es poder de Dios para la salvación de todo el que cree..."
 (Romanos 1,16)

En nuestro mundo, donde todo es relativizado, son muchos los que creen y afirman que el Evangelio es un conjunto de "propuestas o ideas" que pueden adoptarse o no, y que muchas de ellas están obsoletas. Incluso, dentro de la Iglesia católica, hay quienes lo piensan.

Es por ello, que aquellos que creemos firmemente en el poder y la rotundidad del mensaje del Evangelio, a veces, somos considerados radicales, ilusos e incluso ignorantes. Pues, para ellos, "la perra gorda".

No sólo no nos avergonzamos del mensaje evangélico, sino que tenemos la certeza y la convicción absoluta de su veracidad, igual que el apóstol Pablo (Romanos 1,16). ¿Por qué? ¿Qué poder puede haber en una "propuesta" o en una "idea"? ¿Cómo pueden estas ideas o propuestas ser lo suficientemente poderosas como para lograr la salvación de todos los que creen en ellas?

Jesucristo 

Jesucristo predicó el Evangelio con poder y autoridad tanto a judíos como a gentiles, y sus vidas cambiaron para siempre: "Todos se maravillaban de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los maestros de la ley." (Marcos 1, 22). 

Resultado de imagen de enseñaba con autoridadEl poder y la autoridad con la que hablaba no venían de su capacidad ni de su liderazgo como hombre, ni tampoco porque hablara por iniciativa propia, sino porque fue enviado por su Padre (Juan 8,42).


Jesús no enseñó "su" doctrina ni tampoco una doctrina humana, transmitió la Palabra del Padre: “Porque yo les he comunicado lo que tú me comunicaste”(Juan 17, 8). Actuó y enseñó con autoridad, no en la autoridad de la ley, sino en la autoridad que le viene "de lo alto".
Jesús habló con contundencia, claro y directo, y por ello se hizo merecedor de burlas, enemistades, persecución y, finalmente, la muerte. Jesús no pretendía quedar bien con nadie ni buscaba el aplauso de nadie: “Yo no busco mi gloria” (Juan 8, 50).

En este sentido, alguien que reconoció su autoridad le dijo a Jesús:”Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios con franqueza, y que no te importa de nadie, porque no miras la condición de las personas” (Mateo 22, 16).
Jesús habló con autoridad porque conocía el mensaje de Dios Padre: “En verdad, en verdad te digo: nosotros hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto…” (Juan 3, 11). Jesús tenía la certeza de que su mensaje era verdadero y por eso, hablaba con propiedad y con conocimiento de causa: “…os he dicho la verdad que oí a Dios” (Juan 8,40). Nadie pudo nunca decir que Jesús mintió o engañó. Sabía lo que decía, creía en lo que decía, por eso hablaba con profundo convencimiento.
Jesús enseñó con coherencia: predicó con su vida. Él no sólo dice la verdad, "Él es la Verdad" (Juan 14, 6), sino que además es creíble. Sus obras dan testimonio de Él (Juan 5, 36). Las palabras de Jesús fueron confirmadas con sus hechos (Marcos 16, 20).
Jesús enseñó con sabiduría, con elocuencia, desde el corazón; no era una elocuencia aprendida, artificial o postiza como la de los fariseos o los escribas (Marcos 1, 22), quienes eran los ‘encargados’ de hablar o enseñar por oficio. Decían de Jesús: “…Jamás un hombre ha hablado como habla ese hombre” (Juan 7, 46). “….y la gente se agolpaba sobre Él para oír la Palabra de Dios” (Lucas 5, 1). Incrédulos, quienes conocían sus orígenes humanos, se preguntaban: “¿De dónde le viene a éste esa sabiduría y esos milagros?” (Mateo 13, 54). Es la misma experiencia de los dos discípulos de Emaús que habían escuchado a Jesús resucitado: “¿No ardían nuestros corazones cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?” (Lucas 24, 32).
Jesús, más que nadie, sabía que la autoridad no es para mandar sino para servir, para formar, para el bien, aunque Él hubiera podido parecer duro en alguna ocasión. Lo que decía Jesús, aunque su palabra no siempre fue consoladora o dulce, era expresión del amor de Dios y buscaba el bien a través de la corrección. Y porque Jesús ama, les echa en cara, por ejemplo, a los fariseos su hipocresía (Mateo 23, 13-36) y a Pedro su error de querer desviarlo del camino de la cruz (Mateo 16, 21-23).

