¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.
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jueves, 13 de julio de 2017

GRUPOS PEQUEÑOS: CERRADO POR VACACIONES


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"Dios bendijo el día séptimo y lo santificó, 
porque en él había descansado de toda la obra de su actividad creadora."
(Génesis 2, 3)

Si el Creador del Universo descansó después de su obra, entonces nosotros, los seres humanos, también debemos descansar. 

También en los grupos pequeños de fe es necesario hacer pausas planificadas. No es que sea malo que los grupos pequeños continúen con su labor. Algunos lo hacen y lo hacen con éxito. Quizás algunos piensen que unas vacaciones pueden romper el ritmo del grupo o preguntarse: ¿Qué pasa si las personas que se han acercado a la Iglesia están buscando un grupo para unirse y no hay ninguno? ¿Qué pasa si, por ello, nunca se unen y dejan de asistir a la iglesia antes de que comience el próximo curso?

Mi reflexión parte de la base que no hay un modelo perfecto que atienda todas las necesidades de las personas. Lo que me pregunto es: ¿Cómo podemos ayudar a la mayor cantidad posible de personas a crecer en comunidad, discipulado y liderazgo a través de pequeños grupos de manera duradera y a largo plazo? 

Una de las mejores maneras es formar varios grupos pequeños de 10 a 12 semanas a lo largo del año con un mes/mes y medio de "pausas planificadas", sobre todo, ahora en verano. Los beneficios que se desprenden de un descanso son:

Madurez duradera

Es muy beneficioso para madurar en la fe, dentro de los grupos pequeños, que sus integrantes oremos todos los días por los demás miembros del grupo, que nos reunamos para nuestro desarrollo personal, que invitemos y acojamos a nuevas personas en nuestro grupo y que cuidemos a los miembros del grupo. Sin duda, seremos más capaces de servir en los grupos pequeños por más tiempo y de forma duradera si establecemos "descansos". Todo lo que podamos hacer para evitar quemarnos en nuestro servicio laico es de suma importancia.

Acoger nuevas personas

La mayoría de las personas no quieren sentirse como si estuvieran llegando tarde a una fiesta ni sentirse "extraños" en una familia ya formada. 

Resultado de imagen de grupos pequeñosAl planificar descansos y crear nuevos grupos tras la pausa estival dan un sentido y, en gran medida, una realidad, para que todos puedan unirse a un pequeño grupo por primera vez y no tener que ponerse al día con el resto de los miembros.

Cada vez que lanzamos un nuevo pequeño grupo, es aconsejable promocionarlo antes de su puesta en marcha. Descubrimos que muchas personas que nunca han asistido a un grupo pequeño, antes de dar el salto, sienten la necesidad de unirse sin pensar que son "novatos".

Menor nivel de compromiso

Si las personas sienten que tienen que comprometerse a asistir obligatoriamente a un grupo durante un año entero, es probable que nunca lleguen a formar parte de uno. Sin embargo, si saben que hay un momento de encendido y apagado, estarán menos intimidados y más abiertos a salir de sus zonas de confort y entrar en un grupo.

Multiplicación de grupos

Establecer objetivos para la multiplicación de grupos es más fácil con descansos planificados. Pueden establecerse dos veces al año: en enero, tras la Navidad, y en septiembre tras el verano. 

Los nuevos grupos son muy frágiles, sobre todo, al principio, y necesitan comenzar con un mínimo de cinco a seis personas. 

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Debemos no cortar el contacto de forma abrupta durante el descanso y animarnos a mantener comunicación e interacción aunque no nos reunamos. Aunque un grupo suspenda las reuniones mensuales, pueden mantener el contacto, reunirse para tomar café o una barbacoa, planear una actividad de compañerismo en grupo o una fiesta. 

Muchas veces, es durante los descansos programados, cuando vemos el fruto de una verdadera comunidad, tal y como dice Levítico 25, 3-5 dice: "Seis años sembrarás tu campo, y seis años podarás tu viña y recogerás su fruto; Pero en el séptimo año habrá un día de reposo solemne para la tierra, un día de reposo para el Señor. No sembrarás tu campo ni podarás tu viña. Lo que crece de su propia cosecha no cosecharás, ni recoger las uvas de tu viña sin cuidado, porque es un año de descanso para la tierra".

El principio que Dios nos da es que, al igual que la tierra, nosotros necesitamos descanso para mantener la productividad. Cuando lo hacemos, Dios nos bendice con mayor calidad en nuestro servicio.

