¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.
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domingo, 19 de septiembre de 2021

ÚLTIMO Y SERVIDOR DE TODOS

"Si uno quiere ser el primero, 
sea el último de todos 
y el servidor de todos"
(Marcos 9,35)

Vivimos en un mundo rebelde que promueve la lucha y la dominación, donde "uno" sale victorioso y el resto derrotados, donde "uno" es feliz y el resto infelices, donde  "uno" domina y el resto dominados, donde uno se "alza y ensalza" y el resto se "abaja".

Sufrimos una sociedad perversa que fomenta la competitividad y la disputa, donde se privilegia el éxito y el poder, "donde hay envidia y rivalidad, turbulencia y todo tipo de malas acciones" (Santiago 3,16), donde se descarta a los "perdedores" y se alaba a los "ganadores". 
En cambio, la sabiduría amorosa de Dios es "en primer lugar, intachable, y además es apacible, comprensiva, conciliadora, llena de misericordia y buenos frutos, imparcial y sincera" (Santiago 3,16-17).

Jesús, la Sabiduría encarnada, sabiendo las luchas interiores y las pasiones desordenadas de cada uno, suscita a sus discípulos (a nosotros) el examen de conciencia, y nos hace su famosa pregunta retórica: "¿De qué discutíais por el camino?" (Marcos 9, 33), "¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?" (Lucas 24,17), "¿De dónde proceden los conflictos y las luchas que se dan entre vosotros?" (Santiago 4,1).

Cristo, el divino Confesor, conoce siempre lo que alberga nuestro corazón...pero quiere que se lo confesemos nosotros...mientras nos mira con compasión y nos escucha con paciencia. 

Entonces, nos invita a la conversión y al cambio de mentalidad, a desprendernos de los criterios del mundo y a revestirnos de "la sabiduría que viene de lo alto", y nos "impone" la penitencia, pero no como un castigo sino como un consejo, como hace el Maestro al discípulo o el Padre al hijo"Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón(Mateo 11,29).

"Si uno quiere ser el primero, sea el último de todos y el servidor de todos" (Marcos 9,35; Mateo 20,26). Jesús nos está predicando con el ejemplo. No dice que no debamos querer ser los primeros...ni condena nuestros deseos de superación, ni tampoco nuestras intenciones de poner a rendir los talentos que nos ha dado
Más bien, nos alienta y nos anima a ello...pero de una forma completamente diferente a la del mundo: no a costa de los demás, sino a favor de los demásJesús, con su ejemplo, nos exhorta a vivir no desde la soberbia, sino desde la humildad; no desde el egoísmo, sino desde el altruismo; no desde el "recibir" sino desde el "dar".

La pedagogía divina de Cristo nos enseña que "los primeros puestos" dentro de Su Iglesia, no son de poder o dominación, sino de servicio y entrega, y nos invita a purificar la motivación de buscar esos primeros puestos y vivir nuestra vocación cristiana como cumplimiento de la voluntad de Dios.

jueves, 30 de mayo de 2019

DISCERNIMIENTO ESPIRITUAL

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"Yo soy tu siervo, dame inteligencia 
para que aprenda tus decretos. 
La explicación de tus palabras
 ilumina la inteligencia a la gente simple.
Ilumina tu rostro sobre este siervo tuyo 
y haz que aprenda tus preceptos." 
(Salmo 119, 125, 130 y 135)

A diario, los cristianos nos enfrentamos a situaciones, incluso en nuestra vida de fe, que nos tientan a obrar según "nos pide el cuerpo", es decir, a actuar con lo que podríamos denominar un "discernimiento corporal o visceral". Y a veces, este discernimiento corporal puede no estar muy de acuerdo con los mandamientos y la voluntad de Dios.

Sin embargo, para seguir a Jesús, para ser su discípulo, no basta con observar los mandamientos y la ley, hay que nacer a la vida del Espíritu, tener una vida interior espiritual y ser dóciles a la acción del Espíritu Santo en nuestra vida. Así, nuestro obrar y actuar tomará siempre como ejemplo y modelo el del propio Jesús.

En una ocasión, un hermano de fe me regaló una "pulserita verde" que siempre llevo en mi mano derecha y que tengo muy presente. La inscripción que hay en ella, dice: "¿Qué haría Jesús en mi lugar?". Es muy importante, para un cristiano, pensar siempre, ante cualquier situación, lo que Jesús haría. Hablamos de discernimiento espiritual.

