¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.
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martes, 20 de julio de 2021

TIEMPOS DE APOSTASÍA

"¡Atención, hermanos! 
Que ninguno de vosotros tenga un corazón malo e incrédulo, 
que lo lleve a desertar del Dios vivo" 
(Hebreos 3,12)

Dice un refrán popular que "No es oro todo lo que reluce", utilizando la imagen del oro como metáfora del bien para referirse a que no todo lo que parece bueno es bueno. Hoy, queremos reflexionar también sobre el oro como símbolo de la fe. Hoy, hablamos de apostasía.

Según el autor de la carta a los Hebreos, la apostasía es la "deserción del Dios vivo" y según el Catecismo de la Iglesia Católica es la negación, renuncia o abjuración total de la fe que, junto con la herejía (rechazo parcial de la fe o de una verdad de fe) y el cisma (rechazo al Papa y a la Iglesia), hieren la unidad de la Iglesia (CIC 817 y 2089). 

La apostasía es un acto voluntario y consciente, concretizado y manifestado formalmente que no surge de manera espontánea, sino que nace del agnosticismo o incredulidad. Comienza siempre con la duda ante ciertas verdades de fe, crece con el menosprecio o el rechazo de estos dogmas, se desarrolla con la herejía y concluye con el cisma.

Desde el inicio de la creación, ha habido apostasía. Primero, cayeron algunos ángeles y luego, algunos hombres. La duda nace en el corazón orgulloso, crece y se desarrolla en la mente egoísta y finalmente, se produce la caída.

No obstante, existe una importante diferencia entre la caída de los ángeles y la de los hombres. Mientras nosotros tenemos la posibilidad de arrepentirnos, los ángeles caídos o demonios, no. Su naturaleza angélica (más perfecta que la humana) permanece intacta, aunque deformada por el pecado del orgullo. Así, los ángeles no "malentienden" las cosas como los hombres, sino que comprenden todo con total claridad y eligen todo con plena libertad y total rotundidad.

Hoy, muchos son los que, dentro de la Iglesia, niegan verdades o dogmas de fe y apostatan de la Iglesia Católica. Algunos se alejan pidiendo que "les borren" de la Iglesia, que "les desbauticen". Otros se quedan, haciendo realidad la parábola del trigo y la cizaña. Pero tanto los unos como los otros, reniegan de la Verdad y se autoproclaman "reformadores", cuando en realidad, son apóstatas.

Sin embargo, la Iglesia no deja nunca a nadie excluido de ella, ni tampoco van al infierno por el hecho de apostatar (puesto que siempre tienen oportunidad de arrepentimiento), ni siquiera por estos actos graves de infidelidad. El vínculo sacramental de pertenencia a la Iglesia por el bautismo es una unión ontológica permanente y no se pierde con motivo de ningún acto o hecho de renuncia formal ​(CIC 535). Los apóstatas son (lo quieran o no) miembros de la Iglesia, aunque en rebeldía

¿Cómo identificar la apostasía?

Todos los libros sagrados del Nuevo Testamento (excepto Filemón) hablan de la apostasía. La Palabra de Dios la identifica con claridad y la sitúa dentro de la Iglesia, con el propósito de que reconozcamos el "cuándo", el "por qué" y el "cómo" de la apostasía:

-el cúando y el por qué

"El Espíritu dice expresamente que en los últimos tiempos algunos se alejarán de la fe por prestar oídos a espíritus embaucadores y a enseñanzas de demonios, inducidos por la hipocresía de unos mentirosos, que tienen cauterizada su propia conciencia" (1 Timoteo 4, 1-2). 

San Pedro en su segunda carta nos advierte sobre los peligros de los falsos maestros, las corrientes gnósticas y los errores doctrinales de los "impíos farsantes" que se infiltran en las comunidades cristianas (2 Pedro 1-3).

-el cómo

"Con ostentación de poder, con señales y prodigios falsos, con todo tipo de maldad y poder seductor que incitará a creer en la mentira" (2 Tesalonicenses 2,3-12). 

"Esos tales son falsos apóstoles, obreros tramposos, disfrazados de apóstoles de Cristo; y no hay por qué extrañarse, pues el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz" (2 Corintios 11,13-14).

"Se acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis" (Mateo 7,15-16). 
"Salieron de entre nosotros, pero no eran de los nuestros. Si hubiesen sido de los nuestros, habrían permanecido con nosotros. Pero sucedió así para poner de manifiesto que no todos son de los nuestros" (1 Juan 2,19).

