¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.
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martes, 8 de agosto de 2023

MEDITANDO EN CHANCLAS (9): ¡VELAD PORQUE LLEGA EL NOVIO!

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: 
"Se parecerá el reino de los cielos a diez doncellas 
que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. 
Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. 
Las necias, al tomar las lámparas, 
se dejaron el aceite con las lámparas. 
El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. 
A medianoche se oyó una voz:
 ¡Que llega el esposo, salid a recibidlo!.
Entonces se despertaron todas aquellas doncellas 
y se pusieron a preparar sus lámparas. 
Y las necias dijeron a las sensatas: 
"Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas". 
Pero las sensatas contestaron: 
"Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, 
mejor es que vayáis a la tienda y os compréis".
Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, 
y las que estaban preparadas entraron con él al banquete, 
y se cerró la puerta. 
Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: 
"Señor, señor, ábrenos". Pero él respondió: 
"Os lo aseguro: no os conozco". 
Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora"
(Mt 25,1-13)

Nos encontramos dentro del discurso escatológico de Mateo (c. 24-25) en el que nos muestra la importancia de la vigilancia y la responsabilidad mediante la parábola de las diez vírgenes (25,1-13) y la de los talentos (25, 14-30), y que termina con el relato del juicio final (25,31-46).

La parábola de las diez vírgenes se refiere a la segunda venida de Cristo o parusía y guarda relación con la parábola del traje de boda (Mt 22,2-15). Ambas nos advierten que todo banquete nupcial requiere de una preparación previa y de un "dress code" o código de vestimenta", para poder participar en él, es decir, para poder entrar en el reino de Dios. 
¿Qué simbolizan las diez vírgenes?
Las vírgenes necias son cristianos tibios, acomodados y mediocres, sin vida interior y desprovistos de luz sobrenatural. Católicos de cumplimientos externos mínimos y de fe a la medida de sus deseos. Creyentes que eluden el compromiso, que se aferran a las cosas materiales y a los afanes del mundo, y que creen que llamarse cristianos será suficiente para entrar en el cielo.

Las vírgenes prudentes, son cristianos comprometidos con el Reino de Dios, que están continuamente vigilantes y a la expectativa de la llegada del novio... orientados hacia su vocación de servicio y entrega a través de oración y de vida interior, que escuchan y meditan la Palabra de Dios y la cumplen,

¿Qué simbolizan la lámpara, el aceite y la luz?
Cada uno tenemos una lámpara, que es nuestra esperanza en Dios; un aceite, que es el la fe y la confianza en Dios que hará brillar nuestra lámpara con una luz particular, nuestras obras, el amor a Dios y al prójimo. Todo ello nos hace ser nosotros mismos, únicos, irrepetibles e intransferibles.

Algunas lámparas brillan con luz más potente, otras con luz más débil, otras quizás parpadeen…y algunas puede que estén apagadas. Podemos tener esperanza y fe, incluso buenas obras y acogida, pero sin amor, la fe no puede ni brillar ni iluminar.

Puede que no me guste mi lámpara o que piense que merezco otra mejor, con más capacidad de aceite, que ilumine más. Puede que no me guste mi luz porque sea muy tenue, o puede que haya comprado aceite suficiente.

Pero la lámpara que tengo es la que debo hacer brillar con el aceite que debo comprar. Por eso, no puedo usar la lámpara de otros ni pedirles su aceite.

¿Qué simbolizan las tiendas y las puertas cerradas? 
Todos estamos invitados al banquete, pero no todos entraremos en él. La simple condición de "vírgenes", es decir, el hecho de creer que somos "cristianos", no nos dará el derecho de entrada: "No todo el que me dice 'Señor, Señor' entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos" (Mt 7,21)

Las tiendas no podrán surtirnos de aceite porque en la oscuridad de la noche (fuera de la gracia de Dios, en la hora de nuestra muerte o de la llegada de Cristo) no podemos encontrarlo, es decir, no podemos cuidar y aumentar la fe por nuestros medios, a nuestra comodidad, a nuestra medida, en el sitio equivocado o en el momento que ya sea tarde. 

Las puertas del banquete estarán cerradas, no por habernos quedado dormidos (por haber sido pecadores porque todos lo somos, las vírgenes prudentes y necias) sino porque no nos habremos preparado con antelación y porque no llevamos puesto el "traje de boda" (Mt 22,1-14), es decir, por no haber amado y por no haber buscado nuestra santidad durante nuestra vida.
¿Qué me pide Jesús?
Es por eso que Cristo me pide: "Velad, porque no sabéis el día ni la hora (Mt 25,13). El mismo mensaje que les dio a sus discípulos en Getsemaní (Mt 26,41) y al anunciarles los últimos días y su venida (Lc 21, 36): "Velad, orad y estad despiertos". 

Jesús me advierte que esté alerta y vigilantes, con una vida interior de oración, sacramentos y estado de gracia constantes. 