El descanso es una oportunidad para reflexionar proyectos, tomar perspectivas, tomar impulso y prepararnos para volver a sembrar y dar mayor fruto.

Las vacaciones son un buen momento para dejarnos susurrar por Dios, conocer su voluntad y su plan para nosotros. No se trata de olvidarse de todo sino de estar tranquilos, relajados y con paz para dejarnos guiar por el Espíritu Santo.

Cuando hagas las maletas, recuerda meter tu fe en ellas.

¡Feliz descanso!

jueves, 27 de octubre de 2016

LA LEY DEL CULTIVO: CÓMO SER FRUCTÍFEROS


En el mundo empresarial, lo más importante es la productividad. 

En el mundo espiritual, también. Pero la Biblia no usa la palabra "productividad" sino la palabra "fruto". Dios quiere que seamos fructíferos, pero ¿cómo lograrlo? 

Plantar las semillas

Lo primero a lo que Dios nos llama es a
plantar las semillas y para ello, debemos seleccionar el tipo de semillas que vamos a utilizar. No se puede pretender sembrar todo tipo de plantas. 

Otras veces, en lugar de sembrar directamente en la tierra, tendremos que hacerlo en semilleros para controlar mejor las condiciones ambientales. Cuando esto se logra, se realiza el trasplante a otro sitio.

Muchas personas que se acercan a Dios no pueden pasar directamente del estado inicial a la madurez espiritual en la comunidad. 

Para ello, disponemos de semilleros, los grupos pequeños, que son espacios destinados de forma específica para su desarrollo y con los cuidados especiales que éstas necesitan para poder germinar. El paso de ahí a la comunidad es mucho más fácil y menos traumático.

Debemos saber qué también cuándo hacerlo, es decir, en qué momento o qué época del año es la más idónea o no obtendremos éxito.

Después de la siembra, debemos abonar el terreno y regarlas abundantemente.


Fijar las raíces

Resultado de imagen de fijar raicesDios dice que no puede haber fruto si no hay raíces fijadas a la tierra. Sobre todo, para cuando lleguen los tiempos de sequía. 

La sequía es un largo período sin lluvia.

Una sequía espiritual se produce cada vez que tenemos que prescindir de algo que necesitamos: tiempo, energía, dinero o apoyo. 

Seguro que habrá momentos de sequía a lo largo de nuestra vida, y por tanto, nuestras raíces deben estar bien fijadas a la tierra para buscar agua bajo de la superficie.

Arrancar las malas hierbas 

Las malas hierbas son las cosas que impiden o limitan nuestro crecimiento espiritual. Las malas hierbas son las cosas que ahogan nuestra relación con Cristo.

Resultado de imagen de malas hierbasLas malas hierbas crecen con una facilidad asombrosa. No necesitan cuidados ni agua. Sencillamente, crecen. 

Son un signo de abandono. Si nos descuidamos, las malezas comienzan a crecer y ahogan a las buenas.

Debemos eliminarlas en cuanto empiecen a aflorar.

Podar las ramas

La poda no sólo consiste en cortar las ramas muertas, sino las vivas también, con el fin de mejorar la forma de la planta y estimular su crecimiento. 

La poda es esencial para una mayor productividad. No es opcional. Si queremos ser productivos, Dios nos indicará los momentos de poda.

Dios nos llama a la fecundidad. En nuestra vida, Dios no es sólo arranca la madera muerta, también recorta las áreas de éxito, incluso las que están dando frutos maravillosos.

Cuando lo hace, es posible que no lleguemos a comprender por qué, pero la razón es que Él nos prepara para algo aún mayor.

Esperar la cosecha

Fructificar lleva tiempo. La cosecha no viene automáticamente: No siembras una semilla en el suelo y la cosechas al día siguiente.

Resultado de imagen de cosechaEs de sentido común: Las semillas deben ser plantadas. Uno tiene que cubrirlas con tierra, abonarlas, regarlas y luego esperar. 

Así como la semilla crea nueva vida de la muerte de un fruto, para que nosotros podamos ser más fructíferos, debemos dejar morir nuestra vieja naturaleza, una muerte de nuestros propios deseos y ambiciones, mientras esperamos. El crecimiento requiere tiempo, pero no debemos darnos por vencidos sino estar conectados a Jesucristo.

"Señor, quiero trabajar en estas cinco partes del cultivo: plantar las semillas, fijar las raíces, eliminar las malas hierbas, podar las ramas y esperar la cosecha. Dios, confío en lo que he plantado y en lo que he sembrado, para que Tú recojas".