¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.
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lunes, 19 de octubre de 2020

MARÍA, EL NUEVO ARCA

“María es el camino más seguro, 
el más corto 
y el más perfecto 
para ir a Jesús” 
(San Luis María Grignon de Monfort)

Cuando leo en el libro del Génesis: "Al ver el Señor que la maldad del hombre crecía sobre la tierra y que todos los pensamientos de su corazón tienden siempre y únicamente al mal, el Señor se arrepintió de haber creado al hombre en la tierra y le pesó de corazón" (Génesis 6, 5-6), me parece estar leyendo el períodico de hoy.

Desgraciadamente, desde el inicio de la creación, existe una lista interminable de ejemplos, desde Caín a la torre de Babel, pasando por las plagas de Egipto, los días de Noé, Sodoma y Gomorra, hasta nuestros días, que muestran la maldad del hombre, la violencia y la corrupción en el mundo.

Si bien Dios ha creado todo cuanto ha querido por bondad y por amor, desde el principio de la historia, se "humaniza" y "se encarna", cuando el Espíritu Santo dice en el Génesis que "se arrepintió y le pesó de corazón" haber creado al hombre. Son sentimientos humanos que Dios asume para que entendamos como sufre un Padre viendo a sus hijos "perderse". 

Dios siempre se "abaja", se "vuelve hombre" para que, por su infinita compasión y misericordia, comprendamos que somos capaces de destruirlo todo por maldad y por odio, por todo lo que llevamos en el corazón a causa del pecado, consecuencia de una libertad que nos regala, pero que usamos mal: "Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los pensamientos perversos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, malicias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro" (Marcos 7, 20-23).

La capacidad de destrucción del hombre (en términos matemáticos) es exponencial e inversamente proporcional a la capacidad creativa de Dios y, también a su paciencia: "La tierra estaba corrompida ante Dios y llena de violencia. Dios dijo a Noé: Por lo que a mí respecta, ha llegado el fin de toda criatura, pues por su culpa la tierra está llena de violencia; así que he pensado exterminarlos junto con la tierra." (Génesis 6, 7-13).

Los hombres somos auténticas "armas de destrucción masiva "porque todos los pensamientos de nuestro corazón tienden siempre y únicamente al mal". Como en los tiempos de Noé (Génesis 6,5-18; 7,11-12) o en los de Sodoma y Gomorra (Génesis 18, 1-29), hoy, la perversidad del mundo sube hasta el cielo" y "el clamor contra ellos ante el Señor es enorme". 
¡Menos mal que "El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia"! (Salmo 103,8) y por ello, Dios nos llama a entrar en el arca, a ponernos a salvo en el monte, es decir, en la Casa de Dios, en la Iglesia, prefigurada por María, porque "nadie podía entrar en el santuario hasta que se consumen las siete plagas de los siete ángeles" (Apocalipsis 15,8) . 

El Arca de la Alianza, el Santuario de Dios es María, la Santísima Virgen, quien no ha parado de aparecerse a la humanidad en los últimos siglos, para avisarnos de lo que está por venir y para pedirnos con urgencia rectificar, arrepentirnos, convertirnos; para suplicarnos orar, hacer penitencia y vivir los sacramentos; para anunciarnos la posibilidad de un castigo, precedido de un aviso y de un milagro; para que enmendemos y purifiquemos nuestros corazones.
La Santísima Virgen María nos llama a purificar nuestros corazones, nos urge a consagrarnos a su Inmaculado Corazón, nos invita a configurarnos a Cristo en Ella, porque el hombre muere de cáncer, una enfermedad mortal: el pecado.

María es un camino fácil, corto, perfecto y seguro para llegar a la unión con Dios que es la perfección cristiana. La Consagración a su Inmaculado Corazón es una llamada a entrar en el "Arca" ante la inminencia de un "diluvio" que no será de agua sino de fuego, un fuego purificador, la justicia de Dios.

María, con su ejemplo y con su palabra, nos recuerda en sus apariciones que tenemos esa capacidad de rectificar, y para ello, necesitamos, como Ella hacía, guardar y meditar todo en el corazón y así, huir de la maldad que todo lo corrompe y de la violencia que todo lo destruye.

El cielo clama y el mundo sigue sin escuchar, como en los días del diluvio, o como en los días de Sodoma y Gomorra, o como en la noche de la Pascua en Egipto, en la última plaga. Pero pronto "reventarán las fuentes del gran abismo, se abrirán las compuertas del cielo, se derramarán las siete copas de la ira del Señor", que contienen el incienso de las plegarias de los justos a las que Dios responderá sin dilación (Apocalipsis 16,1).

