¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.
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martes, 2 de febrero de 2021

OTRA ACTITUD HUMANA MÁS PELIGROSA


El que no está conmigo está contra mí, 
y el que no recoge conmigo, desparrama"
(Mateo 12,30)

En un anterior artículo Hijo prodigo y buen samaritanoreflexionábamos sobre las principales actitudes humanas que encontramos en ambas parábolas y reflejos de la vida espiritual del hombre, frente a la actitud misericordiosa y comprensiva de Dios. 

Sin embargo, existe otra actitud humana que se mantiene oculta, en "penumbra", "a la sombra". Hablamos de la tibieza, actitud contagiosa, asintomática y muy peligrosa para la vida espiritual de un cristiano.

La tibieza es la actitud de las personas "grises" y mediocres, de las que escriben con "medias tintas", de las que "están pero no están", de las que no se comprometen, de las que dicen "sí, pero...". 

Es la postura de los que se forjan una "fe a la medida"cómoda y distante. Es la disposición de los que pretenden seguir de lejos a Cristo, "sin mucha exigencia", "sin demasiada notoriedad""sin excesiva implicación". 

Es la pose de los "pasivos", de los que se mantienen "al margen", de los que se tienen por "buenos", de los que "no hacen mal a nadie"...ni "bien". Es la posición de los que mantienen un "silencio cómplice" con el mundo, de los que "no recogen", de los que "desparraman", de los que pecan por "omisión".

Son esos tres misteriosos "mirones" que aparecen en el cuadro de Rembrandt sobre la párabola del hijo pródigo. Los tres se encuentran alrededor del abrazo luminoso del Padre al hijo menor, alineados con la figura del hijo mayor de la derecha, pero que se mantienen a distancia y en segundo plano.
Por un lado, nos encontramos con dos figuras aparentemente femeninas, la del fondo superior izquierdo, alejada e indiferente a lo que acontece, y la del centro, más cercana y asomada por curiosidad. Ambas muestran desconfianza y lejanía.

Por otro, una figura masculina, la sentada, ausente y con la mirada perdida en una especie de profunda "ensoñación". Muestra ensimismamiento e introspección.
Las tres figuran miran al Padre y al hijo con los "ojos del mundo". Cada una desde su visión individual: una, desde la distancia de la "no responsabilidad" y la indiferencia; otra, desde la oscuridad de la inseguridad y la desconfianza; y otra, desde la abstracción de la ilusión y el sentimentalismo. 

Las tres están dentro de la Iglesia, viven en la casa del Padre (seguramente por conveniencia), pero no es su morada. No forman parte del cuerpo de Cristo, porque tampoco quieren integrarse plenamente en la familia de Dios. Están en el "cuadro", pero no parecen pertenecer a él. Permanecen alejados de la luz principal del abrazo misericordioso del Padre. 

Su situación en ese plano secundario y sombrío define su falta de compromiso, su desinterés por entrar en "escena", su desgana por participar activamente en la resurrección del hijo y su negligencia por comprender el perdón del Padre. 

Sus prioridades no son ni Dios ni el prójimo, y aunque tengan una cierta intriga o curiosidad, andan tan enredados y absortos en "sus cosas" y en sus "pensamientos" que no terminan de implicarse ni de intervenir.

Se sirven de los beneficios de la Casa del Padre cuando les interesa, pero no los viven con alegría ni los disfrutan con generosidad. Su modo de vida rutinario y a distancia les gusta y no quieren cambiarlo. 

Conocen a Dios Padre y al hijo pero no quieren ser parte de sus vidas. Rechazan la seguridad de la forma de vida que les ofrece la "Casa" porque prefieren su presunta seguridad o su supuesta comodidad. Prefieren seguir siendo espectadores en lugar de participantes, actores secundarios en lugar de protagonistas. 

Los tibios quieren "servirse" pero sin "servir", tener "fiesta" pero sin "molestia", estar "presentes" pero , a la vez, "ausentes". 

Sin duda, una actitud peligrosa...porque quien no recoge con Cristo, desparrama; quien no está con Dios, está contra Él.

JHR

martes, 23 de junio de 2020

EL COMBATE ESPIRITUAL: PECADOS VS. VIRTUDES

"No mancha al hombre lo que entra por la boca, 
sino lo que sale de la boca, 
eso es lo que mancha al hombre. 
Lo que sale de la boca brota del corazón; 
y esto es lo que hace impuro al hombre, 
porque del corazón salen pensamientos perversos, homicidios, 
adulterios, fornicaciones, robos, difamaciones, blasfemias. 
Estas cosas son las que hacen impuro al hombre." 
(Mateo 15,11 y 18-20)

El Enemigo, Satanás, sabedor de mi fragilidad, debilidad y falibilidad humanas, se vale de muchas tretas para minar mi moral y generar el mal en mi corazón. El mal es un fuerza que se desarrolla en el exterior pero que se origina siempre en mi interior.

