¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.
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martes, 9 de agosto de 2022

MEDITANDO EN CHANCLAS (10): A QUIEN ME SIRVA, EL PADRE LO HONRARÁ


"A quien me sirva, el Padre lo honrará"
(Juan 12, 24-26)

El apóstol san Pablo, en la segunda carta a los Corintios 9, utiliza la misma pedagogía de Jesús con las parábolas: nos insta a sembrar  con abundancia, con generosidad y sin tacañería, según nos dicte el corazón, no a la fuerza ni a disgusto y nos asegura que Dios ama al que da con alegría.
El rey David en el Salmo 111 lo confirma: a quien hace obras de caridad le llama dichoso, es decir, le honra, le santifica, le diviniza...le guarda para la vida eterna.

El Señor, en tres versículos del evangelio de Juan, describe de forma directa la verdadera esencia del cristiano, la paradoja cristiana, esto es, morir para vivir, perder para ganar:

MISIÓN: "Caer en tierra y morir para dar fruto"

Jesucristo cumplió la misión que le encargó Dios Padre: se encarnó (bajó a la tierra) y murió (se sacrificó voluntariamente por nuestras culpas) para dar mucho fruto (resucitó y fue glorificado).

Con su ejemplo, me llama a ser fecundo:
  • Frente a la soberbia, humildad.
  • Frente al orgullo, docilidad.
  • Frente a la vanidad, amor.
SERVICIO: "Aborrecerse a sí mismo para ganar la vida eterna"

Jesús se negó a sí mismo (despojándose de su posición en el cielo) para servirnos y darnos la vida eterna (nos devolvió la amistad con Dios Padre).

Con su ejemplo, me exhorta a servir:
  • Frente al egoísmo, altruismo. 
  • Frente al individualismo, abnegación. 
  • Frente al egocentrismo, desapego.
COMPROMISO: "Servir a Cristo para alcanzar la gloria"

Cristo sirvió a Dios Padre (cumplió Su voluntad) y se comprometió con los hombres (amándonos hasta el extremo) para alcanzar la gloria.

Con su ejemplo, me invita a comprometerme:
  • Frente a la comodidad, esfuerzo. 
  • Frente a la desgana, compromiso. 
  • Frente a la pereza, acción.
Seguir a Jesús no es sólo creer en Él. Significa estar donde está Él, es decir, en la cruzLa cruz significa disponibilidad para enfrentarse a la prueba, valentía para servir hasta la muerte de uno mismo, generosidad para entregarse sin buscar recompensa. Es el camino para llegar a la luz...a la gloria...donde está Él, honrado por el Padre.

Seguir a Cristo es servir, es entregarse totalmente, es amar con al amor más grande, es dar la vida por los demás: "Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos" (Juan 15,13). 

Servir a Cristo es morir a uno mismo es "desvivirse" por los demás, es "abrirse" a los demás, es "gastarse" en los demás". Amar es "sacrificarse" por los demás, es inmolarse por los demás, es servir al prójimo con alegría y abnegación. 

Servir a la manera de Cristo es "pudrir el yo para que germine el nosotros", es decir, la renuncia voluntaria a la propia voluntad, a los propios deseos, afectos o intereses en beneficio de los demás. 

Sólo muriendo, amando y sirviendo podré "dar fruto y guardarme para la vida eterna". Sólo así, el Padre me honrará.


JHR

sábado, 16 de marzo de 2019

UN MENSAJE ESCANDALOSO

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"Si uno viene a mí y no deja a su padre y a su madre, 
a su mujer y a sus hijos, hermanos y hermanas, 
y aun su propia vida, 
no puede ser discípulo mío. 
El que no carga con su cruz y me sigue, 
no puede ser mi discípulo." 
(Lucas 14, 26-27)

¡Qué fuertes resuenan las palabras de Cristo en el Evangelio de Lucas! ¡Qué duro es tener que dejar todo por Él, a nuestros padres, hermanos, mujer o hijos! ¡Parece una locura, un escándalo! 

Sin embargo, lo que la Palabra de Dios quiere hacernos entender es que no es posible ser discípulo de Cristo si queremos caminar con nuestras mochilas, con nuestras intereses, comodidades o preocupaciones.

Nos asegura que no es posible seguirlo a "nuestra manera", a "nuestro antojo", a nuestra conveniencia o a nuestro gusto. 