Todas las apariciones de la Virgen tienen siempre el mismo formato: Aviso/Milagro/Castigo. Y por ello, podemos interpretar que posiblemente, las cuatro primeras copas del Apocalipsis correspondan al Aviso; la 5ª y la 6ª al Milagro; y la 7ª al Castigo. 

De ahí la urgencia de entrar en el "Arca", de ampararnos y protegernos bajo el manto de María, porque la Justicia del Señor viene sin concretar el día y la hora, pero nuestra Madre, que tanto vela, intercede y suplica por nosotros, que tanto nos ama y sufre por nosotros, como lo hizo en la Cruz, nos avisa de la inminencia de la Venida de Su Hijo.

Cuando, nosotros, también hijos de María y hermanos de Cristo, rezamos "líbranos del mal" (del Dragón, de la serpiente), unimos nuestra súplica a la voz de los justos, los que tienen el sello del Cordero y han permanecido en oración en el monte Sion, y pedimos que nuestra plegaria sea escuchada. Es entonces cuando la justicia de Dios es impartida y la purificación concluye, con la séptima copa.

Nuestra Arca es María y nuestro Sello, la consagración a su Inmaculado corazón. No perdamos ni un instante en entrar en Ella y ser marcados con la Alianza que Dios hace con todos nosotros, a través de su Madre, la Virgen, para llegar a Él.

Dios nos proporciona un Refugio, nos ha construido un Arca y nos dice: "Entrarás en el arca con tu mujer, tus hijos y sus mujeres". 

María nos anuncia la Alianza de Dios, la Promesa que nos dejó en Fátima: “Al final, mi Inmaculado Corazón triunfará”.


viernes, 2 de marzo de 2018

LA VIRGEN NOS LLAMA

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Mientras llega el mes de mayo, en el que como cada año, mi mujer yo peregrinamos a Medjugorje, estoy leyendo un libro que se titula "Hipótesis sobre María", en el que su autor, Vittorio Messori, investiga las apariciones marianas más recientes que han obtenido la aprobación de la Iglesia, recopilando sucesos, enigmas, indicios, milagros, mensajes… 

Lo cierto es que la Virgen nos llama y se aparece a sus hijos. Nos llama a la oración y a la conversión. Nos llama para llevarnos hacia su Hijo. Ella, desde el cielo, sufre viendo en qué estado se encuentra el mundo. Sufre y sabe lo que Dios va a hacer.


Las peregrinaciones a los santuarios nacidos como consecuencia de sus apariciones y de su llamada han florecido en plena crisis de secularización. No es casualidad. 

Mientras que en la mayoría de las parroquias disminuye la asistencia de fieles, aumentan las peregrinaciones a Lourdes, Fátima, La Salette, Medjugorje, Garabandal y tantos otros santuarios, donde los peregrinos se cuentan por millones. No es casualidad.

Imagen relacionadaTenemos que dar las gracias a Nuestra Madre, la Virgen María, por la cantidad de conversiones que se producen en estos santuarios marianos (empezando por la mía). No es casualidad.

No podemos negar esta realidad y si lo hacemos, estaremos eludiendo la Gracia divina, pues es evidente que estamos ante uno de los mayores referentes pastorales de la Iglesia Católica, tal y como decía el Cardenal Ratzinger en otro libro de Vittorio Messori“Las apariciones que la Iglesia ha aprobado oficialmente (Lourdes y Fátima) ocupan un lugar preciso en el desarrollo de la vida de la Iglesia en el último siglo. Muestran, entre otras cosas, que la Revelación –aún siendo única, plena y, por consiguiente, insuperable- no es algo muerto; es viva y vital”. 

Imagen relacionadaEs cierto que ninguna aparición es indispensable para la fe, ni tan siquiera las que han sido aprobadas por la Iglesia. Es cierto que la Revelación ha llegado a su plenitud con Jesucristo

Pero, yo me pregunto, ¿quiénes somos nosotros para a negar a Dios la posibilidad de que nos hable a través de personas santas y sencillas, incluso a través de hechos milagrosos? ¿quienes somos nosotros para dictarle al cielo cómo deben ser las cosas? ¿Quiénes somos nosotros para decirle a Dios cómo tiene que hacer las cosas? 