Jesús enseñaba en tono imperativo, motivando a sus oyentes a dejar la pasividad. Su mensaje requería de la acción inmediata.


Los apostoles

Resultado de imagen de apostoles en pentecostesEl apóstol Pedro y los demás apóstoles, por el poder del Espíritu Santo después de Pentecostés,  proclamaron estas mismas poderosas "ideas" a miles de judíos: "Todos estaban impresionados ante los prodigios y señales que hacían los apóstoles" (Hechos 2, 43)) y más tarde, a los gentiles: "Todavía estaba hablando Pedro, cuando descendió el Espíritu Santo sobre todos los que escuchaban sus palabras. Todos los fieles circuncisos que habían venido con Pedro se extrañaban de que el don del Espíritu Santo se hubiera derramado también sobre los paganos, pues los oían hablar lenguas extrañas y glorificar a Dios."(Hechos 10, 44-46).

Resultado de imagen de pablo apostol de cristoEl apóstol Pablo predicó el mensaje del Evangelio de la misma manera, una y otra vez en las sinagogas (Hechos 13, 5), en los mercados (Hechos 17,17), por los ríos (Hechos 16, 13-15), en las cárceles (Filipenses 1, 12-14) , uno a uno (Hechos 16, 19-31) y a grandes multitudes (Hechos 21,40). Sus tres viajes misioneros fueron en realidad una "Evangelización con poder".


A lo largo de más de 2.000 años, Jesús ha construido su Iglesia con el poder de su Espíritu mediante cristianos que no se avergonzaron de declarar con autoridad y con poder estas "ideas". Incluso, muchos murieron por esas "ideas".

Moisés

En el Antiguo Testamento, Moisés se resistía a predicar porque no se veía capaz de predicar y le preguntó a Dios "qué pasaría si no le creyeran o no le escuchasen" (Éxodo 4)Dios tomó el bastón de Moisés y le infundió su poder para liberar a los israelitas de la tiranía de Egipto y el odio de Faraón.


Imagen relacionadaMuchos, como Moisés, siguen dudando del poder del Evangelio; siguen dudando que Dios pueda coger algo ordinario y convertirlo en extraordinario. Pero, puede y lo hace: "Pues la predicación de la cruz es una necedad para los que se pierden; mas para los que se salvan - para nosotros - es fuerza de Dios" (1 Corintios 1,18). 

En el Nuevo Testamento, Dios tomó un conjunto de "ideas", el Evangelio, y lo infundió con poder divino. Durante dos milenios, él ha usado este mensaje poderoso para liberar millones y millones de la tiranía del pecado y el odio a Satanás.

Para muchos, el mensaje de "propuestas" del Evangelio es "de locos". Es demasiado simple. Es demasiado estrecho, pero es la certeza en este mensaje lo que nos salva (2 Tesalonicenses 2,13).

Lo interesante de este conjunto de "propuestas poderosas" es que puede y debe conducir a la igualdad real (Gálatas 3,28), a la unidad racial (Efesios 2, 14-18) y a la generosidad radical (Hechos 4, 31-33). Esto es exactamente lo que se desarrolló en la iglesia primitiva.


Y, sí, necesitamos no sólo "creer" pues los demonios creen y no por ello, se salvan, sino, además, aplicar leste poder del Evangelio en nuestras vidas, en nuestras parroquias y en nuestro entorno.

Sólo así, podremos proclamarlo en voz alta y sin miedo ni vergüenza, gracias al poder y a la autoridad que vienen "de lo alto".




viernes, 27 de abril de 2018

DISPOSICIONES DE LA VOLUNTAD: LOS TRES BINARIOS

"Señor, concédeme conocerte íntimamente. 
Que todo mi ser y proceder 
sea siempre orientado a tu alabanza y servicio".


