¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.
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martes, 9 de agosto de 2022

MEDITANDO EN CHANCLAS (9): VELAD, PORQUE NO SABÉIS EL DÍA NI LA HORA

 
"Velad, porque no sabéis el día ni la hora"
(Mateo 25,13)

Las lecturas de hoy nos hablan de boda, de ceremonia y de banquete nupcial en el marco ritual de la mentalidad y estructura patriarcal judía, en el que las familias de los novios acordaban la dote, celebraban la pedida de mano, firmaban un contrato escrito y, por último, fijaban la fecha de la boda.

Después de todos los preparativos, el novio iba a la casa de la novia a buscarla acompañado de sus amigos y ataviado con una corona, como un rey. Las amigas de la novia, también vírgenes, aguardaban junto a ella, la llegada del novio, para acompañarlos en cortejo hasta la casa del padre del novio, donde se celebraba el banquete, portando lámparas de aceite para iluminar la oscuridad de la noche.

Encender una lámpara apagada era, sin duda, una tarea compleja ya que no existían las cerillas ni el fósforo, por lo que habitualmente se mantenía siempre encendida una lámpara. Para ello, era necesario cuidar y vigilar que esa lámpara nunca se apagase y disponer de reservas de aceite.

Pero la Escritura va siempre más allá y nos habla a todos los creyentes de todos los tiempos y de todas las épocas: 

La profecía de Oseas 2, 16-22 nos relata la reconstrucción de la relación de Dios (el Esposo Fiel) con su pueblo infiel que se prostituye con la idolatría, a través de una alianza de amor que implica una purificación de la Novia (la Iglesia), conduciéndola al desierto (el lugar de la prueba y de la presencia de Dios), hablándola al corazón (a través de Su Palabra), seduciéndola y enamorándola de nuevo (a través de Cristo). 


El Salmo 44,11-17 nos canta las instrucciones que se le dan a la novia para que escuche (incline el oído=preste atención), deje el pueblo y la casa paterna (sus apegos) porque el rey está prendado de su belleza (misericordia) y una vez vestida de perlas y brocado (santidad), llevarla ante el novio (Cristo) con un séquito de vírgenes (virtudes).

El evangelio de Mateo 25, 1-13 nos muestra una imagen escatológica: la importancia de la preparación y vigilancia ante la llegada del Novio con la conocida parábola de las diez vírgenes. 

¿Qué significan las diez vírgenes?

Las diez vírgenes simbolizan dos actitudes del creyente ante el encuentro (temporal o definitivo) con el Señor: en la Eucaristía, en las circunstancias cotidianas, en el día de nuestra muerte. Una, superficial, distraída y sin fe; y otra, vigilante, expectante y atenta.

Las lámparas simbolizan nuestro corazón, nuestra alma, nuestro compromiso con Dios pero que necesitan aceite para iluminar. El aceite simboliza la fe, la esperanza y la caridad. Las tiendas cerradas simbolizan la falta de gracia
Orígenes y San Jerónimo, entre otros padres de la Iglesia, señalan que las diez vírgenes simbolizan los cinco sentidos carnales (vicios) preocupados por los afanes del mundo y carentes de luz, y los cinco sentidos espirituales (virtudes) que caminan a la luz de Dios, anhelando entrar en el banquete nupcial: oído para escuchar al Verbo encarnado (1 Juan 1,1), vista y gusto para ver y gustar lo bueno que es el Señor (Salmo 33,9), olfato para oler el aroma del perfume de Su nombre (El Cantar de los Cantares 1,3) y tacto para tocar sus heridas y humillaciones por nuestras rebeliones y crímenes (Isaías 53,4-5).

Como siempre, los cristianos tenemos que elegir entre dos opciones: vivir en función de la carne o en función del espíritu, en función de lo material o de lo espiritual, en función del mundo o de Dios, en función del egoísmo o del altruismo.

La vírgenes necias simbolizan los cristianos tibios y mediocres, dormidos y desprovistos de luz sobrenatural, aferrados a las cosas materiales y a los afanes del mundo, católicos de cumplimientos mínimos y de fe a la medida de sus deseos. Creyentes que eluden el compromiso y el esfuerzo, creyendo que serán suficientes para entrar en el cielo.