Imagen relacionadaEstoy convencido de que las apariciones marianas son una llamada de Cristo a través de su Madre, una sacudida a nuestra indiferencia, un grito desesperado a la conversión, una confirmación del Evangelio, un afianzamiento de nuestra fe, una advertencia y una esperanza… 

Todo lo que la Iglesia ha dicho y dice sobre María está al servicio de Cristo. Los dogmas marianos no han sido promulgados sólo con el objeto de fomentar la devoción a María, sino porque nos ayudan a salvaguardar la auténtica fe en Cristo. 
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La Mariología es, en realidad, Cristología. De la misma manera en que la Maternidad de María remarca la verdadera humanidad de Jesucristo, así también su Concepción Virginal por obra del Espíritu Santo, nos descubre la divinidad de Jesucristo. 

Imagen relacionadaEs un hecho evidente de que allí donde la devoción mariana ha sido olvidada, con el tiempo se ha terminado por desvanecer la fe en el propio Jesucristo. 

Además de estos argumentos teológicos, la devoción mariana tiene la cualidad de conjugar dos dimensiones distintas pero no contrarias: la razón y el corazón. 

Cuando María no está suficientemente presente, reducimos el mensaje cristiano a una abstracción racional, en la que se hace muy palpable la falta de “la Madre”. Para que la mente del cristiano reflexione con lucidez sin dejarse cegar por falsas ideologías, su corazón debe de estar caldeado por la devoción a María. 

En estos santuarios marianos, la presencia maternal de la Virgen se siente de una manera poderosa y ha hecho de ellos, habituales lugares de oración y conversión. 

Más allá de las sanaciones y de otros hechos milagrosos, el mayor don que allí recibimos de Nuestra Santísima Madre es la fe, la esperanza y la caridad. 

Acudiremos a Ella con devoción, confianza y cariño, sabiendo que seguiremos aprendiendo de María a poner nuestra esperanza en el Señor y a servir a nuestro prójimo con su misma ternura maternal. 

¡¡¡Que venga pronto "su mes"!!!


domingo, 25 de febrero de 2018

EL SECRETO DE MARÍA PARA SER SANTOS

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“Feliz, una y mil veces en esta vida, 
aquel a quien el Espíritu Santo 
descubre el secreto de María para que lo conozca”.

Dios quiso que María tuviera un papel fundamental en la historia de la salvación: unió cielo y tierra por medio de María. 

Resultado de imagen de la escalera de jacobMaría es la escalera de Jacob, que nos consuela cuando estamos tristes y cansados. Por Ella, los ángeles suben y bajan; por Ella nos alcanzan las gracias que necesitamos; por Ella, subimos al cielo. 

María es el camino que va desde el Padre a la humanidad como Madre de Jesucristo (Gálatas 4,4) y al mismo tiempo, es el camino que tienen que recorrer los hombres para ir al Padre, por medio de su Hijo (Efesios 2,18).

La Iglesia nos enseña que María está presente y al servicio de la única mediación de Cristo: "La misión maternal de María hacia los hombres, de ninguna manera obscurece ni disminuye esta única mediación de Cristo, sino más bien muestra su eficacia. Todo el influjo salvífico de la Bienaventurada Virgen en favor de los hombres (...) nace del Divino beneplácito y de la superabundancia de los méritos de Cristo, se apoya en su mediación, de ella depende totalmente y de la misma saca toda su virtud; y lejos de impedirla, fomenta la unión inmediata de los creyentes con Cristo (Lumen gentium, 60). 

La colaboración de María en el plan salvífico de Dios está basada y orientada hacia un encuentro íntimo y profundo con su Hijo, Jesucristo. 

María, en realidad, no quiere atraer la atención sobre su persona. Vivió en la tierra con la mirada puesta en Jesús y en el Padre celeste. Su deseo más fuerte fue (y es) que pongamos nuestra mirada de fe y de esperanza en el Salvador que el Padre nos envió. 


María alienta a la Iglesia y a los creyentes a cumplir siempre la voluntad del Padre, igual que Ella misma hace. Y así, sus palabras en Caná: "Haced lo que él os diga" (Juan, 2, 5), coinciden con las del Padre en el monte Tabor: "Este es mi hijo predilecto... Escuchadlo" (Mateo 17, 5). 

Resultado de imagen de san luis maria de montfortNuestra santidad pasa por hacer todo lo que Dios nos diga. Aquí está el valor de la vida de María: el cumplimiento de la voluntad divina. 

