¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.
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domingo, 19 de septiembre de 2021

ÚLTIMO Y SERVIDOR DE TODOS

"Si uno quiere ser el primero, 
sea el último de todos 
y el servidor de todos"
(Marcos 9,35)

Vivimos en un mundo rebelde que promueve la lucha y la dominación, donde "uno" sale victorioso y el resto derrotados, donde "uno" es feliz y el resto infelices, donde  "uno" domina y el resto dominados, donde uno se "alza y ensalza" y el resto se "abaja".

Sufrimos una sociedad perversa que fomenta la competitividad y la disputa, donde se privilegia el éxito y el poder, "donde hay envidia y rivalidad, turbulencia y todo tipo de malas acciones" (Santiago 3,16), donde se descarta a los "perdedores" y se alaba a los "ganadores". 
En cambio, la sabiduría amorosa de Dios es "en primer lugar, intachable, y además es apacible, comprensiva, conciliadora, llena de misericordia y buenos frutos, imparcial y sincera" (Santiago 3,16-17).

Jesús, la Sabiduría encarnada, sabiendo las luchas interiores y las pasiones desordenadas de cada uno, suscita a sus discípulos (a nosotros) el examen de conciencia, y nos hace su famosa pregunta retórica: "¿De qué discutíais por el camino?" (Marcos 9, 33), "¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?" (Lucas 24,17), "¿De dónde proceden los conflictos y las luchas que se dan entre vosotros?" (Santiago 4,1).

Cristo, el divino Confesor, conoce siempre lo que alberga nuestro corazón...pero quiere que se lo confesemos nosotros...mientras nos mira con compasión y nos escucha con paciencia. 

Entonces, nos invita a la conversión y al cambio de mentalidad, a desprendernos de los criterios del mundo y a revestirnos de "la sabiduría que viene de lo alto", y nos "impone" la penitencia, pero no como un castigo sino como un consejo, como hace el Maestro al discípulo o el Padre al hijo"Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón(Mateo 11,29).

"Si uno quiere ser el primero, sea el último de todos y el servidor de todos" (Marcos 9,35; Mateo 20,26). Jesús nos está predicando con el ejemplo. No dice que no debamos querer ser los primeros...ni condena nuestros deseos de superación, ni tampoco nuestras intenciones de poner a rendir los talentos que nos ha dado
Más bien, nos alienta y nos anima a ello...pero de una forma completamente diferente a la del mundo: no a costa de los demás, sino a favor de los demásJesús, con su ejemplo, nos exhorta a vivir no desde la soberbia, sino desde la humildad; no desde el egoísmo, sino desde el altruismo; no desde el "recibir" sino desde el "dar".

La pedagogía divina de Cristo nos enseña que "los primeros puestos" dentro de Su Iglesia, no son de poder o dominación, sino de servicio y entrega, y nos invita a purificar la motivación de buscar esos primeros puestos y vivir nuestra vocación cristiana como cumplimiento de la voluntad de Dios.

sábado, 17 de julio de 2021

EL LIDERAZGO EN EL SERVICIO A DIOS

"Sabéis que los que son reconocidos 
como jefes de los pueblos los tiranizan, 
y que los grandes los oprimen. 
No será así entre vosotros: 
el que quiera ser grande entre vosotros, 
que sea vuestro servidor; 
y el que quiera ser primero, 
sea esclavo de todos" 
(Marcos 10,42-44)

Dice San Ignacio en su Principio y Fundamento que "el hombre existe para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor y mediante esto, salvar su ánima" (EE 23). 

Sin embargo, desde el principio, el hombre ha sucumbido a la seductora tentación de aquel que quiso sobresalir por encima de los demás y que proclamó: "Non serviam". Es el afán de protagonismo orgulloso que desvirtúa por completo el servicio a Dios porque anhela "ser como Dios", porque desea "divinizarse" a sí mismo y por sí mismo.

Dice El papa Francisco que ese afán egocéntrico y vanidoso en la Iglesia se traduce en clericalismo (eclesial), que pone a una casta de sacerdotes por encima del pueblo de Dios, mediante un autoritarismo dominante que les lleva a considerarse amos y no siervos. 

Sacerdotes tiranos y opresores que olvidan el mandato del Buen Pastor de apacentar sus ovejas; que olvidan que el primer grado del Orden Sacerdotal es el diaconado, esto es, el servicio a Dios y a su pueblo; que olvidan dedicar tiempo a la oración y pedir fe para discernir, obediencia para acatar y humildad para servir.
A los laicos nos ocurre algo parecido cuando nos asignan una responsabilidad pastoral o una misión concreta en la Iglesia: caemos en el clericalismo (seglar) por el que nos sentimos superiores a nuestros hermanos, adoptamos pensamientos y deseos vanidosos, y demostramos actitudes y talantes autoritarios. 

