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martes, 20 de octubre de 2020
SIERVOS DE DIOS
miércoles, 13 de mayo de 2020
EL LIBRO DE JOSUÉ: UNA GUÍA A LA SANTIDAD
Todos los libros históricos de la Biblia, desde Josué hasta Macabeos, narran durante doce siglos (1.200 - 150 a. C.), el modo en el que Dios va preparando e instruyendo progresivamente a su pueblo escogido de Israel, para que le reconozca como el único Dios verdadero y para que, después de ser anunciado por los profetas más adelante , pueda encarnarse en él, como el Mesías.
Dios, en su Palabra, nos está hablando también a nosotros. Haciendo viva su Sagrada Escritura y
proyectándola en nuestras vidas, nos
prepara para que le acojamos como el Dios verdadero y el Rey de nuestra
existencia.
Estructura
Podemos dividir el
libro de Josué en cuatro partes:
- Prólogo, en el que se
condensa el mensaje teológico del
libro:
-la continuidad de la misión de Moisés por
Josué, como mediador entre Dios y el pueblo, que representa también hoy lo que
llamamos la Tradición de la Iglesia.
-la unidad del pueblo, a través de la conquista de la Tierra Prometida por todas las tribus de Israel, que representa también hoy lo que llamamos la Comunión de los Santos.
-Conquista y toma de
posesión de la Tierra
Prometida (1230-1210 A.C.) por
Josué, siervo escogido de Dios, tras la
muerte de Moisés a los 120 años en el monte Nebo (Moab), como sucesor y líder
de los israelitas, y como cumplimiento de Su promesa a Abrahán.
-Reparto y distribución de la Tierra Prometida entre las
doce Tribus de Israel, como don recibido de Dios, que implica fidelidad y adhesión incondicional al Dios de Israel y que exige abstenerse de
la contaminación de los cananeos, no mezclarse con ellos y limar cualquier
diferencia entre las tribus para actuar como una sola voz.
-Epílogo en el que recalca el mensaje teológico del libro de
continuidad y unidad, que simboliza también la expansión del Evangelio en la
tierra.
En este artículo,
nos centraremos en la primera parte del libro, es decir, en el prólogo, dejando
para otros artículos la conquista, el reparto y el epílogo.
Prólogo
Josué 1,1
Comienza
el libro con los elogios de Dios a
Moisés que, tras su muerte, le denomina su “siervo del Señor”, para seguir con el nombramiento de Josué como sucesor de Moisés, y
por tanto, también “siervo del Señor”, para conducir al pueblo de Israel a la Tierra Prometida.
Según Orígenes, padre de la Iglesia, este libro no nos indica tanto
las gestas y hazañas de Josué y del pueblo de Israel, sino que, poniéndose
al servicio del Señor para guiar a su pueblo hacia la tierra prometida, nos dibuja a Dios Padre como autor de la historia de la
salvación, a Jesucristo como guía y mediador entre el Padre y el pueblo, y a nosotros, pueblo
escogido, como protagonistas de la
historia.
El libro de Josué es una guía de servicio a Dios para
nosotros,
para quien escucha al Señor y cumple su voluntad.
La
historia de Josué es la historia que, en Jesucristo, se hace mía, y se
convierte en mi historia como un camino para la santidad, que
el Señor quiere darme en propiedad. Una misión particular mía, que Dios me ha
confiado desde la eternidad y que sólo la puedo llevar a cabo yo.
Nosotros,
para ser servidores de Dios, al igual que San Miguel arcángel, tenemos que
decir “Serviam”, al contrario que hizo
Lucifer, cuando se negó a ser siervo de Dios diciendo “Non serviam”.
Un servidor de Dios es quien escucha a Dios y cumple su voluntad
Un servidor de Dios es quien guía y conduce a otros a la santidad
Josué 1,2-5
-Os voy a dar toda
la tierra en la que pongáis la planta de vuestros pies. Dios pone a nuestra disposición todos los medios para
entablar nuestra batalla espiritual contra el Enemigo y la alcanzar la
victoria.
-desde el desierto
hasta el Líbano, y desde el gran río Éufrates hasta el Mar Grande,
ofrece la salvación a todos, desde
los que tienen un corazón árido, seco y duro hasta los que están llenos de
vida, a todos los hombres desde el Paraíso hasta la Nueva Jerusalén.
-estaré contigo; no
te dejaré ni te abandonaré, promesa renovada por Jesús a sus discípulos cuando los envía
a evangelizar el mundo “yo
estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos” (Mateo 28,20).
Josué 1,6-9
-¡Ánimo, sé
valiente!, para cumplir toda la ley que te dio mi siervo Moisés, Dios nos da ánimo y nos pide
valentía espiritual para cumplir su voluntad y dar testimonio de su siervo Jesucristo.
