¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.
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domingo, 1 de enero de 2017

EL NACIMIENTO DE JESÚS PUSO AL MUNDO PATAS ARRIBA

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El Evangelio de San Lucas nos muestra las características asombrosas e inauditas del plan salvífico de Dios para la humanidad, a través del nacimiento de Jesús.

Jesús nació en una aldea extraña simbolizando 
que Él no es de este mundo. Nació en un pesebre (en una cuadra) sucio y maloliente simbolizando que quiso hacerse sitio en el corazón humano. Nació en el seno de una familia pobre y humilde, rodeado de personas "non gratas" para el pueblo judío que simboliza a quienes primero Dios dirige su mirada misericordiosa.

Esto debe hacernos discernir y pensar en el cambio de valores que hay en la figura de Jesucristo y en su mensaje. Ya desde su nacimiento Cristo no pertenece a ese ambiente, que según el mundo es importante y poderoso. Y, sin embargo, precisamente este hombre irrelevante y sin poder se revela como el realmente Poderoso, como aquel de quien a fin de cuentas todo depende.

Un ángel es quien anuncia al mundo la llegada de Dios y lo hace a través de unos pastores. Según el evangelista "en torno al ángel apareció una legión del ejército celestial, que alababa a Dios diciendo: Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres en quien él se complace”.

Lucas nos dice que los ángeles "hablan", aunque evidentemente, el habla de los ángeles es un cantar, en el que se hace presente de modo palpable todo el esplendor de la gran alegría que ellos anuncian.

Dios, que siempre hace todo nuevo, asombroso y completamente diferente al pensamiento humano, vendría al mundo de una forma que la mentalidad de la época (incluso la de hoy), no entendería. Y es que Dios envió a Jesucristo para poner el mundo patas arriba a través de:

Una virgen

Lucas nos da una versión más detallada de la historia del nacimiento de Jesús que los otros evangelios. 

Sabemos que María era una muchacha humilde y desconocida, que vivía en una zona menos conocida de Israel (Nazaret), cuando el Ángel del Señor le comunicó la noticia de que todo un Dios iba a ser concebido dentro de ella, de que lo imposible para el hombre no lo es para Dios y a pesar de ser virgen concebiría un hijo.

Lucas nos dice que el ángel vino a una “virgen”, no a otro tipo de mujer, sino a una mujer sexualmente pura. No es casualidad que en el mismo texto se repite dos veces la palabra “virgen” para describir la clase de persona que fue escogida por Dios para su propósito eterno. Esto significó que Dios envió al que es hoy nuestro Salvador a través del vientre de una mujer virgen para que tuviera un cuerpo humano, pero no nuestra naturaleza, en lo que respecta al pecado. A través de la concepción virginal, Dios le dio un cuerpo y su propia naturaleza humana a su Hijo. 


No sólo se trata de un hecho milagroso, sino que la idea de que una niña tan pobre jugara un papel tan importante en la llegada de Dios a la Tierra, para convertirse en la madre del Mesías es inaudita y sorprendente para la mentalidad judía, puesto que el centro de la vida de Israel era Jerusalén, y dentro de la ciudad, el Templo, morada santa de Dios.

Es pues algo inconcebible para una mente judía pensar que Dios enviaría al Mesías, a Cristo a la tierra en el seno de una familia pobre y que nacería en una cueva sucia y maloliente, en lugar de en Jerusalén...

La Virgen María representa el modelo más adecuado, bello y puro para que el Dios del Universo venga al mundo. 

Unos pastores

Fijémonos también en los pastores, a quienes se les aparecen ángeles que les comunican, en primer lugar, la gran noticia del nacimiento de Jesús. ¿Por qué a los pastores en primer lugar? ¿No le correspondería tal derecho al Sumo sacerdote de Jerusalén?

Habitualmente, tenemos una imagen de los pastores dulce y pura pero la realidad era que, para el pueblo judío y sus dirigentes religiosos, los pastores eran personas de la más baja condición social, sucios, despreciados y considerados impuros, al vivir entre animales y muy alejados del Templo Santo de Dios. Algo que en el pueblo de Israel era de suma importancia. 


Una vez más, vemos como Dios en su infinita sabiduría hace realidad su sentencia de "que los últimos serán los primeros", sacando a la gente del escalafón social más bajo y colocándola en los puestos de vanguardia, en la historia más increíble que el mundo haya visto y oído.

Los pastores son los primeros en recibir la gran noticia porque "están en vela", tienen una fe sólida que les mueve a salir corriendo hacia donde les ha nacido el Salvador.

Estos hechos constituyen la coherencia de la posterior conducta de Jesús: incluso durante sus primeros momentos en la tierra, Jesús eligió a los marginados, a los pobres y a los humildes para que fueran los protagonistas de su historia. 