En el campo de batalla del pensamiento, una de sus perversas estrategias consiste en infectar mi mente con oscuras ideas e infames pensamientos que turban y debilitan mi conciencia

Estas ideas o pensamientos generan en mí, estados de ánimo que me hacen perder la esperanza, el amor y la fe en Dios, que exteriorizo en forma de excusas y que me conducen a la tibieza, esa que tanto repugna a Dios (Apocalipsis 3,16). 
La tibieza, disfrazada de excusas, es una clara derrota en el ámbito de mi batalla interna y espiritual contra el Imperio

Amparada en mis esperanzas y temores, en mis caprichos y apegos, en mis egos, me conduce hacia lo relativo y lo indeterminado, hacia lo ambiguo y lo confuso, hacia las sombras y las tenebrosas noches oscuras, que me hacen dudar de Dios y tambalearme en mi fe.

En el campo de batalla de la voluntadSatanás se vale, además, de objetos y cosas visibles, las tentaciones, para potenciar estos pensamientos y hacer surgir así las pasiones desordenadas. 

Logismoi vs Logoi

Los Padres del Desierto consideran estos pensamientos reiterativos, persistentes y obsesivos sugeridos por el mismo Satanás y el origen de la caída del espíritu y de la traición a nuestra naturaleza primigenia creada por Dios. Los denominan "pensamientos malvados y erróneos" o "logismoi" (en griego, pasión malvada).
Todos estos deseos, impulsos, pasiones, vicios son, sin duda, mis propios demonios interiores, que tienen su campo de batalla en mi propia humanidad pero que no proceden de mi naturaleza original a imagen y semejanza de Dios, aunque sí deforman la realidad de mi voluntad y me producen inquietud, ansiedad, duda y confusión.

Para los Padres de la Iglesia, existen 7 tipos de logismoi que dividieron en dos categorías:

-Tres vicios concupiscentes hacia el deseo de posesión:

  • gastrimargíaΓαστριμαργία (glotonería, gula, ebriedad)
  • porneíaΠορνεία  (lujuria)
  • filargyríaΦιλαργυρία (avaricia, amor al dinero)

-Cuatro carencias, privaciones o frustraciones:
  • acedíaἈκηδία (depresión, desesperanza, pereza) 
  • lypeΛύπη (tristeza)
  • orgéὈργή (cólera, ira, crueldad, violencia)
  • hyperefaníaὙπερηφανία(vanagloria, orgullo, soberbia). 

Para combatir estos logismoi (pensamientos incorrectos) y convertirlos en logoi (pensamientos correctos), nos enseñan una metodología que consiste en la confrontación de los primeros con los segundos, que podemos encontrar en la Sagrada Escritura. 

"Casualmente", los logismoi coinciden con los pecados capitales, y los logoi, con las virtudes cristianas.
San Bernardo considera que todos los logismoi tienen su origen en la avaricia (amor al dinero), la ambición (orgullo, soberbia) y la curiositas (superficialidad, dispersión), tres ideas erróneas que todos tenemos y que debemos combatir: Yo no valgo, yo no puedo o yo no sé

Estas excusas expresan el mal que se oculta detrás de la avaricia (yo no valgo y busco valer mediante el tener cosas), detrás de la ambición (yo no puedo y busco dominar todo) y de la curiositas (yo no sé y busco información fuera de mí constantemente).

Mediocridad vs Santidad

El obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, actualiza esta enseñanza metodológica de los Padres de la Iglesia, enumerando 14 logismoi o frases comunes de hoy, que  llama "muletillas de la mediocridad", y que contrapone con "palabras de santidad" o "palabras de vida eterna", es decir, enseñanzas de la Biblia y del pensamiento cristiano que nos ayudan a luchar contra éstas y a vencerlas: https://www.youtube.com/watch?v=wecMJgYVduo

Yo tengo algunas similares y que escucho a menudo:

1. "No hay que ser tan radical"
Para muchos "radical" es algo peyorativo. Según el diccionario, "radical" significa "de la raíz o relacionado con ella y afecta completamente. La raíz de un cristiano es Cristo. Él es la vid y nosotros los sarmientos. Si no estamos unidos a ella, no damos fruto,  nada podemos. Todo cristiano o es radical o no es cristiano.