San Ignacio, en la parábola de las "Dos Banderas", nos muestra el modo de obrar de Jesús y las artimañas de que se vale el enemigo, planteándonos una prueba de sabiduría para medir nuestra aptitud y disposición para seguir a Cristo, exigente en renuncias y sacrificios, mientras que seguir a Satanás es fácil y cómodo.

Con la parábola de los "Tres Binarios", nos plantea una prueba de voluntad, para medir nuestra capacidad de corregir el rumbo que llevamos en nuestra vida, y de renunciar a las conductas y apegos desordenados.


Este proceso de “elección y decisión” no es sólo cuestión de ideas... siempre interviene la voluntad. Un apego de la voluntad a algo, puede echar por tierra las grandes ideas y los altos conceptos, por muy buenos que sean. 

Si queremos que una decisión sea eficaz y duradera debemos tener en cuenta cómo funcionan los afectos de la voluntad: los afectos condicionan a la voluntad en sus decisiones. Si hay afectos desordenados de cualquier clase (cosas, personas, situaciones…), éstos impedirán que haya decisiones serias, eficaces y duraderas. Aunque la persona diga que “decide”, esa decisión es en vano y se engaña a sí misma.

San Ignacio, nos invita a ponernos en presencia de Dios nuestro Señor y de todos sus santos, para desear y conocer lo que es más grato a su divina bondad, y pedir la gracia de elegir lo que más gloria dé a Su Divina Majestad.

La parábola nos habla de tres clases de hombres que han adquirido un patrimonio por unos medios que, aunque lícitos, son imperfectos en sí mismos: Su afección a ellos es un impedimento para alcanzar la paz, pues están avocados a mantener ese apego o a renunciar a él, para asegurar su salvación. Cada uno de ellos toma una decisión distinta:



1º Binario: "ahora no; paso…."

Son aquellos que dejan para mañana lo que pueden hacer hoy. Dejan toda para más tarde. Aquellos que, conociendo sus apegos (materiales, personales, sociales, intelectuales), desean dejarlos pero no ponen los medios necesarios, hasta el final.

Voluntad: nula, aparente y cobarde. Son aquellos que, para hallar a Dios y poderse salvar, querrían quitar el afecto que tienen a la cosa adquirida pero, sin poner ningún medio ni acto eficaz, hasta el punto, quizás, de llegar la hora de la muerte sin haber decidido ni elegido nada. Su voluntad está anclada, paralizada e inmovilizada por sus afectos. 

Comportamiento: cómodo, perezoso y contradictorio. Quieren, pero… en general. Son aquellos que viven en contradicción entre su conciencia, que ve claro lo que han de hacer porque se lo pide Dios y su voluntad, que no quiere hacerlo. 

Actitudevasiva y dilatoria: todo lo dejan “para mañana”. En el fondo es un rechazo al llamado que les hace Dios. Todo queda en un “quisiera…querría...” Pretenden una especie de milagro: conseguir el fin sin poner los medios adecuados. Usan sólo palabras vacías.

Ejemplos bíblicos: el rico necio que se preocupaba sólo en guardar bienes para muchos años (Lucas 12, 13-21); Excusas (Lucas 14, 15-24); Niños en la plaza (Lucas 7, 31-35);Judas que no pidió perdón; El pueblo judío respecto a Jesús.

Aplicaciones: Cuando Dios nos pide cambiar algo que va mal en nuestra vida (por ejemplo: oración, servicio a los demás, austeridad, humildad…), y lo sentimos, y querríamos remediarlo… pero nunca nos resolvemos a poner los medios eficaces para ello.


2º Binario: "así no, eso no: quiero negociar…."

Son aquellos que quieren jugar a dos bandas: quieren estar "en misa y repicando". Aquellos que anhelan la posibilidad de tener dos señores: a Dios y al ídolo. Quieren tener las dos cosas a la vez, aunque saben que son irreconciliables y que eso así no funciona.