Soy responsable de mi propia fe, de mi vida interior, de mis actos de caridad, que son mi DNI personal e intransferible. No la puedo pedir prestada porque se me negará el acceso por intentar usurpar la identidad de otra persona. Por eso:

¿Cuido mi vida interior de fe para formarme y transformarme?
¿Rezo constantemente para escuchar la voluntad de Dios?
¿Escucho atentamente la Palabra de Dios para convertir mi corazón?
¿Participo activa y asiduamente de los sacramentos para santificarme?
¿Anuncio con mi lámpara encendida que el Señor ya está presente entre nosotros? 
¿Brilla mi fe con el aceite del amor o está apagada por la tibieza?


JHR

sábado, 6 de agosto de 2022

MEDITANDO EN CHANCLAS (7): ESTAD PREPARADOS

"Tened ceñida vuestra cintura 
y encendidas las lámparas
(Lc 12,31)

Hoy Lucasel médico evangelista, nos invita a la vigilancia y la fidelidad a Dios. Y lo hace utilizando imágenes y enseñanzas del Sermón de la Montaña (Mt 5,1-7,29), parábolas (Mc 13,33-37;Mt 24,42-51;Lc 12,41-48), su gran conocimiento del TaNaK (Biblia hebrea), de la literatura sapiencial hebrea (Libro de la Sabiduría, Salmos) y de las cartas de Pablo. 

El Señor sigue hablándonos y preparándonos para nuestra cita con Él en la vida eterna, ofreciéndonos el "boarding passque contiene todo lo necesario para el viaje (nombre, fecha, lugar de origen y destino), así como el código de barras que se escaneará en la puerta antes de embarcar:

Vended vuestros bienes y dad limosna", me invita al seguimiento de Cristo a través del desapego hacia lo material y del servicio a los demás.

"Donde está vuestro tesoro, allí está vuestro corazón, me llama a reflexionar sobre dónde tengo puestas mis esperanzas e ilusiones, mis deseos y anhelos. 

"Tened la cintura ceñida" ("ceñid los lomos"), 
me exhorta a tener una disposición permanente a ponerme en caminoes decir, a estar preparado tanto para la venida de Cristo como para la de mi propia muerte. Evoca el uso de trajes talares en la antigüedad y que debían levantarse cuando tenían que trabajar, viajar o correr. 

"Tened la lámpara encendida"me invita a tener una preparación espiritual, es decir, a estar en presencia de Dios y en estado de gracia, cultivando una vida interior de oración y sacramentos. Evoca el éxodo del pueblo de Israel por el desierto hacia la tierra prometida: las lámparas ardían continuamente en la tienda del encuentro, el santuario donde se encontraba el arca de la alianza y las tablas de la Ley, es decir, el lugar de la presencia de Dios.

"Bienaventurados aquellos criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; en verdad os digo que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y, acercándose, les irá sirviendo", el mismo Jesús hecho siervo por nosotros, me llama a estar alegre y en vela para invitarme a su mesa, a las bodas del Cordero (Ap. 21). 

"Estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre"Me insiste en la incertidumbre de la hora y en la necesidad de estar siempre atento y preparado, que no preocupado y en permanente estado de ansiedad o de temor por la muerte o por la parusía ("No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino), sino más bien, a "tener todo en orden", a vivir en gracia de Dios, a estar desapegado de lo temporal y dispuesto a lo eterno.

Para concluir y ante la siempre impetuosa intervención de Pedro, Jesús le contesta (como a menudo, con indirectas y en este caso, a través de una parábola) y le habla de los que tienen mayor responsabilidad en su Iglesia (es decir, de él mismo y de los apóstoles, de los obispos y presbíteros, y por añadidura, de todos nosotros, los cristianos): 

"Al que mucho se le dio, mucho se le reclamará; al que mucho se le confió, más aún se le pedirá"Se refiere a la sabia justicia divina, que exige mucho a quien se le han dado talentos, gracias y dones, y que exige aún más a quien se le ha dado gran responsabilidad y autoridad. 

Para hacer el "check in", registrarme como viajero y "facturar mis maletas" con la suficiente antelación, debo contestar una serie de cuestiones:

¿Sigo a Cristo y sirvo a otros? 
¿Me preocupo más de mis necesidades materiales que de las espirituales?
¿Llevo una vida interior de gracia y oración, en presencia de Dios? 
¿Estoy preocupado por mi muerte o alegre por mi vida eterna?
¿Estoy preparado para todo? 

JHR

lunes, 9 de agosto de 2021

MEDITANDO EN CHANCLAS (9): VELAD, PORQUE NO SABÉIS EL DÍA NI LA HORA

"Velad, porque no sabéis el día ni la hora"
(Mateo 25,13)

Las lecturas que  la Iglesia propone hoynos hablan de boda y de ceremonia nupcial en el marco de la mentalidad y estructura patriarcal judía, en el que las familias de los novios acordaban la dote, celebraban la pedida de mano, firmaban un contrato escrito y, por último, fijaban la fecha de la boda. 