Es, sin duda, una excusa que señala una falsa prudencia y que oculta una peligrosa acediaProvoca que muchos ejerzan una fe de "mínimos". Son como los malos estudiantes que, apelando a la ley del mínimo esfuerzo, tan solo aspiran al aprobado, y que llegada la hora, suspenden. No buscan la santidad, que es un mandato directo de Cristo. Se conforman con la mediocridad. 

La respuesta cristiana es: "Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto" (Mateo 5,48)

2. "Dios es misericordioso y todo lo perdona"
Este pretexto nace de un profundo desconocimiento de Dios y denota un relativismo extremo. Algunos dicen que no importa lo que hagamos porque, al final, Dios nos perdonará todo. Olvidan que Dios es, en efecto amor, pero su misericordia es inseparable de su rectitud y de su justicia. Si fuera como dicen, ¿qué sentido tienen entonces sus mandamientos? Eso no es misericordia, es "misericorditis".

La respuesta cristiana es: "Al justo le alegra la justicia; en cambio, al culpable le aterroriza" (Proverbios 21,15)

3. "Basta con ser buena persona"
Una excusa poco cristiana, porque nuestra vida no consiste en solo ser buenos y evitar las cosas malas, sino en discernir cuál es la voluntad de Dios para cada uno de nosotros y cumplirla. 

La respuesta cristiana es: "Que sepáis discernir cuál es la voluntad de Dios, qué es lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto"  (Romanos 12,2)

4. "La Biblia es un libro anticuado"
Hoy, muchos están supeditados a las modas, a lo que hace o dicta la mayoría. Lo nuevo es lo que vale, lo actual es lo que interesa. 

Para algunos, la Biblia es un libro escrito hace dos mil años sin ningún valor para la sociedad actual. Incluso, la tildan de machista y homófoba. El problema es que ninguno de ellos la ha leído. Ninguno escucha a Dios.

La respuesta cristiana es: "Tu palabra, Señor, es eterna, más estable que el cielo" (Salmo 119,89)

5. "No puedo"
Una frase llena de ironía que protagonizó "Chiquito de la Calzada". Fuera de bromas, es la excusa de la perezaCierto es que nuestra capacidad humana es limitada, pero muchas veces, cuando decimos "no puedo", en realidad queremos decir "no quiero"
El diablo hace todo lo posible para hacernos confundir el "no puedo" y el "no quiero". Nos convence de que no podemos, de que no somos nada y cuando nos lo creemos, nos "deja tirados".

La respuesta cristiana es: "Todo lo puedo en Aquél que me conforta"  (Filipenses 4,13)

6. "Yo no valgo"
Es una variante de la anterior que se convierte en dañina soberbia porque lucha contra la humildad. Es auto-desprecio, falsa modestia, falsa sencillez. Es un acto de ateísmo, revestido de victimismo. Es separarse de Dios, no reconocer que Dios me sostiene, me llama, tiene un plan para mi. 

Dios no llama a los capacitados, capacita a los que llama, decía San Agustín. Dios no da puntadas sin hilo, Dios no se equivoca conmigo. Él siempre me asiste con su gracia. C.S.Lewis decía: "ser humilde no es pensar menos de ti, sino pensar menos en ti"

La respuesta cristiana es: "Te basta mi gracia: la fuerza se realiza en la debilidad" (2 Corintios 12,9)

7. "No tengo tiempo"
Es una variante de la anterior que consiste en dar largas y posponer las respuestas y decisiones. El enemigo nos cuela ese "mañana" para que no vivamos el "hoy". Y a veces, nos lleva al pasado para lo mismo. A menudo decimos "no tengo tiempo" cuando, en realidad,  queremos decir "no tengo tiempo para eso". Es la excusa del desprecio.

La respuesta cristiana es:  "Todo tiene su momento, y cada cosa su tiempo bajo el cielo"  (Hebreos 3,15)

8. "A mi me parece...creo que...no todo es blanco o negro..."
Son las respuestas de la tibieza, de lo relativo, de lo subjetivo, del "todo vale". Es  dar una opinión personal con rango de inmutabilidad y valor absoluto por el mero hecho de ser "mi parecer". 
Para el tibio, no existe el bien y el mal, el cielo y el infierno, el diablo y Dios. El gris define al tibio: "todo vale". No hay verdad ni validez universal. Todo depende de lo que cada uno opine. Todas las opiniones son válidas...todas las religiones son verdad...

La respuesta cristiana es: "Porque eres tibio, ni frío ni caliente, estoy a punto de vomitarte de mi boca" (Apocalipsis 3,16)

9. "No hay que juzgar a los demás"
Esta excusa tiene "trampa" porque, en realidad, se escudan en esto para no corregir. Es la respuesta del buenismo.

