¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.
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domingo, 25 de agosto de 2024

FELIPE, EL QUE CONFIABA EN JESÚS

"Al día siguiente, Jesús resolvió partir hacia Galilea.
Se encontró con Felipe y le dijo: 'Sígueme'.
Felipe era de Betsaida, el pueblo de Andrés y de Pedro.
Felipe se encontró con Natanael y le dijo:
Hemos hallado a aquél de quien escribió Moisés en la Ley 
y también los profetas.
Es Jesús, el hijo de José de Nazaret. "
(Jn 1, 43-45)

San Juan nos dice que Felipe era oriundo de Betsaida y de oficio pescador, como Pedro y Andrés; que era amigo de Natanael de Caná; que había conocido a Jesús; que fue también discípulo de Juan el Bautista (como todos los apóstoles galileos) y que fue de los primeros a quien Jesús le dijo “Sígueme.

Las listas de los Evangelios Sinópticos y los Hechos de los Apóstoles registran a Felipe en quinto lugardespués de  Pedro, Andrés, Santiago y Juan (Mt 10,3; Mc 3,18; Lc 6,14; Hch 1,13), pero es en el Evangelio de san Juan donde se le nombra y donde se relata cómo cuando Felipe conoció a Cristo, inmediatamente fue a buscar a Natanael y le dijo: “lo hemos encontrado, de quien Moisés... y los profetas, escribieron.”  Natanael recibió la noticia con reticencia y desconfianza pero Felipe no le argumentó nada ni trató de convencerlo, simplemente le dijo: “Ven y verás” (Jn 1, 43). 

Este pasaje joánico nos dice tres cosas importantes sobre Felipe: primero, muestra el correcto acercamiento hacia el que recela de Cristo, indicándole el camino pero sin quebrantar su libertad; segundo, su total confianza en Cristo; y tercero, su vocación misionera.

San Juan menciona también la participación del apóstol en la multiplicación de los panes, como el hombre encargado de la logística y a quien Jesús, para probarlo, le pregunta: “¿Con qué compraremos panes para que coman estos?(Jn 6, 5-7). También, narra su intervención durante la Última Cena cuando le dice a Cristo:"Muéstranos al Padre" (Jn 14, 8).
             
Los estudiosos no están muy de acuerdo sobre la figura de Felipe. En Hch 6,5 se presenta a Felipe como uno de los siete diáconos ordenados. Algunos dicen que éste es otro Felipe. Otros, que realmente éste es el apóstol. 

Si es el mismo Felipe, entonces su personalidad cobra más importancia porque significa que tuvo una fructífera campaña misionera en Samaria, dirigiendo al eunuco etíope a Cristo (Hch 8,26), quedándose con Pablo en Cesarea (Hch 21,8) y siendo una de las figuras importantes de la iglesia primitiva. 

El Evangelio señala expresamente que "era de Betsaida, la ciudad de Andrés y de Pedro" (Jn 1, 44), lo que unido al hecho de que Andrés y él son los únicos apóstoles que tienen nombres griegos, y a la intercesión conjunta de ambos por los griegos que querían ver a Jesús (Jn 12, 21-22), hace suponer que Felipe y Andrés eran parientes o amigos.

Pero tras su mención junto a los demás apóstoles en Pentecostés, no vuelve a ser nombrado, y poco sabemos a ciencia cierta acerca de su vida, salvo por la literatura apócrifa: 
  • "Hechos de Felipe" (s. IV)​ narra su predicación en Grecia, Siria y Frigia junto a Bartolomé (Natanael), sus predicciones y milagros, y su martirio en Hierápolis (Frigia).
  • "Leyenda dorada"(compilada en los s. XIV y XV) afirma también que fue martirizado en Hierápolis, siendo crucificado tras haber sido lapidado.
  • "Evangelio de Felipe" dice que María Magdalena era su 'compañera', 'hotre', que en copro se refiere a una compañera sentimental (mujer), espiritual (discípula) o una simple acompañante.
Hombre práctico y normativo, de hechos y números, de corazón caliente y cabeza pesimista, este sencillo galileo fue quien marcó la cruz como signo de cristiandad y de victoria.