Después de todos los preparativos, el novio iba a la casa de la novia a buscarla acompañado de sus amigos y ataviado con corona como un rey. Las amigas de la novia, también vírgenes, aguardaban junto a ella, la llegada del novio, para acompañarles en cortejo hasta la casa del padre del novio, portando lámparas de aceite para iluminar la oscuridad de la noche. 

Encender una lámpara apagada era, sin duda, una tarea compleja ya que no existían las cerillas ni el fósforo, por lo que habitualmente se mantenía siempre encendida una lámpara. Para ello, era necesario cuidar y vigilar que esa lámpara nunca se apagase con reservas de aceite.

La profecía de Oseas 2, 16-22 nos relata la purificación de la Novia (la Iglesia) por parte su Padre, conduciéndola al desierto (el lugar de la prueba y de la presencia de Dios), hablándola al corazón (a través de Su Palabra), seduciéndola y enamorándola de nuevo (a través de Cristo).

El Salmo 44,11-18 nos cuenta las instrucciones que se le dan a la novia para que escuche e incline el oído (preste atención), deje el pueblo y la casa paterna (sus apegos) porque el rey está prendado de su belleza (misericordia) y una vez vestida de perlas y brocado (santidad), llevarla ante el rey con séquito de vírgenes (virtudes).

El evangelio de Mateo 25, 1-13 nos muestra la importancia de la preparación y vigilancia ante la llegada del Novio (Jesucristo) con la conocida parábola de las diez vírgenes.

¿Qué significan las diez vírgenes?

Orígenes y San Jerónimo, entre otros padres de la Iglesia, señalan que las diez vírgenes simbolizan los cinco sentidos carnales preocupados por los afanes del mundo y carentes de luz: vista, oído, gusto, tacto y olfatoy los cinco sentidos espirituales que caminan a la luz de Dios, anhelando entrar en el banquete nupcial: oído para escuchar al Verbo encarnado (1 Juan 1,1), vista y gusto para ver y gustar lo bueno que es el Señor (Salmo 33,9), olfato para oler el aroma del perfume de Su nombre (El Cantar de los Cantares 1,3) y tacto para tocar sus heridas y humillaciones por nuestras rebeliones y crímenes (Isaías 53,4-5).
Como siempre, los cristianos tenemos que elegir una opción entre vivir en función de la carne o en función del espíritu, entre desarrollar nuestros sentidos carnales o los espirituales.

La vírgenes necias, los que actúan de acuerdo a los sentidos carnales, los utilizan para el mal, para satisfacer sus pasiones y complacer su orgullo, egoísmo y vanidad. Son cristianos tibios y mediocres, dormidos y desprovistos de luz sobrenatural, aferrados a las cosas materiales y a los afanes del mundo, católicos de cumplimientos mínimos y de fe a la medida de sus deseos. Creyentes que eluden el compromiso y el esfuerzo creyendo que serán suficientes para entrar en el cielo.

Las vírgenes prudentes, los que actúan en función de los sentidos espirituales, los utilizan para estar continuamente vigilantes y a la expectativa de la llegada del novio... orientados hacia su vocación de servicio y entrega, e iluminados por la Palabra de Dios y cumpliendo su voluntad.

¿Qué recrimina Jesús?

Cuando llega el Novio, no recrimina que todas las vírgenes se duerman sino la falta de previsión de las cinco necias. Y es que todos, hasta los santos, pasamos por períodos de aridez donde los sentidos se apagan y aparece la "noche oscura":

¡Cuántas veces cabeceamos y nos olvidamos de aprovisionarnos de aceite!
¡Cuántas veces cerramos los párpados y abandonamos las cosas de Dios!
¡Cuántas veces dejamos de rezar o de asistir a misa, de confesarnos!
¡Cuántas veces anteponemos las cosas materiales y desatendemos las espirituales!
¡Cuántas veces pensamos que el aceite del mundo (consuelo, bienestar, placer...) nos sirve para nuestra lámpara!
¡Cuántas veces pensamos que podemos comprar aceite en las tiendas del mundo, "cerradas" a la gracia!
¡Cuántas veces buscamos donde no podemos encontrar!

¿Por qué las vírgenes prudentes no compartieron su aceite con las necias? 

No se trata de una falta de caridad ni fraternidad. Sencillamente, porque no se pueden transferir los méritos de unos a otros. Cada persona debe adquirir los suyos y velar por ellos hasta el día en que venga el Señor y tengamos que rendir cuentas. Es una responsabilidad personal e intrasferible.
Todas las vírgenes están invitadas al banquete pero no todas entrarán. Cuando llegue el Novio, la simple condición de "vírgenes", es decir, el hecho de decir que somos "cristianos" no nos dará el derecho a entrar en el banquete"No todo el que me dice 'Señor, Señor' entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos" (Mateo 7,21)

Tampoco habrá tiempo para cambiar (salvo por la Gracia de Dios) ni podremos modificar nuestros actos en un instante, ni hacer lo que deberíamos haber hecho. Será tarde. Las tiendas estarán cerradas y la puerta del banquete, también.

