¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.
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viernes, 19 de abril de 2019

UN ÁNGEL EN GETSEMANÍ

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"Él se apartó de ellos como un tiro de piedra, 
se arrodilló y se puso a orar, 
diciendo: 
'Padre, si quieres, aleja de mí este cáliz, 
pero no se haga mi voluntad, sino la tuya'.
Y se le apareció un ángel del cielo reconfortándolo. 
Entró en agonía, y oraba más intensamente; 
sudaba como gotas de sangre, que corrían por el suelo."

(Lucas 22, 41-44)

La escena de la agonía de Jesucristo en el Huerto de los Olivos o "Getsemaní" es el momento central de la Pasión de Nuestro Señor. Un momento mucho más duro que el juicio o la flagelación posteriores. Un lugar que anticipa la Cruz en el "Gólgota".

Getsemaní es el "lugar especial de oración” donde Jesús eleva una plegaria intensa, difícil, dramática.  

Getsemaní es el "lugar de la hora de las tinieblas, de la noche oscura del alma", en la que se enfrenta a Satanás y al pecado, y donde el sufrimiento se hace cada vez más difícil e insoportable.

Getsemaní es el "lugar de la súplica por la vida", en contra del poder de la muerte, cuyo abismo percibe en toda su profundidad y terror (Isaías 53,6; 2 Cor 5,21; Efesios 5,2). 
Getsemaní es el "lugar de la tristeza y la angustia, de los gritos y las lágrimas de sangre, del sufrimiento y la agonía, de la soledad y la tristeza" (Mateo 26,37; Marcos 14,33; Lucas 22, 44; Hebreos 5,7).

Padre, si quieres, aleja de mí este cáliz; pero no se haga mi voluntad, sino la Tuya

Según el Evangelio de San Lucas, el "Ángel Consolador" o "Ángel de la Agonía" se apareció a Jesús en Getsemaní para fortalecerlo y reconfortarlo, pero no se dice nada más, no dice qué dijo o qué hizo. 
Así, surgen algunos interrogantes sobre esta importante escena del Huerto: ¿Puede un ángel consolar, confortar, a Jesucristo, Rey de los ángeles? ¿Qué significado puede tener la presencia de un Ángel en el Huerto de Getsemaní? ¿Estaba Jesús intentando evitar su misión?

Antes de la aparición del ángel, Jesús oraba diciendo: “Padre, si quieres, aleja de mí este cáliz; pero no se haga mi voluntad, sino la Tuya”El cáliz del dolor es el sufrimiento causado por nuestros pecados. No es un escándalo; es un don de Dios. Por eso, le dice a Pedro, que se oponía: “El cáliz que me da el Padre, ¿No lo voy a beber?” (Juan 18,11).

El Señor está convencido que debe hacer la voluntad del Padre, aunque suponga dolor y sufrimiento (Mateo 26,39 y 42), no va a desistir en el momento crítico porque ha venido para eso (Juan 12,27-31) y no lo hace por obligación u obediencia ciega sino por un acto de amor puro a Dios padre y a todos nosotros (Gal 2,20). 

Cristo obedeció en todo a Dios Padre. Como Él mismo dice en la cruz, "Todo está cumplido". Sería absurdo que Dios Hijo dejara el cielo para cumplir su misión de Redención para que, llegado el momento, desistiese.

Su oración es su Fiat, su "Sí". Es su obediencia plena a la voluntad del Padre lo que atrae este Ángel sobre Jesús. Es por causa de esta obediencia que el ángel aparece delante del Señor.

Por tanto, Jesús no intentaba eludir su misión ni quería cumplir su propia voluntad humana.

Y se le apareció un ángel del cielo reconfortándolo

¿Estaba buscando Jesús consuelo para sí mismo?

Resultado de imagen de angel en getsemaniAunque se nos hace difícil comprender que Cristo necesite de un ángel para ser consolado, pudiéramos tratar de responder argumentando desde nuestro punto de vista humano:

-Que Su divinidad (verdadero Dios) viene en auxilio de su humanidad (verdadero hombre), enviando a uno de sus ángelesAsí, Su propia divinidad permite que uno de ellos pueda llevarle, en Su desolación, consolación.

-Que  la presencia del Ángel es una manifestación de que Dios Padre no abandona a Dios Hijo. 

