¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.
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lunes, 1 de septiembre de 2025

¿PIEDRAS EN ASCUAS O LADRILLOS COCIDOS?

"También vosotros, como piedras vivas, 
entráis en la construcción de una casa espiritual 
para un sacerdocio santo, 
a fin de ofrecer sacrificios espirituales agradables a Dios 
por medio de Jesucristo. 
Por eso se dice en la Escritura: 
Mira, pongo en Sión una piedra angular, elegida y preciosa; 
quien cree en ella no queda defraudado. 
Para vosotros, pues, los creyentes, ella es el honor, 
pero para los incrédulos la piedra que desecharon los arquitectos 
es ahora la piedra angular, 
y también piedra de choque y roca de estrellarse; 
y ellos chocan al despreciar la palabra. 
A eso precisamente estaban expuestos. 
Vosotros, en cambio, sois un linaje elegido, un sacerdocio real, 
una nación santa, un pueblo adquirido por Dios 
para que anunciéis las proezas del que os llamó 
de las tinieblas a su luz maravillosa."
(1 Pe 2,5-9)

Escribo este artículo como continuación al de ayer, reflexionando sobre lo que hacemos con los distintos métodos evangelizadores que ponemos en práctica y discerniendo si dan (o deben dar) fruto inmediato o duradero.

Sin duda, los diferentes métodos de Primer Anuncio y Nueva Evangelización son poderosas experiencias que "reavivan" a los cercanos  y "prenden" a los alejados, pero no están exentos de "carencias" que impiden la conversión pastoral de las parroquias que los realizan. Prueba de ello son la:
  1. Falta de discipulado. Si las parroquias sólo reciben y acogen a las personas que llegan, pero no ofrecen un itinerario catequético y sacramental para convertirse en discípulos maduros, se acabarán "desinflando" y, entonces se produce el estancamiento espiritual.
  2. Falta de comunidades misionerasSi las parroquias se estancan porque se confunde camino con meta y no se construyen auténticas comunidades misioneras, todo tiende a volver a donde estaba, y entonces vuelven a ser una Iglesia de mantenimiento.
  3. Falta de visión. Si la parroquia pierde su pasión y su visión misioneras, y vuelve "a lo de siempre", a la "casilla de salida", las personas terminan regresando a sus "cosas" o marchándose a otros lugares, y entonces dejan de suscitar vocaciones y santos.
Lo que define nuestro modelo de parroquia no es lo que decimos sino lo que hacemos. Hacer Emaús, Effetá, Alpha, Proyecto de Amor Conyugal, Lifeteen, Seminarios de Vida en el Espíritu o lo que sea... con el único propósito de tener más gente en la parroquia y hacer lo de siempre, termina por agotarnos y por agotarse.

A estas alturas de la película, todos sabemos (o deberíamos saber) que los métodos no son un fin en sí mismo, sino el primer paso en el camino de una conversión personal, que consiste en cambiar la estructura mental y existencial, pero también de una conversión comunitaria, que consiste en cambiar la estructura de una Iglesia de llegada a la de una Iglesia en salida.

Ocurre que la mayoría de las parroquias que utilizan estos métodos no se preocupan demasiado por el fruto duradero, que es con el que damos gloria a Dios y como nos convertimos en discípulos de Cristo (cf. Jn 15,8.16). El fruto abundante y permanente pasa por formar discípulos que creen comunidad, que sean enviados y que lleguen a ser santos.  Son las "piedras vivas", todas distintas, necesarias y con el corazón en ascuas (Lc 24,32).
Desgraciadamente y por desconocimiento, se contentan con el fruto inmediato, que es el que queda estéril (cf. Mt 13,22), es decir, se conforman con recibir nuevos asistentes impactados que llenan bancos pero que no maduran ni se relacionan con otros miembros, salvo con los de su grupo. Son los "ladrillos cocidos" todos iguales, prescindibles y escaldados (Gn 11,3-4).

Por ello, es preciso discernir cómo hacemos lo que hacemos, es decir, analizar lo que hacemos para hacerlo con sentido. Y para eso, lo primero es preguntarnos:

¿Estamos engendrando hijos en la fe, a quienes acompañamos, alimentamos, educamos y damos cobijo hasta que alcancen la madurez y puedan salir al mundo, o nos limitamos a ser "playboys espirituales" que "engendran" y "procrean", para luego despreocuparse?

¿Estamos formando discípulos que generen comunidades sanas y en crecimiento o estamos estancados? o, peor aún, ¿estamos volviendo a la casilla de salida, al punto de partida?

¿Estamos construyendo verdaderas comunidades cristianas o estamos ofreciendo una amplia carta de actividades, grupos y eventos que no son transversales ?

¿Estamos suscitando vocaciones que testimonien su fe y su santidad para la salvación del mundo o estamos fabricando "buenas personas" sin más? 

¿Estamos "enardeciendo piedras vivas" o nos limitamos a "cocer ladrillos"?

Formar discípulos, construir comunidades y suscitar vocaciones solo es posible si, quienes utilizamos estos métodos, nos hacemos todos corresponsables en la edificación de una Iglesia de discípulos maduros, capaces de evangelizar para llevar la salvación al mundo entero por la gracia del Espíritu Santo y caminar todos juntos hacia el cielo.
Tras el método, llega la hora de la comunidad. Y ésta no se crea sola, por el mero hecho de poner en práctica un método. Requiere de una conversión formativa, catequética y sacramental profundas, y mucho más trabajo de parte de todos (sacerdotes y laicos) que el de un fin de semana o varias semanas de encuentros puntuales.

Somos muy agraciados. Dios nos está brindando muchas oportunidades (métodos) para seguir su camino, no para que nos quedemos a la mitad. El método es el primer paso, pero el itinerario sigue por la comunidad, y sólo su crecimiento da fruto: la vocación a la santidad a la que todos los hombres estamos llamados por Dios.

