¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.
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viernes, 12 de agosto de 2022

MEDITANDO EN CHANCLAS (13): NO IMPIDÁIS A LOS NIÑOS ACERCARSE A MÍ

 
"¡Dejadlos, no impidáis a los niños acercarse a mí!"
(Mt 19,13)

En el evangelio de hoy vemos como para los discípulos, los niños no son importantes. Ellos andan preocupados por las "cosas de adultos"... y los niños "estorban". 

A pesar de que días antes en Galilea, Jesús les había dicho: "En verdad os digo que, si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos" (Mt 18,3-4), los apóstoles no han entendido cuáles son las virtudes necesarias para entrar en el Reino de los Cielos.

Para Jesús, los "niños" son el reflejo del Cielo: son aquellos que viven con inocencia y con bondad; aquellos que escuchan con docilidad y sin prejuicios; aquellos que aprenden con humildad y obediencia; aquellos que hablan con sinceridad y sin miedo; aquellos que no andan preocupados y agitados por el futuro; aquellos que ponen la seguridad y la confianza en un Padre que los ama y que cuida de ellos.

Para Jesús, los "niños" son aquellos que son mansos y limpios de corazón, a quienes bendice; aquellos que son pobres de espíritu y pacíficos, a quienes llama "dichosos", "bienaventurados", porque de ellos es el Reino de los Cielos .

El Salmo 50 nos pone en la dirección correcta y nos anima a pedirle a Dios: 

"Borra mi culpa, lava del todo mi delito, limpia mi pecado"
"Crea en mí un corazón puro y una mirada limpia"
"Renuévame"
"Devuélveme la alegría"
"Haz de mi corazón un corazón de niño que renuncie a la soberbia y la autosuficiencia"
"Ayúdame a convertirme en un niño para saber acogerte como el mejor regalo"
"Enséñame a abandonarme en Ti y que nada me impida acercarme a Ti"

Señor, hoy te pido lo que reza en la canción:

Renuévame Señor Jesús
Ya no quiero ser igual
Renuévame Señor Jesús
Pon en mi tu corazón

Porque todo lo que hay dentro de mi
Necesita ser cambiado Señor
Porque todo lo que hay dentro de mi corazón
Necesita más de ti


JHR

lunes, 1 de julio de 2019

DICHOSOS Y ELEGIDOS POR DIOS



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"Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de Dios. 
Dichosos los mansos, porque ellos heredarán la tierra. 
Dichosos los afligidos, porque ellos serán consolados. 
Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. 
Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. 
Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. 
Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. 
Dichosos los perseguidos por ser justos, porque de ellos es el reino de Dios. 
Dichosos seréis cuando os injurien, os persigan y digan contra vosotros 
toda suerte de calumnias por causa mía."
(Mateo 5, 4-11)

Dios nos ha creado a todos los hombres y nos llama a ser santos, a ser sus hijos adoptivos; a servirle y amarle; y en última instancia, a estar con Él en el cielo, adorándole, por toda la eternidad. 

Pero además de esta llamada universal, nos llama a cada uno de nosotros de forma particular. Dios nos elige: "No me elegisteis vosotros a mí, sino yo a vosotros" (Juan 15, 16). Y siempre lo hace sin quebrantar nuestra libertad, que es la única condición que Dios mismo se ha auto impuesto. No quiere y no puede obligarnos a amarle.

La conocida frase de San Agustín "Dios no elige a los capacitados, sino que capacita a los elegidos" nos exhorta a vencer al miedo y a responderle siempre, a dejar de lado nuestros temores, nuestras excusas y pretextos con los que pretendemos escapar de la responsabilidad.

Dios nos ha dado dones y talentos para que los ejerzamos cada uno de nosotros, si aceptamos su llamada. Entre ellos, la fe. Y para conocer estos dones y talentos, Dios nos ha dado el discernimiento a través de la oración.

La fe es siempre un don de Dios, quien por medio de Su Espíritu, suscita las gracias, condiciones y los medios necesarios para llamar a sus elegidos. 

Resultado de imagen de frases gracias dios"Sin fe, es imposible agradar a Dios; porque aquel que se acerca a Dios debe creer que existe y que recompensará a aquellos que lo buscan." (Hebreos 11, 6).

"
Os aseguro que si tuvierais fe como un grano de mostaza, diríais a este monte: Vete de aquí allá, y se trasladaría; nada os sería imposible"  (Mateo 17, 20).

Dios, a través de su Palabra, nos muestra que elige siempre a personas con fe: Abel, Henoc, Noé, Abrahán, Isaac, Jacob, Esaú, José, Moisés, Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, Amós, la Virgen María, los apóstoles, los mártires, etc. (Hebreos 11).

El discernimiento es un proceso de búsqueda activa e individual con el objetivo de conocer la voluntad de Dios en nuestra vida. Discernir es preguntar y después, escuchar. A esta comunicación entre Dios y nosotros la llamamos oración.

