¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.
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jueves, 27 de mayo de 2021

NECESITAMOS FORMACIÓN

"¿Hasta cuándo, ignorantes, amaréis la ignorancia,
y vosotros, insolentes, recaeréis en la insolencia,
y vosotros, necios, rechazaréis el saber?
Prestad atención a mis razones,
derramaré mi espíritu sobre vosotros,
quiero comunicaros mis palabras"
(Pro 1,22-23)
Hace algún tiempo, en un retiro de Emaús, me regalaron una pulserita verde que siempre llevo en mi muñeca y en la que está escrita una inscripción de San Alberto Hurtado que dice: "¿Qué haría Jesús en mi lugar?" 

Reconozco que esta pregunta me ha sacado de mi ignorancia, de mi insolencia y de mi necedad anteriores. Sin duda, ha sido una gran ayuda colocarme en el lugar de Cristo para saber cómo obrar en cada momento, sobre todo, cuando le sirvo, en el ámbito de la evangelización

Pero ¿Cómo responder a la pregunta si no conozco a fondo a Cristo? ¿Cómo discernir lo que Jesús haría en mi lugar si no tengo una relación lo suficientemente estrecha como para saberlo? ¿Cómo salir de mi ignorancia, de mi insolencia y de mi necedad?

La fe cristiana es el encuentro y la relación íntima con Jesucristo. Una vez que nos hemos encontrado con Él y le hemos reconocido, necesitamos establecer una profunda e íntima relación con Él, seguir dejándonos amar y rociar por el Espíritu Santo, escuchar y alimentarnos de lo que nos dice a través de su Palabra, de la Tradición y el Magisterio de la Iglesia, entablar un diálogo personal con Él en la oración, para finalmente, servirle y amarle.  

Porque lo que Jesús haría en mi lugar sería, sin duda, amar y servir. Pero para amar y servir tengo que conocer. Y no se puede servir y amar lo que no se conoce. Por tanto, necesito profundizar en el conocimiento de Cristo, es decir, necesito formación. Todos la necesitamos, y la necesitamos ya.
Formarme no significa convertirme en teólogo o en un erudito en cristianismo, sino conocer cuánto me ha amado Dios en Jesús, saber cómo puedo agradarle siempre más y ofenderle menos, conocer su voluntad y saber qué tiene pensado para mí. 

Como discípulo del Maestro, mi misión es estar constantemente aprendiendo de Él, entender su plan para mí, conocer la vocación a la que me llama, para así, ser sal de la tierra y luz del mundo.

Sin conocer la Verdad, sin ser fiel a la doctrina de la Iglesia, a quien Cristo ha encomendado la misión de evangelizar, no sólo no puedo saber lo que Jesús haría en cada circunstancia de mi vida, tampoco puedo ser un apóstol eficaz.
"El arte del apostolado es arriesgado. La solicitud por acercarse a los hermanos no debe traducirse en una disminución de la verdad.... Sólo el que es totalmente fiel a la doctrina de Cristo puede ser eficazmente apóstol. Y sólo el que vive con plenitud la vocación cristiana puede estar inmunizado de los errores con los que se pone en contacto(Pablo VI).
Pero no necesito dejar de evangelizar hasta alcanzar una formación completa, un conocimiento total de Cristo. Si esperara a eso, nunca haría nada. Puedo ser discípulo junto a otros discípulos, aprender mientras enseño a otros, compartir mientras comparto con otros, formarme mientras formo a otros...como hacían los apóstoles. 
"El imperativo de actuar hoy y con urgencia procede de las necesidades que son verdaderamente inmensas para quien sabe darse cuenta... He aquí la hora de los laicos. Es preciso empezar a trabajar hoy mismo, porque tal es la ley de la conciencia cristiana. Cuando se ha oído enunciar un deber no se dice: 'lo haré mañana'. Se debe actuar inmediatamente"  (Pablo VI).
En el mundo actual, el Enemigo ha cambiado el terreno original de la batalla espiritual. La Serpiente antigua ha modificado sus tácticas y sus estrategias llevándolas al plano ideológico, cultural y educacional, donde consigue mejores resultados que en el físico. 
Hoy, Satanás no busca una lucha frontal de sangre y destrucción como antaño, sino una guerra incruenta de confusión y corrupción; no quiere matar con actos sino envenenar con ideas; no quiere mártires sino apóstatas; no quiere víctimas sino desertores. 

Para poder entrar en el combate ideológico de nuestro tiempo, tenemos muchas armas que Dios pone a nuestra disposición:

Necesitamos estar alerta y vigilar a través de la oración para que nuestra fe, esperanza y caridad aumenten. 

