¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.
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domingo, 25 de octubre de 2020

FRANCISCO ¿UN PAPA CONTROVERTIDO?

"Os ruego, hermanos, 
en nombre de nuestro Señor Jesucristo, 
que digáis todos lo mismo 
y que no haya divisiones entre vosotros. 
Estad bien unidos con un mismo pensar y un mismo sentir" 
(1 Corintios 1,10)

No hay duda de que la Iglesia Católica vive tiempos de confusión y de una crisis de identidad de extraordinaria gravedad, que señalan la cercanía del fin de los tiempos. La Iglesia se encuentra ante lo que algunos denominan "Purificación", y lo que otros llaman "Reforma". Son los signos de los tiempos que los católicos debemos discernir, y que el Papa Francisco, como cabeza de la Iglesia Católica y del Magisterio Apostólico, debe tratar de interpretar y explicarnos.

Su última encíclica, "Fratelli tutti", denominada por él mismo como una "Encíclica Social", dirigida a "todas las personas de buena voluntad", junto a unas supuestas declaraciones suyas a favor de las uniones homosexuales, aparecidas en los medios de comunicación, no han hecho sino contribuir más aún a la gran confusión de conceptos, a la división de criterios y al antagonismo de posiciones, tanto dentro como fuera de la Iglesia.
Es un hecho evidente que  Francisco no deja indiferente a nadie, ni a propios ni a extraños. El Pastor de los pobres, de los marginados y de los inmigrantes, el Obispo dialogante y cercano, con sus originales frases y dichos, atrae a muchos fieles y seduce especialmente, a quienes no creen en Cristo.

Sería interminable enumerar todos sus dichos y chascarillos, pero lo cierto es que, como dirían en Argentina, el Papa "tira los galgos" al mundo, es decir, endulza los oídos de las personas alejadas y sin fe para ganárselos.

Francisco es signo de contrariedad, tanto fuera como dentro del pueblo de Dios. Si bien es cierto que las críticas más duras a sus declaraciones descontextualizadas y las defensas a ultranza de la coherencia de sus escritos con la doctrina católica, provienen de los ámbitos internos de la Iglesia, también es igual de cierto que muchos católicos "de a pié" están desconcertados y desorientados porque no son capaces de entender lo que que dice al utilizar conceptos no muy propios de la fe católica ("derechos humanos", "solidaridad", "cambio climático", etc.), ni de comprender a quién se lo dice ("populismo", "liberalismo", "insolidarios", "opresores", etc.). Y en eso, se parece a Jesucristo, a quien sus apóstoles, muchas veces, no entendían.

Francisco es, sin duda, signo de contradicción, tanto en su Argentina natal como en su Papado Romano. Hay quienes le ven como una solución, y otros, como un problema; hay quienes le ven como una continuidad y otros, como una ruptura. En eso también se parece a Cristo, a quienes algunos veían en él la salvación, mientras que otros pensaban que llevaba un demonio dentro (Marcos 3, 20-30). 

Sin embargo, ante cualquier declaración suya, siempre hay algunos quienes las critican y las replican, y otros las defienden y tratan de explicarlas. No creo que, ni los unos deban ser considerados conservadores o radicales, ni los otros progresistas o reformistas. Sobre todo, si son expresadas desde el seno de la Iglesia, que es Una y Santa, la Iglesia de Cristo. No es ni conservadora ni reformista. No hay división en el pueblo de Dios. No hay Iglesia de Pablo o de Apolo (1 Corintios 1, 10-13). San Austín decía: "En lo esencial, unidad; en lo dudoso, libertad; en todo, caridad".

Al Santo Padre sólo se le puede entender si tenemos en cuenta sus dos principales rasgos personales, aunque no siempre vayan de la mano: su firmeza en materia dogmática y su marcada sensibilidad social. Podríamos decir que Francisco es un "conservador popular" que ejerce un "apostolado social".

Pero el problema no es si es el papa Francisco es sospechoso o no en materia de fe, sino que no habla claro. Muchas veces, parece decir una cosa y la contraria, como si hablara a la vez a dos auditorios distintos, con la intención de agradarlos a ambos. Quizás también sea que los medios tratan de buscar "resquicios" en sus palabras o sacan de contexto sus declaraciones, para lanzar grandes titulares con los que crear polémica entre el mundo católico y el ateo. El que no está conmigo está contra mí, y el que no recoge conmigo, desparrama (Mateo 12,30). En eso no se parece mucho a Cristo.