El libro de Judas es todo un manual sobre la apostasía y mantiene una estrecha relación con la segunda carta de Pedro. Habla de los "impíos infiltrados": desde los ángeles rebeldes, el pueblo infiel de Israel, los habitantes de Sodoma y Gomorra, hasta la propia Iglesia de Cristo (Judas 1,4-7). 

Se lamenta por ellos y los identifica por su maldadmaterialismo e idolatría, porque se apacientan a sí mismos y viven en la oscuridad. Les llama murmuradores, querelladores, aduladores, burlones, egoístas y creadores de divisiones (Judas 1,11-16). 

Los compara con "Caín" (Génesis 4,12-16): asesinos e impíos; con "Balaán" (Números 31,16; Apocalipsis 2,14): codiciosos, balsfemos, seductores, idólatras y lujuriosos; y con "Coré" (Números 16,19-35): opositores y rebeldes a la Iglesia

¿Cómo luchar contra la apostasía?

Jesucristo nos llama a mantenernos firmes en la fe y en el amor de Dios Padre, a orar y a discernir guiados por el Espíritu Santo, a perseverar en la lucha constante en la que estamos inmersos para reconocer y prevenir la apostasía que existe en medio de nuestras comunidades.

El Señor nos exhorta a ser una Iglesia santa, aunque también a ser plenamente conscientes de que, en muchas ocasiones, a los cristianos nos resulta dificil distinguir quién es Caín y quién Abel, quién es trigo y quién cizaña, incluso aunque lleven sotana, "cleriman" o parezcan cristianos devotos. 
La apostasía es siempre, como su Instigador, sutil y encubierta, difícil de detectar y adornada de un falso "sentido común", propuesta como una gran seducción a modo de "idea" que se infiltra furtivamente en las mentes de los cristianos con el objetivo de corromperlas. Nunca (o casi nunca) niega abiertamente la verdad sino que la tergiversa y la pervierte.

En su carta a Tito, San Pablo nos exhorta a no fijarnos en las falsas apariciencias sino en las obras"Para los impuros y los incrédulos nada hay limpio, ya que su mente y su conciencia están manchadas. Confiesan que conocen a Dios, pero lo niegan con sus obras. Son detestables, rebeldes e incapaces de cualquier obra buena" (Tito 1,15-16).  

Con su comportamiento impío y su falsa enseñanza, los apóstatas muestran su verdadero yo rebelde y su verdadera naturaleza detestable, aunque esto no quiere decir que necesariamente se "salgan" físicamente de la Iglesia. Por eso, necesitamos "ver a los apóstatas con las gafas de la fe", es decir, a la luz de la Palabra y la doctrina del Magisterio de la Iglesia.

El mayor daño es el que se provoca "desde dentro" y eso lo sabe muy bien la Serpiente, quien ya en el principio de los tiempos, se infiltró en el Edén para confundir, dividir y llevar a nuestros primeros padres al pecado, y a nosotros, con ellos. Y hoy... continúa haciéndolo.

Los cristianos nos quedamos con la clave de unidad que nos da San Pablo: 

"Os ruego, hermanos, en nombre de nuestro Señor Jesucristo, 
que digáis todos lo mismo 
y que no haya divisiones entre vosotros. 
Estad bien unidos con un mismo pensar 
y un mismo sentir" 
(1 Corintios 1,10)

viernes, 3 de abril de 2020

NICOLAITAS: LOS APÓSTATAS DE HOY

"Estos hombres...encuentran su felicidad en el placer de un día; 
hombres corrompidos e inmundos, 
se gozan en sus engaños mientras banquetean con vosotros; 
tienen sus ojos llenos de adulterio 
y no se hartan de pecar; 
seducen a los inestables; 
tienen el corazón habituado a la avaricia, son gente maldita. 
Abandonaron el buen camino, 
se extraviaron y siguieron el ejemplo de Balaam... 
les aguardan densas tinieblas. 
Con sus discursos pomposos y vacíos 
despiertan los deseos carnales y el desenfreno 
de aquellos que apenas habían logrado escapar 
de los que viven en el error. 
Les prometen la libertad, 
mientras ellos son esclavos de la corrupción, 
puesto que somos esclavos de aquel que nos ha dominado. 
En efecto, si después de haber escapado de la corrupción del mundo 
mediante el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo 
se dejan de nuevo envolver y vencer por ellas, 
su estado final viene a ser peor que el primero. 
Mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia 
que, después de haberlo conocido, 
apartarse del mandamiento santo que se les había transmitido."
(2 Pedro 2, 12-22)

El término nicolaítas, mencionado en dos ocasiones en el libro del Apocalipsis, proviene del griego νικολαιτων y significa "seguidores de Nicolás". Tiene su raíz en dos palabras griegas, nico que significa "conquistar o estar sobre otros"laos que significa "pueblo, gente común". Ésta última es también la raíz de la palabra laico.