"Considerad, hermanos míos, un gran gozo 
cuando os veáis rodeados de toda clase de pruebas, 
sabiendo que la autenticidad de vuestra fe produce paciencia. 
Pero que la paciencia lleve consigo una obra perfecta, 
para que seáis perfectos e íntegros, sin ninguna deficiencia. 
Y si alguno de vosotros carece de sabiduría, pídasela a Dios, 
que da a todos generosamente y sin reproche alguno, 
y él se la concederá. 
Pero que pida con fe, sin titubear nada, 
pues el que titubea se parece a una ola del mar 
agitada y sacudida por el viento"
(Stg 1,2-6)

miércoles, 16 de julio de 2025

EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS. "EVANGELIO DEL CRISTIANO"

 
El evangelio según san Marcos es el segundo libro del Nuevo Testamento y el más breve de los cuatro evangelios canónicos, aunque es el más antiguo. Junto con Mateo y Lucas forma los llamados evangelios sinópticos, porque pueden leerse en paraleloDe los 678 versículos que componen el evangelio de Marcos:
    • 406 tienen paralelo en Mateo y en Lucas
    • 145 en Mateo 
    • 60 en Lucas
    • 51 no tienen ningún paralelo
Se trata de un evangelio cristológico que presenta de forma progresiva la identidad de Jesús, verdadero hombre y verdadero Dios, y que certifica con dos confesiones que cierran cada una de las dos partes del evangelio: la de san Pedro al proclamar "Tú eres el Mesías" (Mc 8,29) y la del centurión al decir "Verdaderamente, este hombre era Hijo de Dios" (Mc 15,39). 

Pero también, es un evangelio pastoral que presenta la identidad del discípulo como un seguidor comprometido escogido por Jesús (Mc 1,16-20; 2,13-14; 10,17-22), que forma un grupo más amplio que el de los "Doce" (Mc 4,10) y que está llamado a: 
    • seguir y permanecer junto a Jesús para estar en comunión con Él (discipulado)
    • ser pescadores de hombres (apostolado)
    • tener una actitud de servicio (entrega)
    • vivir una vida de renuncia y abandono total (martirio)
Autoría
Los Padres de la Iglesia (Eusebio de Cesarea, Papías de Hierápolis, san Ireneo de Lyon, san Justino) consideran a Juan (nombre judío) Marcos (nombre helenizado), sobrino de Bernabé, discípulo ("intérprete", "traductor", "secretario") de san Pedro y acompañante misionero de san Pablo, como su autor. 

Estrechamente vinculado a las dos máximas figuras del cristianismo naciente, es citado y presentado como "compañero de Pablo"​ (Col 4,10, en Flm 24, en 1 Tim 4,11, en Hch 12,12-25;13,15;15,37,) y como "hijo de Pedro" (1 P 5,13). 

Sin embargo, existen controversias sobre la autoría de Marcos y algunos autores niegan su origen apostólico, su exactitud y su unidad porque:
  • la teología presente en este evangelio parece más "paulina" que "petrina"
  • su maestro, Pedro, es presentado de manera desfavorable en algunos pasajes (Mc 8,33)
  • incurre en errores geográficos sobre Palestina, ilógicos en un judío como Marcos
  • el final del evangelio (a partir de Mc 16, 9), en el que se narran las apariciones de Jesús resucitado, es un añadido posterior por parte de un autor diferente al del texto principal
Fecha de composición
Según Clemente de Alejandría, el evangelio de Marcos se escribió al final de la vida de Pedro y según Ireneo de Lyon, tras su muerte, lo que sitúa su fecha de composición entre el 60 y el 70 d.C., un tiempo de crisis y persecución, según el propio evangelio (Mc 8,34-38; 10,30-45; 13,7-10):
    • 62 d.C.: martirio del apóstol Santiago, en Jerusalén
    • 64-67 d. C.: martirio de Pedro y Pablo, en Roma 
    • 70 d.C.: destrucción de Jerusalén
Algunos exégetas afirman que Marcos pudo haber escrito un proto evangelio en arameo a principios de los años 40 d.C., destinado a la comunidad de Judea, pues el autor parece dar por hecho que su público conoce a ciertos personajes jerosolimitanos de la época (los hijos de Simón el Cireneo) y ciertos hechos cercanos en el tiempo a la muerte de Jesús (la revuelta en la que participó Barrabás). Esto además explicaría la existencia del Papiro 7Q5.

Por otro lado, al partir Marcos junto con Pablo y Bernabé en su primer viaje misionero (46 d.C.), pudo haber traducido al griego su primera versión y haber añadido algunas explicaciones sobre las costumbres judías para que fuesen comprendidas por una comunidad que no estaba familiarizada con ellas.

Lugar de composición
Desde finales del siglo II, la tradición de la Iglesia sostiene que fue escrito en Roma (Papías, Ireneo, Clemente de Alejandría, Pastor de Hermas), basándose en:
  • las explicaciones de costumbres judías (Mc 7,3-4; 14,12; 15,42)
  • las traducciones de expresiones arameas (Mc 3,17; 5,41; 7,11)
  • las apariciones de latinismos como legión, centurión, denario, pretorio, cuadrante (Mc 6,27; 7,4; 15, 39.44-45) 
  • las alusiones al derecho y horario romanos (Mc 10,12; 13,35)
  • las explicaciones de la equivalencia entre monedas hebreas y romanas (Mc 12,42)
  • las presentación de un romano como el primero en reconocer la identidad de Jesús (Mc 15,39)
En todo caso, Marcos se dirige a una comunidad:
  • doméstica, por la presentación  que se hace de  "la casa", lugar donde Jesús instruye a sus discípulos (domus ecclesiae)
  • evangelizadora, por el vocabulario misionero (Mc 13,10; 14,9) 
  • organizada y jerarquizada, por la relevancia dada al grupo de "los Doce"
  • perseguida, por la situación de persecución (Mc 8,34-38; 10,30.35-45; 13,8-10) 
Lenguaje
Aunque Marcos recurre a la Septuaginta para escribir su evangelio en griego, presenta algunos giros y expresiones de origen semítico que sugieren, según los Padres de la Iglesia, que el texto podría haberse basado, al menos en parte, en fuentes arameas orales o escritas (Mc 1,11; 2,6; 3,4.16; 4,12; 5,41; 6,38; 7,2.11.34; 9,1; 14,36) dirigidas a los judíos y que podrían explicarse por tres razones principales:
  • fidelidad a las fuentes originales: el autor pudo haber mantenido ciertas expresiones arameas y semíticas para preservar la autenticidad y la integridad de las tradiciones orales y escritas que utilizó.  
  • traducción y explicación: el autor a menudo las traduce y explica en el propio texto para que sean comprensibles, ya que se dirige a una audiencia griega que desconoce el arameo o el hebreo: "Talitha kum" (Mc 5,41), "Abba" (Mc 14,36) o Corban (Mc 7,11).
  • enriquecimiento literario y teológico: el autor pudo haber tenido la intención de enriquecer el texto literaria y teológicamente, proporcionando un sentido de autenticidad y conexión con las raíces judías del cristianismo.
Estilo literario
Su estilo es vivo, popular y espontáneo, aunque su lenguaje es pobre y rudimentario.

