Nuestro testimonio de vida es una de las herramientas más efectivas en nuestro servicio a Dios. Un testimonio bien preparado bajo la guía y basado en el poder del Espíritu Santo, puede tener un gran impacto en casi todas las personas y situaciones.
Nuestro objetivo debe ser presentar a Cristo de manera clara, atractiva, y sencilla, de modo que todo aquel que escuche, desee conocerle personalmente.
Mi testimonio no trata de mí
Es cierto que a todos nos encanta que nos cuenten una buena historia, pero sobre todo, nos encanta “compartir nuestros testimonios” y “contar nuestras experiencias”.
Este énfasis en la experiencia personal es uno de los puntos fuertes para captar a los "alejados" o a los "tibios", entendiendo que para la conversión, primero se necesita anunciar a Cristo a través de su acción en nuestras vidas.
La identidad misionera, igual que las de los apóstoles de Cristo, está basada en compartir nuestras historias, nuestros encuentros personales con Jesús y nuestras conversiones pero esto es un peligro sutil que tiene "trampa escondida".
Poner excesivo énfasis en nuestras historias y testimonios de conversión, sin querer, puede hacer que la gente piense que la evangelización "va" de compartir nuestra experiencia personal.
Poner excesivo énfasis en nuestras historias y testimonios de conversión, sin querer, puede hacer que la gente piense que la evangelización "va" de compartir nuestra experiencia personal.
En otro artículo ya hablé acerca de este punto. Nuestra misión como cristianos no se basa de dar "testimonios selfies", no se trata de hablar de nosotros y lo maravillosos que somos después de ser cristianos. "Id y a haced discípulos” no es “Id y contad vuestra historia.” No son la misma cosa.
Mi testimonio trata de Cristo
Nuestra fe es Cristo-céntrica, es decir, que el mensaje del Evangelio (la vida, muerte y resurrección de Jesucristo) deben ser el centro de nuestra proclamación al mundo.
Pero al igual que en el ámbito comercial, no es suficiente con mostrar nuestro producto a los clientes ni basta con explicar sus excelentes resultados, tampoco es coherente pretender vender un producto utilizando otro de la competencia.
Por tanto, lo que decimos y hacemos, también debe dar testimonio de Cristo, al seguir su ejemplo. Nuestras experiencias de conversión deben estar en armonía con Cristo y respaldar nuestra proclamación del evangelio.
Pero al igual que en el ámbito comercial, no es suficiente con mostrar nuestro producto a los clientes ni basta con explicar sus excelentes resultados, tampoco es coherente pretender vender un producto utilizando otro de la competencia.
Por tanto, lo que decimos y hacemos, también debe dar testimonio de Cristo, al seguir su ejemplo. Nuestras experiencias de conversión deben estar en armonía con Cristo y respaldar nuestra proclamación del evangelio.
El mensaje bíblico relatado en el libro de los Hechos de los Apóstoles no trata sobre las experiencias de conversión de los discípulos, sino en que la obra de Cristo hace que la conversión sea necesaria.
Por esta razón, nuestro testimonio de fe cristiana debe estar enfocado principalmente en lo que Cristo hizo en la historia de la humanidad, no sólo lo que Cristo ha hecho en nuestra vida.
Esto no quiere decir que debemos dejar de dar testimonio personal. Muy al contrario, en nuestra sociedad actual, nuestros testimonios son poderosos a la par que inusuales. Se trata de que respalden y apoyen el mensaje claro del evangelio, y no lo reemplacen en manera alguna.
Lo que Jesús ha hecho por mí debe siempre estar conectado únicamente con lo que Jesús ha hecho por la humanidad.
Si nuestro testimonio personal está enfocado principalmente en nuestra propia experiencias con Cristo puede, involuntariamente, restar importancia a los pilares sobre los que se fundamenta nuestra fe cristiana. De hecho, otras personas de otras confesiones o religiones hablan del mismo modo acerca de sus experiencias personales en el Islam, el Budismo o el Hinduismo.
El deseo inicial de comunicar nuestra experiencia personal puede estar influido por la cultura posmoderna del "mostrarse", lo que nos llevaría a una presentación mutilada del evangelio, perdiendo su base en el hecho histórico y dirigiéndola a nuestra propia realidad narcisista.
El papel de la experiencia personal en el testimonio de Cristo debe ser visto como una evidencia adicional del poder del evangelio. No es el evangelio mismo, sino que, además, éste da testimonio de su poder.
Mi testimonio habla de Dios en mi vida
Al preparar mi testimonio, debo tener presente tres conceptos: ANTES, CÓMO, y DESPUÉS
1. ¿Cómo era mi vida ANTES de que tuviera un encuentro personal con Jesucristo y le confiara totalmente mi vida?
¿Cómo buscaba mi seguridad, mi paz, mi felicidad?
¿Era feliz o me faltaba algo?
¿Pensaba alguna vez en Él?
¿Estaba presente en mi vida?
¿Pensaba alguna vez en Él?
¿Estaba presente en mi vida?
Los ejemplos me llevarán a ser un testigo creíble en las mentes de aquellos a quienes estoy hablando. Debo evitar un enfoque excesivamente elevado o religioso. No debo invertir gran cantidad de tiempo hablando acerca de mis actividades en la iglesia antes de que mi vida comenzara a cambiar.
Debo evitar ser demasiado explícito o incisivo al hablar de drogas, inmoralidad, crimen o alcoholismo. Huyamos del sensacionalismo.
2. ¿CÓMO llegué a conocer a Cristo?
¿Cómo llegué a confiar en Él y entregarle el control completo de mi vida?
¿Cuál fue mi reacción inicial?
¿Cuándo y por qué comencé a sentirme atraído hacia Él?
¿Cuál fue el punto decisivo en mi actitud?
¿Qué barreras mentales experimenté?
Debo empatizar y tratar de pensar como lo hace mi audiencia: “¿Por qué debo permitir a quien me habla que me diga cómo debo dirigir mi vida?” Debo explicar por qué decidí invitar a Cristo a mi vida.
3. ¿Qué sucedió DESPUÉS de dar mi sí a Cristo?
¿Qué cambios se produjeron en mi vida, acciones, actitudes, problemas?
Debo usar ejemplos específicos.
Debo usar ejemplos específicos.
¿Cuánto tiempo pasó antes de que notara cambios?
Debo dejar claro que mi fe "no es magia".
Debo dejar claro que mi fe "no es magia".
¿Qué diría para describir lo importante que es Jesús para mi?
Debemos ser tan descriptivos como podamos.
Debemos ser tan descriptivos como podamos.
Al final, evaluemos nuestro Testimonio Personal:
1. ¿He comunicado claramente cómo puede una persona conocer a Cristo?
2. ¿Expresa mi testimonio la seguridad de que yo he dado mi sí incondicional a Jesús?
3.¿He enfatizado los beneficios de mi relación con Cristo?
4. ¿He incluido una frase inicial que capte la atención? 5. ¿Hay un enunciado, una conclusión y una invitación claras en mi testimonio?
JHR