¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.
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lunes, 14 de octubre de 2019

LOS DISCÍPULOS NO NACEN, SE HACEN.

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"Nadie echa vino nuevo en odres viejos, 
porque el vino nuevo reventaría los odres, 
el vino se derramaría y los odres se perderían; 
sino que el vino nuevo se echa en odres nuevos." 
(Lucas 5, 37-38)

Han pasado ya algunos años desde que algunos empezamos a tomar conciencia de la misión a la que siempre nos ha llamado el Señor: evangelizar.

Echando la mirada atrás, hemos avanzado en cierta forma, pero también percibimos que ahora estamos estancados porque algunas estructuras de la Iglesia están "caducas". Sencillamente no evangelizan. 

Creemos estar haciendo algo que "debemos" sin plantearnos si hoy, es eficaz. Seguramente, estamos echando vino nuevo en odres viejos, que se revientan y derraman el vino.

Catequesis de comunión y confirmación

Cada año, muchos denodados catequistas de nuestras parroquias españolas donan su tiempo y entregan su esfuerzo en la preparación de los niños para la Primera Comunión… Sin embargo, ¿cuántos de ellos seguirán asistiendo a los sacramentos al siguiente domingo, o al cabo de un año?
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Lo mismo ocurre con las confirmaciones. Se forma a jóvenes que, más pronto que tarde, dejan de tener un sentido de pertenencia y compromiso con Dios y con la Iglesia.

Las catequesis, sencillamente, no evangelizan. Son, más bien, una "necesaria puesta en escena" para una celebración que poco o nada tiene que ver con el sacramento de la Eucaristía. 

Quizás deberíamos transformar esa preparación que se "va por el desagüe", en una vivencia de la fe, en un encuentro con Cristo resucitado, tanto de nuestros jóvenes como de sus padres.

Centros educativos católicos

En palabras del Papa Francisco, los centros educativos católicos se han convertido en "búnkers" o "trincheras" organizadas sólo para la preservación, replegadas ante las incertidumbres de  los cambios e incapaces de provocar en sus alumnos "experiencias de fe perdurables".

Los colegios no evangelizan, porque no preparan a los jóvenes en propuestas morales para confrontarlas con un mundo que las ridiculiza y que les arrincona. No les enseñan a rezar ni a vivir la fe en medio de este ambiente hostil. 
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El problema es que muchos padres envían a sus hijos a centros católicos para que les enseñen esa fe que, desgraciadamente, ha dejado de vivirse en casa. 

Pero si algo aprenden en los colegios, son las ideologías del mundo (LGBTI, relativismo, progresismo, etc.) con las que les adoctrinaron desde pequeños, porque son obligatorias también para los colegios católicos.

Las universidades católicas tampoco evangelizan, porque no generan conversos, ni discípulos de Cristo, ni evangelizadores, al derivar recursos que, deberían dedicarse a evangelizar, a otras cuestiones que no dan resultado.

Hoy, por desgracia, nuestros hijos y adolescentes se educan fuera de la escuela. Y allí no suele existir una formación moral sino más bien, todo lo contrario.

Quizás deberíamos hacer de estos centros experiencias vitales de fe, donde se viva el encuentro con Dios y se haga atractivo el compromiso de los jóvenes con el mundo a través de un compromiso evangelizador.

Bodas y Funerales

A su vez, los sacerdotes diocesanos argumentan no poder dedicarse a evangelizar, a llevar la fe a los alejados, porque están muy ocupados en atender sacramentalmente sus parroquias

Resultado de imagen de bodas iglesiaCelebran bodas cristianas para parejas que no han sido evangelizadas realmente, y que se alejarán de la Iglesia según pongan un pie fuera del templo.

Celebran funerales que no se viven como parte del proceso cristiano hacia la casa eterna ni tienen repercusión en la vida de fe personal, familiar o social de los asistentes. 
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Sencillamente, se va por "cumplir", porque un gran número de bautizados ven los sacramentos más como eventos sociales que como celebraciones comunitarias de la fe y de compromiso con la Iglesia. 

