¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.
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martes, 9 de julio de 2019

LETANÍAS: ATRIBUTOS DE SU MISERICORDIA (6)

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La Virgen María recibió en su concepción la bendición del Señor y la misericordia de Dios, su salvador. Ella es, por eso, la primera Hija de la misericordia de Dios y a la vez, es Madre del Dios de misericordia: por eso la llamamos Madre de la misericordia. 

Con el Salve Regina, la rogamos que vuelva a nosotros sus ojos misericordiosos y nos haga dignos de contemplar el rostro de la misericordia, su Hijo Jesús. A Jesús siempre se "va y se vuelve” por María.
Hoy, contemplamos los 4 atributos de la Misericordia de la Virgen María en las Letanías:


Salud de los enfermos

El pecado original introdujo en el mundo la enfermedad y la muerte. Por esa condición, necesitamos un Médico. La Santa Iglesia nos propone una Doctora poderosa, sabia y amorosa: La Santísima Virgen María, "Salud de los enfermos", que nos  sana, nos ayuda y nos conforta.

María,"Salud de los enfermos" nos concede salud del alma y nos ayuda a apartarnos del mal que la destruye.
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María"Salud de los enfermos" nos sana cuando se levantan los vientos de las tentaciones, cuando tropezamos en los escollos de las tribulaciones. 

María"Salud de los enfermos" nos restablece cuando se agita la soberbia, la ambición o la incomprensión. 

María"Salud de los enfermos" nos cura cuando la ira, el egoísmo o el deleite en el mal violentan nuestra alma. 

María"Salud de los enfermos" nos socorre en el peligro, en la angustia, en la tribulación, en la ansiedad. 

María"Salud de los enfermos" nos auxilia cuando se turba nuestra mente ante la enormidad de nuestras faltas, cuando nuestra conciencia nos sumerge en la tristeza y en la desesperación. 

María"Salud de los enfermos" nos trasplanta su Inmaculado corazón para ablandar nuestro rencor, nuestra desesperación y nuestras pérdidas. 

María"Salud de los enfermos" nos tiende sus maternales manos cuando caemos, cuando dudamos, cuando tememos. 

María"Salud de los enfermos" es medicina, salud, receta para el alma

María, "Salud de los enfermos' nos dio a Jesús ... nos dio al Médico Divino ... nos dio la medicina. 

Imagen relacionadaNuestra Madre vela por sus hijos enfermos, de día y de noche, sin mostrar cansancio; nos procura alivio y se sacrifica para curar a sus hijos, movida por el grandísimo amor maternal que Dios puso en Su corazón Inmaculado, amor vigilante y solícito, cuando sus hijos están afligidos por la enfermedad.

Jesucristo le ha cedido en el cielo a su Santísima Madre el dominio sobre la naturaleza doliente. Son innumerables los testimonios de curaciones milagrosas, sanaciones inexplicables y favores recibidos en algunos Santuarios Marianos: Fátima, Lourdes, Medjugorje... 

Ella ilumina a los médicos, infunde fortaleza y confianza al enfermo, aumenta la paciencia y el afecto en aquel a quien asiste y alcanza eficacia en la sanación. 

Ella hace sentir al enfermo la función providencial y benéfica del dolor que lo hace más semejante a su Divino Hijo crucificado.

Si el enfermo está en pecado y cercano a la muerte, Ella intercede y le ampara,  recordando las palabras de su Amado Hijo: "No quiero la muerte del pecador sino que se convierta y viva".

Refugio de los pecadores

Nuestra Señora es un refugio donde brilla Su Infinita Misericordia que quiere la conversión de los pecadores.
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Jesucristo es nuestro Mediador ante el Padre. Nos dice San Juan: "Os escribo esto para que no pequéis y si alguien peca tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo (1 Juan 2, 1), pero además de Él, tenemos a María, Madre de Dios y Madre nuestra, constituida por Dios, medianera entre Él y nosotros, pecadores.