San Luis María Grignion de Montfort, en su carta espiritual, El Secreto de María (1712) nos explica la importancia de María en el plan salvífico de Dios y porqué María es la solución definitiva para todos los cristianos

María, el medio más sencillo, más seguro y más perfecto 

Dios nos llama a la santidad a todos los cristianos; nos ha creado para ser perfectos (Mateo 5, 48). Por ello, todos nuestros pensamientos, palabras y acciones, sufrimientos y todas las aspiraciones de nuestra vida deben orientarse a alcanzar la santidad. 

El Evangelio nos muestra los medios de salvación y santificación, la Iglesia nos los explica y los santos los llevan a la práctica: humildad de corazón, oración continua, mortificación universal, abandono a la Providencia y conformidad con la voluntad de Dios.


Sin embargo, para ponerlos en práctica, necesitamos de la gracia y la ayuda divina. Y precisamente porque Dios nos creo para ser santos, nos concede a todos su Gracia, pero no lo hace en la misma medida ni a todos por igual: "Pero tenemos carismas diferentes, según lo que Dios ha querido dar a cada uno" (Romanos 12, 6), pero sí a cada uno lo suficiente.

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Para obtener la Gracia, necesitamos encontrar a María, Madre de la divina gracia. 

María es el medio más sencillo, el camino más seguro y el modo más perfecto para llegar a Dios y a la perfección. Y lo es porque:

Encontró gracia ante Dios
Sólo María encontró gracia delante de Dios (Lucas 1, 30), tanto para sí misma como para toda la humanidad. 

Es Madre de la gracia
María concibió y dio vida humana a Jesucristo, autor de toda gracia. Por esto se la llama la Madre de la gracia. 

Es llena de gracia
Dios Padre, fuente única de todo don perfecto (Santiago 1,17) y de toda gracia, al darle su propio Hijo, le entregó a María todas las gracias.

Es la dispensadora de la gracia
Dios la escogió como tesorera, administradora y distribuidora de todas sus gracias. Con la colaboración de María, Dios comunica su vida y sus dones a los hombres. Y, según el poder que Ella ha recibido de Dios, reparte a quien quiere, como quiere, cuando quiere y cuanto quiere de las gracias del Padre, de las virtudes del Hijo y de los dones del Espíritu Santo.

Es Madre de los hijos de Dios
De la misma forma que en el orden natural, todo niño debe tener un padre y una madre, en el orden de la gracia, todo verdadero hijo de la Iglesia debe tener a Dios por Padre y a María por Madre. 

Es Madre de los miembros de Cristo

María ha formado a Jesucristo, Cabeza de los predestinados y por tanto, debe formar también a los miembros de ésta, los verdaderos cristianos. 

Porque una madre no da a luz a la cabeza sin los miembros, ni a los miembros sin la cabeza. Por eso, quien quiera ser miembro de Jesucristo, lleno de gracia y de verdad (Juan 1,14), debe dejarse formar en María por la gracia de Jesucristo. 

Es colaboradora del Espíritu Santo
El Espíritu Santo se desposó con María, y en Ella, por Ella y de Ella produjo su obra maestra que es Jesucristo. Y dado que no la ha repudiado jamás, continúa produciendo todos los días a los predestinados en Ella y por Ella, de manera real, aunque misteriosa.

Nos lleva a la madurez en Jesucristo
María ha recibido de Dios un dominio especial sobre los predestinados para alimentarlos y hacerlos crecer en Jesucristo. 

De modo que, así como un niño recibe todo su alimento de la madre, que se lo da proporcionado a su debilidad, del mismo modo los predestinados sacan todo su alimento y fuerza espirituales de María.

Habita en los verdaderos cristianos
Dios Padre ha dicho a María: "Hija mía, pon tu tienda en Jacob", es decir, "pon tu morada en mis predestinados", prefigurados en Jacob. 

Dios Hijo ha dicho a María: "Madre querida, entra en la heredad de Israel", es decir, "en mis elegidos." 

Dios Espíritu Santo ha dicho a María: "Echa raíces, ¡fiel Esposa mía!, en el pueblo glorioso", es decir, "en mis escogidos." 

Por tanto, María habita en todos los elegidos y está presente en sus corazones, y siempre que se lo permitan echará en ellos las raíces de una profunda humildad, de una caridad ardiente y de todas las virtudes.

Es el molde viviente de Dios

San Agustín llama a María "molde viviente de Dios". Y, en efecto, lo es, porque sólo en Ella se formó Dios como hombre perfecto, y sólo en Ella se transforma el hombre perfectamente en Dios por la gracia de Jesucristo, en cuanto lo permite la naturaleza humana. 