Nos dice que no es posible ser cristiano sin dejar de lado los apegos, esclavitudes y dependencias


Nos muestra el camino y nos señala la dirección pero no nos obliga a tomarlo.

Ento
nces ¿qué significa cargar nuestra cruz?

Mientras el mundo nos señala la libertad, la prosperidad, el éxito y la realización personal como el modo de vivir una v
ida feliz, Jesús nos dice todo lo contrario: la dependencia, la humillación, el abandono y la confianza conducen a la vida plena. La cruz es indispensable para seguirlo y llegar al cielo.

Para seguir a Jesús, ¿hace falta renunciar a nuestra familia?
Cualquier versión desvirtuada de vida cristiana que podamos imaginar distinta a la de abrazar la cruz no pasa de ser un cristianismo light, una fe descafeinada, un discipulado "fake".

Como tampoco vale cargarla "de mala manera" o "por cumplir".

Debemos abrazarla, es decir, desearla, amarla. ¡qué fuerte!...¿no? ¡...de locos"! ¿verdad? ¡Un mensaje escandaloso!

Pu
diera se que nos planteáramos servir a Dios desde una perspectiva cómoda, sencilla y libre de riesgos.

Pudiera ser que quisiéramos dar una imagen pública "políticamente correcta" al mundo, pretendiendo no "descolocar" u ofender a nadie y, así, pasar de puntillas por nuestro cristianism
o.

Sin emba
rgo, el apóstol Pablo deja muy claro que seguir a Cristo implica compromiso, incomodidad y sacrificio. Implica escándalo y locura. Valentía y decisión. Tenemos que "mojarnos". No valen los atajos ni los caminos fáciles. 

Pablo escribe a la igl
esia de Corinto: "El mundo con su propia sabiduría no reconoció a Dios en la sabiduría manifestada por Dios en sus obras. Por eso Dios ha preferido salvar a los creyentes por medio de una doctrina que parece una locura. Porque los judíos piden milagros, y los griegos buscan la sabiduría; pero nosotros anunciamos a Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los paganos, pero poder y sabiduría de Dios para los llamados, judíos o griegos. Pues la locura de Dios es más sabia que los hombres; y la debilidad de Dios, más fuerte que los hombres." (1 Corintios 1, 21-25).

Imagen relacionada Si el mensaje de la cruz supone un escándalo y una locura para el mundo, el estilo de vida basado en la cruz también será considerado una locura y un escándalo para el mundo. 

Pablo dice Dios le envió a predicar el evangelio "sin alardes literarios, para que no se desvirtúe la cruz de Cristo" (1 Corintios 1,17), para que no suceda lo que le ocurrió en el areópago de Atenas, durante su segundo viaje apostólico, donde trató de "suavizar" el mensaje de Cristo, fracasando estrepitosamente.

Quizás algunos tratan de seguir a Cristo a través de un denodado activismo social con el que dirigir sus conciencias hacia un pensamiento que les convierta en buenas personas, en verdaderos discípulos de Cristo. 

Si bien estar activo en obras sociales o caritativas tienen su importancia, la manera más efectiva que Dios nos ha dado para cambiar el mundo es cambiar los corazones con un mensaje claro y contundente del Evangelio. 

Un mensaje que nos confronta y que nos interpe
la en nuestras propias vidas, en nuestros entornos. 

Las conversaciones de paz, los programas políticos o diplomáticos y las estrategias sociales o económicas no son las fuerzas de cambio que más necesita el mundo. Lo que el mundo necesita es el Evangelio presentado de forma clara y sin doblez por apóstoles valientes y seguros de Dios (2 Corintios 5, 16-21).

El estilo de vida de la cruz no es un ca
mino en el que buscamos la realización personal, complaciéndonos a nosotros mismos, sino que es una forma de vida en la que confiamos en que la alegría y la paz nos llegarán a través de la completa obediencia a Dios, según sus designios, como hace un hijo con su padre.

Al entregar nuestra vida al propósito de Dios, los cristianos sabemos que Su plan es llevar a otras almas junto a Él, aunque a veces, nos lleve por situaciones de riesgo o incomodidad, en las que debemos confiar ciega e implícitamente en Él, aún sin comprender.

Solo cargando la cruz, podemos encontrar la gr
acia de una vida victoriosa y alcanzar nuestro destino final: el cielo.

¡Señor, si Tú me dices ven...lo dejo todo!