El ejemplo de Cristo para discernir la voluntad del Padre fue siempre abandonarse en sus manos a través de la oración y la EscrituraNo hay discernimiento sin oración y sin un profundo conocimiento de la Palabra de Dios, las cuales nos ayudan a escuchar y reconocer Su voz.

Y es que las personas, a menudo, somos incapaces de ver los problemas con claridad y nos confundimos fácilmente ante situaciones difíciles de manejar, porque quizás no somos capaces de ver con los ojos de Dios ni de actuar como lo haría Cristo. 

El verdadero discernimiento significa no solo distinguir lo correcto de lo incorrecto; significa diferenciar lo primario de lo secundario, lo esencial de lo indiferente, y lo permanente de lo transitorio. Y, sí, significa también, distinguir entre lo bueno y lo mejor, e incluso entre lo mejor y lo perfecto.

Las lecturas del Evangelio esta última semana de Pascua nos dirigen a la promesa de Jesús de enviarnos al Paráclito. Dios jamás nos deja solos en nuestras dificultades, sino que nos da la guía para obrar en todo momento conforme a su voluntad: su Espíritu infundido en nuestros corazones.

Así, el Espíritu de Dios nos regala discernimiento como un don especial de la gracia (1 Corintios 12,10), que es esencial para todos nosotros y que por ello, debe ser alimentado constantemente. 

San Pablo habla del discernimiento espiritual en sus cartas: "Y le pido que vuestro amor crezca cada día más en conocimiento y en discreción, para que sepáis discernir lo más perfecto" (Filipenses 1, 9-10).

Toda la tradición espiritual de la Iglesia habla del discernimiento. San Ignacio de Loyola recogió en sus Ejercicios Espirituales, 22 reglas de discernimiento espiritual para ser dóciles al Espíritu del Señor y estar despiertos a su acción.

¿Qué es este discernimiento? 

El término hebreo utilizado en la Escritura como discernimiento es bin, que aparece 250 veces en el Antiguo Testamento. Es traducida al inglés frecuentemente como insight, que en español sería perspicacia, consideración, percepción, prudencia.

En griego, la palabra para discernimiento es diakrino, también traducida como separación, hacer distinción, juzgar.

En palabras del papa Francisco, discernimiento es "leer desde dentro lo que el Señor nos pide, para vivir en el amor y ser continuadores de esta su misión de amor".

El disc
ernimiento es una cualidad que el Espíritu de Dios cultiva en nosotros, en la medida en que maduramos: "El alimento sólido es para los perfectos, que por razón de la costumbre tienen el sentido moral desarrollado para distinguir entre el bien y el mal" (Hebreos 5, 14).

Por ello, el cristiano debe desarrollar ese "sexto sentido": "Enséñame el buen sentido y el saber, pues yo tengo fe en tus mandamientos" (Salmo 119, 66). La palabra usada por el salmista es "buen sentido" , "saber", "conocimiento"
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Discernimiento no es reflexionar, sino antes de todo, escuchar con actitud dócil y humilde lo que Dios suscita en nuestro corazón,  para adquirir sabiduría y actuar con integridad de corazón y así, poder distinguir y elegir lo que nos conduce a la vida y descartar lo que nos conduce a la muerte.

Discernimiento es la capacidad de discriminar o reconocer las implicaciones morales de diferentes situaciones y acciones a la luz de la oración, la Palabra y el Espíritu Santo.

Discernimiento es la capacidad de sopesar y evaluar el estado moral y espiritual de las situaciones, de las cosas y de las personas, tomando como guía los mandamientos de Dios, es decir, su voluntad: ¿qué querría Él? o ¿qué haría Él? 

Discernimiento es la capacidad de reconocer el combate espiritual en el que luchamos para no caer en las trampas y tentaciones del Enemigo.

Jesús nos advierte contra el juicio y la crítica, pero nos exhorta a discernir, a distinguir, a diferenciar, a discriminar, a comprender, a entender, a penetrar en la voluntad divina:"No juzguéis y no seréis juzgados... No deis lo santo a los perros ni echéis vuestras perlas a los puercos, no sea que las pisoteen, se vuelvan contra vosotros y os despedacen" (Mateo 7, 1 y 6).