Los pastores representan a las almas sencillas, los pobres, los predilectos del amor de Dios.

Una cueva

El Reino de Dios fue revelado en un pueblo de orden secundario, Belén; nuestro Salvador vino al mundo a una cuadra (establo) mugrienta, sucia, fría y maloliente; y el Dios del Universo se abajó a nuestra impureza e indignidad, al nacer entre animales y porquería.



En el Antiguo Testamento, el profeta Isaías ya habló sobre el buey y el asno que están junto a Jesús en su nacimiento: "Conoce el buey a su dueño, y el asno el pesebre de su amo" (Isaías 1, 3).

Jesús no sólo vino a un sitio recóndito, un lugar sucio, entre los pobres y los indignos, entre animales, sino que además lo hizo en la oscuridad de la noche, sin hacer ruido y sin que lo supiera demasiada gente

¿No es paradójico? Dios, en su infinito amor misericordioso viene al hombre despojándose de su poder, gloria y estatus, y se hace impuro, pobre y humilde para acercarse a nosotros. Y lo hace sin alardes.

La cueva (portal, cuadra, establo) representa la indignidad del corazón humano ante los ojos de Dios. Y aún así, Él quiere habitar en ella.

Y es que Jesús vino a la tierra para traer salvación cambiando los roles, redefiniendo los méritos y invirtiendo la importancia de la pirámide social y poniendo la mentalidad del hombre al revés.


Una estrella

Benedicto XVI, en su libro "La infancia de Jesús"explica que entre los años 7-6 a. C., se considera el momento verosímil del nacimiento de Jesús.

Resultado de imagen de supernova de belenDurante ese período, se produjo una conjunción de los planetas Júpiter, Saturno y Marte en el signo zodiacal de Piscis. Según el astrónomo Johannes Kepler, a ese fenómeno, reflejado también en "tablas cronológicas chinas" se añadió la aparición de una supernova creando un acontecimiento astronómico muy singular.

El Papa emérito también señala que la paradoja de que Jesús haya nacido seis años antes de la "era cristiana" se debe a un error de cálculo del monje Dionisio el Pequeño, quien hizo en el siglo VI la conversión del calendario basado en la coronación del emperador Diocleciano a uno nuevo centrado en el nacimiento de Jesucristo.

Unos Magos


La tradición ha ido enriqueciendo la figura de los Reyes Magos. En un principio, y según relata el Evangelio de Mateo, las personas que iban a adorar a Jesús eran Magos de Oriente.

Sin embargo, en el Salmo 72 y en el Libro del profeta Isaías en el Antiguo Testamento se menciona "a unos reyes que venían de Oriente y le traían regalos".

Los hombres de los que habla Mateo no eran únicamente astrónomos. Eran sabios persas que, aunque no pertenecían a la clase sacerdotal, tenían sin embargo, un conocimiento religioso y filosófico muy desarrollado.

Según Benedicto XVI, estos hombres representaban "el dinamismo inherente a las religiones de ir más allá de sí mismas; un dinamismo que es la búsqueda del verdadero Dios". 

Los Reyes Magos representan a los buscadores de la verdad propios de todos los tiempos.


Unos regalos


El Papa emérito Benedicto XVI en su libro sobre Jesús explica que "ante el niño regio, los Magos adoptan la proskýnesis, es decir, se postran ante él"

De ahí se explica que los regalos que ofrecen los Magos no son dones prácticos, que en aquel momento tal vez hubieran sido útiles para la Sagrada Familia.

Los regalos representan un reconocimiento de la dignidad regia de aquel a quien se ofrecen:
  • el oro hace referencia a la realeza de Jesús.
  • el incienso hace referencia a su dignidad de Hijo de Dios. 
  • la mirra hace referencia al misterio de su Pasión.





sábado, 26 de diciembre de 2015

PASTORES, TESTIGOS Y PORTADORES DE LA GRAN NOTICIA


 “Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho.”
Lucas 2, 20


Jesús ha vuelto a nacer entre nosotros. La pregunta es ¿Somos como los pastores, humildes de corazón, que escuchamos el mensaje y volvemos glorificando y alabando a Dios por lo que hemos visto y oído? ¿O somos más bien indiferentes y seguimos ocupados en nuestras cosas?

En la época de Jesús, los pastores eran personas no estaban muy bien vistas sino mal consideradas, e incluso, no tenían muy buena reputación, hasta el punto que los tribunales no aceptaban a un pastor como testigo valido en un juicio.

Es precisamente a estos hombres a quien Cristo elige como testigos de su nacimiento. 

En medio de la oscuridad de la noche, la luz les ilumina, y a ellos se les aparece el Ángel y les dice: “Hoy ha nacido para vosotros… un salvador que es Cristo, el Señor.”