Las vírgenes prudentes simbolizan los cristianos comprometidos y fieles, vigilantes ante la expectativa de la llegada del novio... orientados hacia su vocación de servicio y entrega, e iluminados por la Palabra de Dios y cumplidores su voluntad.
¿Qué recrimina Jesús?

Cuando llega el Novio, no recrimina que todas las vírgenes se duerman, sino la falta de previsión de las cinco necias. Y es que todos, hasta los santos, pasamos por períodos de aridez donde los sentidos se apagan y aparece la "noche oscura" y nos dormimos.

¿Por qué las vírgenes prudentes no compartieron su aceite con las necias?

No se trata de una falta de caridad ni fraternidad. No comparten su aceite sencillamente, porque no se pueden transferir los méritos de unos a otros. Cada persona debe adquirir los suyos y velar por ellos hasta el día en que venga el Señor y tengamos que rendir cuentas. Es una responsabilidad personal e intransferible.

Todas las vírgenes están invitadas al banquete pero no todas entrarán. Cuando llegue el Novio, la simple condición de "vírgenes", es decir, el hecho de decir que somos "cristianos" no nos dará el derecho a entrar en el banquete: "No todo el que me dice 'Señor, Señor' entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos" (Mateo 7,21)

Tampoco habrá tiempo para cambiar (salvo por la Gracia de Dios) ni modificar nuestros actos en un instante, ni hacer lo que deberíamos haber hecho. Será tarde. Las tiendas estarán cerradas y la puerta del banquete, también.

¿Qué nos pide Jesús?

Es por eso que Cristo nos pide: "Velad, porque no sabéis el día ni la hora" (Mateo 25,13). El mismo mensaje que les dio a sus discípulos en Getsemaní (Mateo 26,41) y al anunciarles los últimos días y su venida (Lucas 21, 36): "Velar, orar y estar despiertos".

Jesús nos previene para que estemos alerta y vigilantes con una vida interior de oración, sacramentos y estado de gracia. Vigilar significa tener los ojos bien abiertos y puestos en DiosVelar significa que los sentidos espirituales, las virtudes (las vírgenes prudentes) dominen a los carnales, los vicios (las vírgenes necias).

¡Cuántas veces cabeceo y me olvido de aprovisionarme de aceite!
¡Cuántas veces cierro los párpados y abandono las cosas de Dios!
¡Cuántas veces dejo de rezar, de asistir a misa o de confesarme!
¡Cuántas veces antepongo las cosas materiales y desatiendo las espirituales!
¡Cuántas veces pienso que el aceite del mundo (consuelo, bienestar, placer...) sirve para mi lámpara (corazón)!
¡Cuántas veces creo que puedo comprar aceite en las tiendas del mundo, "cerradas" a la gracia!
¡Cuántas veces busco donde no puedo encontrar!

¿Cómo tengo mi lampara? ¿Está limpia y reluciente? 
¿Tengo suficiente confianza, esperanza y amor? 
¿Qué me falta y qué me sobra para iluminar mi camino hacia el Señor?


JHR

viernes, 13 de agosto de 2021

MEDITANDO EN CHANCLAS (13): UNA UNIÓN INDISOLUBLE

"Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre" 
(Mateo 19,12)

Algunos creen que el divorcio es un invento del siglo XX...pero no es así. El pueblo de Israel tenía la opción del divorcio debido a su "dureza de su corazón", aunque "en el principio no era así": el matrimonio, es decir, la unión entre hombre y mujer es indisoluble en su constitución originaria divina.

El matrimonio judío era un acuerdo de conveniencia entre tribus, clanes o familias, en el que rara vez se conocían los novios. Y así, si el contrato no resultaba “rentable” o "satisfactorio", podía deshacerse mediante el "repudio" (rechazo) a la mujer, una voluntad unilateral del hombre sin necesidad de argumentos ante el Sanedrín (Deuteronomio 24,1). 

Hoy, muchos matrimonios son también uniones de conveniencia (social, económica, cómoda, etc.) y, aunque, las parejas sí se "conocen" antes de casarse, lo cierto es que cualquier excusa es válida para rescindir el contrato sin más explicaciones. El divorcio sigue siendo una opción para el hombre, quien separa lo que Dios ha unido.