-que tú repartirás
a este pueblo la tierra que prometí con juramento a sus padres. Dios nos exhorta a conquistar la
santidad y a repartirla con los nuestros, con nuestra comunidad cristiana, pero
también con el resto del mundo, que también es pueblo de Dios, aunque le haya
sido infiel.
-no te desvíes a
derecha ni a izquierda y tendrás éxito en todas tus empresas. Dios mismo nos dice que nos
mantengamos firmes y fieles en cualquier ámbito de nuestra vida, y alcanzaremos
el premio. Es palabra de Dios.
-Que el libro de esta ley no se te caiga de los labios; no dejemos de leer y proclamar su Palabra.
-medítalo día y
noche, para poner por obra todo lo que se prescribe en él; así tendrás suerte y
éxito en todas tus empresas. Meditarla siempre para ponerla en
práctica y tendremos recompensa.
Lo que yo te mando
es que tengas valor y seas valiente. No tengas miedo ni te acobardes, que
contigo está el Señor, tu Dios, en cualquier cosa que emprendas. Lo manda directamente Dios: que
tengamos valor, que no tengamos miedo ni nos amedrentemos porque nada menos que
Dios Todopoderosos está con nosotros para triunfar.
Estas mismas palabras son las que
le dirige el Señor a San Pablo para impulsar su trabajo apostólico en Corinto “No temas, sigue hablando y no te
calles, pues yo estoy contigo” (Hechos 18, 9-10).
Josué 1,10-18
Josué,
después de haber hablado con Dios, se dispone a obedecerle para entrar y tomar
posesión de la tierra que el Señor les va a entregar y se dirige a los
responsables de Israel (a nosotros) dándoles
una orden:
-Abasteceos de víveres, preparar lo necesario
para la misión que nos encomienda Dios: la Sagrada Escritura, la oración, los
sacramentos, etc.
-porque dentro de tres días pasaréis el Jordán, para ir a
tomar posesión de la tierra que el Señor, vuestro Dios, os da en propiedad. Esta
hazaña no consiste solamente en cruzar el río Jordán sino que es una
continuación del paso por el Mar Rojo, antes como hijos de Israel y ahora como
pueblo de Dios, prefiguración de la Iglesia que cruza el umbral a una nueva
vida.
- A los de Rubén, Gad y media tribu de Manasés. Tribus
que ya habían tomado posesión de sus tierras en Transjordania con Moisés.
-les dijo: Acordaos de lo que os mandó Moisés, siervo del
Señor. Un pueblo que debe vivir de una manera santa, una Iglesia
que tiene que regirse por las normas de su Dios.
- pero vosotros, los soldados, pasaréis el Jordán en orden de batalla, al frente de vuestros hermanos, para ayudarles, hasta que el Señor les dé el descanso, lo mismo que a vosotros, y también ellos tomen posesión de la tierra que el Señor, vuestro Dios, les va a dar. Entonces volveréis a la tierra de vuestra propiedad. Sólo en unidad se puede vivir en la tierra prometida. Por eso, los que ya han tomado posesión de su tierra y están descansando (los santos en el cielo, la Iglesia Triunfante) tienen que ayudar al resto de sus hermanos intercediendo con sus oraciones por ellos, hasta que éstos tomen posesión de la suya y puedan descansar.
Sólo en unidad se puede vivir dentro del pueblo de Dios (la Iglesia Militante), custodiando el alma de nuestros hermanos, rezando, acompañándoles y evangelizándoles para ayudarles a entrar en el Reino de Dios.
-Haremos lo que nos has ordenado, iremos adonde nos
mandes; te obedeceremos a ti igual que obedecimos en todo a Moisés. Basta
que el Señor, tu Dios, esté contigo como estuvo con él. El que se rebele y
no obedezca tus órdenes, las que sean, que muera. ¡Tú, ten ánimo, sé valiente! Es lo que nosotros debemos responder
en obediencia a los mandamientos de Cristo y hacer lo que nos diga que hagamos.
Y, como estuvo con Él, estará a nuestro lado para darnos fuerza y valor.
Orígenes
nos da la clave para entender todos estos versículos y todas estas palabras con
las que Dios nos llena con su amor:
“En
sentido alegórico, los habitantes de la tierra representan las poblaciones
diabólicas de los vicios que hay que vencer. Se trata por tanto, de un viaje
místico hacia la heredad de la sabiduría prometida por Dios”.
La conquista de la Tierra
Prometida es la victoria sobre todos
nuestros vicios y pecados interiores, y
sobre todos los exteriores donde reinen el odio, el egoísmo, el mal...
Bibliografía:
-"La Tierra Prometida" (Beatriz Ozores, Radio María)