¿Qué nos pide Jesús?

Es por eso que Cristo nos pide: "Velad, porque no sabéis el día ni la hora (Mateo 25,13). El mismo mensaje que les dio a sus discípulos en Getsemaní (Mateo 26,41) y al anunciarles los últimos días y su venida (Lucas 21, 36): "Velar, orar y estar despiertos". 

Jesús nos previene para que estemos alerta y vigilantes con una vida interior de oración y estado de gracia constantes. 

Vigilar significa tener los ojos bien abiertos y puestos en Dios. Velar significa que los sentidos espirituales (las vírgenes prudentes) dominen a los carnales (las vírgenes necias).

martes, 3 de agosto de 2021

MEDITANDO EN CHANCLAS (3): NO TEMÁIS, SOY YO

"¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!"
(Mateo 14,27)

El evangelio de hoy me suscita numerosas referencias pascuales y me pone de relieve sutilmente al Resucitado. También, me sugiere la importancia de velar y de estar alerta ante la llegada del Señor o Parusía.

Jesús apremia a los discípulos para que se embarquen y para que vayan a la otra orillala barca simboliza la comunidad cristiana, es decir, la Iglesia, y la otra orilla, la tierra de los gentiles, la tierra de misión, el anuncio del Evangelio. 

El Señor los envía por delante al mundo mientras se despide de la gente y sube al monte, que simboliza el Calvario y también la Gloria de Cristo. Ya ha anochecido"caída la tarde" (Marcos 6,47), es decir, se ha hecho la oscuridad en el mundo. La noche implica la muerte del día, supone la ausencia de luz y simboliza la falta de guía, conocimiento y control humano. 

La oscuridad simboliza la muerte de Jesús, la ausencia de Cristo, las tinieblas de la muerte, mientras que la luz de la aurora representa la esperanza de la resurrección y la vida
El mar simboliza el ámbito satánico y el caos, el lugar donde se concentran el mal y las fuerzas diabólicas. De hecho, para los judíos el "mal caótico y satánico" (la invasión romana) surgió del mar (Mediterráneo). 

El viento contrario, las dificultades y las persecucionesy las olas encrespadas, las apostasías y las tentaciones

Jesús se acerca caminando sobre el mar (Mateo 14,26; Marcos 6,45-52; Juan 6,15-21), capacidad propia y exclusiva de Dios (Job 9,8) y que, unida al hecho de ser de noche simboliza su poder sobre las fuerzas del mal. 

El caminar sobre las aguas de Jesús evoca a Moisés cruzando el Mar Rojo, signo de liberación de la esclavitud egipcia y el nacimiento del pueblo de Israel, y simboliza la redención del pecado y la muerte, y el nacimiento de la Iglesia.
Se acerca en la cuarta vela, que simboliza la Vigilia Pascual y significa al amanecer, entre las 3 y las 6 de la mañana, según la división que hace Marcos 13,35: "Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer", expresando lo repentino e inmediato del acontecimiento

Los discípulos no le reconocen, e incluso se asustan, pensando que es un fantasma (una aparición), igual que dirán los dos de Emaús: "Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado, pues habiendo ido muy de mañana al sepulcro, y no habiendo encontrado su cuerpo, vinieron diciendo que incluso habían visto una aparición de ángeles, que dicen que está vivo" (Lucas 24,22-23).

Jesús se identifica, les anima (como a los dos de Emaús cuando les cuenta lo que de Él dicen las Escrituras) y les dice: "Soy yo, no tengáis miedo" pero siguen sin reconocerle o, en el mejor de los casos, dudan. 

Pedro le pide una muestra de que es Él, para que pueda ir hacia Él, igual que cuando saldrá corriendo hacia el sepulcro la mañana de la resurrección (Lucas 24, 12). Jesús le dice: "Ven" pero Pedro, como le ocurrirá al negarle en la noche del Jueves Santo, siente miedo, desconfía, pierde de vista al Señor y se hunde en sus miserias (antes de que cante el gallo y, por tanto, antes de la tercera vela).

El Señor, enseguida, extiende su mano y le dice: "¡Hombre de poca fe!", anticipando lo que les dice a los de Emaús: "¡Qué tontos y que necios sois!". Entonces, le pregunta "¿por qué has dudado?"...o también como le dirá más adelante: "Pedro ¿me quieres?"
En cuanto subieron a la barca, es decir, en cuanto entran con Jesús en la Iglesia, en la Eucaristía, encuentran paz. Y entonces, le reconocen: "Realmente eres Hijo de Dios"...o dicho de otro modo, "En verdad, ha resucitado".