El discernimiento sin juicio, sin crítica... implica el conocimiento de los mandamientos de Dios y su aplicación en nuestra vida. Sin duda, nuestro discernimiento crecerá a medida que experimentemos el conflicto con la tentación, y la victoria sobre ella, al evaluar cada situación a la luz del Espíritu Santo.

Por tanto, el discernimiento es aprender a pensar y obrar de la misma forma que Dios; significa ver las cosas con los ojos de Dios a la luz de Su Palabra"Pues la palabra de Dios es viva y eficaz y más aguda que espada de dos filos; ella penetra hasta la división del alma y del espíritu, de las articulaciones y de la médula, y es capaz de juzgar los sentimientos y los pensamientos. Y no hay criatura alguna que esté oculta ante ella, sino que todo está desnudo y descubierto a los ojos de aquel a quien debemos dar cuenta" (Hebreos 4,13 ).

Tipos de discernimiento

Según su origen, podemos clasificar dos tipos de discernimiento:

1. El discernimiento adquirido 

Es un don de Dios que se adquiere por medio del ejercicio y del conocimiento de las personas, por la oración, el estudio y la experiencia propia.
2. El discernimiento infuso
Es un don infuso de Dios. Un carisma especial dado para ayudar a los demás. Hay sacerdotes, religiosos o laicos que, sin una gran formación teológica o espiritual, tienen sin embargo, una gran capacidad de discernimiento y consejo. San José de Cupertino, San Juan María Vianney (el santo Cura de Ars), Santa Teresa de Jesús, por mencionar algunos, son ejemplos de esta capacidad infusa.
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La capacidad para discernir los espíritus es una gracia del Espíritu Santo, unida al don de consejo y de entendimiento.

Evidentemente, los cristianos necesitamos siempre recibir ayuda para discernir la voluntad de Dios en nuestras vidas y qué movimientos en nosotros nos llevan a verla con más claridad y a cumplirla, y cuáles nos apartan de ella.  Para el
lo, San Ignacio en su regla espiritual del "Tanto/Cuánto" nos dice: 

"El hombre es creado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor y, mediante esto, salvar su alma; y las otras cosas sobre la haz de la tierra son creadas para el hombre y para que le ayuden en la prosecución del fin para que es creado. De donde se sigue, que el hombre tanto ha de usar de ellas, cuanto le ayuden para su fin, y tanto debe privarse de ellas, cuanto para ello le impiden. Por lo cual es menester hacernos indiferentes a todas las cosas creadas, en todo lo que es concedido a la libertad de nuestro libre albedrío, y no le está prohibido; en tal manera, que no queramos, de nuestra parte más salud que enfermedad, riqueza que pobreza, honor que deshonor, vida larga que corta, y por consiguiente en todo lo demás; solamente deseando y eligiendo lo que más nos conduce para el fin que somos creados»" (Ejercicios, nº 23).

¿Cómo actúa el discernimiento en nuestra vida?

Fundamentalmente, el discernimiento actúa de cuatro maneras:

1. Como un medio de protección. Nos defiende de ser engañados espiritualmente y nos ampara de ser arrastrados por la corriente del pensamiento único del mundo, de la utilización interesada y torticera de las Escrituras, de la aplicación particular de los mandamientos de Dios o de la tergiversación de la enseñanza de la Iglesia.

2. Como un instrumento de curación. Cuando el discernimiento se ejerce por medio de la gracia y se practica con amor, se convierte en un afilado bisturí quirúrgico-espiritual que posibilita la curación de todas nuestras heridas.

3. Como una clave de libertad. El cristiano entusiasta pero poco atento se esclaviza a los demás, a su propia conciencia ignorante y a un modelo de vida alejado de la fe. El discernimiento nos libera de dicha esclavitud, al permitirnos distinguir las prácticas que pueden ser útiles en algunas circunstancias de las que están obligadas en todas las circunstancias. Dicho de otra manera, el verdadero discernimiento permite al cristiano reconocer que el ejercicio de la libertad no es esencial para su felicidad.

4. Como un catalizador de desarrollo espiritual: El cristiano que discierne va al corazón del asunto. Sabe que todas las cosas tienen su fuente común en Dios. El aumento en el conocimiento, por lo tanto, no conduce a una mayor frustración, sino a un reconocimiento más profundo de la armonía de todas las obras y palabras de Dios.

Como cristianos debemos cultivar el discernimiento espiritual en todo momento, en toda circunstancia de nuestra vida, para así, conocer y hacer la voluntad de Dios.

