¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.
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martes, 8 de agosto de 2023

MEDITANDO EN CHANCLAS (9): ¡VELAD PORQUE LLEGA EL NOVIO!

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: 
"Se parecerá el reino de los cielos a diez doncellas 
que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. 
Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. 
Las necias, al tomar las lámparas, 
se dejaron el aceite con las lámparas. 
El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. 
A medianoche se oyó una voz:
 ¡Que llega el esposo, salid a recibidlo!.
Entonces se despertaron todas aquellas doncellas 
y se pusieron a preparar sus lámparas. 
Y las necias dijeron a las sensatas: 
"Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas". 
Pero las sensatas contestaron: 
"Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, 
mejor es que vayáis a la tienda y os compréis".
Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, 
y las que estaban preparadas entraron con él al banquete, 
y se cerró la puerta. 
Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: 
"Señor, señor, ábrenos". Pero él respondió: 
"Os lo aseguro: no os conozco". 
Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora"
(Mt 25,1-13)

Nos encontramos dentro del discurso escatológico de Mateo (c. 24-25) en el que nos muestra la importancia de la vigilancia y la responsabilidad mediante la parábola de las diez vírgenes (25,1-13) y la de los talentos (25, 14-30), y que termina con el relato del juicio final (25,31-46).

La parábola de las diez vírgenes se refiere a la segunda venida de Cristo o parusía y guarda relación con la parábola del traje de boda (Mt 22,2-15). Ambas nos advierten que todo banquete nupcial requiere de una preparación previa y de un "dress code" o código de vestimenta", para poder participar en él, es decir, para poder entrar en el reino de Dios. 
¿Qué simbolizan las diez vírgenes?
Las vírgenes necias son cristianos tibios, acomodados y mediocres, sin vida interior y desprovistos de luz sobrenatural. Católicos de cumplimientos externos mínimos y de fe a la medida de sus deseos. Creyentes que eluden el compromiso, que se aferran a las cosas materiales y a los afanes del mundo, y que creen que llamarse cristianos será suficiente para entrar en el cielo.

Las vírgenes prudentes, son cristianos comprometidos con el Reino de Dios, que están continuamente vigilantes y a la expectativa de la llegada del novio... orientados hacia su vocación de servicio y entrega a través de oración y de vida interior, que escuchan y meditan la Palabra de Dios y la cumplen,

¿Qué simbolizan la lámpara, el aceite y la luz?
Cada uno tenemos una lámpara, que es nuestra esperanza en Dios; un aceite, que es el la fe y la confianza en Dios que hará brillar nuestra lámpara con una luz particular, nuestras obras, el amor a Dios y al prójimo. Todo ello nos hace ser nosotros mismos, únicos, irrepetibles e intransferibles.

Algunas lámparas brillan con luz más potente, otras con luz más débil, otras quizás parpadeen…y algunas puede que estén apagadas. Podemos tener esperanza y fe, incluso buenas obras y acogida, pero sin amor, la fe no puede ni brillar ni iluminar.

Puede que no me guste mi lámpara o que piense que merezco otra mejor, con más capacidad de aceite, que ilumine más. Puede que no me guste mi luz porque sea muy tenue, o puede que haya comprado aceite suficiente.

Pero la lámpara que tengo es la que debo hacer brillar con el aceite que debo comprar. Por eso, no puedo usar la lámpara de otros ni pedirles su aceite.

¿Qué simbolizan las tiendas y las puertas cerradas? 
Todos estamos invitados al banquete, pero no todos entraremos en él. La simple condición de "vírgenes", es decir, el hecho de creer que somos "cristianos", no nos dará el derecho de entrada: "No todo el que me dice 'Señor, Señor' entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos" (Mt 7,21)

Las tiendas no podrán surtirnos de aceite porque en la oscuridad de la noche (fuera de la gracia de Dios, en la hora de nuestra muerte o de la llegada de Cristo) no podemos encontrarlo, es decir, no podemos cuidar y aumentar la fe por nuestros medios, a nuestra comodidad, a nuestra medida, en el sitio equivocado o en el momento que ya sea tarde. 

Las puertas del banquete estarán cerradas, no por habernos quedado dormidos (por haber sido pecadores porque todos lo somos, las vírgenes prudentes y necias) sino porque no nos habremos preparado con antelación y porque no llevamos puesto el "traje de boda" (Mt 22,1-14), es decir, por no haber amado y por no haber buscado nuestra santidad durante nuestra vida.
¿Qué me pide Jesús?
Es por eso que Cristo me pide: "Velad, porque no sabéis el día ni la hora (Mt 25,13). El mismo mensaje que les dio a sus discípulos en Getsemaní (Mt 26,41) y al anunciarles los últimos días y su venida (Lc 21, 36): "Velad, orad y estad despiertos". 

