¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.
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domingo, 3 de agosto de 2025

2ª CARTA A LOS TESALONICENSES: JUICIO FINAL Y SEÑALES DE LA PARUSÍA

 

La 2ª carta a los Tesalonicenses ocupa el décimo cuarto lugar de los libros del Nuevo Testamento y el noveno del corpus paulino. 

Se trata de la 2ª de las "cartas iniciales"cartas menores", más breve que la 1ª, con finalidad eminentemente teológica pastoral, y con un colorido escatológico-apocalíptico.

Autoría, lugar y fecha de composición
La Tradición cristiana (san Ireneo, san Ignacio de Antioquía, san Justino y san Policarpo) reconoce unánimemente la autoría de Pablo, quien escribe desde Corinto hacia principios del año 51 d.C. tres o cuatro meses después de la 1ª carta, como acredita la presencia de Silas y de Timoteo.

El motivo de la epístola es corregir los malentendidos de los tesalonicenses, que creían que la parusía era inminente o incluso que había ocurrido ya: el apóstol remarca que antes del regreso glorioso de Cristo, habrían de producirse "unas señales" (2 Tes 2,1-14), por lo que les anima a mantenerse vigilantes y firmes en la fe (2 Tes 3,6-7; 14-15).

Sin embargo, muchos biblistas creen que la carta podría haber sido escrita por un discípulo suyo entre los años 80-110 d.C. por las diferencias en:
  • el tono: menos íntimo, afectivo y personal
  • el contenido teológico: la no inminencia de la 2ª venida de Cristo)
  • la cristología: más acentuada en esta carta que en la 1ª
  • el vocabulario: con muchas palabras diferentes
  • la estructura: posible interpolación de varias cartas
  • el estilo: utiliza muchas repeticiones, nada habituales en Pablo
  • el saludo: parece un intento de recalcar la autoridad apostólica del escrito 
  • los destinatarios: parecen ser más universales que locales
Contenido
Pablo quiere aclara a la comunidad de Tesalónica varias cuestiones que no parecen haberse entendido o que han sido tergiversadas por "falsos profetas":
  • Juicio final: utilizando elementos del género apocalíptico (cf. Is 2,10-21; 66,4-16) les recuerda (y lo seguirá haciendo en todas sus cartas) que habrá un juicio futuro, justo y universal de Dios en el que, a su tiempo, cada uno recibirá lo que merece por sus obras  (2 Tes 1,4-12; cf. 1 Cor 3,13-16; 2 Cor 5,10; Gal 6,7-9; Rom 2,5-16; 14, 10-12; Col 3,24-25; 2 Tim 4,1).
  • Parusía: reitera que la venida del Señor es cierta pero imprevisible. No dice nada respecto a cuándo tendrá lugar la parusía pero, en todo caso, no hay que considerarla como inminente.
  • Signos y señales: insiste en que, antes de que llegue la parusía, tendrán que ocurrir ciertos signos o señales: la apostasía y el misterio de la iniquidad (cf. 2,1-12). Por eso, corrige la decisión de ciertos miembros de la comunidad de dejar de trabajar por la más que inminente llegada del Señor, exhortándoles a seguir trabajando, a estar vigilantes y a discernir los "signos de los tiempos" (cf. 3, 6-15).
  • Misterio de iniquidadrecurre a los textos bíblicos y al género apocalíptico para explicar el plan maligno de Satanás:
    • su acción anti-Dios en el Antiguo Testamento  (cf. Gen 3,4-5; Is 14,13-15; Ez 28,2-10; Dan 7, 19-27; Sal 2,1-5; Sab 2,10-24)
    • su acción anti-Cristo, ahora, en la Nueva Alianza.
  • Anticristoemplea rasgos personales (hombre, hijo...) para expresar conceptos colectivos, recurso habitual del género apocalíptico  (cf. Dan 7,1-28; Ap 6,1-8). No dice que el "obstáculo" actúa contra el Anticristo, sino que impide que se revele; el plan antidivino de Satanás para frustrar la obra de Cristo está actuando ya (v.7) a través de esos "muchos anticristos" de los que habla también Juan (1 Jn 2,18). 
  • Apostasía: la describe como la manifestación del Anticristo, que ya se ha realizado, se realiza y seguirá realizándose, aunque éste no se haya revelado personalmente. Apostasía y Anticristo forman parte del mismo acontecimiento. La apocalíptica judía describe escatológicamente la "apostasía" en:
    • 1 Mac 2,15-16: la expresión "dolores de parto mesiánico," señala los tiempos difíciles que precederán a la venida del Mesías
    • Mt 24,11-122 y Lc 18,8: Jesucristo predice que al final de los tiempos surgirán "falsos profetas" que engañarán a muchos
    • Ap 13,7-8: Juan ve una "bestia" que luchará con los fieles y los vencerá 
    • 2 Tes 2,1-12: Pablo la denomina como "signo" precursor de la parusía
  • "Obstáculo" o "quien lo retiene": existen varias hipótesis propuestas acerca de a qué se refiere Pablo:
    • el imperio romano y su representante el emperador, en cuanto al orden civil o principio de autoridad que representa: Pablo acude a las autoridades civiles para defenderse de sus enemigos (cf. Hch 25,11-12) y los considera como representantes de Dios en orden a la represión del mal (cf. Rom 13,1-7). 
    • los apóstoles, que extienden por el mundo la buena nueva de Cristo, por las semejanzas con:
      • Ap 11,3-10; 13,7-8, bajo el símbolo de los "dos testigos," se alude quizás a Pedro y a Pablo, que serán vencidos y muertos por "la bestia" una vez que hayan acabado de proclamar su testimonio
      • Mt 24,14-24, en el que Jesús anuncia que el Evangelio "será predicado en todo el mundo, y entonces vendrá el fin," precisamente cuando surgirán "falsos profetas" que inducirán a error a muchos.
    • el arcángel Miguel con su ejército celestial, idea habitual en la literatura apocalíptica en la que es presentado como el gran defensor del pueblo de Israel (cf. Dan 10,13.21; 12,1; Judas 1,9), y, para los cristianos, de la Iglesia (cf. Ap 12,7-9). 
La tradición de la Iglesia describe escatológicamente al Anticristo como una persona concreta, sumamente perversa y fascinadora, que aparecerá al final de los tiempos y provocará la gran "apostasía" (1 Jn 2,18-22: 4,3).