Sin embargo, ambos argumentos, aún siendo posibles a nuestra lógica humana, no tienen un sentido celestial porque ni Dios Padre se comunica con Dios Hijo a través de una criatura, ni ese consuelo tenía como finalidad que Dios Padre evitara el sufrimiento de Dios Hijo, ni tampoco que Dios Hijo necesitara auxilio angélico.

El propio Jesús, instantes más tarde, cuando le vienen a arrestar y le pide al discípulo que envaine la espada, dice: "¿O crees que no puedo pedir ayuda a mi Padre, que me mandaría ahora mismo más de doce legiones de ángeles?" (Mateo 26, 53). 

Por tanto, Jesús no estaba buscando ni consuelo ni evitar que se cumplieran las Escrituras.

Entró en agonía, y oraba más intensamente; sudaba como gotas de sangre

Lucas sigue narrando el crucial momento y dice "entró en agonía" y "rezó más intensamente". Lucas sigue diciendo que "oraba más intensamente" y que "sudaba gotas de sangre". 

Al orar más intensamente y sudar gotas de sangre, no lo hacía por Él. Cristo no buscaba su consuelo ni eludía su misión, ni expresaba sólo su sufrimiento, sino el nuestro. 

Al aceptar este consuelo por nosotros, y en nuestro nombre, Jesús mostraba la realidad de su humanidad y de la debilidad humana.

Al aceptar este consuelo, por nosotros y a favor nuestro, Jesús nos expresaba anticipadamente que aceptaría también nuestra visita a Él, en nuestros momentos de desolación. Es decir, que en nuestros momentos de agonía y sufrimiento (que también son los suyos), el hecho de acompañar a Jesús, nos confortaría. Sufriendo al "hacerse pecado" por amor a nosotros, nos estaba dando ejemplo.

Al orar más intensamente y por sí mismo, Jesús nos manifestaba la voluntad salvífica del Padre respecto de nosotros. “No mi voluntad, mi voluntad espontánea de no morir, sino tu voluntad sobre mi voluntad por la salvación del mundo”. Su oración por sí mismo era también su oración por nosotros.

La voluntad de Cristo de ser consolado no es un síntoma de debilidad o egoísmo. Todo lo contrario: es un voluntad consoladora, una voluntad amorosa

Con el fin de consolarnos en Él, quiere ser consolado por nosotros. Para fortalecernos, quiso ser fortalecido por un Ángel.


Algunos "por qués" de la presencia del ángel

En Getsemaní, el ángel no habla. Mas bien, junto al resto de los coros angélicos, permanece en silenciosa contemplación de la Pasión y los sufrimientos de Cristo. 
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La presencia del ángel responde a su ruego a Dios Padre para poder contemplar la agonía de Dios Hijo y participar de la acción creadora y redentora de la Santísima Trinidad.

La presencia del Ángel en el Huerto de los Olivos responde al anhelo de los ángeles de "con-padecer" con Cristo por el pecado de los hombres, y de unirse a la contemplación y vivencia del mal, del pecado que está viviendo el Señor

La presencia del ángel responde a la manifestación de su amor a Dios Hijo, a quien Satanás, el ángel caído y rebelde, rechazó plenamente.

La presencia del ángel responde a la expresión de la adoración y alabanza de toda la creación y de toda la humanidad ya salvada.

La presencia del ángel responde a la participación en el amor que Cristo está viviendo ahora por los hombres, en la agonía de Getsemaní. 


El ángel y el buen ladrón

Quizá pudiéramos establecer un cierto paralelismo entre la presencia del ángel en Getsemaní y la del buen ladrón en el Gólgota.  Ambos, cada uno a su manera, confortan a Cristo y son confortados por Él.

Confortan a Cristo en el reconocimiento de su divinidad; son confortados por Cristo en la aceptación de su compañía, de su arrepentimiento. 

La promesa de Cristo al Buen Ladrón abrió las puertas del cielo a la Esperanza a todos los hombres. 

La presencia del Ángel en el Huerto de los Olivos abrió los ojos de todos los ángeles a la verdadera y plena adoración de la Verdad.


jueves, 16 de agosto de 2018

¿QUÉ OCURRIÓ REALMENTE EN GETSEMANÍ?