Dos gracias principales le son necesarias a un pecador para alcanzar la futura felicidad: La conversión o el perdón de los pecados y la perseverancia en el bien

Ambas gracias, son regaladas por María "Refugio de los pecadores", si se lo pedimos continuamente y si .... "hacemos lo que Él nos dice", como Ella nos pide.

Consuelo de los afligidos

Los seres humanos estamos sacudidos por la enfermedad del alma, el pecado ... y por la enfermedad del cuerpo, el dolor físico

La vida terrenal está llena de espinas y abrojos que nos afligen, de tribulaciones y aflicciones que nos sobrecogen, de dolores y sufrimientos que nos oprimen, porque lastiman el corazón y llenan de lágrimas los ojos.

Nacemos con llanto; crecemos con obstáculos; vivimos con el peso diario de responsabilidades y preocupaciones; morimos con dolor. 

Cuando el dolor se nos presenta en alguna de sus formas, es humano preguntarse, ¿por qué el dolor?  Solamente la Fe nos da una respuesta tranquilizadora, digna de la Sabiduría de Dios y de la dignidad del hombre: 

Cuando con el pecado original, los hombres nos precipitamos en el abismo de la condenación eterna, Dios misericordioso, (en el mismo instante en que prometió enviar al Redentor) confió a la humanidad al Ángel del dolor, para que purificara a María y la hiciera semejante al Restaurador prometido, que nos redimiría precisamente a través de las humillaciones y de los más grandes dolores.

El pecado (y no Dios) introdujo en el mundo el dolor, el sufrimiento y la muerte: es del pecado de donde provienen las adversidades.
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El dolor recibió de Dios una misión providencial: es el artífice de toda grandeza moral. Para que el dolor cumpla en nosotros su misión, debe ser acogido con Fe consciente, confianza firme y cristiana resignación, como lo hizo la Virgen Santísima.

Sin embargo, el dolor es siempre sufrimiento y exprime del corazón las lágrimas que son la sangre del alma. ¿Quién podrá ofrecernos el alivio necesario? ¿Quién podrá consolarnos? María Santísima, nuestra amorosa Madre la "Consoladora de los afligidos", Ella puede y quiere endulzar nuestras amarguras y aliviar nuestros dolores, quiere consolar y suavizar nuestros sufrimientos,  si se lo permitimos.

María hace suyas nuestras aflicciones y se apropia nuestro dolor, si se lo entregamos, y una sola mirada de piedad y de amor de esta dulce Madre basta para tranquilizar el corazón más compungido y suavizar las más fuertes adversidades.

¡Oh Madre piadosa, "Consuelo de los afligidos", calma nuestras angustias!

Auxilio de los cristianos

El corazón de la Virgen María es tan grande que abarca y contiene a toda la humanidad. 

Dios la creó para que fuera su Madre y madre de todos, la dotó de esta universalidad de afectos para que los afligidos, los enfermos, los pecadores, que recurren a Ella, experimenten esta singular bondad suya.

La Obra santificadora de Cristo se centra en la Iglesia, y aunque ella es la amada y santa esposa de Jesús "sin arruga o defecto" , según San Pablo, no la sustrajo a las vicisitudes humanas y quiso que tuviera la apariencia de debilidad. 

En realidad, posee la misma fuerza de Dios, que le prometió la asistencia perenne del Espíritu Santo y así se apoya segura y confiada en las palabras infalibles de su Fundador: "He aquí que estaré con vosotros hasta el fin de los siglos".

Imagen relacionadaSan Juan en el Apocalipsis la describe como la ciudad santa, la nueva Jerusalén y así, la nueva Jerusalén (la Iglesia), tiene en María Santísima a su poderosa defensora contra los enemigos de todos los tiempos, que son de dos clases: internos y externos.

Los enemigos internos son aquellos que atentan a la verdad que la Iglesia nos enseña, los que pretenden introducir en ella, el error o la división, o sea, los mismos cristianos que se oponen con obstinación, con terquedad a lo que propone la Iglesia Católica.

Los enemigos externos son los que no perteneciendo a la Iglesia Católica, la atacan, la odian y pretenden destruir la fe de sus miembros que son el Cuerpo Místico de Cristo.