Siempre están en continua lucha interior consigo mismos, a la “defensiva” y al “resguardo”. Son personas “instaladas” que buscan la vida cómoda, una fe fácil, racionalizando todo, de tal forma, que encuentran cualquier "excusa razonada" con tal de quedarse con aquello a lo que están apegados sus afectos. 

Se auto-justifican, defienden su postura poniendo parches a todo y tienen muchas “zonas acotadas”.  Ofrecen algo a Dios y al mismo tiempo, tratan de ocultar alguna “trampita”, como si Dios no la viera. 

Dan a condición de recibir. Buscan que Dios se acomode a su parecer y no quieren abandonarse totalmente a la voluntad divina.

Voluntad: hipócrita, tramposa y mezquina. Son aquellos dispuestos a todo con tal que no perder aquello a que están apegados. Su voluntad es débil e ineficaz.

Comportamiento: egoísta, cómodo y negociador. Desean desprenderse del afecto desordenado a la cosa adquirida, pero lo quieren hacer de tal forma que, en definitiva, se queden con la cosa adquirida.

Pretenden “que Dios vaya allí donde ellos quieren”, y no toman la determinación de abandonarla para así, tener el camino libre para ir a Dios. No se desprenden del afecto. Suelen lamentarse diciendo “esto no es fácil”, poniendo excusas y cortinas de humo porque no quieren desprenderse de algo que les pide Dios.

Actitud: contradictoria, perezosa y condicionante. "Quieren y no quieren". "Quieren pero sin renunciar". Ponen condiciones: ¡ Dejo todo, menos… lo que yo quiero! Buscan excusas para huir de lo que Dios les pide. Colocan sus gustos, preferencias y afectos por encima de todo, incluso de Dios.

Ejemplos bíblicos: el joven rico que no fue capaz de dejar sus bienes para ir en pos del Señor (Mateo 19, 16-30; Marcos 10, 17-31; Lucas 18, 18-30): Pilato que se lavó las manos (Mateo 27, 24); los seguidores a medias (Lucas 9, 57-62); los invitados a la cena (Lucas 14, 16-24); Ananías y Zafira que se guardaron ocultamente parte del dinero (Hechos 5, 1-11); Nicodemo en su visita nocturna a Jesús (Juan 3, 1-2); los tibios (Apocalipsis 3,16).

Aplicaciones: Cuando pretendemos ser comprometidos y estar disponibles pero "a nuestro modo": hacer oración sin mortificación, pobreza sin carecer de nada, castidad sin custodia de los sentidos, humildad sin humillaciones, obediencia sin disponibilidad, servicio a los demás sin sacrificio propio, etc.


3º Binario: "a todo, sí: arriesgo todo"

Son aquellos que están dispuestos a renunciar a cualquier apego. Y lo quieren quitar de tal modo que tampoco están apegados a tener la cosa adquirida o a no tenerla; solamente quererla o no quererla según lo que Dios se lo haga sentir en su interior, y perciban que es para servicio y alabanza Suya.

Mientras llega el momento de la elección, en su afecto han renunciado ya a todo, poniendo toda su voluntad en no querer aquello, ni ninguna otra cosa, mientras no sea sólo aquello que sea para mayor gloria y servicio del Señor


Voluntad: comprometida, desprendida, generosa. Su voluntad se amolda a la voluntad de Dios, de manera que ésta sea lo que les mueva a tomar la cosa o dejarla. Tienen una "determinada determinación" (Santa Teresa) a tener o no cosa alguna, y no tienen apego a nada material o mundano.

Su voluntad es completamente libre y despegada del todo y de todo afecto. Libres de to
do interiormente y resueltos a desprenderse de todo: "nada, nada, nada…" (San Juan de la Cruz) para después elegir lo que Dios quiere y los medios que Dios quiere que elija

Comportamiento: libre, dispuesto e incondicional. Se liberan de todo afecto (aunque lo sigan sintiendo) y ponen todo a disposición de Dios. Son personas comprometidas, incondicionales y con total disponibilidad a lo que el Señor les pida. Aunque sienten la atracción de las cosas, están “desatadas” de todo. 