"Jesús fue con ellos a un huerto llamado Getsemaní (...)
y comenzó a sentir tristeza y angustia.
Y les dijo: 'Me muero de tristeza. Quedaos aquí y velad conmigo'.
Avanzó unos pasos más, cayó de bruces y se puso a orar así:
'Padre mío, si es posible, que pase de mí este cáliz;
pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú'.
Volvió a los discípulos, los encontró dormidos y dijo a Pedro:
'¿Conque no habéis podido velar una hora conmigo?
Velad y orad para que no caigáis en tentación.
El espíritu está dispuesto, pero la carne es débil'.
De nuevo, por segunda vez, se fue a orar, diciendo:
'Padre mío, si no es posible que este cáliz pase sin que yo lo beba,
hágase tu voluntad'.
Volvió y los encontró dormidos, vencidos por el sueño.
Los dejó y volvió a orar de nuevo,
por tercera vez, repitiendo las mismas palabras."
(Mateo 26, 36-44; Marcos 14,32-42; Lucas 22,39-46)

Este es mi segundo artículo sobre la agonía de Jesucristo en el huerto de Getsemaní (https://cristianosdigitales.blogspot.com/2016/07/getsemani-es-decirte-si-hasta-el-final.html) pero desde otro punto de reflexión. De hecho, repito foto de cabecera porque expresa a la perfección aquel momento dramático.

Cada vez que veo la película "La Pasión de Cristo" de Mel Gibson, para mí, obra maestra del cine religioso, me sobrecoge la espeluznante escena del Huerto: niebla, oscuridad, soledad, sufrimiento...idas y venidas, desesperación...sonidos desgarradores que brotan de la garganta de Jesús, en una lengua, el arameo, que retumba en mis oídos como una súplica agónica y turbada, que se clava directamente en mi corazón. 
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Jesús llega al huerto de Getsemaní con sus discípulos Pedro, Santiago y Juan (los mismos que subieron con Él al Tabor) y, enseguida, comienza a sentir tristeza y angustia, hasta el punto de decir: "Me muero de tristeza". El verdadero Dios y el verdadero hombre, se muere...de pena. ¡Qué expresión tan tremenda!

Apartándose de ellos ("a un tiro de piedra", curiosa y simbólica forma de describir la distancia), se fue a orar. Lo que vio allí le causó tanto desasosiego y tanta aflicción, tanta presión, que comenzó a sudar literalmente gotas de sangre. "Algo" le horrorizó tanto, que sus capilares reventaron, casi causándole la muerte.

¿Qué vio que tanto le turbó? 

Mateo 26, 37 nos da una pista: dice que cuando Jesús oró, "comenzó a entristecerse y angustiarse". "Comenzó" significa que vio algo mientras rezaba, algo que no había experimentado hasta ese momento. Y le turbó poderosamente. 

La palabra griega utilizada como "entristecerse" es muy dura y su traducción podría ser "horrorizarse". Algo terrorífico.

Resultado de imagen de jesus sweating drops of bloodNo parece que Jesús se encamine hacia su muerte con el coraje y la valentía a que nos tenía acostumbrados durante su vida pública, con esa confianza y seguridad de quien sabe su final y no teme. 

De hecho, en el Huerto se muestra débil, casi asustado. Tiembla, tartamudea, va y viene frenéticamente, de un lado para otro, de Dios a sus discípulos y viceversa, preguntándole al Padre si hay otro camino, o recriminando a los discípulos su abandono. 

Mateo incluso dice que, en un momento determinado, Jesús se desploma y cae de bruces; está tan débil que no puede mantenerse en pie. Pero no es una debilidad física, no es un cansancio humano.

Y lo realmente inusual y extraño de esta escena, la diferencia con todos los demás lugares  por donde pasó Jesús, es que en todos ellos, siempre mostró un ánimo y un coraje inquebrantables frente al peligro. Poco antes de ir a Getsemaní, por ejemplo, los discípulos de Jesús tratan de disuadirlo para que no entre en Jerusalén porque era muy peligroso para él, pero Él les dijo que tenía que ir. 

¿Qué no vio que tanto le desesperó?

Entonces, ¿qué pasó allí, en este momento? En realidad, la pregunta debería ser ¿Qué no vio?

Resultado de imagen de jesus sweating drops of bloodLa respuesta nos la da el versículo 39 del mismo capítulo de Mateo, cuando llama a Dios su Padre, como lo había hecho en tantas ocasiones a lo largo de su vida,y  no obtiene respuesta. Se dirige a Él como "Abba", un término extremadamente íntimo y cercano que podríamos traducir como "Papá". Pero, por primera vez en toda la eternidad, su Padre guardó silencio.