Estructura
La carta consta de dos partes, precedidas de un saludo y seguidas de una despedida:
  • Introducción (1,1-12): saludo inicial y acción de gracias
  • Sección pastoral (2,1-17): la Parusía o 2ª venida de Jesucristo y sus signos
  • Sección exhortativa/moral (3,1-15): instrucciones a los que no quieren trabajar
  • Conclusión (3,16-18): saludos y bendición final

sábado, 2 de agosto de 2025

1ª CARTA A LOS TESALONICENSES: PREPARACIÓN PARA LA PARUSÍA

 

La 1ª carta a los Tesalonicenses ocupa el décimo tercer lugar de los libros del Nuevo Testamento y el octavo del corpus paulino. 

Se trata de una de las "cartas iniciales" o "cartas menores" dirigida a la comunidad cristiana de Tesalónica, evangelizada por Pablo en su 2º viaje misionero, después de Filipos (Hch 17,1-8), hacia el invierno del 49-50 d.C. y en la que permaneció unos tres meses.

La finalidad de la epístola es más pastoral que doctrinal: Pablo se dirige, sobre todo, al corazón de los tesalonicenses, expresándoles gozo, congratulación, reconocimiento, palabras de aliento y consuelo.

La comunidad tesalonicense
Tesalónica, capital de Macedonia y situada en el norte de Grecia, era una ciudad populosa de 300.000 habitantes, la segunda de Grecia después de Atenas, y uno de los mejores y más seguros puertos comerciales del Mar Egeo.

Tenía una comunidad judía muy activa y beligerante (1 Tes 2,13-16; Hch 17,1-2) que provocó muchos problemas a la comunidad cristiana, procedente del paganismo, sobre todo, mediante intrigas y persecuciones, y desacreditando a Pablo y su labor apostólica. 

La comunidad de Tesalónica era joven y fervorosa, aunque mantenían algunas costumbres paganas. Algunos de sus miembros comenzaron a morir, por lo que se planteó la cuestión de la salvación y la resurrección antes de la 2ª venida de Cristo.

Previendo las dificultades, Pablo envía a Timoteo desde Atenas para animar a los tesalonicenses, quien regresa unos meses más tarde con buenas y malas noticias.