Contiene pocos discursos de Jesús porque está más interesado por sus acciones que por sus palabras. En cambio, los relatos se desarrollan con abundancia de detalles, y en ellos Jesús aparece con las reacciones propias de un ser humano. 

Destinatarios y Contexto histórico
Redactado para una comunidad helenística radicada en algún lugar del Imperio Romano (en Italia) y formada por cristianos no judíos, griegos de origen gentil, que no conocían las costumbres judías (razón por la que el evangelista, en ocasiones, las explica).

Situación interna: actitud crítica y negativa (como en Mateo) hacia los fariseos y las autoridades judías del Sanedrín, culpándolos de la muerte de Jesús (más que a las romanas).

Situación externa: los cristianos son calumniados, perseguidos y martirizados a imitación del Maestro. Es el comienzo de las grandes persecuciones romanas iniciadas por Nerón.

Contenido
Ante esta situación de crisis y persecución, Marcos trata de fortalecer la fe en Cristo y el compromiso misionero y de servicio de la comunidad a imitación del Maestro presentando la identidad verdadera de Jesúsmostrando la identidad verdadera del discípulo.

La respuesta a la gran pregunta latente a lo largo de todo este Evangelio: "¿Quién es Jesús de Nazaret?" está en la cruz. Jesús no es el Mesías glorioso que esperaban sus contemporáneos, sino el Mesías crucificado. La cruz era el camino obligado para llegar a la Resurrección (no hay luz sin cruz). Por ello, el discípulo de Cristo está llamado a seguirlo por el camino del martirio.

Marcos destaca especialmente la humanidad de Jesús como Hijo de hombre y, a partir de ella, nos lleva progresivamente a descubrir en él su divinidad como Hijo de Dios. Porque detrás de su Persona se esconde un gran "secreto", el "secreto mesiánico", que sólo se revela en su Muerte y su Resurrección. 

De ahí las continuas órdenes de silencio de Jesús a sus discípulos con las que trataba de evitar equívocos y conclusiones precipitadas antes de que llegara "su hora", y con las que Marcos concluye muchos episodios que "desvelan" anticipadamente el misterio de su Persona (Mc 1,25.34.43-45; 3,12; 5,43; 7,36; 8,26.30; 9,9)

Estructura
El evangelio de Marcos puede estructurarse en dos grandes secciones, además de un prólogo y un apéndice:

PRÓLOGO (1,1-13)

1.-JESÚS, MESÍAS
    • REVELACIÓN DE JESÚS A LOS DIRIGENTES JUDÍOS (1,14-3,6)
      • Predicación de Jesús en Galilea (1, 14-15)
      • Llamada de los primeros discípulos (1,16-20)
      • Autoridad que asombra (1,21-45)
      • Autoridad que exaspera: cinco controversias (2,1-3.6)
    • REVELACIÓN DE JESÚS A SUS PARIENTES Y PAISANOS (3,7-6,6)
      • Actividad de Jesús (3,7-12)
      • Elección de los Doce (3,13-19) 
      • Incomprensión y calumnias (3,20-25)
      • Discurso parabólico (4,1-34)
      • Milagros (4,35-5,43)
      • Asombro e incomprensión de sus paisanos en Nazaret (6,1-6)
    • REVELACIÓN DE JESÚS A SUS DISCÍPULOS (6,6-8,30)
      • Actividad de Jesús (6,6)
      • Misión de los Doce y muerte de Juan el Bautista (6,7-13)
      • Herodes y el martirio de Juan (6,14-29)
      • 3 peregrinaciones y vuelta a Galilea: los panes (6,30-8,26)
      • Opiniones de la gente y confesión mesiánica de Pedro (8,27-30)
2.MESÍAS SUFRIENTE E HIJO DE DIOS
    • HACIA JERUSALÉN: REVELACIÓN DEL CAMINO DOLOROSO (8,31-10,52)
      • 1º Anuncio de la pasión y resurrección (8,31-33)
      • Instrucción catequética (8,34-9,29)
      • 2ºAnuncio de la pasión y resurrección (9,30-32)
      • Instrucción catequética (9,33-10,31)
      • 3ºAnuncio de la pasión y resurrección (10,32-34)
      • Instrucción catequética (10,35-52)
    • EN JERUSALÉN: REVELACIÓN COMO JUEZ Y SEÑOR DEL TEMPLO (11,1-13,37)
      • Acciones simbólicas mesiánicas (11,1-25)
      • Discurso mesiánico y controversias con los dirigentes judíos (11,27-12,44)
      • Discurso escatológico (13,1-37)
    • PASIÓN Y RESURRECCIÓN: REVELACION PLENA (14,1-16,8)
      • Unción entre conspiración y traición (14,1-11)
        • en el cenáculo (14,12-25)
        • en Getsemaní (14,26-52)
      • Juicio y Crucifixión
        • ante el Sanedrín (14,53-72)
        • ante Pilato (15,1-20)
        • en el Gólgota (15,21-41)
      • Sepultura y resurrección (15,42-16,8)
APÉNDICE (Mc 16,9-20)

jueves, 22 de agosto de 2024

EVANGELIZACIÓN: LO QUE FUNCIONA Y LO QUE NO


Desde hace poco más de una década, tras mi conversión, a pesar de mi inicial reticencia y de mi escaso conocimiento sobre la fe, el Señor me llamó, de una forma muy directa en un retiro de Emaús 