Necesitamos leer, estudiar, meditar a través de la formación en la Tradición y el Magisterio de la Iglesia. 

Necesitamos obtener los dones de sabiduría, entendimiento, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios a través del Espíritu Santo para que nuestra voluntad se ponga en marcha.

Necesitamos recibir la gracia y la paz a través de los sacramentos para que nuestra perseverancia haga frente a las insidias y maldades con las que el Enemigo quiere hacernos caer.

Necesitamos conocer la Luz y la Verdad de Cristo a través de la Palabra de Dios para que nuestra resistencia haga frente a las mentiras y falsedades con las que Satanás pretende desvirtuar nuestras conciencias.
En definitiva, necesitamos formación y misión, oración y acción, verdad y justicia. Y en todo, amor.
"Mi doctrina no es mía, sino del que me ha enviado; el que esté dispuesto a hacer la voluntad de Dios podrá apreciar si mi doctrina viene de Dios o si hablo en mi nombre. Quien habla en su propio nombre busca su propia gloria; en cambio, el que busca la gloria del que lo ha enviado, ese es veraz y en él no hay injusticia"(Jn 7,16-18).



 

JHR

martes, 4 de octubre de 2016

¿DEBE UN CRISTIANO TOMARSE LA JUSTICIA POR SU CUENTA?



"No devolver a nadie mal por mal...
no tomando la justicia por cuenta vuestra, queridos míos,
 antes bien, vence al mal con el bien"
(Romanos 12, 17-21)

La cuestión no es si un cristiano puede o debe usar la fuerza en legítima defensa, en la defensa de su familia, de sus amigos o de sus hermanos en la fe. 

La cuestión es que adopte su enfoque, su conducta y su actitud desde el corazón de la vida cristiana: la Palabra de Dios.

A través San Pablo

Cristo nos llama a sus seguidores a no vengarnos, a no dejar lugar a la ira y devolver bien por mal

Nuestro Creador nos revela el valor supremo de su Hijo y su salvación, en la gracia especial de un pueblo cristiano que se confía a su cuidado, aunque sufra injustamente. 

"No devolver a nadie mal por mal; procurando el bien ante todos los hombres: en lo posible, y en cuanto de vosotros dependa, en paz con todos los hombres;no tomando la justicia por cuenta vuestra, queridos míos, dejad lugar a la Cólera, pues dice la Escritura: Mía es la venganza: yo daré el pago merecido, dice el Señor. Antes al contrario: si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; y si tiene sed, dale de beber; haciéndolo así, amontonarás ascuas sobre su cabeza. No te dejes vencer por el mal; antes bien, vence al mal con el bien". (Romanos 12, 17-21)
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Nos enseña a soportar como Él la persecución sin resistencia armada, sino más bien con el sufrimiento gozoso, la oración y la palabra de Dios.

"Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que hablen tu palabra con toda confianza, mientras extiendes tu mano para curaciones, señales y prodigios mediante el nombre de tu Jesús santo siervo. Y cuando había orado, el lugar en el que estaban reunidos fue sacudido, y todos fueron llenos del Espíritu Santo y continuó a hablar la palabra de Dios con confianza". (Hechos 4, 27-31)

A los apóstoles, los golpearon y les intimaron para que no hablasen en el nombre de Jesús, les encarcelaron y luego, los pusieron en libertad. Entonces salieron gozosos de haber sido arrestados por ser dignos de padecer por el nombre de Jesús. (Hechos 5, 40-41)


A través de San Pedro

Nos advierte que los cristianos nos encontraremos a menudo en situaciones en las que deberemos esperar y aceptar el maltrato injusto sin represalia.

Antes de devolver mal por mal, con nuestras objeciones y réplicas, debemos hacer un esfuerzo, en consideración a Dios, por tolerar, por escuchar, por devolver bien por mal

"Porque bella cosa es tolerar penas, por consideración a Dios, cuando se sufre injustamente." (1 Pedro 2,19)

"No devolváis mal por mal, ni insulto por insulto; por el contrario, bendecid, pues habéis sido llamados a heredar la bendición."(1 Pedro 3,9)

Debemos contestar desde nuestros corazones, a través de la oración, si nos preguntan por nuestra fepero debemos hacerlo con dulzura y respeto

"Al contrario, dad culto al Señor, Cristo, en vuestros corazones, siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza. Pero hacedlo con dulzura y respeto. Mantened una buena conciencia, para que aquello mismo que os echen en cara, sirva de confusión a quienes critiquen vuestra buena conducta en Cristo." (1 Pedro 3, 15-16)
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"Es mejor sufrir por hacer el bien, si tal es la voluntad de Dios, que haciendo el mal." (1 Pedro 3,17).

