¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.

sábado, 16 de mayo de 2020

JOSUÉ: LA FE DERRUMBA MURALLAS

"En cuanto el pueblo oyó el son de la trompeta, 
todo el pueblo lanzó un poderoso alarido de guerra. 
Las murallas se desplomaron 
y el ejército se lanzó al asalto de la ciudad, 
cada uno desde el lugar que tenía enfrente; 
y la conquistaron."
(Josué 6, 20)

Continuamos nuestro viaje junto a Josué y al pueblo de Israel, deteniéndonos hoy a las puertas de Jericó, ciudad que simboliza el mundo y que estamos llamados a conquitar.

 

Conquista de Jericó

Tras las disposiciones dadas por Dios a Josué, al amanecer del primer día, comienza la procesión litúrgica según el Señor había indicado:

 

Al séptimo día, Josué se levantó de madrugada, es decir, a la salida del sol, con la Luz. Es una prefiguración de la resurrección de Jesucristo.

 

-y los sacerdotes tomaron el Arca del Señor, Dios se hace siempre presente a través de los sacerdotes, de la doctrina de la Iglesia, de la Eucaristía y los sacramentos de la Iglesia. Es el Señor quien derriba los muros de Jericó, no nosotros.


 

-Los siete sacerdotes que llevaban las siete trompetas iban tocándolas mientras caminaban, como sucede también en el libro de Apocalipsis, suenan siete trompetas que prefiguran la llegada del Cordero, de Jesucristo.

 

Cada día, el ejército (de ángeles) marcha delante del Arca con los sacerdotes, y el pueblo (hombres) detrás, dan una vuelta a la ciudad, excepto el séptimo día, que dan siete vueltas.

 

-El día séptimo, se levantaron al alba, los hijos de Dios actúan siempre en la luz y sus obras están siempre al descubierto. No hay engaño ni nada que ocultar. Son los hijos de la luz.

 


-y dieron siete vueltas a la ciudad, alegoría de los días de la creación de Dios.

 

-Al dar la séptima vuelta y tras el sonido de las trompetas de los sacerdotes, que representan también los sacramentos.


-Josué ordena al pueblo: ¡Gritad, que el Señor os da la ciudad!, Cristo nos enseña a orar al Padre (Padrenuestro) y es Dios quien nos entrega a nuestros enemigos a través de la oración. 


Dios no necesita nuestra ayuda para hacer las cosas. Los que necesitamos su ayuda somos nosotros y por eso, con humildad, reconociendo nuestra debilidad y que sin Dios no podemos nada, gritamos (rezamos).

 

Al gritar (rezar), los “siervos del Señor” demostramos nuestra fe y confianza en Él a través de la obediencia a sus disposiciones para el servicio: oración, obediencia y humildad.

 


Es la fe en Dios la que produce milagros, mueve montañas, abre aguas y derriba murallas y salva vidas: “Por fe, la muralla de Jericó, después de ser rodeada durante siete días, se derrumbó. Por fe, la prostituta Rajab acogió amistosamente a los espías y no pereció con los rebeldes.” (Hebreos 11, 30-31).

 

-La ciudad, con todo lo que hay en ella, está consagrada al exterminio, excepto la prostituta Rajab y todos los que estén con ella en casa, porque escondió a nuestros emisarios, prefigura el destino del Imperio del mal (el mundo) que San Juan relatará en el Apocalipsis: “exterminio”. Todos mueren excepto Rajab (la Iglesia), y los que están en ella (los cristianos fieles), que se salvan porque, por la cinta roja (los méritos de Jesucristo), le han acogido en el corazón y guardado sus mandamientos (al esconder a sus emisarios en la parte más alta de su casa).