El problema no es que el papa Francisco niegue los aspectos invariables de la doctrina católica, sino que sus silencios en lo esencial, relegan lo sustancial a un segundo plano. Y lo fundamental es llamar al mundo a la conversión y proclamar de forma clara que la única Salvación que tenemos, es creer en Jesucristo"No hay salvación en ningún otro, pues bajo el cielo no se ha dado a los hombres otro nombre por el que debamos salvarnos" (Hechos 4,12). En eso tampoco se parece mucho a Jesús.
El problema no es que el papa Francisco invite a una fraternidad universal, sino que lo hace sin proclamar al mundo que la única hermandad posible está vinculada a la filiación divina que Jesucristo logró para la humanidad con su muerte y resurrección, reconciliándonos con el Creador y convirtiéndonos en hijos de Dios, y por tanto, hermanos de Cristo: "Vosotros, en otro tiempo, estabais también alejados y erais enemigos por vuestros pensamientos y malas acciones; ahora en cambio, por la muerte que Cristo sufrió en su cuerpo de carne, habéis sido reconciliados para ser admitidos a su presencia santos, sin mancha y sin reproche, a condición de que permanezcáis cimentados y estables en la fe, e inamovibles en la esperanza del Evangelio que habéis escuchado...el misterio escondido desde siglos y generaciones y revelado ahora a sus santos" (Colosenses 1, 21-26).

Nosotros, los católicos, escuchamos lo que la Iglesia nos dice y nos enseña a la luz del Espíritu Santo, la Sagrada Tradición y del Magisterio, y de la Sagrada Escritura, y ponemos nuestra confianza en Dios y no en los sueños o en las promesas del mundo.
Los cristianos sabemos que la fraternidad universal no es posible por la implantación de ideologías mundanas sino por la dimensión trascendental, sobrenatural y mística a la que Dios nos llama; creemos que la justicia social y la paz mundial no son posibles por los méritos humanos ni por la acción de una autoridad mundial política, sino por la gracia de Dios; tenemos la certeza que la unidad de todos los hombres no se consigue por un diálogo ecuménico global sino por la fe en Jesucristo.

Y por todo ello, clamamos:  "Señor mío, Dios mío, nos basta tu Gracia" .

martes, 23 de julio de 2019

FRANCISCO: DESAFÍOS DE LA IGLESIA


El Papa Francisco en su exhortación apostólica, Evangelii Gaudium, realiza un planteamiento de cinco desafíos importantes en la Iglesia para los laicos, la mujer, los jóvenes, las vocaciones y los ancianos. 

La misión de los laicos en la Iglesia 

El Papa constata una evidencia: "Los laicos son simplemente la inmensa mayoría del Pueblo de Dios. A su servicio está la minoría de los ministros ordenados" (EG 102). 

El Papa está pensando en la evangelización y está claro que en ella los laicos, "la inmensa mayoría del Pueblo de Dios", tienen un papel esencial

El Papa Francisco hace una segunda exposición: "Se cuenta con un numeroso laicado, aunque no suficiente, con arraigado sentido de comunidad y una gran fidelidad en el compromiso de la caridad, la catequesis, la celebración de la fe".

Sin embargo, la toma de conciencia de la responsabilidad laical no es igual en todas partes: "En algunos casos porque no se formaron para asumir responsabilidades importantes, en otros por no encontrar espacio […] a raíz de un excesivo clericalismo que los mantiene al margen de las decisiones" (EG 102)

Llama la atención la crítica del Papa al clericalismo, que impide el desarrollo de un laicado adulto:
                                          
"El clericalismo es también una tentación muy actual en la Iglesia: se trata de una complicidad pecadora: el cura clericaliza y el laico le pide por favor que lo clericalice, porque en el fondo le resulta más cómodo. El fenómeno del clericalismo explica, en gran parte, la falta de adultez y de cristiana libertad en parte del laicado latinoamericano. O no crece (la mayoría), o se acurruca en cobertizos de ideologizaciones como las ya vistas, o en pertenencias parciales y limitadas".

Además de esta crítica del clericalismo, Francisco pone el dedo en la llaga de otro problema: el compromiso: "Si bien se percibe una mayor participación de muchos en los ministerios laicales, este compromiso […] se limita muchas veces a las tareas intraeclesiales sin un compromiso real por la aplicación del Evangelio a la transformación de la sociedad" (EG 102)

En realidad, el compromiso de los cristianos laicos en el mundo social, político y económico está casi ausente. 

Otro desafío pastoral importante lo constituye "la formación de laicos y la evangelización de los grupos profesionales e intelectuales" (EG 102).