Resultado de imagen de oracion"Cuando recéis, no seáis como los hipócritas, que prefieren rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas para que los vea todo el mundo. Os aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, cuando reces, entra en tu habitación, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está presente en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Al rezar, no os convirtáis en charlatanes como los paganos, que se imaginan que serán escuchados por su mucha palabrería. No hagáis como ellos, porque vuestro Padre conoce las necesidades que tenéis antes de que vosotros le pidáis." (Mateo 6, 5-8)

Dios nos llama constantemente. Pero quizás, somos nosotros, quienes no siempre escuchamos. A nosotros nos corresponde escuchar y, en nuestra libertad, responder a su llamada. 

Escucharle no es siempre fácil. El mundo es muy ruidoso y convulso.

Responder a su llamada supone siempre un desafío. 

Seguirle nos compromete, exige valentía y abandono a su voluntad, incluye renuncias, dificultades, persecuciones e incluso el martirio y la muerte.

Sin embargo, ser elegidos por Dios implica de nuestra parte cumplir algunas premisas que Jesús nos enseñó en el Sermón de la Montaña. Son las Bienaventuranzas.

Según el Catecismo de la Iglesia Católica: "Las Bienaventuranzas dibujan el rostro de Jesucristo y describen su caridad; expresan la vocación de los fieles asociados a la gloria de su Pasión y de su Resurrección; iluminan las acciones y las actitudes características de la vida cristiana; son promesas paradójicas que sostienen la esperanza en las dificultades; anuncian a los discípulos las bendiciones y las recompensas ya incoadas; quedan inauguradas en la vida de la Virgen María y de todos los santos." (CIC 1716-1717).


"Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de Dios"

Los "pobres" no son los que no poseen cosas materiales, sino aquellos que no tienen puesto su corazón en ellas, que no las anhelan, que dan la espalda a la codicia y la avaricia.

Son aquellos que se desprenden de lo superficial, que se privan de ellos mismos para darse a los demás, que ponen su corazón en Dios, que le aman y que sólo le necesitan a Él.

"Dichosos los mansos, porque ellos heredarán la tierra"

En este mundo violento donde prima el poder, la prisa, la maldad y la "ley del más fuerte", no es fácil ser manso. 

"Manso" no significa blando, indiferente, apático o pusilánime, sino más bien, humilde, afable, bondadoso, tranquilo y paciente. La mansedumbre es una virtud que implica firmeza de carácter y fortaleza, que no severidad.

"Dichosos los afligidos, porque ellos serán consolados"

Los que "lloran" son aquellos que ofrecen a Dios sus sufrimientos, sus pérdidas, sus dolores y sus heridas, con paciencia y confianza plena.

Aquellos que sonríen en la adversidad, que resisten el dolor y el duelo, o sencillamente, soportan las miserias cotidianas.

Aquellos que no se entristecen porque comprenden, porque aceptan, porque se abandonan al Padre que sabe y que decide.


"Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados"

Aquellos que tienen hambre de santidad y sed de justicia, de ser unos sólo con Él, que desean conformar sus pensamientos con los Suyos, que identificar su voluntad con la Suya.

Aquellos que están unidos a Cristo, que están resueltos a parecerse a Él en todas sus obras y actos, que tienen un hambre que sólo se saciará definitivamente con la unión eterna a Dios en el cielo.


"Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia" 

La misericordia es un acto de justicia para con nosotros mismos. Sólo se destruye el mal cuando se perdona. Perdonar es un poder divino.

"Misericordiosos" son lo que perdonan, los que no llevan cuenta del mal, los que aman y rezan por sus enemigos. Son el reflejo del amor misericordioso de Dios

"Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios"

"Los limpios de corazón" son aquellos que actúan siempre como cristianos, en todo momento, en toda circunstancia. Aquellos, cuyas actitudes y decisiones los “caracterizan” como cristianos.

Aquellos que son fieles a su palabra, que son íntegros a sus convicciones y que no se doblegan al "espíritu del mundo", que no se dejan arrastrar por el mundo.

Aquellos que no tienen doblez, que son auténticos, sinceros y honestos, que no engañan ni mienten.

"Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios"

Una vez liberados de las pasiones humanas con las anteriores bienaventuranzas, de lo material y del orgullo, ofrecido el sufrimiento y desechada la mediocridad, con un corazón 
limpio y sin doblez, entonces la paz de Cristo puede desarrollarse ya en nosotros e irradiarse a nuestro alrededor.

Probablemente, nuestra paz no encontrará reciprocidad en el mundo, pero como dice San Pablo: "A ser posible, y cuanto de vosotros depende, tened paz con todos (Romanos 12,18), de nosotros depende...afrontar todo con valentía, a intentarlo todo, a atrevernos a todo, incluso aún a riesgo de fracasar...para
 ser llamados hijos de Dios.

Los cristianos debemos buscar siempre la paz y trabajar por ella, evitando la confrontación, la división, la lucha. Incluso, amando a nuestros enemigos.

"Dichosos los perseguidos por la justicia, porque de ellos es el reino de Dios"

Dios nos pide valentía, decisión y compromiso para buscar la justicia y el reino de Dios.

Pero no sólo a buscarla, sino a defender los derechos de Dios y de los demás, a luchar y oponernos al mal, incluso a estar dispuestos a sufrir y ser perseguidos por ello.