Sin apenas darme cuenta, Dios ha ido preparándome y capacitándome para poder cumplir la misión que me encomienda a través de: formación teológica, mariológica, litúrgica y bíblica, discipulado, grupos de fe y de Lectio Divina, servicios pastorales parroquiales y diocesanos, peregrinaciones, lecturas espirituales, congregaciones religiosas, encuentros y métodos de nueva evangelización (ENE, Alpha, Emaús, Effetá)... 

Después de todos estos años, uno se da cuenta de que España, y Occidente en general, han dejado de ser eminentemente católicos y han pasado a ser religiosamente indiferentes, tibios o agnósticos, mientras la Iglesia sigue manteniendo métodos, estructuras y lenguajes que "no llegan", que "no funcionan" y que no producen "frutos". Casi todos los sacerdotes han sido formados como si estuviéramos en el antiguo régimen de la Cristiandad y dan por hecho muchas cuestiones de los fieles que no se corresponden con la realidad. 

Es sorprendente comprobar hasta qué punto las personas carecen de una mínima formación cristiana en lo relativo a la liturgia, los sacramentos, la oración, la Escritura, etc. Y es porque nadie se lo ha enseñado. Y es que todos hemos dado por hecho que la civilización occidental sigue siendo cristiana. Y eso ya no es así.

Un estudio científico llamado "Buenas Prácticas en Parroquias", de febrero de 2023 sobre cómo evangelizan las parroquias, qué prácticas tienen, como renuevan sus estructuras, etc. demuestra que de las 22.000 parroquias existentes en España, tan sólo 300 han empezado alguna forma de "conversión pastoral y renovación misionera", a través de métodos kerigmáticos, itinerarios de discipulado, cambios de estructuras que no favorecen la transmisión de la fe, grupos de liturgia y de Biblia, formación de evangelizadores...

Es cierto, que tras varios lustros de nueva evangelización, se aprecia esta renovación pastoral en algunas parroquias que crecen orgánicamente; quizás a paso lento, pero firme y seguro, con la guía del Señor. 

Sin embargo, aún queda mucha mies por trabajar y pocos son los obreros (cf Mt 9,37), pero no hay que perder la esperanza porque Dios nos ayuda: "El Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho" (Jn 14,26).
Lo que no funciona
Lo más importante para un evangelizador es discernir lo que funciona y lo que no funciona en el terreno de misión. Lo que es cierto y seguro es que nada funciona sin el Espíritu Santo, sin una actitud de abandono en Dios y oración frecuente, de servicio y entrega altruista, y sin una disposición humilde y obediente.

No funcionan los intentos proselitistas de "convertir" a la fuerza, de convencer en lugar de contagiar, de forzar en lugar de respetar. Tampoco funcionan las antiguas pastorales de catequesis iniciáticas, sin antes entablar una relación personal con las personas que buscan a Dios. Nosotros nos interesamos por las personas pero no convertimos a nadie, es Dios quien lo hace.

La evangelización es infructuosa sin liderazgo, sin discipulado o sin acompañamiento. Esas son las claves y los frutos de la evangelización: organización, formación y caridad. 
Lo que sí funciona
Para que haya discipulado, lo primero que debe haber es una comunidad que acoja y acompañe, además de una corresponsabilidad entre sacerdotes y laicos que favorezca el crecimiento espiritual, uno liderando y otros sirviendo.

La evangelización funciona cuando nos interesamos de verdad por las personas, cuando las escuchamos. Muchos vienen con muchas dudas y preguntas sin contestar. Cuando las personas se sienten escuchadas (en una sociedad llena de ruido y que no escucha) es cuando se abren y preguntan. 

Es entonces cuando se puede empezar a hablarles, pero nosotros sólo mostramos a Cristo con nuestro testimonio de vida, para que Él responda sus dudas, mientras les acompañamos en el camino. Todo discípulo necesita un mentor, un acompañante que le sostenga y le ayude mientras "va de camino". Pero Maestro, sólo hay Uno.

Para que este discipulado sea duradero y de frutos, necesitamos colaborar con los sacerdotes, formar líderes y establecer grupos (que no coordinadores ni equipos) que utilicen todas las diferentes herramientas humanas y divinas que tenemos a nuestro alcance (cf Sal 78).

Dios nos pide un cambio de mentalidad, tanto en los sacerdotes como en los laicos. Nos pide dejar de estar aferrados a la vieja mentalidad de mantenimiento, de fe introspectiva y privada, de total inacción misionera y nulo compromiso evangelizador. 

Necesitamos directores de orquesta, no hombres-orquesta que intenten tocar a la vez todos los instrumentos. La evangelización requiere hoy una orquesta, compuesta por su director y sus solistas, sus instrumentos y sus intérpretes... formada por un líder, servidores y herramientas que "suenen" correcta y armónicamente.
Sacerdotes, laicos, diáconos, religiosos...todos "tocan", todos evangelizan. Pero en la evangelización es el párroco quien dirige y lidera la orquesta, desde la cercanía y la escucha, desde la corresponsabilidad y la delegación.

Lo que Dios nos pide
Jesús, que hace nuevas todas las cosas (cf Ap 21, 5), nos pide hacer cambios y utilizar nuevos métodos de evangelización. Nos pide hacer nueva la forma de tratar a las personas que se acercan a la Iglesia y a los sacramentos, la forma de vivir la fe comunitariamente. 