Jesús me advierte que esté alerta y vigilantes, con una vida interior de oración, sacramentos y estado de gracia constantes. 

Soy responsable de mi propia fe, de mi vida interior, de mis actos de caridad, que son mi DNI personal e intransferible. No la puedo pedir prestada porque se me negará el acceso por intentar usurpar la identidad de otra persona. Por eso:

¿Cuido mi vida interior de fe para formarme y transformarme?
¿Rezo constantemente para escuchar la voluntad de Dios?
¿Escucho atentamente la Palabra de Dios para convertir mi corazón?
¿Participo activa y asiduamente de los sacramentos para santificarme?
¿Anuncio con mi lámpara encendida que el Señor ya está presente entre nosotros? 
¿Brilla mi fe con el aceite del amor o está apagada por la tibieza?


JHR

martes, 9 de agosto de 2022

MEDITANDO EN CHANCLAS (9): VELAD, PORQUE NO SABÉIS EL DÍA NI LA HORA

 
"Velad, porque no sabéis el día ni la hora"
(Mateo 25,13)

Las lecturas de hoy nos hablan de boda, de ceremonia y de banquete nupcial en el marco ritual de la mentalidad y estructura patriarcal judía, en el que las familias de los novios acordaban la dote, celebraban la pedida de mano, firmaban un contrato escrito y, por último, fijaban la fecha de la boda.

Después de todos los preparativos, el novio iba a la casa de la novia a buscarla acompañado de sus amigos y ataviado con una corona, como un rey. Las amigas de la novia, también vírgenes, aguardaban junto a ella, la llegada del novio, para acompañarlos en cortejo hasta la casa del padre del novio, donde se celebraba el banquete, portando lámparas de aceite para iluminar la oscuridad de la noche.

Encender una lámpara apagada era, sin duda, una tarea compleja ya que no existían las cerillas ni el fósforo, por lo que habitualmente se mantenía siempre encendida una lámpara. Para ello, era necesario cuidar y vigilar que esa lámpara nunca se apagase y disponer de reservas de aceite.

Pero la Escritura va siempre más allá y nos habla a todos los creyentes de todos los tiempos y de todas las épocas: 

La profecía de Oseas 2, 16-22 nos relata la reconstrucción de la relación de Dios (el Esposo Fiel) con su pueblo infiel que se prostituye con la idolatría, a través de una alianza de amor que implica una purificación de la Novia (la Iglesia), conduciéndola al desierto (el lugar de la prueba y de la presencia de Dios), hablándola al corazón (a través de Su Palabra), seduciéndola y enamorándola de nuevo (a través de Cristo). 


El Salmo 44,11-17 nos canta las instrucciones que se le dan a la novia para que escuche (incline el oído=preste atención), deje el pueblo y la casa paterna (sus apegos) porque el rey está prendado de su belleza (misericordia) y una vez vestida de perlas y brocado (santidad), llevarla ante el novio (Cristo) con un séquito de vírgenes (virtudes).

El evangelio de Mateo 25, 1-13 nos muestra una imagen escatológica: la importancia de la preparación y vigilancia ante la llegada del Novio con la conocida parábola de las diez vírgenes. 

¿Qué significan las diez vírgenes?

Las diez vírgenes simbolizan dos actitudes del creyente ante el encuentro (temporal o definitivo) con el Señor: en la Eucaristía, en las circunstancias cotidianas, en el día de nuestra muerte. Una, superficial, distraída y sin fe; y otra, vigilante, expectante y atenta.

Las lámparas simbolizan nuestro corazón, nuestra alma, nuestro compromiso con Dios pero que necesitan aceite para iluminar. El aceite simboliza la fe, la esperanza y la caridad. Las tiendas cerradas simbolizan la falta de gracia
Orígenes y San Jerónimo, entre otros padres de la Iglesia, señalan que las diez vírgenes simbolizan los cinco sentidos carnales (vicios) preocupados por los afanes del mundo y carentes de luz, y los cinco sentidos espirituales (virtudes) que caminan a la luz de Dios, anhelando entrar en el banquete nupcial: oído para escuchar al Verbo encarnado (1 Juan 1,1), vista y gusto para ver y gustar lo bueno que es el Señor (Salmo 33,9), olfato para oler el aroma del perfume de Su nombre (El Cantar de los Cantares 1,3) y tacto para tocar sus heridas y humillaciones por nuestras rebeliones y crímenes (Isaías 53,4-5).

Como siempre, los cristianos tenemos que elegir entre dos opciones: vivir en función de la carne o en función del espíritu, en función de lo material o de lo espiritual, en función del mundo o de Dios, en función del egoísmo o del altruismo.