"Dichosos seréis cuando os injurien, os persigan y digan contra vosotros toda suerte de calumnias por causa mía"

Como seguidores de Cristo, seremos injuriados, calumniados y perseguidos. "El criado no es más que su amo. Si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros; y si han rechazado mi doctrina, también rechazarán la vuestra." (Juan 15, 20; Mateo 10,20; Marcos 13,13).

Pero Je
sús no nos ha dejado solos. Nos ha enviado al Paráclito, al Espíritu Santo, para que, como los apóstoles, proclamemos sin miedo todo aquello de lo que hemos sido testigos: "Cuando venga el defensor, que yo os enviaré de parte del Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí." (Juan 15, 26).

Después de Pentecostés, vanas fueron las amenazas a Pedro y a Pablo y a los demás
apóstoles para que callasen porque "nosotros no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído" (Hechos 4, 20).

En conclusión, las Bienaventuranzas son el "ABC" del católico, el verdadero "carnet" del cristiano. Son las propias cualidades de Dios. Son las respuestas a una vida feliz.

Jesús nos llama a cultivarlas, porque así seremos discípulos suyos y porque así obtendremos recompensa: la felicidad.

martes, 5 de diciembre de 2017

DIOS SE REVELA A LOS PEQUEÑOS

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"En aquella hora Jesús se llenó de alegría en el Espíritu Santo y dijo:
Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, 
porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, 
y las has revelado a los pequeños. 
Sí, Padre, porque así te ha parecido bien. 
Todo me lo ha sido entregado por mi Padre, 
y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; 
ni quién es el Padre sino el Hijo 
y aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar".
Y volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte:
¡Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis! 
Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, 
y no lo vieron; y oír lo que vosotros oís, y no lo oyeron"
(Lucas 10, 21-24)

Este fin de semana pasado, quienes servimos a Dios y a los demás, hemos sido testigos de cómo el Espíritu Santo se derrama plenamente cuando cumplimos la misión de evangelización que Jesús nos ha encomendado. 

Lo que hemos visto y oído en los retiros de Emaús que han tenido lugar en distintas partes de España, se asemeja a lo que narra el capítulo 10 del Evangelio de Lucas: Jesús envía a sus discípulos a evangelizar y ellos vuelven eufóricos al ver tanto fruto en su exitosa misión. Jesús los recibe y parece contagiarse también de la alegría que traen. El Espíritu Santo se había derramado con fuerza.

Pero no es un triunfo humano lo que llena de gozo a Cristo. Es, ante todo, el reconocimiento del don de Dios que en aquellos hombres sencillos se ha prodigado abundantemente para transformarles en heraldos, en testigos y anunciadores de su mensaje. 
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A medida que nos acercamos más a Dios, que somos más de Dios, nuestros sentimientos coinciden con los Suyos, nuestra alegría con la Suya.

Lo que vemos y oímos no viene de nuestro talento, ni de un profundo conocimiento de la Escritura, ni de una gran formación teológica, sino de la luz de Dios. Ven los que reciben esa luz. 

Como los discípulos, sin apenas formación, nosotros también "caminamos a la luz de Dios, en su Gloria marchamos... y le vemos".

Como dice el apóstol Pablo: "Hablamos de una sabiduría de Dios misteriosa, escondida (...) desconocida de todos los príncipes de este mundo.(...) Si alguno entre vosotros se cree sabio según este mundo, hágase necio, para llegar a ser sabio (...) pues la sabiduría de este mundo es necedad a los ojos de Dios" (1 Corintios 3, 18-9).

A su vez, Jesús muestra una profunda alegría porque su Padre, Señor del cielo y de la tierra, ha ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las ha revelado a los pequeños. 

Dios ha escondido su luz a aquellos que están demasiado llenos de sí mismos, apegados al mundo y que pretenden saberlo ya todo. Están cegados por su propia presunción y no dejan espacio a Dios

En cambio, los “pequeños”, los humildes, los sencillos, los pobres, los marginados, los sin voz, los que están cansados y oprimidos, son a los que Jesús llama “benditos”. 

No es casualidad el hecho de que, a lo largo de más de 4000 años de historia Sagrada, las personas que Dios ha escogido para anunciar a los hombres sus mensajes hayan sido, por lo general, gentes sencillas y sin instrucción: pastores como José, el hijo pequeño de Jacob, el mismo rey David, y por supuesto, cuando elige a la Virgen María. Dios escoge a las personas más sencillas para revelar sus mensajes. 

También Guadalupe, Fátima o Lourdes son ejemplos de la coherencia del plan de Dios y de cómo la sencillez conquista y "subyuga" a Dios. Él se enamora de las almas humildes y simples.

La principal riqueza que Dios quiere comunicarnos es su amor, y éste se recibe únicamente con un corazón abierto y sencillo. 

Dios ama a quienes no están apegados a las cosas materiales, a quienes se abren con docilidad a su amor y al de los demás y revela sus secretos sólo a los sencillos de corazón. Como lo hizo en María y como lo ha hecho a lo largo de todos los siglos. Y también con nosotros.

¡¡¡Gloria a Dios!!!