Con ese “para vosotros”, Dios muestra su preferencia por los pobres, haciendo que fueran los pastores, los primeros en enterarse de la gran noticia del nacimiento del Salvador. 

Probablemente, perplejos y temerosos, los pastores pensaran que ese mensaje tan importante no era para ellos y sin embargo, salieron corriendo en busca del niño. 

Los pastores se acercaron tímidamente, con ese temor que congela los pasos de los pobres al acercarse a la casa de los ricos. Los pastores no entendían, pero se sentían felices. Se sabían amados, se sentían amados. Fueron en busca de ese amor y después, volvieron para contarlo a todo el mundo. Se pusieron en marcha.

Más de dos mil años después, Jesús ha vuelto a nacer otra vez para salvarnos. ¿Y nosotros? ¿Nos “ponernos en marcha” para ser testigos y portadores de la misma gran noticia? O ¿pensamos que la noticia no es para nosotros y dejamos a Jesús de lado, esperándonos? ¿Nos falta fe, para comprender que Dios nos quiere como somos, a pesar de nuestras miserias y pobrezas?

A lo largo de la historia de la salvación, Dios siempre ha puesto sus ojos de misericordia en guías para su pueblo en la figura de sencillos pastores (Moises, Abrahám, David). Podía haber elegido a hombres capaces, formados, poderosos, con capacidad de liderazgo y sin embargo, no lo hizo.

Dios conduce a su rebaño PASTOREANDO, involucrándose con él, riendo y llorando con él. El rebaño conoce al pastor, porque el pastor está cerca del rebaño, y el pastor conoce a su rebaño, porque está pendiente de él, para ayudarlo. 

Y nosotros ¿estamos dispuestos a involucrarnos con la gente de nuestro entorno? ¿Podemos decir que los conocemos y que ellos nos conocen?

Pastorear, en hebreo, significa estar en guardia, estar pendientes de lo que les sucede a las personas de nuestro entorno. Prestarles atención y preocuparse de sus cosas. Estar vigilantes y atentos para que la gente de nuestro alrededor persevere en la fe. Ser valientes, estar dispuestos a que nos cierren la puerta en la cara sin desesperar.

Un pastor nunca se sienta, apenas descansa, porque si se sienta o duerme, pierde el horizonte y deja de cuidar las ovejas. A lo sumo, lo que hace el pastor es apoyarse en el callado, pero nunca pierde de vista a su rebaño, descansa apoyado pero siempre con la mirada puesta en ellos. 

Lo que le da autoridad al pastor frente a su rebaño es su propia presencia afectiva y efectiva. El pastor está ahí siempre, con dedicación, con cuidado cariñoso, siempre tiene la mirada puesta en el rebaño, no los pierde de vista, está pendiente, se preocupa. El pastor está.

El liderazgo del pastor no lo da la inteligencia ni la formación, ni la simpatía; lo da esta capacidad de estar cerca de aquellos que Dios nos ha encomendado. Jesús, como el Buen Pastor, nos enseña que un pastor conoce a sus ovejas y ejerce una protección no exenta de sabiduría: sabe que alimento conviene a las ovejas que tiene a su cargo, donde llevarlas para que no corran peligro, etc. 

Cuando Cristo nos da el mandato de evangelizar, en Mateo 28, 20 nos dice: “Id”, y añade “… YO ESTOY con vosotros, todos los días hasta el fin del mundo”. Y precisamente el nombre de Dios, Yaveh significa “Yo estoy”; es decir, que Dios siempre estará con nosotros, como el Buen Pastor, y nunca nos abandonará.

El apóstol Pedro, en su 1ª carta, capítulo 5, 2-10 nos dice cómo hemos de apacentar el rebaño de Dios: cuidándolo de buena gana, con gusto, a la manera de Dios, con entrega generosa, siendo modelos de sencillez y humildad, depositando en Dios todas nuestras preocupaciones, pues él cuida de nosotros; sobrios, vigilantes y firmes en la fe.

Los pastores son un símbolo de vigilancia, de alerta. Permanecen en vigilia toda la noche para proteger a sus ovejas y siguiendo su ejemplo, nosotros tenemos que estar vigilantes a la llegada de Cristo, esperándolo con fidelidad. 

Los pastores no se guardaron para ellos lo que habían visto en el pesebre de Belén: salieron corriendo a divulgar a quien habían visto y conocido, porque una noticia así no podía quedar en secreto. El misterio de la salvación no es posible sin mensajeros.

Y hoy, estamos llamados a asumir el papel de pastores, que con humildad y sencillez, acudimos a "Belén" a conocer a Jesús y ser testigos de Él. 

Pero con esto no es suficiente. Dios nos insta a asumir también el papel de mensajeros que cuenten la gran noticia "hasta el confín del mundo". Y Él estará siempre con nosotros.

¿Te animas a ser un pastor humilde?