en cuanto aparece una segunda persona empieza la hipocresía”.
Ralph Waldo Emerson (1803-1882)
Dios odia la hipocresía, porque es mentira. Prueba de ello es que Jesús se enfrentó a los hipócritas que iban a las sinagogas, que oraban de pie, que alababan y daban limosna en público para ser vistos por otros: “Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas (actores, mentirosos, falsos, vacíos) en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa.” (Mt 6,2)
La palabra "hipocresía" viene del griego hypokrisis, que significa fingir, actuar o hablar con máscaras y tiene 3 connotaciones: “kjanéf”,”shav”,”jopokrités”, que se traducen como falso y mentiroso, vano e iluso, simulador o actor bajo un carácter asumido.
Hipocresía es la actitud constante o esporádica de fingir creencias, opiniones, virtudes, sentimientos, cualidades o estándares que no se tienen o no se siguen.
Un hipócrita es una persona con doblez que siempre comienza algo y no lo termina, siempre anda fingiendo que es una cosa cuando en realidad es otra. Nunca muestra su verdadera cara, tiene muchas caras, una para cada lugar y cada circunstancia.
Y dentro del cristianismo también existen hipócritas que utilizan máscaras. Cualquiera de nosotros podemos serlo sin darnos cuenta. Por eso el apóstol Pablo les escribía a los Corintios: “Examinaos a vosotros mismos a ver si estáis firmes en la fe; poneos vosotros mismos a prueba. ¿No reconocéis que Jesucristo está en vosotros? A ver si es que no superáis la prueba." (2 Co 13,5)
“Más ¡ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres; pues ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que están entrando. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque devoráis las casas de las viudas, y como pretexto hacéis largas oraciones; por esto recibiréis mayor condenación. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y una vez hecho, le hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros.” (Mt 23,13-15).
La palabra "mascara" viene de la palabra griega: “kjafás”, que significa: disfrazar, encubrir, esconder, deformar, fingir. Los posibles antepasados en latín (no clásico) son mascus, masca = "fantasma", y el maskharah árabe = "bufón", "hombre con una máscara".
Máscara es una representación, cargada de intenciones y simbolismos, convertidos en arquetipos que son parte del inconsciente colectivo e individual y representan los temores y aspiraciones de una civilización.
El problema fundamental por el cual usamos máscaras es porque no nos conocemos a nosotros mismos y porque no conocemos a Dios, porque Él conoce todos los corazones y nadie puede engañarle: “El corazón es complejo más que toda otra cosa y perverso: ¿quién lo conoce a fondo? Yo, el Señor, escruto el corazón, sondeo las entrañas para dar a cada cual según su conducta, según el fruto de sus obras." (Jr 17, 9-10)
Hoy nos detendremos en 4 tipos de máscaras habituales en nuestras comunidades cristianas:
Falsa humildad
Es un máscara muy dañina que engaña al mismo que la usa y que consiste en mostrar una actitud de mansedumbre y de servicio, humillarse en público para luego quejarse y criticar a espaldas de los demás, provocando divisiones y contiendas.
La falsa humildad es una máscara que esconde auténtica soberbia, arrogancia y orgullo.
Su objetivo es satisfacer el ego de quien la porta, reafirmar su "yo" públicamente, sintiéndose superior aunque finge ser inferior, para ser exaltado.
Falsa espiritualidad
Esta es una máscara de pura apariencia, el portador de esta mascara aparenta ser una persona muy espiritual, pero no lo es.
Le encanta ser visto por las personas, le encanta hacer las cosas de forma solemne y ceremonial (golpeándose el pecho y rasgándose las vestiduras, levantando las manos, orando y alabando en público, etc.), y le da más importancia a lo externo (lo que se ve) que a lo interno (lo que se es).
“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda suciedad. Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres; mas por dentro, llenos estáis de hipocresía e iniquidad.” (Mt 23,27-28).
Las personas que usan esta máscara arrastran a muchas personas con engaño. En el fondo, no tienen una verdadera y sincera relación con Cristo; tan solo, conocen bien la teología pero no la ponen en práctica.
“Cumplid la palabra y no os contentéis sólo con escucharla, engañándoos a vosotros mismos.” (Stg 1,22).
“Porque para ser justos ante Dios no basta con escuchar la ley: hay que cumplirla”. (Rom 2,13).