Su símbolo apostólico es una canasta, por su participación en el milagro de la multiplicación de los peces y los panes. También, se le representa con una cruz en forma de "T", instrumento con el que obró durante su vida muchos milagros.

viernes, 23 de julio de 2021

TRES PREGUNTAS DE LOS DISCÍPULOS A JESÚS

"Estaba sentado en el monte de los Olivos 
y se le acercaron los discípulos en privado 
y le dijeron: 
¿Cuándo sucederán estas cosas 
y cuál será el signo de tu venida 
y del fin de los tiempos?"
(Mateo 24, 3)

Tras el capítulo 23 del evangelio de Mateo en el que Jesús se dirige por última vez a la muchedumbre en general, el capítulo 24 comienza con unos confundidos discípulos, que después de las duras palabras y los sentidos lamentos de Jesús por Jerusalén, le muestran la magnificencia de los atrios exteriores del templo. Sin embargo, Cristo les asegura que Jerusalén y el templo serán completamente destruidos (v.2), lo que provoca una mayúscula sorpresa y consternación en los discípulos.

Saliendo por la puerta principal del templo hacia el este, Jesús llega al monte de los Olivos, el mismo lugar donde el profeta Zacarías predijo que el Mesías pondría sus pies cuando viniera a establecer su reino (Zacarías 14,4). Se sienta y los discípulos, Pedro, Santiago, Juan y Andrés (cuyos nombres aparecen en Marcos 13,3-4), se le acercan en privado para que les explique aquella sentencia tan rotunda, y le formulan tres preguntas (v.3)¿Cuándo sucederán estas cosas? refiriéndose a la destrucción del templo y ¿cuál será el signo de tu venida y del fin de los tiempos? refiriéndose a su muerte y resurrección, y creyendo que el fin de los tiempos ocurriría de forma inminente.

La respuesta de Jesús a la primera pregunta no aparece en este Evangelio de Mateo, sino en el de Lucas 21, 20-24: la destrucción de Jerusalén y de su templo por los romanos cuarenta años después (equivalente al tiempo de una generación). que fue mucho mayor que la provocada por Nabuconodosor seiscientos años antes. 

Según el historiador Josefo, el Lugar Santo ardió de tal forma que todo el oro se derritió y se incrustó en las piedras del suelo, que los soldados romanos levantaron una a una, dando cumplimiento literal a las palabras proféticas de Jesús: "No quedará piedra sobre piedra". Lo único que quedó en pie del templo fue una parte de los cimientos del muro exterior, lo que se conoce hoy como el “Muro de las Lamentaciones” y que da cumplimiento a las lamentaciones de Jesús del capítulo 23.
Las otras dos preguntas no son contestadas por Jesús con una respuesta concreta ni con una fecha exacta, sino con una exhortación a estar preparados. Para ello, el Señor describe los acontecimientos historicos que ocurrirán en el fin de los tiempos, tanto en el mundo como en la Iglesia: está mostrando el comienzo del Apocalipsis, que sucederá tras su Ascensión a los cielos.

Sus palabras proféticas tienen un doble sentido: 

-sucesos que ocurrirían en tiempos de los apóstoles. Destrucción del templo de Jerusalén y el comienzo de su reinado mediante la fundación de su Iglesia.

-acontecimientos que se desarrollarían en el futuro. La tribulación de su Iglesia y su prueba final: la apostasía que sacudirá la fe de muchos. 