Por supuesto que un cristiano no debe juzgar a su hermano pero sí tiene obligación de corregir, en privado, con sutileza y caridad. Quien no corrige peca de omisión. El deber de un cristiano es buscar la propia salvación y la de sus hermanos. No corregir un error de otro es no amarle.

La respuesta cristiana es: "Yo, a cuantos amo, reprendo y corrijo; ten, pues, celo y conviértete" (Apocalipsis 3,19)

10.  "Perdono pero no olvido"
Es el falso perdón de quien tiene un corazón endurecido, amargado y lleno de resentimiento. No podemos ser auténticos cristianos si no cumplimos lo que rezamos en el Padrenuestro: "Padreperdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a quienes nos ofenden". Estaríamos mintiendo a Dios en su cara.

La respuesta cristiana es"No te digo hasta siete veces sino hasta setenta veces siete" (Mateo 18,22)

11. "Abre tu mente y déjate llevar"
 "Déjate llevar por las emociones". Es confundir lo 'intuitivo' con cualquier ocurrencia; no tener límites, con no tener principios. Es negar la capacidad de discernimiento. Chesterton decía: "Tener la mente abierta es como tener la boca abierta, seguro que  te entran moscas".  

La respuesta de un cristiano es: "Lámpara es tu Palabra, Señor, para mis pasos"  (Salmo 118)

12. "Lo que importa es lo que sientas"
Es la falsa excusa del sentimentalismo, de la fe emocional, afectiva, sensible, propia de la cultura irreflexiva, inmadura, superficial y frívola que sólo tiene deseos  y apetencias: un día me soy cristiano y al siguiente, no; un día estoy embarazada y al siguiente, no; un día me apetece y al siguiente, no.
Ser cristiano no depende de nuestro estado emocional, ni de nuestros deseos, sentimientos o apegos, aunque sean buenos. Tampoco depende de nuestras alegrías o tristezas momentáneas, de nuestros miedos o dudas. La fe cristiana es la confianza plena y el seguimiento a una Persona: Cristo. Aunque a veces, no le veamos o no le sintamos.

La respuesta cristiana es: "La fe es fundamento de lo que se espera, y garantía de lo que no se ve" (Hebreos 11,1)

13. "No quiero...no me apetece..."
Es una versión de la anterior: la excusa contra la fuerza de voluntad. Al menos, está excusa es sincera. Pero es un drama vivir atrapado en la negación, en el "no quiero", en el "no me apetece": "Señor, hoy no quiero seguirte, hoy no me apetece ir a misa".

La querencia y la apetencia esclavizan al hombre y le mantiene inmaduro. Sólo tiene deseos y apetencias. La falta de voluntad tiene un gran poder adictivo. Pensamos que todo depende de lo que queremos o de lo que nos apetece, hasta que nos damos de bruces con la realidad.

La respuesta cristiana es:  "Quien quiera seguirme, niéguese a sí mismo" (Mateo 16,24)

14. "Ojalá tuviera esa fe..."
Esta es la excusa que lucha contra la perseverancia. El Papa Francisco asocia santidad y paciencia. El Apocalipsis dice: "Vence el que persevera". Es la excusa del hartazgo, de la atonía, de la falta de interés, de compromiso, de paciencia.

San José María Escrivá hablaba de la mística de la 'ojalatería'... Si la cosa fuera distinta, quizás...; si estuviéramos en otro entorno, quizás... Son evasivas. El padre Mendizábal decía que "la tentación es querer cambiar de caballo, cuando lo que Dios quiere es que cambie el caballero"

La respuesta cristiana es: "He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra" (Lucas 1,38)

15. "Con todo lo que yo he hecho por..."
Más que una excusa, es una queja: "Con todo lo que yo he hecho y qué poco me lo han agradecido". Es una versión del rencor, de la búsqueda de reconocimiento, de aceptación, de sentirnos imprescindibles o, hasta superiores al resto. Es la queja de la vanidad y la soberbia.

Pero los cristianos no buscamos reconocimiento, aceptación o aprobación. Buscamos, reconocemos, aceptamos a Cristo y Él nos aprueba. Siempre digo que mi público es Dios: "Señor, para tu gloria hago todo". Y Él me dice: "Yo te veo".