Los párrocos no son capaces de aprovechar el acercamiento de muchas personas en estas ocasiones, y que de otro modo, no pisarían una iglesia, para evangelizarlos

Tampoco les quedan fuerzas para entrenar ayudantes, implantar métodos para llegar a los alejados, para convertir a un "consumidor de sacramentos" en un "discípulo comprometido de Cristo", etc… 

¡Cuántas oportunidades perdidas para evangelizar a quienes se acercan ocasionalmente a la Iglesia!

Retiros de conversión

Con los retiros de conversión (Emaús, Effetá, Amor Conyugal...) conseguimos acercar a las personas a Jesús, sienten su amor, una vida nueva… 

Y entonces, les llevamos a una "estructura vieja", es decir, parroquias "viejas" que no están dispuestas ni preparadas para acogerles, acompañarles y formarles en la fe. O que no saben cómo hacerlo, porque están adaptadas a los parroquianos de toda la vida.

Resultado de imagen de retiros espirituales catolicosEn las parroquias, en lugar de cristianos ‘comprometidos’, habitualmente encontramos, por un lado, bautizados practicantes de fe meramente individual, cómoda y fragmentada, que han perdido el entusiasmo en el mensaje cristiano, o que han dejado de tener sentido de pertenencia a la Iglesia. Y por otro, bautizados no practicantes, no iniciados en la fe y con falta de formación junto a no creyentes, todos ellos secularizados, que acuden por compromiso social. 

Es necesario y preciso que las parroquias adopten un compromiso de acoger y formar a estas personas que se acercan a Dios, tanto por parte de los sacerdotes como de los laicos.

Los discípulos, ¿nacen o se hacen?

"La tarea de la evangelización de todos los hombres constituye la misión esencial de la Iglesia, y la vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. La Iglesia existe para evangelizar” (Pablo VI en Evangelii Nuntiandi,1975). Por eso, debemos hacer discípulos, por que no nacen ni florecen.
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Si las catequesis infantiles, la exigua enseñanza en los colegios y universidades católicas, o cualquier otra cosa es ineficaz y no evangeliza ¿no es lógico que nos deshagamos de lo que no da frutos? 

O, peor aún, si nos impiden dedicar tiempo o recursos para la evangelización, ¿no deberíamos plantearnos dirigirnos hacia lo que funciona y dejar lo que no lleva a nada? 

Como dice el Papa Francisco en Evangelii Gaudium: "Toda la Iglesia debe avanzar hacia una conversión pastoral y misionera. No puede dejar las cosas como están. Debe pasar de ser una 'simple administración' a un 'estado permanente de misión'".

Los Papas han hablado claro, pero parece que no va con nosotros. Nos falta unir fuerzas para crear estructuras capaces de formar nuevos evangelizadores. Nos falta pasión para impregnar de un compromiso misionero y apostólico todas la estructuras, métodos y planes pastorales, comunidades, movimientos y cualquier institución eclesial, que favorezca la transmisión de la fe. 

¿Cómo hacer discípulos?

Como el vino nuevo necesita odres nuevos y la nueva evangelización necesita nuevos evangelizadores formados en nuevas estructuras y que apliquen nuevos métodos.

Jesús no se centró en hablar a multitudes (que también), sino en formar a sus discípulos. Dio sus instrucciones: “Id y haced discípulos”. Nos insta a "producir" discípulos, formándolos y transmitiéndoles la fe de Cristo, porque no nacen ni crecen en el campo. 

Resultado de imagen de hacer discipulosEl fruto de la Iglesia es hacer discípulos. Nuestra mayor alegría no es ser discípulo sino hacer discípulos. Eso requiere una conversión pastoral que implica renunciar a otras cosas.

Es sorprendente que haya pastores que parezcan satisfechos con que su rebaño dé poco fruto y no piensen cambiar nada, ni modificar sus hábitos o sus estructuras

Ven pocos conversos, pocos cristianos maduros y comprometidos, pocos frutos… y dicen que es cosa de Dios dar fruto. Y es cierto, pero nosotros debemos sembrar y trabajar para que Dios haga el resto.

