¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.
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domingo, 31 de julio de 2022

MEDITANDO EN CHANCLAS (1): DADLES VOSOTROS DE COMER

"Dadles vosotros de comer"
 (Mt 14,13-21)

Jesús deja perplejos a sus discípulos (y a nosotros) cuando les pide que alimenten a cinco mil personas con tan sólo cinco panes y dos peces. Contrariados, los discípulos se debieron mirar unos a otros sin entender nada, quizás pensando que el Señor no era consciente de la situación o que se quitaba de en medio: "¿Por qué nos habrá dicho esto el Maestro, si él sabe perfectamente que nosotros no somos capaces de hacer lo que nos pide?...." ¿O quizás sí? 

"Dadles vosotros de comer"... es la gran misión que el Señor les (nos) encomienda: la primera palabra que les (nos) dice es "dadles", es decir, servidles, compartid con otros lo poco que tenéis (tenemos).

Cuántas veces, como los discípulos, le he dicho a Dios en alguna ocasión: pero ¿Cómo voy a hacer eso?, ¡es imposible! Y es que ahí esta el quiz de la cuestión. La pedagogía divina es perfecta: justa y compasiva. Jesús nos dice: "Sin mí no podéis hacer nada" (Jn 15,5). Sin Cristo, evangelizar es imposible. Sin Dios, no hay milagro posible.

En Mateo 28,19-20 nos repite (de otra forma) "Dadles vosotros de comer"... cuando nos encarga ir y hacer discípulos, enseñándoles a guardar todo lo que nos ha mandado. Pero además, nos asegura que estará con nosotros "todos los días, hasta el final de los tiempos". Si no estuviera, poco podríamos hacer...

Tampoco es casualidad que el Salmo 118 nos recuerde "Instrúyeme, Señor, en tus decretos". Los discípulos siguieron a Jesús durante casi tres años para instruirse en las palabras del Maestro, para entender e interiorizar su mensaje...con un objetivo: llevarlo hasta los confines de la tierra.

Para dar de comer a otros, para mostrar a Cristo a los demás, primero tengo que saber quién es y qué quiere; tengo que conocerlo; mantener una relación íntima y estrecha de amistad con Él; instruirme en sus mandamientos. Esa es la pedagogía de Dios. Sólo escuchándole para conocer su voluntad, sólo sabiendo qué quiere de mí...podré "dar de comer" a otros.
Es mi fe en Cristo (y no mis medios) la que me da acceso a los recursos ilimitados de Dios. Jesús quiere, en primer lugar, corregir mi tendencia (más bien, mi mala costumbre) a quitarme de en medio (o a quitar a otros de en medio) y que otros se hagan cargo de asumir y solucionar los problemas. 

Y en segundo lugar, quiere que sea coprotagonista con Él y no mero espectador de la escena: me pide que ponga mi voluntad, mi (in)capacidad, mi pobreza, a Su servicio; que de lo que tenga, aunque sea poco. Él hará el resto. 

Por eso, Dios como buen Padre que es, me desafía, me pone a prueba continuamente (como a los apóstoles) para que entienda que sus proyectos no se consiguen con medios humanos, ni gracias a mis fuerzas o capacidades, sino por la acción del Espíritu Santo. 

Dios quiere siempre que busque en Él, en sus mandamientos, en su Palabra, en su voluntad, los recursos que yo no posee. Sólo así, sucede el milagro, y yo podré ser testigo de ello.


JHR

lunes, 15 de febrero de 2021

SIGNOS DE DIOS

"¿Por qué esta generación reclama un signo?
En verdad os digo que no se le dará un signo a esta generación"
(Marcos 8,12)

Como cada día, la Palabra de Dios nos interpela y nos invita a discernir los signos de los tiempos.

Encerrados en nuestros deseos de bienestar, cegados por la razón y la ideología del mundo, absortos en las promesas del progreso tecnólogico, resguardados en las seguridades de la ciencia empírica... y sordos a la Gracia, le pedimos a Dios pruebas y demostraciones claras: ¡Haz un signo! ¡Haz un milagro! ¡Protégenos del virus! ¡Acaba con la pandemia!

Los hombres le pedimos (o le exigimos) a Dios la espectacularidad de grandes prodigios que atiendan nuestros deseos, la aparatosidad de pruebas que certifiquen de forma inequívoca su existencia y la verificación de seguridades fehacientes de su poder. Y todo, para ponerlo a prueba.