Sobre el glorioso título de "Auxilio de los Cristianos" debemos sacar dos importantes enseñanzas para guiar nuestra vida cristiana:
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• Ante todo un filial amor a la santa Iglesia y a su Cabeza visible: el Romano Pontífice. En el amor de todos los católicos, que se centra en el Papa, en la asistencia perenne de Jesucristo y en la poderosa protección de María tenemos una fuerza superior que nos consuela y alienta.

• Otra enseñanza, más necesaria hoy que nunca, surge de la maternidad universal y auxiliadora de María y es el deber que tenemos de extender la caridad cristiana con la que nos debemos amar unos a otros, como Dios nos ama, como María nos ama, sin distinción alguna. 

¡Oh Madre Santísima que en tus entrañas maternales acoges a toda la humanidad y que a todos socorres en sus necesidades, alcánzanos de tu Divino Hijo, esta universal caridad así como la fidelidad a la Iglesia católica, fundada con la Sangre de Jesucristo, que es también tu sangre!.

¡"Auxilio de los cristianos", ruega por nosotros!

viernes, 5 de julio de 2019

LETANÍAS: ATRIBUTOS COMO VIRGEN (4)


En el cuarto artículo, contemplamos los seis atributos de María como Virgen:

Virgen Prudentísima

Con este título, la Iglesia tributa a María un gran elogio, pues la prudencia es la primera de las virtudes cardinales que consiste en discernir y distinguir lo que es bueno para seguirlo o malo para apartarse de ello

Prudencia es cautela, es moderación, discreción, sensatez, buen juicio ... además, es la virtud que dirige y regula todas nuestras acciones. La vida cristiana sin la prudencia pierde toda belleza, toda fecundidad de bien. La prudencia, es la virtud moral que se adquiere de ordinario con los años. 

María es tanto más digna de alabanza porque fue prudentísima desde su tierna edad; excepcional prudencia, más celestial que terrena, más infundida por Dios que adquirida con la formación, con la práctica o con la edad.

La prudencia de María se hace patente en el coloquio con el Arcángel Gabriel. Ante el anuncio de que concebirá al mismo Hijo de Dios, permanece constante en la resolución de su virginidad. Ella no es incrédula como Zacarías, sabe por el Profeta Isaías que el Divino Mesías prometido ha de nacer de una virgen, pero pregunta el cómo, requiere una explicación, ésta es prudencia sobrenatural y divina.

María fue discreta y cauta en su interrogatorio y por ello, sabemos que era poseedora perfecta de la prudencia y de todas las demás virtudes cardinales y como consecuencia, también de las virtudes morales.

Virgen digna de veneración

La veneración es el honor y reverencia que se le dan a una persona en testimonio de su excelencia, de su virtud sobrenatural, de su santidad, y consiste en una gran consideración hacia la persona dotada de estas cualidades, en un correspondiente afecto del corazón, estima y aprecio. Por tanto, la santidad es objeto de veneración. 

Muchos cristianos confunden la perfección cristiana o la santidad con los medios para obtenerla; otros creen que consiste en las penitencias exteriores; otros en largas oraciones; otros en despojarse de todo por amor al prójimo, etc. 
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Estas y semejantes prácticas son medios muy útiles para llegar a la santidad; serán, con la gracia Divina, principio y señal, fruto y efecto de la santidad, pero no son la santidad esencial. De hecho ha habido santos que no lo dieron todo a los pobres, que no practicaron penitencias extraordinarias, que no hicieron largas oraciones. 

La santidad es la perfección en el amor y la unión con Dios. Dios es santo por naturaleza; nosotros cuando estamos unidos a Él, somos santos por gracia. La unión con Dios es efecto de la caridad, cuando el cristiano observa y vive los mandamientos de la ley evangélica: "Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas" y "Ama al prójimo como a ti mismo" (Marcos 12,28-34) (Mateo 22,37-40), está viviendo la santidad.

La gracia de Dios es la que nos hace santos, es por eso que la plenitud de la gracia confiere la plenitud de la santidad. La gracia, semilla y fruto de la santidad, hace que Dios esté en nosotros y nosotros en Dios.