Para cultivarlo, podríamos preguntarnos:

¿Cuál es la voluntad de Dios para mí en esta situación? 

¿Qué quiere de mi? 

¿Qué me suscita en mi corazón el Espíritu Santo? 

¿Qué haría Jesús ante esta situación?

viernes, 27 de abril de 2018

DISPOSICIONES DE LA VOLUNTAD: LOS TRES BINARIOS

"Señor, concédeme conocerte íntimamente. 
Que todo mi ser y proceder 
sea siempre orientado a tu alabanza y servicio".


San Ignacio, en la parábola de las "Dos Banderas", nos muestra el modo de obrar de Jesús y las artimañas de que se vale el enemigo, planteándonos una prueba de sabiduría para medir nuestra aptitud y disposición para seguir a Cristo, exigente en renuncias y sacrificios, mientras que seguir a Satanás es fácil y cómodo.

Con la parábola de los "Tres Binarios", nos plantea una prueba de voluntad, para medir nuestra capacidad de corregir el rumbo que llevamos en nuestra vida, y de renunciar a las conductas y apegos desordenados.


Este proceso de “elección y decisión” no es sólo cuestión de ideas... siempre interviene la voluntad. Un apego de la voluntad a algo, puede echar por tierra las grandes ideas y los altos conceptos, por muy buenos que sean. 

Si queremos que una decisión sea eficaz y duradera debemos tener en cuenta cómo funcionan los afectos de la voluntad: los afectos condicionan a la voluntad en sus decisiones. Si hay afectos desordenados de cualquier clase (cosas, personas, situaciones…), éstos impedirán que haya decisiones serias, eficaces y duraderas. Aunque la persona diga que “decide”, esa decisión es en vano y se engaña a sí misma.

San Ignacio, nos invita a ponernos en presencia de Dios nuestro Señor y de todos sus santos, para desear y conocer lo que es más grato a su divina bondad, y pedir la gracia de elegir lo que más gloria dé a Su Divina Majestad.

La parábola nos habla de tres clases de hombres que han adquirido un patrimonio por unos medios que, aunque lícitos, son imperfectos en sí mismos: Su afección a ellos es un impedimento para alcanzar la paz, pues están avocados a mantener ese apego o a renunciar a él, para asegurar su salvación. Cada uno de ellos toma una decisión distinta:



1º Binario: "ahora no; paso…."

Son aquellos que dejan para mañana lo que pueden hacer hoy. Dejan toda para más tarde. Aquellos que, conociendo sus apegos (materiales, personales, sociales, intelectuales), desean dejarlos pero no ponen los medios necesarios, hasta el final.

Voluntad: nula, aparente y cobarde. Son aquellos que, para hallar a Dios y poderse salvar, querrían quitar el afecto que tienen a la cosa adquirida pero, sin poner ningún medio ni acto eficaz, hasta el punto, quizás, de llegar la hora de la muerte sin haber decidido ni elegido nada. Su voluntad está anclada, paralizada e inmovilizada por sus afectos. 

Comportamiento: cómodo, perezoso y contradictorio. Quieren, pero… en general. Son aquellos que viven en contradicción entre su conciencia, que ve claro lo que han de hacer porque se lo pide Dios y su voluntad, que no quiere hacerlo. 

Actitudevasiva y dilatoria: todo lo dejan “para mañana”. En el fondo es un rechazo al llamado que les hace Dios. Todo queda en un “quisiera…querría...” Pretenden una especie de milagro: conseguir el fin sin poner los medios adecuados. Usan sólo palabras vacías.

Ejemplos bíblicos: el rico necio que se preocupaba sólo en guardar bienes para muchos años (Lucas 12, 13-21); Excusas (Lucas 14, 15-24); Niños en la plaza (Lucas 7, 31-35);Judas que no pidió perdón; El pueblo judío respecto a Jesús.

Aplicaciones: Cuando Dios nos pide cambiar algo que va mal en nuestra vida (por ejemplo: oración, servicio a los demás, austeridad, humildad…), y lo sentimos, y querríamos remediarlo… pero nunca nos resolvemos a poner los medios eficaces para ello.


2º Binario: "así no, eso no: quiero negociar…."

Son aquellos que quieren jugar a dos bandas: quieren estar "en misa y repicando". Aquellos que anhelan la posibilidad de tener dos señores: a Dios y al ídolo. Quieren tener las dos cosas a la vez, aunque saben que son irreconciliables y que eso así no funciona.