Cristo es exigente: “Mi Padre recibe gloria cuando producís fruto en abundancia; y os manifestáis como discípulos míos; os he destinado para que deis fruto abundante y duradero” (Juan 15, 8-16). Entonces, ¿cómo es posible que un pastor, un obispo, un religioso, un maestro, un catequista, un párroco, puedan estar satisfechos con pocos frutos cuando Cristo asegura que "nos ha destinado para que demos fruto abundante y duradero”? ¿Acaso estamos desobedeciéndole?

Un fruto abundante y duradero implica trabajar por la calidad más que la cantidad, pero, claro, fruto abundante también es cantidad. Para llegar a la cantidad hay que invertir en calidad. Basta de teología pesimista, de excusas derrotistas, de decir "es lo que hay”. 

Necesitamos estructuras de calidad que generen nuevos evangelizadores kerigmáticos (del primer anuncio de Cristo, que transforma a la persona), no catequéticos, porque catequéticos ya tenemos muchos”.

Necesitamos parroquias que no se limitan a hacer “algo” de evangelización “a ratos” y “porque es lo que toca ahora”, sino que han transformado sus estructuras y han convertido sus pastorales para ser plenamente evangelizadoras.

Necesitamos hacer discípulos. Y hacerlos ya.

domingo, 9 de julio de 2017

EL ABC DEL DISCIPULADO

"Y las cosas que me oíste a mí ante muchos testigos, 
confíalas a hombres leales, 
capaces de enseñárselas a otros." 
(2 Timoteo 2,2)

Si alguna vez, alguno hemos pensado que esto del discipulado fuera una tarea fácil, es que estábamos mal informados.

El apóstol Pablo en Colosenses 2, 1-3 habla del discipulado como una "lucha": "Quiero que sepáis qué intensa lucha soporto por vosotros, por los que residen en Laodicea y por todos los que no me conocen personalmente, para que cobren ánimo, se mantengan unidos en el amor y alcancen así el conocimiento pleno de todo y descubran el secreto de Dios, que es Cristo, en el que se encuentran ocultos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia." 

El proceso de hacer discípulos y discipular a los discípulos es una tarea difícil, pero es lo que Jesús nos ha encargado que hagamos. Si nos dedicamos a ensayar con el coro, a acoger a los que vienen a misa o a servir en Cáritas pero no nos involucramos en el trabajo de discipulado, hemos perdido nuestra llamada como discípulos de Jesús (Mateo 28, 18-20 ).

En el corazón del cristianismo está el deseo de Dios de que un pueblo muestre su carácter a través de su obediencia, en sus relaciones con él y en las de unos con otros. Por eso envió a su Hijo a reunir un pueblo para que lo siguiera y para que atrajeran a más gente a seguirlo. 

En el discipulado existen muchas facetas y aspectos diferentes, pero hay tres elementos que son centrales y necesarios para que el verdadero discipulado suceda. El ABC del discipulado es:

Aprendizaje 

Podemos construir comunidad alrededor de casi cualquier cosa, desde unas cenas semanales (Alpha) hasta un retiro de fin de semana (Emaús) pero una necesidad fundamental para el discipulado cristiano es el aprendizaje, es decir, la formación. Formación para llevar a las personas a un conocimiento superior de Dios. Sin formación no puede haber discipulado. 

Cuando un árbol crece, da frutos y madura. Y más tarde, cuando está maduro, se reproduce. Lo mismo ocurre en el discipulado: a través de la formación teológica, bíblica, litúrgica, doctrinal o de cualquier otra índole, la comunidad crece, da frutos y madura espiritualmente. 
Sólo madurando puede, a su vez, reproducirse, es decir, madurar y hacer madurar a otros discípulos. Aquí es donde muchas comunidades cristianas se pierden en la misión encomendada por Cristo. Se reúnen en torno a la comida, en torno a una charla, tienen conversaciones profundas, construyen relaciones importantes, pero no tienen una formación sólida, y lo que aprenden en esos entornos a menudo suele ser superficial. 

Es sólo el "primer anuncio" pero hace falta seguir subiendo peldaños. Una vez que Cristo es anunciado, es importante que surja la necesidad de formar, para que las personas crezcan espiritualmente.

¿Cuántas personas de tu comunidad se excusan diciendo que no tienen suficiente formación como para discipular a otros? ¿Cuántas personas se ven incapaces de discipular a otros?