La idea de Dios acerca del matrimonio tiene que ver con Su proyecto original para el hombre: una alianza sagrada e indisoluble de fidelidad para toda la vida. El matrimonio es un proyecto de amor de Dios para el hombre, que el pecado rompió, convirtiendo las relaciones en una cuestión de libertad individual, egoísta e interesada: elegimos una opción y si no funciona, la desechamos y la cambiamos por otra. 
Es la arrogancia, la terquedad, la dureza de nuestro corazón y la falta de docilidad a la gracia de Dios lo que nos convierte en seres infieles por decisión propia, que no por naturaleza, y buscamos "sustitutos". También, en nuestra relación con el Creador. Es la historia de una libertad mal entendida y mal ejecutada, por la que el hombre "decide" vivir sin Dios y pretende "ser Dios".

En el fondo, el orgullo hace morir el amor, amparándose en excusas como la rutina, la exigencia de la convivencia, la decepción en las expectativas o simplemente, porque "ya no funciona". Ocurre en las relaciones entre las personas, y en la relación entre los hombres y Dios.

Somos tercos para aceptar el desierto por el que, a veces, tenemos que transitar para purificarnos y alcanzar la tierra prometida, y murmuramos contra Dios. Somos vanidosos para aceptar abandonarnos a Su voluntad y perseverar en la prueba, y preferimos fabricarnos "becerros de oro". Somos negligentes para aceptar el plan de Dios y nos buscamos uno propio a la medida de nuestros deseos o comodidades.

Dicen que "la rutina es el sepulcro del amor". Sin embargo, Dios todo lo hace nuevo, y somos nosotros los que convertimos todo en inercia. Dios nos une y nosotros nos separamos. Dios se hace presente en medio de nuestra vocación matrimonial y nosotros le eliminamos de la ecuación.
Los mandamientos de Dios son muy claros y no admiten "peros": No mataras...No cometerás actos impuros (adulterio). Jesús también es firme: "Yo os digo que si uno repudia a su mujer —no hablo de unión ilegítima— y se casa con otra, comete adulterio" (Mateo 19,9). Por tanto, no hay excusa válida a los ojos de Dios para solicitar una separación, un divorcio o incluso, una nulidad (aunque la Iglesia tiene el poder de otorgarla según Mateo 18,8), como tampoco la hay para acabar con una vida, sea por el motivo que sea. Es palabra de Dios.

La cuestión es tener o no tener a Dios en nuestras vidas. Sólo su gracia nos basta para superar toda dificultad y toda prueba. El amor que une al hombre y a la mujer viene de Dios. Sin Él, nuestra vida está condenada al fracaso...y nuestro matrimonio también.

Para Dios no hay nada imposible. Y, personalmente, doy fe de ello: mi matrimonio no es un camino de rosas...igual que mi seguimiento a Cristo tampoco lo es, pero sólo el Señor es el vínculo perfecto para mantener la unión, la paz y la felicidad en una relación. Sin Cristo en mi vida, mi matrimonio habría fracasado y mi vida también.
La cuestión es...¿confío en Dios y dejo que guíe mi vida, gobierne mi matrimonio y fortalezca mi fe? o ¿le tiento, le pongo a prueba y quiero decidir por mí mismo lo que está bien o mal? 

¿Cojo el fruto del árbol de la Vida? o ¿el del árbol del conocimiento del bien y del mal? 

¿Repudio a mi mujer? ¿Repudio a Dios?

lunes, 9 de agosto de 2021

MEDITANDO EN CHANCLAS (9): VELAD, PORQUE NO SABÉIS EL DÍA NI LA HORA

"Velad, porque no sabéis el día ni la hora"
(Mateo 25,13)

Las lecturas que  la Iglesia propone hoynos hablan de boda y de ceremonia nupcial en el marco de la mentalidad y estructura patriarcal judía, en el que las familias de los novios acordaban la dote, celebraban la pedida de mano, firmaban un contrato escrito y, por último, fijaban la fecha de la boda. 

Después de todos los preparativos, el novio iba a la casa de la novia a buscarla acompañado de sus amigos y ataviado con corona como un rey. Las amigas de la novia, también vírgenes, aguardaban junto a ella, la llegada del novio, para acompañarles en cortejo hasta la casa del padre del novio, portando lámparas de aceite para iluminar la oscuridad de la noche. 

Encender una lámpara apagada era, sin duda, una tarea compleja ya que no existían las cerillas ni el fósforo, por lo que habitualmente se mantenía siempre encendida una lámpara. Para ello, era necesario cuidar y vigilar que esa lámpara nunca se apagase con reservas de aceite.