Jesús nos apremia, nos dice que urge la evangelización y nos envía al mundo, que está sumido en las tinieblas de la noche porque vive sin Dios y en la traición de Judas porque los corazones de muchos están sumidos en una oscuridad interior de caos y maldad (Juan 13,30)

Nos exhorta a confiar en Él aunque seguirlo no es fácil en medio de las dificultades, las tentaciones y las persecuciones pero Cristo tiene poder sobre el "mar" y, como nos ha prometido, "está con nosotros todos los días, hasta el fin de los tiempos" (Mateo 28,20). 

El Señor nos invita a estar alerta y vigilantes, rezar y perseverar hasta el fin porque no sabemos en qué momento de la noche será su segunda venida o parusía. Nos anima a no tener miedo, a no dudar.

Nos llama a ser la luz del mundoser valientes a testificar al mundo que Jesús no es un fantasma ni una aparición, a reconocer que "es Él", que es real y vive, a proclamar que: 

"Jesucristo ha resucitado"....

jueves, 14 de enero de 2021

COMO LADRÓN EN LA NOCHE

"En cuanto al día y la hora, nadie lo conoce, 
ni los ángeles de los cielos ni el Hijo, 
sino solo el Padre" 
(Mateo 24,36; Marcos 13,32)

Los cristianos aguardamos con esperanza y alegría la Parusía, la segunda venida de Cristo, pero lo que ninguno sabemos es cuándo sucederá. Ni los hombres, ni los ángeles, ni siquiera el Hijo, el propio Jesucristo. Sólo Dios Padre lo sabe.

No sabemos si la veremos o moriremos antes. Lo que sí sabemos es que la venida del Hijo del hombre será como en los días previos al diluvio, como en los tiempos de Noé (Mateo 24,37): anunciada con mucha antelación pero tristemente ignorada por muchos. 

No conocemos ni el día ni la hora pero sí tenemos la capacidad de interpretar las señales previas a Su venida que el propio Jesús nos anticipó y que quedaron escritas en los evangelios sinópticos (Mateo 24,5-51; Marcos 13,5-27; Lucas 21,8-28):

-el comienzo de los dolores: Cristo nos dice que no nos alarmemos, porque todo esto ha de suceder, pero todavía no es el final. Apostasía: muchos se llamarán "cristianos", otros se autoproclamarán "mesías" y surgirán "falsos profetas" que engañarán a muchos. Calamidades: guerras y noticias de guerras, hambre, epidemias, pestes, terremotos. Persecución y martirio por su causa. Maldad: escándalos, odios, traiciones, aumento de la maldad y enfriamiento del amor. Se producirá una gran Evangelización por todo el mundo...y entonces vendrá el fin.

-el fin: Jesús nos exhorta a huid y a orar cuando veamos "la abominación de la desolación" (profetizada en Daniel 9, 27; 11, 31; 12,11), es decir, la aparición blasfema del Anticristo. Porque habrá una Gran Tribulación como jamás ha sucedido desde el principio del mundo hasta hoy, ni la volverá a haber. Después de esta angustia habrá Signos en el cieloel sol se oscurecerá, la luna perderá su resplandor, las estrellas caerán del cielo y los astros se tambalearán.

-la venida del Hijo del hombre: Dice el Señor que su venida será como un relámpago que se verá en toda la tierra. Y todo el mundo verá venir al Hijo del hombre sobre las nubes del cielo con gran poder y gloria. Enviará a sus ángeles con un gran toque de trompeta para reunir a sus elegidos.
Sin embargo, los católicos no la esperamos con temor ni angustia, sino todo lo contrario, con impaciencia y gozo, como quien espera la llegada de su Amado. Y mientras esperamos la parusía, debemos estar muy atentos para reconocer ya su presencia en cada instante de nuestra vida, y preparados para ir a su presencia en el momento de nuestra muerte, es decir, en el encuentro definitivo con Dios.

Para estas tres "esperas", Jesucristo nos reitera y nos apremia para que estemos en vela (Mateo 24,42-44), que estemos despiertos, que estemos vigilantes, que estemos preparados... porque si no... "sobrevendrá la ruina, como los dolores de parto a la que está encinta, y no podrán escapar" (1 Tesalonicenses 5,3); "Si no vigilas, vendré como ladrón y no sabrás a qué hora vendré sobre ti" (Apocalipsis 3,3); los que velan de noche serán bienaventurados porque le verán (Lucas 12,38; Apocalipsis 16,15).

San Pablo en 1 Corintios 15,52 dice que vendrá sin aviso previo, es decir, de repente: "... en un instante, en un abrir y cerrar de ojos, cuando suene la última trompeta", o como dice Mateo 24,44 "a la hora que menos pensemos", o como dice Marcos 13,35 "...no sabéis si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer".