Jesús advierte a sus discípulos (y a nosotros también) para que nadie nos engañe (v.4), porque aparecerán muchos falsos cristos (Mateo 24,5 y 23-26; 2 Pedro 2,1), para seguidamente, describir las señales que sucederán antes del fin, como el principio de los dolores, analogía del alumbramiento de Jesucristo (Apocalipsis 12,2) y tiempo de angustia en el parto (Jeremías 30,7; Isaías 66,7; Miqueas 5,2): 

- guerras, hambre, epidemias, terremotos (v.6-7)
persecuciones, martirios, odios y traiciones (v.8-10)
falsos profetas, mentira, maldad y enfriamiento del amor (v.11-12) 
- el anuncio del Evangelio a todas las naciones (v.14)

Estas señales guardan un exacto paralelismo con los jinetes de Apocalipsis 6. Pero, sobre todo, Cristo nos llama a perseverar hasta el fin y a resistir el mal (v.13). Exactamente lo mismo que Juan desarrolla en el libro del Apocalipsis.

Cristo nos previene de la llegada de la "abominación de la desolación" (v.15), es decir, de la apostasía. La misma que profetizó Daniel y tuvo su cumplimiento en 168 a.C. cuando Antíoco Epífanes sacrificó un cerdo a Zeus en el altar del templo santo (Daniel 9,27; 11,30-31). La misma que profetizó Jesús y tuvo su cumplimiento en el 70 d.C., cuando Tito colocó un ídolo en el lugar del templo incendiado después de destruir Jerusalén. La misma que se cumplirá al final de los tiempos, cuando el Anticristo levante una estatua de sí mismo y ordene que todos la adoren (2 Tesalonicenses 2,4; Apocalipsis 13,14-15).

Nos avisa de una gran tribulación (v.21) como jamás ha sucedido desde el principio del mundo hasta hoy, ni la volverá a haber.

Nos advierte de la mentira y el engaño, a no creer si alguien nos dice que el Mesías ya ha venido ni a buscarle fuera de su Iglesia (v.23-26), porque cuando Cristo venga, todos lo veremos (v.30), y enviará a sus ángeles al son de trompetas (Mateo 24,31; Apocalipsis 8-9).
Nos asegura que su regreso será indudable e incuestionable (Mateo 24,34-35; Marcos 13,26), aunque nadie sabe la hora de su venida, ni siquiera Jesús (v.36). Su venida será repentina y por sorpresa, "como un ladrón" (2 Pedro 3,10), como en los días de Noé, cuando menos se espere (v.37-39).

El propósito de las palabras de Jesús (como las de Juan en Apocalipsis) no es darnos pie a predicciones, conjeturas o cálculos acerca de la fecha de su venida, sino mientras esperamos su venida o parusía, invitarnos a vivir una vida en vela, en alerta constante y preparados (v.42), trabajando para su reino, cumpliendo la voluntad de Dios y siendo intachables e irreprochables (2 Pedro 3, 14) porque la elección que hayamos hecho, determinará nuestro destino eterno (Mateo 24,50-51; Apocalipsis 20,12).

¡Maranatha!
¡Ven, Señor Jesús!
(Apocalipsis 22,20)

miércoles, 31 de marzo de 2021

JUAN, EL DISCÍPULO AMADO

"Cerca de la cruz de Jesús estaba su madre, con María,
la hermana de su madre, esposa de Cleofás, y María de Magdala.
Jesús, al ver a la Madre y junto a ella al discípulo que más quería,
dijo a la Madre: 'Mujer, ahí tienes a tu hijo'.
Después dijo al discípulo: 'Ahí tienes a tu madre'.
Y desde aquel momento el discípulo se la llevó a su casa"
(Juan 19, 25-27)

Juan en hebreo, יוחנן Yohanan ("el Señor es misericordioso"), apodado Boanerges "Hijo del Trueno"hijo de Zebedeo y Salomé, hermano de Santiago el Mayor, discípulo de Juan el Bautista y primo de Jesús, es "el discípulo amado" autor del Cuarto Evangelio, de tres Cartas Apostólicas y del Apocalipsis.