La profecía de Oseas 2, 16-22 nos relata la purificación de la Novia (la Iglesia) por parte su Padre, conduciéndola al desierto (el lugar de la prueba y de la presencia de Dios), hablándola al corazón (a través de Su Palabra), seduciéndola y enamorándola de nuevo (a través de Cristo).

El Salmo 44,11-18 nos cuenta las instrucciones que se le dan a la novia para que escuche e incline el oído (preste atención), deje el pueblo y la casa paterna (sus apegos) porque el rey está prendado de su belleza (misericordia) y una vez vestida de perlas y brocado (santidad), llevarla ante el rey con séquito de vírgenes (virtudes).

El evangelio de Mateo 25, 1-13 nos muestra la importancia de la preparación y vigilancia ante la llegada del Novio (Jesucristo) con la conocida parábola de las diez vírgenes.

¿Qué significan las diez vírgenes?

Orígenes y San Jerónimo, entre otros padres de la Iglesia, señalan que las diez vírgenes simbolizan los cinco sentidos carnales preocupados por los afanes del mundo y carentes de luz: vista, oído, gusto, tacto y olfatoy los cinco sentidos espirituales que caminan a la luz de Dios, anhelando entrar en el banquete nupcial: oído para escuchar al Verbo encarnado (1 Juan 1,1), vista y gusto para ver y gustar lo bueno que es el Señor (Salmo 33,9), olfato para oler el aroma del perfume de Su nombre (El Cantar de los Cantares 1,3) y tacto para tocar sus heridas y humillaciones por nuestras rebeliones y crímenes (Isaías 53,4-5).
Como siempre, los cristianos tenemos que elegir una opción entre vivir en función de la carne o en función del espíritu, entre desarrollar nuestros sentidos carnales o los espirituales.

La vírgenes necias, los que actúan de acuerdo a los sentidos carnales, los utilizan para el mal, para satisfacer sus pasiones y complacer su orgullo, egoísmo y vanidad. Son cristianos tibios y mediocres, dormidos y desprovistos de luz sobrenatural, aferrados a las cosas materiales y a los afanes del mundo, católicos de cumplimientos mínimos y de fe a la medida de sus deseos. Creyentes que eluden el compromiso y el esfuerzo creyendo que serán suficientes para entrar en el cielo.

Las vírgenes prudentes, los que actúan en función de los sentidos espirituales, los utilizan para estar continuamente vigilantes y a la expectativa de la llegada del novio... orientados hacia su vocación de servicio y entrega, e iluminados por la Palabra de Dios y cumpliendo su voluntad.

¿Qué recrimina Jesús?

Cuando llega el Novio, no recrimina que todas las vírgenes se duerman sino la falta de previsión de las cinco necias. Y es que todos, hasta los santos, pasamos por períodos de aridez donde los sentidos se apagan y aparece la "noche oscura":

¡Cuántas veces cabeceamos y nos olvidamos de aprovisionarnos de aceite!
¡Cuántas veces cerramos los párpados y abandonamos las cosas de Dios!
¡Cuántas veces dejamos de rezar o de asistir a misa, de confesarnos!
¡Cuántas veces anteponemos las cosas materiales y desatendemos las espirituales!
¡Cuántas veces pensamos que el aceite del mundo (consuelo, bienestar, placer...) nos sirve para nuestra lámpara!
¡Cuántas veces pensamos que podemos comprar aceite en las tiendas del mundo, "cerradas" a la gracia!
¡Cuántas veces buscamos donde no podemos encontrar!

¿Por qué las vírgenes prudentes no compartieron su aceite con las necias? 

No se trata de una falta de caridad ni fraternidad. Sencillamente, porque no se pueden transferir los méritos de unos a otros. Cada persona debe adquirir los suyos y velar por ellos hasta el día en que venga el Señor y tengamos que rendir cuentas. Es una responsabilidad personal e intrasferible.
Todas las vírgenes están invitadas al banquete pero no todas entrarán. Cuando llegue el Novio, la simple condición de "vírgenes", es decir, el hecho de decir que somos "cristianos" no nos dará el derecho a entrar en el banquete"No todo el que me dice 'Señor, Señor' entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos" (Mateo 7,21)

Tampoco habrá tiempo para cambiar (salvo por la Gracia de Dios) ni podremos modificar nuestros actos en un instante, ni hacer lo que deberíamos haber hecho. Será tarde. Las tiendas estarán cerradas y la puerta del banquete, también.