El lugar de la mujer en la Iglesia 

Mucho más novedoso aún resulta el apartado dedicado a la mujer: "La Iglesia reconoce el indispensable aporte de la mujer en la sociedad, con una sensibilidad, una intuición y unas capacidades peculiares" (EG 103)

El Papa Francisco reconoce "cómo muchas mujeres comparten responsabilidades pastorales junto con los sacerdotes, contribuyen al acompañamiento de personas, de familias o de grupos y brindan nuevos aportes a la reflexión teológica" (EG 103)

Imagen relacionadaSin embargo, constata una carencia y un gran desafío: "Todavía es necesario ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia […] en el ámbito laboral y en los diversos lugares donde se toman las decisiones importantes" (EG 103)

Reconoce que "las reivindicaciones de los legítimos derechos de las mujeres, a partir de la firme convicción de que varón y mujer tienen la misma dignidad, plantean a la Iglesia profundas preguntas que la desafían y que no se pueden eludir superficialmente" (EG 104). 

No pone en discusión "el sacerdocio reservado a los varones, como signo de Cristo Esposo que se entrega en la Eucaristía" pero llama la atención sobre un riesgo: esta cuestión "puede volverse particularmente conflictiva si se identifica demasiado la potestad sacramental con el poder" (EG 104).  

Citando Christifideles laici de Juan Pablo II, recuerda que "cuando hablamos de la potestad sacerdotal nos encontramos en el ámbito de la función, no de la dignidad ni de la santidad. El sacerdocio ministerial es uno de los medios que Jesús utiliza al servicio de su pueblo, pero la gran dignidad viene del Bautismo, que es accesible a todos" (EG 104)

Por eso, la función del sacerdocio ordenado, aunque se considere "jerárquico" no es un "poder entendido como dominio, sino la potestad de administrar el sacramento de la Eucaristía; de aquí deriva su autoridad, que es siempre un servicio al pueblo" (EG 104)

En fin, Francisco concluye reconociendo que "aquí hay un gran desafío para los pastores y para los teólogos, que podrían ayudar a reconocer mejor lo que esto implica con respecto al posible lugar de la mujer allí donde se toman decisiones importantes, en los diversos ámbitos de la Iglesia" (EG 104).  

Como se puede ver, el Papa señala por dos veces como un gran desafío la importancia de que la mujer esté presente en los diversos ámbitos de la Iglesia "donde se toman decisiones importantes". 

Los jóvenes en la Iglesia

Francisco reconoce que "los jóvenes, en las estructuras habituales, no suelen encontrar respuestas a sus inquietudes, necesidades, problemáticas y heridas" (EG 105)

Resultado de imagen de los jovenes en la iglesia catolicaEl Papa cree que el problema es sobre todo de los adultos, pues "nos cuesta escucharlos con paciencia, comprender sus inquietudes o sus reclamos, y aprender a hablarles en el lenguaje que ellos comprenden" (EG 105). 

Y, aunque valora el crecimiento de asociaciones y movimientos juveniles, cree "necesario, sin embargo, ahondar en la participación de éstos en la pastoral de conjunto de la Iglesia" (EG 105)

Francisco cree que se ha crecido en dos aspectos: "la conciencia de que toda la comunidad los evangeliza y educa, y la urgencia de que ellos tengan un protagonismo mayor" e invita a los jóvenes a ser “callejeros de la fe”, felices de llevar a Jesucristo a cada esquina, a cada plaza, a cada rincón de la tierra" (EG 106)

Las vocaciones sacerdotales

Francisco es consciente de que "en muchos lugares escasean las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada" (EG 107)
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El Papa ve la causa de esta escasez en la ausencia de comunidades con un fervor apostólico contagioso"Aún en parroquias donde los sacerdotes son poco entregados y alegres, es la vida fraterna y fervorosa de la comunidad la que despierta el deseo de consagrarse enteramente a Dios y a la evangelización, sobre todo si esa comunidad viva ora insistentemente por las vocaciones y se atreve a proponer a sus jóvenes un camino de especial consagración" (EG 107).  

A pesar de la escasez, Francisco apuesta por "la necesidad de una mejor selección de los candidatos al sacerdocio. No se pueden llenar los seminarios con cualquier tipo de motivaciones, y menos si éstas se relacionan con inseguridades afectivas, búsquedas de formas de poder, glorias humanas o bienestar económico" (EG 107)

¡Duro diagnóstico, pero certero! No todo vale. 

Escuchar a los ancianos y a los jóvenes 

Es frecuente en sus homilías e intervenciones que el Papa anime a escuchar a los jóvenes y a los ancianos, a la hora de intentar leer los signos de los tiempos en la realidad actual: "Necesitamos la memoria y la sabiduría de la experiencia de los mayores, pero también la esperanza de los jóvenes, «porque llevan en sí las nuevas tendencias de la humanidad y nos abren al futuro, de manera que no nos quedemos anclados en la nostalgia de estructuras y costumbres que ya no son cauces de vida en el mundo actual" (EG 108)
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El Papa Francisco reconoce que no ha intentado ofrecer un diagnóstico completo e invita "a las comunidades a completar y enriquecer estas perspectivas a partir de la conciencia de sus desafíos propios y cercanos" (EG 108)

Sin embargo, en ningún momento pierde el ánimo Francisco: "Los desafíos están para superarlos. Seamos realistas, pero sin perder la alegría, la audacia y la entrega esperanzada. ¡No nos dejemos robar la fuerza misionera!(EG 109).

lunes, 10 de septiembre de 2018

¿IGLESIA DE FRANCISCO O IGLESIA CATÓLICA UNIVERSAL?