Allí está Jesús, Aquel que caminó sobre el mar embravecido y sofocó las tormentas más temibles; Aquel que expulsó demonios, que sanó enfermos y resucitó muertos; Aquel que ahora está tan horrorizado por algo que ve, que se siente "morir".

Y así, vuelve con sus discípulos, buscando, quizás, algún tipo de consuelo, de apoyo, de compañía. Pero de los discípulos también recibe silencio porque están dormidos. Entonces regresa nuevamente al Padre, diciendo exactamente lo mismo que había dicho anteriormente. Y de nuevo, un gélido y solitario silencio. Y así, en tres ocasiones.

En Getsemaní, Dios le desvió su rostro, le dio la espalda. El juicio por nuestros pecados ya había comenzado. Antes de que el primer clavo fuera introducido en su cuerpo, el alma de Jesús estaba siendo abandonada por Dios.

¿Cómo explicar y comprender este silencio del Padre?

A simple vista, parece algo realmente extraño. Jesús había vivido toda su vida con la aprobación del Padre, y ahora, en el momento en que Jesús más necesitaba a su Padre, Dios le daba la espalda. Y Jesús se tambaleó bajo su peso, casi al borde de la muerte. Jesús fue a estar con su Padre antes de su muerte y encontró, en lugar del cielo, el infierno abierto de par en par ante Él.

Imagen relacionadaNo sólo estaba ante una silenciosa soledad. Si no ante el rechazo. ¿Cómo sentiría perder el infinito amor y la poderosa presencia de Aquel a quien conocía desde toda la eternidad?

De alguna manera, en ese momento, Jesús vislumbró a la humanidad abocada a un infierno para toda la eternidad. Porque esa es la esencia de lo que es el infierno: el completo abandono de Dios, la ausencia del Creador.

Cristo no se horrorizó ni se tambaleó por temor a la muerte física, y eso a pesar de que su pasión, desde la flagelación hasta la muerte en cruz, fue terrible. Jesús se horrorizó, se tambaleó y cayó en tierra porque sintió el abandono de Dios. 

Ese fue el horror que reiteraría en la cruz, cuando  la tierra se cubrió de tinieblas: "Eloi Eloi lama sabactani", "Dios mío, Dios mío ¿por qué me has abandonado?" (Mateo 27, 47). Con esta expresión el Hijo del Hombre hace suyas las palabras del Salmo 22, dándole todo su sentido: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? ¡Las palabras que lanzo no me salvan! Mi Dios, de día llamo y no me atiendes, de noche, más no encuentro mi reposo".

Resultado de imagen de darknessPero también es un grito trascendente de victoria, de valor, de sacrificio, de amor por la humanidad y comprensión de su real jerarquía celestial, que traducido más literalmente diría: "Dios mío, Dios mío, para este propósito me has elegido, para esto fui reservado" .

El sufrimiento físico de su Pasión, por malo que fuera, no era la esencia del Calvario sino el abandono de Dios. En el Huerto, Jesús bebió de lleno en la copa de la ira de Dios, abrumándole tanto que casi lo mata. 

Getsemaní, en arameo "Gath-Šmânê", significa 'prensa de aceite', y eso es precisamente lo sucedió aquella noche: la ira de Dios contra nuestro pecado "prensó" literalmente a Jesús; la carga de nuestros pecados  le "exprimió" la vida.

Oró en tres ocasiones, suplicando a su Padre: "Papá, si es posible, que pase de mí este cáliz". Dos voluntades se enfrentan por un momento, la humana y la divina, para confluir luego en un abandono de amor ya anunciado por Jesús: "Es necesario que el mundo comprenda que amo al Padre, y que lo que el Padre me manda, yo lo hago" (Juan 14, 31).

¿Alguna vez Jesús había rezado alguna oración que no fuese respondida por Dios Padre? Tan sólo esta vez
.

Isaía
s 51,17-18 describe la ira de Dios contra nuestro pecado como un veneno tóxico guardado en un cáliz al que nadie se acerca: "Despierta, despierta, levántate, Jerusalén; tú que has bebido de la mano del Señor la copa de su cólera; el cáliz del vértigo lo has bebido hasta las heces. No hay nadie que la guíe entre los hijos que ha dado a luz, nadie que la tome de la mano entre todos los hijos que ha criado." 