Siempre están en continua lucha interior consigo mismos, a la “defensiva” y al “resguardo”. Son personas “instaladas” que buscan la vida cómoda, una fe fácil, racionalizando todo, de tal forma, que encuentran cualquier "excusa razonada" con tal de quedarse con aquello a lo que están apegados sus afectos. 

Se auto-justifican, defienden su postura poniendo parches a todo y tienen muchas “zonas acotadas”.  Ofrecen algo a Dios y al mismo tiempo, tratan de ocultar alguna “trampita”, como si Dios no la viera. 

Dan a condición de recibir. Buscan que Dios se acomode a su parecer y no quieren abandonarse totalmente a la voluntad divina.

Voluntad: hipócrita, tramposa y mezquina. Son aquellos dispuestos a todo con tal que no perder aquello a que están apegados. Su voluntad es débil e ineficaz.

Comportamiento: egoísta, cómodo y negociador. Desean desprenderse del afecto desordenado a la cosa adquirida, pero lo quieren hacer de tal forma que, en definitiva, se queden con la cosa adquirida.

Pretenden “que Dios vaya allí donde ellos quieren”, y no toman la determinación de abandonarla para así, tener el camino libre para ir a Dios. No se desprenden del afecto. Suelen lamentarse diciendo “esto no es fácil”, poniendo excusas y cortinas de humo porque no quieren desprenderse de algo que les pide Dios.

Actitud: contradictoria, perezosa y condicionante. "Quieren y no quieren". "Quieren pero sin renunciar". Ponen condiciones: ¡ Dejo todo, menos… lo que yo quiero! Buscan excusas para huir de lo que Dios les pide. Colocan sus gustos, preferencias y afectos por encima de todo, incluso de Dios.

Ejemplos bíblicos: el joven rico que no fue capaz de dejar sus bienes para ir en pos del Señor (Mateo 19, 16-30; Marcos 10, 17-31; Lucas 18, 18-30): Pilato que se lavó las manos (Mateo 27, 24); los seguidores a medias (Lucas 9, 57-62); los invitados a la cena (Lucas 14, 16-24); Ananías y Zafira que se guardaron ocultamente parte del dinero (Hechos 5, 1-11); Nicodemo en su visita nocturna a Jesús (Juan 3, 1-2); los tibios (Apocalipsis 3,16).

Aplicaciones: Cuando pretendemos ser comprometidos y estar disponibles pero "a nuestro modo": hacer oración sin mortificación, pobreza sin carecer de nada, castidad sin custodia de los sentidos, humildad sin humillaciones, obediencia sin disponibilidad, servicio a los demás sin sacrificio propio, etc.


3º Binario: "a todo, sí: arriesgo todo"

Son aquellos que están dispuestos a renunciar a cualquier apego. Y lo quieren quitar de tal modo que tampoco están apegados a tener la cosa adquirida o a no tenerla; solamente quererla o no quererla según lo que Dios se lo haga sentir en su interior, y perciban que es para servicio y alabanza Suya.

Mientras llega el momento de la elección, en su afecto han renunciado ya a todo, poniendo toda su voluntad en no querer aquello, ni ninguna otra cosa, mientras no sea sólo aquello que sea para mayor gloria y servicio del Señor


Voluntad: comprometida, desprendida, generosa. Su voluntad se amolda a la voluntad de Dios, de manera que ésta sea lo que les mueva a tomar la cosa o dejarla. Tienen una "determinada determinación" (Santa Teresa) a tener o no cosa alguna, y no tienen apego a nada material o mundano.

Su voluntad es completamente libre y despegada del todo y de todo afecto. Libres de to
do interiormente y resueltos a desprenderse de todo: "nada, nada, nada…" (San Juan de la Cruz) para después elegir lo que Dios quiere y los medios que Dios quiere que elija

Comportamiento: libre, dispuesto e incondicional. Se liberan de todo afecto (aunque lo sigan sintiendo) y ponen todo a disposición de Dios. Son personas comprometidas, incondicionales y con total disponibilidad a lo que el Señor les pida. Aunque sienten la atracción de las cosas, están “desatadas” de todo. 

Actitud: Superan el afecto con otro afecto mayor, único y definitivo: el afecto al Señor, a su Voluntad. Un amor menor se supera con un amor mayor. Quieren lo que Dios quiere de ellos, de tal forma que antes de saber qué le pide Dios, está dispuesto a darle todo, incluso lo más difícil, en el caso de que se lo pida.