La Escritura nos advierte que vendrá como ladrón en la noche: en "aquella noche" (Lucas 17,34); una voz anuncia la llegada del esposo de las vírgenes con las lámparas "a medianoche" (Mateo 25,6); el dueño de la casa no sabe a qué hora de la noche viene el ladrón (Mateo 24,43); como el hombre que se fue de viaje... el "Día del Señor llegará como ladrón en la noche" (2 Pedro 3,10; 1 Tesalonicenses 5,2).
La expresión "Día del Señor" es una forma de representar el factor "tiempo" en el que Cristo se manifestará, bien sea en el momento de nuestra muerte o en el de su gloriosa venida a la tierra. 

"Como ladrón" es una manera de decir que vendrá en secreto, de una forma desprevenida o inesperada para quien no esté atento, como un intruso al que no se espera, en referencia a quienes no creen y no esperan al Señor, o para quienes creyendo, no perseveren hasta el fin, es decir, hasta la muerte física. 

"En la noche" es un modo de expresar oscuridad y tinieblas (1 Tesalonicenses 5,4), en referencia a un estado de pecado generalizado en el mundo, o también, al momento de la propia muerte. 

"Como los dolores de la mujer encinta” es una metáfora para explicar que, de la misma manera que una mujer embarazada sabe con certeza que el parto le llegará, y con él, los dolores, aunque no el momento exacto, nosotros sabemos que su venida es segura, ya sea durante nuestra vida o en el momento de nuestra muerte.

"Velad, vigilad, estad alerta" es un aviso para que estemos atentos a los signos de los tiempos, para que perseveremos en la fe, para que estemos en guardia contra las tentaciones y el pecado, para que oremos y para que estemos en gracia (Mateo 26,41). Para que busquemos "la paz con todos y la santificación, sin la cual nadie verá al Señor" (Hebreos 12,14), ya sea en su venida a la tierra, o en el momento de presentarnos ante Él, el día de nuestra muerte. 

En un mundo que promete una falsa "paz y seguridad", Dios nos advierte para que velemos y estemos vigilantes porque conoce nuestra debilidad ante el poder y la seducción del Enemigo, que domina el mundo en la oscuridad de la mentira y que busca que no veamos a Dios.

Cristo nos alienta diciéndonos que somos "luz del mundo". Una luz que debe brillar ante los hombres, para que vean nuestras buenas obras y demos gloria a Dios (Mateo 5,14 y 16), pues si seguimos a Cristo, "Luz del mundo" (Juan 8,12), Él estará en nosotros y nosotros en Él. No andaremos en tinieblas ni caminaremos a ciegas.

Así pues, nuestra espera tiene una doble vertiente. Por un lado, como cristianos, somos soldados que, atrincherados en la seguridad de la fe, vigilan, perseveran y resisten al Enemigo y, por otro, como Iglesia, santificados por la gracia de los sacramentos, somos la novia que espera impaciente al novio.

lunes, 20 de noviembre de 2017

¿CÓMO ESTÁ MI LÁMPARA?

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¿La lámpara de mi fe brilla por el aceite del amor o está apagada por la tibieza?


Hoy reflexionamos sobre la parábola de las diez vírgenes, que leemos en el Evangelio de Mateo 25, 1-13 y que Jesús utiliza adecuadamente conociendo a la perfección las costumbres del pueblo judío sobre la importancia de la ceremonia nupcial. 

La familia judía era una institución con una sólida estructura patriarcal, en la que el cabeza de familia, el esposo, tenía poder y autoridad sobre todos los que estaban bajo su protección. Previamente a una boda, las familias de los novios acordaban las condiciones de la unión (dote), celebraban los desposorios (pedida de mano) en los que la pareja quedaba prometida mediante un contrato escrito y por último, se fijaba la fecha de la boda, con bastante antelación. 

Para los judíos, la formación de una nueva familia tenía gran importancia por lo que una boda era un acontecimiento muy alegre, con fastuosos festejos que duraban una semana y en ocasiones, hasta dos. Éstos solían comenzar a la hora del crepúsculo, cuando el día iba de caída y la oscuridad se adueñaba de todo (como en el relato de Emaús, Cristo siempre ilumina en la oscuridad). 

El novio iba a la casa de la novia acompañado de sus amigos y ataviado con corona como un rey. Las amigas de la novia, también vírgenes, aguardaban junto a ella, la llegada del novio, para acompañarla en cortejo hasta la casa del padre del novio, portando lámparas de aceite para iluminar la oscuridad de la noche, por lo que si el trayecto hasta la casa del padre del novio era largo, debían llevar reserva de aceite. 

Encender una lámpara apagada era, sin duda, una tarea compleja ya que no existían las cerillas ni el fósforo, por lo que habitualmente se mantenía siempre encendida una lámpara. Para ello, era necesario cuidar y vigilar que esa lámpara nunca se apagase.