Laicos tiranos y opresores que olvidamos a quien servimos para fijarnos a quien mandamos; que olvidamos la enseñanza de Cristo de "darnos hasta el extremo"; que buscamos los primeros puestos y, "sirviéndonos de los demás, nos servirmos a nosotros".
 

Cristo nos llama a todos, sacerdotes y laicos, a ser una Iglesia misionera y diaconal que anuncia, sirve y ama con alegría sin esperar recompensa ni halagos. Porque el verdadero poder del Reino de Dios está en el servicio.

El liderazgo en el servicio no es mando, relevancia o supremacía sino una actitud humilde y generosadisponible y ejemplar, que escucha atentamente y que delega confiadamente.

Liderar el servicio es hacerse el primer servidor y siervo de todos, para darse completamente: entregando todo nuestro tiempo, nuestros talentos, nuestras energías y nuestros recursos para ponerlos a disposición de las necesidades de los demás. 

Jesucristo es el Primero en el servicio, el Primogénito en el amor, el servidor de todos y su reino de amor es un reino de servidores, donde amar es servir y servir es reinar

Y así se lo explicó con contundencia a sus apóstoles, a Santiago y Juan, que anhelaban un puesto de prestigio y reconocimiento en el cielo, al lado de Jesús: "Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos" (Marcos 9,35).
El amor de Dios, la verdadera caridad es el "agapé", un amor incondicional y generoso por el que, el amante tiene sólo en cuenta el bien del amado, y que Jesús les explicó a sus amigos discípulos: "Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos" (Juan 15,13). 

Dice San Pedro, cabeza de la Iglesia designada por Cristo, que "si uno presta servicio, que lo haga con la fuerza que Dios le concede, para que Dios sea glorificado en todo, por medio de Jesucristo, a quien corresponden la gloria y el poder por los siglos de los siglos" (1 Pedro 4,11). Todo servicio a Dios viene de su Gracia y es para su Gloria.

Dice San Pablo, ejemplo de servicio, que "hay más dicha en dar que en recibir" (Hechos 20,35). Sólo sirviendo a los demás, sus palabras adquieren significado. El amor (el servicio) ni se exige ni se obliga. Sencillamente, se da
En su primera carta a Timoteo 3,2-5, San Pablo describe las características que debe tener un sacerdote u obispo: "conviene que sea irreprochable, marido de una sola mujer, sobrio, sensato, ordenado, hospitalario, hábil para enseñar, no dado al vino ni amigo de reyertas, sino comprensivo; que no sea agresivo ni amigo del dinero; que gobierne bien su propia casa y se haga obedecer de sus hijos con todo respeto. Pues si uno no sabe gobernar su propia casa, ¿Cómo cuidará de la iglesia de Dios? Que no sea alguien recién convertido a la fe, por si se le sube a la cabeza y es condenado lo mismo que el diablo. Conviene además que tenga buena fama entre los de fuera, para que no caiga en descrédito ni en el lazo del diablo"

Y en los versículos 6-10, las cualidades de un diácono o servidor: "sea asimismo respetable, sin doble lenguaje, no aficionado al mucho vino ni dado a negocios sucios; que guarde el misterio de la fe con la conciencia pura. Tiene que ser probado primero y, cuando se vea que es intachable, que ejerza el ministerio" .

Servir es la materialización del amor. Quien ama, sirve y quien sirve, cumple la Ley
"Amarás a Dios con todo tu corazón, 
con toda tu alma, 
con toda tu mente, 
con todo tu ser... 
y a tu prójimo como a ti mismo" 
(Marcos 12,30)

domingo, 9 de agosto de 2020

MEDITANDO EN CHANCLAS (10)

"A quien me sirva, el Padre lo honrará" 

(Juan 12, 24-26)


Jesús, con su ejemplo, me da las tres claves para ser cristiano: dar fruto, ganar la vida eterna y alcanzar la gloria.

MISIÓN: "Caer en tierra y morir para dar fruto".

Jesucristo cumplió su misión: se encarnó (bajó a la tierra) y murió (se despojó de su posición en el cielo) para dar mucho fruto (nos salvó)

Como cristiano, tengo que caer en tierra (humildad) y morir (desprendimiento) y ser fecundo (amor).

Frente a la soberbia, humildad. Frente al orgullo, entrega. Frente a la vanidad, amor. 

SERVICIO: "Aborrecerse a sí mismo para ganar la vida eterna".

Jesús se negó a sí mismo para servirnos y darnos la vida eterna.

Como cristiano, tengo que aborrecerse, negarme a mí mismo, desprenderme de mí, para servir a los demás.

Frente al egoísmo, altruismo. Frente al individualismo, abnegación. Frente al egocentrismo, entrega.

COMPROMISO: "Servir a Cristo es seguirlo para alcanzar la gloria".

Cristo sirvió a Dios Padre y se comprometió con los hombres para alcanzar la gloria.

Como cristiano, tengo que comprometerme, seguirlo y servirle.

Frente a la comodidad, esfuerzo. Frente a la desgana, compromiso. Frente a la pereza, servicio.

JHR