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"Que todos sean una sola cosa; 
como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, 
que también ellos sean una sola cosa en nosotros, 
para que el mundo crea que tú me has enviado." 
(Juan 17,21)

Últimamente, venimos escuchando con no poco sobresalto la expresión “la Iglesia de Francisco”, como si la Iglesia no fuera "Una" (un sólo Dios, una Fe, un Bautismo, una Doctrina), como si los dos mil años de Iglesia hubieran sido un entrenamiento, como si la "Iglesia de verdad" hubiera comenzado hace cinco años con la llegada de Francisco

Como punto de partida, hablar de la "Iglesia de Francisco" implica, en sí mismo, una apropiación indebida de una Iglesia que sólo pertenece a Jesucristo. Hablar de la "Iglesia de Francisco" evidencia que "existe otra Iglesia" que no es (que no ha sido) la verdadera, y por tanto, admitir que hasta hoy, la Iglesia estaba equivocada. Hablar de la "Iglesia de Francisco" implica  dividir, confrontar y provocar un cisma en el Cuerpo de Cristo hoy. 

Francisco es, ante todo, la cabeza de la Iglesia Católica y como sucesor de Pedro, su función principal es ser vínculo y garante de la unidad y la comunión

Hablar de una Iglesia de.. y otra de..., significa hablar más de "arenas movedizas" que de "roca de la fe"; significa marginar a parte del pueblo de Dios por el hecho de ser fiel a la doctrina del Evangelio y al Magisterio de la Iglesia; significa integrar a nuevos miembros que, abogan por un cambio acorde a los tiempos que les permita decidir por sí mismos lo que está bien y lo que está mal.

Sin fidelidad a Cristo no puede haber Iglesia; sin unidad doctrinal no puede haber Iglesia; sin comunión fraternal no puede haber Iglesia...ni de Francisco ni de Pepito...

Cardinal Robert Sarah (cropped).JPGEl cardenal Robert Sarah, prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos desd2014. advierte que la Iglesia Católica Romana se enfrenta a un grave riesgo de división: “Sin una fe común, la Iglesia es amenazada por la confusión y luego, progresivamente puede deslizarse a la dispersión y la división. Actualmente hay un grave riesgo de fragmentación de la Iglesia, de que se desintegre el cuerpo místico de Cristo por insistir en las identidades nacionales de las Iglesias y así en su capacidad para decidir por sí mismos, sobretodo en el dominio tan crucial de la doctrina y la moral” (Entrevista 18 abril 2017).

Espíritu confuso

La confusión parece gustar a muchas personas tanto dentro como fuera de la Iglesia. Y Francisco "gusta" mucho a los de "fuera" porque alimenta la ambigüedad con sus continuos cambios de pensamiento, con sus numerosos "guiños" a sectores históricamente anti-católicos, con sus ocurrentes "frases" para ganarse adeptos dentro de los colectivos tradicionalmente enemigos de la Iglesia.

Imagen relacionadaEn su exhortación del 2016, Amoris Laetitia, Francisco escribió: “Quisiera aclarar que no todas las discusiones y asuntos morales o pastorales necesitan ser establecidos por intervenciones del magisterio. Cada país o región (…) puede buscar soluciones que se ajusten mejor a su cultura y que sean más susceptibles a sus tradiciones y necesidades locales”.

Aclaraciones que, más que dar luz, provocaron cierta hilaridad y confusión, puesto que el Santo Padre cede el Magisterio de la Iglesia al ámbito local, dando lugar a la confusión y conflicto entre las distintas conferencias episcopales, en lo relativo a pastorales sobre al divorcio y las segundas nupcias, la comunión en estado irregular y el adulterio, la comunión inter-ecuménica, la ideología de genero y la LGTB, etc.

Aunque cuatro cardenales le han pedido públicamente al Papa Francisco una declaración aclarando los párrafos controvetidos de Amoris Laetitia, Francisco ha rehusado a hacerlo, lo que indefectiblemente lleva a la Iglesia a un punto peligrosamente confuso y fragmentado.