María merece el título de Venerable por la grandeza de su santidad y por su ardiente Caridad de Madre de Dios. 

María fue declarada y proclamada solemnemente de parte de Dios, por medio del Arcángel Gabriel: Llena de Gracia y poseedora del Señor.

Virgen digna de alabanza

Imitar las virtudes de la Virgen María y procurar que los demás también lo hagan y que se conozca y admire su singular santidad es una exigencia del amor: propagar, glorificar, hacer conocer a la persona amada. Este es el sentido de esta invocación Virgen digna de alabanza.

María vivió en la piadosa sombra de una oscuridad que conmueve, en profunda y perfecta humildad. Aparece en la primera parte del Evangelio y después solamente reaparece en el Calvario cuando participó en las penas de la Cruz.

Después de Jesucristo, el alma más santa y más excelsa fue sin duda la de María Santísima, por eso debe ser, la más exaltada y colmada de alabanzas.

Estas alabanzas y esta gloria tuvieron principio antes que Ella estuviera sobre la tierra participando del privilegio del Hijo. Fue exaltada mucho antes de nacer.

La Iglesia en su Liturgia, ha coronado a María con las fiestas en su honor introducidas en el año eclesiástico, los oficios, los himnos, las Letanías, las procesiones, la solemne coronación de sus imágenes, etc.., que manifiestan el amor de la Iglesia hacia su Madre Celestial.

A Ella se deben los grandes Doctores de la Iglesia, la pluma de los Teólogos, la palabra enamorada de los oradores sagrados y la oración confiada de todos los que la aman.

Bienaventurada la boca que habla de María Santísima frecuentemente y con reverencia.

Bienaventurada la persona que escribe con santo entusiasmo las grandezas y la gloria de tan excelsa Madre. ¡Virgen digna de alabanza!

Virgen Poderosa

Podemos destacar dos clases de poder: propio y participado.

Sólo Dios es poderoso (poder propio) y es Él quien, por su voluntad,  comunica poder a otros (poder participado).


Cuando decimos que María Santísima es omnipotente, no la igualamos a Dios, ni decimos que Ella lo sea por sí misma, sino que este poder del que está revestida, le viene de Dios, le fue comunicado por gracia especial de Dios.

María es poderosa porque su poder se asocia al de su Hijo Jesucristo. Su divina Maternidad es el fundamento principal de su poder.

La omnipotencia participada de María brilla principalmente en el universo sobrenatural, en el cual, Ella ha sido constituida Madre espiritual de los redimidos, cooperadora de Cristo en la redención y en la salvación de las almas. Decimos principalmente, porque también en el orden físico, Ella ejerce un gran poder, como lo prueban las numerosas curaciones que concede a sus devotos. Basta recordar los milagros de Lourdes.

El poder de María Santísima tiene por fin cooperar a la obra de la Redención, a la cual están llamados todos los seres humanos sin distinción y, a alcanzar los bienes de los que tienen necesidad. La perseverancia final, don que corona, según San Agustín, todos los dones, y una santa y muchas veces, alegre muerte.

Virgen Clemente

Según Santo Tomás de Aquino, la clemencia es la virtud que templa el rigor de la justicia con la misericordia; que concede y obtiene el perdón o la disminución del castigo merecido. 

Comparte con la mansedumbre el cometido de poner un justo y racional freno a los ímpetus de la ira y si la mansedumbre frena el afecto interno, que es la raíz o el principio, la clemencia modera el afecto exterior.

Resultado de imagen de virgen clementeEsta hermosa y amable virtud, prosigue Santo Tomás, nace del amor. Quien ama a una persona no quiere que ésta sea castigada. Por eso cuando el perdón total o la disminución de la pena son compatibles con el verdadero bien, entonces la amorosa clemencia perdona o impetra el perdón.

La clemencia, resplandece en María Santísima más que en cualquier otra persona. Ella se ocupa y se preocupa de impetrar el perdón para los pecadores. Por eso la Iglesia la honra con el título de Virgen Clemente.