Búsqueda de tiempo

Cuando leemos los Evangelios, nos damos cuenta de que Jesús invirtió tiempo en la vida de las personas. Buscó y pasó tiempo con discípulos, les enseñó, oró con ellos y por ellos, y les mostró una vida de santidad ante ellos. 

El discipulado es un trabajo duro porque requiere una inversión importante de tiempo. Es un bien preciado y hay que buscarlo. Cada día tiene el mismo número de horas: 24. El cómo y en qué empleamos esas horas es lo que hará que el discipulado ocurra. 
En Hechos 20,31, Pablo describió su ministerio en Éfeso como un servicio "día y noche". Un discípulo de Jesús busca tiempo "de noche" o "de día".

¿Cuántas parroquias parecen estar demasiado ocupadas haciendo de todo excepto discípulos? ¿Cuántas personas se excusan diciendo que no tienen tiempo, que no les da la vida?

Compromiso

Puede parecer un punto obvio, pero el verdadero discipulado requiere de gente dispuesta. Requiere voluntad y compromiso de todas las partes involucradas. 

Tanto el que discípula como el que es discipulado deben estar dispuestos a participar en el proceso o no sucederá. 

Antes de que las personas puedan aprender algo, deben estar dispuestas a aprenderAntes de que los líderes puedan enseñar, deben estar dispuestos a enseñarAntes de que las personas puedan seguir a Jesús, deben ver nuestro compromiso con ellas para, a su vez, comprometerse ellas.

El discipulado es poner en acción el evangelio de Jesucristo. No podemos obligar a nadie a ser un discípulo. Sencillamente, un discípulo conoce a Cristo y le sigue. El discipulado no es una de las cosas que la iglesia hace, el discipulado es lo que hace la iglesia. Requiere formación, tiempo y gente dispuesta. 

El discipulado:

Sin formación, es amistad. 
Sin tiempo, es palabrería. 
Sin gente dispuesta, es imposible.


domingo, 19 de marzo de 2017

ATRÉVETE AL CAMBIO. RENUÉVATE



Desde hace un tiempo, venimos hablamos mucho de renovación pastoral de nuestras parroquias, de buscar métodos para restablecer la esperanza y el ánimo de una Iglesia diocesana debilitada, de un Pueblo de Dios anestesiado. Hablamos de sanear estructuras y modelos que ya no sirven, de crear comunidades misioneras y bla, bla, bla...

Pero la realidad es que seguimos sin "movernos", seguimos en modo "stand by", esperando que todo se arregle solo.

El P. James Mallonpárroco de Saint Benedict (Halifax-Canadá) y autor del libro de cabecera “Una renovación divina” ha venido a Barcelona, al congreso “Reforma y Reformas de la Iglesia”y ha compartido con sacerdotes y laicos su experiencia de renovación pastoral y nos ha dejado unas cuantas pinceladas interesantes para poner en práctica.

La clave: el Espíritu Santo renovador

En primer lugar, se ha dirigido a sus compañeros, los sacerdotes, animándoles a que confíen en la acción poderosa del Espíritu Santo para renovar todo, a que no se rindan, a que vuelvan a soñar y recuperar la pasión con la que le dieron el sí al mismo Dios. 

Les instó a que abandonen el estado de "funcionariado" al que muchos de ellos se han convertido y a que se animen a transformar estructuras y renovar métodos en sus parroquias, que ya no sirven o que no funcionan. 


Le exhortó a que dejen de estar anestesiados y a volver a respirar el aire puro del Evangelio.

Les invitó a huir del clericalismo y del neopelagianismo, a confiar en que todo depende de Dios y no de nosotros, a fijarse en modelos pastorales puesto en marcha en parroquias donde el milagro se ha producido, y a transformar sus parroquias en comunidades evangelizadoras.

Mallon pide a los sacerdotes que den un mayor protagonismo a los laicos dentro de la Iglesia, a delegar en ellos tareas y servicios, para que, de esa forma, se sientan comprometidos, corresponsables y copartícipes, en lugar de meros colaboradores y ayudantes al servicio de un sacerdote. Es partidario de un sistema que da excelentes resultados, que crea comunidad y compromiso: los grupos pequeños o células de fe. 