Sin embargo, somos incapaces de ver los milagros que, a diario, obra el Señor en silencio, sin alardes y sin aspavientos. Milagros realizados como signos de liberación del hombre de la "lepra" del pecado, no como solución a nuestros problemas cotidianos. Señales de curación de nuestra ceguera y de conversión de nuestro corazón, no como verificación de nuestra fe.
Dios, en medio de este mundo hostil creado por nosotros, nos regala su silencio para que comprendamos que sus milagros van siempre íntimamente unidos y precedidos de nuestra fe. 

Una fe que, aunque pequeña, es capaz de provocar la transformación de unos pocos panes en alimento para miles en el sacramento de la Eucaristía, de sanar enfermos y expulsar demonios en el sacramento de la Unción de enfermos o de perdonar los pecados en el sacramento de la Penitencia.

Y yo me pregunto: ¿Pongo a prueba mi fe? ¿veo sus milagros en los sacramentos? ¿Soy yo signo del amor de Dios? ¿Soy testigo de su Presencia?

viernes, 7 de diciembre de 2018

LOS MILAGROS DE JESÚS

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"Otras muchas cosas hizo Jesús. 
Si se escribieran una por una, 
me parece que en el mundo entero 
no cabrían los libros que podrían escribirse." 
 (Juan 21, 25)

Toda la creación es un canto de alabanza al Creador. Toda la creación habla de la gloria de Dios. Toda la creación habla del amor de Dios. 

Sin embargo, los milagros que Jesús realizó durante su vida pública nos muestran un lenguaje especial de Dios. Es la manera personal que tiene Dios de decirnos algo y de intervenir, a través de portentos y signos sobrenaturales, que trasciende de los límites que ha querido establecer en el orden natural.

Los milagros son la restauración del orden natural, creado originalmente por Dios sin enfermedad, hambre y muerte.  Jesús viene a redimir lo que está mal, a sanar al mundo y a reparar lo que está roto. 

Todos los milagros realizados por Jesús son para el bien y sus beneficiarios le reconocen como el Hijo de Dios: los ciegos "ven" al Hijo de Dios y creen, los paralíticos "se mueven" en pos de Cristo, los mudos "hablan" de la gloria de Dios, los sordos escuchan su Palabra, los poseídos "sin liberados" de la esclavitud del mal, los leprosos "quedan limpios" de sus pecados y los muertos "nacen a una nueva vida en Cristo". 

Por medio de los milagros, Jesús nos da a conocer su divinidad, nos regala nuestra salvación, nos anuncia la llegada del Reino de Dios a los hombres, la derrota definitiva de Satanás.

Sus milagros son, en sí mismos, un aumento de nuestra fe y esperanza, en la promesa de que el mundo original, tal y como lo pensó, volverá. Son signos evidentes de la felicidad y el amor que viene del cielo hacia los hombres, el reconocimiento de la bondad de Dios y la necesidad de un cambio de vida y la conversión de toda la humanidad. 

Significado de los milagros

Los milagros de Jesús sobre el orden natural trascienden del hecho prodigioso para señalar que el poder divino actúa sobre todo el universo.
Resultado de imagen de milagros de.jesusLos milagros de sanación física (curaciones) y espiritual (exorcismos) son manifestaciones de que el poder divino cura el alma del hombre de la esclavitud del pecado y vence el mal
Los milagros sobre la multiplicación de los panes nos llevan hacia su presencia en la Eucaristía.
Los milagros sobre la calma de la tempestad son una invitación a la confianza plena y al abandono total en Cristo, en los momentos de sufrimiento y dificultad.
Los milagros sobre las resurrecciones anuncian que Cristo es la misma resurrección, por el que nacemos a una nueva vida y por la que volvemos al Padre.

Hoy, Jesús sigue obrando milagros. Sólo con los ojos de la fe y con un corazón abierto a su gracia, podemos verlos hacerse presentes, en medio de nuestra vida cotidiana. 


Sin duda, el más grande de todos los milagros en la actualidad, es el de la conversión, que se produce cuando un hombre cerrado a la gracia divina, se encuentra con Cristo resucitado, abre su corazón, confía en Él y llega a transformar, no sólo su mentalidad y su vida sino la forma de ver y vivir el mundo con los ojos de Cristo.

Los milagros de Jesús

Resultado de imagen de clima en belen en diciembreEl milagro más grande de Jesús es, sin duda, su Encarnación y nacimiento de la Virgen María. 