Los nicolaítas eran originarios de la ciudad d
e Éfeso y seguían a Nicolás, uno de los siete diáconos de la Iglesia primitiva de Antioquía junto con Esteban, Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón y Parmenas (Hechos 6,5) que fueron elegidos por la Iglesia de Jerusalén. Es decir, estaban dentro de la Iglesia y formaban parte de ella.

Nicolás es la personalización griega de Balaam
, cuyo nombre significa "destructor o corruptor del pueblo" y con quien San Juan asocia en Apocalipsis 2, 14-15, y con Jezabel en Apocalipsis 2, 20

Est
os falsos profetas apostataron de la verdad de Cristo y desembocaron en la secta herética gnóstica del Antinomianismo (en contra de la Ley de Dios), una falsa doctrina que decía conocer los secretos de Satanás y que instigaba a los cristianos a no observar las prescripciones del Concilio de Jerusalén.
Estos herejes impulsaban la degradación espiritual y la perversión moral de los primeros cristianos: falta de valores morales, libre desahogo de las pasiones, desenfreno de la lujuria y la fornicación, poligamia, idolatría, espiritismo, etc.

Al
gunos padres de la Iglesia, los definen como "hombres falsos y turbadores que, ministrando bajo el nombre de Nicolás, crearon para ellos una herejía" (Victorino de Petovio). "Llevaban vidas de desenfrenada satisfacción de las pasiones" (San Ireneo).

El apóstol San Pedr
o los define como "hombres corrompidos e inmundos,  adúlteros y depravados, mentirosos y engañadores, avaros y malditos" (2 Pedro 2, 12-22). Estas mismas palabras son refrendadas en el libro de Judas.

Apostasía de hoy

No obstante, esta herejía ha perdurado durante los siglos, infiltrándose como humo de Satanás en la Iglesia de Cristo, hasta nuestros días. 

Así lo leemos en el libro de Apocalipsis, como demuestra su expulsión de la Iglesia de Éfeso (Apocalipsis 2,6), su acogida en la de Pérgamo, en la que dice San Juan que vivía el Diablo y tenía su trono (Apocalipsis 2,13-15) y su seguimiento en la de Tiatira (Apocalipsis 2, 20), hasta su fin en la Iglesia de Filadelfia, donde se derrotarán todas las herejías.
Hoy día, podemos advertir claramente la acción de estos nicolaitas en sus obras: ataques al celibato sacerdotal, connivencia con la pederastia, permisividad con las relaciones fuera del matrimonio, apoyo a las uniones homosexuales, etc.

Pero esta herejía va más allá de la d
epravación lujuriosa de la carne. Cae en la idolatría de las cosas materiales, el dinero, la fama o el poder.

Y así, se metamorfosea en un peligroso relativismo, una forma de tibieza en grado superlativo, que propugna la capacidad de un cristiano en convivir con los mandamientos de Dios y a la vez, con las inclinaciones del mundo, contradiciendo al propio Jesucristo, cuando dijo: "Nadie puede servir a dos amos, porque odiará a uno y amará al otro, o bien despreciará a uno y se apegará al otro" (Mateo 6, 24; Lucas 16,13).

Creyendo abolida la Justicia de Dios y amparándose en la eterna Misericordia divina, desoyen la rotundidad que San Juan nos muestra cuando nos habla del efecto que produce en Dios esta forma máxima de tibieza.

Son palabras muy duras: ¡A Dios le repugnan! ¡Aborrece y odia las obras de los nicolaitas!: "Conozco tus obras: no eres ni frío ni caliente. Ojalá fueses frío o caliente. Pero porque eres tibio, y no eres ni frío ni caliente, te voy a vomitar de mi boca."(Apocalipsis 3, 15-16).
Los nicolaitas son personas que han conocido a Dios, pero que, por rutina, comodidad, falta de fortaleza o de perseverancia, han abandonado el camino de la santidad y han deteriorado su alma.

También, por negligencia voluntaria y habitual ante todo lo espiritual, han perdido el amor a Dios, se han insensibilizado a la presencia de Dios y han dejado de cumplir sus mandamientos.

Esta indolente, descuidada y perezosa actitud, causant
e en gran medida de la crisis religiosa en la que vive la Iglesia hoy día, tiene sus origenes en la falta de formación, la falta de vigilancia y la falta de perseverancia, motivados por su flagrante pecado.