Cuando se le ofreció este cáliz a Jesús, lo bebió por nosotros. Este cáliz era nuestro, o lo bebíamos nosotros o lo bebía Él. Si lo bebíamos nosotros, entonces estaríamos separados de Dios para siempre. Nuestra salvación es algo que sólo Cristo podía lograr.

¿Qué hizo Dios por su 'Hijo el amado' en Getsemaní? 

La actitud de Dios casi parece cruel y, en cierto sentido, un tanto áspera: ¿Qué pasaría si nosotros hubiéramos visto lo que vio Jesús? ¿Acaso lo que vio le hizo retroceder? ¿Por qué no esperó Dios hasta que Jesús fuera clavado en la cruz para mostrarle todo esto?

Dios lo hizo así para que l
os hombres pudiéramos ver a Jesús ir a la cruz voluntariamente, sabiendo muy bien lo que estaba experimentando; para que su amor por nosotros se mostrara aún más; para que pudiéramos ver la magnitud del precio que estaba dispuesto a pagar al ocupar nuestro lugar, el de todos nosotros; para ensalzarlo y glorificarlo. ¿Cómo?


Resultado de imagen de pasion de cristo el diabloLucas 22, 43 nos dice que un ángel vino a Jesús en ese momento para reconfortarle y para animarle. Pero no parece que el ángel hiciera disminuir su dolor, porque el evangelista prosigue diciendo: "Y sumido en agonía, insistía más en su oración. Su sudor se hizo como gotas espesas de sangre que caían en tierra" (Lucas 22,44).

Dios envió al ángel, no para que le consolara precisamente, como quien trata de aplacar el sufrimiento; Dios a través de aquel ángel, lo que hizo, fue "darle fuerzas": no le evitó los obstáculos ni le abrió otro camino más fácil, sino que le dio fuerzas para recorrerlo

¿Y cómo le "dio fuerzas"? Jesús estaba exhausto, sin fuerzas. El plan de Dios permite que el hombre esté sin fuerzas, para que en ese momento, se vuelva a su Dios y Señor Todopoderoso, quien le da la fortaleza necesaria.

No sabemos lo que dijo el ángel, ni siquiera si le habló. A buen seguro, su misión no consistió en palabras, en consejos, en argumentos ni en promesas. Tampoco en explicaciones lógicas sobre la voluntad del Padre. Jesús la conocía por completo. Tampoco le curó su frente ensangrentada ni le acarició ni le abrazó. Jesús no necesitaba eso.

Resultado de imagen de passion of the christ cinematographyEl ángel solamente le hizo compañía en su oración. Aquel ángel fue ante todo un testigo. Jesús no estaba sumergido en un mar de protestas ni de quejas contra su Padre. Jesús ni esperaba, ni quería, ni le hacía falta alguien a quien expresar su dolor para aliviarse. 

Lo que Jesús sí quería y, en cierto sentido esperaba y necesitaba, era un testigo. Su naturaleza humana reclamaba, ante todo, la gloria de Dios. Y aquel ángel es la primera expresión de la gloria divina, en el acto de la obediencia y amor del Hijo al Padre. 

En aquella noche de tinieblas, la tenue luz del ángel es el amanecer de la gloria. Aquel ángel, enviado por Dios para compartir la oración más sublime que podamos imaginar, alaba con todo su ser al Padre y al Hijo, y es así el primer testigo de la gloria que Dios habría de revelar en la obra de la redención. Y esto dio fuerzas a Jesucristo.

¿Qué hizo Jesús por su 'Padre el amado' en Getsemaní? 

Tras ello, Jesús se levantó de allí para ir a cumplir la voluntad de su Padre, y lo hizo "con decisión" porque se le mostró algo. 

Resultado de imagen de pasion de cristo¿Qué vio ante Él en ese momento? ¿Qué vio Jesús que iba a obtener que hizo que la cruz "valiera la pena"?

Solo una cosa: a
nosotros. No había otra manera de salvarnos, y a la vez, de unirse a la humanidad ¡y lo hizo de buena gana! Cuando rezó en Getsemaní: "pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú", sus lágrimas y su sudor  ensangrentado no era por su desgracia, sino por la nuestra.

Él tomó nuestros pecados y nuestras penas y los hizo suyos; llevó la carga al Calvario y sufrió y murió solo. Y todo para enseñarnos el camino al cielo.

“El suyo es un sufrimiento en comunión con nosotros y por nosotros, que viene del amor y lleva en sí la redención, la victoria del amor” (Benedicto XVI).