El Espíritu Santo, que ha derramado el amor de Dios en nuestros corazones (cf Rom 5,5), nos suscita, tanto a sacerdotes como a laicos, la imperiosa necesidad de cultivar la caridad: acoger, acompañar, formar y discipular, porque, por desgracia, al crecer la maldad (en el mundo), se ha enfriado el amor en la mayoría (cf Mt 24,12) de nuestras comunidades parroquiales. 

No se trata tanto de poner en marcha una pastoral de nuevos métodos que caigan en la tentación del activismo, sino de generar una nueva forma de construir auténticas comunidades cristianas.
Es nuestra misión reedificar una Iglesia que ha dejado de "salir" al mundo y que ha olvidado el "amor primero" (Ap 2,4); que se ha contagiado de los falsos ídolos del mundo (Ap 2,14-15;20-21); que se ha vuelto "autosuficiente" y "complaciente", y se cree a salvo (Ap 3,1); que se mantiene "cumpliendo" con tibieza y a duras penas (Ap 3,15-16); que sólo crece en incertidumbre, que se pone a la defensiva y no se deja corregir (Ap 3,19); que contagia compasión...más que pasión, que inspira pena...más que alegría (Ap 3,17).

Es nuestra tarea (de todos) rescatar esa mentalidad "evangelizadora" para "construir" discípulos y no para "mantener" reuniones y edificios.

Es nuestra labor (de todos) retomar esa mentalidad originaria de formar hombres apasionados de Cristo que contagien a otros y no para seguir haciendo lo que se ha hecho "siempre".

Un cristiano, por mucho que vaya a misa (más por lo que cree que debe hacer, que por creer que va al encuentro de Cristo), no es maduro hasta que no se convierte en discípulo, es decir, hasta que no está en misión, mientras se forma y contagia a otros su pasión evangelizadora

Un cristiano, por mucho que consuma sacramentos (más por inercia y tradición que por conocimiento de lo que ello supone) no es fructífero hasta que no se convierte en discípulo, es decir, hasta que no "se pone manos a la obra" y "sale" a evangelizar

Es nuestra misión (de todos) descartar lo que no funciona y asumir lo que funciona.

viernes, 9 de agosto de 2024

MEDITANDO EN CHANCLAS (9): SI ALGUNO QUIERE...

"Entonces dijo a los discípulos: 
«Si alguno quiere venir en pos de mí, 
que se niegue a sí mismo, 
tome su cruz y me siga. 
Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; 
pero el que la pierda por mí, la encontrará. 
¿Pues de qué le servirá a un hombre ganar el mundo entero, 
si pierde su alma? 
¿O qué podrá dar para recobrarla? 
Porque el Hijo del hombre vendrá, con la gloria de su Padre, 
entre sus ángeles, y entonces pagará a cada uno según su conducta. 
En verdad os digo que algunos de los aquí presentes 
no gustarán la muerte hasta 
que vean al Hijo del hombre en su reino" 
(Mt 16,24-28)

Si con Adán caímos en la soberbia del pecado, en Cristo subimos a la humildad de la cruz. El camino de un cristiano es un camino "cuesta arriba", de cruz, de negación y de imitación de nuestro Maestro. 

El discipulado cristiano es un planteamiento radical y exigente que no admite tibiezas. Si nos consideramos cristianos debemos estar dispuestos a correr la misma suerte que Cristo que implica frecuentemente dificultades, calumnias y persecuciones. Aceptarlo sin condiciones es cargar con la cruz. 

Jesús nos dice "si alguno quiere..." ¡Cómo las lanza el Señor! …Expone toda su divina pedagogía sin quebrantar, sin imponer, sin exigir y nos ofrece una opción, una alternativa, una propuesta de vida que no es fácil ni sencilla, pero que es libre.

"Querer seguirlo", implica aceptar y asumir libremente el compromiso que Cristo nos propone

"Que se niegue a sí mismo": Negarse a uno mismo para afirmar a los demás es desprenderse de egoísmos y comodidades para ofrecer la vida a otros, es amar a Dios a través del servicio y la entrega a los hermanos, es olvidar mi "yo" para preocuparse del "vosotros". 

"Tome su cruz". Supone un camino duro y pesado de calvario, difícil pero dinámico y generoso, que conduce a un final que no es el fracaso de la muerte sino la victoria del amor: tomar la cruz para ganar la corona. 

"Y me siga". Nada de lo que Jesús nos propone es un imposible. Nada de lo que nos plantea es algo que no haya hecho Él antes. Es un seguimiento "a contracorriente" y, por tanto, arduo pero la recompensa merece la pena. 
Ahora bien, tenemos que saber lo que supone seguir a Cristo:

"Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí, la encontrará". Es la gran paradoja del evangelio: una llamada a morir para vivir. "Perder la vida" es "desvivirse por Dios y por el prójimo". Supone obediencia y humildad pero, sobre todo, un amor excelso que entrega el cuerpo para ganar el alma

"Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras". Cristo nos promete dos cosas: la primera, que regresará y la segunda, que hará justicia
Por otro lado, en Lucas 9, 57-62, Jesús se anticipa a nuestros cuestionamientos y propuestas, avisándonos de lo que supone el camino que nos propone:
  1. "Mientras iban de camino, le dijo uno: 'Te seguiré adondequiera que vayas'. Jesús le respondió: "Las zorras tienen madrigueras, y los pájaros del cielo nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza". Jesús nos avisa, para no llevarnos a engaño, que seguirlo supone abandonar las seguridades y las comodidades humanas.
  2. A otro le dijo: 'Sígueme'. Él respondió: 'Señor, déjame primero ir a enterrar a mi padre'. Le contestó: 'Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios'. Su propuesta implica renunciar a los lazos humanos y los vínculos familiares.
  3. Otro le dijo: 'Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de los de mi casa'. Jesús le contestó: 'Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás vale para el reino de Dios'. El seguimiento de Cristo implica anteponer a Dios sobre todas las cosas.
La negación y la cruz son el camino de exigencia que Jesús ha recorrido antes. 

No hay cristianismo al margen de la humildad, del "abajamiento", de la renuncia a uno mismo. 