Las 4 tareas de todo cristiano

Mallon recordó que todos los bautizados son corresponsables de evangelizar y que Jesús nos encargó a todos los cristianos 4 tareas, en Mateo 28, 19-20:
1) Id
2) Haced discípulos
3) Bautizadlos
4) Enseñadles los mandamientos

"Ir","Bautizar" y"Enseñar" lo hemos hecho siempre y bien, pero "Hacer discípulos", no. Y sin discípulos, la Iglesia colapsa y todo se desmorona.

El ciclo evangelizador

Mallon explicó el "ciclo virtuoso" de la evangelización "discípulo-misionero-apóstol"

Evangelizar consiste en:

1) Hacer discípulos
2) que renuevan la Iglesia
3) que aprenden y sirven
4) que dan dinero y tiempo
5) que evangelizan y hacen discípulos

La renovación empieza evangelizando a adultos y alejados. “Si tienes a los adultos, tendrás a sus niños; si empiezas por los niños, los adultos pueden mantenerse ajenos”, explica Mallon. 

Mallon señala algo que los antiguos cristianos tenían muy claro. “La Eucaristía es para los ya evangelizados, no es para la primera línea de evangelización a alejados. Es la cima, es para los ya crecidos”. La misa no es un método de evangelización


“Lo presentamos como un juego, como algo divertido; invitamos a todos a participar, a integrarse en esto… Si quieres crecer, toma un remo y ponte a remar, decimos a todos. Y si no quieres remar, bueno, te amamos, Dios te bendiga… pero búscate otra parroquia”

La Iglesia, como el padre en la parábola del Hijo pródigo, debe salir al encuentro del hijo alejado y abrazarle, aunque el hijo mayor proteste y refunfuñe. 

Mallon insiste en que no hay que malgastar recursos, tiempo y esfuerzo en gente que no quiere conocer más a Jesús, porque hay personas que sí que quieren –a veces con vidas muy complicadas, divorcios, problemas personales, enfermedades… a las que sí hay que atender.

Hoy lo eficaz incluye crear lazos, expresar la fe poco a poco, crear amistades… Para ello, es preciso separar "evangelización" de "catequesis"

La gente en el pasado se comportaba para pertenecer. Ahora primero hay que pertenecer, sin juicios ni condenas, y poco a poco aprender a comportarse. Cuando empiecen a creer, podrás animarles a comportarse de otra forma. Tenemos que crear comunidades donde los alejados puedan pertenecer y estar mientras aún no se convierten. 

Algunas herramientas útiles de evangelización son las cenas Alpha donde escuchan el kerigma o los retiros de Emaús, donde se encuentran cara a cara con Cristo resucitado y le reconocen. Allí empiezan a ver “testimonio de vida”, "porque la gente escucha más al testigo que al experto”, recuerda Mallon.

"La Iglesia no es un club privado y elistista. No debería funcionar como un club, por y para sus miembros, sino por y para los que están fuera

¿Queremos meros consumidores de sacramentos? o ¿Queremos discípulos comprometidos de Jesucristo que cumplen con lo de id, bautizad, enseñad y haced discípulos como Cristo pide?”

¿En qué gastas el dinero?

"Puedes tener el mejor plan y estrategia, pero has de tener en cuenta la realidad de la cultura de tu comunidad", añade Mallon. La cultura es “lo que ves como normal”, lo que valoras, recompensas, son los valores de tu cultura. Una cosa es decir “valoramos la evangelización”, pero en la práctica nuestro valor número uno es “mantengamos los edificios”. Mira en qué gastas el dinero y verás tus verdaderos valores, también en tus facturas familiares. ¿Cuáles son los valores de tu parroquia? ¿Valoras las necesidades de tu entorno o las tuyas propias? ¿Abres o cierras las puertas de tu parroquia?


Para renovar tu iglesia, debes cambiar toda la cultura parroquial. Es un proceso lento y que requiere mucha oración y trabajo.

Por desgracia, hay gente dentro de la Iglesia que dice “no necesitamos nada de toda esta renovación, tenemos los sacramentos, se puede ser católico sin esos grupos, sin esos cambios”. Gente que dice eso mientras las parroquias se quedan vacías, y a las que el padre Mallon clasifica como víctimas del “esnobismo espiritual”: No les duele ver tantas ovejas fuera del redil y no quieren cambiar nada para ir a por ellas.