Espíritu sectario

Desde el inicio de la Iglesia empezaron las divisiones, algo que no es nuevo, pues ya el apóstol Pablo lo advertía en la Iglesia de Corinto:"Yo soy de Pablo, yo de Apolo, yo de Cefas, yo de Cristo". ¿Está dividido Cristo? ¿Acaso Pablo fue crucificado por vosotros o habéis sido bautizados en su nombre?" ( Corintios 1, 12-13).

Resultado de imagen de iglesia de franciscoSe trata de liderazgo malentendido, espíritu sectario dentro de la Iglesia, carácter autorreferencial y endogámico. En definitiva, un camino peligroso: "Yo soy de Francisco; ¿qué me importa Benedicto o Juan Pablo II con sus seguidores? Los demás no me interesan." 

El Papa no puede ser partidista. Debe resolver las disputas, no dar pie a ellas. No debe posicionarse en “una de las partes”, cuando se producen desacuerdos dentro de la Iglesia. No puede premiar a sus aliados y castigar a sus detractores. Y desde luego, no puede revertir la doctrina de sus antecesores.

El sucesor de Pedro debe ser prudente y evitar incluso la apariencia de una actuación arbitraria. Debe ser consciente de que sirve al pueblo de Dios como Cabeza de la Iglesia pero no como Líder autoritario. Debe proponer más que imponer.

Francisco ha nombrado, en sólo tres años, a 61 cardenales "propios", de los cuales 49 son menores de 80 años, entre ellos Osoro, de Madrid, y Omella, de Barcelona. Su objetivo parece estar claro: rodearse de personas con una ideología eclesiástica y espíritu renovador alineados con los suyos, con el propósito de influir en la decisión del nombramiento de su futuro sucesor. 

Espíritu progresista

El papel del Papa es conservador por su propia naturaleza, puesto que debe preservar la pureza y claridad de nuestra fe: una fe que no cambia y que fue establecida por Jesucristo. Por tanto, nadie (ni siquiera el Papa) puede cuestionar la doctrina sin alterar la autoridad de la Iglesia que nuestro Señor fundó, la misma Iglesia que le da a él su autoridad. 
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Si bien es el pastor supremo de la Iglesia Católica, el Papa sólo puede enseñar lo que la Iglesia siempre ha enseñado: el depósito de la fe que se le ha transmitido desde los apóstoles. 

En contra de lo que muchos creen, el Papa sólo es infalible cuando proclama y define lo que el Magisterio ha dicho y los fieles católicos han creído “siempre y en todas partes”. En el resto de ocasiones en las que habla, el Papa es humano. Y como tal, puede equivocarse.

El Papa no puede enseñar algo nuevo ni tener una actitud progresista o de reforma. Puede expresar la Verdad de nuevas maneras, con nuevas metodologías, con nuevos lenguajes pero si introduce "nuevas enseñanzas", está abusando de su autoridad

Y si además estas nuevas enseñanzas entran en conflicto con la doctrina establecida por la Palabra y el Magisterio de la Iglesia, está socavando su propia autoridad.

Espíritu liberal

Son muchos los que ven muchas similitudes entre las opiniones de Francisco y la Teología de la Liberación, hasta el punto de parecer haber legitimado algunos de sus postulados.

Imagen relacionadaLa “Teología de la liberación” se define a sí misma, “como una reflexión a partir de la experiencia religiosa de quienes encuentran a Cristo entre los pobres, merced al compromiso que contraen en la lucha por su liberación”. 

Imagen relacionada“Liberación” significa la lucha y destrucción del capitalismo como la peor manifestación del pecado en forma de "violencia" y la necesidad de reemplazarlo por el comunismo. 

Jesucristo es presentado como un revolucionario y, así, si una persona quiere seguirle, si quiere ser cristiano, también debe ser revolucionario. Y así esta "Teología" proselitista, liberal y de pensamiento único divide a la Iglesia en “nosotros” y “ellos”.

En el discurso pronunciado durante el Tercer Encuentro Mundial de Movimientos Populares organizado por el Vaticano, Francisco expresó: "Actualmente quien gobierna el mundo es “el dinero”. ¿Cómo? Mediante “el látigo del miedo, de la inequidad, de la violencia económica, social, cultural y militar que engendra más y más violencia en una espiral descendente que parece no acabar jamás”. Y subrayó que “ese sistema es terrorista”.
Ratzinger alertó sobre las “graves desviaciones ideológicas que conducen inevitablemente a traicionar la causa de los pobres […] la lucha de clases como camino hacia la sociedad sin clases es un mito que impide las reformas y agrava la miseria y las injusticias”. Y condenó “la nueva interpretación, que viene a corromper lo que tenía de auténtico el generoso compromiso inicial en favor de los pobres”.