Autoría, lugar y fecha de composición
Tras el regreso de Timoteo y ante la imposibilidad de visitarlos
, Pablo escribe su primera epístola desde Corintoen la primavera-verano del año 50 d.C., constituyendo el 1º escrito del Nuevo Testamento, sirviéndose de Silas y Timoteo como amanuenses.

Contenido
Para responder a las preocupaciones y preguntas de los tesalonicenses sobre la muerte, la resurrección, la salvación y la 2ª venida de Cristo, Pablo utiliza el género apocalíptico, muy común en la época, empleando símbolos e imágenes que no deben interpretarse literalmente.

Algunos de los temas que aborda en la carta son:
  • la misión apostólica
  • el desarrollo y consolidación de la Iglesia
  • la dimensión trinitaria de la vida cristiana
  • el misterio del mal
  • los acontecimientos escatológicos de la historia de la salvación: la parusía
Pablo, tanto al principio de su vida apostólica (cf. 1 Tes 5,1-11), en el medio (cf. 2 Cor 5,1-3) como al final (cf. 2 Tim 4,1-8), muestra que ignora el momento de la parusía, en consonancia con lo ya dicho por Cristo (cf. Mt 24,36; Hch 1,7), aunque a lo largo de su evangelización tuvo cierta evolución o cambio de enfoque, pero no de pensamiento o de doctrina al referirse a este tema.

En un principio, le parece que podría ser inminente (1 Tes 4,15-17), aunque en realidad no afirma nada concreto, sino que expresa su esperanza y su deseo de que sea así (cf. 1 Cor 16,22; 2 Cor 5, 2-4). Espera algo que está dentro de lo posible, aunque en realidad, no sabe nada con seguridad. 

Está claro que si Pablo hubiera sabido con certeza que la parusía quedaba todavía muy lejos, no hubiera hablado del modo que lo hace; su lenguaje es el propio de quien no lo sabe, pero desea e incluso tiene confianza de que sea pronto. 

Estructura
La carta consta de dos partes, precedidas de un saludo y seguidas de una despedida:
  • Saludo inicial (1,1)
  • Acción de gracias y anuncio de la visita de Timoteo (1,2-3,13)
  • Sección exhortativa (4,1-5,22). Pablo les da consejos, instrucciones, recomendaciones y avisos con mucha pasión en lo relativo a:
    • las relaciones entre los cristianos basadas en el amor y el servicio
    • esperanza en el retorno glorioso del Señor (Parusía) y vigilancia constante
    • el comportamiento cristiano
    • la suerte de los difuntos
  • Despedida (5,23-28): saludos y deseo de la paz

jueves, 15 de septiembre de 2016

¿CON QUIEN SE RELACIONA UN CRISTIANO?



Dios creó a Adán y dijo: "No es bueno que el hombre esté solo" (Génesis 2,18). Esto no significa que todo el mundo debe estar casado, sino que Dios nos creó para estar en relación con los demás. Necesitamos a otras personas. Dios nos diseñó así. 

Todo seguidor de Cristo, todo hijo de Dios, necesita relacionarse con:

Dios


Por supuesto, la relación con Dios es indispensable para un cristiano. 

Es un hecho, pero demasiado a menudo conocemos a Dios con nuestra cabeza y no con el corazón.

Tener una relación genuina con Dios significa el deseo de:
  • hablar con Él,  a través de la Oración
  • saber de Él,  a través de su Palabra
  • amarle, a través de la Eucaristía
  • ser obediente a Él,  a través de su Iglesia
  • hablarles a otros de Él, a través de la Evangelización 



Un "Pablo"

Todos los cristianos necesitamos un "Pablo", es decir,  un hermano o hermana madura en Cristo, que nos guíe en nuestro caminar con Jesús


Un "Pablo" tiene facultad para contestar nuestras preguntas, para aconsejarnos, para profundizar en nuestra vida espiritual e incluso para corregirnos fraternalmente. 

Un Pablo es un sacerdote, un director espiritual.




Un "Bernabé" 

Un "Bernabé" es un compañero de viaje, un amigo que nos anima a ser fieles a Dios

Él sabe lo suficiente de nosotros como para leer nuestra mirada y comprender nuestro corazón, y lo hace de verdad, sin esperar nada a cambio. 

Es un hermano que camina junto a nosotros, y con él, crecemos juntos.