¿Qué nos pide Jesús?

Es por eso que Cristo nos pide: "Velad, porque no sabéis el día ni la hora (Mateo 25,13). El mismo mensaje que les dio a sus discípulos en Getsemaní (Mateo 26,41) y al anunciarles los últimos días y su venida (Lucas 21, 36): "Velar, orar y estar despiertos". 

Jesús nos previene para que estemos alerta y vigilantes con una vida interior de oración y estado de gracia constantes. 

Vigilar significa tener los ojos bien abiertos y puestos en Dios. Velar significa que los sentidos espirituales (las vírgenes prudentes) dominen a los carnales (las vírgenes necias).

jueves, 28 de mayo de 2020

LAS 7 ALIANZAS DE DIOS CON EL HOMBRE

“Nunca jamás romperé mi alianza con vosotros"
(Jueces 2,1)

La Alianza es la idea teológica central en todo el Antiguo Testamento que expresa la relación especial de amor que Dios tiene con su pueblo, la humanidad. 

La Alianza de Dios es una continua llamada al hombre para comprometerlo a compartir las responsabilidades con su obra creadora. Es un contrato que Dios ofrece gratuitamente al hombre pero que también le obliga, convirtiéndole en su "socio" sin tener ninguna necesidad de hacerlo, salvo su amor por él.

Por lo general, una alianza es una obligación que concierne a dos partes. Sin embargo, Dios la realiza de forma unilateral e irrevocable, salvaguardando así la libertad del hombre, para que decida por amor a Dios. 

No existe un pacto igual en ninguna otra religión del mundo. Sólo el Dios verdadero hace con el hombre una alianza verdadera, demostrando desde el inicio que es un Dios cercano y comprometido con su pueblo, y una alianza dinámica y nueva, necesitada de una continua renovación a causa de la infidelidad del hombre. Dios quiere "necesitar" que el hombre le de una continua respuesta a su continua llamada. 

Por eso, en la Sagrada Escritura encontramos siete (que significa plenitud) sucesivas y nuevas alianzas que Dios hace con los hombres (patriarcas, reyes, profetas y apóstoles), para las que elige un mediador distinto, con un rol determinado y un mismo destinatario.

En realidad, las siete alianzas son la misma con un único propósito, Su plan de salvación, y un único destinatario, la humanidad. 

Adán
Adán es el destinatario y mediador como esposo. Es el hombre pensado y creado por Dios. Adán representa a la totalidad de la raza humana y por tanto, la alianza que hace Dios con él, es también con toda la humanidad (Génesis 1,26-30)

La Creación, en sí misma, es un esbozo de la Alianza de Dios con el hombre, a quien Dios da un mandamiento y le asocia a su obra creadora (Génesis 1 y 2).

De esta alianza única y universal surgen todas las demás, o mejor dicho, se revelan sucesivamente las particulares en una misma universal, hasta llegar a su plenitud en Cristo.  

Noé
El destinatario es la familia de Noé. Dios establece una alianza con su mediador Noé, como padre de familia y representante de los patriarcas (Génesis 6,18; 8,20-9,17), en la que Dios confirma que Su proyecto original de la creación nunca más será interrumpido en el orden natural.  (Génesis 8,21-22; 9,11-15). Dios hace extensiva su alianza a toda la humanidad.

Es la Alianza extendida a toda la humanidad y a la creación entera (tierra, animales). Dios impone unas leyes y se compromete a su vez: "No volveré a maldecir el suelo a causa del hombre, porque la tendencia del corazón humano es mala desde la juventud. No volveré a destruir a los vivientes como acabo de hacerlo...Yo establezco mi alianza con vosotros y con vuestros descendientes, y con todo lo que vive con vosotros, para todas las generaciones: pondré mi arco en el cielo, como señal de mi alianza con la tierra. Esta es la señal de la alianza que establezco con toda criatura que existe en la tierra" (Génesis 8,21; 9,9-17). 
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La alianza unilateral que hace Dios con el hombre queda sellada con el símbolo del arco iris: Dios deja su arco, es decir, el arma de donde salieron las flechas (la lluvia) para convertirlo en un puente de salvación, en el que nadie se quedará nunca fuera del cuidado de la gracia y la misericordia de Dios

Abraham
El destinatario es la descendencia de Abraham. Dios establece alianza con Abraham, como jefe de tribu y representante máximo de los patriarcas

La Alianza con Abraham, al igual que la Alianza con David, pertenece a las "Alianzas de promesa", derivadas de la obediencia y fidelidad a  Dios y sus mandatos. 