El hecho de que la divinidad de Dios haya querido nacer en carne humana y hacerse humanidad es un gran milagro. Dios dejó su trono celestial para acercarse al sufrimiento humano.

Después de ese gran milagro, Jesús continuó haciendo portentos. Según el Evangelio de San Mateo 11, 20-24, Jesús realizó la mayor parte de sus milagros en Corazín, Betsaida y Cafarnaún. 

Todos los milagros de Jesús se encuentran recogidos en los Evangelios canónicos y que podemos clasificar en cuatro grupos: exorcismos, curaciones, control sobre la naturaleza y resurrecciones de muertos:
Exorcismos (7)
Jesús curó a varias personas poseídas por demonios. Éstos se postraron ante Él, obedeciéndole y reconociéndole como el Hijo de Dios:
El de la región de Gerasa (Marcos 5, 1-19). Un hombre poseído por muchos espíritus inmundos que se hacían llamar Legión, que fueron expulsados y entraron en una piara de cerdos, que luego murieron.
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El mudo (Marcos 9, 14-29). La gente estaba asombrada y los fariseos afirmaban que Jesús expulsaba demonios por el poder de Belzebú.

El endemoniado ciego y mudo. (Mateo 12, 22-24)

La hija de la cananea en Tiro y Sidón (Mateo 15, 21-28, Marcos 7, 24-30). Llevado a por petición y gracias a la fe de la madre de la víctima.

El niño epiléptico (Mateo 17,14-21, Marcos 9, 14-29, Lucas 9, 37-43. Los discípulos que acompañaban a Jesús no pudieron curar al niño porque tenían falta de fe.

El de la sinagoga en Cafarnaúm (Marcos 1,21-28, Lucas 4, 31-37. Fue sanado en los días de reposo.

María Magdalena (Lucas 8, 1-3). De ella salieron 7 demonios, aunque también sanó a Juana, mujer de Chuza, intendente de Herodes, y a Susana.

Curaciones (22)
Jesús sanó de males físicos a personas por su fe.

-Paralíticos (5)
El criado del centurión en Cafarnaúm (Mateo 8, 5-13, Lucas 7, 1-10). Curado a distancia por petición y gracias a la fe del centurión. No está claro si el relatado en el Evangelio de Juan es el mismo milagro, ya que el beneficiario es en este caso el hijo de un cortesano, aunque los detalles de la narración son idénticos.

El paralítico de Cafarnaúm (Mateo 9,1-8, Marcos 2, 1-12; Lucas 5, 17-26). Fue curado de su parálisis y también le fueron perdonados sus pecados. Los escribas acusaron a Jesús de blasfemo.

El hombre de la mano seca (Mateo 12,9-14, Marcos 3, 1-6, Lucas 6, 6-11): Tras este milagro, los fariseos se enfurecieron y murmuraban planeando la muerte de Jesús.

La mujer en la sinagoga que estaba encorvada y no podía enderezarse (Lucas 13,10-17). Jesús fue duramente criticado por este milagro al ocurrir en sábado y en una sinagoga.

El paralítico de Jerusalén (Juan 5, 1-18). Curado en sábado en un estanque llamado Betesda, tras treinta y ocho años paralítico.
-Ciegos (4)
Los dos ciegos de Cafarnaúm (Mtateo 9,27-31).
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Bartimeo, el de Jericó (Mateo 20,29-34, Marcos 10, 46-52, Lucas 18, 35-43, también narrado en el Corán). Suplicó misericordia y Jesús le dijo: "Tu fe te ha salvado".

El de Betsaida (Marcos 8,22-26). Jesús le sanó poniéndole saliva en los ojos e imponiéndole las manos.

El ciego de nacimiento (Juan 9,1-41): Jesús lo sanó restregando lodo hecho con su propia saliva en los ojos del ciego, a quien luego mandó lavarse en la piscina de Siloé ("enviado").
-Leprosos (2)
El leproso de Galilea (Mateo 8,1-4, Marcos 1, 40-45, Lucas 5, 12-16, también relatado en el Corán). Fue curado al ser tocado por la mano de Jesús.

Los diez leprosos (Lucas 17,11-19). Iban camino a Jerusalén y Jesús los curó con el poder de su palabra. Sólo uno volvió a darle gracias.
-Enfermos (6)
La suegra de Pedro (Mateo 8,14-15, Marcos 1, 29-31, Lucas 4, 38-39. Fue sanada de la fiebre en su casa en Cafarnaúm, al ser tomada por la mano de Jesús.
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La mujer con flujo de sangre (Mateo 9,20-22, Marcos 5, 25-34, Lucas 8, 41-48). Fue sanada al tocar el manto de Jesús.