Actitud: Superan el afecto con otro afecto mayor, único y definitivo: el afecto al Señor, a su Voluntad. Un amor menor se supera con un amor mayor. Quieren lo que Dios quiere de ellos, de tal forma que antes de saber qué le pide Dios, está dispuesto a darle todo, incluso lo más difícil, en el caso de que se lo pida.

Se trata de “ser peregrinos”: el peregrino no se apega a nada del camino, sólo mira a la meta y sacrifica todo por llegar a la meta. Se trata de tener desapego y pobreza radicales.

Ejemplos bíblicos: Abraham (Génesis 22, 1-18); María Lucas 1, 38); Zaqueo (Lucas 19, 1-10); Leví (Mateo 9,9); los apóstoles que lo dejaron todo (Mateo 19, 27-29; Lucas 5, 11); María Magdalena en Betania (Marcos 14, 3); el apóstol Tomás (Juan 11, 16); el apóstol Juan (Juan 19, 26); Nicodemo y José de Arimatea (Juan 19, 38-39).

Aplicaciones: Cuando elegimos oración y vida interior frente al activismo y la vida exterior, cuando elegimos la abnegación frente al egoísmo; pobreza estando dispuestos a vivir sin nada, si fuera necesario; castidad con decisión de sacrificar lo que sea; obediencia con total disponibilidad, etc.
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Los modelos perfectos de este tercer binario son nuestro Señor Jesucristo, que desposeído de todo, vivió las Bienaventuranzas y acató la voluntad de su Padre hasta la cruz, y nuestra Madre la Virgen María, que sin comprender la voluntad de Dios, se puso a su disposición hasta en lo inesperado: "He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según su Palabra."

Conclusiones: 
El Tercer Binario es el paradigma de la “indiferencia” y la “disponibilidad”: ser y estar disponible hasta en lo inesperado.

El Tercer Binario, tomado en serio, pone “la vida en riesgo”.
 
El Tercer Binario le pide a Dios l
o contrario de aquello a lo que siente afecto, para así conseguir y mantener la “voluntad libre” y la "disponibilidad incondicional", a fin de elegir sin impedimentos ni "peros" lo que Dios le pida.

El agua hierve a los 100 grados, si me sacrifico sólo hasta los 99..., no hierve. 

El Tercer Binario cultiva la virtud de la valentía, el compromiso incondicional y la disposición de la propia libertad para dominar la voluntad y asemejarla a la de Dios, para darle gloria.

El Tercer Binario renuncia a la posesión de todoa la codicia de los ojos y de los sentidos, al deseo de los primeros puestos, para dar una respuesta generosa al amor y la voluntad de Dios, y a las necesidades del prójimo.

El Tercer Binario tiene abierto el corazón y sabe que vivir no significa simplemente "ir", significa aceptar "ser mandado y llamado"; no significa contestar a la pregunta "qué me satisface", sino amar y elegir lo que le agrada a Dios, lo que es bueno, justo y verdadero.

El Tercer Binario es consciente del riesgo de creerla fe es una prueba, una tremenda y radical prueba, que tiene como propósito la muerte misma, y nadie puede evitárnosla, ni siquiera Dios...

El Tercer Binar
io sabe que creer (y aquí está lo difícil) significa morir. Morir a todo: al propio razonamiento, a los propios planes, al pasado, a los deseos, al apego a las cosas del mundo y también, a la propia vida. Sabe que es morir; y cuando nos toca a nosotros, nadie puede sustituirnos.

Imagen relacionadaEl Tercer Binario tiene la certeza de que Dios llena todo espacio, que lo sabe todo y que anhela nuestra entrada definitiva en su reino. 

El Tercer Binario realiza el acto de amor más puro: dejar morir lo que más ama, porque sólo el amor es más fuerte que la muerte, como hizo Abraham en el monte Moria y como hizo el propio Dios en el monte Calvario: "Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su hijo único, para que quien crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna (Juan 3,16).