La respuesta cristiana es: "Dios, que ve en lo escondido, te recompensará" (Mateo 6,6)

Seguro que si seguimos pensando, nos salen muchas más...pero creo que son suficientes para que "el que tenga oídos, que oiga".

domingo, 19 de abril de 2020

LA FE, AFECTADA Y MALENTENDIDA

Aprende cómo hacer ORACIÓN A JESÚS PARA EL TRABAJO de mi hijo
"Si uno escucha la palabra del reino sin entenderla, 
viene el Maligno y roba lo sembrado en su corazón. 
Esto significa lo sembrado al borde del camino.
Lo sembrado en terreno pedregoso significa 
el que escucha la palabra 
y la acepta enseguida con alegría; 
pero no tiene raíces, es inconstante, 
y en cuanto viene una dificultad 
o persecución por la palabra, 
enseguida sucumbe. 
Lo sembrado entre abrojos significa 
el que escucha la palabra; 
pero los afanes de la vida 
y la seducción de las riquezas 
ahogan la palabra y se queda estéril. 
Lo sembrado en tierra buena significa 
el que escucha la palabra y la entiende; 
ese da fruto
y produce ciento o sesenta o treinta por uno."
(Mateo 13, 20-23)

En el capítulo 13 del Evangelio de Mateo, el apóstol desarrolla la parábola del sembrador y nos da la explicación de por qué Jesús nos habla muchas veces a través de ellas: "porque miran sin ver y escuchan sin oír ni entender...porque está embotado el corazón de este pueblo, son duros de oído, han cerrado los ojos; para no ver con los ojos, ni oír con los oídos, ni entender con el corazón, ni convertirse para que yo los cure" (Mateo 13,13).

"Miramos sin ver y oímos sin entender". Cristo nos vuelve a "regañar" (como a los dos de Emaús, a quienes llamó "necios" y "torpes") llamándonos "ciegos y sordos", porque no queremos entender. "Porque está embotado nuestro corazón". Porque no tenemos amor y humildad para convertirnos y dejar que Cristo nos sane.

Jesús, en toda su Palabra, desde el Génesis al Apocalipsis, nos está hablando a nosotros, su Iglesia. Nos invita a no tratar de interpretar la fe según nuestro criterio, a perseverar, a no mezclarla con las ideas "mundanas" ni a acomodarla nosotros. Nos avisa de los peligros tanto externos como internos y continuamente nos exhorta a la conversión y a la perseverancia. ¿Cómo? ¡Escuchando y entendiendo!

Sin embargo, parece que no escuchamos ni entendemos (o no queremos). Una y otra vez tratamos de actualizar la fe a nuestros tiempos, acomodarla a nuestras circunstancias y adaptarla a nuestros deseos. Prueba de ello, es una peligrosa tentación interna de la Iglesia de Occidente a la que podríamos denominar como la "fe del afecto"

Fe emotiva vs. Fe racional | UniversalEsta "fe afectada", mueve a algunos católicos a la exaltación de sentimientos intensos que derivan en una infantilización de la doctrina apostólica y de relevancia limitada para sus vidas.

El sen
timentalismo que, por desgracia, afecta a gran parte de la Iglesia tiene que ver con la disminución de la rigurosidad y de la claridad de la fe cristianaEl Dios plenamente revelado en Cristo es misericordioso, pero también es justo y claro en sus expectativas de nosotros porque nos toma en serio y con rigor. 

Muchos católicos han cedido a la cultura a la que el mundo occidental nos invita: a ser susceptibles a la emotividad, al sentimentalismo y a la corrección política. Eso es especialmente cierto cuando éstas conducen a transformar el cuerpo místico de Cristo en una ONG mundana sin trascendencia.

El significado de la fe cristiana ha derivado principalmente en esta afectación de la fe en términos de "quiero sentir lo que Dios hace por mí, por mi bienestar y por mis preocupaciones". Es la "fe del yo" que subordina la Verdad a sus estados emocionales, instrumentaliza a Dios y le quiere poner a su disposición.

Esta "fe afectada" trata de sumar esfuerzos que conduzcan a la degradación y distorsión de la fe verdadera de Dios. Por ejemplo: la búsqueda de un sacerdote o de una Iglesia que les "haga sentir bien" y a gusto o el cumplimiento de un servicio personalizado, sin demasiados compromisos, sin excesivas incomodidades. 

En definitiva, una fe que no discierne, que no distingue el bien y el mal, que no persevera...

Uno de los síntomas más comunes es el uso generalizado de un lenguaje alternativo con el que se pretende negar el pecado y reemplazar las palabras utilizadas por Cristo y sus apóstoles, por otras más "mundanas". Por ejemplo: se utiliza el ‘dolor’ o el ‘error’ para evitar decir ‘pecado’.

Otro síntoma es el juicio sumatorio a quienes defienden la doctrina verdadera y a quienes se tilda de "rigurosos", con el que se la pretende "descafeinar" toda la radicalidad que nos enseñó nuestro Señor, desoyendo la invitación de Jesús a transformar nuestras vidas, abrazando la integridad de la verdad, para colocarse en una cómoda tibieza de "cada uno tiene su propia verdad".