Se trata de “ser peregrinos”: el peregrino no se apega a nada del camino, sólo mira a la meta y sacrifica todo por llegar a la meta. Se trata de tener desapego y pobreza radicales.

Ejemplos bíblicos: Abraham (Génesis 22, 1-18); María Lucas 1, 38); Zaqueo (Lucas 19, 1-10); Leví (Mateo 9,9); los apóstoles que lo dejaron todo (Mateo 19, 27-29; Lucas 5, 11); María Magdalena en Betania (Marcos 14, 3); el apóstol Tomás (Juan 11, 16); el apóstol Juan (Juan 19, 26); Nicodemo y José de Arimatea (Juan 19, 38-39).

Aplicaciones: Cuando elegimos oración y vida interior frente al activismo y la vida exterior, cuando elegimos la abnegación frente al egoísmo; pobreza estando dispuestos a vivir sin nada, si fuera necesario; castidad con decisión de sacrificar lo que sea; obediencia con total disponibilidad, etc.
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Los modelos perfectos de este tercer binario son nuestro Señor Jesucristo, que desposeído de todo, vivió las Bienaventuranzas y acató la voluntad de su Padre hasta la cruz, y nuestra Madre la Virgen María, que sin comprender la voluntad de Dios, se puso a su disposición hasta en lo inesperado: "He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según su Palabra."

Conclusiones: 
El Tercer Binario es el paradigma de la “indiferencia” y la “disponibilidad”: ser y estar disponible hasta en lo inesperado.

El Tercer Binario, tomado en serio, pone “la vida en riesgo”.
 
El Tercer Binario le pide a Dios l
o contrario de aquello a lo que siente afecto, para así conseguir y mantener la “voluntad libre” y la "disponibilidad incondicional", a fin de elegir sin impedimentos ni "peros" lo que Dios le pida.

El agua hierve a los 100 grados, si me sacrifico sólo hasta los 99..., no hierve. 

El Tercer Binario cultiva la virtud de la valentía, el compromiso incondicional y la disposición de la propia libertad para dominar la voluntad y asemejarla a la de Dios, para darle gloria.

El Tercer Binario renuncia a la posesión de todoa la codicia de los ojos y de los sentidos, al deseo de los primeros puestos, para dar una respuesta generosa al amor y la voluntad de Dios, y a las necesidades del prójimo.

El Tercer Binario tiene abierto el corazón y sabe que vivir no significa simplemente "ir", significa aceptar "ser mandado y llamado"; no significa contestar a la pregunta "qué me satisface", sino amar y elegir lo que le agrada a Dios, lo que es bueno, justo y verdadero.

El Tercer Binario es consciente del riesgo de creerla fe es una prueba, una tremenda y radical prueba, que tiene como propósito la muerte misma, y nadie puede evitárnosla, ni siquiera Dios...

El Tercer Binar
io sabe que creer (y aquí está lo difícil) significa morir. Morir a todo: al propio razonamiento, a los propios planes, al pasado, a los deseos, al apego a las cosas del mundo y también, a la propia vida. Sabe que es morir; y cuando nos toca a nosotros, nadie puede sustituirnos.

Imagen relacionadaEl Tercer Binario tiene la certeza de que Dios llena todo espacio, que lo sabe todo y que anhela nuestra entrada definitiva en su reino. 

El Tercer Binario realiza el acto de amor más puro: dejar morir lo que más ama, porque sólo el amor es más fuerte que la muerte, como hizo Abraham en el monte Moria y como hizo el propio Dios en el monte Calvario: "Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su hijo único, para que quien crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna (Juan 3,16).

El Tercer
 Binario da un "salto al vacío" en la confianza de que Dios no dejará que nada malo le suceda.  Es un acto difícil, valiente y exclusivamente personal. Ni Dios mismo puede sustituirnos en nuestro "salto de fe". Debemos darlo nosotros mismos, como hizo nuestro Señor Jesucristo: "No hay amor más grande que el que entrega la vida por sus amigos" (Juan 15, 13).


Para meditar:

En lo más profundo de mi corazón ¿qué es aquello de lo que no quiero desprenderme y, consciente o inconscientemente, lo disimulo? 

¿Tengo problemas dominantes a mi voluntad? ¿Cuáles? 

¿Estoy libre de afectos que me impiden discernir y elegir limpiamente? 