El Tercer
 Binario da un "salto al vacío" en la confianza de que Dios no dejará que nada malo le suceda.  Es un acto difícil, valiente y exclusivamente personal. Ni Dios mismo puede sustituirnos en nuestro "salto de fe". Debemos darlo nosotros mismos, como hizo nuestro Señor Jesucristo: "No hay amor más grande que el que entrega la vida por sus amigos" (Juan 15, 13).


Para meditar:

En lo más profundo de mi corazón ¿qué es aquello de lo que no quiero desprenderme y, consciente o inconscientemente, lo disimulo? 

¿Tengo problemas dominantes a mi voluntad? ¿Cuáles? 

¿Estoy libre de afectos que me impiden discernir y elegir limpiamente? 

¿Hay algún apego (ídolo) desordenado del que no quiero desprenderme y al que me agarro? 

¿Es Cristo mi único afecto absoluto? ¿ Le amo por encima de todo?

¿Estoy atrapado o paralizado en algunos de los dos primeros binarios? 

¿Dejo todo para mañana?

¿Digo "sí" pero con condiciones?

¿Busco mi gloria en lugar de la de Dios?

¿Sirvo a mis apegos o a Dios?

domingo, 22 de abril de 2018

EL TABLERO DE LA VIDA

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El Dios Creador está presente en toda la Creación, pero sin constituir ninguna de sus partes en particular, y todas en general. 

Así sucede en el ajedrez, donde el tablero, las piezas, y por supuesto los jugadores, son la expresión y la imagen del universo, y de la realidad trascendente, que se desarrolla alrededor de su figura central: Dios. 

De hecho, la razón de ser de cada uno de los elementos del ajedrez, es recordar y representar la Creación. Así, cada jugada representa cualquier acto o manifestación de nuestras vidas dentro de la lucha espiritual entre el bien y el mal, entre la voluntad de Dios o del Diablo. 

El juego del Ajedrez es la representación de una batalla entre dos bandos (el blanco y el negro), simboliza la dualidad entre la Luz y las Tinieblas, el Cielo y la Tierra, la batalla espiritual entre el Bien y el Mal que todos libramos en nuestro interior. 

El ajedrez simboliza el tablero de la vida, cuya intención no es otra más que comunicar en forma perdurable el conocimiento de las leyes que rigen nuestro universo. Cada uno de nuestros actos es una jugada, una elección. Si elegimos bien, con conocimiento y sabiduría, el resultado será bueno y alcanzaremos la meta. Si por el contrario, nuestras jugadas (elecciones) son hechas de mala fe, egoístas e inoportunas, conscientes o inconscientes, el resultado será malo y fracasaremos.

Resultado de imagen de tablero ajedrez espiritualEl ajedrez expresa alegóricamente las consecuencias de nuestra voluntad por el libre albedrío: el jugador es libre de elegir entre varias posibilidades, pero cada movimiento traerá una serie de consecuencias ineludibles, de modo que la necesidad delimita la libre elección cada vez más, apareciendo el final del juego no como fruto del azar sino como el resultado de leyes inmutables.

También, representa la dualidad libertad/conocimiento: a menos que haya una inadvertencia del adversario, el jugador salvaguarda su libertad de acción sólo en la medida en que sus decisiones coincidan con las posibilidades que el juego implica. Dicho de otro modo, la libertad de acción es directamente proporcional a la previsión y al conocimiento de las probabilidades e inversamente proporcional al impulso ciego, espontaneo e inconsciente.

La finalidad representada en el juego del ajedrez es la victoria de lo espiritual sobre lo material. Se trata de llegar a la santidad según las leyes y la voluntad de Dios, que suponen el conocimiento de las posibilidades de cada jugada y las implicaciones finales de cada elección, que aunque libres, traen siempre responsabilidades y consecuencias.

El Tablero 

Resultado de imagen de tablero ajedrezEl tablero es un cuadrado, figura geométrica que transmite armonía, orden y equilibrio, es decir, el universo. 

Simboliza la Creación, concebida como campo de acción y de batalla espiritual, que enfrenta a ángeles con demonios, a Dios con Satanás, al alma con el cuerpo humanos.