Es una Alianza para siempre, aunque su descendencia peca, Dios no romperá su promesa:"Y yo me acordaré de mi alianza con Jacob y de mi alianza con Isaac; y de mi alianza con Abrahán; y me acordaré de la tierra" (Levítico 26, 42).
Su alianza es el fundamento y origen de la relación especial entre Dios y el pueblo de Israel (Génesis 12,1-9; 15 y 17) y que trasciende a todas las generaciones.

Moisés
El destinatario es el pueblo de Israel. Es una alianza con Moisés en el Monte Sinaí, como juez y libertador, y última representación de los patriarcas (Éxodo 3), pero que pone las bases sobre la que se asienta la alianza con todos nosotros.

La Misericordia de Dios aparece siempre en Su Palabra:"He visto la opresión de mi pueblo en Egipto y he oído sus quejas contra los opresores; conozco sus sufrimientos. He bajado a librarlo de los egipcios, a sacarlo de esta tierra, para llevarlo a una tierra fértil y espaciosa, tierra que mana leche y miel, la tierra de los cananeos, hititas, amorreos, perizitas, heveos y jebuseos" (Éxodo 3, 7-8)
4 DE SEPTIEMBRE SAN MOISÉS PROFETA Y CAUDILLO DEL ANTIGUO ...

El Pueblo de Israel romperá la Alianza con su Dios y por eso, Moisés romperá las Tablas de la Ley. Pero Dios le dará unas nuevas, símbolo de que Él mantiene siempre su Palabra.

David
El destinatario es el conjunto de las naciones del mundo. Dios hace una alianza con David y su descendencia, como rey y máximo representante de los reyes, prometiendo una dinastía eterna (2 Samuel 7,8-19; Salmo 89,20-38) que tendrá su plenitud en Jesucristo.

Es junto a la de Abraham, una Alianza de Promesa. Dios no romperá su promesa, aunque el hombre lo haga: "Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo. Si obra mal, yo lo castigaré con vara y con golpes de hombres. Pero no apartaré de él mi benevolencia" (2 Samuel 7,14-15).
Jesucristo
El destinatario de la nueva alianza, anunciada por los profetas, es toda la humanidad, y su mediador, Jesucristo, como sacerdote real.

Los profetas anunciarán una Alianza Nueva, porque la llamada de Dios no permite instalarse en la comodidad ni convertir ese pacto en una regla fija sino en una relación viva y continua.

Jeremías describe esta alianza como una relación personal con Dios, escrita en el corazón y no en tablas de piedra. "Haré con la casa de Israel y la casa de Judá una alianza nueva. No será una alianza como la que hice con sus padres, cuando los tomé de la mano para sacarlos de Egipto, pues quebrantaron mi alianza, aunque yo era su Señor. Esta será la alianza que haré con ellos después de aquellos días: Pondré mi ley en su interior y la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo" (Jeremías 31,31-34) que mantendrá  con Él.
Sin cruz no hay resurrección - Panorama Católico

Ezequiel, por su parte, proclama una alianza eterna de paz en la que Dios otorgará al pueblo un nuevo corazón y un nuevo espíritu (Ezequiel 36,26; 37,26). 

María 
El destinatario es la humanidad. Es la alianza culminada y eterna, anunciada por Cristo a sus apóstoles, como Iglesia y familia, personificada en la Virgen María como el Arca de la Alianza, la Nueva Jerusalén, el Reino de Dios. 

Para sellarla, el hombre necesita ayuda, necesita el Espíritu Santo, que Jesús promete enviar y envía. Y quien mejor que la llena de Gracia, la Virgen María (la Iglesia) para guiar al hombre en su relación con Dios por medio del Espíritu Santo. 
María: Arca de la Alianza | La Oración
En Jesús, a través de María, el nuevo pueblo de Dios, Dios culmina la realización de todas las promesas antiguas, por medio del Espíritu Santo.