No hay cristianismo sin entrega de la vida, sin desapego a los bienes o a los deseos, o incluso a la propia familia y amigos... "Quien no muere para nacer del espíritu, no puede entrar en el Reino de los cielos" (Jn 3, 5).

¿Elijo ir en pos de Ti? ¿Soy consciente de lo que ello supone? ¿Estoy dispuesto a negarme, a tomar mi cruz y seguirte? ¿Estoy dispuesto a renunciar a mis expectativas y deseos, a mis posesiones, familia y amigos? ¿incluso a renunciar a mi propia vida, y anteponerte a todas las cosas? 

"Señor, ayúdame" (Mt 15,25)…a serte fiel, a saborear la cruz sirviendo a los demás, y a seguirte hasta el final.


JHR

jueves, 3 de junio de 2021

EL IMPERATIVO DEL DISCIPULADO


¿Cómo invocarán a aquel en quien no han creído?
¿Cómo creerán en aquel de quien no han oído hablar?
¿Cómo oirán hablar de él sin nadie que anuncie? 
y ¿Cómo anunciarán si no los envían?"
(Rom 10,14-15)

Hablábamos en un artículo anterior de la necesidad de la formación cristiana: nos referíamos al discipulado. Jesús, en Mt 28,19-20, nos dice que es imperativo ir, primero, y después, hacer discípulos: "Id, pues, y haced discípulos". No hay dudas ni excusas para no hacerlo. Es Palabra del Señor. No se trata de estar aparcados en el hangar sino de conducir nuestra fe en "piloto manual".

Cristo utiliza un imperativo, "Id", para enviarnos a la misión, para salir de nuestras comodidades y rutinas, para salir de donde estamos, a buscar a los que están fuera. Y ese "id" significa, fundamentalmente, "al mundo", es decir, a todos. No hace falta salir del país para estar "en misión", ni de la ciudad ni del barrio, ni siquiera de nuestras parroquias. 

El mandato sigue con un "Pues"...para decirnos ¿a qué esperáis? El Señor no nos dice... "cuando podáis" o "cuando queráis" ni tampoco "esperad a que vengan", sino "Id ya", "ahora"... hoy mismo. Tenemos que ponernos en acción ya mismo.

La urgencia imperativa de la evangelización es palmaria y notoria en las palabras de Jesús, porque el tiempo se agota, porque los que se han alejado de Dios y de la Iglesia no se van a acercar por sí solos. Nosotros (todos) tenemos que salir a buscarlos a los caminos por donde se han perdido, incluso en aquellos que están dentro de nuestras comunidades parroquiales. 

¿Para qué ir? para "Haced discípulos". El discipulado es la razón de "ir". Significa que, una vez hemos ido en busca de los que están alejados de Dios, ya sean hermanos prójimos o hermanos mayores, tenemos que mostrarles a Cristo para que tengan una experiencia real del Resucitado. Sólo así, uno se convierte en discípulo. 
¿Cómo hacer discípulos? "Bautizándolos", es decir, lo primero de todo es introducir a quienes han experimentado a Cristo en la Iglesia, integrarles en la familia de Dios trino.  Sólo así, un discípulo se convierte en hijo de Dios.

¿Para qué bautizarles? para "enseñarles todo lo que Jesús nos ha mandado", es decir, formarles en la fe cristiana, enseñarles la doctrina de la Iglesia, configurarles en Cristo. Sólo así, un discípulo se convierte en cristiano.

Para concluir, Jesús nos asevera con rotundidad "Y sabed estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos". No es una simple frase de despedida sino una solemne afirmación de que Cristo está con nosotros, en la Iglesia. Está esperando...

Hacer discípulos en casa
Pero hoy querríamos referirnos a ir y hacer discípulos dentro de nuestras parroquias. No todos los creyentes son discípulos (Diferencias entre un creyente y un cristiano

Reconozco que mi fervor de "joven cristiano", de "hijo pródigo", de "converso" y mi pasión por Dios pueden "chocar" con algunos que son creyentes católicos hace mucho tiempo. 
Puede que algunos de mis hermanos mayores se hayan vuelto distraídos, complacientes o incluso apáticos. Puede que consideren que, por el hecho de estar en la casa del Padre, "sirviendo y sin desobedecer nunca" (Lucas 15,29), tienen todo hecho, cumplido y ganado.

Puede que se hayan convertido en observadores pasivos, en cumplidores de ritos o quizás en creyentes sonámbulos. Puede que se hayan transformado en espectadores o consumidores de sacramentos y crean que han llegado ya a su máximo grado de madurez espiritual.

Puede que hayan perdido de vista sus necesidades espirituales más profundas o su interés por seguir creciendo en el amor de Dios. Puede que hayan perdido la "sed" o que hayan puesto su fe en "piloto automático". No lo afirmo, tan sólo digo que..."puede".

Lo que sí afirmo es que el crecimiento espiritual de una comunidad parroquial es su característica más importante y su objetivo principal. 

Un cristiano siempre está deseoso de crecer; un seguidor de Cristo siempre está ávido por aprender de Él; un discípulo siempre está sediento de una relación más profunda con Cristo; un cristiano siempre está dispuesto a comprometerse más con Él y siempre está presto a ofrecerle su corazón. Si no es así...es que su corazón no arde...es que algo falla.

El discipulado es...
El discipulado es un proceso que dura toda la vida, un camino de profundización en la relación con Jesucristo, un viaje y no un destino en el que siempre es posible aprender y crecer, madurar y profundizar espiritualmente. 

El discipulado no tiene como objetivo buscar personas para "llenar huecos", ni buscar voluntarios para "hacer cosas", ni buscar feligreses para "aligerar cargas" al párroco. El discipulado es la base del crecimiento espiritual individual y colectivo de una parroquia

El discipulado es el foco central de una comunidad vibrante y entusiasta en la que sus miembros descubren y potencian los dones y talentos que Dios les ha dado, y los ponen a Su servicio. 
El discipulado supone la continua renovación espiritual y pastoral de toda la parroquia a través del compromiso individual y colectivo, y que conduce a la edificación de una comunidad cristiana espiritualmente madura, sólida e inspiradora.