Un "Timoteo"

Un "Timoteo"es un cristiano más joven, un "recién nacido" espiritual en cuya vida nos involucramos y hacemos de "Pablo" o de "Bernabé" con él

Él es un hermano que busca escuchar y aprender, a medida que pasamos tiempo juntos. 

La relación "Pablo/Timoteo" es un modelo fundamental del Nuevo Testamento para el discipulado.




Una "samaritana" / "joven rico" / "fariseo"

Todos son ejemplos de personas alejadas que se encontraron con Jesús. 

Todos necesitamos una relación con algún no creyente, ya se trate de una mujer en un pozo, un joven rico o un fariseo religioso. 

Con ellos compartiremos la alegría del Evangelio.



Los verdaderos cristianos, por supuesto, tienen una estrecha relación con Dios. 

Todos tienen un Pablo, y algunos tienen un Timoteo. 

Muchos de ellos tienen varios Bernabé y, quizás, algunos pocos tienen una mujer samaritana, un joven rico o un fariseo. 





viernes, 13 de mayo de 2016

EL CAMINO DE DAMASCO, MI EXPERIENCIA DE CONVERSIÓN



¿Qué es la conversión? ¿Por qué necesito convertirme? ¿Cómo llegar a ser un verdadero cristiano? ¿Hay una sola conversión o es un proceso de múltiples conversiones?

En Hechos 3,19, el apóstol Pedro habla de la importancia de la conversión: “arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados”. Pero, ¿qué significa “convertirse”?

Muchas personas creen que para convertirse o para "nacer de nuevo" sólo deben aceptar una vez a Jesucristo en su corazón, profesar la fe sólo con palabras o sencillamente, ir a misa. 

Pero, ¿qué significa “nacer de nuevo”? ¿basta sólo con palabras? ¿qué significa realmente ser cristiano?  ¿Es algo instantáneo o un proceso? ¿Tiene el Espíritu Santo algo que ver en esto? 

La conversión cristiana es un tema importante en las enseñanzas de Cristo y de sus discípulos. Cuando una persona se convierte quiere decir que cambia. Convertirse quiere decir “dejar de ser una cosa para ser otra”.

La conversión

“Vivíamos también todos nosotros en otro tiempo en medio de las concupiscencias de nuestra carne, siguiendo las apetencias de la carne y de los malos pensamientos, destinados por naturaleza, como los demás, a la cólera...” (Efesios 2,3). 

Todos somos pecadores y por ello, estamos alejados de Dios. Para volver a Él es necesario que se produzca una transformación, un cambio en nuestra forma de pensar y actuar, en los deseos de nuestro corazón, en nuestra actitud y en nuestra relación con Dios.

Y para que se produzca esa conversión es preciso arraigar un amor nuevo en nuestro corazón y una vida nueva, es necesario experimentar a JesucristoCuando uno conoce realmente al Señor, su vida cambia, se pone en camino, desecha todos los hábitos pecaminosos y los frutos del Espíritu se manifiestan

La conversión es una actitud diaria, es un proceso, un camino y una sucesión de transformaciones que duran toda la vida, una experiencia real de Jesucristo resucitado y presente en la Eucaristía y desde ahí en todos los aspectos de tu vida. 

El camino de Damasco (Hechos 9,1–18)

El ejemplo más claro que aparece en la Biblia sobre la conversión de un ser humano es el de Saulo de Tarso (nombre judío), Pablo (nombre romano), el apóstol de los gentiles. 

Pablo de Tarso había recibido el mandato de las autoridades judías de perseguir a los cristianos de Damasco. Mientras cabalgaba hacia allí, un resplandor del cielo le hizo caer del caballo dejándolo ciego, mientras él y los que cabalgaban con él oían una voz que decía "Saulo, Saulo, por qué me persigues"

Tras esta fuerte experiencia, Pablo se encuentra en Damasco con Ananías, que le impone las manos en nombre de Jesús, lo que le devuelve la vista. Inmediatamente, Pablo es bautizado.

Al ser convertido, Pablo dejó de oponerse al cristianismo y llegó a ser un gran defensor de Cristo. El arrepentimiento sincero, la humildad, la entrega completa, la obediencia a Dios, el deseo de aprender y la voluntad de sufrir por causa del Señor fueron algunas de los cambios que Saulo experimentó en su vida, desde el momento de su conversión.