San Pablo habla de esta nueva alianza espiritual entre Dios y el hombre, una alianza "escrita no con tinta, sino con el Espíritu de Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en las tablas de corazones de carne" (2 Corintios 3,3), caracterizada por el Espíritu, el corazón y la libertad, a diferencia de las antiguas alianzas, que se caracterizaban por la Ley, la piedra y la esclavitud.

Esta sucesión de alianzas (que en realidad es la misma) no significa que "haya fallado la palabra de Dios" (Romanos 9,6), sino que Dios lleva a su pueblo elegido a una nueva relación, en la que la Ley es reemplazada por la fe, que proviene de la justicia y misericordia divinas.

De lo particular emerge lo universal, es decir, que la alianza definitiva de Dios aspira a llegar a todos a través de la obra salvífica de Cristo y establecer Su Reino.

domingo, 17 de febrero de 2019

EL SIGNO DE CANÁ

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"Tres días después hubo una boda en Caná de Galilea, 
en la que estaba la madre de Jesús. 
Invitaron también a la boda a Jesús y a sus discípulos. 
Se terminó el vino, y la madre de Jesús le dijo: 'No tienen vino'. 
Jesús le contestó: '¿A ti y a mí qué, mujer? Mi hora todavía no ha llegado'. 
Su madre dijo a los sirvientes: 'Haced lo que él os diga'. 
Había allí seis tinajas de piedra de unos cien litros cada una 
para los ritos de purificación de los judíos. 
Jesús les dijo: 'Llenad de agua las tinajas'. Y las llenaron hasta arriba.
Añadió: 'Sacad ahora y llevárselo al maestresala'. Y se lo llevaron. 
Tan pronto como el maestresala probó el agua convertida en vino
 (sin saber de dónde era, aunque sí lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua), 
llamó al novio y le dijo: 'Todos sirven primero el vino mejor; 
y cuando se ha bebido en abundancia, el peor. 
Tú, en cambio, has guardado el vino mejor hasta ahora'. 
Así, en Caná de Galilea, Jesús comenzó sus milagros, 
manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él."
(Juan 2, 1-11)

Hoy, recordaba el Evangelio de San Juan donde, el apóstol narra el primer signo portentoso de Jesucristo, su primer milagro: la conversión del agua en vino. 

El comienzo de la vida pública de Jesús acontece en una fiesta de bodas, momento de mucha alegría y de mucha esperanza. En la Biblia, el matrimonio es la imagen que simboliza la realización de la perfecta unión entre Dios y su pueblo. 

Por tanto, las bodas Bodas de Caná contienen un gran significado simbólico: el amor esponsal de Dios. Simbolizan que Jesús es el verdadero esposo que llega portando un vino excelente y abundante. Estas bodas definitivas están descritas con bellas imágenes en Apocalipsis 19,7-8; 21,1; 22,5.

Para descubrir la dimensión más profunda sobre el misterio de la persona y/o del mensaje de Jesús en las Bodas de Caná, San Juan se centra especialmente en las actitudes/comportamientos de las personas, y sobre la falta/abundancia que aparecen en la escena. 

Nos narra los hechos de la vida de Jesús haciendo, al mismo tiempo, una fotografía (los hechos en sí, tal como aparecen delante de nuestros ojos) y una radiografía (la dimensión simbólica, invisible a nuestros ojos, que la fe nos revela):

Juan 2, 1-2: Fiesta de bodas. María presente, Jesús invitado.

FotografíaPara los judíos del Antiguo Testamento, una boda simbolizaba el amor de Dios a su pueblo y la esperanza de un futuro. La Madre de Jesús se encontraba en la fiesta. Jesús y sus discípulos eran invitados.
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Radiografía: Dios comienza y termina todo con una fiesta en la que María y Jesús, junto a todos los santos, están siempre presentes. La Madre de Jesús es parte de la fiesta. 

María simboliza el Viejo Testamento y con su actitud, ayudará al paso del Viejo al Nuevo Testamento.

Jesús y sus discípulos no son parte de la fiesta, no forman parte del Viejo Testamento. Junto a sus discípulos, Jesucristo es el Nuevo Testamento, que está llegando. 

Juan 2,3-5: Jesús y su Madre ante la falta del vino.