10 valores de una parroquia renovada

Hay diez elementos que ya hemos comentado en otras ocasiones, que el padre Mallon vuelve a recalcar y que se deben aplicar para lograr el cambio pastoral:

1) Prioridad al fin de semana: dedicar el fin de semana a Dios y disfrutarlo

2) Hospitalidad y acogida: dar la bienvenida a quienes se asoman por la iglesia.

3) Música que eleve e inspire a todos los presentes

4) Homilías bien preparadas y apasionadas, buena predicación con 3 objetivos a decir: qué quieres que sepa la gente, qué quieres que haga, y por qué es importante.

5) Comunidad significativa: te importa la gente de tu comunidad, te tratas con ellos.

6) Expectativas claras: hacia donde vamos y qué queremos. Qué ofrecemos y qué pedimos.

7) Ministerios basados en los puntos fuertes de la gente: Crear servicios en base a los talentos de la gente de la parroquia y no al contrario.

8) Grupos pequeños de hermanos que se conocen: Alpha, Emaús, Oración, Lectio, etc.

9) Fomentar las experiencias del Espíritu Santo, “sin miedo a lo que Él quiera hacer, experimentar su poder.

10) Cultura del invitar: cada feligrés invita a más y más personas



¡El avión debe volar!

Imaginen un avión que nunca despega: vienen pasajeros, el capitán y la tripulación les dan café, les entretienen un rato, y luego los pasajeron se van a pie. Pero ¡el avión debería volar! Nos entrenaron para servir en una Jerusalén y la realidad es que vivimos en una Babilonia

Podemos vivir autoengañándonos y decir “nuestro método no funciona, pero si lo usamos más y más y más funcionará”; eso es una chaladura, repetir lo mismo y esperar distintos frutos es absurdo”.


Trabajo en equipo

Mallon habló sobre la composición de equipos, para que los curas no trabajen como francotiradores:

“De cura novato me entregaron dos parroquias con una plantilla conjunta de 7 personas y no sabía cómo organizar equipos; los curas no sabemos de liderazgo ni de equipos… En el seminario no me dieron ninguna formación de trabajo en equipos o dirección de equipos. Solo me dieron teología y filosofía. Además, nos formaron para una iglesia de “mantenimiento”, y ahora estamos en declive, lo del “mantenimiento” no funciona… 

El grupo está para ayudar al líder a tomar la decisión, y el líder toma decisiones. El grupo de liderazgo de tener:

-Unanimidad de visión: todos los del equipo han de confiar en la visión, si hay dos visiones habrá división; la visión es una imagen del futuro que produce pasión. ¡No se puede fingir la pasión!

-Equilibrio de fuerzas: tener fuerzas de distintos tipos; el que ejecuta, el que planea estrategia, el que es bueno en relaciones y el que influye; en la Iglesia, liderando suele haber ejecutores y relacionales, y suelen escasear los otros… pero se necesitan. U otro criterio: los orientados a gente, los orientados a tareas, los que piden amablemente, los que dan órdenes. O en otra clasificación: los analíticos, los conductores, los amistosos y los expresivos. “¡No se juntan por casualidad! Has de asegurarte de que tu equipo tenga esta variedad”.

-Conflicto sano y confianza: como todos comparten la visión, todos saben a donde ir, no es malo que haya desacuerdo sobre cómo llegar, y libertad para expresarlo. Evita la negatividad, el resentimiento…

- Vulnerabilidad: nadie es un Superman, en el grupo has de poder decir “lo siento, metí la pata” o “la verdad es que no sé hacia dónde vamos”. Poder reconocer debilidades. Y escuchar las debilidades de tu equipo.

Si un cura organiza un equipo pero los agobia y desprecia lo que dicen, creará al final un equipo de “sí, padre, lo que diga padre” y perderá a los listos y creativos.