El hombre actual cree que la Igl
esia es una construcción humana y la fe, un accidente histórico que ocurrió hace dos mil años y que tuvo éxito gracias al destino. Por eso, afirma que la Iglesia debe cambiar y adaptarse a cada época y a cada cultura.

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En el fondo y como siempre, se trata de una cuestión de fe: ¿Es la Iglesia una institución fundada por Dios para la salvación eterna de las almas? ¿O es una construcción social constituida por gente sincera para hacer del mundo un mejor lugar? y de una cuestión de obediencia: ¿Es la Doctrina y el Magisterio de la Iglesia la Verdad revelada por Cristo? ¿O es una construcción ideológica según las épocas y dependiente de los tiempos?

Jesús nos insiste a estar alerta, en vela y preparados y a orad para no caer en tentación: "Estad alerta; velad... Lo que os digo a vosotros, se lo digo a todos: ¡Estad en vela!" (Marcos 13, 33-37).  "Velad y orad para que no caigáis en tentación. El espíritu está dispuesto, pero la carne es débil" (Mateo 26, 41). "Estad alerta y orad en todo momento para que podáis libraros de todo lo que ha de venir y presentaros ante el hijo del hombre" (Lucas 21, 36). "Acuérdate de cómo recibiste y oíste la palabra; guárdala y arrepiéntete. Porque, si no despiertas, caeré sobre ti como un ladrón, sin que sepas a qué hora te voy a sorprender." (Apocalipsis 3, 3).

Nos avisa para que nadie nos engañe porque surgirán falsos profetas: "Mirad que nadie os engañe. Muchos vendrán en mi nombre diciendo: Yo soy el mesías, y engañarán a muchos..."Entonces os entregarán a la tortura y a la muerte. Por mi causa os odiarán todos los pueblos. Muchos se escandalizarán, se traicionarán y odiarán unos a otros. Surgirán muchos falsos profetas y engañarán a muchos. El exceso de la maldad enfriará la caridad de mucha gente, pero el que persevere hasta el fin se salvará" (Mateo 24, 4-5; 9-13).

Nos advierte de la llegada del Anticristo y previene que saldrá de entre nosotros: "Cuando veáis en el lugar santo el ídolo repugnante anunciado por el profeta Daniel (el que lea que entienda)...Rezad...estad en guardia..."" (Mateo 24, 15). "Y en el templo se cometerá un sacrilegio horrible, hasta que la ruina decretada caiga sobre el devastador" (Daniel 9, 27). "Hijitos míos, es la última hora. Se les dijo que tendría que llegar el Anticristo; pues bien, ya han venido varios anticristos, por donde comprobamos que esta es la última hora. Ellos salieron de entre nosotros mismos, aunque realmente no eran de los nuestros. Si hubieran sido de los nuestros se habrían quedado con nosotros. Al salir ellos, vimos claramente que no todos los que están dentro de nosotros son de los nuestros" (1 Juan 2, 18-19).

Debemos velar, estar alerta y preparados; mantenernos sobrios, prudentes y firmes en la fe; fieles, obedientes y dóciles a la Palabra de Dios y al Magisterio de la Iglesia. Y para todo ello, y lo más importante, debemos orar.

Recemos por el Santo Padre, por todos los obispos y por todos los sacerdotes, por todos los consagrados y por todo el Pueblo de Dios para que Su Espíritu ilumine y guíe a toda Su Iglesia.

viernes, 21 de abril de 2017

II.FRANCISCO: UNA MIRADA EXTROVERTIDA

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El Papa Francisco, para cada una de las seis tentaciones de los agentes pastorales que reflexionábamos en el anterior artículo, propone una alternativa sanadora: el entusiasmo misionero, la alegría evangelizadora, la esperanza, la comunidad, el Evangelio y el ideal del amor fraterno, respectivamente. 

Entusiasmo misionero

El primer antídoto que Francisco ofrece a "la cultura globalizada actual que, sin dejar de mostrarnos valores y nuevas posibilidades, también puede limitarnos, condicionarnos e incluso enfermarnos" (EG 77) es el de una espiritualidad misionera que facilite la salida de la Iglesia y de todos sus agentes pastorales: "¡No nos dejemos robar el entusiasmo misionero!" (EG 80)

El Papa no es pesimista, sino que nos ofrece su medicina espiritual: "Por todo esto, me permito insistir: ¡No nos dejemos robar la alegría evangelizadora!" (EG 83)

Alegría evangelizadora

La alegría del Evangelio es esa que nada ni nadie nos podrá quitar (Juan 16,22). "Los males de nuestro mundo —y los de la Iglesia— no deberían ser excusas para reducir nuestra entrega y nuestro fervor. Mirémoslos como desafíos para crecer(EG 84)

"Precisamente a partir de la experiencia de este desierto, de este vacío, es como podemos descubrir nuevamente la alegría de creer, su importancia vital para nosotros, hombres y mujeres. En el desierto se vuelve a descubrir el valor de lo que es esencial para vivir; así, en el mundo contemporáneo, son muchos los signos de la sed de Dios, del sentido último de la vida, a menudo manifestados de forma implícita o negativa. Y en el desierto se necesitan sobre todo personas de fe que, con su propia vida, indiquen el camino hacia la Tierra prometida y de esta forma mantengan viva la esperanza"(Benedicto XVI en la Homilía durante la Santa Misa de apertura del Año de la Fe el 11 octubre 2012).