Pescador de oficio, vive en Betsaida, Capernaúm y Jerusalén. Es miembro del Círculo Interno participa con Pedro y Santiago de los episodios más significativos de la vida de Jesús. 
Está con María "junto a la cruz" (Juan. 19, 25-27), y es testigo junto a Pedro del sepulcro vacío: "vio y creyó" (Juan 20, 8). 

Está con Jesús en todas las ocasiones especiales: en la Última Cena con su cabeza recostada en el pecho del Señor (por ello es llamado en griego "Epistehios": el que está sobre el pecho), en la resurrección de la hija de Jairo, en la transfiguración de Jesús, y en el huerto de Getsemaní. También es testigo privilegiado de las apariciones de Jesús resucitado y de la pesca milagrosa en el Mar de Tiberíades.

Está con Pedro: los Hechos de los Apóstoles le nombran siempre muy cercano al apóstol en varias ocasiones en las que ambos aparecen asociados (especialmente su visita al sepulcro vacío de Juan 20, 1-10). Le acompaña tanto en la predicación inicial en el Templo de Jerusalén (donde, apresados, llegaron a comparecer ante el Gran Sanedrín por causa de Jesús), como en su viaje de predicación a Samaria. 
Pablo lo menciona como una de las "columnas de la Iglesia" (Gálatas 2, 9). Es llamado "el Teólogo" por la profundidad de su Evangelio, diferente en muchos aspectos de los sinópticos.

Vive primero en Antioquía y luego en Éfeso. San Ireneo, hacia el año 75 d. C. escribe: "Juan, el discípulo del Señor, el mismo que descansó sobre su pecho, publicó también el evangelio cuando se encontraba en Éfeso"

Predica en las siete iglesias de Asia Menor. Luego viaja a Roma, donde por orden del emperador Domiciano, ya cerca de los noventa años de edad, es arrojado en aceite hirviendo cerca de la Puerta Latina. Sale indemne del suplicio y es desterrado a la isla de Patmos, donde escribe el Apocalipsis. Fallece a finales del siglo I, de muerte natural.

Hombre de acción, de temperamento explosivo y corazón intolerante. De familia prominente, su padre contrataba sirvientes en su negocio pesquero (Marcos 1,20)
Muerte: Natural.

Festividad: 27 de diciembre.

Patrono: Turquía.

Patrón: libreros, escritores, editores, encuadernadores y teólogos.

Símbolo apostólico: un cáliz con una serpiente, un libro, un águila, una esmeralda. 

sábado, 16 de marzo de 2019

UN MENSAJE ESCANDALOSO

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"Si uno viene a mí y no deja a su padre y a su madre, 
a su mujer y a sus hijos, hermanos y hermanas, 
y aun su propia vida, 
no puede ser discípulo mío. 
El que no carga con su cruz y me sigue, 
no puede ser mi discípulo." 
(Lucas 14, 26-27)

¡Qué fuertes resuenan las palabras de Cristo en el Evangelio de Lucas! ¡Qué duro es tener que dejar todo por Él, a nuestros padres, hermanos, mujer o hijos! ¡Parece una locura, un escándalo! 

Sin embargo, lo que la Palabra de Dios quiere hacernos entender es que no es posible ser discípulo de Cristo si queremos caminar con nuestras mochilas, con nuestras intereses, comodidades o preocupaciones.

Nos asegura que no es posible seguirlo a "nuestra manera", a "nuestro antojo", a nuestra conveniencia o a nuestro gusto. 

Nos dice que no es posible ser cristiano sin dejar de lado los apegos, esclavitudes y dependencias


Nos muestra el camino y nos señala la dirección pero no nos obliga a tomarlo.

Ento
nces ¿qué significa cargar nuestra cruz?

Mientras el mundo nos señala la libertad, la prosperidad, el éxito y la realización personal como el modo de vivir una v
ida feliz, Jesús nos dice todo lo contrario: la dependencia, la humillación, el abandono y la confianza conducen a la vida plena. La cruz es indispensable para seguirlo y llegar al cielo.