Esta falsa doctrina no surge en los cristianos de la noche a la ma
ñana, sino que va fraguándose a lo largo de distintas fases e impregnando, poco a poco y por completo, sus almas

1
.- Desaliento
La voluntad se debilita, el amor pierde su fuego y el espíritu cae en la indiferencia, lo que lleva irremediablemente al desaliento. 

El desaliento parte de un error de perspectiva que hace ser incapaz de ver el amor de Dios tal cual es, y que conduce al auto-convencimiento de que "eso de buscar la santidad" no es para uno, quizá para almas elegidas, pero no para cualquiera. 

2.- Conformismo
Tras el desaliento, el espíritu se relaja, se conforma y todo le da igual, nada le importaAntes le ilusionaban muchas cosas, ahora ya no. 

Su mirada se fija en los modelos mundanos, en las ideas novedosas, que invitan a tomar actitudes y comportamientos que no sean muy exigentes y que además, suelen estar alejados del ideal cristiano.
El conformismo se produce después de aceptar tendencias, ideas, costumbres, valores, actitudes y comportamientos del mundo. 

La oración y la vida interior, el apostolado y las buenas obras se vuelven aburridas, pesadas e inútiles. Consideradas una pérdida de tiempo, se posponen para dar prioridad a otras actividades aparentemente más “útiles”. 

Las prácticas de piedad quedan vacías de contenido, sin alma y sin amor. Quizás se hagan, pero más por rutina o costumbre, que por amor y temor a Dios. Se vuelve cómodo, amigo del mínimo esfuerzo y de la procrastinación.

3.- Superficialidad
La superficialidad es la actitud que desprecia toda regla o valor profundo, que procura la falta de fervor y siempre hace distinción entre lo libre y lo obligatorio. 

Cambia el esquema de valores anterior y se sustituye por otro menos valioso, pero más atractivo: llaman mucho más la atención las amistades superficiales, la diversión, la televisión, la práctica de un determinado deporte…. Ama al mundo y sus cosas, aunque afirme amar a Cristo.

4
.- Hedonismo
Se pierde la generosidad y se afronta la vida con una visión utilitaria y práctica. Sólo vale lo que reporta ganancia, comodidad, placer o satisfacción. 

El nicolaita es hiperactivo y, motivado más por la necesidad de sobresalir, que no por un deseo de hacer el bien, busca siempre el aplauso de los hombres por vanidad y no acepta la corrección.

Busca sólo su propio placer, su bienestar y su complacencia. No mira al prójimo. Su satisfación es el fin superior y fundamento de su vida. El placer es el único y supremo bien y debe ser satisfecho sin ninguna restricción.

5.- Disipación
La disipación es la vida espiritual reducida al mínimo esfuerzo, o también llamada pereza o acedía
Es la negación de la vida interior por la preocupación por las cosas exteriores, la postergación de la meditación por la crítica fácil, la falta de discernimiento por el desinterés en la formación. Sin actitud activa ni caritativa, acusa, critica y juzga a los demás. Murmura de todo y de todos. 

Es la huida de todo aquello que pueda suponer esfuerzo o sacrificio y la búsqueda de éxitos rápidos que además no exijan mucho trabajo, viviendo una fe de rutinas y  de cumplimientos

Es la negación del cielo: el cáncer de toda virtud, la destrucción de toda voluntad y el acercamiento a toda tentación. Conduce a la ociosidad, es decir, el descuido e incumplimiento de los deberes. 

6.- Aceptación del pecado venial
El alma de un nicolaita está ciega y es incapaz de ver los peligros o los pecados veniales, que acepta con toda tranquilidad.

Conoce su maldad, pero como no llega a ser pecado mortal, vive con una paz aparente, considerándose buen cristiano, sin darse cuenta de la peligrosidad de tal conducta, ya que es el detonante del pecado mortal. 

No tiene arrepentimiento ni propósito de enmienda y con esa oscuridad del espíritu, nacen muchos pecados veniales, de los que apenas se duele, pues poco a poco, se van extinguiendo la luz del juicio y la delicadeza de la conciencia. 

El examen de conciencia no se hace o se hace con ligereza y sin prestar atención. De ese modo se va amortiguando el horror al pecado mortal.

7.-Caída en el pecado mortal

Finalmente, sin ningún impedimento, su corazón se engríe, su creviz se endurece, su voluntad se deforma y su conciencia enmudece, permitiendo y aceptando toda pasión desordenada. 
Cae sin remedio en el pecado mortal, que es una trasgresión voluntaria de la Ley de Dios en materia grave, y que está resumida en los diez mandamientos.