Fotografía: En el momento más álgido y alegre de la fiesta, se termina el vino. La Madre de Jesús reconoce sus límites (los del Antiguo Testamento) y toma la iniciativa para que se manifieste Jesús (el Nuevo Testamento). Se acerca a Jesús y constata un hecho: ¡No tienen vino!
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La Madre de Jesús, atenta siempre a las necesidades de sus hijos, se da cuenta de que la falta de vino arruinaría la fiesta. Por eso, se lo dice a su Hijo.

Radiografía: Es entonces cuando se nos revela la profunda relación entre el Antiguo Testamento (la Madre de Jesús) y el Nuevo Testamento (Jesús).

La frase ¡No tienen vino! proviene de la necesidad del Antiguo Testamento y propicia el nacimiento del Nuevo. Jesús contesta de un modo que parece "arisco", como si no fuera con ellos esa necesidad, como si no fuera de su incumbencia: "Mujer, ¿qué nos va a mí y a ti?". Sin embargo, se refiere a cuál es el nexo de unión entre el Antiguo y el Nuevo Testamento.

Jesús dice: "Todavía no ha llegado mi hora" y su Madre, lejos de entender la respuesta como una negativa, comprende que antes de ofrecer su sangre por los "invitados", hay tarea que hacer. Por eso les dice: "Haced lo que él os diga".

Jesús muestra que su hora, que da paso del Antiguo al Nuevo Testamento es su pasión, muerte y resurrección. El milagro de la conversión del agua en vino es un símbolo anticipado del Nuevo Testamento.

Juan 2,6: Las tinajas de la purificación estaban vacías.

Resultado de imagen de las bodas de canaFotografía: Se trata de un pequeño detalle, muy significativo. Las tinajas solían estar siempre llenas, sobre todo durante una fiesta. ¡Aquí están vacías! ¿Por qué? 

Radiografía: La observancia de la ley de la pureza, simbolizada en las seis tinajas, ha agotado todas sus posibilidades. 

La antigua ley ha conseguido ya preparar a la gente a poder estar en unión de gracia y de justificación delante de Dios. ¡Las tinajas, la antigua alianza, están vacías! Están agotadas. Ya no pueden generar una vida nueva.

Juan 2,7-8: Jesús y los sirvientes.

Fotografía:  La recomendación de la Madre de Jesús a los sirvientes es la última gran orden del Antiguo Testamento: “¡Haced lo que Él os diga!” 
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Radiografía: El Viejo Testamento mira a Jesús. De ahora en adelante, las palabras y los gestos de Jesús marcarán la voluntad de Dios. Jesús llama a los sirvientes y les ordena verter agua en las seis tinajas. ¡En total, más de seiscientos litros! 

Luego, ordena sacar y llevar las tinajas al maestresala. 

Esta iniciativa de Jesús sucede sin que los dueños de la fiesta intervengan. Ni Jesús, ni su Madre, ni los sirvientes eran los dueños obviamente. Ninguno de ellos fue a pedir permiso a los dueños.

Juan 2,9-10: Descubrimiento del signo por parte del dueño de la casa

Imagen relacionadaFotografía: El maestresala prueba el agua transformada en vino y dice al esposo: “Todos sirven al principio el vino bueno. Tú, sin embargo, has conservado hasta ahora el vino bueno!” 

Radiografía: El maestresala, el Antiguo Testamento, reconoce públicamente que el Nuevo es mejor. Donde antes había agua para los ritos de la purificación de los judíos, ahora hay vino abundante para la fiesta. ¡Mucho vino! ¡Más de seiscientos litros, y la fiesta estaba terminando! 

¿Cuál es el sentido de esta abundancia? ¿Qué pasa con el vino sobrante? ¡Lo estamos bebiendo hasta hoy!

Juan 2,11: Comentario del evangelista.

Fotografía: En el Cuarto Evangelio, el primer milagro se produce para ayudar en la reconstrucción de la familia de Dios, del pueblo, de la comunidad, para restablecer las relaciones entre las personas. A éste, le seguirán otros signos. 
Radiografía: Juan no usa la palabra milagro, sino la palabra signo. La palabra signo indica que las acciones de Jesús en favor de las personas tienen un valor profundo, que sólo se descubre con los ojos (rayos-x) de la fe. 

La pequeña comunidad que se ha formado en torno a Jesús aquella semana, viendo el signo, estaba ya preparada para percibir el significado más profundo: “Vieron su gloria y creyeron en Él”.