El cura típico, por desgracia, dedica un 10% de su tiempo y recursos a predicar, 15% a sacramentos, 6% a liderar y 70% a otras cosas que no son esenciales y puede realizarlas otro.” ¡La gestión y la administración no es liderar: liderar es mover cosas de un sitio a otro! Mantener las cosas no es liderar, otro debería hacerlo”

Mallon señala que Jesús estableció un sistema similar. Jesús tenía un equipo de liderazgo reducido: Pedro, Juan y Santiago. Luego una plantilla de 12. Luego voluntarios: las mujeres que le acompañaban y otros. Luego los 72. Luego los discípulos (parroquianos comprometidos). Después, las multitudes, que estaban por allí y escuchaban algo”.

Atrévete al cambio

Mallon, animó a los que dudan o los que son excépticos y ponen "pegas": “¿Qué estáis dispuestos a hacer para llevar a cabo el cambio?" 

La Iglesia tiene todo lo que necesita para regenerarse:

- Jesús es el mismo ayer, hoy y siempre
- El Espíritu Santo está vivo
- La Escritura sigue viva
- Los Sacramentos son reales
- El corazón humano tiene sed de Dios

"¡El problema es de organización y estructuras de la Iglesia, no es problema de Dios! Porque estamos más atados a los métodos que a la misión que Cristo nos dio.

¿Prefieres dejarlo todo igual y que muera tu parroquia? 

Si quieres crecimiento, haz equipo. Tu equipo te ayudará a perfilar la visión. Primero definís el punto en el que estáis, y el punto al que queréis ir, la visión. Tienen que compartir tu visión. ¿Cuántos tenéis un párroco vecino que piensa que estáis locos?

Es posible cambiar y ser una comunidad sana que da mucho fruto. 

Miro vuestras caras, veo que venís con esperanza en el corazón, que deseáis algo bueno para la Iglesia: sois lo único necesario para cambiar la Iglesia. 

Creo que las cosas sanas dan fruto. 

Recordemos la promesa: 

Recibiréis poder que viene de lo alto 
y podréis ir hasta los confines de la tierra”. 
Así podréis cumplir la misión, 
por la fuerza del Espíritu Santo”.
(Hechos 1,8)

jueves, 9 de julio de 2015

HEMOS OLVIDADO QUIENES SOMOS


Hoy nos enfrentamos a una crisis de la iglesia, de fe, de vocaciones, de matrimonio, de valores, económica, etc. pero la fundamental es una crisis de identidad.

La iglesia de Cristo no tiene simplemente una misión, sino que la misión de Jesús tiene una iglesia. No es una opción: somos una misión. El principal problema es que hemos olvidado quienes somos.

Las iglesias están llenas de actividades lejanas de su identidad: reuniones seglares, scouts, clases para niños, etc. que rara vez conducen a formar misioneros. 

Isaías 56,7: “Porque mi Casa será llamada Casa de oración para todos los pueblos”. Hoy, la Iglesia tampoco es una casa de oración y ha olvidado su principal misión: ser misioneros.

No es la primera vez que ocurre. Marcos 11,17: “¿No dice Dios en la Escritura: Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones? ¡Pero ustedes la han convertido en una guarida de ladrones!”

Allí se relata la expulsión de los mercaderes del templo por Jesús, que no fue un acto de repentina ira, sino deliberado pues ya había ocurrido antes: “¿En cueva de bandoleros se ha convertido a vuestros ojos esta Casa que se llama por mi Nombre?” (Jeremías 7,11).

Misión de la Iglesia

Mateo 28, 19-20 indica cuál es la misión de la Iglesia: “Vayan, pues, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos. Bautícenlos en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a cumplir todo lo que yo les he encomendado a ustedes. Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin de la historia.”

El evangelio marca 4 tareas: Ir -  Hacer-  Bautizar -  Enseñar

La confusión de la Iglesia es que ha ido a todos, ha bautizado a todos y ha enseñado a todos pero NO HA HECHO DISCÍPULOS y NO HA PRODUCIDO FRUTOS.

Que es un discípulo

Es alguien que aprende, que está comprometido en un proceso de aprendizaje que dura toda la vida, que crece, que madura y esto ocurre cuando nos encontramos con Cristo, cuando le amamos, cuando nos enamoramos de él.

El objetivo de la evangelización es hacer discípulos. Son los que renuevan la Iglesia, los que dan, sirven, se convierten en apóstoles, en discípulos misioneros que hacen nuevos discípulos, que renuevan la Iglesia, que dan, que sirven y que se convierten en apóstoles…..Es un círculo continuo.