La vírgenes necias simbolizan los cristianos tibios y mediocres, dormidos y desprovistos de luz sobrenatural, aferrados a las cosas materiales y a los afanes del mundo, católicos de cumplimientos mínimos y de fe a la medida de sus deseos. Creyentes que eluden el compromiso y el esfuerzo, creyendo que serán suficientes para entrar en el cielo.

Las vírgenes prudentes simbolizan los cristianos comprometidos y fieles, vigilantes ante la expectativa de la llegada del novio... orientados hacia su vocación de servicio y entrega, e iluminados por la Palabra de Dios y cumplidores su voluntad.
¿Qué recrimina Jesús?

Cuando llega el Novio, no recrimina que todas las vírgenes se duerman, sino la falta de previsión de las cinco necias. Y es que todos, hasta los santos, pasamos por períodos de aridez donde los sentidos se apagan y aparece la "noche oscura" y nos dormimos.

¿Por qué las vírgenes prudentes no compartieron su aceite con las necias?

No se trata de una falta de caridad ni fraternidad. No comparten su aceite sencillamente, porque no se pueden transferir los méritos de unos a otros. Cada persona debe adquirir los suyos y velar por ellos hasta el día en que venga el Señor y tengamos que rendir cuentas. Es una responsabilidad personal e intransferible.

Todas las vírgenes están invitadas al banquete pero no todas entrarán. Cuando llegue el Novio, la simple condición de "vírgenes", es decir, el hecho de decir que somos "cristianos" no nos dará el derecho a entrar en el banquete: "No todo el que me dice 'Señor, Señor' entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos" (Mateo 7,21)

Tampoco habrá tiempo para cambiar (salvo por la Gracia de Dios) ni modificar nuestros actos en un instante, ni hacer lo que deberíamos haber hecho. Será tarde. Las tiendas estarán cerradas y la puerta del banquete, también.

¿Qué nos pide Jesús?

Es por eso que Cristo nos pide: "Velad, porque no sabéis el día ni la hora" (Mateo 25,13). El mismo mensaje que les dio a sus discípulos en Getsemaní (Mateo 26,41) y al anunciarles los últimos días y su venida (Lucas 21, 36): "Velar, orar y estar despiertos".

Jesús nos previene para que estemos alerta y vigilantes con una vida interior de oración, sacramentos y estado de gracia. Vigilar significa tener los ojos bien abiertos y puestos en DiosVelar significa que los sentidos espirituales, las virtudes (las vírgenes prudentes) dominen a los carnales, los vicios (las vírgenes necias).

¡Cuántas veces cabeceo y me olvido de aprovisionarme de aceite!
¡Cuántas veces cierro los párpados y abandono las cosas de Dios!
¡Cuántas veces dejo de rezar, de asistir a misa o de confesarme!
¡Cuántas veces antepongo las cosas materiales y desatiendo las espirituales!
¡Cuántas veces pienso que el aceite del mundo (consuelo, bienestar, placer...) sirve para mi lámpara (corazón)!
¡Cuántas veces creo que puedo comprar aceite en las tiendas del mundo, "cerradas" a la gracia!
¡Cuántas veces busco donde no puedo encontrar!

¿Cómo tengo mi lampara? ¿Está limpia y reluciente? 
¿Tengo suficiente confianza, esperanza y amor? 
¿Qué me falta y qué me sobra para iluminar mi camino hacia el Señor?


JHR

lunes, 9 de agosto de 2021

MEDITANDO EN CHANCLAS (9): VELAD, PORQUE NO SABÉIS EL DÍA NI LA HORA

"Velad, porque no sabéis el día ni la hora"
(Mateo 25,13)

Las lecturas que  la Iglesia propone hoynos hablan de boda y de ceremonia nupcial en el marco de la mentalidad y estructura patriarcal judía, en el que las familias de los novios acordaban la dote, celebraban la pedida de mano, firmaban un contrato escrito y, por último, fijaban la fecha de la boda. 

Después de todos los preparativos, el novio iba a la casa de la novia a buscarla acompañado de sus amigos y ataviado con corona como un rey. Las amigas de la novia, también vírgenes, aguardaban junto a ella, la llegada del novio, para acompañarles en cortejo hasta la casa del padre del novio, portando lámparas de aceite para iluminar la oscuridad de la noche. 

Encender una lámpara apagada era, sin duda, una tarea compleja ya que no existían las cerillas ni el fósforo, por lo que habitualmente se mantenía siempre encendida una lámpara. Para ello, era necesario cuidar y vigilar que esa lámpara nunca se apagase con reservas de aceite.

La profecía de Oseas 2, 16-22 nos relata la purificación de la Novia (la Iglesia) por parte su Padre, conduciéndola al desierto (el lugar de la prueba y de la presencia de Dios), hablándola al corazón (a través de Su Palabra), seduciéndola y enamorándola de nuevo (a través de Cristo).