Un escultor puede hacer una obra perfecta gracias a su habilidad, fuerza, conocimientos, la perfección de sus herramientas y trabajando sobre una materia dura y sin forma. O, utilizando un molde. 

La primera manera es larga, difícil y expuesta a muchos riesgos: basta un golpe desafortunado del cincel para echarlo todo a perder. La segunda, en cambio, es rápida, sencilla, suave, más barata y menos fatigosa, siempre que el molde sea perfecto, represente con exactitud la figura a reproducir y que la materia utilizada sea maleable y no oponga resistencia a su manejo.

María es el molde maravilloso de Dios, hecho por el Espíritu Santo para formar a la perfección a un Hombre-Dios por la encarnación y para hacer al hombre partícipe de la naturaleza divina, mediante la gracia. 

María es el molde en el cual no falta ni un solo rasgo de la divinidad y quien se "amolde" a Ella y se deje esculpir, recibirá todos los rasgos de Jesucristo suavemente y proporcionado a nuestra debilidad, sin grandes trabajos ni angustias, de manera segura, sin peligro de ilusiones, puesto que el demonio no tuvo ni tendrá jamás entrada donde esté María; de manera santa e inmaculada, sin rastro alguno de pecado.

Es el paraíso de Dios
No existe criatura alguna (incluidos los ángeles y santos), en donde Dios manifiesta su gloria con tanta perfección como en María. Ella es el paraíso de Dios, su mundo inefable, donde el Hijo de Dios ha entrado para realizar obras portentosas, guardarlo y complacerse en él.

Dios creó un paraíso:
-para el hombre peregrino: la tierra.
-para el hombre glorificado: el cielo.
-para sí mismo: María.

Sabemos que Dios está en todas partes, pero en ningún sitio se le puede encontrar tan cercano y al alcance de la debilidad humana como en María, pues para esto bajó a Ella. 

Nos une a Dios
María se halla totalmente orientada hacia Dios y cuanto más nos acercamos a Ella, más íntimamente nos une a El. 

Cuando encontramos a María, encontramos a Jesús, y por Jesús al Padre. Entonces, encontramos todos los bienes, toda la gracia y amistad de Dios, la plena seguridad contra los enemigos de Dios, la verdad completa para combatir el error, la facilidad absoluta y la victoria definitiva en las dificultades, la dulzura y el gozo colmados en las amarguras de la vida.

Es consuelo en el sufrimiento
Encontrar a María no quiere decir, vivir exento de cruces y sufrimientos. ¡Al contrario! Sufriremos más que los demás porque María, hace partícipes a sus hijos, de la cruz de Jesucristo.

Ella nos reparte grandes cruces y, a la vez, nos comunica también la gracia de cargarlas con paciencia y hasta con alegría. Endulza las cruces que da a los suyos y las convierte (por decirlo así) en golosinas o dulces cruces. Nos anima a cargar con más y mayores cruces, ayudándonos con más y mayores gracias.

El secreto de la santidad pasa por la verdadera devoción a María


El secreto consiste, pues, en encontrar de verdad a la excelsa y santísima María para hallar la abundancia de todas las gracias. 

Dios, dueño absoluto de todo, puede comunicar directa y extraordinariamente lo que de ordinario, sólo concede por medio de María. Según Santo Tomás, en el orden de la gracia, Dios no se comunica de ordinario a los hombres sino por medio de María.

Para llegar hasta Dios y unirse con Él, es indispensable acudir a la misma persona escogida por Él para descender hasta nosotros, para hacerse hombre y comunicarnos sus gracias. Esto se realiza mediante una auténtica devoción a la Santísima Virgen.

El secreto es la sencillez, seguridad y eficacia de María como el camino más perfecto para llegar a Dios. 

El secreto para llegar al conocimiento y al amor del Padre es seguir el camino de entrega total por María. Por María vino el Hijo de Dios al mundo, para que todos tengamos vida y la tengamos en plenitud, y por María, el Espíritu Santo nos forma, como formó a Jesús, hasta la madurez y perfección de hijos de Dios. 

El secreto es la consagración total a Jesucristo por María, es decir, una "entrega incondicional", una "esclavitud de amor", una "servidumbre de voluntad", un "compromiso total", que nos lleva a hacerlo todo “con María, por María, en María y para María".

Te animo a que hagas como yo: optar al privilegio de ser esclavo de amor, consagrándose a María y, así, llegar a Jesús y por Él a la santidad junto a Dios. Mientras, en el camino recibirás el amor de María junto con sus innumerables gracias. 

¿A qué esperas?