¡Qué maravilloso! ¡No hay amor más grande que el que da la vida por sus amigos!





jueves, 28 de julio de 2016

GETSEMANÍ ES DECIRTE SÍ HASTA EL FINAL



"Mas allá de mis miedos, 
mas allá de mi inseguridad 
quiero darte mi respuesta. 
Aquí estoy para hacer tu voluntad 
 para que mi amor sea decir que si 
hasta el final."


Cuando llega la hora señalada por Dios para salvar a la humanidad de la esclavitud del pecado, contemplamos a Jesucristo solo en el huerto de Getsemaní, postrado en tierra, sufriendo dolorosamente, derramando su desesperación, quebrantado por cargar con todos nuestros pecados.

Así, durante tres horas, en una agonía de sangre, sudor y lágrimas pero aceptando el sacrificio que el Padre le reclama, causa del anonadamiento de su alma, y aún así, amando a los hombres. 

En nuestro día a día, todos todos nosotros experimentamos momentos difíciles (que no tienen comparación con los que vivió el Señor), pero la cuestión no es preguntarse a qué se deben, sino cómo enfrentarse a ellos.

El pecado nos aleja y nos separa del Padre, como también a Jesús en Getsemaní. Para acercarnos a Él, tenemos la oración. 

Debemos hacer de la oración, un estilo de vida y practicarla en todo momento, abriendo nuestro corazón en la presencia de Dios, sin condiciones y sin límites, en comunión con Él, abandonándonos a Su voluntad y confiando en su poder sobrenatural. 

Dios está ahí siempre con nosotros, en medio de la prueba para ayudarnos a soportarla (1 Cor. 10,13) Siempre nos da una salida, nos sostiene y nos ayuda. Y siempre responde, aunque no siempre sea para que se cumpla nuestra voluntad.

La obediencia y fidelidad a Dios trae sufrimiento en un mundo caído y como consecuencia, la burla y la oposición de familiares, el desprecio y la crítica de compañeros y amigos, y también, el insulto y la persecución de los que nos ven diferentes. 

Pero no estamos solos. Jesucristo que oró, suplicó y rogó con sangre, sudor y lágrimas, nos entiende y nos socorre. Precisamente porque sufrió como nadie, porque sufrió por todos los hombres a la vez, porque lo hizo por amor, nos muestra su infinita Misericordia, abrazándonos en el sufrimiento.

Por eso, nuestro Getsemaní particular es decirle sí hasta el final. Él nunca nos abandona. Nunca nos deja solos. Y de la misma forma que Él doblegó su voluntad a la del Padre, nosotros tenemos la certeza de que si nos abandonamos a Él y a su voluntad, nos recompensará. 

Se trata de un triunfo que, a ojos humanos, parece una derrota: "dar la vida para ganarla". Pero Cristo dio su "sí" hasta el final, dio su vida y triunfó sobre la muerte. Resucitó y ocupa el lugar que le corresponde en el cielo, a la derecha del Padre.

Sean cuales sean nuestros problemas, unidos a Jesús en nuestro propio jardín de Getsemaní particular, podemos resolverlos con el Padre en oración. ¡Esto es un verdadero privilegio!

Yo quiero ser copartícipe de ese triunfo sobre la muerte y por eso, mi "sí" es hasta el final.



"Señor, abrázame, consuélame, cobíjame
Yo sólo no puedo, ayúdame,

llena mi sufrimiento de tu luz, 
llena mi vida con tu presencia.

Ayúdame a recordar, 
que no existe mayor poder que el tuyo,
que por amor a mí diste tu "sí" hasta el final.

Impúlsame a ser buen discípulo tuyo, 
a actuar dignamente en todo cuanto digo, pienso y hago.


Ayúdame a reconocerte en todas las situaciones de la vida, 
en las alegrías y en las penas, 
en el gozo y en el sufrimiento,
en la felicidad y en la adversidad.

Llévame oh Señor a comprender 
que tú puedes convertir el mal en bien, 
la derrota en victoria, 
y el fracaso en triunfo 
para gloria y honra de tu santo nombre.

Enséñame a confiar en ti, 
 sabiendo que no importa el camino que tenga que recorrer,
 entre rosas o entre espinas, 
si Tú a mi lado estás, mi triunfo estará asegurado. 

Ayúdame Señor a serte fiel hoy, mañana y siempre,
a darte mi "sí" hasta el final".