¿Hay algún apego (ídolo) desordenado del que no quiero desprenderme y al que me agarro? 

¿Es Cristo mi único afecto absoluto? ¿ Le amo por encima de todo?

¿Estoy atrapado o paralizado en algunos de los dos primeros binarios? 

¿Dejo todo para mañana?

¿Digo "sí" pero con condiciones?

¿Busco mi gloria en lugar de la de Dios?

¿Sirvo a mis apegos o a Dios?

domingo, 29 de octubre de 2017

CÓMO CONOCER LA VOLUNTAD DE DIOS

"Por consiguiente, no actuéis como necios, 
sino procurad conocer cuál es la voluntad del Señor."  
(Ef 5, 17)

El apóstol Pablo, en la carta a los Efesios, nos dice que actuemos con inteligencia para conocer la voluntad del Señor. Entonces ¿cuál es el plan de Dios para mí? ¿Por qué estoy aquí, y que debo hacer? ¿Cómo puedo obrar con inteligencia y saber la voluntad de Dios para mi vida?

Lo primero que debemos tener en cuenta es que Dios raramente nos da a conocer su voluntad de manera directa y específica. Más bien, nos permite tomar decisiones a la luz del Evangelio, que siempre redundan en nuestro beneficio y que estén de acuerdo con su Plan para nosotros. 

Cumplir la voluntad Dios es una virtud del cristiano, que haciendo éste buen uso de su libre albedrío, reconoce que sólo Dios puede proporcionarle la felicidad plena y conducirle al mejor destino eterno.

Cumplir la voluntad de Dios es una manifestación de confianza en Dios al reconocerlo como a un padre amoroso que quiere caminar de la mano con nosotros, guiarnos y protegernos.

Los seres humanos estamos encadenados y esclavizados (pecado) y existe muchas llaves distintas (caminos) para abrir esas cadenas, pero sólo Dios conoce las únicas que las abren (la Verdad, la Bondad y la Belleza). 
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El que no hace la voluntad de Dios, es aquel que va probando una a una las llaves muriendo en el intento. 

En cambio, el que hace la voluntad de Dios, es aquel que simplemente le pregunta al que conoce todas las llaves, cuál de ellas es la que corresponde, y luego simplemente la utiliza pudiéndose liberar y salir caminando.


Por eso, hacer la Voluntad de Dios nos hace libres y no hacerla nos hace esclavos. Es una elección libre de la cual depende nuestra vida y nos permite ejercitar las virtudes cristianas de la Humildad, la Obediencia y la Fe.

El Plan de Dios (Su Voluntad) es el camino que ha trazado para cada persona desde antes de su nacimiento. Aparte de este plan particular para cada persona, dios tiene un plan general o universal que es común a todos: "La Santidad".

La voluntad de Dios sólo se encuentra viviendo y caminando a la luz de Dios: en todo lo bello, en todo lo bueno y en todo lo verdadero. (Ef 5,9):

Verdad
Vivir en la verdad de Dios es cumplir su voluntad, significa alejarse de la duplicidad, de la simulación, de la hipocresía, de la mentira. 

Santo Tomás decía que los hombres "no pueden vivir juntos sin confianza recíproca", es decir, si no se manifiesta la verdad.

Jesús dijo que los cristianos auténticos se diferenciarían de los falsos por sus frutos, es decir, por sus obras y enseñanzas (Mt 7,15-17, 20). Y es que, inevitablemente, lo que entra en la mente y el corazón de las personas determina lo que estas producen (Mt 15,18, 19).

Vivir en la verdad exige confianza. En primer lugar, en Dios, y después, en los demás. Un cristiano que confía, da frutos verdaderos.

Bondad
La bondad nos lleva a hacer el bien independientemente de nuestra intención (tan voluble) o de las circunstancias (tan cambiantes).

Por lo general, a los seres humanos no nos cuesta ser bondadosos con las personas que más queremos, como nuestros familiares, con nuestros amigos. 


Ahora bien, la bondad es en esencia una cualidad divina y, como dijo Jesús, nuestro Padre celestial no solo es bueno con quienes lo aman, sino también “con los ingratos”. De hecho, Cristo instó a sus discípulos a imitar el ejemplo perfecto de Dios cuando los animó a “ser perfectos, como su Padre celestial es perfecto” (Lc 6,35; Mt 5,48; Ex 34,6).