Otro es la omisión de la corrección fraterna, que no debe ser expresada ni siquiera en privado, con el objetivo de no herir los sentimientos de alguien, murmurando "¿quien soy yo para juzgar?", animando "a hacer lo que sientas que es mejor" y desoyendo la indicación de Jesús: "Si tu hermano peca contra ti, repréndelo estando los dos a solas. Si te hace caso, has salvado a tu hermano" (Mateo 18,15).
Անառակաբարո գործողություններ ...
Otro es la negación del castigo divino con el que pretenden diseñar un nuevo Dios "blando" y "permisivo", invitando a "ser fiel a uno mismo" y obviar la Palabra de Dios cuando nos muestra la expulsión de Adán y Eva del paraíso, el diluvio universal, la destrucción de Sodoma y Gomorra o la de Satanás en el fuego eterno.

Otro es la negación del infierno para aquellos que mueren sin arrepentirse, animando a no tener miedo porque la misericordia de Dios les garantiza el cielo, hagan lo que hagan, pase lo que pase. No escuchan los gran cantidad de pasajes en los que Jesús habla de los que no heredarán el Reino de los Cielos (1 Corintios 6,9; Mateo 5,28-29; Mateo 7,13-14; Mateo 7,20-23; Mateo 13,41-42; Mateo 24,36-44; Mateo 25,10-13; Marcos 16,15-16; Lucas 21,34- 36; Juan 8,21-24; Apocalipsis 22,12-16).

La solución a est
e problema no pasa por rebajar la importancia de las emociones, afectos o sentimientos, puesto que corresponden a nuestra naturaleza humana, sino de integrarlos en una vivencia auténtica y coherente de la fe cristiana y la razón humana, según la voluntad de Dios, no de la nuestra.

La fe no es algo que dependa de los sentimientos 
sino una actitud responsable y razonada.

La fe no es una opinión personal subjetiva 
sino que nace de la acción de Dios en nosotros.

La fe no es una costumbre o tradición 
sino una decisión personal de cada uno.

La fe no es una receta moral 
sino amor a Dios y compromiso.

La fe no es un “tranquilizante” para los momentos difíciles 
sino un estímulo para vivirlos con coherencia.

viernes, 3 de abril de 2020

NICOLAITAS: LOS APÓSTATAS DE HOY

"Estos hombres...encuentran su felicidad en el placer de un día; 
hombres corrompidos e inmundos, 
se gozan en sus engaños mientras banquetean con vosotros; 
tienen sus ojos llenos de adulterio 
y no se hartan de pecar; 
seducen a los inestables; 
tienen el corazón habituado a la avaricia, son gente maldita. 
Abandonaron el buen camino, 
se extraviaron y siguieron el ejemplo de Balaam... 
les aguardan densas tinieblas. 
Con sus discursos pomposos y vacíos 
despiertan los deseos carnales y el desenfreno 
de aquellos que apenas habían logrado escapar 
de los que viven en el error. 
Les prometen la libertad, 
mientras ellos son esclavos de la corrupción, 
puesto que somos esclavos de aquel que nos ha dominado. 
En efecto, si después de haber escapado de la corrupción del mundo 
mediante el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo 
se dejan de nuevo envolver y vencer por ellas, 
su estado final viene a ser peor que el primero. 
Mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia 
que, después de haberlo conocido, 
apartarse del mandamiento santo que se les había transmitido."
(2 Pedro 2, 12-22)

El término nicolaítas, mencionado en dos ocasiones en el libro del Apocalipsis, proviene del griego νικολαιτων y significa "seguidores de Nicolás". Tiene su raíz en dos palabras griegas, nico que significa "conquistar o estar sobre otros"laos que significa "pueblo, gente común". Ésta última es también la raíz de la palabra laico.

Los nicolaítas eran originarios de la ciudad d
e Éfeso y seguían a Nicolás, uno de los siete diáconos de la Iglesia primitiva de Antioquía junto con Esteban, Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón y Parmenas (Hechos 6,5) que fueron elegidos por la Iglesia de Jerusalén. Es decir, estaban dentro de la Iglesia y formaban parte de ella.

Nicolás es la personalización griega de Balaam
, cuyo nombre significa "destructor o corruptor del pueblo" y con quien San Juan asocia en Apocalipsis 2, 14-15, y con Jezabel en Apocalipsis 2, 20

Est
os falsos profetas apostataron de la verdad de Cristo y desembocaron en la secta herética gnóstica del Antinomianismo (en contra de la Ley de Dios), una falsa doctrina que decía conocer los secretos de Satanás y que instigaba a los cristianos a no observar las prescripciones del Concilio de Jerusalén.
Estos herejes impulsaban la degradación espiritual y la perversión moral de los primeros cristianos: falta de valores morales, libre desahogo de las pasiones, desenfreno de la lujuria y la fornicación, poligamia, idolatría, espiritismo, etc.