"En todo caso, allí estamos llamados a ser personas-cántaros para dar de beber a los demás. A veces el cántaro se convierte en una pesada cruz, pero fue precisamente en la cruz donde, traspasado, el Señor se nos entregó como fuente de agua viva" (EG 86)

Esperanza 

En fin, frente a "la conciencia de derrota que nos convierte en pesimistas quejosos y desencantados con cara de vinagre" (EG 85), Francisco anima: "¡No nos dejemos robar la esperanza!" (EG 86)

Comunidad

En este elenco de medicinas para superar las tentaciones que afectan a los agentes pastorales actuales, Francisco hace un alto para describir otro antídoto que ofrece a "la cultura globalizada actual": "Sí a las relaciones nuevas que genera Jesucristo". Se trata de la mística de la comunidad y del encuentro

Hoy más que nunca, a pesar del desarrollo de las redes sociales y demás instrumentos de comunicación, "sentimos el desafío de descubrir y transmitir la mística de vivir juntos, de mezclarnos, de encontrarnos, de tomarnos de los brazos, de apoyarnos, de participar de esa marea." Benedicto XVI, Homilía durante la Santa Misa de apertura del Año de la Fe (11 octubre 2012).

Imagen relacionadaEl antídoto que Francisco nos ofrece es una verdadera experiencia de fraternidad, en una caravana solidaria, en una santa peregrinación. De este modo, las mayores posibilidades de comunicación se traducirán en más posibilidades de encuentro y de solidaridad entre todos.

La Iglesia necesita ofrecer al mundo espacios buenos, sanadores, liberadores, esperanzadores... "Salir de sí mismo para unirse a otros hace bien. Encerrarse en sí mismo es probar el amargo veneno de la inmanencia, y la humanidad saldrá perdiendo con cada opción egoísta que hagamos" (EG 87)

Aquí Francisco recuerda sus reflexiones sobre "la revolución de la ternura", a la que el Hijo de Dios nos invita con su encarnación: "La verdadera fe en el Hijo de Dios hecho carne es inseparable del don de sí, de la pertenencia a la comunidad, del servicio, de la reconciliación con la carne de los otros" (EG 88)

Evangelio

Por eso, dice Francisco, el Evangelio es siempre un encuentro con el otro"Muchos tratan de escapar de los demás hacia la privacidad cómoda o hacia el reducido círculo de los más íntimos, y renuncian al realismo de la dimensión social del Evangelio. Porque, así como algunos quisieran un Cristo puramente espiritual, sin carne y sin cruz, también se pretenden relaciones interpersonales sólo mediadas por aparatos sofisticados, por pantallas y sistemas que se puedan encender y apagar a voluntad. Mientras tanto, el Evangelio nos invita siempre a correr el riesgo del encuentro con el rostro del otro, con su presencia física que interpela, con su dolor y sus reclamos, con su alegría que contagia en un constante cuerpo a cuerpo"(EG 88)

Ciertamente más que el ateísmo, el desafío que se presenta actualmente a la Iglesia es el de "responder adecuadamente a la sed de Dios de mucha gente, para que no busquen apagarla en propuestas alienantes o en un Jesucristo sin carne y sin compromiso con el otro. Si no encuentran en la Iglesia una espiritualidad que los sane, los libere, los llene de vida y de paz al mismo tiempo que los convoque a la comunión solidaria y a la fecundidad misionera, terminarán engañados por propuestas que no humanizan ni dan gloria a Dios" (EG 89)

Frente a esta tentación de individualismo espiritual, el Papa Francisco contrapone la religiosidad popular, cuyas formas "son encarnadas, porque han brotado de la encarnación de la fe cristiana en una cultura popular. Por eso mismo incluyen una relación personal, no con energías armonizadoras sino con Dios, Jesucristo, María, un santo. Tienen carne, tienen rostros. Son aptas para alimentar potencialidades relacionales y no tanto fugas individualistas" (EG 90)