Como hemos sido creados a la imagen de Dios, tenemos la capacidad de ser bondadosos (Gn 1,27). Eso significa que podemos imitarlo y mostrar bondad más allá de nuestro círculo familiar. La Biblia indica que esta cualidad es parte del fruto que produce el espíritu santo de Dios, su fuerza activa (Gal 5,22). 

De modo que, cuanto más bondadosos seamos mas nos acercaremos al Creador y a su voluntad.

Belleza
La mentira y la maldad van ligadas a la fealdad. La mentira presenta lo feo como bello utilizando máscaras, ofrece una belleza falsa, sin verdad; una belleza que "da el pego" momentáneamente pero que no resiste el paso del tiempo ni el deseo de ir más allá de lo superficial.

La maldad pervierte la belleza, pretende convertir en bello lo siniestro, en bonito lo feo, en lindo lo horrible. La belleza, en cambio, proporciona ilusión, alegría y placer. Motiva las emociones e impulsa a crear.
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Verdad, bondad y belleza convergen en el amor, la ley fundamental de Dios. Dios está en todo lo verdadero, en todo lo bueno y en todo lo bello.

Su plan para nuestra vida, su voluntad, no la descubrimos a través de los sentimientos. Dios no es un sentimiento ni su voluntad algo místico. Dios es real y su plan, práctico.

La voluntad de Dios para nuestra vida la descubrimos cuando comenzamos una relación y una amistad con Él y no tanto, cuando cumplimos una lista de normas y tareas.

La descubrimos cuando le conocemos a Él, cuando vemos su belleza creadora, comprendemos su verdad eterna y somos amados en su bondad infinita.

domingo, 12 de junio de 2016

CRISTIANOS MADUROS Y COMPROMETIDOS


La voluntad de Dios al crear el universo es que todo crezca, se desarrolle, madure y llegue a la plenitud.

Su propósito (y el nuestro) es que todos alcancemos la madurez espiritual y llegar a la santidad, a la perfección. Nuestra meta es parecernos a Jesucristo.  

Pero ser un miembro estable de una parroquia no significa ser un miembro maduro: el crecimiento espiritual no se adquiere sólo con asistir a misa regularmente ni tampoco de forma automática. Es un proceso lento que se desarrolla "poco a poco", en el que no existen atajos y que dura toda la vida

Requiere compromiso, tiempo y esfuerzo: comprometerse con Dios y trabajar para Él, comprometerse con algo que realmente dé significado a nuestras vidas y que nos apasione. "Sin pasión no hay compromiso".

La madurez espiritual no está reservada a los "super-santos". Cualquiera cristiano puede madurar si desarrolla los hábitos necesarios: mantenerse en forma y ejercitarse espiritualmente. Hábitos que requieren disciplina pero que debemos saber disfrutar más que sufrir.

La madurez espiritual se demuestra más por el comportamiento que por las creencias. Debemos tener la convicción y el carácter para poner en práctica lo que sabemos. El discipulado comienza por una decisión sincera de seguir los pasos de Cristo entregándose por completo a Dios (Rom 6,13). 

Es el fruto y no el conocimiento lo que demuestra la madurez de una persona, y ello sólo se consigue en comunidad. Las relaciones fraternas unen, conectan y vinculan a través del amor de Dios hacia nosotros y del amor entre nosotros.

La madurez espiritual implica: tener un corazón que ame, adore, alabe y agradezca a Dios; construir y disfrutar relaciones de amor; usar nuestros dones y talentos al servicio de Dios y de los demás; y compartir nuestra fe con el mundo.

La madurez espiritual se alcanza a través de cinco niveles de aprendizaje: 
  • FORMACIÓN (qué). Conocer lo que Dios ha dicho y ha hecho. Saber qué debemos hacer.
  • PERSPECTIVA (por qué). Comprender y discernir por qué lo ha dicho o lo ha hecho. Saber por qué debemos hacerlo.
  • CAPACIDAD (cómo). Practicar las habilidades, dones y talentos que Dios nos ha dado. Saber cómo ponerlo en práctica.
  • CONVICCIÓN (para qué). Desarrollar las razones por las cuales hacemos lo que hacemos. Saber el propósito.
  • CARÁCTER (por quién). Alcanzar el carácter de Cristo. Transformar nuestras vidas y el mundo con los dones del Espíritu.

El propósito de un cristiano maduro es que lo sabe, lo comprende, lo cree y lo hace.