-Cuidado no prevariquéis quedándoos con algo… Toda la plata y el oro y todos los objetos de bronce o de hierro están consagrados al Señor, se refiere a que no nos atribuyamos méritos y ganancias de las obras de Dios porque la gloria es siempre para el Señor. También se refiere a que no guardemos nada “mundano” en nuestros corazones (vicios, costumbres, falsas doctrinas o ideas paganas), a que no amemos las cosas del mundo, a que no mezclemos las cosas que son de Dios con las del mundo.

 

-Al son de las trompetas, todo el pueblo lanzó un poderoso alarido de guerra y las murallas se desplomaron, se refiere a que después de un acto litúrgico, tras rezar, invocar y glorificar a Dios, las murallas que nos impiden seguir a Dios, se desploman, todos los impedimentos se derrumban para “asaltar” la ciudad.   


                  

-y el ejército se lanzó al asalto de la ciudad, se refiere a que nuestras fuerzas (virtudes, dones y actos de fe) asaltan el mal.

 

-cada uno desde el lugar que tenía enfrente; y la conquistaron, cada uno contra sus propios defectos, faltas y pecados, y los vence; contra todo aquello que impide al hombre tener una relación con Dios y caminar tras Él.

 

-consagraron al exterminio todo lo que había dentro; todo lo pasaron a cuchillo. Se refiere a que destruyen todo el mal que hay en sus corazones a la luz de la Palabra de Dios, la espada de doble filo que penetra en el alma.

Josué encarga a los dos hombres que habían explorado Jericó que vayan a sacar a Rajab y a todos los de su casa, y les respeta la vida, es decir, les saca de la esclavitud del pecado.

 

Esta escena vuelve a recordarnos la parábola del Hijo Pródigo (Lucas 15, 11-32).

 

Ahora no sólo forma parte del pueblo de Dios, sino que Rajab pasa a formar parte de la genealogía del Mesías (Mateo 1,1-5): Rajab es la madre de Obed, la abuela de Jesé y la bisabuela de David. También se la menciona en la carta a los Hebreos 11, 31-33 y en la de Santiago 2, 24-26, como ejemplo de fe que se confirma en las obras.

 

Dice el apóstol Santiago queel hombre se salva por las obras y no sólo por la fe.” Pero sin acogida, no hay fe, porque la acogida de Dios en nuestro corazón exige ofrecer, entregar y poner en peligro nuestra vida para acoger a otros. Y sin obras, tampoco hay fe, porque no sólo se trata de acoger a Dios en la intimidad sino hacerlo visible en nuestras vidas y poner todo cuanto tenemos a su entera disposición, a su servicio.

 

Es en la Eucaristía donde Dios nos acoge, donde le acogemos con toda nuestra alma y con todo nuestro cuerpo, donde nos ofrecemos a Él como único Dios vivo y verdadero y donde le ofrecemos toda nuestra vida. Es en la Eucaristía donde un cristiano demuestra y confirma su fe.

Maldición de Jericó

-Tras sacar a Rajab y a su familia de Jericó, prendieron fuego a la ciudad con cuanto había en ella, que prefigura la destrucción del templo de Jerusalén en el año 70 d.C.



-¡Maldito sea ante el Señor el hombre que reedifique esta ciudad!  ¡A costa de su primogénito echará sus cimientos y a costa del hijo menor asentará las puertas! Jericó es destruida y está maldición profetiza su reconstrucción por el malvado rey Acab, 400 años después. Jesús, durante su vida pública, visitará Jericó, donde sanará al ciego Bartimeo (Lucas 18,35) y cenará con el publicano Zaqueo (Lucas 19,10).

 

Espiritualmente, “maldice” a quien trata de volver a levantar una “ciudad” donde el rey no es Dios sino el “rey de este mundo”. Significa que una vez que nos hemos convertido, que hemos entregado nuestras vidas a Dios y hemos sido purificados de todas nuestras culpas pasadas, no debemos volver a reconstruir otra “Jericó mundana” porque tenemos que seguir camino, hacia la Jerusalén celeste.

 


Bibliografía:

-"La Tierra Prometida" (Beatriz Ozores, Radio María)

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