El Salmo 44,11-18 nos cuenta las instrucciones que se le dan a la novia para que escuche e incline el oído (preste atención), deje el pueblo y la casa paterna (sus apegos) porque el rey está prendado de su belleza (misericordia) y una vez vestida de perlas y brocado (santidad), llevarla ante el rey con séquito de vírgenes (virtudes).

El evangelio de Mateo 25, 1-13 nos muestra la importancia de la preparación y vigilancia ante la llegada del Novio (Jesucristo) con la conocida parábola de las diez vírgenes.

¿Qué significan las diez vírgenes?

Orígenes y San Jerónimo, entre otros padres de la Iglesia, señalan que las diez vírgenes simbolizan los cinco sentidos carnales preocupados por los afanes del mundo y carentes de luz: vista, oído, gusto, tacto y olfatoy los cinco sentidos espirituales que caminan a la luz de Dios, anhelando entrar en el banquete nupcial: oído para escuchar al Verbo encarnado (1 Juan 1,1), vista y gusto para ver y gustar lo bueno que es el Señor (Salmo 33,9), olfato para oler el aroma del perfume de Su nombre (El Cantar de los Cantares 1,3) y tacto para tocar sus heridas y humillaciones por nuestras rebeliones y crímenes (Isaías 53,4-5).
Como siempre, los cristianos tenemos que elegir una opción entre vivir en función de la carne o en función del espíritu, entre desarrollar nuestros sentidos carnales o los espirituales.

La vírgenes necias, los que actúan de acuerdo a los sentidos carnales, los utilizan para el mal, para satisfacer sus pasiones y complacer su orgullo, egoísmo y vanidad. Son cristianos tibios y mediocres, dormidos y desprovistos de luz sobrenatural, aferrados a las cosas materiales y a los afanes del mundo, católicos de cumplimientos mínimos y de fe a la medida de sus deseos. Creyentes que eluden el compromiso y el esfuerzo creyendo que serán suficientes para entrar en el cielo.

Las vírgenes prudentes, los que actúan en función de los sentidos espirituales, los utilizan para estar continuamente vigilantes y a la expectativa de la llegada del novio... orientados hacia su vocación de servicio y entrega, e iluminados por la Palabra de Dios y cumpliendo su voluntad.

¿Qué recrimina Jesús?

Cuando llega el Novio, no recrimina que todas las vírgenes se duerman sino la falta de previsión de las cinco necias. Y es que todos, hasta los santos, pasamos por períodos de aridez donde los sentidos se apagan y aparece la "noche oscura":

¡Cuántas veces cabeceamos y nos olvidamos de aprovisionarnos de aceite!
¡Cuántas veces cerramos los párpados y abandonamos las cosas de Dios!
¡Cuántas veces dejamos de rezar o de asistir a misa, de confesarnos!
¡Cuántas veces anteponemos las cosas materiales y desatendemos las espirituales!
¡Cuántas veces pensamos que el aceite del mundo (consuelo, bienestar, placer...) nos sirve para nuestra lámpara!
¡Cuántas veces pensamos que podemos comprar aceite en las tiendas del mundo, "cerradas" a la gracia!
¡Cuántas veces buscamos donde no podemos encontrar!

¿Por qué las vírgenes prudentes no compartieron su aceite con las necias? 

No se trata de una falta de caridad ni fraternidad. Sencillamente, porque no se pueden transferir los méritos de unos a otros. Cada persona debe adquirir los suyos y velar por ellos hasta el día en que venga el Señor y tengamos que rendir cuentas. Es una responsabilidad personal e intrasferible.
Todas las vírgenes están invitadas al banquete pero no todas entrarán. Cuando llegue el Novio, la simple condición de "vírgenes", es decir, el hecho de decir que somos "cristianos" no nos dará el derecho a entrar en el banquete"No todo el que me dice 'Señor, Señor' entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos" (Mateo 7,21)

Tampoco habrá tiempo para cambiar (salvo por la Gracia de Dios) ni podremos modificar nuestros actos en un instante, ni hacer lo que deberíamos haber hecho. Será tarde. Las tiendas estarán cerradas y la puerta del banquete, también.

¿Qué nos pide Jesús?

Es por eso que Cristo nos pide: "Velad, porque no sabéis el día ni la hora (Mateo 25,13). El mismo mensaje que les dio a sus discípulos en Getsemaní (Mateo 26,41) y al anunciarles los últimos días y su venida (Lucas 21, 36): "Velar, orar y estar despiertos". 

Jesús nos previene para que estemos alerta y vigilantes con una vida interior de oración y estado de gracia constantes. 

Vigilar significa tener los ojos bien abiertos y puestos en Dios. Velar significa que los sentidos espirituales (las vírgenes prudentes) dominen a los carnales (las vírgenes necias).