El discipulado conduce hacia la adopción de un fuerte sentido de pertenencia, de unión y de identificación con la comunidad. 

El discipulado crea un efecto contagioso que se expande a las relaciones, no sólo entre las personas sino con Dios, y que traspasan las paredes de la parroquia. El discípulo no acude sólo a la Eucaristía en el templo sino que vive una vida eucarística.

Tener un plan de discípulado
Pero, por sí mismo, participar activamente en las actividades parroquiales no contribuye a un crecimiento del amor a Dios y a los hermanos ni garantiza un mayor compromiso con Cristo. 

Es necesario, primero, evaluar nuestra parroquia ¿En qué tiene que crecer?

En segundo lugar, elaborar un plan de discipulado ¿Qué hacer y quién debe hacerlo? revisarlo continuamente ¿Produce frutos? 

En tercer lugar, buscar los talentos que Dios ha colocado entre los bancos de la parroquia ¿Dónde están? y ponerlos a rendir ¿Nos sigues?

En cuarto lugar, exhortar a todos a dar el siguiente paso ¿Hacia dónde vamos? es decir, todo debe conducir al encuentro con Cristo.

El discipulado favorece poderosamente el crecimiento espiritual, conduce hacia un mayor compromiso y generosidad, genera un "efecto dominó", provoca una mayor participación y aportación de recursos humanos y materiales, y produce un mayor sentido de unión y comunidad fraterna...nos hace "sentirnos en casa".

¿Vamos, pues, y hacemos discípulos?

jueves, 27 de mayo de 2021

NECESITAMOS FORMACIÓN

"¿Hasta cuándo, ignorantes, amaréis la ignorancia,
y vosotros, insolentes, recaeréis en la insolencia,
y vosotros, necios, rechazaréis el saber?
Prestad atención a mis razones,
derramaré mi espíritu sobre vosotros,
quiero comunicaros mis palabras"
(Pro 1,22-23)
Hace algún tiempo, en un retiro de Emaús, me regalaron una pulserita verde que siempre llevo en mi muñeca y en la que está escrita una inscripción de San Alberto Hurtado que dice: "¿Qué haría Jesús en mi lugar?" 

Reconozco que esta pregunta me ha sacado de mi ignorancia, de mi insolencia y de mi necedad anteriores. Sin duda, ha sido una gran ayuda colocarme en el lugar de Cristo para saber cómo obrar en cada momento, sobre todo, cuando le sirvo, en el ámbito de la evangelización

Pero ¿Cómo responder a la pregunta si no conozco a fondo a Cristo? ¿Cómo discernir lo que Jesús haría en mi lugar si no tengo una relación lo suficientemente estrecha como para saberlo? ¿Cómo salir de mi ignorancia, de mi insolencia y de mi necedad?

La fe cristiana es el encuentro y la relación íntima con Jesucristo. Una vez que nos hemos encontrado con Él y le hemos reconocido, necesitamos establecer una profunda e íntima relación con Él, seguir dejándonos amar y rociar por el Espíritu Santo, escuchar y alimentarnos de lo que nos dice a través de su Palabra, de la Tradición y el Magisterio de la Iglesia, entablar un diálogo personal con Él en la oración, para finalmente, servirle y amarle.  

Porque lo que Jesús haría en mi lugar sería, sin duda, amar y servir. Pero para amar y servir tengo que conocer. Y no se puede servir y amar lo que no se conoce. Por tanto, necesito profundizar en el conocimiento de Cristo, es decir, necesito formación. Todos la necesitamos, y la necesitamos ya.
Formarme no significa convertirme en teólogo o en un erudito en cristianismo, sino conocer cuánto me ha amado Dios en Jesús, saber cómo puedo agradarle siempre más y ofenderle menos, conocer su voluntad y saber qué tiene pensado para mí. 

Como discípulo del Maestro, mi misión es estar constantemente aprendiendo de Él, entender su plan para mí, conocer la vocación a la que me llama, para así, ser sal de la tierra y luz del mundo.

Sin conocer la Verdad, sin ser fiel a la doctrina de la Iglesia, a quien Cristo ha encomendado la misión de evangelizar, no sólo no puedo saber lo que Jesús haría en cada circunstancia de mi vida, tampoco puedo ser un apóstol eficaz.
"El arte del apostolado es arriesgado. La solicitud por acercarse a los hermanos no debe traducirse en una disminución de la verdad.... Sólo el que es totalmente fiel a la doctrina de Cristo puede ser eficazmente apóstol. Y sólo el que vive con plenitud la vocación cristiana puede estar inmunizado de los errores con los que se pone en contacto(Pablo VI).
Pero no necesito dejar de evangelizar hasta alcanzar una formación completa, un conocimiento total de Cristo. Si esperara a eso, nunca haría nada. Puedo ser discípulo junto a otros discípulos, aprender mientras enseño a otros, compartir mientras comparto con otros, formarme mientras formo a otros...como hacían los apóstoles. 
"El imperativo de actuar hoy y con urgencia procede de las necesidades que son verdaderamente inmensas para quien sabe darse cuenta... He aquí la hora de los laicos. Es preciso empezar a trabajar hoy mismo, porque tal es la ley de la conciencia cristiana. Cuando se ha oído enunciar un deber no se dice: 'lo haré mañana'. Se debe actuar inmediatamente"  (Pablo VI).
En el mundo actual, el Enemigo ha cambiado el terreno original de la batalla espiritual. La Serpiente antigua ha modificado sus tácticas y sus estrategias llevándolas al plano ideológico, cultural y educacional, donde consigue mejores resultados que en el físico. 
Hoy, Satanás no busca una lucha frontal de sangre y destrucción como antaño, sino una guerra incruenta de confusión y corrupción; no quiere matar con actos sino envenenar con ideas; no quiere mártires sino apóstatas; no quiere víctimas sino desertores. 