Pablo, aún después de convertirse siguió teniendo el entusiasmo, energía, valor y celo que tenía antes de su conversión. Su conversión consistió en pasar de su fe farisea a la fe cristiana, de su lealtad a la ley judía a la fidelidad en Cristo y de su propia justicia a la justicia de Dios. La conversión significa dejar las normas del mundo para ir en pos de las de Dios. Significa cambiar de forma de vida, no de personalidad.

Fue la gracia de Dios la que envió la luz resplandeciente al enemigo de la fe cristiana en el camino a Damasco. Sólo la gracia de Dios puede convertir los corazones de los que tienen la voluntad de recibir el poder transformador del Señor. Jesús dice: Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no lo atrae; y yo le resucitaré el último día". (Juan 6,44).

Pablo era un hombre “bueno”, bien educado e inteligente, con una personalidad dominante, poseía una “buena conciencia” (Hechos 23,1) y era celoso de la ley. Creía sinceramente que estaba persiguiendo a una secta débil, ignorante y fanática. Creía que su tarea era ayudar a Dios, purificando a Israel de la corrupción religiosa. Pero necesitaba experimentar a Jesucristo para obtener su salvación. Su obediencia cuidadosa de la ley y el celo con que se entregaba al servicio religioso no eran más que “paño sucio” (Isaías 64,5) porque "era impuro". 

Pablo fue consciente de que debía apartarse de todas sus formas y de todos sus intereses personales para recibir a Cristo. Debía olvidar su propia justicia para recibir, por la fe, la justicia de Dios (Filipenses 3,1–9). Es decir, Pablo tuvo que convertirse para ser salvo.

El hombre hace su papel, someterse a Dios y obedecerlo, pero es Él quien hace el milagro por su gracia en el corazón del mismo. Pues Dios es el que produce en ustedes tanto el querer como el actuar para agradarle.” (Filipenses 2,13). “Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no lo atrae; y yo le resucitaré el último día". (Juan 6,44). 

Mi camino de Damasco

Personalmente, me siento un privilegiado. Yo he experimentado mi propio camino de Damasco. He vivido una vida pensando que yo era bueno, que no hacía mal a nadie, que todo dependía de mi y de mi talento. Seguía la corriente de este mundo” (Efesios 2,2), “en las pasiones humanas (1 Pedro 4,2). Dios no estaba en mi vida. Ahora soy consciente. Por eso, he abandonado mi anterior vida desorientada. 

Cuando encuentras el amor verdadero, el amor desinteresado, el amor con mayúsculas, desaparecen las dudas y emerge el sentido de todo: EL AMOR. No es posible callártelo, quieres gritarlo a los cuatro vientos. Yo he experimentado el amor humano con mi ángel, con mi mujer, a quien quiero profundamente y lo más importante, he experimentado el amor divino, con mi Padre, con mi Creador a quien quiero con toda mi alma.

Yo estaba ciego, pero con humildad y obediencia escuché su voz. Dios me miró a los ojos y dijo mi nombre: ¿Me amas Alberto? Ante tal pregunta, uno se desmorona, se rompe, cae de rodillas y con lagrimas en los ojos, dice: "Tú sabes que te quiero, Señor".

Pero lo importante, lo trascendente no es si yo te quiero, Señor. Lo fundamental es que Tú me quieres, aún a pesar de mí, de mis defectos, de mis infidelidades y pecados, me quieres antes de yo conocerte. Ese es el centro del universo, que Tú me amas desde siempre y para siempre.

Por eso, me entrego a ti, a tu voluntad, a tu amor inagotable, a tu misericordia infinita, desde mi pequeñez, desde mi insignificancia, desde mi torpeza.

Mi amor, pequeño y humano, es importante para Ti, el Hacedor de todo y eso no se puede corresponder con palabras ni con hechos mortales. 

Yo, que soy un átomo en tu propósito eterno, para Ti soy vital. ¿Existe un amor más grande?

Señor, gracias por convertirme día a día, por moldear mi carácter, por dejarme conocerte y experimentarte.

Gracias por otorgarme la gracia de amarte, de servirte y de servir a los demás. 

Gracias por el privilegio de ser instrumento tuyo en Tu plan de salvación. 

Gracias por curar mi ceguera y permitirme darte gloria. 

Gracias por iluminar mi camino y sacarme de las tinieblas.

Gracias Señor. 

Tú sabes que te quiero.