El fundamento de la clemencia de María es su tierno amor a la humanidadNuestra Madre Santísima nos ama porque ama a Dios. El amor de Dios y el amor del prójimo son dos amores inseparables y nadie nos ama como Ella.

No se puede medir el amor Infinito del Corazón de Jesús, aquel Corazón inflamado con las llamas del Amor Divino y que fue atravesado por la lanza. Ningún otro corazón está tan cerca del amor de Jesús, como el de su Madre. Ninguno alcanza tan encendida caridad. María nos ama en Cristo, ama en nosotros la Sangre del Hijo derramada en el Calvario y aplicada en los Sacramentos. Ella más que nadie conoce en Dios, el altísimo valor de un alma.

No hay otro amor más hermoso y más fuerte que el de María, porque brota de la purísima fuente del amor de Dios.

María es nuestra Madre porque es la Madre de Jesucristo y porque Ella nos engendró al pie de la Cruz sobre el Calvario, allí fuimos confiados a Ella como hijos en la persona de Juan. Los dolores que no tuvo en el divino parto natural, debió sufrirlos en el parto espiritual cuando fue constituida Madre de todos nosotros.

De la misma forma que Dios adornó a María con la santidad más eminente, así la dotó, en profundidad y en extensión, con el corazón más amante de todos los corazones; con el que nos ama a todos, justos y pecadores.

María escucha todas nuestras súplicas y nos reconcilia con Dios, y lo hace como una madre que tiene más cuidado de un hijo enfermo que de un hijo sano ... de la misma forma que el Buen pastor deja a las noventa y nueve ovejas para ocuparse de aquella que estaba perdida, de la misma forma que el Padre amoroso sale al encuentro de su hijo pródigo cuando éste regresa y celebra una fiesta.

Virgen Fiel

Este título puede entenderse en dos sentidos:
  • Fe (fidelis, fides). Alabamos a la Bienaventurada Virgen porque se distinguió en la fe y la ejerció a la perfección.
  • Fidelidad (fidelis, fidelitas). Damos gloria a la Virgen María porque fue completamente fiel a  los planes de Dios, a las promesas que le hizo a Dios y a los deberes que Jesús le asignó. 
Fe

María Santísima posee en grado heroico todas las virtudes, y en grado singular la Fe, la primera de todas ellas. Ella elevó a la máxima altura su propia santidad. Ella agradó a Dios más que ninguna criatura porque tuvo una fe viva .... fe formada por la más ardiente caridad:

Resultado de imagen de virgen fiel-Cuando el Arcángel le anuncia el altísimo misterio, Ella da el humilde y dócil asentimiento de su Fe y exclama "He aquí la esclava del Señor, hágase en mí..."

-Cuando el mismo Mensajero le anuncia la maternidad milagrosa de Isabel, Ella lo cree y va solícita para asistir a su anciana prima.

-Cuando en la pobreza de la gruta de Belén, nace el Hijo de Dios como el más pobre de los niños, Ella es la primera en adorarlo.

-Cuando el Rey de Reyes debe huir al destierro, escondido bajo el velo de la Madre y sustraerse a la ira de un rey terrenal, Ella adora el misterio de la aparente debilidad del Omnipotente.

-Cuando durante treinta años, los habitantes de Nazaret ven a Jesús como un joven humilde e hijo del carpintero, la fe de María ve y adora en Él al Divino Artífice del cielo, de la tierra y de los siglos.

-Cuando Ella ve a su Hijo perseguido, calumniado, condenado, llevado a la cruz, traicionado por un discípulo, negado por otro, abandonado de todos (menos San Juan), comparado con vulgares ladrones, crucificado, muerto, Ella se mantuvo en la sombra y no quiso mostrarse como Madre del triunfador (durante la vida pública de Jesús ... cuando hizo milagros). Su Fe la llevó al Calvario como Madre del Condenado, y a adorar en el Altar de la Cruz, al Pontífice Eterno, al triunfador de la muerte y del mal.

¡Qué fe la de María Santísima! Sencilla, firme, constante, viva... más espléndida y sólida por el dolor.