Una rebeldía contra Dios y una aversión a Dios, del que se separan voluntariamente y buscan un goce ilícito, corrupto e ilícito de las cosas creadas.

San Pablo nos advierte contra esta falsa doctrina idólatra

"De la fornicación, la impureza, indecencia o afán de dinero, ni hablar; 
es impropio de los santos. 
Tampoco vulgaridades, estupideces o frases de doble sentido; 
todo eso está fuera de lugar. 
Lo vuestro es alabar a Dios. 
Tened entendido que nadie que se da a la fornicación, a la impureza, 
o al afán de dinero, que es una idolatría,
 tendrá herencia en el reino de Cristo y de Dios. 
Que nadie os engañe con argumentos falaces; 
estas cosas son las que atraen el castigo de Dios sobre los rebeldes. 
No tengáis parte con ellos." 
(Efesios 5, 3-7). 

"¿No sabéis que ningún malhechor heredará el reino de Dios? 
No os hagáis ilusiones: los inmorales, idólatras, adúlteros, lujuriosos,
 invertidos, ladrones, codiciosos, borrachos, 
difamadores o estafadores no heredarán el reino de Dios." 
(1 Corintios. 6,9-10).

martes, 20 de noviembre de 2018

LOBOS HERIDOS

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"Guardaos de los falsos profetas, 
que vienen a vosotros con vestido de oveja 
y por dentro son lobos rapaces. 
(...) Por sus frutos los conoceréis." 
(Mateo 7, 15-16)

En la Palabra de Dios, el pueblo de Dios, a menudo es representado como un rebaño de ovejas y Jesús como el Buen Pastor. Y el enemigo natural de las ovejas, el lobo, que "las ataca y las dispersa" (Juan 10, 12). 

Por eso, Dios nos advierte que tengamos cuidado con los falsos profetas, que "se presentan ante nosotros con piel de oveja pero en realidad, por dentro, son lobos voraces" (Mateo 7,15). 

También nos avisa para que estemos alerta porque "se introducirán entre vosotros lobos crueles, que no perdonarán al rebaño; y que de entre vosotros mismos surgirán hombres que enseñarán doctrinas perversas con el fin de arrastrar a los discípulos en pos de sí. Por lo cual, estad alerta" (Hechos 20, 29-31).

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¿Cómo tener cuidado y estar alerta? 

Lo primero es conocer cómo actúa el lobo. Un lobo puede parecerse a una oveja, puede moverse como una oveja o hablar como una oveja, pero con el tiempo, si observamos sus actos y sus comportamientos, le veremos aún más lobo, incluso más agresivo.

¿Qué debemos tener en cuenta?

Los lobos se acercan al rebaño para desarrollar su astucia a través del victimismo y así, parecer menos agresivos, pero si se les desafía, se erizan y te atacan, echándote la culpa como si tú fueras lobo.

Los lobos se acercan al rebaño por amor al poder, en lugar por el poder del amor. Buscan utilizar, explotar y controlar a las ovejas, en lugar de amarlas.

Los lobos se acercan al rebaño para encumbrarse y tomar el control. Utilizan su carisma y su encanto para “hacerse” con las ovejas, pero evitan relacionarse en exceso con ellas. 

Los lobos se acercan al rebaño para rechazar la responsabilidad y resistirse a la autoridad. Parecen sumisos pero no lo son. Suelen criticar a sus superiores y a sus iguales.

Los lobos se parecen a las ovejas y hablan como las ovejas, pero muerden como lobos, especialmente cuando las ovejas están en desacuerdo con ellos. 

Los lobos se acercan al rebaño para salirse con la suya y suelen decir que hacen siempre lo correcto, porque necesitan mantenerse como lo que son, "jefes de la manada". 

Los lobos se acercan al rebaño con el único propósito de engañar. Pero quienes han sido mordidos alguna vez por ellos, los reconocen perfectamente. 
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El lobo tiene una gran capacidad para mantenerse "a cubierto", para hacerse pasar por oveja. Por eso es tan difícil para el rebaño verle como lo que es, e incluso, asumir que un enfrentamiento de una oveja con un lobo, en realidad es "entre dos ovejas" que se muerden entre sí.

Por eso, hay que vigilar con mucho cuidado: porque los lobos tienen los dientes mucho más afilados y las mandíbulas más fuertes que las ovejas: "Del fruto de su boca llena el hombre su vientre, del producto de sus labios se sacia" (Proverbios 18, 20). Esto suele concretarse en abuso espiritual.