"Alegraos en la medida en que participáis en los padecimientos de Cristo, que es posible que también sea alegría y júbilo, cuando se manifieste su gloria."(1 Pedro 4,13)

Si sufrimos persecución o mofa, no debemos avergonzarnos sino alegrarnos por participar con Cristo en la cruz. Y todo para dar gloria a Dios por ser cristianos y encomendarnos a Él.

"Queridos, no os extrañéis del fuego que ha prendido en medio de vosotros para probaros, como si os sucediera algo extraño, sino alegraos en la medida en que participáis en los sufrimientos de Cristo, para que también os alegréis alborozados en la revelación de su gloria." (1 Pedro 4,12-13)

"Si sois vituperados por el nombre de Cristo, sois bienaventurados...Si alguno padece como cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dios en este nombre...Que los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, y hagan el bien." (1 Pedro 4,14-19)

El objetivo que Pedro trata de exhortarnos a los cristianos como "extranjeros y peregrinos" en esta tierra, no es que pongamos nuestra esperanza en nuestra propia justicia, sino que sepamos sufrir como Cristo y mostremos que nuestro tesoro está en el cielo, no en la defensa propia.

A través de San Lucas 
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Nos asegura que seremos perseguidos y que tendremos hostilidad y violencia por causa de su nombre, pero todo su consejo se basa en cómo manejar la situación a través del sufrimiento y del testimonio, no con la defensa armada.


"Os echarán mano y os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y cárceles y llevándoos ante reyes y gobernadores por mi nombre; esto os sucederá para que deis testimonio. Proponed, pues, en vuestro corazón no preparar la defensa, porque yo os daré una elocuencia y una sabiduría a la que no podrán resistir ni contradecir todos vuestros adversarios. Seréis entregados por padres, hermanos, parientes y amigos, y matarán a algunos de vosotros, y seréis odiados de todos por causa de mi nombre. Pero no perecerá ni un cabello de vuestra cabeza. Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas. (Lucas 21, 12-19)

A través de San Mateo

Nos asegura que su rebaño está entre lobos y dice que seamos prudentes y sencillos.
"Mirad que yo os envío como ovejas en medio de lobos. Sed, pues, prudentes como las serpientes, y sencillos como las palomas. Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los tribunales y os azotarán en sus sinagogas; y por mi causa seréis llevados ante gobernadores y reyes, para que deis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Mas cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué vais a hablar. Lo que tengáis que hablar se os comunicará en aquel momento.Porque no seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que hablará en vosotros. Entregará a la muerte hermano a hermano y padre a hijo; se levantarán hijos contra padres y los matarán. Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará." (Mateo 10, 16-22).


Jesús dijo a [Pedro], "Vuelve tu espada a su lugar. Para todos los que toman la espada perecerán por la espada"(Mateo 26,52).

Resultado de imagen de esperanza en el cieloEl apóstol nos dice que los cristianos se regocijan en la persecución porque tenemos puesta nuestra esperanza en el cielo en lugar de en la tierra, intentando defendernos.

Esta es la raíz de poner la otra mejilla y amar al enemigo.

"Habéis oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente. Pues yo os digo: no resistáis al mal; antes bien, al que te abofetee en la mejilla derecha ofrécele también la otra (Mateo 5, 38-39)

"Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos."
 (Mateo 5, 44-45).

"Bienaventurados seréis cuando os insulten y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi cuenta. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos, porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros". (Mateo 5, 11-12)

A través de San Juan

Nos prepara el escenario para una vida de peregrinación en esta tierra en la que damos testimonio de que este mundo no es nuestro hogar, y no es nuestro reino, renunciemos a la imposición de nuestra causa cristiana con la espada.

"Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero mi reino no es de este mundo" (Juan 18,36).


Entonces, ¿debemos tomarnos la justicia por nuestra cuenta?

NO, absolutamente NO.

La Palabra nos dice que Dios suplirá todo lo que nos falte conforme a la gloria en Cristo Jesús. (Filipenses 4,19) y que Dios permite el uso de la espada por parte del Estado en la defensa de la justicia (1 Pedro 2,13-17; Romanos 13, 1-4). 

Dios se dirige a las personas a las que la Biblia llama "los refugiados y exiliados" en la tierra, a saber, los cristianos y nos dice claramente que nuestras armas no son materiales, sino espirituales (2 Corintios 10, 4).