Al
gunos padres de la Iglesia, los definen como "hombres falsos y turbadores que, ministrando bajo el nombre de Nicolás, crearon para ellos una herejía" (Victorino de Petovio). "Llevaban vidas de desenfrenada satisfacción de las pasiones" (San Ireneo).

El apóstol San Pedr
o los define como "hombres corrompidos e inmundos,  adúlteros y depravados, mentirosos y engañadores, avaros y malditos" (2 Pedro 2, 12-22). Estas mismas palabras son refrendadas en el libro de Judas.

Apostasía de hoy

No obstante, esta herejía ha perdurado durante los siglos, infiltrándose como humo de Satanás en la Iglesia de Cristo, hasta nuestros días. 

Así lo leemos en el libro de Apocalipsis, como demuestra su expulsión de la Iglesia de Éfeso (Apocalipsis 2,6), su acogida en la de Pérgamo, en la que dice San Juan que vivía el Diablo y tenía su trono (Apocalipsis 2,13-15) y su seguimiento en la de Tiatira (Apocalipsis 2, 20), hasta su fin en la Iglesia de Filadelfia, donde se derrotarán todas las herejías.
Hoy día, podemos advertir claramente la acción de estos nicolaitas en sus obras: ataques al celibato sacerdotal, connivencia con la pederastia, permisividad con las relaciones fuera del matrimonio, apoyo a las uniones homosexuales, etc.

Pero esta herejía va más allá de la d
epravación lujuriosa de la carne. Cae en la idolatría de las cosas materiales, el dinero, la fama o el poder.

Y así, se metamorfosea en un peligroso relativismo, una forma de tibieza en grado superlativo, que propugna la capacidad de un cristiano en convivir con los mandamientos de Dios y a la vez, con las inclinaciones del mundo, contradiciendo al propio Jesucristo, cuando dijo: "Nadie puede servir a dos amos, porque odiará a uno y amará al otro, o bien despreciará a uno y se apegará al otro" (Mateo 6, 24; Lucas 16,13).

Creyendo abolida la Justicia de Dios y amparándose en la eterna Misericordia divina, desoyen la rotundidad que San Juan nos muestra cuando nos habla del efecto que produce en Dios esta forma máxima de tibieza.

Son palabras muy duras: ¡A Dios le repugnan! ¡Aborrece y odia las obras de los nicolaitas!: "Conozco tus obras: no eres ni frío ni caliente. Ojalá fueses frío o caliente. Pero porque eres tibio, y no eres ni frío ni caliente, te voy a vomitar de mi boca."(Apocalipsis 3, 15-16).
Los nicolaitas son personas que han conocido a Dios, pero que, por rutina, comodidad, falta de fortaleza o de perseverancia, han abandonado el camino de la santidad y han deteriorado su alma.

También, por negligencia voluntaria y habitual ante todo lo espiritual, han perdido el amor a Dios, se han insensibilizado a la presencia de Dios y han dejado de cumplir sus mandamientos.

Esta indolente, descuidada y perezosa actitud, causant
e en gran medida de la crisis religiosa en la que vive la Iglesia hoy día, tiene sus origenes en la falta de formación, la falta de vigilancia y la falta de perseverancia, motivados por su flagrante pecado.

Esta falsa doctrina no surge en los cristianos de la noche a la ma
ñana, sino que va fraguándose a lo largo de distintas fases e impregnando, poco a poco y por completo, sus almas

1
.- Desaliento
La voluntad se debilita, el amor pierde su fuego y el espíritu cae en la indiferencia, lo que lleva irremediablemente al desaliento. 

El desaliento parte de un error de perspectiva que hace ser incapaz de ver el amor de Dios tal cual es, y que conduce al auto-convencimiento de que "eso de buscar la santidad" no es para uno, quizá para almas elegidas, pero no para cualquiera. 

2.- Conformismo
Tras el desaliento, el espíritu se relaja, se conforma y todo le da igual, nada le importaAntes le ilusionaban muchas cosas, ahora ya no. 

Su mirada se fija en los modelos mundanos, en las ideas novedosas, que invitan a tomar actitudes y comportamientos que no sean muy exigentes y que además, suelen estar alejados del ideal cristiano.
El conformismo se produce después de aceptar tendencias, ideas, costumbres, valores, actitudes y comportamientos del mundo. 