Una oveja no puede hacerle daño a un lobo, incluso aunque éste finja estar herido, pero un lobo sí puede matar a la oveja. No cerremos los ojos ingenuamente, pensando que no hay lobos en nuestras parroquias. Estemos alerta. Están en todos lados, merodeando...: "¡Sed sobrios y estad en guardia!. Vuestro enemigo el diablo como león rugiente da vueltas y busca a quién devorar." (1 Pedro 5,8).

¿Cómo identificarlos?

En la Iglesia existe una amplia variedad de especies de lobos:

- Lobos que venden una fe de frontera.
- Lobos que venden una fe de prosperidad.
- Lobos que venden una fe de justicia social.
- Lobos que venden una fe de cambio.
- Lobos que venden una fe de victimismo.

Esto
s últimos son muy peligrosos, son "lobos heridos", "lobos marginales", "lobos con adicciones", "lobos con pasiones desordenadas". Son lobos que utilizan sus heridas, sus dolores y sus sufrimientos para atraer a las ovejas que también sufren o están heridas

Us
an este sufrimiento para guiar a las ovejas por un camino muy distinto al de Dios, negando o justificando el pecado. Se mezclan con el rebaño y ganándose su confianza, haciéndoles ver que, como sufren como ellas, no son sospechosos. 
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Buscan ser "protegidos" dentro del rebaño frente a los supuestos "ataques" de otras ovejas y tratan de hacer ver a éstas como lobos. 

Utiliza
n su dolor y sufrimiento para hacer ver al rebaño que necesitan ser consolados, apoyados y protegidos, que necesitan amor y comprensión. De esa forma, conducen al rebaño por derroteros gnósticos y de falsa espiritualidad, muy distintos a los enseñados por el Buen Pastor.

Ellos están por encima de la autoridad y de la doctrina porque son incomprendidos, discriminados y, por ello, tienen "derechos especiales". Tergiversan la Verdad para crear su propio rebaño, su propio camino, su propia realidad. Y así, "devoran" a las ovejas.

Imagen relacionadaTienen un atractivo especial porque se presentan ante el rebaño como ovejas con una "lana limpia, con un "balido suave", "una mirada tierna". 

Mostrándose heridos y vulnerables dicen: "Sé tu mismo", "Dios te quiere como eres, con tu pecado", "Dios es tu amigo y te lo perdona todo, hagas lo que hagas"...Para ellos, no existe necesidad de arrepentimiento porque no existe el pecado

Ofrecen palabras motivadoras sin esperanza, tratan de hacer ver que curan cuando lo que quieren en realidad es devora, tratan de hacer ver que traen la paz cuando lo que traen es la división y la verguenza

"Intentan ellos curar la herida de mi pueblo insensatamente diciendo: ¡Paz, paz!, siendo así que no hay paz. Tendrían que avergonzarse de sus acciones execrables, pero han perdido la vergüenza; no saben ya ni sonrojarse. Por eso han de caer entre los que perecen; se desplomarán cuando yo los visite. Voy a arrancarlos de raíz , pues no hay racimos en la vid, no hay higos en la higuera, y hasta el follaje está marchito. Les mandaré un pueblo que los aventará." (Jeremías 8, 11-13)

Los lobos heridos ofrecen un Evangelio nuevo, una fe alternativa, acorde con los nuevos tiempos y a la medida de cada oveja, pero sin poder salvífico, sin Gracia, sin Dios.

Si encontramos en nuestra parroquia un lobo ¿qué haremos? ¿sufriremos el desprecio y la difamación por "atacar a estos "pobres vulnerables" y proteger al rebaño? ¿o nos quedaremos en silencio porque nos da miedo gritar: "el lobo"? ¿Miraremos hacia otro lado mientras los lobos devoran y matan al rebaño? ¿Nos apiadaremos de los "devoradores"?

jueves, 23 de marzo de 2017

PELAGIANISMO: EL ENEMIGO EN CASA

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La Palabra de Dios nos avisa continuamente de que el enemigo está muy cerca de nosotros, en la propia casa de Dios: 

"Mirad que os envío como corderos en medio de lobos" (Lucas 10,3).

"Yo sé que después de mi partida introducirán entre vosotros lobos crueles, que no perdonarán al rebaño, y que de entre vosotros mismos surgirán hombres que enseñarán doctrinas perversas con el fin de arrastrar a los discípulos en pos de sí" (Hechos 20, 29-30).

"Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestido de oveja y por dentro son lobos rapaces" (Mateo 7, 15).