El sordomudo en la Decápolis (Marcos 7,31-37). Jesús le sanó metiéndole los dedos en los oídos, escupiendo, tocándole la lengua y diciendo: "Effetá", que significa "ábrete".

El hidrópico (Lucas 14, -6). Fue curado de su acumulación de agua un sábado en la casa de uno de los principales fariseos.

La oreja de Malco (Lucas 22,50-51). Herido por un discípulo de Jesús en Getsemaní, a quien Jesús reprendió por ello.

El hijo del oficial del rey (Juan 4,46-54). Jesús y el oficial se encontraban en Caná, y el niño que moría se encontraba en Cafarnaún.
-Genéricas (5)
Además de las anteriores, los evangelios hacen referencia a ocasiones en que Jesús curó de modo genérico diversas enfermedades:

Recorriendo Galilea (Mateo 4,23-25, Lucas 16, 17-19), Al ponerse el sol (Mateo 8,16-17, Marcos 1, 32-34, Lucas 4, 40-41), Junto al mar de Galilea (Mateo 15,29-31), En el Templo (Mateo 21, 14-15), En el mar con sus discípulos (Marcos 3, 7-12).
Control sobre el orden natural (10)
Jesús realizó prodigios en los que puso de manifiesto su autoridad sobre las fuerzas de la naturaleza:
Resultado de imagen de cristo caminando sobre las aguasLa tempestad calmada en el Mar de Galilea (Mateo 8,23-27, Marcos 4, 35-41, Lucas 8, 22-25). Jesús les dice a sus discípulos hombres de poca fe, ya que estos se atemorizan y piensan que perecerán.


Caminando sobre el agua en Cafarnaún (Mateo 14,22-27, Marcos 6, 45-52, Juan 6-16-21). Los discípulos creyeron ver un fantasma y se asustaron.


La pesca milagrosa en el Lago Genesaret (Lucas 5,1-11). Tras este milagro, Simón Pedro, Tomás y Juan se convirtieron en discípulos de Jesús.



La moneda en la boca del pez (Mateo 17,24-27). Jesús mandó a Pedro a traer dinero de la boca del pez para pagar impuestos.

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Las Bodas de Caná (Juan 2,1-12). Jesús convierte el agua en vino. Fue el primer signo realizado por Jesús al inicio de su ministerio público, y pedido por la Virgen María.

    La primera multiplicación de los panes y los peces en el desierto de Galilea, cerca del lago de Tiberiades (Mateo 14,13-21, Marcos 6, 30-44, Lucas 9, 10-17, Juan 6, 1-14). Este es el único milagro que se encuentra en los cuatro evangelios canónicos. 

    La segunda multiplicación de los panes y los peces en el desierto (Marcos 8,1-10). 

    La higuera (Mateo 21,18-22). Secó la higuera ordenándola que nunca más tuviera fruto. Este milagro muestra la importancia y el poder de la fe. Jesús afirma que con fe se pueden mover montañas.

    La Transfiguración de Jesús (Mateo 17,1-13, Marcos 9, 2-13, Lucas 9, 28-36).

    La Transubstanciación del pan y el vino en el cuerpo y la sangre de Cristo (Mateo 26,26-29, Marcos, 14,22-25, Lucas 22,19-20, 1 Corintios 11,23-26, 1 Pedro 1,16-18).

    Resurrecciones (4)

    Los tres primeros milagros denominados "resurrecciones" fueron en realidad "reanimaciones", es decir, un retorno a la vida anterior de esas personas. Sin embargo, la Resurrección de Jesús representa el triunfo definitivo sobre la muerte (Romanos 6,9).
    La hija de Jairo (Marcos 5,38-43, Lucas 8,49-56). Jesús afirmó que la niña de doce años no estaba muerta, sino sólo dormida.
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    Lázaro, el de Betania (Juan 11,38-44, también narrado en el Corán). Llevaba cuatro días muerto y estaba sepultado en una cueva. 

    El hijo de la viuda de la ciudad de Naín (Lucas 7,11.17). Jesús se compadeció de la viuda al verla llorar, tocó el féretro en el que llevaban al muchacho y le ordenó que se levantara.

    La Resurrección de Jesús (Mateo 28,1-10, Marcos 16, 1-8, Lucas 14, 1-12). Es el hecho más importante para un cristiano.