Diez vírgenes: sentidos carnales y espirituales

Generalmente, el numero de vírgenes que podían acompañar a la novia no estaba estipulado por lo que podían ser tantas como desearan los prometidos. Entonces, ¿por qué Jesús se refiere a cinco prudentes y cinco necias?
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San Jerónimo, uno de los padres de la Iglesia y autor de "la Vulgata" (Biblia traducida al latín) afirma que "las cinco vírgenes son como nuestros cinco sentidos, de los cuales unos caminan hacia el Señor, anhelando '"las cosas y moradas de lo alto' y, los otros, preocupados por los afanes del mundo, carecen de luz en sus corazones".

Por lo tanto, todos disponemos de cinco sentidos corporales (vista, oído, gusto, tacto y olfato) que tienen sus correspondientes sentidos espirituales, según nos muestran las Escrituras (1 Jn 1,1; Sal 33,9; Cant 1,3; 2 Cor 2,15).

Así, podemos vivir en función de nuestros sentidos carnales o en función de los espirituales: Quien actúa de acuerdo a los carnales, los utiliza para el mal, para complacer su orgullo, egoísmo y vanidad, comparándose con los demás. En definitiva, para satisfacer sus pasiones. Por el contrario, quien actúa en función de los sentidos espirituales, está siempre vigilante, orientado hacia su propósito y vocación, y siempre tiene presente a Dios.

Las vírgenes prudentes (nuestros sentidos espirituales) están continuamente vigilantes y a la expectativa de la llegada del novio... con aceite de sobra para no quedarse sin luz; vigilando que ninguna circunstancia les desvíe su atención de la llegada del Novio. ¡Qué alegría vivir así, esperando al novio! ¡Qué fe, esperanza y caridad para recibir al Novio! 

Las cinco vírgenes necias

Las vírgenes necias se duermen, se les apaga la luz por falta de aceite, por falta de cuidado, por falta de previsión. No esperan realmente de corazón la llegada del novio. Esperan la ayuda de las otras y se comparan con ellas. ¡Qué poca fe! ¡Qué poco amor! ¡Que poca esperanza!

Resultado de imagen de parabola de las vírgenesLas cinco vírgenes necias son personas tibias y mediocres, católicos de cumplimiento que hacen lo mínimo necesario para no cargar con más aceite, cristianos de consumo que creen que con una pequeña cantidad tendrán suficiente, y si no lo tienen, podrán pedírselo a otros.

Son personas de término medio: aferradas a las cosas materiales y a los afanes del mundo, contentándose a sí mismas, viviendo una fe a la medida, con la cantidad justa de aceite, eludiendo cualquier compromiso en la fe, justificándose de sus faltas por haber nacido en pecado original y por ello, consideran que su escaso esfuerzo y compromiso son suficientes para entrar en el Cielo.

Sin embargo, cuando llegue el momento, cuando venga Jesucristo, no las conocerá. Dios es muy duro con los tibios: "Conozco tus obras: no eres ni frío ni caliente. Ojalá fueses frío o caliente. Pero porque eres tibio, y no eres ni frío ni caliente, te voy a vomitar de mi boca." (Apocalipsis 3, 15-16)

Dormir y prever

Podría ocurrir que, a veces, el novio se retrasara o tardara más de lo previsto. Sin embargo, en la parábola, Jesús se refiere a un retraso exageradamente intencionado, por lo que las diez vírgenes (todas) ceden al cansancio y se duermen.

Jesús no recrimina el hecho de que todas se duerman sino la falta de previsión de las cinco vírgenes necias. Y es que todos, hasta los santos e incluso el mismo Jesús, a las puertas de la muerte, pasamos por períodos de aridez donde los sentidos se apagan, y cae la noche oscura. 

También, en ocasiones, podemos sentirnos inmersos en las realidades de la vida. Son momentos en los que no logramos alcanzar el horizonte sobrenatural y damos una cabezada, es decir, prestamos atención a los aspectos materiales: la salud, la familia, el alimento o las necesidades económicas.

Cuando esto nos ocurre, debemos guardar una vasija de aceite, símbolo de una vida interior sólida, con mucha vigilancia, de modo que pasada la necesidad de cuidar de lo concreto, volvamos a elevar la mirada hacia las cosas celestiales.

Cuántas veces cabeceamos hasta el punto de caer en un sueño profundo y nos olvidamos de aprovisionarnos de aceite...abandonamos las cosas de Dios, dejamos de rezar o de asistir a misa, o nos dejamos llevar por el pecado...Pero cuidado, porque si nos relajamos puede que cuando menos lo esperemos, llegue el Novio. Por eso, mucha vigilancia y oración, pues sin la ayuda del Espíritu Santo, ninguna criatura está en estado de gracia constante.

¿Por qué no prestar nuestro aceite?