La oración y la vida interior, el apostolado y las buenas obras se vuelven aburridas, pesadas e inútiles. Consideradas una pérdida de tiempo, se posponen para dar prioridad a otras actividades aparentemente más “útiles”. 

Las prácticas de piedad quedan vacías de contenido, sin alma y sin amor. Quizás se hagan, pero más por rutina o costumbre, que por amor y temor a Dios. Se vuelve cómodo, amigo del mínimo esfuerzo y de la procrastinación.

3.- Superficialidad
La superficialidad es la actitud que desprecia toda regla o valor profundo, que procura la falta de fervor y siempre hace distinción entre lo libre y lo obligatorio. 

Cambia el esquema de valores anterior y se sustituye por otro menos valioso, pero más atractivo: llaman mucho más la atención las amistades superficiales, la diversión, la televisión, la práctica de un determinado deporte…. Ama al mundo y sus cosas, aunque afirme amar a Cristo.

4
.- Hedonismo
Se pierde la generosidad y se afronta la vida con una visión utilitaria y práctica. Sólo vale lo que reporta ganancia, comodidad, placer o satisfacción. 

El nicolaita es hiperactivo y, motivado más por la necesidad de sobresalir, que no por un deseo de hacer el bien, busca siempre el aplauso de los hombres por vanidad y no acepta la corrección.

Busca sólo su propio placer, su bienestar y su complacencia. No mira al prójimo. Su satisfación es el fin superior y fundamento de su vida. El placer es el único y supremo bien y debe ser satisfecho sin ninguna restricción.

5.- Disipación
La disipación es la vida espiritual reducida al mínimo esfuerzo, o también llamada pereza o acedía
Es la negación de la vida interior por la preocupación por las cosas exteriores, la postergación de la meditación por la crítica fácil, la falta de discernimiento por el desinterés en la formación. Sin actitud activa ni caritativa, acusa, critica y juzga a los demás. Murmura de todo y de todos. 

Es la huida de todo aquello que pueda suponer esfuerzo o sacrificio y la búsqueda de éxitos rápidos que además no exijan mucho trabajo, viviendo una fe de rutinas y  de cumplimientos

Es la negación del cielo: el cáncer de toda virtud, la destrucción de toda voluntad y el acercamiento a toda tentación. Conduce a la ociosidad, es decir, el descuido e incumplimiento de los deberes. 

6.- Aceptación del pecado venial
El alma de un nicolaita está ciega y es incapaz de ver los peligros o los pecados veniales, que acepta con toda tranquilidad.

Conoce su maldad, pero como no llega a ser pecado mortal, vive con una paz aparente, considerándose buen cristiano, sin darse cuenta de la peligrosidad de tal conducta, ya que es el detonante del pecado mortal. 

No tiene arrepentimiento ni propósito de enmienda y con esa oscuridad del espíritu, nacen muchos pecados veniales, de los que apenas se duele, pues poco a poco, se van extinguiendo la luz del juicio y la delicadeza de la conciencia. 

El examen de conciencia no se hace o se hace con ligereza y sin prestar atención. De ese modo se va amortiguando el horror al pecado mortal.

7.-Caída en el pecado mortal

Finalmente, sin ningún impedimento, su corazón se engríe, su creviz se endurece, su voluntad se deforma y su conciencia enmudece, permitiendo y aceptando toda pasión desordenada. 
Cae sin remedio en el pecado mortal, que es una trasgresión voluntaria de la Ley de Dios en materia grave, y que está resumida en los diez mandamientos.

Una rebeldía contra Dios y una aversión a Dios, del que se separan voluntariamente y buscan un goce ilícito, corrupto e ilícito de las cosas creadas.

San Pablo nos advierte contra esta falsa doctrina idólatra

"De la fornicación, la impureza, indecencia o afán de dinero, ni hablar; 
es impropio de los santos. 
Tampoco vulgaridades, estupideces o frases de doble sentido; 
todo eso está fuera de lugar. 
Lo vuestro es alabar a Dios. 
Tened entendido que nadie que se da a la fornicación, a la impureza, 
o al afán de dinero, que es una idolatría,
 tendrá herencia en el reino de Cristo y de Dios. 
Que nadie os engañe con argumentos falaces; 
estas cosas son las que atraen el castigo de Dios sobre los rebeldes. 
No tengáis parte con ellos." 
(Efesios 5, 3-7). 

"¿No sabéis que ningún malhechor heredará el reino de Dios? 
No os hagáis ilusiones: los inmorales, idólatras, adúlteros, lujuriosos,
 invertidos, ladrones, codiciosos, borrachos, 
difamadores o estafadores no heredarán el reino de Dios." 
(1 Corintios. 6,9-10).