La solución que Francisco ofrece y que marca un desafío para la Iglesia es mostrar que la relación personal y comprometida con Dios no pude separarse al mismo tiempo de una relación comprometida con los otros"Hace falta ayudar a reconocer que el único camino consiste en aprender a encontrarse con los demás con la actitud adecuada, que es valorarlos y aceptarlos como compañeros de camino, sin resistencias internas. Mejor todavía, se trata de aprender a descubrir a Jesús en el rostro de los demás, en su voz, en sus reclamos. También es aprender a sufrir en un abrazo con Jesús crucificado cuando recibimos agresiones injustas o ingratitudes, sin cansarnos jamás de optar por la fraternidad "(EG 91)

A diferencia de lo que piensa nuestra sociedad, en el encuentro con los demás se halla "la verdadera sanación, ya que el modo de relacionarnos con los demás que realmente nos sana en lugar de enfermarnos es una fraternidad mística, contemplativa, que sabe mirar la grandeza sagrada del prójimo, que sabe descubrir a Dios en cada ser humano…" (EG 92). 

Francisco es categórico en este tema de la comunidad, como lo ha sido en el de la misión: "Los discípulos del Señor son llamados a vivir como comunidad que sea sal de la tierra y luz del mundo (Mateo 5,1316). Son llamados a dar testimonio de una pertenencia evangelizadora de manera siempre nueva. ¡No nos dejemos robar la comunidad!" (EG 92). 

Francisco propone la medicina de la "salida misionera" contra la mundanidad espiritual: "Hay que evitarla poniendo a la Iglesia en movimiento de salida de sí, de misión centrada en Jesucristo, de entrega a los pobres. ¡Dios nos libre de una Iglesia mundana bajo ropajes espirituales o pastorales!" (EG 97)

Para sanarse de esta "mundanidad asfixiante" hay que tomarle "el gusto al aire puro del Espíritu Santo, que nos libera de estar centrados en nosotros mismos, escondidos en una apariencia religiosa vacía de Dios" (EG 97)

La conclusión y la advertencia del Papa no puede ser más dura y más sencilla: "¡No nos dejemos robar el Evangelio!" (EG 97)

Es evidente que el cambio de perspectiva realizado por el Magisterio del Papa Francisco es de 180 grados: Francisco no se queja tanto del pecado del mundo (secularización, laicismo, relativismo moral…), cuanto de la mundanidad interior de la Iglesia y de los agentes pastorales, porque "si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente" (Mateo 5,13). 

Amor fraterno

En un mundo lleno de divisiones y guerras, Francisco hace a todos los cristianos una petición sentida de "un testimonio de comunión fraterna que se vuelva atractivo y resplandeciente"

El mundo está lacerado por las guerras y la violencia, o herido por un difuso individualismo que divide a los seres humanos y los enfrenta unos contra otros en pos del propio bienestar […] A los cristianos de todas las comunidades del mundo, quiero pediros especialmente un testimonio de comunión fraterna que se vuelva atractivo y resplandeciente. Que todos puedan admirar cómo os cuidáis unos a otros, cómo os dais aliento mutuamente y cómo os acompañáis: "En esto reconocerán que sois mis discípulos, en el amor que os tengáis unos a otros" (Juan 13,35). Es lo que con tantos deseos pedía Jesús al Padre: "Que sean uno en nosotros […] para que el mundo crea" (Juan 17,21) (EG 99). 

Francisco se muestra como un padre, que habla con cariño a sus hijos y los anima a quererse y a ayudarse: "¡Atención a la tentación de la envidia! ¡Estamos en la misma barca y vamos hacia el mismo puerto! Pidamos la gracia de alegrarnos con los frutos ajenos, que son de todos" (EG 99)

Es cierto que a veces cuesta perdonar, porque existen dolores y heridas profundas, pero la Iglesia debe dar un testimonio nítido en este tema, porque así lo enseñó y pidió el mismo Señor: "Si ven el testimonio de comunidades auténticamente fraternas y reconciliadas, eso es siempre una luz que atrae" (EG 100).

Para concluir con su elenco de luchas contra las tentaciones, Francisco propone cosas concretas para vivir la ley del amor

"Pidamos al Señor que nos haga entender la ley del amor. ¡Qué bueno es tener esta ley! ¡Cuánto bien nos hace amarnos los unos a los otros en contra de todo! […] Todos tenemos simpatías y antipatías, y quizás ahora mismo estamos enojados con alguno. Al menos digamos al Señor: Señor, yo estoy enojado con éste, con aquélla. Yo te pido por él y por ella. Rezar por aquel con el que estamos irritados es un hermoso paso en el amor, y es un acto evangelizador. ¡Hagámoslo hoy!" (EG 101)

En fin, frente a la tentación de la envidia y de las divisiones, Francisco nos invita: "¡No nos dejemos robar el ideal del amor fraterno!" (EG 101).