El Espíritu Santo hizo a María depositaria de esta fe, y Ella instruyó en esta virtud a los Apóstoles, durante el tiempo que transcurrió entre la Ascensión de Jesús y la de su propia, amorosa y gloriosa muerte.

Fidelidad

La fidelidad es la virtud afín a la justicia, que nos inclina a mantener y a cumplir las promesas hechas. 

María poseyó eminentemente también esta virtud; Ella fue constante y perfectamente fiel a Dios y a nosotros. Fue siempre toda de Dios, atenta a cumplir su voluntad.

Resultado de imagen de virgen fielFiel en el gozo y en el dolor, en el oprobio y en la gloria, en Nazaret y en Belén, en Judea y en Egipto, durante el triunfo del Hijo y en su muerte sobre la Cruz en el Calvario.

Imitemos esta admirable fidelidad en nuestros deberes, en la fidelidad a la voluntad Divina en nuestra sublime misión, a nuestra vocación a la santidad, a los designios que sobre nosotros tiene la paternal Bondad del Señor.

María Santísima, Virgen fiel a nosotros. Atendiendo a las palabras de su Hijo moribundo "Mujer, ahí tienes a tu hijo", Ella es Madre para todos, nos ama, nos favorece, nos obtiene el perdón de los pecados, la perseverancia en el bien y la vida eterna. Ella es la Madre de la santa esperanza.

martes, 2 de julio de 2019

LETANÍAS: INVOCACIONES A MARÍA (2)

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Este segundo artículo sobre las letanías del Rosario se integra en una serie de meditaciones cuyo objetivo es profundizar en el conocimiento de nuestra Bendita Madre, la Santísima Virgen María.

Hoy contemplaremos las 3 invocaciones a María: Su santidad, su nombre, su grandeza y privilegio
s.


Santa María


Sólo Dios es Santo (Salmo 22,3; Apocalipsis 15,4) y comunica sus grandes atributos por la economía de la gracia, en diferente medida, a sus criaturas racionales. Ante todo, el de la Santidad, por ser el más necesario y al que todos estamos llamados (Mateo 5, 48).

Cuando Dios pensó y quiso preparar una madr
e humana para su Hijo, la hizo Inmaculada en su Concepción ... la hizo Santa aún antes de que hubiera nacido, antes de que pudiera pensar, hablar, obrar ... la preservó del pecado original y de toda mancha 

Por esto, María difiere de todos los santos. ¡Toda Pura, toda Santa es María!

“Santa” es el resumen de la experiencia de aquella a quien todas las generacione
s llaman bienaventurada, de aquella en quien el Todopoderoso realizó grandes cosas (Lucas 1, 48). 

Imagen relacionada"Santa" es el reconocimiento de la obra admirable de Dios en esta pequeña mujer inmaculada, pero al mismo tiempo, también el reconocimiento de la obra admirable de María: su fe, esperanza y caridad

"María" es nombre de ayuda, aliento y consuelo cuando la invocamos con fe, con devoción y con amor.

"María" e
alimento dulce y suave que conforta, es medicina que alivia los dolores y las penas, "es miel en la boca, melodía en los oídos, alegría en el corazón".

"Santa
María" es curación de nuestras miserias, consuelo de nuestras aflicciones, dominio de las pasiones violentas, garantía de luz, de gracia, de perdón y de felicidad eterna.

Por eso, los cristianos honramos el santo nombre de María, reparamos las ofensas que se hacen a Ella y la invocamos por todas nuestras necesidades.


Ruega por nosotros


En las Letanías, le decimos a María: "Ruega por nosotros" y no "ten Piedad de nosotros" ,como lo hacemos al dirigirnos a la Trinidad, porque sólo Dios es fuente Infinita de toda gracia y misericordia.

María y los santos son ca
uces a través de los cuales Dios se complace en hacernos llegar su gracia y su misericordia. Y aunque las súplicas de los santos son eficaces para nosotros y poderosas ante Dios, son mucho más poderosas y eficaces las súplicas de nuestra Madre María Santísima.

Rogándole a Ella su intercesi
ón, estamos seguros de que, como es la más excelsa, la más santa de las criaturas y la más grata a Dios, es la que más  "influencia" tiene delante de Dios, aparte de ser la que más nos ama y la que más desea favorecernos.