De este modo, el hombre queda inscrito dentro de los lados verticales y horizontales, limitado por las coordenadas que representan el espacio y el tiempo.

Las Casillas

El tablero está dividido en 32 casillas cuadradas blancas y 32 negras, cuya armónica alternancia de colores, nos muestra la complementariedad de los lados opuestos en el universo y representan la perspectiva con que miramos el universo.

También, nos indican que cada circunstancia tiene un tono diferente en el que debemos de actuar, según nuestra posición, nuestra percepción y nuestra elección.

Las Figuras

Resultado de imagen de piezas de ajedrez plasticoLo primero que nos llama la atención es que 16 son blancas y 16 son negras: 8 peones, 2 alfiles, 2 caballos, 2 torres, 1 Reina y 1 Rey.

Las blancas representan el ser espiritual y las negras, el ser material.

La figuras tienen una jerarquía representada en base a las diferentes funciones, movimientos e importancia que desempeñan en el juego:

Rey (Sabiduría/Poder/Esencia de Dios)


La posición del Rey al inicio del juego es central, sobre una casilla de color contrario al suyo, conjugando así los opuestos, y con la posibilidad de moverse en todas las direcciones una casilla a su alrededor, lo que le infiere un movimiento circular sobre el mismo, el Rey, el centro sobre el que gira el universo.

Imagen relacionadaEl Rey blanco representa el Bien Supremo, a Jesucristo, Capitán a quien hay que proteger y defender como esencia del juego, sin en el cual no tendría sentido la batalla. 

Es la sabiduría de Dios, su Esencia, su Poder eterno. La corona del Rey, tradicionalmente representada con una cruz en su parte superior, simboliza el poder espiritual y sacerdotal.

Por contra, el Rey negro representa el Mal Supremo, a Satanás.

Reina (Amor/Gracia/Presencia de Dios)

Imagen relacionadaLa Reina o Dama, el elemento femenino del tablero, es el propio Rey desdoblado en mujer, la Gracia del Rey concentrada en la Reina, la única con capacidad para expandir y transformar ese torrente de poder y fuerza en vida.. Representa a la Santísima Virgen María.

La Dama se mueve libremente. Sus movimientos son únicos, hacia cualquiera de las ocho direcciones que la rodean, con el único límite del tablero de la existencia y representan el poder temporal. La Reina se mueve como la torre y el alfil juntos.

La Reina, como amor, gracia o presencia de Dios, puede dejar de existir en el tablero. De hecho, es habitual que en nuestro tablero de la vida, a menudo, sacrifiquemos el amor, la gracia o la misma presencia de Dios. 

Sin embargo, el Rey, como Esencia de Dios, siempre debe estar en el tablero. Su muerte significa el fin del juego, el fin del universo y de todo cuanto en el existe.

En la misma fila donde se sitúan el Rey y la Reina, existen tres parejas de figuras que poseen un interesante simbolismo, ocupando cada figura de la pareja un cuadrado negro y otro blanco, y rodeando a la pareja Real que se encuentra en el centro:

Alfil (Lealtad/ Dualidad bien y mal)

El Alfil es la más próxima a ellos, no en vano en muchos lugares se le denomina también delfín, que quiere decir príncipe, motivo por el que está más cerca del rey y de la reina que ninguna otra pieza. 

Simbolizan la lealtad y el seguimiento del mismo camino siempre, ya que cada alfil se mueve por las casillas del mismo color en el que empiezan. En cierto sentido, simbolizan a la Iglesia y los sacerdotes.

Imagen relacionadaTambién representan el bien y el mal humano. El izquierdo representa las fuerzas del mal y el derecho, las fuerzas del bien.

El Alfil izquierdo (casilla negra) nunca pierde su ubicación de origen y se enfrenta al Alfil ubicado a la derecha del Padre (casilla negra) y viceversa. Es el universo dividido en dos, casillas negras para un Alfil izquierdo y uno derecho y casillas blancas para un Alfil derecho y uno izquierdo. 

Es la lucha de tú a tú, dualidad entre el bien y el mal, tanto en el universo espiritual como en el material.