Esta máscara pone cargas pesadas, normas exhaustivas y requisitos imperativos sobre los demás y se basa mas en cumplimiento ("cumplo y miento") de la ley, que en la gracia de Dios.
Pone más empeño en la norma que en el amor, más en el "hacer" que en el "ser".
Falso ánimo
La mascara del falso ánimo es la que encubre la inconstancia y la indecisión: nunca persevera, nunca termina lo que comienza, empieza muchas cosas y siempre las deja a medias.
Las personas que utilizan está máscara son completamente emocionales, impulsivas e inmaduras, todo lo hacen motivadas por sus emociones y sentimientos.
Siempre tienen dos maneras de pensar con respecto a cualquier cosa: hoy creen que algo es blanco y mañana, negro; hoy quieren ser cristianos y mañana mundanos.
Los cristianos que la usan son firmes candidatos a apostatar, a desistir, a desertar, a renunciar y negar la Fe tarde o temprano, ya que su inconstancia les hace desistir de sus planes u objetivos, y también de Dios.
Siempre tienen dos maneras de pensar con respecto a cualquier cosa: hoy creen que algo es blanco y mañana, negro; hoy quieren ser cristianos y mañana mundanos.
Los cristianos que la usan son firmes candidatos a apostatar, a desistir, a desertar, a renunciar y negar la Fe tarde o temprano, ya que su inconstancia les hace desistir de sus planes u objetivos, y también de Dios.
Los inconstantes, cuando se alejan, demuestran que nunca fueron verdaderos cristianos: "Han surgido de entre nosotros, pero no eran de los nuestros; porque si hubieran sido de los nuestros, hubieran permanecido con nosotros; pero ha sucedido esto para que se manifieste que todos éstos no eran de los nuestros." (1 Jn 2,19)
Y este es el problema fundamental que caracteriza a esta máscara: no permanece en nada, no persevera absolutamente en nada! A todo renuncia, de todo desiste, incluso de la propia Fe en Jesús, demostrando que tal fe era vana.
Falso gozo
Esta máscara convierte una realidad de dificultades, problemas o soledad en otra de falsa alegría, en la que siempre sonríe, siempre está contento, siempre está feliz, aparentemente.
Se trata de una máscara que endurece el corazón, que nunca pide ayuda, que nunca se abre a los hermanos.
Se trata también de una actitud orgullosa que impide abrir el corazón y que prefiere sufrir en silencio, antes que abrir su corazón a nadie.
Generalmente, estas personas han sido dañadas en el pasado, y su corazón arrastra demasiadas heridas, que a su vez, le sumergen en el resentimiento y el rencor.
Han sufrido tanto que no quieren exponerse de nuevo y se endurecen a la hora de establecer relaciones interpersonales de cualquier índole.
Se apartan y se vuelven más solitarias, y cuando están inmersos en esos momentos de aflicción, se deprimen, sufriendo un terrible dolor que les corroe interiormente.
Pero tarde o temprano, todo ese dolor sale a la luz cuando estallan, cuando se rompen y es en ese momento, cuando su corazón roto se manifiesta.
Conclusión:
¡¡Fuera mascaras!! Ninguna nos beneficia realmente. Todas son dañinas, todas esconden cosas horribles, todas son mentira.
Descubramos nuestra verdadera cara y mostremos nuestro dolor a Dios. El nos creó y nos quiere tal y como somos. A Él no podemos engañarle. Si usamos máscaras, impedimos que Él nos pueda sanar.
Pidamos a Jesús que elimine nuestro orgullo, nuestra falsa apariencia, reconozcamos nuestro error al sufrir en silencio, al pretender ser algo que no somos.. fuera mascaras!!
Abandonemos la hipocresía y el engaño.. Dios nos conoce y para él no hay nada oculto: "Yo, el Señor, escruto el corazón, sondeo las entrañas para dar a cada cual según su conducta, según el fruto de sus obras." (Jeremías 17,10)
Abandonemos la hipocresía y el engaño.. Dios nos conoce y para él no hay nada oculto: "Yo, el Señor, escruto el corazón, sondeo las entrañas para dar a cada cual según su conducta, según el fruto de sus obras." (Jeremías 17,10)
Renunciemos a las marcaras y no nos ocultemos, examinamos nuestra realidad a la luz del Espíritu Santo y de la Palabra de Dios y pidámosle que sane nuestro pensamientos más íntimos y ocultos. Y Él lo Hará!!
Excelente!!
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