"Sus sacerdotes han violado mi ley y profanado mis cosas sagradas; no han hecho diferencia entre lo sagrado y lo profano, ni han enseñado a distinguir entre lo puro y lo impuro; se han tapado los ojos para no ver mis sábados, y yo he sido deshonrado en medio de ellos" (Ezequiel 22, 23).

También el Papa Francisco continuamente nos alerta sobre el peligro en la Iglesia y le pone nombre: pelagianismo. Una herejía condenada por el Vaticano hace siglos y que, sin embargo, está enraizada sutil y sibilinamente en muchas de nuestras parroquias, afectando tanto a sacerdotes como a laicos.

Básicamente, un pelagiano:
    -piensa que el amor de Dios, el cielo y la santidad se ganan por méritos propios, más que por la Gracia divina. 
    -"hace", en lugar de "dejarse hacer", se envuelve en actividades acordes a sus gustos y a sus dones, en lugar de confiar en el "poder de lo alto", en la acción del Espíritu Santo.

    -"quiere", en lugar de "dejarse querer" por Dios. Pone su confianza en sí mismo, en sus talentos y en sus méritos.

    -llega a convencerse de que Dios le da las gracias por sus obras, como si Dios dependiera de nosotros, nos necesitara o nos tuviera que agradecer algo.

    -se envuelve en una falsa espiritualidad que no hace sino esconder una verdadera idolatría: la del "yo". 

    -siempre habla en primera persona del singular y en mayúsculas (YO) y nunca en tercera persona  (DIOS).

    -trata de comprar su santidad, de "ganar" su salvación por sí mismo, en lugar de aceptar que es Cristo quien nos las regala.

    -piensa que Adán y el pecado original son una fábula y por ello, no se necesita la misericordia divina.

    -asegura que la Gracia se merece y se gana, y que los frutos resultantes son consecuencia de los méritos adquiridos.

    -sólo piensa en su ego: "YO le pido a Dios la Gracia para hacer YO lo que YO tengo que hacer, con lo cual soy YO el que me salvo, ayudado por la Gracias, pero soy YO el protagonista, el que me gano mi salvación".

    -está muy lejos de vivir la plenitud de la Gracia tal como la experimentó la criatura más perfecta de la creación, la Virgen María: "Hágase en mí". Ella vivió la Gracia trabajando en ella.

    -"oye", pero "no escucha"Es incapaz de entrar en esa dimensión en la que el protagonista es el Espíritu Santo. 

    -"razona" pero "no experimenta el amor de Dios". Tiene el corazón tan endurecido por el racionalismo que es incapaz de dejarle entrar en él al Señor. 

    -tiene la osadía de poner condiciones a Diosincapacitándose para recibir al Espíritu Santo y para comprender que nada es obra nuestra, sino de Dios.

    -se coloca la mochila pesada de la salvación sobre sus espaldas en lugar de ponerla a los pies de Jesús en la cruz.

    -coloca su "yo" en el centro de su vida espiritual, poniendo el énfasis en sus sacrificios, en sus esfuerzos, en sus quejas y agotamientos por todo lo que hace .

    -está tan ocupado en sí mismo y su vida no gira en torno a Dios porque la tensión y la exigencia con la que vive su "fe de ganancias" le sumergen en una espiral de cumplimiento e hiperactividad.

    -es incapaz de saborear la alegría porque la pesada carga que se impone le angustia, la vida le agota, el trabajo le estresa, la fe le cansa; ni vivir la paz que supone descansar en los brazos de un Padre misericordioso. 

    -es incapaz de vivir la alabanza, de compartir la fe con otros, de tener una experiencia real y personal de Cristo Resucitado. 

    -cae con frecuencia en la acedia, en la pereza y en la desgana. "Vive quemado", o peor, es "un muerto en vida", un "zombie espiritual".

    -ve la Oración, la Eucaristía, la Adoración, los Sacramentos, el Servicio y todas las prácticas cristianas habituales como una obligación, como algo que debe hacer para ganar su medalla, su pódium, su derecho al cielo.

    -se cree un buen cristiano y se sobre-valora, como un ejemplo de fe a seguir.

    -hace seguidores suyos en lugar de discípulos de Cristo.

    ¡CUIDADO CON EL PELAGIANISMO!

    viernes, 8 de julio de 2016

    AY DE VOSOTROS, FALSOS PROFETAS


    “Haced, pues, y observad todo lo que os digan;
    pero no imitéis su conducta, porque dicen y no hacen.
    Todas sus obras las hacen para ser vistos por los hombres. 

    Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, 
    que cerráis a los hombres el Reino de los Cielos! 
    Vosotros ciertamente no entráis; 
    y a los que están entrando no les dejáis entrar.

    Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, 
    que recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, 
    y, cuando llega a serlo, le hacéis hijo de condenación el doble que vosotros! 

    ¡Guías ciegos, que...sois semejantes a sepulcros blanqueados, 
    que por fuera parecen bonitos, 
    pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia! 

    Jerusalén, Jerusalén, la que mata a los profetas 
    y apedrea a los que le son enviados! 

    ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, 
    como una gallina reúne a sus pollos bajo las alas, 
    y no habéis querido! 

    Pues bien, se os va a dejar desierta vuestra casa. 
    Porque os digo que ya no me volveréis a ver hasta que digáis: 
    ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!”
    (Mateo 23, 1-39)


    Hoy comparto un fragmento del capítulo 23 del evangelio de Mateo, cuya lectura, recomiendo hacerla completa. Es el evangelio de los  lamentos, de los "ay" de Jesús.

    El apóstol nos advierte de los falsos profetas, de los hipócritas vendimiadores, que ofrecen vino y venden vinagre. Predicadores posmodernos. Árboles con buena altura que no dan fruto. Sepulcros blanqueados por fuera y negros por dentro. 

    Falsos profetas con máscaras de "cristianos" que dicen venir en nombre de Dios, pero que en todo lo que hacen no hay amor, no hay misericordia…no hay Dios (1 Corintios 13).

    Falsos profetas con caretas de "cristianos", con apariencia de santidad y comunión con Dios, pero que realmente no le experimentan, no le viven. 

    Falsos profetas con máscaras de "cristianos" pero con egos ensalzados que “dicen, pero no hacen”, de reconocida autoridad y capacidad pero que no observan lo que enseñan. 

    Falsos profetas con disfraces de "cristianos", muertos espiritualmente a causa de sus pecados, con imagen de devoción, piedad y santidad, pero niegan el poder divino que puede transformarles en hombres nuevos, unidos a Cristo.

    "No imitéis su conducta" porque todas sus obras son para alardear ante los hombres, anhelan el primer puesto en lugares destacados, que la gente les llame 'doctor', usan a la comunidad como medio de auto-promoción, para parecer más importantes ante los demás.

    Están sólo interesados en tener “aforos completos” aparentando que su ”trabajo” está progresando y para vivir de ello. No buscan a Jesús por amor, sino por el “pan” que El les puede dar. ¡A los escribas les gustaba entrar en las casas de las viudas y hacer largas peticiones a cambio de dinero! 
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    "Todo lo hacen para que la gente los vea": tele-predicadores posmodernos, contaminados por la soberbia que gusta de los lugares de privilegio, de la fama, de la rendición de pleitesía, se oponen a Dios, pues siempre buscan su propio beneficio.

    "Recorren tierra y mar para ganar un solo adepto, y cuando lo han logrado, lo hacen dos veces más merecedor del infierno": buscan adeptos, no para Jesús, no para guiarlos hacia Dios y su salvación, sino para su propio interés, primero, para ellos y después, con el ánimo de que trasmitan su misma naturaleza hipócrita, vil y despreciable. 

    "Guías ciegos", dirigen a la gente sin entender realmente lo que quiere decir seguir a Dios y cuando son confrontados con lo que Dios mismo dice, se dan la vuelta, porque no quieren oírlo. 

    Quieren jugar un papel importante dentro de la fe, pero sólo en sus términos, con sus normas, sólo de una manera que ellos pueden controlar.

    "Dan el diezmo pero descuidan los asuntos más importantes de la ley", que son el amor, la justicia y la misericordia que identifica a los discípulos verdaderos de Jesús. 

    "¡Matan a los profetas y apedrean a los que le son enviados!, emitiendo juicios y dictando sentencia contra su prójimo, despreciándolo, considerándolo inferior a ellos, o sencillamente, relegándolo.

    Ay de vosotros, falsos profetas, escribas y fariseos del siglo XXI, pues a Dios nadie le puede engañar. Dios ve a través de todas las máscaras, ve nuestro corazón y según sembremos así cosecharemos (Gálatas 6: 7-8).

    No juzgo ni condeno (Lucas 6, 37), sin embargo, creo firmemente que el Señor en su infinita sabiduría, nos da respuestas y avisos. Y nos advierte sobre algunas personas, que no se están haciendo las cosas como Él quiere, nos llama para dar un cambio de actitud, una renovación de métodos y una variación de ciertas actividades.

    Dios nos llama a quitarnos toda carga que nos aleje de Él y nos lleve al fracaso espiritual. Él es quien moldea, quien siembra y quien recoge. Nosotros, tan sólo debemos estar atentos a lo que Él nos dice.