Caballo (libre albedrio)

El Caballo describe un movimiento en “L”, con el que termina siempre en una casilla de color opuesto al de partida, y en una fila o columna diferente a la inicial. Es la única pieza que puede saltar por encima de otras fichas.
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Es la única pieza incierta del tablero, representa el libre albedrío que nos lleva lleva siempre a situaciones distintas y su poder radicar en el engaño, el que muchas veces utilizamos para lograr nuestras metas. 

El Caballo representa también la osadía y el valor para eliminar el miedo, la fuerza que se va adquiriendo a través del trabajo así como la inteligencia, la amistad, y el triunfo.

Torre (madurez espiritual y vida interior/gracias y dones)

El espacio donde se desarrolla el juego está enmarcado por las Torreselementos angulares que se sitúan en las cuatro esquinas del tablero, que delimitan y encierran al conjunto de las piezas del ajedrez en el espacio y en el tiempo. 

Imagen relacionadaCuatro pilares sobre los que se asienta el mundo, como un gran castillo interior, una fortaleza, tanto es así que el Rey, mediante el enroque, puede ocultarse o protegerse en alguna de ellas. Son, por tanto, la representación de la madurez espiritual y la vida interior  

En el ataque, gracias a su arrollador movimiento, la torre es una pieza letal, y junto a la dama, es una de las dos únicas piezas, con las que el Rey puede dar un jaque mate en solitario, sin necesidad de ayuda, ni apoyo, de otras figuras. 

La Torre Izquierda simboliza las Gracias de la Reina: Su lugar no está escogido al azar, sino que por estar más cerca de la Dama, recibe constantes gracias de la Madre, es decir, los medios particulares necesarios para la lucha en cada momento. 

La Torre Derecha simboliza los Dones del Padre: Su lugar está más cercano al Rey, de quien recibe los dones y talentos heredados (donados) por el Rey, medios generales necesarios para avanzar en la vida interior y vencer en la batalla.

Peones (sacrificio)

El Peón está en la primera línea de combate contemplando heroicamente, con valor y con resignación, a un poderoso ejército que se antoja indestructible. Los ocho peones tienen tras de sí, a cada una de las figuras-símbolos en particular, que le conferirá una serie de cualidades, un equipaje de viaje singular, en su lento, pero sin retorno ni posibilidad de vuelta atrás, camino hacia el frente de batalla, hacia la Victoria.
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El peón representa el sacrificio, ya que es la pieza que generalmente es sacrificada en pos de la victoria final. Su peregrinaje está lleno de verdaderos actos heroicos, por los cuales muchos de ellos perecerán, en virtud de un fin común, de una empresa superior, estando realmente al orden con el Espíritu. 

Está sujeto a reglas muy rígidas que sólo le permiten avanzar (nunca retroceder) y simboliza al ser humano, en general y al pueblo de Dios (blancas) en particular, que desea llegar al otro lado del tablero. Si lo alcanza, vuelve al juego purificado y más poderoso.  Al regresar al juego “coronado” (al llegar a la santidad, es decir, a Dios), se libera de las ataduras que tenía al inicio (pecado original) y se convierte en un "alma nueva".

Conclusión

El ajedrez, por su disposición y su simbología, donde una serie de elementos, opuestos y complementarios, libran una gran batalla, es una forma de manifestación del camino hacia el conocimiento, en el viaje hacia la identidad con Dios, hacia la santidad.

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En la batalla de la vida como en el ajedrez, necesitamos realizar muchos sacrificios para derrotar al hombre viejo y dar espacio al hombre nuevo, para vencer lo que nos aleja de la santidad, nuestra verdadera identidad. 

La esencia del ajedrez es que no se adapta a los caprichos de nuestro pensamiento, de nuestra forma de ser o querer... sino que nos exige el cumplimiento de unas normas determinadas que no podemos saltarnos, la aplicación de soluciones concretas en momentos determinados, y la vigilancia a los movimientos del contrario que, de no ser así, nos volverán a plantear una y otra vez esas situaciones que rehusamos afrontar en el pasado y en último caso, a la pérdida del juego.