Las vírgenes prudentes no prestaron su aceite a las necias cuando éstas se lo pidieron, y no lo hicieron por egoísmo sino por derecho a disponer de lo que habían previsto. Por eso, las mandaron a comprar aceite. Pero ¿cómo iban a encontrar una tienda abierta a esas horas? Imposible.

Cuando dejamos de esperar al Novio y vamos a comprar aceite, esto es, en busca del consuelo del mundo, husmeamos entre los vendedores de aceite, que son aduladores, que alaban lo falso o lo desconocido e inducen a las personas al error...Buscamos donde no podemos encontrar.

Entonces ¿por qué las vírgenes prudentes no compartieron su aceite? Por una sencilla razón: no se pueden transferir los méritos de unos a otros. Cada persona debe adquirir los suyos y velar por ellos porque cada uno seremos juzgados individualmente. Indirectamente, las vírgenes prudentes, más que darles un consejo, les recuerdan su falta.

Cuando llegue el Novio, la simple condición de "vírgenes" (católicos) no nos dará el derecho a entrar en la fiesta. Tampoco habrá tiempo para cambiar (salvo por la Gracia de Dios) ni podremos modificar nuestros actos en un instante, ni hacer lo que deberíamos haber hecho. De ahí el error de muchos: "¡Dios es bueno! me llamará antes y en último momento me arrepentiré, rezaré y Él me perdonará". Porque es tarde. Es de noche. Las tiendas están cerradas.

Lámpara, aceite y luz

La lámpara es nuestra esperanza en Dios, la luz es la fe y el aceite es la caridad. Sin caridad, no puede haber esperanza. Sin esperanza no puede haber fe. Y sin fe, Cristo no nos reconoce. 

Debemos vigilar y tener siempre aceite, cuidar nuestra vida espiritual, orar, comulgar y confesar con regularidad. Puede que nuestra fe se apague si no existen obras de amor, si no existe la oración constante. Por eso, ¡Qué importante es mantener encendidas nuestras lámparas y llevar siempre aceite para alimentarlas!

Cuántas veces nos despistamos, nos dormimos o malgastamos el aceite y nuestra lámpara se apaga, haciéndonos vivir en la oscuridad. Entonces, queremos utilizar el aceite de otro, o incluso, ponernos a la luz de otro. Pero cada uno tiene su lámpara, su aceite y su luz. 

Dios nos ha dado a cada uno, una lámpara, un aceite y una luz particular, que nos hacen ser nosotros mismos y por eso, no podemos usar las de otros. Algunas luces son más potentes, otras más débiles, otras parpadean o cambian constantemente…

Cada uno debemos cuidar y dar cuenta de esa luz que recibimos de Dios y que nos acompañará a lo largo de nuestra vida. Y porque Dios me la ha regalado para mí, tengo que aceptarla. Y tengo que cuidarla. 

Puede que no me guste mi lámpara, que no me guste mi luz o puede que gaste mi aceite. 

Puede que a veces utilice mis cualidades para presumir o a veces, quiera ocultar esa luz, esas virtudes o defectos. Incluso a veces, no quiero mi lámpara.

Puede que piense que no me va bien esta lámpara, que merezco otra mejor, con más capacidad de aceite, para que ilumine más. 

Puede que desee la lámpara o el aceite de los otros. Pero, en realidad, la lámpara que tengo es la mejor, ¡porque es mi lámpara! Es un regalo de Dios. Lo importante es ver mi vida y mi historia desde los ojos de Dios y no desde una mirada humana. He de elevar la mirada, contemplar la maravillosa obra de Dios en mi vida y darle las gracias.

Velad y Orad

El Señor acaba la parábola con un mensaje importante para todos nosotros: que estemos vigilantes. El mismo objetivo que les dijo a sus discípulos en Getsemaní (Mt 26,41) y al anunciarles los últimos días y su venida (Lc 21, 36): "Velar, orar y estar despiertos". 

Debemos orar par no caer en la tentación, tal y como pedimos en el Padrenuestro pero además es necesario que estemos vigilantes y alerta. 
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Vigilar significa tener los ojos bien abiertos y puestos en Dios. Significa que los sentidos espirituales (las vírgenes prudentes) dominen a los carnales (las vírgenes necias).

Un dicho popular dice: "No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy". Hagamos acopio de aceite hoy porque esta misma noche podría venir el Novio.: "Pero de aquel día y hora nadie sabe, ni siquiera los ángeles del cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre" (Mt 24,36).

Pidamosle a nuestro Señor Jesucristo, por intercesión de María Santísima, la gracia de ser vigilantes en nuestros deseos, acciones y pensamientos, teniendo los ojos puestos en la santidad a la que todos estamos llamados.


Fuente:
Revista Heraldos del Evangelio, nº 172, noviembre 2017
Comentario al Evangelio S. Mateo 25, 1-13.
Mons. Joâo Scognamiglio Clá, EP