Para poder entrar en el combate ideológico de nuestro tiempo, tenemos muchas armas que Dios pone a nuestra disposición:

Necesitamos estar alerta y vigilar a través de la oración para que nuestra fe, esperanza y caridad aumenten. 

Necesitamos leer, estudiar, meditar a través de la formación en la Tradición y el Magisterio de la Iglesia. 

Necesitamos obtener los dones de sabiduría, entendimiento, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios a través del Espíritu Santo para que nuestra voluntad se ponga en marcha.

Necesitamos recibir la gracia y la paz a través de los sacramentos para que nuestra perseverancia haga frente a las insidias y maldades con las que el Enemigo quiere hacernos caer.

Necesitamos conocer la Luz y la Verdad de Cristo a través de la Palabra de Dios para que nuestra resistencia haga frente a las mentiras y falsedades con las que Satanás pretende desvirtuar nuestras conciencias.
En definitiva, necesitamos formación y misión, oración y acción, verdad y justicia. Y en todo, amor.
"Mi doctrina no es mía, sino del que me ha enviado; el que esté dispuesto a hacer la voluntad de Dios podrá apreciar si mi doctrina viene de Dios o si hablo en mi nombre. Quien habla en su propio nombre busca su propia gloria; en cambio, el que busca la gloria del que lo ha enviado, ese es veraz y en él no hay injusticia"(Jn 7,16-18).



 

JHR

viernes, 23 de octubre de 2020

EVANGELIZACIÓN 2.0: DISCIPULAR CONVERSOS

"Nadie puede venir a mí 
si no lo atrae el Padre que me ha enviado...
Serán todos discípulos de Dios. 
Todo el que escucha al Padre y aprende, 
viene a mí" 
(Juan 6,44-45)

Hace cinco años, en mi artículo Iglesias portaaviones, escribía sobre la urgencia de la conversión pastoral de la Iglesia, sobre la necesidad de pasar de ser cruceros a portaaviones. 

Un cambio de paradigma al que nos han venido exhortando los papas (Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco) en sínodos, encuentros y encíclicas (Lumen GentiumRedemptoris MissioEvangelli NuntiandiiVerbum Domini, Evangelii Gaudium) bajo expresiones como "Nueva Evangelización", "La Iglesia existe para evangelizar", "Iglesia en salida", etc.  

Y gracias a la acción del Espíritu Santo que, en los últimos años, ha guiado a la Iglesia para poner práctica distintos metodos de evangelización (Cursillos de Cristiandad, Apha, Emaús, etc.) que han producido muchos frutos, han hecho regresar a muchos "hijos pródigos", que se habían alejado de la Iglesia (entre los que me encuentro yo también).
Ahora, escribo y reflexiono sobre la importancia y la imperiosa necesidad de que la Iglesia dé un nuevo paso en su misión: Evangelización 2.0. Es decir, de la evangelización al discipulado, priorizar la acogida, ayuda y formación de todas las personas que han vuelto, y que continúan regresando a la Casa del Padre, es decir, acoger atender y preparar a los conversos.

No podemos limitarnos a evangelizar y luego volvernos a casa sin más, dejando a las personas sin guía. Es necesario acoger, acompañar y discipular a los "evangelizados". Si no lo hacemos, el fruto caerá en tierra y se pudrirá. Transcurrido un tiempo, la personas que regresaron, volverán a marcharse. 

Muchas veces lo hemos escuchado, dicho y repetido: el fruto de la evangelización no consiste en llenar parroquias los domingos, sino en los evangelizadores que envía y en los discípulos que genera.

La Iglesia evangelizadora no es un crucero placentero donde disfrutamos todos como pasajeros. Es algo más: es un portaviones en continua actividad que envía y recibe aviones, que repara y reposta a los que llegan para volver a enviarlos. Es un navío donde los pasajeros están en continuo adiestramiento.

El regreso de los "hijos pródigos" no tiene sentido alguno, si una vez en casa, no les devolvemos su dignidad, no les vestimos, no les calzamos, no les ponemos el anillo y no les ofrecemos el novillo cebado. 
No tiene sentido, si al cabo de un tiempo, dejamos descuidados los aviones en los hángares del portaviones, o si no los reparamos, preparamos y equipamos para nuevas misiones, o incluso, si quedan inservibles para la acción. 

La evangelización no tiene sentido sólo por el acto en sí de envangelizar, si al cabo de un tiempo, los que regresaron, se vuelven a marchar a aquel "país lejano" del que vinieron, porque no les hemos acogido ni prestado la atención debida. Eso es lo que la párabola nos exhorta a hacer: acoger, acompañar, preparar...discipular.

Como decía en el artículo antes citado, el mayor enemigo de la evangelización somos nosotros mismos. Volvemos de las misiones con "prisioneros rescatados", pero seguimos siendo "cortos de miras", al no saber qué hacer con ellos, al no escuchar lo que el Espíritu Santo nos dice a través de la Iglesia, de la Tradición, el Magisterio y la Palabra de Dios.

No se trata de llenar las parroquias como si fueran "trasteros", donde acumulamos de todo "por si acaso", pero no utilizamos nada. No se trata de organizar retiros evangelizadores o acciones misioneras para "ocuparnos" en muchas cosas que carecen de sentido sobrenatural. Porque todo eso no evangeliza. 

Se trata de adiestrar continuamente a los hombres y mujeres que son rescatados del Enemigo y acogidos en el "portaaviones" (y a la dotación, también), para formar un ejército de "rescatadores de almas" para Dios. 
Se trata de preparar grupos para misiones específicas, incluso a veces, "imposibles", porque todos corremos el peligro de caer en manos del Enemigo y volver a ser "prisioneros de guerra".

Se trata de entrenar equipos especiales que, primero, deben ser adiestrados en la supervivencia como cristianos para, después, conocer las tácticas de defensa y ataque, y así, emprender la misión y liberar a otros prisioneros.

Sólo un ejército bien dotado y equipado, entrenado y adiestrado, puede embarcarse en nuevas misiones que acaben con éxito. Sin la preparación adecuada, no se puede "luchar".