Santa Madre de Dios


Después de haber invocado a María con su nombre, la invocamos con la más excelsa de sus dignidades, principio y fundamente de todas las demás, la sublime y singular dignidad de "Madre de Dios".

Siendo Nuestro Señor de naturaleza divina y humana, Dios y hombre al mismo tiempo, tomó toda su humanidad, toda su genética, de María. 

Si bien es cierto María no es divina, es Virgen Bendita, Limpia y Pura, libre de toda mancha, la Inmaculada llena de gracia. 

Resultado de imagen de santa madre de diosSólo así María pudo llevar en su seno durante nueve meses al hijo de Dios, por eso es la "Madre de Dios” o “Theotokos” (la que dio a luz a Dios), título que se atribuyó oficialmente a María en el siglo V, durante el concilio de Éfeso, del año 431.

L
a Divina Maternidad de María es Dogma y Artículo fundamental de nuestra fe. 

En la base de nuestra fe tenemos dos inefables misterios: el Misterio de la Santísima Trinidad y el Misterio de la Encarnación del Verbo.

La Encarnación supone la Trinidad. El Hijo que se ha encar
nado, supone el Padre del cual ha sido engendrado, y si se ha encarnado por obra del Espíritu Santo, confirma la existencia de esta tercera Persona de la Santísima Trinidad y no se puede imaginar la Encarnación sin una Madre que proporcione la naturaleza humana al Verbo. He aquí cómo la divina Maternidad de María entra en el fundamento y en el nexo esencial de las supremas verdades de nuestra religión.

Y así como los principales artículos de la fe revelada (la Redención, la Gracia, la Iglesia, los Sacramentos, la vida eterna, etc.) son consecuencias del Misterio de la Encarnación, así estas importantes verdades tienen una íntima e indiscutible relación con el Dogma de la Divina Maternidad de María.

Santa Madre
de Dios porque Ella es madre de la naturaleza humana de Cristo; pero esta naturaleza humana está en Cristo indisolublemente, personalmente, hipostáticamente, unida a la naturaleza divina en unidad de Persona, y ésta es divina. María es por lo tanto, Madre de esta Persona divina, Jesucristo, Dios y hombre verdadero


Santa Virgen de la vírgenes


Con
 "Santa Virgen de la vírgenes" afirmamos que la virginidad de María no es común ... es única ... perfecta ... sublime y que añadió a su Pureza Virginal, un sello de consagración y de perpetuidad.

Ma
ría ha sido antes del parto, en el parto y después del parto, siempre Virgen Purísima.

La virgini
dad de María manifiesta la iniciativa absoluta de Dios en la Encarnación. Jesús no tiene como Padre más que a Dios y para poder llevar en su seno al Hijo de Dios, María debía ser virgen. 
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La Virgen era verdaderamente casta, pura; pura en el corazón, casta en el cuerpo. Fue la primera muchacha hebrea en adoptar el voto de virginidad perpetua, ciertamente bajo la inspiración de Dios. 

Desde los primeros años del cristianismo, María fue llamada “La Virgen” porque de manera única y singular vivió totalmente para Dios en apertura constante a su plan salvífico. 

Desde María, la virginidad ya no fue maldición ni soledad para una mujer perteneciente al pueblo judío sino la señal divina (Isaías 7, 14) y la prueba efectiva de que Cristo es el Hijo de Dios, el Mesías, que ha venido para salvar a los hombres.

Los dos estados
, virginidad y maternidad, son en sí santos. La Virginidad es un estado muy generoso y noble. La Maternidad es un claro reflejo de la adorable fecundidad del Padre Eterno, del cual, como nos asegura el Apóstol San Pablo (Efesios 4, 14-15) deriva toda paternidad en el cielo y en la tierra, imita a la omnipotencia creadora y tiene el mérito de poblar el cielo.

María unió en
 sí estos dos títulos sublimes, ser Madre y Virgen fecunda. Por estas razones la Iglesia llama a María Virgen de las vírgenes.