La Iglesia es maravillosa cuando funciona. 

Es como una fotocopiadora: coge el papel desde fuera, lo procesa, lo imprime y lo lanza fuera de nuevo. 

Pero ahora la fotocopiadora no funciona. Nada se mete, está atascada, nada se imprime y nada sale.

La Iglesia es como el Titanic, grande, veloz e insumergible. 

Une continentes y lleva a personas de un sitio a otro. Pero ahora se hunde aun habiendo pensado que era todopoderosa. 

Las parroquias son los botes salvavidas y hay gente en el agua muriendo de hipotermia. Pero no vamos a buscarlos. Decimos: “que naden ellos hacia aquí”. 

Pero Jesús nos dice: “Id”, pero no vamos. Hay una gran diferencia entre decir “Venid” y decir “Id”. Hemos olvidado nuestra identidad: “Id”.

Cuando la Iglesia es auto-referencial, sólo se mira a sí misma, ha cerrado sus puertas y sólo espera que la gente venga, está enferma, es un lugar oscuro, no hay luz. Ha olvidado su identidad.

Dos grandes tentaciones en la Iglesia:

Pelagianismo

Pelagio era un monje celta del siglo V que decía que no existía el pecado original, que el acto salvífico de Jesús era un acto de amor y un ejemplo para lo que debemos hacer: que solo tenemos que querer y elegir hacer el bien.

Pero San Agustín decía que no podemos salvarnos sin la Gracia de Dios, estamos rotos y no hay salvación fuera de la Gracia de Dios.

Hoy en la iglesia existe un neopelagianismo. Muchos piensan que la salvación es solo el resultado de lo que hacemos y no mediante Jesús.

Esta actitud nos impide recibir la buena noticia pues según este pensamiento, no hay malas noticias, no tenemos pecado, somos buenos.

Esto produce una cultura de minimalismo, todo lo que necesito saber es qué hacer, cumplir los mínimos requisitos. Pretendemos pagar lo menos posible. Pero esto no es la fe de Cristo.

Si no hay buena noticia, no hay deseo de compartirla con otros. No hay nada.

Clericalismo

Es la apropiación por parte del clero de aquello que es propio de los bautizados. 

La primera tarea del sacerdocio es proclamar la palabra de Dios. La segunda es administrar los sacramentos (sobre todo, la eucaristía) y la tercera, ser líderes del pueblo de Dios.

Las consecuencias del clericalismo son el aislamiento del clero y la inmadurez del laicado. La cultura de la Iglesia acepta la inmadurez de los laicos como algo bueno. Los laicos creen que no es su misión hacer nada sino sólo recibir.

Para que los sacerdotes sean líderes del pueblo de Dios, primero tienen que ser cristianos con los cristianos para ser luego sacerdotes de los cristianos,

Para renovar la iglesia debemos analizar la cultura de la Iglesia. Lo que es posible y lo que no, lo que es y lo que puede ser.

A lo que Jesús nos llama es a escuchar su Palabra y actuar.

Uno de los problemas actuales de la iglesia es la tendencia a sobre-espiritualizar, que no es sino una forma de quietismo: Todo lo que debemos hacer es escuchar la Palabra y orar, nada de acción. Pero la acción sin oración tampoco da fruto. San Agustín decía: “Ora como si todo dependiera de Dios y trabaja como si todo dependiera de ti”.

La oración tiene que llevarnos a la acción. Nuestras acciones demuestran aquello que valoramos.

Diez valores para la renovación

1. Trabajar para el fin de semana. 

2. Hospitalidad y acogida.

3. Música que eleve.

4. Homilías transformadoras, no sólo informativas.

5. Comunidad llena de sentido. No vale el cristianismo individual.

6. Claras expectativas. ¿Qué se espera de nosotros?

7. Ministerio basado en las fortalezas: las personas que sirven con talentos.

8. Comunidad de comunidades: grupos pequeños o medianos de conexión.

9. Experiencia del Espíritu Santo.

10. Cultura de invitación.



P. James Mallon, “Pasión por la renovación de las parroquias”, ENE 2014