Para seguir a Jesús, ¿hace falta renunciar a nuestra familia?
Cualquier versión desvirtuada de vida cristiana que podamos imaginar distinta a la de abrazar la cruz no pasa de ser un cristianismo light, una fe descafeinada, un discipulado "fake".

Como tampoco vale cargarla "de mala manera" o "por cumplir".

Debemos abrazarla, es decir, desearla, amarla. ¡qué fuerte!...¿no? ¡...de locos"! ¿verdad? ¡Un mensaje escandaloso!

Pu
diera se que nos planteáramos servir a Dios desde una perspectiva cómoda, sencilla y libre de riesgos.

Pudiera ser que quisiéramos dar una imagen pública "políticamente correcta" al mundo, pretendiendo no "descolocar" u ofender a nadie y, así, pasar de puntillas por nuestro cristianism
o.

Sin emba
rgo, el apóstol Pablo deja muy claro que seguir a Cristo implica compromiso, incomodidad y sacrificio. Implica escándalo y locura. Valentía y decisión. Tenemos que "mojarnos". No valen los atajos ni los caminos fáciles. 

Pablo escribe a la igl
esia de Corinto: "El mundo con su propia sabiduría no reconoció a Dios en la sabiduría manifestada por Dios en sus obras. Por eso Dios ha preferido salvar a los creyentes por medio de una doctrina que parece una locura. Porque los judíos piden milagros, y los griegos buscan la sabiduría; pero nosotros anunciamos a Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los paganos, pero poder y sabiduría de Dios para los llamados, judíos o griegos. Pues la locura de Dios es más sabia que los hombres; y la debilidad de Dios, más fuerte que los hombres." (1 Corintios 1, 21-25).

Imagen relacionada Si el mensaje de la cruz supone un escándalo y una locura para el mundo, el estilo de vida basado en la cruz también será considerado una locura y un escándalo para el mundo. 

Pablo dice Dios le envió a predicar el evangelio "sin alardes literarios, para que no se desvirtúe la cruz de Cristo" (1 Corintios 1,17), para que no suceda lo que le ocurrió en el areópago de Atenas, durante su segundo viaje apostólico, donde trató de "suavizar" el mensaje de Cristo, fracasando estrepitosamente.

Quizás algunos tratan de seguir a Cristo a través de un denodado activismo social con el que dirigir sus conciencias hacia un pensamiento que les convierta en buenas personas, en verdaderos discípulos de Cristo. 

Si bien estar activo en obras sociales o caritativas tienen su importancia, la manera más efectiva que Dios nos ha dado para cambiar el mundo es cambiar los corazones con un mensaje claro y contundente del Evangelio. 

Un mensaje que nos confronta y que nos interpe
la en nuestras propias vidas, en nuestros entornos. 

Las conversaciones de paz, los programas políticos o diplomáticos y las estrategias sociales o económicas no son las fuerzas de cambio que más necesita el mundo. Lo que el mundo necesita es el Evangelio presentado de forma clara y sin doblez por apóstoles valientes y seguros de Dios (2 Corintios 5, 16-21).

El estilo de vida de la cruz no es un ca
mino en el que buscamos la realización personal, complaciéndonos a nosotros mismos, sino que es una forma de vida en la que confiamos en que la alegría y la paz nos llegarán a través de la completa obediencia a Dios, según sus designios, como hace un hijo con su padre.

Al entregar nuestra vida al propósito de Dios, los cristianos sabemos que Su plan es llevar a otras almas junto a Él, aunque a veces, nos lleve por situaciones de riesgo o incomodidad, en las que debemos confiar ciega e implícitamente en Él, aún sin comprender.

Solo cargando la cruz, podemos encontrar la gr
acia de una vida victoriosa y alcanzar nuestro destino final: el cielo.

¡Señor, si Tú me dices ven...lo dejo todo!